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Año 2|N°6|Diciembre 2022
Vanguardia Luterana. Revista de publicación cuatrimestral, tiene por finalidad difundir estudios e
investigaciones en el campo de las ciencias vinculadas con la teología y la religión comparada desde
la perspectiva bíblica.
Las posiciones de los autores reseñadas en esta publicación, no reflejan necesariamente los puntos
de vista oficiales de Vanguardia Luterana.
Publicaciones en abril, agosto y diciembre. Contacto: vanguardia1517@gmail.com
Editor:
† Dr. José Gregorio Rivas
Redacción:
Dra. Mery del Valle Escalona Rangel
Diagramación:
† Dr. José Gregorio Rivas.
Imagen portada:
Evagrio Póntico (345-399). Patrono de la Escuela
de Exorcismo y Liberaión de la República Argentina.
Revista Vanguardia Luterana
República Bolivariana de Venezuela
Barquisimeto estado Lara.
E mail: vanguardia1517@gmail.com
© 2021 AIELIH
HECHO EL DEPÓSITO DE LEY
Depósito Legal: LA2021000294
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25
Contenido
Gracias a Dios por su don inefables.
La lucha y la victoria de la fe cristiana.
Oración del Pastor.
Devocional para el crecimiento espiritual.
El oficio de obispo.
4
“¡Gracias a Dios por su
2 Corintios 9.15
Don Inefable!”
L
a fe es el más preciado don que alguien
pueda recibir de Dios. La fe le permite a los
cristianos tener una actitud positiva con
respecto a la vida, y la bendita seguridad de
pasar toda la eternidad con Dios.
“¡Gracias a Dios por su don
inefable!” (2 Corintios 9.15).
L
a fe intensifica las alegrías
de la vida. Por medio del
don de la fe, Dios, en su
gracia, trae luz a la vida de sus hijos.
Por medio del don de la fe, Dios
capacita a los seguidores de Jesús
para vencer las dificultades, los
obstáculos, la persecución, y aun
la muerte.
P
ermite que Dios
fortalezca tu fe
por medio de su
palabra vivificante. Lee
el gran capítulo de la
“fe” de la Biblia,
Hebreos 11.
Extracto de texto tomado de Revista Buenas Noticias, N° 9, p. 12
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6
Introducción: La tempestad en el mar pone a prueba la fe de los discípulos.
En este Evangelio oímos como los queridos discípulos pasan por momentos de gran temor y
angustia por seguir a su Señor cuando este entra en una barca y se hace a la mar. Tenemos aquí un
ejemplo particularmente claro para la doctrina de la fe tal como nosotros la enseñamos. Esta
enseñanza va dirigida sólo a las almas piadosas, no a los impíos; porque “no es de todos la fe” (2
Tesalonicenses 3:2), y pocos son los que saben algo de ella. Vemos, pues, que los discípulos son
sorprendidos por una fuerte tempestad; este acontecimiento pone a prueba su fe, para que se vea
cuán fuerte es, o cuán débil es. Eso sí: ¡antes de entrar en la barca eran capaces de trasladar montes!
Su corazón, su cuerpo entero estaba lleno de fe. De igual manera, todo el mundo está lleno de fe y
lleno de confianza, por eso la gente también es tan terca y tan atrevida. Pero cuando empieza a
levantarse el viento, y cuando las olas comienzan a cubrir la barca, se ve que esa fe tan fuerte no
era más que una engañosa ilusión.
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 5
La Lucha y la Victoria de la Fe Cristiana
Sermón para el 4° Domingo después de Epifanía
Dr. Martín Lutero
30 de enero de 1530
Texto: Mateo 8:23-26:
“Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.
Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan
grande que las olas cubrían la barca; pero
él dormía. Y vinieron sus discípulos y le
despertaron, diciendo: Señor, sálvanos,
que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis,
hombres de poca fe? Entonces,
levantándose, reprendió a los vientos y
al mar; y se hizo grande bonanza.”
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6
6
Y ¿qué dice el Señor a sus discípulos en estas circunstancias? No les dice que no tienen ninguna
fe, sino que tienen una fe débil. Pues si su fe hubiera sido fuerte, no se habría inmutado ante las
olas que cubrían la barca ni ante la tempestad que rugía: no habría visto más que vida, felicidad y
bonanza. Una fe fuerte habría pensado: “Aun cuando la barca se fuese a perder en el fondo del mar,
sin embargo se encuentra en ella Aquél que puede hacer de las aguas una bóveda, de modo que no
habrán de aplastarnos. ¿Acaso no hizo de las aguas un muro cuando condujo a los israelitas a través
del Mar Rojo? Poco tiempo le llevó preparar los ladrillos y agregar la cal para fabricarnos de las
aguas del mar un muro protector.” Repito: si hubiesen tenido una fe fuerte, tales habrían sido sus
pensamientos. Pero su fe era débil, porque claman: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” En su
corazón no queda más que una pequeña centella de fe, una centellita que vive en su corazón y
reconoce en Cristo a su Salvador. Pero contra esta centellita se levanta el viento y las olas, la muerte
y la tempestad. Y como ves, esa centellita en el corazón tiene que hacer frente a la inmensidad del
mar. Por cierto, los vientos y las olas bien pronto apagan el montoncito de brasas. Si el Señor no se
hubiese levantado y no hubiese fortalecido esa pobre y débil fe, los discípulos habrían estado
perdidos.
