El documento discute varios sistemas de estratificación social a través de la historia. Describe el modelo antiguo que se basaba en habilidades y poderes, el sistema de castas determinado por el nacimiento, y el sistema despótico oriental con ausencia de propiedad privada. También analiza el sistema estamental de la Edad Media, el sistema de clases basado en la relación con los medios de producción, y debates sobre estas clasificaciones.
1. TEMA: SISTEMAS DE ESTRATIFICACIÓN SOCIAL
La DESIGUALDAD es uno de los rasgos distintivos de todas las
sociedades humanas.
La DESIGUALDAD en el pensamiento social.
Podemos afirmar que somos iguales ante la ley, pero en definitiva es
solo una igualdad de carácter formal: no todos ocupamos las mismas
posiciones, no todos desempeñamos los mismos ROLES, no todos
tenemos el mismo ESTATUS, por lo tanto, la DESIGUALDAD es, como
decíamos, un rasgo inherente de las sociedades humanas. Respecto a
la explicación de la desigualdad, podemos establecer una clasificación
básica:
-Explicaciones milenaristas (existentes anteriormente a la
modernidad). Cuyo rasgo distintivo es la visión de la desigualdad
como algo que forma parte del ORDEN NATURAL de las cosas.
Podemos encontrarla en el pensamiento de ARISTÓTELES :“El libre
manda al esclavo, el macho a la hembra y el varón al niño, aunque
de diferente manera; y todos ellos poseen las mismas partes del alma
aunque su posesión sea de diferente manera. El esclavo no tiene en
absoluto la facultad deliberativa; la hembra la tiene, pero ineficaz, y
el niño la tiene, pero imperfecta. De aquí que quien manda deba
poseer en grado de perfección la virtud intelectual (pues su función,
considerada absolutamente, es la del arquitecto, y el pensamiento es
arquitecto), y cada uno de los demás en el grado que le
corresponda.” La modernidad ha significado un profundo cambio en
todos los niveles y órdenes: en el orden económico, en el político, en
el social. En el orden económico hemos asistido al proceso de
industrialización y sus consecuencias. En el político, tenemos que
señalar, como elemento de transformación, las revoluciones
(Francesa, Americana, Inglesa), que suponen un tránsito hacia lo que
podríamos denominar como el camino de SUBDITO a CIUDADANO. En
el orden Cultural hemos asistido, causados por la correlación de
cambios y transformaciones en todos los ámbitos mencionados, al
surgimiento de nuevos parámetros ( y su relación con los valores).
¿Qué significa la modernidad con respecto al concepto de
DESIGUALDAD?
Con la modernidad aparecen dos tipos: la natural o física y la
desigualdad moral o política. Para explicarnos ambos conceptos
podremos recurrir a las aportaciones de Rousseau, Montesquieu o
Madison.
SISTEMAS DE ESTRATIFICACIÓN
Las primeras aportaciones las encontramos en el pensamiento
MARXISTA. Y sobre esto tenemos que decir que, contrarrestando la
2. idea dogmática impuesta sobre la superación, por anticuadas, de las
tesis expuestas por K.Marx, siguen teniendo una vigencia asombrosa
en el análisis social. El fracaso de la praxis, en mi opinión, no solo ha
sido a causa de las mutaciones que la teoría marxista sufrió en su
adaptación a un contexto histórico y económico concreto ( Rusia) sino
en su tergiversación interesada practicada por el sistema que, aunque
basado en una teórica propiedad de los Medios de Producción, lo que
realmente planteó fue la sumisión del pueblo a una dictadura de
clase: la burocracia estalinista.
No obstante, como decía, la vigencia del analisis marxista sobre la
realidad social tiene absoluta vigencia, porque constituye una
autentica revolución en el campo de las Ciencias Sociales. Revolución
debida a que, por primera vez, nos encontramos en la historia del
pensamiento sociológico una visión RELACIONAL de los OBJETOS que
constituyen la sociedad. Una de las críticas que se hace
tradicionalmente a las teorías marxistas es la dimensión única
económica pero, ¿Acaso los roles y estatus así como la cultura y la
interacción no están abiertamente condicionadas por la situación
económica del individuo en la estructura social?
Algunos de los sistemas de estratificación social tienen una ubicación
territorial muy concreta, otros, simplemente han desaparecido siendo
superados por otros niveles o estados debido a la evolución
(pensemos en el paso del sistema estamental al sistema de clases),
por lo que las variables espacio temporales son muy diversas.
a. El Modelo Antiguo de Estratificación Social
Concepto: Es propio de un conjunto muy diverso de sociedades
primitivas situadas en períodos históricos distintos que expresan
diferencias de evolución económica y tecnológica así como de
organización social.
Partiendo de la desigualdad como hecho inherente a las distintas
formas de organización social, en éste nivel nos encontramos
distintas posiciones de los individuos. Posiciones ligadas a
habilidades, técnicas, fuerza e incluso de carácter sobrenatural ( caso
de los chamanes o brujos).
Hablamos de sociedades de cazadores y recolectores cuyo carácter es
la subsistencia (no se producen excedentes). Igualmente hablamos
de sociedades horticultoras simples y avanzadas así como de
sociedades agrarias.
Insistir en todo caso, que las posiciones ocupadas por los individuos
dentro de la sociedad están ligadas a la fuerza, el dominio de alguna
tecnica o la atribución de algún poder de carácter sobre natural.
3. b. Sistema de Castas.
Hablamos de un sistema de grupos adscritos por nacimiento. Cada
grupo forma parte de un conjunto jerárquico y constituye para sus
miembros el límite máximo de interacción. Una casta puede ser
definida como una Red de interacciones al mismo nivel de estatus.
Las interacciones abarcan, desde los contactos sociales informales
hasta el matrimonio, pasando por aspectos tales como los basados en
la ocupación, los económicos, los políticos, los rituales y los de
amistad. Constituye por tanto un horizonte existencial en todas las
dimensiones y es donde se desenvuelven las interacciones.
Hay autores que equipara el sistema de castas ubicado
territorialmente en Asia ( India) con el despótico occidental, atribuible
a los grandes imperios antiguos (Asirios, Babilónicos, etc)
c. Sistema Despótico Oriental.
Una de sus características es la ausencia de la propiedad privada de
la tierra. El dominio de una minoría sobre la totalidad de la población.
Juega un especial papel, como consecuencia de las necesidades de
extensión y las propias características del territorio, la formación
organizada de obras públicas en la conformación del Estado.
Existe una concentración de poderes sin que exista a penas
fragmentación ni división de los mismos
d. Sistema Estamental (ubicación: Edad Media)
Es el antecedente histórico más inmediato del Sistema de Clases. El
Feudalismo puede ser descrito como un sistema piramidal de poder
político, uninominal, de base territorial. En ellos, el poder político del
monarca descansa en el establecimiento de una serie de relaciones
de vasallaje, por las que la nobleza establece unos compromisos de
lealtad y dependencia. A su vez mantiene sus territorios en una red
propia de vasallaje y una población activa centrada en el campo.
Afirmar que el sistema estamental es a occidente lo que el sistema de
castas es a Oriente se fundamenta en que, en el Sistema Estamental
nos encontramos con la división de la sociedad en estamentos:
nobleza, clero y pueblo. Uno se ubica en un estamento por
nacimiento, y el paso o movilidad estamental es bastante difícil, aun
más, la mayor parte de las relaciones, tanto formales como
informales que se realizan tienen lugar dentro del propio estamento.
Esta sociedad estamental, entra en declive a causa, como hemos
señalado, de los procesos revolucionarios a partir del S XVII que
conlleva transformaciones de índole política, económica y cultural,
dando paso a la Modernidad.
e. Sistema de Clases.
4. La clase social es un conjunto de relaciones sociales que definen una
situación objetiva dentro de la sociedad. Estas relaciones son
variables de acuerdo con la organización social de la producción. Las
clases se relacionan o se superponen formando un sistema. La
posición de las diferentes clases en la estructura social está
determinada por sus relaciones con los medios de producción y con el
mercado
Podríamos señalar quizá, que las discrepancias con ésta teoría se da
en torno a que, estando ligado su papel respecto a los medios de
producción, no se atiende a las funciones que se desempeñan que, en
principio, podrían influir en la adquisición de determinado estatus.
Es una realidad en las sociedades contemporáneas hablar de clases
superiores, medias, clase trabajadora, porque se está hablando de
relaciones entre individuos que ocupan determinadas posiciones en
relación con la posesión o no de los medios de producción, pero
teniendo en cuenta las funciones que cada uno desempeña en el seno
de la sociedad, se les dirige a adquirir un determinado estatus, un
determinado prestigio que le hace ocupar una posición u otra. En mi
opinión, incluso la función que cada uno desempeña está
condicionada y dirigida por la estructura económica, pues esta crea
en torno a sus intereses una cultura diferente que es asumida por los
individuos en una clara relación de dominación.
Podríamos afirmar por otro lado, que el Sistema de Clases no es
estático. Podríamos decir que, sobre el papel, existe o se da un cierto
dinamismo que podríamos relacionar, en concreto, con determinados
períodos del S XX, en los que, por ejemplo, se ha dado la mesocracia
( dominio político de las clases medias) y se ha producido una
reducción de las clases proletarias. No obstante, en los albores del
siglo XXI en los que estamos, asistimos a un proceso de dualización
en el que, la élite queda más restringida mientras la clase media se
erosiona y precariza, aumentando las clases bajas, incrementadas
por la movilidad negativa que se produce a causa de la
proletarización de las clases medias ( algunos autores prefieren
hablar de precarización)
AMPLIACIÓN SOBRE EL SISTEMA DE
ESTRATIFICACIÓN.
Javier Ugarte Pérez
La primera cuestión a destacar es que los estudiosos coinciden (o lo hicieron
hasta los años setenta) en que la clase social conlleva una conciencia
común a partir de vivencias y luchas compartidas por sus integrantes.
Carlos Marx fue el primero que realizó tal afirmación, luego ratificada por
numerosas investigaciones; por ejemplo, E. P. Thompson en su estudio
5. titulado El nacimiento de la clase obrera en Inglaterra, muestra que fue la
conciencia de los atropellos causados por los grupos adinerados lo que hizo
que los obreros encontraran puntos comunes en su situación y formaron
sindicatos; a partir de su ejemplo fue la élite quien cobró conciencia de sus
intereses comunes, ya que hasta ese momento vivía fragmentada y
enfrentada entre terratenientes, industriales, comerciantes y financieros. Es
decir, primero forjaron su conciencia de clase los obreros y, como reacción
contra sus demandas, los propietarios.
Es cierto que en la actualidad resulta difícil concebir las clases según este
criterio excepto en un punto: los obreros son quienes más sufren el
desempleo (como muestra el Informe España 2011[1]), la clase media
quien carga sobre sus espaldas el grueso de los impuestos (otros informes
lo muestran) y la clase alta quien encuentra vías fáciles para desgravar por
sus ganancias de capital a través de las SICAV, por no mencionar la
existencia de los paraísos fiscales (como denuncian múltiples artículos en
prensa). Al margen de esto, resulta difícil concebir cómo pueden existir en
un país siete o diez clases; aunque se deje de lado la conciencia de clase,
no se pueden multiplicar las distinciones de manera desaforada (lo que,
además, acarrea el problema de diluir las fronteras entre ellas): cuantas
más sean mayor dificultad supone delimitarlas.
Por otro lado, la identificación de clases con estratos por ingresos plantea
problemas que el propio Informe reconoce (¿dónde ubicar la clase alta?) y
otros que no menciona pero se derivan de la clasificación; así, por ejemplo,
sitúan a los maestros en el grupo 2, ¿pero dónde ubicar a profesores de
secundaria y médicos de ambulatorio? Dado que la definición del grupo 1
incluye tener personas a cargo y estos empleos no las tienen, resulta difícil
clasificarlos.
