Durante la II República, las mujeres comenzaron a acceder a la vanguardia intelectual, ocupando roles como bibliotecarias e impulsando un cambio cultural significativo a pesar de la violencia de la guerra y posguerra. La represión franquista desmanteló sus logros a través de la quema de bibliotecas y la depuración de profesionales, lo que afectó gravemente su participación en la educación y la cultura. Figuras como Juana Capdevielle simbolizan la violencia contra mujeres intelectuales y feministas durante este periodo, mientras que muchas mujeres incapaces de reincorporarse a sus puestos enfrentaron exilio, muerte o depuración.