1. El Único auxilio en la tribulación es la fe en la palabra. Esa fe puesta a prueba, se asemeja
mucho a la desesperación.
De este ejemplo de la fe, los alumnos de la fe pueden aprender unas cuantas cosas. En primer
lugar puedes observar lo siguiente: Cuando llega el momento en que la fe debe demostrar la fuerza
que tiene, resulta ser la cosa más débil que existe. Pues entonces cunde la desesperación, y el
creyente experimenta lo que experimentaron los discípulos en nuestro Evangelio: ellos tienen fe, y
su fe desempeña también lo que es su obra y función específica, a saber: no desesperar, no dejar
de confiar en el Señor. Pero luego cae sobre los discípulos una incapacidad tal de creer que ya no
sienten en su corazón otra cosa que incredulidad y desesperación. No obstante, por fuerte que
parezca ser la desesperación, la fe subsiste, aunque se asemeja más bien a la incredulidad. A esto
llamamos pues la “fuerza” y el “poder” de la fe: cuando es tan pequeña, y sin embargo da tan grandes
resultados. Así ocurre también en las tentaciones y tribulaciones nuestras, cuando nos acosan el
diablo y la muerte, y por cierto también el turco con sus fuerzas aterradoras. Todos ellos se levantan
cual verdaderos gigantes contra la débil centella de la fe que vive en nuestro corazón. Y no obstante,
esa fe pequeña y débil, que es más bien incredulidad y desesperación, adquirirá una fuerza tal que
derribará a aquel gigante. Así es como la fe alcanza la victoria, según lo demuestra el ejemplo de los
discípulos de Cristo: ni bien vino el Señor y dio su orden a los vientos, la tempestad estaba vencida.
También la fe pequeña obtiene la victoria, si se ase de la palabra.
¿Qué factor es el que confiere a la fe tal fuerza, siendo que esa fe débil se parece más a
incredulidad y desesperación? No hay otro factor que este: que la fe, con todo lo débil que es, se
ase del Señor y de su palabra. Los discípulos no empuñan los remos, no se ponen a achicar el agua
que entró en la barca, ni hacen otro esfuerzo alguno; saben que todo sería en vano. No; simplemente
se agarran de esta palabra que es expresión del poder divino, y exclaman: “¡Señor, ayúdanos!” Y
aunque le llaman por este nombre, en el momento todavía no ven que él es el Ayudador, sino que
solamente han oído que lo es. Creen, por lo tanto, conforme a lo que han oído. ¡Y éste es nuestro
triunfo! De otra manera, no tendríamos la más remota posibilidad de vencer a Satanás, ni aun
tratándose del pecado más leve. Pero por cuanto la fe se aferra a la palabra que ha oído -aunque
fuese una fe pequeñísima, una centella nada más- el viento tiene que cesar, y el mar tiene que entrar
en calma.
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 7
Lo mismo sucede cuando nos aprieta nuestro pecado: viene entonces Satanás y convierte el
más pequeño desliz en una transgresión tremenda. Es capaz de infundirle a uno tanto miedo, de
cargarle tanto la conciencia, de pintarle con colores tan horribles el infierno y el juicio, que uno cree
tener que caer en desesperación. Y es imposible que el cristiano pueda hacer frente siquiera al
pecado más pequeño. Lo sabemos por propia experiencia: antes, cuando al celebrar misa
levantábamos el cáliz a la boca, y de pronto nos atragantábamos con una gota de vino, ¡qué pecado
enorme que era esto! Si llevábamos el cáliz a los labios, y en esto incurríamos en una falta de esa
naturaleza, tan insignificante que no debiera haber pesado más que una partícula de polvo -¡sin
embargo, con cosas así, Satanás le puede abrir a uno el infierno y cerrarle el cielo! Así lo hace
también con otras faltas que en sí son nimiedades. Y nadie puede resistir con sus propias fuerzas a
estas maquinaciones satánicas. Pero aunque la fe tiembla y se agita, se atiene no obstante a la
palabra de Cristo de que él es nuestro Auxiliador.