Como alternativa, propongo una clasificación elaborada a partir de fuentes
como las investigaciones del CES (Consejo Económico y Social de España),
el INE e información obtenida de diversos medios (entre ellos, diarios como
el Financial Times o Expansión y empleo). En primer lugar, comparto la
opinión de que el nivel de clase depende de la ocupación que se
desempeña, a lo que añado que esta se relaciona con los estudios; a partir
de ahí salen las clases: obrera (desde analfabetos hasta la Educación
Secundaria Obligatoria), media-media (quienes concluyen un ciclo formativo
de grado superior junto a graduados universitarios), media-alta (licenciados
e ingenieros) y alta (escuelas de negocios que catapultan a empleos cuyos
ingresos superan los 130.000 dólares anuales). Este criterio, además de
señalar quiénes integran y donde se forma la clase alta permite aunar
ingresos y experiencias comunes en función del nivel de estudios, las
habilidades adquiridas (idiomas, viajes, uso de nuevas tecnologías,…) y el
ambiente compartido.
Por otro lado, si la economía se divide entre el sector primario (agricultura,
pesca), secundario (industria, construcción y minería) y terciario (servicios
de todo tipo: educación, sanidad, finanzas, transporte,…), quizás con la
salvedad de un cuarto sector (investigación y desarrollo), no hay razón para
pensar que no puedan establecerse también tres clases sociales, a su vez
con una posible salvedad: quienes viven de aplicar directamente sus
conocimientos en la obtención de nuevos conocimientos, cuya presencia
amortigua los conflictos entre el resto de las clases.
6. Las clases sociales en la España del siglo XXI (I): La Clasificación
Socioeconómica Europea (ESeC)
A partir de hoy, dedicaremos varios artículos a analizar los cambios que se
han producido en la clases sociales españolas en la última década (1999-
2010), aprovechándonos de algunos estudios muy recientes de sociólogos
españoles, como el profesor Miguel Requena. Y reflexionaremos cómo estos
cambios pueden afectar a los estudios de epidemiología social. Para ello, se
volverá a utilizar la aproximación a las clases sociales construida a partir de
agrupaciones de ocupaciones (es decir, clases ocupacionales). En este caso,
se usará una interesante adaptación a la tradicional clasificación de John
Goldthorpe: La Clasificación Socioeconómica Europea (ESeC, por sus siglas
en inglés). Mediante ella, discriminaremos las nuevas y las viejas clases
medias, el nuevo y el viejo proletariado.
Figura 1: Las 10 “clases sociales”, según la Clasificación
Socioeconómica Europea (ESeC, por sus siglas en inglés). Fuente: Miguel
Requena “Estratificación y clases sociales”. Capitulo V. “Informe España
2011” Fundación Encuentro. Accesible en: http://www.fund-
encuentro.org/informe_espana/descargar.php?id=2011-C5
Clase ocupacional
Como ya dijimos en nuestro Curso de Desigualdades Sociales en
Salud (DSS) para “atrapar” las clases sociales se usan diferentes
aproximaciones: La clase social, la Ocupación , la Educación ,
los Ingresos (Lección 13), la Privación social en áreas geográficas (Lección
14). En España la más usada en los estudios de salud es la clasificación
propuesta en el año 2000 por un grupo de trabajo de la Sociedad Española
de Epidemiología (SEE) y de la Sociedad Española de Medicina Familiar y
Comunitaria (SEMFyC), a partir de una adaptación de la Clasificación
Nacional de Ocupaciones, que se basaba a su vez en la de John
Goldthorpe[2]
7. Hace poco tuve la suerte de escuchar una conferencia de Miguel Requena
y Diez de Revenga, catedrático de Sociología de la UNED, dentro del
interesante ciclo de conferencias “Demography today” que organiza
periódicamente en Madrid el Dr. Diego Ramiro Fariñas, del Instituto de
Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (por cierto, todos los videos de las sesiones de este ciclo están
disponibles a través de www.demografia.tv). En ella, Miguel expuso parte
de su valioso trabajo, recientemente publicado en el “Informe España 2011″
de la Fundación Encuentro. El capitulo V de este informe, que
mencionaremos repetidas veces en los próximos artículos,
titulado “Estratificación y clases sociales” me acercó a un interesantes
esfuerzo por retratar los cambios que las clases sociales habían sufrido en
España en la ultima década (1999-2010). Para ello, utilizó los datos de la
Encuesta de Población activa del INE y la ESeC.
En el mundo sociológico dominante de Europa se ha seguido con esta
tradición weberiana (Max Weber), desarrollada por el británico John
Goldthorpe, de retratar las clases sociales a partir de la posición de las
personas en el mercado de trabajo, determinada por su ocupación y su nivel
de educación. Es decir, se construyen las clases como una agrupación de
ocupaciones, que por sus características (estatus de empleo, tipo de
contrato, etc.) mantienen una posición similar en el mercado de trabajo.
Cada una de estas agrupaciones tiene diferentes relaciones con los
empleadores, diferentes niveles de salario, de autonomía y supervisión, de
condiciones de trabajo, de estabilidad laboral, y diferentes oportunidades de
promoción. Estas diferencias determinarían las desigualdades sociales,
incluidas las de salud.
Las 10 clases sociales de la ESeC
La ESeC tiene diez categorías o clases (ver figura 1). Aunque la ordenación
del 1 al 10, y la descripción de las características de las mismas, pudiera
sugerir un orden jerárquico (de clase más alta a clase más baja), esta
relación ordinal no es tan clara, habiendo algunas agrupaciones de
ocupaciones que tienen, por término medio, una situación social y
económica similar, o incluso superior, a otras situadas por encima de ellas.
Goldthorpe, al parecer, insistía en este carácter más descriptivo que
jerárquico de su clasificación.
Reproduciremos a continuación algunas partes del texto citado de Miguel
Requena:
• La clase 1 incluye a los grandes empleadores, los altos
directivos de las empresas y la Administración Pública y los
profesionales de nivel alto. Los grandes empresarios (empresas
de más de diez trabajadores) y los altos directivos representan una
parte relativamente pequeña de esta clase, que está
numéricamente dominada por los profesionales de nivel alto.
Incluye ocupaciones como las de abogado, médico o ingeniero. (…)
8. • La clase 2 agrupa a los directivos y profesionales de nivel
bajo, aunque también a los técnicos superiores. Incluye
ocupaciones como las de maestro, trabajador social o personal de
enfermería. También a los directivos y gerentes de nivel bajo (por
ejemplo, los directores de departamento en las empresas) y a los
llamados técnicos y profesionales de apoyo. (…)
• En la clase 3 se integran los empleados de cuello blanco de
nivel alto. Las ocupaciones que componen esta clase, entre las que
destacan sobre todo los empleados administrativos, (…) El grado de
especificidad de sus cualificaciones es bajo, aunque esto no implica
que los empleadores no tengan problemas de supervisión de sus
empleados en estas categorías. En todo caso, tanto las
retribuciones como las perspectivas de promoción de estas
ocupaciones son claramente inferiores a las de los profesionales.
• Con las clases 4 y 5 (formadas por los pequeños
empleadores y por los trabajadores autónomos no
profesionales) se entra en el mundo de la pequeña burguesía
tradicional. Sus relaciones de empleo son peculiares. Los pequeños
empleadores (menos de diez trabajadores) compran trabajo a sus
empleados, sobre los que ejercen autoridad y control. Los
trabajadores autónomos trabajan por cuenta propia, es decir, no
compran ni venden trabajo. Aunque a menudo se funden en una
sola categoría, la clase 4 incluye a los pequeños empresarios y
autónomos en ocupaciones no profesionales no agrícolas. Si ejercen
sus ocupaciones en la agricultura y la pesca forman la clase 5.
• En la clase 6 se ubican los supervisores y técnicos de rango
inferior. Esta clase incluye ocupaciones que implican trabajo
manual cualificado con ejercicio de la función de supervisión sobre
otros trabajadores, como los encargados, jefes o capataces. Puesto
que de alguna manera las relaciones de empleo en estas
ocupaciones tienen elementos mixtos (servicio y contrato) y dado
que se trata de una clase muy poco numerosa, se la suele unir a la
clase 3 para formar la llamada clase de las ocupaciones
intermedias.
• La clase 7 incluye a los trabajadores del comercio y los
servicios de rango inferior. Sus miembros realizan trabajo no
manual y sus relaciones de empleo se regulan mediante contratos
de trabajo. Constituyen el mundo de los empleados de cuello blanco
de nivel bajo. Además de los dependientes de comercio, agrupa a
los trabajadores en los servicios personales. Se trata de una clase
con una composición fundamentalmente femenina.
9. Las “nuevas clases trabajadoras”: los trabajadores del
comercio y de servicios de rango inferior.
• Pertenecen a la clase 8 los trabajadores manuales
cualificados. Aunque sus relaciones de empleo se rigen por
contratos laborales típicos, en las ocupaciones que se sitúan
en esta clase, la especificidad de las cualificaciones requeridas
es relativamente alta y los empleadores tienen ciertos
problemas de supervisión de la calidad del trabajo.
Compuesta fundamentalmente de hombres, incluye a los
trabajadores cualificados de las industrias manufactureras, la
construcción y la minería. Son ocupaciones muy
representativas de esta clase los electricistas, moldeadores,
soldadores y mecánicos.
• La clase 9 está integrada por los trabajadores no
cualificados. Pertenecen a esta clase quienes desempeñan
las denominadas ocupaciones elementales, a veces también
llamadas de rutina. Se trata de trabajos que exigen poca
cualificación para su desempeño –lo que hace que estos
trabajadores sean fácilmente sustituibles y en los que los
empleadores no tienen especiales problemas para ejercer la
función supervisora, por lo que el contrato de trabajo
prevalece como relación de empleo dominante. Los peones en
la industria, la agricultura y la construcción forman parte de
esta clase, al igual que los trabajadores no cualificados de los
servicios, como limpiadores, ordenanzas y empleados
domésticos.
• Por último, la clasificación contempla la posibilidad de
distinguir una clase 10formada por los involuntariamente
excluidos del mercado de trabajo, básicamente buscadores
de empleo sin previa experiencia laboral y parados de
larga duración.
Las viejas y las nuevas clases medias
Siguiendo citando el mismo texto de Miguel Requena:
(…) Las clases medias las integran, por un lado, los profesionales de
todos los niveles (clases 1 y 2), las ocupaciones intermedias o
trabajadores de cuello blanco de nivel alto (clases 3 y 6) y, por otro,
los pequeños empleadores y autónomos tanto agrarios como no
agrarios (clases 4 y 5). Claramente, las tres primeras clases (clases
1, 2, 3 y 6) constituirían las nuevas clases medias, cuya posición
en el sistema de estratificación se basa en el trabajo técnico
cualificado y en una relación laboral de servicio a los empleadores,
10. frente a la relación puramente contractual de intercambio de trabajo
por salario propia de las clases trabajadoras. Las dos últimas (clases
4 y 5) se corresponden con la idea convencional de las viejas
clases medias (la pequeña burguesía tradicional) y basan su
posición en la propiedad de los recursos productivos que utilizan.
El viejo y el nuevo proletariado
Asimismo, las clases 8 y 9 representarían las viejas clases
trabajadoras. Sin embargo, como veremos, el incremento del sector
servicio paralelo a la perdida de importancia de la industria, ha traído
consigo una disminución importante de los trabajadores manuales
cualificados (clase 8), la clásica base proletaria de los sindicatos y
partidos de izquierda, y un aumento de un nuevo proletariado de los
servicios: la clase 7 trabajadores del comercio y los servicios de
rango inferior, con unas condiciones de empleo y explotación que, en
muchos casos, son comunes a los de la clase 9.
Este precariado, junto con los excluidos del mercado de trabajo
(clase 10), constituirían en nuevo proletariado.
