Este documento contrasta el optimismo y el pesimismo, afirmando que la actitud ante las dificultades puede determinar su desenlace. El optimismo se asocia con una fe vigorosa en que Dios ayudará a los creyentes a superar las pruebas, mientras que el pesimismo refleja una fe débil. El autor anima a los cristianos a confiar en Dios y su palabra para hallar consuelo durante las aflicciones.
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
Optimismo vs pesimismo
1. OPTIMISMO
VERSUS
PESIMISMO
Una herramienta para momentos de dificultad
“Delante de un vaso contenedor de agua hasta la mitad, el pesimista ve el vaso medio vacío, en tanto el
optimista lo ve medio lleno” (Proverbio popular).
Aunque mucho se ha escrito sobre los tiempos de
problemas, dolor y dificultades, con la intención de
proveer de consejos y ayudas útiles “para soportar” a quienes están en tales circunstancias, me he
animado a poner un granito de arena, especialmente para la ayuda de cristianos genuinos que no encuentran explicación razonable para las tormentas
que les azotan.
Sin pretender desconocer el valor que la ayuda es¿Está medio vacío
o medio lleno? pecializada de sicólogos y orientadores puedan prestar, me atrevo a afirmar que la mejor ayuda la tenemos en Dios y Su
Santa Palabra. Tenemos en la
Biblia, todo un
caudal de experiencias verídicas, de personas
que en algún
momento de la
vida
pasaron tiempos
de
angustias, y otros
que
prácticamente pasaron toda
La mejor ayuda la
tenemos en Dios y
Su Santa Palabra.
2. su existencia navegando en las aguas turbulentas de las pruebas, que
enfrentaron vientos borrascosos y contrarios, sin ver el sol, pero que no
obstante salieron exitosamente de tales pruebas y arribaron seguros al
puerto de destino.
Es cierto que en el tiempo actual, no vemos al Señor Jesús caminar sobre las aguas embravecidas del Mar de Galilea, como si lo hicieron los
Apóstoles, no obstante el Espíritu Santo nos ha dejado escrito el acontecimiento, con tal lujo de detalles, que nos parece estar contemplando
la escena con nuestros propios ojos. Esa experiencia tan real, debe servirnos –a los creyentes- como estímulo para no flaquear, para no permitir que el desaliento nos derrote y lleve a la desesperación.
Hay centenares de historias tristes, de personas que vieron truncados
sus planes y perdidas sus esperanzas, incluso que atentaron y/o acabaron con sus vidas, al no poder superar las pruebas. Sabemos que algunos de ellos, pese haber estado en tratamientos siquiátrico; eran víctimas de desequilibrios emocionales tan severos que no hubo forma de
ayudarles de manera efectiva.
La actitud que tomemos ante las dificultades, puede ser determinante
del
desenlace de las mismas.
De
allí que esté tratando de optimismo
La actitud que tenemos
y pesimismo.
ante las dificultades
Por optimismo entendepuede ser determinante
mos, la prodel desenlace de las
pensión a juzgar y ver las comismas.
sas en su aspecto
más
favorable; y por pesimismo la actitud
contraria, es decir, la propensión a
juzgar y ver las cosas es su aspecto más desfavorable (Diccionario Larousse).
Podríamos afirmar, que desde la óptica Bíblica, y de manera racional,
el optimismo y el pesimismo podrían encontrar paralelo en el vigor de
la fe, es decir: el optimismo se correspondería con una fe vigorosa, creciente; mientras que el pesimismo, en algunos casos, estaría asociado a
una fe desfalleciente. Es claro que en ambos casos debe tenerse en
3. cuenta cierto grado de racionalidad, pues la fe siempre está relacionada
con la vida de justicia del que la profesa, y es confianza en Dios y Su
poder sobrenatural para actuar a favor de quienes llevan una vida que
se apega a los principios divinos (Hebreos 11: 1, 4). La idea de una fe
que actúa a favor de una persona que vive de espaldas a Dios, sin importar las circunstancias, no es fe, es fantasía. A manera de ilustración
consideremos el caso hipotético de una congregación donde se llevan a
cabo una serie de reuniones del evangelio; al final de ellas varias personas confiesan ser salvas por recibir el mensaje predicado. El optimista, con alegría ve por adelantado a estos nuevos profesantes, como
verdaderos creyentes bautizados y en plena actividad en la congregación; el pesimista comentará: “veamos cuantos quedan de aquí a un
tiempo….”. Creo que lo anterior sirve de ejemplo y explicación de la
definición de optimismo y pesimismo aplicado a los miembros de una
congregación.
El cristiano verdadero es también susceptible de sufrir hondas penas,
no lo discutimos. La misma condición de creyentes en el Señor Jesucristo, nos convierten en blanco de los dardos de fuego del enemigo
(Efesios 6: 11-12, 16).
Es innato e instintivo en el ser humano, que al sentirse amenazado,
comience a desconfiar de todo y de todos los que le rodean, en una actitud de auto-protección y defensa. Esa desconfianza, por consiguiente,
no es otra cosa que vacío de seguridad; la falta de convicción en una
defensa y protección segura, y eso precisamente, es la falta de fe, de
confianza en el Creador y Sustentador de todas las cosas.