Una vez que la fe logró asirse de la palabra, el pecado tiene que darse por vencido, por virtud
de la palabra. Es verdad, Satanás zarandea nuestra fe y la quiere meter dentro de un tonel para
sacudirla. Pero si la fe se toma fuertemente de la palabra, pronto cesan las sacudidas, porque viene
Cristo y reprende a los vientos y al mar. Esta historia aplícala tranquilamente a todas las tentaciones
y tribulaciones donde tu fe se ve expuesta a duras pruebas. Si nuestra conciencia nos dice: "Todo
está perdido", el efecto será el mismo que si los discípulos aquellos hubiesen dicho unos a otros:
"¿Para qué clamaremos al Señor? Aquí ya no hay nada que hacer." En este caso, seguramente se
habrían ahogado todos, y no habría quedado más que Cristo solo; pues entonces, la desesperación
de los discípulos se habría hecho completa, y ya no les habría quedado una centellita de fe, porque
habrían dejado de aferrarse a la palabra. Por lo tanto: por más débiles que seamos, lo importante es
que nos atengamos a la palabra; entonces ninguna tentación será tan fuerte que no la podamos
vencer. Y a la inversa: si nos apartamos de la palabra y perdemos este arte que dominaban los
discípulos, ningún pecado es tan fútil que no pueda hacernos caer, como dije hace unos momentos
al hablar de un pecado que en realidad era una cosa de nada. ¿Qué será cuando vengan aquellos
pecados realmente grandes, cuando la conciencia le acuse a uno: "Tú odias a Dios"?
Mas cuando uno se prende firmemente de la palabra y cree en el poder y la voluntad de Cristo
de ayudarle y se atiene a él, entonces verá: sean los pecados de una enormidad tal que llenan el
orbe, no obstante tendrán que desaparecer, y el mar tendrá que volver a la calma. Ésta es nuestra
victoria, ahí brilla en todo su esplendor "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efesios
6:17). ¡Cuántos hay que temen que el papa fulmine una excomunión contra ellos! Pero ahí está la
palabra de Dios, el evangelio prometido, en que Dios mismo te asegura que te ayudará. Si has
agarrado la palabra, tienes en tu mano una espada con que puedes repeler el pecado y la muerte,
a Satanás y todos los males.
Sólo en la lucha, la fe revela lo que en verdad es.
Esto es el primer aspecto de la fe; y el que quiera crecer en ella, tómelo bien en cuenta, para
que aprenda a fondo ese difícil arte. Es de notar que la fe tiene dos horas o tiempos distintos. Primero:
un tiempo de paz; ahí le va bien, triunfa, domina la situación, no teme a nadie, y disfruta ese
envidiable estado de cosas una vez que ha obtenido la victoria y los enemigos han desaparecido.
En cambio, en el tiempo de guerra, la fe se parece a la incredulidad y a la desesperación; de modo
que en el tiempo de guerra tienes que tomar conciencia de que en tales circunstancias no tienes esa
fe que tenías antes, en tiempos de paz. "Ya no puedo creer", dices entonces. No digas así; antes
bien, di: Creo, pero débilmente; por el momento estoy en la segunda hora de la fe". Mientras estés
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6
8
en la primera hora, donde reina la seguridad, dale las gracias a Dios que te la concedió, y aprovéchala
bien. En la segunda hora empero di: "Es verdad, siento que mi fe se parece mucho a la incredulidad;
más aún, se comporta como si estuviese a punto de caer en desesperación. Pero en realidad, ahora
está justamente desempeñando su función específica, que es la de arremeter y luchar contra la
muerte, el pecado, la pobreza, contra Satanás y todos los infortunios".
Si uno está en la guerra, no sabe de alegrías. Bailar es una cosa, y hacer la guerra, otra. Allá
donde reina la paz, no hay señales de tristeza; pero acá, en la guerra, sucede lo contrario: ahí ruge
la tempestad y se agita el corazón, y no obstante, no hay motivo para darse por perdido. Nadie
desespere, por consiguiente, al sentir que su fe es tan exigua; piense que está en la guerra, y que
Satanás y el pecado no le mezquinarán golpes. ¡Tenga los ojos puestos en la palabra, y no permita
que nadie se la arrebate! Si persevera en la palabra, la desesperación y la incredulidad y la tempestad
tendrán que abandonar el campo de batalla. Ésta es la segunda hora, la hora del duro batallar, la
hora en que la fe tiene que entrar plenamente en acción, pues tiene que luchar con la muerte, con
el pecado, con el infierno, y tiene que sentir el terrible peso de todos ellos. ¿Qué habría ocurrido si
los discípulos en su barca no hubiesen visto ni sentido ninguna tempestad? Su fe no habría luchado,
ni tampoco habría vencido. Más donde se pierde la palabra, sucumbe también la fe. Por el contrario:
si la fe, por más débil que sea, se aferra a la palabra, ni la desesperación ni el desaliento ni la
incredulidad podrán dañarnos.