Clases sociales e identidades (homo)sexuales
Javier Ugarte Pérez
En un artículo anterior -“Observaciones sobre los criterios de división
en clases sociales que aparecen en el Informe España
2011”- señalaba la existencia de tres clases sociales separadas en
función del nivel de estudios de sus integrantes, ya que la formación
determina los ingresos. Ahora bien, si este tipo de distinciones no se
aplican a situaciones concretas permanecen como ejercicio teórico;
por ello, en este artículo (que constituye una continuación del
anterior) intentaré explicar cómo las identidades se forjan en función
de la clase a la que pertenece el individuo en un aspecto concreto, la
sexualidad.
Poster del “Gay Liberation Front”. En las décadas posteriores a la
Segunda Guerra Mundial, el aumento de la clase media con mejores
instrumentos para enfrentar la discriminación sexual, permitió la
construcción de la identidad de “gay” y “lesbiana”, a partir de las
luchas como las de Stonewall en el Nueva York de 1967, en
comparación con la indefensión de los “maricas”, “maricones” y
“tortilleras“ de la clase obrera frente a la fuerte represión dominante
en su medio.
Al estudiar la historia del homo erotismo en el siglo XX se encuentra
una clara línea divisoria en torno a los años sesenta. Hasta esa
década, la vivencia de la homosexualidad se expresa
dicotómicamente; por un lado se encontraban los varones afeminados
de medios obreros (los maricas) cuyas parejas eran varones
11. masculinos (los maricones quienes, a menudo, estaban casados y
tenían descendencia). Similar división se encuentra entre las
mujeres, divididas entre las que eran masculinas (bolleras o
tortilleras) y las femeninas (femmes). Por su parte, los homosexuales
de clase media se calificaban de “raros” (queers en inglés, “raritos”
en castellano) y apenas frecuentaban los lugares de reunión de
maricas y maricones por miedo a las redadas policiales y la represión
que incidía, especialmente, sobre los varones afeminados. Estas
divisiones se documentan en diferentes países, como Estados Unidos
y España (entre otros). Se trata de décadas donde la clase obrera
predominaba socialmente, ya que la mayor cantidad de puestos de
trabajo los generaba el sector industrial, lo que acarreaba que las
dinámicas industriales se extendieran por otras esferas sociales: así,
la división del trabajo según los principios de la producción en cadena
-o fordismo- constituía un modelo para organizar la enseñanza en
periodos de trabajo y descanso, distribución horaria semanal y
ascenso por grados.
Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial se produjo un
crecimiento económico acelerado que engrosó el sector servicios (por
ejemplo a través de la gran expansión educativa de esas décadas y
de la facilidad para el transporte y el turismo, entre otras muchas
ramas de actividad) y, con él, la clase media; por comparación, se
debilitó la industria y los medios obreros. En ese contexto aumentó
porcentualmente el número de homosexuales con estudios superiores
y buenos salarios (es decir, de clase media) que contaban con armas
para luchar contra la represión policial y la discriminación teórica
asentada en universidades y centros académicos. Estas personas, que
integraban la generación del baby boom, no estaba dispuesta a
renunciar al homo erotismo ni a pagar el precio por disfrutarlo de sus
predecesores, por lo que buscaron nuevas maneras de vivir su
sexualidad. En este contexto nacieron las identidades de gay y
lesbiana que se hicieron visibles en los sucesos de Stonewall, en el
Nueva York de 1969, y que dieron lugar al Frente de Liberación Gay
(GLF, en sus siglas inglesas) que, en la década siguiente, serviría de
inspiración para homosexuales de clase media de todo el planeta.
La nueva generación de homosexuales, con sus recientes identidades,
tuvieron capacidad para luchar por sus derechos, a menudo siguiendo
el ejemplo de lo que se hacía en otras latitudes (así, las luchas en
Londres y Ámsterdam, además de las neoyorquinas, influyeron en las
españolas). De esa forma, en los años setenta lesbianas y gais
consiguieron que terminara la represión en casi todos los países
mientras en los noventa se iniciaba un periodo de conquista gradual
de derechos: leyes de parejas, contratos de alquiler y, finalmente, el
matrimonio igualitario y la adopción compartida de menores. Tales
conquistas hubieran sido imposibles de continuar vigentes las
identidades estigmatizadas típicas de los medios obreros porque
estos homosexuales carecían de recursos económicos y culturales
12. para conseguir el fin de la discriminación. En resumen, un cambio en
las dinámicas productivas (incremento de la formación y desarrollo
del sector servicios) conllevó un aumento de la clase media y la
aparición de unas identidades homoeróticas asentadas en ella que
dispusieron de herramientas para conquistar la igualdad legal.
Las clases sociales en la España del siglo XXI (II): La
distribución de clases en España
Dentro de nuestra serie sobre “Las clases sociales en la España del
siglo XXI” y basándonos en el estudio del profesor Miguel Requena,
aportamos una sencilla radiografía de la distribución por clases
sociales en España. Destacamos el peso que tienen las llamadas
“nuevas clases medias”, la escasa cualificación de nuestra clase
trabajadora y el incremento de las clases excluidas del mercado de
trabajo, merced a la crisis económica. En el análisis de clases sociales
de las mujeres, destacamos el peso de las empleadas administrativas
(en la clase media) y el de las trabajadoras de los servicios
personales y las dependientas de comercio (en la clase trabajadora),
frente a la escasa presencia de obreras cualificadas.
Representación de la relación entre clase social y nivel de salud.
Fuente: adaptación de la ilustración del documento “Reducing health
inequity through a national plan of action”. Tone P. Torgersen,
Norwegian Directorate of Health
Cómo se distribuye la población ocupada en España por clases
sociales
Según el análisis de Miguel Requena contenido en el “Informe
España 2011”de la Fundación Encuentro, basado en la Encuesta de
Población Activa (EPA) del 2º trimestre de 2010 y en la Clasificación
Socioeconómica Europea (ver: Las clases sociales en la España del
siglo XXI (I): La Clasificación Socioeconómica Europea (ESeC)), los
18.476.860 personas que constituían en ese momento la población
ocupada de España, se distribuían de esta forma por clase social:
13. Distribución de la población ocupada de España por clases
sociales 2010 (Clasificación Socioeconómica Europea). Porcentaje
del total de población ocupada 2010. Fuente: Elaborado a partir de
datos de Tabla 3 de Miguel Requena “Estratificación y clases
sociales”. Capitulo V. “Informe España 2011” Fundación Encuentro.
Pag 322. EPA segundo trimestre 2010.
I Directivos y profesionales de nivel alto Nueva clase
mediaII Directivos y profesionales de nivel bajo
III Empleados de cuello blanco de nivel alto
VI Supervisores y técnicos de rango inferior
IV
Pequeños empleadores y trabajadores
autónomos no agrícolas
Vieja clase
media (pequeña
burguesía)V Trabajadores autónomos agrícolas
VII
Trabajadores de los servicios y comercio de
rango inferior
Nuevo
proletariado
X
Excluidos mercado trabajo y parados larga
duración
VIII Trabajadores manuales cualificados Vieja clase
obreraIX Trabajadores no cualificados
Las 10 clases sociales basadas en la Clasificación Socioeconómica
Europea y el agrupamiento que se hace en 4 categorías
(“nueva/vieja clase media” y “nueva/vieja clase obrera”), en
Miguel Requena “Estratificación y clases sociales”. Capitulo V.
“Informe España 2011” Fundación Encuentro
Según el análisis que hace Miguel Requena, las clases medias ya
habían superado porcentualmente a las clases trabajadoras en 2010:
1. Hay un peso importante de las clases medias.
1. Las llamadas “nuevas clases medias” (profesionales
y técnicos de las clases I, II, III y VI) representan el 38,6% de la
14. población ocupada (en el siguiente articulo explicaremos que se
considera la Clase I como parte de la “(nueva) clase media” y no
como “clase alta” por el absoluto predominio de profesionales frente a
altos directivos en esta categoría y la dificultad de captar a los “ricos”
en las muestras de las encuestas).
2. Si se les suman las “viejas clases medias” (pequeña
burguesía=autónomos y pequeños empleadores, agrupados en las
clases IV y V), las clases medias suman un poco más de la mitad de
la población (50,8%).
2. En relación a la clase trabajadora.
1. Hay una considerable y creciente presencia de
trabajadores de cuello blanco de nivel bajo (trabajadores de los
servicios y de comercio de rango inferior, con salarios bajos y
condiciones precarias de empleo), a los que llama “nuevo
proletariado” y representa el 14,7%.
2. La vieja clase obrera está compuesta mayoritariamente
(más de 2/3) por trabajadores no cualificados (24,4% del total),
representado los trabajadores cualificados solo el 10,1% del total
(menos de 1/3)
3. La vieja y nueva clase obrera suman la otra mitad de la
población ocupada, ligeramente por debajo de las clases medias
(49,2%).
La clase social X (excluidos del mercado de trabajo) es la
mayoritaria en 2012
Este análisis (51% clases medias; 49% clases trabajadoras) de 2010
solo era valido si se consideraba a la población ocupada y no se
incluía a la clase X: a los involuntariamente excluidos del mercado
laboral, que formarían parte del nuevo proletariado junto con el
“precariado” de la clase VII. En el segundo trimestre de 2010 había
prácticamente 3 millones de parados en busca del primer empleo o
con más de seis meses en situación de desempleo. Un año después
llegaba a los 3,3 millones.
En dos años (julio 2012), con una fortísima destrucción de empleo
que tiene visos de seguir incrementándose, se ha añadido otro millón
de personas a esta clase X. Habrá que ver a costa de qué clases
sociales, aunque varios datos apuntan a que con la crisis el peso de
las clases medias ha disminuido apreciablemente, además de un
trasvase de efectivos desde las clases trabajadoras ocupadas a la
clase X que, desgraciadamente, se convertiría en la clase social mas
numerosa de España, superando a la de los trabajadores no
cualificados.
Diferencias por sexo en la distribución de las clases sociales
15. Como se puede apreciar en la tabla siguiente, la distribución por sexo
nos aporta la siguiente información:
• Como dice Requena, mientras que entre los directivos y
profesionales de alto nivel (clase I) son más los hombres que
las mujeres (1,7 a1), las mujeres superan a los hombres
entre los trabajadores de cuello blanco de nivel alto (1,5
a 1), la clase III, compuesta por técnicas y profesionales de
apoyo y por algunas de las empleadas de tipo administrativo.
• Otra de las clases sociales con mayoría femenina (1,7 a1) y
que proporcionalmente es la de mayor peso (21,2%) en la
ocupación femenina, después de la de las trabajadoras no
cualificadas (25,4%), es la clase VII de las trabajadoras
de los servicios y comercio de rango inferior, con
condiciones de empleo más precarias que la de las
trabajadoras no cualificadas (clase IX). Incluye a las
dependientes de los comercios y a las trabajadoras de
servicios personales. Presumiblemente, es la que ha sufrido
una mayor destrucción durante esta crisis (financiera y, por lo
tanto, de consumo comercial) y responsable del tremendo
aumento del desempleo femenino en el último año.
• La clase VIII de trabajadores cualificados, tradicional base
de los sindicatos de clase y partidos de izquierda, con
importante presencia en el sector industrial (y, como
veremos, en proceso de retroceso), es abrumadoramente
masculina (12,9 hombres por cada mujer).
I Directivos y profesionales de nivel alto
II Directivos y profesionales de nivel bajo
III Empleados de cuello blanco de nivel alto
IV Supervisores y técnicos de rango inferior
V Pequeños empleadores y trabajadores autónomos
no agrícolas
16. VI Trabajadores autónomos agrícolas
VII Trabajadores de los servicios y comercio de rango
inferior
VIIITrabajadores manuales cualificados
IX Trabajadores no cualificados
Distribución de la población ocupada de España por clases
sociales y según sexo, 2010(Clasificación Socioeconómica
Europea). Porcentaje del total de población ocupada 2010. Fuente:
Elaborado a partir de datos de Tabla 3 de Miguel Requena
“Estratificación y clases sociales”. Capitulo V. “Informe España 2011”
Fundación Encuentro. Pag 322. EPA segundo trimestre 2010.