Pero los creyentes tenemos recursos en Cristo y herramientas para cruzar el mar en tempestad y arribar sanos y salvos, y más, gozosos, al
puerto.
Oportuno es recordar las palabras del Señor: “en el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Juan 16: 33)”. Es el
Estas cosas os he hablado para que
en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo
he vencido al mundo. (Juan 16:33)
4. mismo Dios encarnado, quien reconociendo nuestras limitaciones y
propensiones al desánimo, a la desconfianza y a desmayar en la carrera, nos advierte sobre la realidad de la aflicción, y podríamos añadir a
la porción, en una sana interpretación, que SIEMPRE TENDREMOS
AFLICCIÓN; pero a la vez nos indica la base para una fe enérgica y
creciente, triunfante: – ÉL – quien venció al mundo y asegura nos ayudará a vencerlo también: “yo estoy con vosotros todos los días hasta
el fin del mundo (Mateo 28:20)””no temáis, manada pequeña, porque a
vuestro Padre le ha placido daros el reino (Lucas 12:32)”.
Cuando los discípulos cruzaban el Mar de Galilea, una tempestad levantó grandes olas que hacían peligrar la pequeña embarcación, y
aquellos avezados marineros, sintieron miedo, pero usaron de la más
eficaz herramienta que podían tener para superar el terror y la adversidad; recurrieron al Señor, solicitaron su ayuda, y nos da cuenta el relato Bíblico, que el Señor respondió de manera inmediata y se hizo
gran bonanza (Mateo 8: 23-27).
Hoy tenemos a nuestro alcance las
mismas herramientas, el mismo recurso, el mismo Salvador.
Hombres y mujeres de cualquier edad
y condición, pueden suplir la falta de
seguridad y confianza, con una fe absoluta y sincera, aunque débil, en el
bendito Salvador Jesucristo. Debemos
despojarnos antes, de todo prejuicio,
pues la fe precisamente es confiar con
seguridad que Cristo hará lo que al
común de los seres humanos, es sencillamente imposible. Luego debemos
elevar nuestra causa a Su trono, “para
alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro (Hebreos
4:16)”. Y finalmente, dejar todo en Sus
sabias y poderosas manos y esperar
que Él actúe en el tiempo de su soberana gracia. “Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene
cuidado de vosotros (1 Pedro 5:7)”.
Echando
toda vuestra
ansiedad
sobre Él,
porque Él
tiene
cuidado de
nosotros.
(1 Pedro 5:7)
5. Entonces, caro lector, el poderoso enemigo de Dios y de nuestras almas, no cejará en su empeño de desanimar a todo aquél que pasa por
la aflicción, tratando de llevarlo a la desesperación y aún hacerlo perder la salud mental y atentar contra su propia vida, pero recuerden,
mucho más poderoso es el que lucha de nuestro lado.
Hebreos 2:18 nos asegura que Él es poderoso para socorrer a los que
son tentados.
Es sano en el momento de las luchas, detenernos a pensar hasta que
punto nuestros actos, han sido motivos para la situación que se experimenta. En consecuencia, y confesando nuestras angustias y flaquezas
al Señor, debemos –con su ayuda- procurar enmendar el error cometido, y dejar que Él actúe.
En
otros casos,
no
tenemos
conciencia
de
Pues en cuanto él
mismo padeció siendo
tentado, es poderoso
para socorrer a los que
son tentados.
(Hebreos 2:18).
haber
cometido faltas
y entonces reconozcamos los ataques del
enemigo, y de nuevo, hagamos frente a la situación, convencidos de la
provisión del Señor.
Cito solo a manera de ilustración, el caso del viaje del Apóstol Pablo a
Roma en Hechos de los Apóstoles, capítulo 27. Analicemos de manera
superficial el caso para sacar algún provecho:
1.- Consideremos la gravedad de la tormenta y las circunstancias de la
navegación.
6. 2.- El viento huracanado, sin duda alguna, soplado por el diablo para
ahogar en el mar, no solo a los tripulantes, sino a Pablo, y con él al testigo y propósitos de Dios para Roma.
3.- El barco, que es figura de aquello que servía de seguridad y unión a
todos los que viajaban a bordo. Cómo fue desarmándose hasta quedar
encallado en un arrecife.
4.- La conducta errada de la tripulación. Primero desestimaron el consejo del Apóstol de invernar hasta que las condiciones del tiempo mejoraran; en segundo lugar, trataron de abandonar la nave en el esquife,
cuando era inminente su pérdida.
5.- La actitud del hombre de Dios: Pablo. Su fe; su estado de ánimo; su
liderazgo. Sabía que había que actuar, pero bajo la dirección del Señor,
no había lugar para la desesperación sino para una actuación equilibrada.
6.- Finalmente podemos ver la segura guía y protección de Dios.
Entonces, cuando pasemos por tribulación, digamos con el salmista
David: “Más yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. (Salmo
31:14)”.
Carlos Fariñas