La palabra de Dios es el arma de la fe.
Esto lo digo para que honréis y estiméis la palabra exterior como es debido. Vosotros conocéis
muy bien aquel arma filosa que llamamos "espada del Espíritu", y el diablo la teme como ninguna
otra cosa. Pues innumerables veces fue herido por ella. Donde la ve, prefiere no acercarse. Por esto,
su constante afán es arrebatarnos la palabra. Si le quitas al enemigo la espada, fácil es luchar contra
él. Si el diablo nos quita la palabra, no somos capaces de vencer ni el más mínimo de los pecados.
Esto es el motivo por qué hace surgir facciones en la iglesia del papa; a nosotros mismos empero
nos hace negligentes, perezosos y desagradecidos, hace que dejemos de leer y oír la palabra con
asiduidad, a fin de que al menos logre desviarnos en lo posible de ella.
Mas si la oímos de buena gana si la grabamos en nuestro corazón y hacemos frecuente uso de
esta espada, estamos bien protegidos. Si entonces Satanás nos ataca, es suficiente que vea la
palabra divina a que recurrimos, y ya emprenderá la retirada. Pues ésta es la única manera como
podemos obtener la victoria sobre Satanás: salirle al encuentro con la espada del Espíritu. Esto es
imprescindible que lo aprendas. Pues has de saber que nuestro poder y nuestro valor estriban no
en nuestras obras, sino en la fe -siempre por supuesto, que conectes tu fe a la palabra que es nuestra
santidad y nuestra victoria.
2. La fuerza de la fe radica en Cristo, no en los cristianos. La fe en la palabra, no en el propio
sentir, hace que seamos cristianos.
Por eso son unos insensatos los que en nuestros días hacen a los cristianos objeto de su crítica
diciendo: "Antes, cuando estábamos todavía bajo el papa, vivíamos seguros y tranquilos. Cuando
íbamos a misa o participábamos en una procesión, todo era paz; pero ahora todo es rebelión". ¿De
esta manera los tontos aquellos se atreven a descubrir dónde están los cristianos? ¡Como si esto
fuera algo que se puede juzgar con ojos terrenales! Ni que te pongas todos los "anteojos del mundo
lo verás. Por ahí llaman "cristiano" a uno que va vestido de un hábito gris como los monjes; y
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 9
posiblemente creas que este tipo de cristianismo sería digno de que te esfuerces por emularlo. Así
miden a los cristianos según sus obras y méritos y su coraje. Pero en realidad, el asunto es como
aquí en esta barca; dime: ¿dónde ves allí a los cristianos? ¡Todos se llaman discípulos de Cristo, y
en efecto lo son; sin embargo, ninguno es capaz de creer! Se necesitan, por lo tanto, otros ojos que
los del mundo y todos sus sabios, para poder reconocer a un cristiano como tal. Confesamos: "Creo
en la santa iglesia cristiana". Mas lo que se cree, no se ve, dice el apóstol Pablo.
En aquella barca, lo que menos parece haber es confianza, y el cristiano tiene todo el aspecto
de un incrédulo; ¿o no ves cómo se desesperan los discípulos? Un cristiano no se da cuenta de que
es cristiano. Por lo tanto, no te juzgues a ti mismo por lo que sientes o por lo que tu corazón te dice
acerca de ti. Antes bien, reconócete como cristiano por haber aceptado la palabra que Dios
pronunció. Cristiano eres si oyes con agrado la palabra de Dios y te atienes a ella en la hora de la
lucha y del peligro. Tales "cristianos" son aquellos discípulos en la barca: están desanimados, no
descubres en ellos nada de arrojo cristiano, sino todo lo contrario si los juzgas por la manera como
se comportan. Si a pesar de esto se llaman cristianos, es porque claman: “¡Señor, ayúdanos!" Por
eso son cristianos.
En esto reside su santidad, su vida, su fortaleza. Todo esto el Señor lo concentró en su propia
persona; no debe ser algo inherente en nosotros. Por consiguiente, es una grandísima tontería querer
medir al cristiano por lo que aparenta ser por fuera. Es muy loable que observes un buen
comportamiento. Sin embargo, dar a las personas una esmerada educación exterior es tarea de los
padres y de las autoridades civiles.
Pero por esa educación no se es cristiano; se es cristiano por asirse de la palabra. Y ese asirse
de la palabra se hace sola y exclusivamente por medio de la fe. Por lo tanto, aunque los cristianos
se vean perseguidos por dudas y temores, aunque tengan de sí mismos la impresión de ser
incrédulos -no obstante, si se halla en ellos la disposición de prenderse de la palabra y no soltarla,
no hay duda alguna de que son cristianos, y cristianos tanto mejores cuanto más se parecen al más
desesperado de los mortales. Pues en esta su desesperación se aferran a la palabra por medio y a
causa de su propia debilidad. Por esto dice también San Pablo: "De buena gana me gloriaré más
bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo" (2a Corintios 12:9). Pues este
poder de Cristo se manifiesta en nuestra debilidad.