Las clases sociales en la España del siglo XXI (III): Los ricos
no se retratan en las encuestas
Siempre me ha sorprendido que el Sr. Botín y yo pertenezcamos a la
misma clase social, según las clasificaciones usadas en encuestas de
salud o estudios sociológicos. La realidad es que la clase más alta
está mal retratada en los estudios, tanto porque se la incluye
indiscriminadamente en la misma clase social junto con un amplio
estrato de población (los profesionales universitarios de grado
superior), con condiciones socio-económicas y de salud muy
diferentes, como por el hecho de que no se suelan captar a los más
ricos en las muestras de las encuestas. La consecuencia es un sesgo
importante en nuestros estudios y una falta de información sobre la
salud de las clases más privilegiadas, que nos sirva de referencia de
la máxima salud colectiva posible y de la meta para reducir la brecha
en salud respecto al resto de clases sociales.
La heterogénea clase I
Como dijimos en el primer artículo de esta serie (ver: Las clases
sociales en la España del siglo XXI (I): La Clasificación
Socioeconómica Europea (ESeC)), en los estudios sociológicos
y en las encuestas de salud se ha seguido la tradición
weberiana (Max Weber), desarrollada por el británico John
Goldthorpe de retratar las clases sociales a partir de la posición de
las personas en el mercado de trabajo, determinada por su ocupación
y su nivel de educación. Es decir, se construyen las clases como una
agrupación de ocupaciones, que por sus características (estatus de
empleo, tipo de contrato, etc.) mantienen una posición similar en el
mercado de trabajo.
En los estudios de salud la clasificación más usada es la propuesta en
el año 2000 por un grupo de trabajo de la Sociedad Española de
Epidemiología (SEE) y de la Sociedad Española de Medicina Familiar y
Comunitaria (SEMFyC), a partir de una adaptación de la Clasificación
17. Nacional de Ocupaciones, que se basaba a su vez en la de John
Goldthorpe.
Merced a esta lógica, en la clase alta o clase I se incluyen juntos a los
grandes empleadores, los altos directivos de las empresas y la
Administración Pública y los profesionales de nivel alto. Es decir, por
el hecho de ser un profesional con licenciatura universitaria estás en
la misma clase que los directivos o dueños de grandes bancos y
empresas multinacionales, a pesar de ser la posición socio-económica
muy diferente y, por lo tanto, los determinantes de la salud. Por eso
decía que se daba la paradoja que a un médico funcionario
(profesional del sector público) como yo, se me considere de la
misma clase social que la de las personas con las mayores fortunas
de España.
Además, a la hora de confeccionar una encuesta, la muestra final
está condicionada por la accesibilidad de los encuestadores a las
personas seleccionadas. Es conocida la dificultad para acceder a estos
segmentos sociales. Hablando en plata, es muy difícil “pillar” a los
ricos, como los Sres. Emilio Botín o Amancio Ortega, para pasarles el
cuestionario. No solo porque no se les localice en casa o en la oficina
a la hora de la encuesta (o difícilmente accedan a ser entrevistados),
sino porque muchos ocultan su riqueza y no se incluyen en los
registros oficiales (por ejemplo, los de Hacienda) como “ricos”.
La consecuencia es que en la clase I están infrarrepresentados los
substratos más altos (o si se prefiere, están sobrerrepresentados los
profesionales frente a los directivos). Lo cual, unido a que los ricos
son proporcionalmente menos que el resto de los segmentos sociales
incluidos, hace que cuando hablamos de “la salud de la clase I”
utilizamos valores medios que no retratan en absoluto “la salud de los
ricos”.
Y en relación a la clasificación socio-económica en su conjunto, esta
no tiene clase alta como tal, porque estamos seguros de que no la
captamos. Como explica Miguel Requena en el capítulo de la
Fundación Encuentro, ello plantea la paradoja de unas clases medias
que no se sabe en “medio” de quiénes están.
¿Cuántos ricos hay en España? ¿Qué proporción de la clase I
representan?
Según el mencionado último “Informe España 2011”de la Fundación
Encuentro, en España habría 1.817.519 personas pertenecientes a la
clase I (9,8% del total de la población ocupada de 2010). ¿Cuánto
ricos hay? Si consideramos como ricos a los que ganan más de
600.000 € al año, tenemos dos cifras. Una es la correspondiente a los
datos declarados a Hacienda: según las estadísticas del IRPF del
ejercicio 2010, sólo 5.186 personas tienen una base imponible
superior a los 600.000 euros. Sin embargo, en España habría un
total de 140.000 “ricos”, según el Informe Mundial de la Riqueza
2011 elaborado por Capgemini y Merrill Lynch Wealth Management,
18. que cataloga como “ricos” a las personas que tienen un patrimonio de
un millón de dólares como mínimo en activos de inversión (cifra
próxima al umbral de 600.000€ antes utilizado)[6]. Es decir, en
España habría un rango entre 5.000 y 140.000 ricos. Nos quedamos
con la segunda cifra.
Si suponemos que estas 140.000 personas están incluidas en la clase
I (a efectos estadísticos, ¿todos los ricos son población “ocupada”?
¿También los rentistas?), resultaría que los ricos representarían
menos de un 8% de la clase I y solo un 0,8% de la población total
ocupada de España.
La salud de los ricos como meta
La consecuencia es un sesgo importante en nuestros estudios y una
falta de información sobre la salud de las clases más privilegiadas,
que nos sirve de referencia de la máxima salud colectiva posible en
este momento histórico y de la meta para reducir la brecha en salud
respecto al resto de clases sociales.
Los niveles de salud que tienen estas 140.000 personas
probablemente representa el máximo nivel de salud que en estos
momentos históricos podemos alcanzar los españoles. Nos marcan los
límites máximos determinados por nuestros condicionantes
biológicos, genéticos y sociales, y nos aportan plausibilidad biológica
y social a unas metas de calidad y esperanza de vida en buena
salud[7].
Distribución del estado de salud percibido según la clase
social, en hombres y mujeres. España 2006.Porcentajes
estandarizados por edad. Al haber un gradiente social claro, la clase I
marcaría la meta del máximo porcentaje de muy buena salud
19. percibida a alcanzar por el resto de clases sociales. Sin embargo,
probablemente el nivel de salud percibida de “los ricos” o de la
“clase más alta” no está incluido en esta clase I y, coherentemente
con este gradiente social (clase social más alta-mayor nivel de
salud), sería superior al aquí representado. Fuente: ENS 2006,
reproducido en el “Informe de la Comisión para reducir las
Desigualdades en salud en España”. Ministerio de Sanidad y Políticas
sociales.
Evolución de la esperanza de vida al nacer en hombres, según
la clase social, en Inglaterra y Gales, entre 1982 y 2006. En el
último periodo 2002-2006, los hombres de clase alta vivía por
termino medio 5,8 años más que los de clase baja (80,4 años frente
74,6 años). Lo que no sabemos es cuánto viven por termino medio
los “ricos” encuadrados en “la clase alta”. Por otra parte, desde 1982
a 2006 la clase baja es la que menos ganancia de esperanza de vida
ha tenido (3,9 años). Fuente: Office National
Statistics.http://www.ons.gov.uk/ons/taxonomy/index.html?
nscl=Health+Inequalities
¿Dónde están los capitalistas?
La teoría marxista sobre clase sociales consideraba dos clases: la
burguesía capitalista y el proletariado (a veces, entremedias,
distinguía a la pequeña burguesía). [Ver en este blog: Curso de
Desigualdades Sociales en Salud (lección 10ª): Las Medidas de la
Desigualdad Social. 1ª parte: La clase social].
¿Podemos seguir hablando de “capitalistas” en el siglo XXI? Según
Ángel Martínez González-Tablas[8]
, sí. Alberto Garzón recoge en un
artículo en su blog “Pijus económico”, titulado “Las clases sociales en
el capitalismo moderno” , el desglose que hace el profesor Martínez
González-Tablas de la clase capitalista en 5 grupos:
20. 1. Capitalistas parasitarios. Son aquellos cuya riqueza no es
utilizada para producir bienes y servicios para la sociedad. Son ricos
cuya riqueza aumenta por vías no vinculadas a la actividad
económica.
2. Capitalistas de capital ficticio. Son aquellos que tienen
títulos de propiedad (acciones, por ejemplo) sobre alguna empresa
que sí reproduce la riqueza de una sociedad. Sin embargo, no han
sido los sujetos que aportaron los fondos iniciales para comenzar la
propiedad productiva, y aunque dotan de liquidez a las empresas no
están ligados a ellas más que de una forma especulativa. Sus
intereses no están vinculados a los intereses a medio plazo de la
empresa, es decir, un posible proceso de inversión que amortice en
varios años puede ser contraproducente con los intereses de este tipo
de capitalistas. Un ejemplo son los fondos de inversión: entidades con
una lógica de maximización de la rentabilidad en todo activo
financiero y que se desentienden del destino final de la empresa en la
que se mantiene la propiedad (a menudo de forma muy breve).
3. Capitalistas proveedores de fondos (de propiedad o de
crédito). Son aquellos cuyos intereses están vinculados a la empresa.
Obtienen ingresos de los intereses o dividendos. Son el clásico
ejemplo del capitalista del siglo XIX al que se recurría para obtener
recursos en alguna nueva empresa, y que se mantenía al tanto de la
evolución de la misma.
4. Capitalistas activos (en un sentido de control). Tienen títulos
de propiedad y además gestionan la empresa.
5. Cuadros, gestores o ejecutivos. Carecen de títulos de
propiedad relevantes y en un sentido estricto son asalariados con
gran capacidad de gestión sobre la empresa. Además, suelen ser
retribuidos con formas financieras que vinculan los resultados de las
acciones a sus ingresos (como las stocks options).
¿Entre todos son más o menos de 140.000? ¿Cuál es su nivel de
salud? ¿Cómo podríamos retratarlos en nuestras encuestas de salud?
Las clases sociales en la España del siglo XXI (IV): El declive
de la vieja clase obrera
Dentro de nuestra serie sobre “Clases sociales y Salud” , hoy
analizamos el declive que ha sufrido la vieja clase obrera en las
últimas décadas. La disminución del peso de los trabajadores
cualificados frente a los no cualificados, de los trabajadores manuales
frente a los no manuales (de cuello blanco) y el incremento de los
profesionales, han ido asociados a un debilitamiento de la base de la
izquierda sindical y política. Finalmente, recordamos como algunos
estudios europeos encuentran una asociación estadística entre la
menor densidad sindical, la disminución del gasto social y el aumento
de la mortalidad general.
21. A la izquierda: Soldadores, pertenecientes a la clase social de
“trabajadores cualificados” que tradicionalmente tiene fuerte
presencia sindical. Fuente: http://www.ciclosnoviciado.com/blog/?
p=46. A la derecha: manifestación en Vigo durante la huelga del
metal y las negociaciones de un nuevo convenio colectivo sectorial,
mayo de 2006. Fuente: M.
Vilahttp://www.20minutos.es/galeria/1086/0/0/
Menos trabajadores manuales, menos trabajadores
cualificados
Según el informe de Miguel Requena, uno de los hechos más
significativos de los cambios en composición de clases sociales y en la
ocupación en Europa en las últimas décadas es el retroceso de los
trabajadores manuales cualificados, una categoría compuesta
mayoritariamente por hombres. Incluye a los trabajadores
cualificados de las industrias manufactureras, la construcción y la
minería. Son ocupaciones muy representativas de esta clase los
electricistas, moldeadores, soldadores y mecánicos. Como se puede
apreciar en el gráfico siguiente este fenómeno ha sido mas intenso en
los países más avanzados en la economía postindustrial, como
Francia, Reino Unido y Dinamarca, y ha sido menor en España.