La fortaleza del cristiano está escondida tras su debilidad.
Por consiguiente, la santidad de los cristianos está fundada no en ellos mismos, sino en algo
fuera de ellos: en la palabra; nadie, por ende, puede ver que uno es cristiano a menos que él mismo
lo sea. Ciertamente, no hay hombre en la tierra que pueda ver si una persona se aferra a la palabra.
Podrá ver que estoy sacudido por mil temores, o que estoy lleno de alegría; pero mi agitación no le
dice nada en cuanto a mi adhesión o no adhesión a la palabra. El ser un cristiano es, pues, algo
invisible y oculto; lo pueden discernir sólo aquellos que tienen fe. Digo esto para que no caigáis en
desesperación al notar que entre los cristianos se halla tanta debilidad. El ideal que quisieran ver
realizado precisamente los mejores de entre los hombres es que la cristiandad viva en un estado de
perfección tal que ya no se pueda descubrir en ella ningún vestigio de maldad.
No; un hombre como tú te lo imaginas, no existe; no puede existir mientras pese sobre él
Satanás, su propia carne y el mundo. Claro: poco te cuesta querer medir a la gente según lo que tú
mismo haces y eres, si tú no tienes que padecer las tribulaciones y tentaciones que padecen otros.
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6
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Así que: en lugar de mirar a los demás, trate cada cual de aprender personalmente el arte y oficio
de la fe, para que sepa: aun cuando esté a punto de desesperar, la fe todavía no ha desaparecido
del todo. Antes bien, aférrese entonces a la palabra de que Cristo es el Ayudador. La exclamación:
"¡Perecemos!", esa palabra de la desesperación, no la podremos erradicar; pero tampoco estará
ausente la palabra de la fe: "¡Ayudador, ayúdanos!" Así, con la primera palabra que dice, el cristiano
habla como un incrédulo acobardado; pero también dice la segunda palabra: "¡Señor, ayúdame!" La
dirá en gran debilidad, es cierto; pero tanto más fuertemente se adherirá a la promesa de ayuda.
Así, pues, la palabra de Dios puede más que el diablo, el cual es el culpable de que el hombre caiga
en desesperación. Lo que a juicio del mundo es lo más fuerte, tiene que irse al fondo, y lo que es
más débil, tiene que ir arriba del todo. Ésta es una predicación para cristianos.
3. La fe necesariamente está expuesta a conflictos. Donde está Cristo y su evangelio,
aparecen disturbios.
El segundo factor que debe llamar nuestra seria atención es el hecho de que la tempestad se
levanta en el momento preciso en que Cristo y sus discípulos se hacen a la mar. Antes reinaba la
calma. Quiere decir entonces que cuando Cristo entra en el mar, éste se embravece. Nuestros
sabidillos afirman: "Desde que comenzó vuestra predicación del evangelio, comenzaron también los
disturbios. Si pudiéramos restablecer el orden anterior, con mucho gusto lo haríamos." ¡De modo
que el evangelio tiene la culpa de que los hombres sean malos y de que haya tantos que se apartan
de la palabra y confían en iluminaciones interiores! Nada mejor que la historia de la tempestad en el
mar para desvirtuar tales infundios.
Es verdad: antes, todo el mundo vivía tranquilo; pero cuando viene Cristo, comienza la
tempestad. Luego: si nosotros nos retractáramos, todo el mundo volvería a vivir tranquilo. Pero el
asunto es muy distinto: Cuando el evangelio penetra en el mundo, Satanás se opone a que sea oído,
e instiga al papa y a todos los príncipes a combatirlo. ¿De quién es la culpa? Del evangelio, dicen.
¡Que el diablo te rompa la cabeza! Es justamente al revés: si aceptasen el evangelio, y nadie se le
opusiese, seguiría reinando la paz. El evangelio no hace violencia a los hijos buenos, sólo censura
a los malos. No esgrime la asnada, sino que deja todas las cosas en la tierra en su lugar. Su ataque
se dirige exclusivamente contra el Satanás que habita en tu corazón: y su deseo es instruirte en la
verdad.
Por consiguiente, la culpa de que estallen conflictos es tuya, y sin embargo se la achacan al
evangelio. Quieras o no, tienes que admitir que el evangelio no te hace ningún daño. Con el mismo
derecho podría decir también un ladrón: "¿Por eme me llevan a la horca? Si no fuera por el verdugo,
yo podría seguir viviendo lo más tranquilo". Ah sí amigo mío: si se te permitiera robar y cometer otras
fechorías, y luego se prohibiera al juez y al verdugo atraparte, esto sí que te gustaría. "Si éstos no
me hubiesen atrapado", dices, "yo no estaría ahora en la horca; así que la culpa la tienen ellos." No;
la culpa la tienes tú cuando desobedeces a los padres y a las autoridades.