Evolución de la estructura de clases de la población ocupada
masculina en cuatro países de la UE. En porcentaje. 1995-2009. La
clase de trabajadores cualificados (gris oscuro) ha tenido un
22. importante retroceso, aunque ha sido menos acusado en España por
el “boom” de la construcción en la primera parte del periodo. Fuente.
Miguel Requena “Estratificación y clases sociales”. Capitulo V.
“Informe España 2011” Fundación Encuentro. Pág. 361, .a partir de
datos de Eurostat.
El declive fue inicialmente menor en España, o se ha retrasado,
debido a la fuerte demanda de estos trabajadores en la construcción.
Como se aprecia en el gráfico siguiente, en épocas del boom
inmobiliario el peso de estos trabajadores aumentó, (especialmente
de1996 a2003). Fue seguido de una meseta (2004-2007) y ha sufrido
un brusco declive en el trienio 2008-2010 (probablemente
incrementado hasta 2012), como consecuencia de la crisis
económica, y, sobre todo, de la caída del empleo en la construcción.
Evolución de la estructura de clases de la población ocupada
masculina en España. En porcentaje. 1995-2010 Fuente. Miguel
Requena “Estratificación y clases sociales”. Capitulo V. “Informe
España 2011” Fundación Encuentro. Pág. 332, .a partir de datos de
INE-EPA
En virtud del propio progreso tecnológico, la desindustrialización y la
terciarización de la economía postindustrial, los trabajadores no
cualificados han crecido a expensas de los cualificados: 0,6
trabajadores cualificados por cada trabajador no cualificado en 1995,
frente a 0,4 en 2010. Este proceso también ha llevado a que los
23. trabajadores no manuales (de cuello blanco) hayan crecido a costa de
los manuales, en conexión con la expansión del sector servicios: En
1995 había en España 0,8 trabajadores de los servicios y del
comercio de nivel bajo por cada trabajador manual cualificado,
mientras que en 2010 eran 1,5
La debilitación de la base de la izquierda sindical y política
Es decir, a la vez que disminuía el peso de los trabajadores
cualificados, se ha ido formando un proletariado de los
servicios (trabajadores de los servicios y comercio de rango
inferior=clase VII), integrado por trabajadores de escasa cualificación
profesional, pocas perspectivas de movilidad ocupacional ascendente
y contratos precarios. Tienen además una composición muy
heterogénea (mujeres, jóvenes, inmigrantes).
Junto a ellos han ido aumentando los excluidos del mercado de
trabajo (parados). A partir de estas dos clases (el proletariado de los
servicios y los excluidos del mercado laboral) se han ido formando las
legiones crecientes del precariado, que se sienten lejos de las
reivindicaciones sindicales a favor de conservar el empleo estable
(ver El nuevo proletariado). Por ello, por la falta de una relación
colectiva laboral prolongada y por las dificultades de la acción
sindical en los lugares de trabajo de estos colectivos,
el precariado tiene un muy bajo nivel de afiliación sindical. Incluso,
algunos dirían que tienen menos “conciencia de clase”.
El declive de la vieja clase obrera y el ascenso de este
nuevo precariado, suponen una pérdida de fuerza de las clásicas
organizaciones de la izquierda sindical y política, que no han
conseguido atraerlos a sus huestes y convencerlos de los intereses de
clase comunes existentes entre la vieja y la nueva clase obrera. Una
parte importante de estas clases sociales no solo no están afilados a
un sindicato, sino que no votan en las elecciones.
Otros muchos de ellos eligieron opciones de derecha en las últimas
elecciones locales, regionales y nacionales. Y son por ello
responsables del triunfo del Partido Popular en zonas
tradicionalmente proletarias, como las ciudades del área
metropolitana de Madrid (el ex-cinturón “rojo”) y los distritos del sur,
suroeste y sureste de la capital.
Como se puede apreciar en la siguiente tabla, correspondiente a un
interesante estudio sobre determinantes de la afiliación sindical en
España[3]
, las profesiones con mayor densidad sindical que la media
son los operadores de instalaciones industriales, maquinaria fija,
montadores y ensambladores, los operadores de maquinaria móvil y
los trabajadores cualificados de industrias extractivas, metalurgia y
construcción de maquinaria, pertenecientes todos ellas a la clase
ocupacional de los trabajadores cualificados y que son características
del sector industrial . Por otra parte, los dependientes de comercio y
24. asimilados arrojan cifras bajas de afiliación sindical, al igual que las
personas que se encargan de la dirección de empresas y
administraciones públicas , los técnicos y profesionales de apoyo y
los trabajadores no cualificados en servicios. Pertenecientes todos
ellos a las clases sociales que han incrementado su peso en España
durante las últimas décadas
Afiliación y grupo profesional (% afiliados del total de cada grupo
definido por la Clasificación Nacional de Ocupaciones de 1994 -CNO-
94- ), en España, 2006-2009. Fuente: Análisis de la Encuesta de
Calidad de Vida en el Trabajo (ECVT) realizado por Holm-Detlev
Köhler y José Pablo Calleja “Los determinantes de la afiliación sindical
en España”. PP. 52. Observatorio Confederal de Afiliación. Fundación
1º mayo. CC.OO. Febrero 2011
Por otra parte, el incremento del peso de los profesionales , ocupados
tanto en el sector privado como en el público, ha ido aparejado al
refuerzo de las organizaciones corporativas de defensa de sus
intereses profesionales, frente a las clásicas organizaciones
sindicales. Y, electoralmente, a entender que sus intereses de clase
(de “clase media”) eran mejor defendidos por los llamados “liberal-
conservadores” que por los “socialdemócratas”. Al menos, hasta hace
muy recientemente.
Afiliación sindical, gasto social y salud
Como hemos mencionado en otros artículos, la densidad de la
afiliación sindical en un país tiene una importancia notable para la
salud, pues el grado de afiliación sindical de la población trabajadora
está asociado al volumen de gasto social invertido en cada país, como
25. se puede apreciar en este gráfico de un trabajo publicado en el British
Medical Journal (BMJ) (ver en este blog: Crisis económicas y salud:
cómo minimizar el daño)
Asociación entre afiliación sindical (% trabajadores totales) y
gasto social (%PIB) en 2009 en 29 países de la OCDE (R=0.53,
P=0.0027). Fuente: McKee M, Stuckler D. The assault on
universalism: how to destroy the welfare state. BMJ. 2011 Dec 20;
343:d7973
Y, a su vez, los recortes en gastos sociales están estadísticamente
relacionados con el incremento en la mortalidad general, como se
ilustra en este otro trabajo publicado en el mismo medio
Relación entre gastos sociales y mortalidad general en 18
países de la Unión Europea, 2000. Fuente: David Stuckler, Sanjay
Basu, Martin McKee. “Budget crises, health, and social welfare
programmes”. BMJ 2010;340:c3311
26. Las clases sociales en la España del siglo XXI (V): El nuevo
proletariado
Dentro de nuestra serie sobre “Clases sociales y Salud” , hoy
analizamos como han surgido nuevas formas de explotación que
incluyen a trabajadores no manuales (o de “cuello blanco”) y
cualificados. Constituyen el precariado, en sus diferentes expresiones
(jóvenes precarios, precarios de cuello blanco, precarias vulnerables,
etc.). Junto con los excluidos del mercado laboral (parados de larga
duración y mayores) y con los trabadores inmigrantes (victimas de la
precariedad y la discriminación), constituyen el nuevo
proletariado español. A partir de estos cambios sociales, sacamos
algunas lecciones para nuestros estudios de epidemiología social
(replantear las agrupaciones manuales vs. no manuales, considerar la
multidimensionalidad de la identidad ocupacional, captar los extremos
y márgenes de la pirámide social, etc.)
Una parte importante del “nuevo proletariado” está entre las
ocupaciones de rango inferior del sector Servicios, como los
trabajadores del telemarketing y del comercio . A la derecha,
dependienta en comercio
(http://www.trabajoensi.com/2011/10/trabajo-de-dependiente-en-
valencia.html); a la izquierda, operarias en un “Call Center”. El
telemarketing (y los servicios telefónicos al cliente), es uno de los
sectores de los llamados nuevos “chainworkers” (trabajadores en
cadenas) que realizan un trabajo alienante, precario y de bajo
salario, en el sector servicios. Las empresas utilizan la
deslocalización y el “dumping” laboral para reducir costes y derechos
de los trabajadores:
Fuente: http://www.businessturkeytoday.com/700-news-jobs-at-
new-call-centers-in-eastern-turkey/
El fin de la lucha de clases (?)
Como dijimos en el pasado articulo, se han producido importantes
cambios en la composición de las clases trabajadoras en España
(menos trabajadores cualificados, menos trabajadores manuales o de
cuello azul, más profesionales, etc.). Esta mayor presencia de las
clases medias y de los trabajadores de cuello blanco, en una época de
masificación de la enseñanza universitaria, de créditos baratos y
consecuente aumento del consumo, trajo el espejismo de una
sociedad de clase (media) única. Y llevó a que muchos reivindicaran a
los autores que profetizaron el “fin de las clases sociales” y el “fin de
las ideologías”.
Según ellos, a diferencia de la sociedad industrial, identificada como
sociedad de clases, en la sociedad postindustrial la pertenencia a una
determinada clase social dejaría de ser el rasgo identitario más
27. acusado, pasando a ser otros, por ejemplo, la identidad sexual o de
género, la religión o la nacionalidad. En la sociedad postindustrial y
del conocimiento, ya no tendría sentido hablar de clase sociales, de
intereses de clases, de lucha de clases y de explotación (de unas
clases sobre otras). Solo de diferentes grados de consumo, de
conocimiento o de diferentes posiciones en el mercado laboral, que
podían ser coyunturales, confiando en una potencial movilidad social
y laboral ascendente y en la meritocracia.
Visibilizar las nuevas formas de explotación
La realidad es que la explotación y la opresión social y laboral han
seguido existiendo, incrementándose aun más en la actual situación
de crisis financiera, precarización y desempleo masivo. Solo que han
cambiado la composición y características de las clases oprimidas.
Estos nuevos grupos sociales suman varias características,
frecuentemente entrelazadas (edad, género, situación migratoria,
situación familiar, condiciones de empleo, clase social de origen baja,
etc.), que les proporcionan mayor vulnerabilidad frente a la
explotación laboral, la opresión social, la discriminación y el riesgo de
mala salud.
Integran la legión del precariado, y por lo tanto del paro ocasional, en
sus diferentes formas de expresión social:
• El precariado de cuello blanco
• El precariado juvenil.
• Las precarias multivulnerables
Frecuentemente sobrepasan el umbral de la pobreza y la exclusión
social, por lo que no aparecen siquiera en las estadísticas y las
encuestas sociales y de salud.
El “precariado de cuello blanco” de los servicios junto con los
excluidos del mercado de trabajo y los parados de larga duración
(clase X) forman para algunos el nuevo proletariado, frente al viejo
proletariado de los trabajadores manuales .
A ellos debemos añadir a los trabajadores inmigrantes que comparten
con los anteriores la precariedad y el riesgo de exclusión laboral y
social, a lo que se suma para ellos la discriminación étnica. En este
caso, la condición de “nuevo” (proletariado) no la proporcionan la
relación laboral (propia de “la vieja” explotación en ocupaciones de
baja cualificación y malas condiciones de empleo), sino su posición en
el mercado laboral y en la pirámide social, tras su llegada,
relativamente reciente e intensiva, a un país con bastante
homogeneidad étnica.
El precariado
Es una nueva clase social definida por su situación de empleo
precario. Son los becarios o los trabajadores con contratos
temporales, de corta duración y discontinuos, a veces sin contrato.
28. Frecuentemente encadenan situaciones de paro con periodos cortos
de trabajo. Otros están sometidos al chantaje continuo de la no
renovación del contrato y todos al miedo al paro. Las empresas les
ofrecen bajos sueldos, nula formación y perspectivas de promoción
profesional. La acción sindical se convierte en una heroicidad. Esta
situación les convierte en víctimas de la explotación laboral, el acoso
laboral y a la exposición a mayores riesgos de salud. Afrontan la
dificultad de construir un proyecto estable de vida que incluye la
autonomía personal y financiera mínima, el acceso a la vivienda o a la
maternidad/paternidad. También la frustración de no poder
rentabilizar en el mercado laboral el nivel de educación y cualificación
laboral alcanzado.
La combinación de ciertas características como la edad (ser joven o
mayor de 40 años), el género (mujer), el nivel educativo y de
cualificación laboral (bajos), el sector de ocupación (los servicios, el
comercio, hostelería, construcción, etc.) y la situación migratoria (ser
inmigrante de países más pobres), favorecen formar parte del
precariado
Antes de que estallara la crisis, la tasa de temporalidad en España
alcanzaba al 32% de los trabajadores. A finales de 2010, a pesar de
que el mercado laboral se ajustó en primer lugar a base de
desprenderse de empleados temporales, la tasa seguía situada en el
25%. En el primer trimestre del año 2012, la contratación indefinida
se redujo en un 19 % en comparación con 2011, y ya es
prácticamente marginal, porque sólo 8 de cada 100 contratos son
indefinidos.
Según un reciente estudio, España es el país analizado con más
diferencias en el sueldo entre temporales (un 15% menos los
temporales) e indefinidos. No solo eso. Los indefinidos reciben más
formación, se les ofrece la oportunidad de expresar su opinión en el
seno de la compañía de forma más frecuente que a los temporales y
están más protegidos frente a las situaciones de acoso, entre otras
diferencias, según concluye el estudio.
Pero la precariedad va más allá de la simple temporalidad y no debe
enfocarse desde el punto vista exclusivamente laboral o salarial.
Como dice el colectivo “Precarias a la deriva” en su interesante
trabajo de 2003 , a la precariedad se la puede definir como “al
conjunto de condiciones, materiales y simbólicas, que determinan
una incertidumbre acerca del acceso sostenido a los recursos
esenciales para el pleno desarrollo de la vida de un sujeto”. El
precario o la precaria sufre un proceso multidimensional determinado
por:
– las nuevas formas de empleo (relacionadas con la externalización y
la deslocalización, con la extensión del trabajo autónomo y de los
contratos por obra o servicio, a la estructura empresarial
descentralizada y miniaturizada o a la multiplicación incesante de las
variaciones en los tipos de contrato);
29. – la dislocación de los tiempos y los espacios del trabajo (en los
horarios flexibles, a tiempo parcial, en el teletrabajo y en los talleres
domésticos), cuyos efectos sobre las unidades de convivencia y las
redes de cuidados están todavía por estimarse;
– la intensificación del proceso de producción (resultado del just in
time con horas extras que han perdido ya esta consideración);
– la incorporación de cualidades imperceptibles inherentes a la fuerza
de trabajo, difícilmente estimables/retribuibles (la atención
personalizada, las capacidades comunicativas, la empatía, la buena
presencia, etc);
– el recorte de los salarios y la pérdida de los derechos (derechos que
van desde los permisos de maternidad hasta la regulación de las
pagas, las vacaciones o las bajas por enfermedad).
Representación de las nuevas formas de precariedad. “Maternitá” de
Angelo Rindone. Poster de la campaña italiana Chainworkers que
promociona el culto a San Precario. Fuente: www.mute.org
Los jóvenes: empleo precario y paro juvenil
Ser joven se ha convertido en una factor de riesgo para ser
explotado, aunque la clase social de los padres, e indirectamente, el
nivel de estudios, marca la mayor o menor protección frente a este
riesgo. La realidad es que, como nos recuerdan diariamente los
medios y las estadísticas, los jóvenes constituyen un colectivo muy
castigado por el desempleo (más del 55% en estos momentos) y por
condiciones de trabajo peores al resto de los empleados de más edad.
El empleo juvenil se concentra principalmente en el sector servicios,
con el 70,4% de los ocupados. Es un mercado de trabajo
caracterizado por la temporalidad en el empleo. Las actividades de
construcción y hostelería se distinguen por tener un alto grado de
precariedad y porque además, trabajan un porcentaje muy alto de
jóvenes. Lo mismo sucede en la rama de comercio, donde hay un
25,5% de empleados menores de 20 años y un 21,4% de los de 20
a25 años. Y un 52% de los asalariados entre 18 y 25 años no llega ni
a cobrar entero el Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
Esta situación de precariedad es responsable en gran parte de que,
según un estudio reciente, el 67,4% de los jóvenes españoles de
entre 20 y 29 años vivan con sus padres. La falta de una perspectiva
de futuro profesional aboca a que este colectivo se sienta excluido de
la pirámide social o formando parte de “lo más bajo de lo mas bajo”.
Tienen que abordar la frustración de conocer el nivel de consumo de
las clases medias (la de sus padres), pero considerar inalcanzables el
salario y las condiciones de empleo propios de la “vieja clase
proletaria”.
Dejar de ser un parado, un becario o un perceptor ocasional del SMI
(menos de 700€ al mes) y alcanzar el status de contratado
“mileurista” (ganar 1.000 € mensuales), especialmente si el contrato
30. es anual o indefinido, se llega a considerar un sueño difícil de cumplir.
La situación actual de crisis y la reciente reforma laboral han
extremado tanto la escasez y la precariedad de la oferta laboral que
ha acabado por empujar a este colectivo, especialmente a los más
cualificados, a la emigración fuera de España, tal como lo vivió la
clase trabajadora de la generación de sus abuelos en los años 60.
Precariedad y riesgos para la salud laboral
Temporalidad, siniestralidad y precariedad forman un triángulo
maldito especialmente presente en la juventud: los jóvenes, de entre
16 y 25 años, con contratos de trabajo eventuales, concretamente los
inferiores a seis meses, con baja cualificación y que trabajan en
empresas de menos de 50 trabajadores, son los que tienen más
probabilidades de padecer un accidente laboral o enfermedad
profesional.
Además, cuanto más precaria es la relación del trabajador con su
empresa más riesgos hay para la salud de los empleados. Como dice
el informe de UGT anteriormente referenciado, los trabajadores de
una subcontrata o de una ETT, o los que tienen contratos inferiores a
los tres meses tienen bastantes más probabilidades de sufrir un
accidente laboral que un trabajador fijo, porque los trabajadores
eventuales carecen de información sobre los riesgos de su puesto. La
subcontratación está cada vez más generalizada y este fenómeno se
está produciendo cada vez en mayor medida, independientemente del
tamaño de la empresa.
Además del mayor riesgo de accidentes y enfermedades
profesionales, un aspecto particular al que están expuestos los
trabajadores precarios es el del riesgo psíquico. Diferentes estudios
muestran cómo las personas con un empleo inestable padecen
problemas psíquicos hasta ocho veces más que las que disfrutan de
estabilidad en su trabajo.
Los precarios de cuello blanco
Como veremos más detalladamente en un artículo dedicado al sector
servicios, la mayor parte (casi 5,8 millones) de los 8 millones de
nuevos empleos creados de 1996 a2008 en España, se ofertaron en
los servicios (74,3% del crecimiento). El resto en la construcción (1,5
millones) e industria. El sector servicios, sin embargo, ha visto una
creciente feminización y precarización, especialmente en algunas
actividades, que se encuentran entre las que mas han crecido en este
periodo 1996-2008:
• el comercio y las reparaciones
• la hostelería
• las actividades sociales y servicios personales
• los servicios domestico de los hogares
Como hemos dicho en otros artículos, esta expansión del sector
servicios ha supuesto un mayor peso de la clase de trabajadores “de
31. cuello blanco” de nivel inferior y de trabajadores no
cualificados(ver La Clasificación Socioeconómica Europea (ESeC) . En
estos últimos la demanda de servicios ha sido en el sector de la
limpieza y el servicio domestico, cubierto mayoritariamente por
mujeres. En los hombres, ha habido demanda en ocupaciones como
porteros, vigilantes, ordenanzas y peones de la industria, la
construcción, el transporte y la agricultura. Todos ellos han atraído
gran número de inmigrantes.
Entre los precarios de cuello blanco, algunas[14] incluyen a los
llamados chainworkers y brainworkers. “(…)
Los chainworkers (trabajadores de la cadena) son todos los
trabajadores atípicos que trabajan en los servicios y en las cadenas
fordistas del terciario comercial privado y público; y
los brainworkers (trabajadores del cerebro) son todos aquellos que,
con salarios ínfimos y horarios de trabajo cada vez más largos,
prestan sus saberes y conocimientos en las empresas del trabajo
inmaterial (comunicación, Internet, producción semiótica,
actividades relacionales, logística, etc.) (…) “. Entre
los Brainworkers precarios están los precarios postdoc. Es decir, los
jóvenes y no tan jóvenes que tienen que aceptar la precariedad
crónica como precio para dedicarse a la investigación.
Conviene recordar que, de acuerdo a las clasificaciones
socioeconómicas que utilizamos en nuestros estudios de
epidemiología social, una parte importante de estos “brainworkers” (y
algunos “Chainworkers” precarios), por el hecho de ser diplomados o
licenciados universitarios, pertenecerían a las clase sociales altas y
no compartirían condiciones socioeconómicas con las clases sociales
bajas de los trabajadores manuales no cualificados.
Las precarias vulnerables
Ser mujer puede ser otro factor de riesgo para la precariedad y la
explotación laboral, La precariedad femenina se da en todo tipo de
ocupaciones (las “de toda la vida” y las más “modernas”) y con
diferentes exigencias de cualificación: el trabajo doméstico, el
telemarketing, las traducciones y enseñanza de idiomas, la hostelería
y la llamada “enfermería social”, además de becarias, comunicadoras,
prostitutas, publicistas, mediadoras, etc. La mejor forma de describir
este mundo multidimensional es que os leáis los relatos de “las
derivas” personales de algunas “precarias a la deriva” en la obra
referenciada.
Como dice el informe de la Comisión Nacional para Reducir las
Desigualdades Sociales en Salud en España , la incorporación de la
mujer al mercado laboral en España ha ido asociado a una
segregación vertical, por la cual los puestos de trabajo de categoría
superior están ocupados por hombres y a unos valores de
temporalidad laboral que aunque afectan sobre todo a la población
32. más joven de ambos sexos (alcanzando el 80% de población de16 a
19 años y el 60% de20 a 24 años), superan a los de los hombres en
las trabajadoras mayores de 40 años (ver figura siguiente)”.
Contratación temporal según edad en hombres y mujeres
actualmente ocupados. España 2007- Fuente. “Avanzando hacia la
Equidad. Propuesta de Políticas e Intervenciones para reducir
las Desigualdades Sociales en Salud en España” . Informe de la
Comisión Nacional para Reducir las Desigualdades Sociales en Salud
en España Ministerio de Sanidad. 2010.
Los cambios en el mercado laboral ha comportado importantes
transformaciones sociales que incluyen los roles en la vida familiar y
en el cuidado a los dependientes. La irrupción de la mujer en el
mercado laboral no ha ido acompañada de una redistribución
equitativa del trabajo doméstico. Como demuestran algunas
encuestas de salud, los hombres dedican más tiempo al trabajo
remunerado y mucho menos tiempo al trabajo doméstico, notándose
además como ellos dedican más tiempo a actividades lúdicas como el
deporte y las aficiones. Así pues, en el caso de algunas mujeres, a la
carga sobre la salud que supone el empleo precario se añade la carga
de la doble jornada laboral (en el ámbito laboral y el doméstico) y de
las tareas domesticas y de cuidado de los hijos y padres mayores.
Entre los grupos sociales en situación de especial desventaja laboral,
económica, social y emocional se encuentran
las familias monomarentales (En el 86% de las familias
monoparentales, la persona de referencia es una mujer). Son una
consecuencia de los nuevos modelos de familia, los divorcios y
separaciones. Las mujeres responsables de estos núcleos familiares
33. suelen tener empleos caracterizados por salarios bajos, con escasas
posibilidades de promoción y gran inestabilidad laboral. Su riesgo de
desempleo es mayor, ya que deben compatibilizar el cuidado de las y
los menores y las responsabilidades domésticas con la vida laboral.