Igualmente, cuando al evangelio censura tu incredulidad y quiere purificar tu corazón, y tú no
quieres aceptar la censura y la purificación, la culpa es tuya. En contra de tales bocas blasfemadoras
que atribuyen al evangelio la culpa por lo que está sucediendo, Cristo dice por lo tanto una palabra
que debes tomar muy a pechos. Ellos gritan: "El mar está en calma hasta que viene Cristo". Él en
cambio declara: "No he venido para traer paz, sino espada y fuego".
Cualquier bellaco quisiera que se pasen por alto sus acciones vituperables; pero entonces uno
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 11
devoraría al otro. No es por lo tanto culpa de Cristo si se levanta el viento; al contrario: Cristo duerme,
así que la furia del viento no se le debe atribuir a él; él ni siquiera mueve un dedo. El que levanta la
tempestad es Satanás, enemigo de la barca y enemigo del que navega en ella.
El tumulto de la batalla, va por cuenta del mundo, no de Cristo.
Podría objetarse además: "Y bien, ¿quién mandó a los discípulos a entrar en la barca?" Me dicen
que hay marineros que no permiten a ninguno de los que van a bordo llevar consigo una reliquia o
el Evangelio de San Juan; se lo quitan y lo tiran al mar. No quieren saber nada de objetos sagrados,
porque temen que les puedan traer mala suerte. ¿Era esto lo que debían hacer en aquel momento
los discípulos: al levantarse la tempestad, echarle la culpa al único justo que iba a bordo, y arrojarle
a las aguas, como hicieron en su tiempo con Jonás? Por lo tanto: que el mar esté tan enfurecido, no
es culpa de Cristo ni de los discípulos; es tu odio y tu envidia los que causan tal fragor, por cuanto
no quieres tolerar el evangelio y lo persigues. ¡Y a pesar de todo, le das la culpa a Cristo y a sus
discípulos en vez de dársela a Satanás que te mueve a actuar como lo estás haciendo! Igualmente
se dice hoy en día: "¡Cuánta desgracia causó el evangelio! Si no lo hubiesen predicado, todavía
estaríamos viviendo en paz." ¡De ninguna manera! La culpa es de Satanás y tuya, no del evangelio.
El evangelio de por sí es un mensaje de paz, que nos enseña todo lo bueno. Así podrías decir
también a tu prójimo, cuando al robarle sus bienes eres sorprendido por él: "¿Por qué no te vas a
dormir en vez de molestarme, y me dejas robarte en paz?" ¡Linda paz sería ésta! Apréndelo bien: es
culpa de ellos mismos lo que los impíos le echan en cara al evangelio. ¿Te callas tú cuando viene
un ladrón y violenta la cerradura del cajón de tu mesa y de tu cofre, y cuando te hace frente y te
increpa porque sin culpa suya le estás armando un escándalo? El mar está en calma hasta que viene
Cristo. Pero si se presenta la tempestad, con toda seguridad se presentará también Cristo sobre el
mar. Y si él se presenta, la consecuencia infalible es que los vientos y el mar le obedecen, aunque
te vuelvas loco con tu boca blasfema. El evangelio perdurará y vencerá al viento y a la tempestad.
Conclusión y resumen.
De este modo has oído en primer lugar que no debes juzgar tu fe por lo que sientes dentro de ti,
sino que debes asirte de la palabra. En segundo lugar, que nadie debe escandalizarse cuando la
situación se torna turbulenta, como si esto pudiera evitarse ante la realidad del Cristo presente. La
culpa no la tiene Cristo, sino el mundo; cuando el evangelio y Cristo entran en contacto con el mundo,
el mar se embravece. Por otra parte, cuando Cristo se hace presente, y con él la tempestad, nosotros
perdemos el ánimo, y no obtendremos la victoria a menos que nos aferremos a la palabra e
invoquemos a Cristo como Señor y Ayudador.
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6
Señor Dios, Padre celestial, yo se muy bien que no soy digno de
desempeñar la honrosa tarea de anunciar tu gloria y pastorear tu grey.
Pero como Tú mismo me has puesto por pastor y maestro de tu santa
Palabra, y como el pueblo tiene tanta necesidad de ser enseñado e
instruido, se Tú mi ayudador y envíame tus santos ángeles para que
me acompañen.
Y si es tu voluntad que mediante mis servicios se logre
algo, no para mi propia alabanza ni la de algún otro
hombre, sino para goria tuya, entonces
concédeme por tu gracia y misericordia
el cabal entendimiento de tu
Palabra y el firme abhelo de
cumplir tu voluntad,
¡Oh Jesucristo! Hijo del Dios
viviente. Pastor y obispo de
nuestras almas! Envíame tu
Espíritu Santo para que Él me
asista en mi cometido y obre en mí, así
el querer como el obrar, mediante tu
divino poder.