Estas dos circunstancias unidas, empleo precario y monoparentalidad,
colocan, claramente, a las mujeres y a todas las personas de su
familia en riesgo de exclusión.
Los parados mayores y/o de larga duración
Dentro de los parados, los dos colectivos con mayor vulnerabilidad
social y de salud son los parados de larga duración y los mayores de
45 años. En ellos, la situación de desempleo pasa de ser algo
coyuntural a convertirse en una identidad social que determina la
posición de clase.
Las espeluznantes cifras de este colectivo dan idea del volumen
creciente del mismo. Con la crisis, los parados de largo duración no
dejan de aumentar su peso (se ha quintuplicado en España desde el
inicio de la crisis en 2008). El número de parados que dejó su empleo
tres años antes o más aumentó un 43% en 2011, hasta alcanzar los
704.900, de tal forma que el peso de este colectivo sobre el total de
desempleados alcanzó el 15,4%, porcentaje 3,9 puntos superior al de
2010).
Por otra parte, más de un millón de personas mayores de 45 años se
han ido al paro en el último lustro. Así, y por primera vez en la
historia, los desempleados mayores de 45 años rozan los 2 millones y
suponen el 37,8% del total de parados en España, según un informe
de la Fundación Adecco.
Clase social y riesgo de desempleo
¿Todo el mundo tiene el mismo riesgo de quedarse en paro? Los
siguientes datos nos muestran la estrecha relación entre clase social
y riesgo de paro. Uno es el estudio mencionado de Miguel Requena,
donde los datos sobre desempleo según clase social nos confirman las
mayores desigualdades de clase en España en términos de
oportunidades en el mercado laboral, en comparación con otros
países europeos. Mientras la tasa de desempleo en 2009 de los
trabajadores no cualificados en España era 6,5 veces superior a la de
los directivos y profesionales de nivel alto , esta misma razón se
situaba en 5,0 en Austria, 3,8 en Reino Unido y tan solo 3,5 en
Dinamarca.
Por otra parte las estadísticas de tasas de paro por barrios de Madrid,
nos vuelven a situar en una ciudad segmentada socialmente entre un
noroeste mas rico y un sureste más pobre, tal como hemos expuesto
en otros artículos de este blog (Dentro de la serie sobre DSS en la
Comunidad de Madrid, ver los tres artículos: La línea de la
pobreza , La desigual distribución de la renta y Un viaje en tren por
34. las desigualdades en mortalidad). Como se puede apreciar en el
mapa siguiente, el paro no se ha distribuido aleatoriamente en Madrid
y los barrios con mayor tasa de paro (más del 15% o más del 20%)
en 2012 son aquellos en que el vecindario pertenece a clases sociales
más bajas (Puente Vallecas, Villaverde, Carabanchel, Usera, etc.). Y
viceversa, los barrios más acomodados (Moncloa, Chamartn, Retiro,
Salamanca, etc.) tienen unas tasas de paro bajas (por debajo del
10%).
Tasa de paro por barrios en la ciudad de Madrid. Paro registrado (en
%) en mayo 2012. Fuente: Elaborado por El País, a partir de datos
35. del Ministerio de Empleo y Seguridad social. En: Bruno García Gallo.
“Un abismo entre barrios”. Madrid Domingo, pag 3.El Pais, 19 de
agosto de 2012.
Los inmigrantes “ponen cara” a la clase trabajadora
La situación migratoria es otro factor que determina el riesgo de
explotación laboral y opresión social. Existe la llamada penalización
étnica como castigo socioeconómico asociado a la condición
migratoria que los sitúa en clara desventaja frente a los nativos.
En España hubo una importante llegada de inmigrantes en un
periodo relativamente corto de tiempo (especialmente, entre los años
1999 y 2003), para cubrir necesidades de empleo en ocupaciones de
baja consideración social.
Como se puede ver en el grafico siguiente los inmigrantes de los
países de origen mas numerosos en España (Ecuador, Marruecos y
Rumania) tienen una estructura de clases muy diferente a las
personas nacidas en España. Mayoritariamente son trabajadores
manuales. Especialmente, trabajadores manuales no cualificados:
60% de los rumanos, 58,1% de los ecuatorianos y 54,6% de los
marroquíes (en el caso de las mujeres inmigrantes estos porcentajes
subían a: 78,1% de las rumanas, 67,1% de las ecuatorianas y 70,5%
de las marroquíes) . La razón frente a los españoles era de3 a1.
Estructura de clases de la población ocupada residente en
España por país de nacimiento. En porcentaje, 2010 Fuente:
Miguel Requena “Estratificación y clases sociales”. Capitulo V.
36. “Informe España 2011” Fundación Encuentro. Pag 346. EPA segundo
trimestre 2010.
Pero también superaban a los españoles en el peso de los
trabajadores manuales (a costa de su peso en el caso de los
hombres) en la composición total de clases sociales (razón de 2 a1).
En la clase de los trabajadores de cuello blanco de nivel inferior, solo
los ecuatorianos tenían un peso similar al de los españoles, por su
presencia en el sector del comercio. Solo una minoría de los
inmigrantes ha conseguido empleos de tipo profesional.
Los característicos rasgos étnicos de estos trabajadores
(especialmente, los de origen africano o latinoamericano; en el caso
de los rumanos los rasgos son mas parecidos a los de los españoles),
los hacia fácilmente identificables entre la población española. Ello
suponía que en el contexto de esta sociedad de consumo en el que
hay una cierta uniformidad en el vestir y el aspecto externo por
encima del origen social, los rasgos étnicos de los inmigrantes, sin
embargo, “ponían cara” a la clase trabajadora.
Cuando visitas una ciudad o un barrio puedes saber la composición
social o el nivel de precariedad laboral, dependiendo de la cantidad de
inmigrantes que ves. Los barrios de Madrid tradicionalmente más
obreros (Villaverde, Tetuan, Vallecas, Lavapies, etc) son los que
mayor presencia tienen de magrebíes, ecuatorianos o subsaharianos.
Lo mismo podía decirse de los trabajos más precarios o peor pagados
que pueden fácilmente identificarse por la presencia de los
inmigrantes.
Por otra parte, en los registros administrativos (incluidos, los de
interés para los estudios de salud), tan remisos a incorporar las
variables sociales, la situación migratoria (“ser inmigrante”, “país de
origen”), frecuentemente presente, nos permitía hacer una fotografía
indirecta de la clase social de origen o posición socioeconómica.
Esta “visible” clase trabajadora tiene otro color, habla con otros
acentos y tiene otras referencias culturales. Se enfrenta además a
otro riesgo para la salud, además del inherente a la explotación
laboral: la discriminación étnica. No solo en el ámbito del trabajo,
sino también en el vecindario. Algunos cultivan esta discriminación
entre los trabajadores manuales “nativos” para que estos no vean los
evidentes intereses de clase comunes con los inmigrantes.
Lecciones y consecuencias para la Epidemiología social
Tal vez no estemos aprehendiendo suficientemente en nuestros
estudios estos cambios que ha sufrido la estructura de las clases
sociales españolas del siglo XXI, resultando en importantes sesgos al
explorar el impacto de la brecha social en la salud.
1. Repensar la agrupación de clases manuales versus no manuales
El hecho de que la clase social de los trabajadores de cuello blanco de
nivel inferior esté tomando esta relevancia en nuestra estructura de
37. clases y que tengan similares condiciones de precariedad que la clase
de los trabajadores manuales no cualificados , nos tiene que hacer
repensar nuestras agrupaciones de clase en los estudios de salud.
Como es sabido, solemos agrupar todas las clases sociales en dos:
clase social de trabajadores manuales (o “de cuello azul”) y clase
social de trabajadores no manuales (o “de cuello blanco”), con la
idea subyacente de que al agrupar las clases que comparten posición
socioeconómica en dos extremos, tendremos estudios con un gran
potencial discriminatorio en cuanto al impacto de los determinantes
sociales en la salud (ver grafica siguiente) .
Prevalencia de cuatro problemas crónicos de salud (obesidad,
colesterol elevado, hipertensión y diabetes), según clase social
manual o no manual. Porcentaje del total de personas mayores de 65
años de la Comunidad de Madrid. 2001. Fuente: Elaboración propia
(de Javier Segura del Pozo) a partir del análisis de los datos de la
Encuesta de Salud de la Comunidad de Madrid de 2001.
Los madrileños mayores de 65 años pertenecientes a clases sociales
manuales (“de cuello azul”) tenían en 2001 una prevalencia de
obesidad, colesterol elevado, hipertensión y diabetes mucho mayor
(mas del doble en obesidad y colesterol elevado) que las de clases
sociales no manuales (“de cuello blanco”).
Sin embargo, como hemos visto esta situación esta cambiando. Las
malas condiciones de vida ya no están tan asociadas al trabajo
manual. Hay trabajadores manuales (“de cuello azul”) cualificados,
como los fontaneros o los electricistas, con un buen estatus
económico, y hay trabajadores no manuales (“de cuello blanco”) de
los servicios (ejemplo, dependientes de comercio, trabajadores de
Call Centers, becarios, brainworkers, etc.) con unos altos niveles de
precariedad, largas jornadas laborales, trabajo rutinario y mal clima
laboral, que determinan unos riesgos de salud apreciables.
38. 2. Considerar la multidimensionalidad de la identidad
ocupacional. Cada vez es mas frecuente los itinerarios personales en
que se simultanean o se transita por diferentes ocupaciones a lo largo
de una vida. Esto se está dando más frecuentemente en las nuevas
generaciones que entran y salen del mercado laboral, ejerciendo
diferentes ocupaciones en cada momento. Además, la calificación
profesional no se corresponde frecuentemente con las ocupaciones
ejercidas, ni el ser profesional implica pertenecer a clases sociales
medio-altas o altas.
3. Considerar las condiciones de empleo como un determinante muy
“corriente arriba” (“upstream”) de las desigualdades sociales en la
salud, que determina no solamente las condiciones de trabajo (los
clásicos riesgos laborales) y los llamados “factores intermedios” de la
desigualdad en salud (bienes materiales, riesgos residenciales y
ambientales, riesgos psicosociales, hábitos de salud, etc.), sino la
propia posición socioeconómica (de forma bidireccional, ya que,
como vimos, el riesgo de ser precario o parado está a su vez
determinado por la clase social de origen).
4. Captar los extremos (y los márgenes) de la pirámide social. Como
hemos dicho en otra ocasión (ver Los ricos no se retratan en las
encuestas), corremos el riesgo de retratar solo a la clase media (con
sus diferentes matices y grados) en nuestros estudios de salud.
Debemos esforzarnos en captar en nuestros estudios y clasificaciones
de clase social (muy basadas en la ocupación, y mas concretamente
en la ocupación estable y única a lo largo de la vida) a los excluidos
del mercado de trabajo. Debemos intentar captar las múltiples caras
del precariado y a las nuevas formas de opresión. Tampoco debemos
renunciar a retratar a “la clase alta de la clase alta”, por las razones
que ya dijimos
5. Estudiar el efecto acumulativo y sinérgico de los factores de la
multivulnerabilidad social frente a la salud. ¿Qué pasa cuando se
entrelazan factores como ser mujer, ser joven, ser inmigrante,
pertenecer a familia monoparental, tener la vivienda pagada o
hipotecada, tener un tipo de contrato o no tenerlo, tener uno, dos o
ningún sueldo en la familia? ¿Cómo integramos estos factores en
nuestros estudios? ¿Como factores independientes? ¿Qué
agrupaciones hacemos para el análisis?
ARTICULO 2.
Clasessocialeshereditarias
Los hijos de los obreros y agricultores tienen pocas posibilidades de mejorar la posición
social que tuvieron sus padres y, probablemente, sus abuelos. El 50% de ellos repetirán
esas profesiones y solo un 25% llegará a tener estudios superiores y elevar sus
posibilidades vitales. Es una cadena que se repite en España desde los años sesenta: las
familias que no tienen estudios no consiguen en general que sus hijos los tengan y
39. prosperen. Y el sistema educativo tampoco parece que consiga compensar esa
carencia. Los datos presentados ayer por la oficina estadística europea (Eurostat) revelan
que España ocupa el quinto lugar por la cola entre 28 países porque no alcanzan grandes
progresos educativos en este campo. Sin embargo, los hijos que se crían en familias con
estudios medios consiguen conjurar ese determinismo social y España es la tercera, a la
cabeza, con un 52% de licenciados.
El sociólogo Ildefonso Marqués se refiere al efecto suelo: “Cuando los padres vienen de lo
más bajo cualquier mejora calma sus aspiraciones. Por ejemplo, si es analfabeto se
contenta con que su hijo sepa leer y escribir”. Y este profesor de la Universidad de Sevilla
habla también, en cambio, del efecto techo: “Si un padre se doctoró en Medicina vive como
un fracaso que su hijo se conforme con una carrera universitaria”. Pues en opinión de
Marqués “los deseos crecen a medida que estás más cerca y el coste de oportunidad no
es el mismo para todos”. Las clases bajas apremian muchas veces para que los
estudiantes ayuden con un sueldo en casa —de ahí la importancia de las becas
compensatorias en la Universidad— y no pueden permitirse que repitan varias veces. “Las
clases medias, en cambio, han hecho un gran esfuerzo por escalar socialmente y son
conscientes de la importancia de los estudios y recursos culturales. No son licenciados,
pero saben que es importante que sus hijos aprendan idiomas o vayan al conservatorio”.
Siun padresedoctoróenMedicinavivecomounfracasoquesuhijose
conformeconunacarrerauniversitaria
Mucha gente en los sesenta hacía la reválida a los 10 años y luego se quedaba en la
escuela dos años más en una especie de limbo. En los ochenta, eran legión los que
abandonaban las aulas en EGB — entonces muy masificadas y faltas de profesores de
apoyo— y hoy, con una escolarización obligatoria hasta los 16, uno de cada cuatro —la
mayoría de familias humildes— deja el sistema sin el título de secundaria.
Pero Rafel Feito, profesor de Sociología en la Complutense, considera que incluir en la
muestra tomada por Eurostat a personas de 25 años hasta los 59 y hacer la media puede
distorsionar los resultados. Si solo se tomaran datos de los más jóvenes, la estadística
serían mejor. “Hasta mediados de los ochenta no hubo escolarización hasta los 16 años”,
recuerda. El número de titulados universitarios entre 25 y 35 años ha pasado de 812.000
en 1991 a casi millón y medio de personas que están estudiando en la actualidad, un 7,4%
más que hace cinco años. Aunque el nuevo presidente de los rectores, Manuel José
López, alertaba en este diario sobre el riesgo de que los jóvenes más humildes renuncien
a los estudios superiores por el aumento de tasas y el endurecimiento del acceso a las
becas.
“Es un problema crónico del sistema educativo español. Se reproduce el efecto Mateo. Dar
más ventajas a los más aventajados y menos a los desfavorecidos”, opina, pesimista, el
sociólogo Xavier Martínez Celorrio, que realiza estudios de movilidad social para a
Fundación Jaume Bofill. “Los datos concuerdan con las cifras del informe Condiciones de
vida 2011 del INE, aunque me resultan algo severos. No creo que pase de un 40% el
porcentaje de los que se quedan en la escala social de sus padres”, prosigue. Martínez
40. Celorrio, de la Universidad de Barcelona, opina que el sistema educativo falla. “Hemos
calculado que en Cataluña solo el 27% de los niños de menos de 16 años de familias
humildes reciben ayudas de libros de texto o comedor. Y es errónea la política de becas.
No se trata solo de dar dinero y, además, meses más tarde. Hay que hacer un seguimiento
de las familias. Falta aspiración de llegar a la Universidad en los hogares pobres”.
FaltaaspiracióndellegaralaUniversidadenloshogarespobres
En contra de lo que ocurre en España, llama la atención la poca movilidad dentro de
familias con estudios medios en Alemania y otros países de centro de Europa. “Eso creo
que se debe a que tienen una FP muy fuerte. A partir de los 10 años separan a los niños
pero mientras cursan esos estudios reciben un salario y hacen prácticas en un tejido
industrial que aquí no existe”, razona Feito, que aboga por seguir apostando por la FP de
grado superior (se accede después del bachillerato) o la universitaria, la única que, en su
opinión, garantiza dominar las destrezas (aprender a aprender, trabajar en equipo,
comunicarse). Una mejor preparación no es sinónimo de ascenso social. En España
muchos titulados tienen un trabajo para el que están sobrecualificados o reciben un sueldo
muy por debajo del empleo que desempeñan. “Muchos graduados de familias humildes no
pueden hacer valer su título porque media el origen social”, asegura Marqués. “No solo
porque influya la red de contactos de tus padres para encontrar trabajo. También porque
muchas empresas buscan un perfil sociocultural determinado y hay diferencias en
habilidades no cognitivas. En las entrevistas se entiende que la motivación, el sentido de
jerarquía o incluso la limpieza están asociados a clases medias y altas”.
La pertenencia a una clase social influye también en el mileurismo, pero sobre todo el
género, según un estudio de José Saturnino Martínez, sociólogo de La Laguna. Sus datos
reflejan que lo son, de media, el 26,1% de los varones, pero un 42,3% en la clase más
deprimida. Mientras que son mileuristas el 44,1% de las mujeres, pero si tienen un origen
pobre el porcentaje asciende a un 53,6%.
“Hace tiempo que se demostró que en Estados Unidos no hay mayor ascenso social. Si
quieres vivir el sueño americano vete a Dinamarca”, ironiza Feito. En el país nórdico, las
guarderías son gratuitas para frenar la desigualdad antes de la primaria y los alumnos
pobres acuden a clase en barrios privilegiados para que se impregnen de sus ventajas.
ARTÍCULO 3
DE LAS ÉLITES AL PRECARIADO
¿Alta, media y trabajadora? No, las clases sociales
ya no son tres, sino siete
La teoría sociológica tradicional, al menos desde que la revolución industrial rediseñase las
fuerzas de producción y de trabajo, ha identificado tres diferentes clases sociales en las
que se podría clasificar a la sociedad en su conjunto. Proletariado, burguesía y una clase
media situada entre las dos se han considerado desde el siglo XIX como los tres
41. estamentos en los que la sociedad se dividía, si biensus fronteras han cambiado según
el tiempo ha pasado.
La crisis de comienzos del siglo XXI y diferentes tendencias sociales (globalización,
concentración del capital, altas tasas de paro) han provocado que un reciente estudio
realizado en Inglaterra haya postulado la existencia de siete clases sociales
diferentes que representarían, con mayor fidelidad, los grupos en los que la sociedad se
divide. El estudio ha corrido a cargo de la cadena de televisión pública BBC que realiza un
gran número de este tipo de investigaciones a lo largo del año. Gracias, principalmente, a
la posibilidad de llegar a un gran espectro del público, lo que ha conseguido que 160.000
británicos respondiesen a su cuestionario, una muestra sin precedentes en Reino Unido.
Ahora es posible realizar de forma online el cuestionario en la página web de la BBC y
averiguar a qué clase social se pertenece.
Los investigadores han utilizado tres criterios: el capital social, el económico y el cultural
Los investigadores consideran que el modelo canónico de división de clases sociales es
muy poco completo a la hora de reflejar los cambios que se han producido en su país, ya
que todas ellas se habían subdividido en grupos con características diferentes. Estos
se conforman a través de los tres criterios que los responsables del estudio han utilizado
para describir a cada conjunto social, y que son el capital económico (la riqueza), el capital
social (las redes de relaciones personales) y el capital cultural (intereses y educación). Por
ejemplo, ya no se puede hablar únicamente de clase trabajadora, sino que dentro de ella
existen diferentes variantes.
Uno de los hallazgos que más ha sorprendido a los investigadores es que incluso la gran
élite que controla la mayor parte del capital británico ha participado en el estudio. De
manera simétrica a este pequeño grupo, los estudiosos han hallado una clase social que
se encuentra en el punto más bajo del espectro, y que podría llegar a componer el 15% de
la población. Sin embargo, como asegura el responsable del estudio, el profesor Mike
Savage de la London School of Economics, donde más y más significativas
alteraciones se ha producido es en la clase media, que más que desaparecer, se ha
descompuesto en múltiples fragmentos. ¿Cómo se ha conformado el nuevo mapa de las
clases sociales?
• Elite. Goza del más alto nivel en los tres capitales, y por eso mismo se diferencia
de otras clases acaudaladas que, quizá, por haber accedido más tarde al éxito
económico, no gozan de las mismas relaciones sociales e intereses culturales.
Forman el 6% de la población británica, acudieron a las grandes universidades y
escuelas de negocio inglesas, su edad media se encuentra en los 57 años y suelen
vivir en Londres; el 97% de ellos viven en un hogar de su propiedad.
• Clase media establecida. A diferencia de lo que ocurría con la élite, aunque
tienen un alto nivel en los tres tipos de capitales (en menor grado), no son ellos los
que toman las grandes decisiones económicas y políticas, sino que son definidos
42. en el estudio como “gregarios”, aunque ya comiencen a adoptar las costumbres de
ocio de la élite. Se trata del grupo más abundante, ya que un 25% de los
consultados pertenecían a él, con unos ingresos medios de unos 60.000 euros
anuales.
• Clase media técnica. Sería en este grupo en el que se clasificarían los llamados
“nuevos ricos”, ya que su principal cualidad es disponer de un alto capital
económico, pero no social y cultural. Se trata de una clase en desarrollo, formada
todavía por un grupo de individuos muy reducido, que en un futuro pasarán a
formar parte de la clase media establecida.
• Nuevos trabajadores prósperos. La más vinculada con las profesiones liberales,
se trata de aquella clase social que dispone de un capital económico no
especialmente alto pero que sí puede presumir de unos niveles medios de capital
social y cultural. Son descritos como “jóvenes y activos”. Se trata de un grupo
cercano al de la clase media o la trabajadora, pero que no se identifica con las
cualidades que habían definido a estas en un pasado.
• Clase trabajadora tradicional. Uno de los grupos que han disminuido
sensiblemente de tamaño durante las últimas décadas, y que hoy en día
representa únicamente el 14% de la población británica. Sería el equivalente por la
parte inferior de la tabla de la clase media establecida, ya que si bien el capital que
poseen en los tres ámbitos en bajo, no pueden considerarse pobres.
• Trabajadores del sector servicios emergentes. Una de las nuevas clases que se
han definido durante los últimos tiempos, y que lleva al extremo las características
de los nuevos trabajadores prósperos. Su capital económico es más bajo, pero el
social y el cultural, mucho más altos. Al igual que ocurría con aquellos, el grupo
está compuesto por jóvenes de entornos urbanos, con una media de unos 34 años,
y es en este grupo donde suelen encontrarse las minorías étnicas.
• Precariado. Una derivación extrema de la clase trabajadora, que en algunos casos
raya con la exclusión social, aunque esté conformada por el 15% de la población.
Como señala el profesor Mike Savage, se trata de personas que “carecen de
cualquier cantidad significativa de capital, ya sea económico, cultural o social”.
Según los datos ofrecidos en la encuesta, y que conviene recordar que se refieren
al nivel de vida de Inglaterra, estos ciudadanos no tienen más de 800 libras (942
euros) ahorrados y ganan al año unas 8.000 libras (9.425 euros). Tan sólo uno de
cada 30 miembros de esta clase social han gozado de educación superior y el 80%
de ellos viven de alquiler.
ARTÍCULO 4.