Amén.
Dr. Martín Lutero.
Oración del Pastor
Devocional para el crecimiento espiritual
Con el oído atento a los padres y madres del desierto
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 13
Bien sentencia un Maestro Espiritual: “Quien niega el Desierto en su vida, transforma toda su
vida en Desierto”; por ello valoramos los siglos de trabajo interior de tantas Madres y Padres del
Desierto que en los primeros cuatro siglos del cristianismo se retiraron al Desierto literalmente, para
buscar el fluir de la vida. Buscaron las aguas y la luz en medio de lo seco. Cada experiencia nuestra
en los momentos de Desierto de la vida, han requerido ser cruzados. Evitándolos, solo más Desierto
espera.
Los presentes Apotegmas – sentencias de las Madres y los Padres del Desierto de los primeros
siglos -no agotan todos los que de su boca han salido y que trascendieron a través de sus discípulos
y discípulas; he tomado algunos para que, con los oídos bien abiertos, nosotros podamos
escucharlos y escucharnos.
Este Devocional –fruto de mi experiencia de más de treinta años como Director Espiritual- se
propone ser una guía de todo un mes, pues contiene Apotegmas ordenados en cuatro semanas,
acompañados de oraciones/meditaciones, a los efectos de ocupar todos los días con un Dicho
diferente y una orientación especial. De este modo, cada uno de nosotros puede concluir un mes
con el texto ordenado por semana y luego tener otro mes con sentencias referidas por el número de
su día.
En este segundo caso, no hay oraciones orientativas, para poder motivar en cada uno de
nosotros la reflexión personal luego de haber compartido juntos, algunas breves
meditaciones/oraciones de aquellas sentencias ubicadas en los primeros treinta y un días, separadas
en cuatro semanas.
Si Usted se siente atraído por alguna palabra que brota de los Dichos de las Madres y los Padres
o por alguno de sus Apotegmas en particular, de modo que desea meditarlo o reflexionarlo más de
un día, no dude en hacerlo, con la certeza de que es una moción –una invitación en el lenguaje
espiritual– del Santo Espíritu que le convida con un mensaje especial para iluminar esos días o
alguna situación particular o familiar que Usted está viviendo.
Luego, continúe en el día que corresponda del texto distribuido por semana, o el número del día
correspondiente en el otro texto; ya tendrá oportunidad de retomar aquellos Dichos que no meditó
aún, al comenzar un nuevo mes. Así, este texto se vuelve de un gran valor espiritual pues le
acompañará todo el tiempo que desee.
He elegido a estos antiguos Maestros y Maestras, pues le pertenecen a todo el cristianismo y no
a una denominación en particular. Son tesoro de toda la Iglesia Cristiana, que los redescubre en el
presente y revalora su medicinal valor para el cuerpo, la mente y el espíritu, es decir para la armonía,
para la Hesyquia. Que DIOS les bendiga ricamente.
Arzobispo Primado Dr. +++Manuel Adolfo Acuña
Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes Hispanoparlantes
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6
14
Primera Semana
Lunes: Abba Antonio
Alguien preguntó a Antonio: “¿Cómo debo actuar para agradar a Dios?” El anciano respondió:
“Escucha lo que voy a recomendarte: donde fueres, ten los ojos puestos en Dios; aquello que hagas
o digas, que sea según el testimonio de las Santas Escrituras; de cualquier lugar en que mores, no
te apartes fácilmente. Respeta estos tres preceptos y te salvarás.”
Señor, que busque siempre agradarte con toda mi mente, con toda mi alma, y con todo mi ser.
Martes: Abba Aquiles
Tres ancianos de los cuales uno gozaba de mala reputación, fueron un día a visitar al Abba
Aquiles.
Uno de ellos le pidió: “Padre, hazme una red”. “No te haré” respondió él. El segundo dijo
entonces: “Hazla, por favor, a fin de que tengamos un recuerdo tuyo en el monasterio”. Pero él le
dijo: “No tengo tiempo”. Entonces el tercero, aquel que tenía mala reputación pidió. “Hazme una red,
a fin de que tenga alguna cosa de tus manos, Padre.”
El Abba Aquiles le respondió al instante: “Para ti voy a hacerla.”
Entonces en privado, los otros Ancianos le dijeron: “¿Por qué no quisiste hacer para nosotros lo
que te pedimos, mientras que a éste le respondiste para ti voy a hacerla?”
El anciano les dio la respuesta: “Yo os dije que no la haría y vosotros no os habéis disgustado,
aceptando que yo no tenía tiempo. Pero si yo no lo hacía para éste, él diría: El anciano escuchó
hablar de mi pecado, por ese motivo él no quiere hacerlo. Entonces hubiéramos roto el lazo. De este
modo, yo reanimé su alma a fin de que no zozobre en la tristeza.”
Señor, dame la gracia de ser misericordioso con todos
Miércoles: Abba Bessarion
Un hermano que había pecado, fue expulsado de la Iglesia por el sacerdote. Abba Bessarion se
levantó y, saliendo con él dijo: “También yo soy un pecador.”
Señor, que el conocimiento de mí mism@ haga crecer en mi la humildad que te agrada.
Jueves: Abba Efrén
Otra vez, en tanto Efrén marchaba por el camino, una cortesana, por sugestión del alguien, trató
de conducirlo con sus adulaciones, a un comercio vergonzoso, o bien a la cólera, ya que no se lo
había visto jamás irritado. Él la invitó: “Sígueme”. Llegados a un lugar muy frecuentado le dijo: “Ven
y en este lugar, hagamos lo que tú deseas.”
Pero ella, mirando la multitud, le respondió: “¿Cómo podemos hacer esto en presencia de tanta
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gente, sin tener vergüenza?”
“Si enrojecemos ante los hombres, ¡Cuánto más debemos enrojecer ante Dios, que sabe lo que
se oculta en las tinieblas!” Ella, trastornada, se retiró sin decir nada.
Padre/Madre, a Ti nada te es oculto. Te pido: Ayúdame a agradarte en cada acción.
Viernes: San Epifanio Obispo de Chipre
Un día, San Epifanio envió a buscar al Abba Hilarion para hacerle este pedido: “Veámonos antes
de abandonar nuestros cuerpos” y cuando aquel llegó, ambos se alegraron. Durante la comida se
sirvió ave.
Entonces el anciano le dijo: “Perdóname, pero después de recibir los hábitos no he vuelto a
comer carne inmolada.”
El Obispo le respondió entonces. “Yo, después que tomé los hábitos, jamás permití a nadie
dormirse con un agravio contra mí, ni me acosté jamás con un agravio contra alguien”. El anciano le
dijo: “Perdóname, tu manera de vivir es mejor que la mía.”
Dios, dame la gracia de saber perdonarme y de saber perdonar.
Sábado: Abba Gregorio, el Teólogo
Dijo Abba Gregorio: “He aquí las tres cosas que Dios exige de todo bautizado: de su corazón
una fe firme, de su lengua la verdad, de su cuerpo la temperancia.”
Señor, que tu Espíritu santo me haga la persona que quieres que yo sea.
Domingo: Abba Hiperequios
Dijo además: “Vale más comer carne y beber vino que devorar la carne de los hermanos en la
calumnia.”
Señor, aparte de mí todo espíritu de mentira.
Segunda Semana
Lunes: Abba Isidoro, el Sacerdote
Él afirmó además: “Es necesario que los discípulos amen como a padres y teman como a jefes
a quienes son verdaderamente sus maestros, sin abandonar el temor por causa del amor y sin
oscurecer el amor, por causa del temor.”
Madre/Padre de amor, ayúdame a aceptar con reverencia a los que me aconsejan el bien.
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16
Martes: Abba Escurión
Los santos padres hacían predicciones a propósito de la última generación. Ellos se preguntaron:
“¿Qué hemos hecho nosotros?” Y uno de ellos, el gran Abba Escurión respondió: “Nosotros hemos
cumplido los Mandamientos de Dios”. Los otros preguntaron: “¿Y aquellos que vendrán después,
qué harán?” Él respondió: “Los hombres de esa generación no cumplirán ningún trabajo, la tentación
caerá sobre ellos. Pero aquellos que fueran probados en ese tiempo serán más grande que nosotros
y que nuestros padres.”
Señor, dame a mí y a mis seres queridos Tu Fuerza para superar las pruebas de la vida.
Miércoles: Abba Juan Colobos
Abba Poimén decía que Juan Colobos había rogado a Dios que le quietara sus pasiones y lo
convirtiera en un ser libre de toda inquietud, lo cual le fue concedido. Pero, he aquí, que después
fue a ver a un anciano para decirle: “Yo me veo descansando, sin tener ningún combate”. Y el anciano
respondió: “Ve, suplica a Dios para combatir nuevamente con la misma aflicción y la misma humildad
que tenías precedentemente, ya que es a través de los combates como progresa el alma.”
Entonces suplicó a Dios y, cuando se produjo el combate, ya no rogó para que se lo eximiera de
la lucha, sino que dijo: “Señor, dame resistencia en los combates.”
Dios mío, ayúdame a encontrar la oportunidad para crecer en cada situación adversa.
Jueves: Abab Macario, de Egipto
Cuando Macario moraba en el gran desierto, permanecía solo y apartado pero, más abajo, había
otro desierto donde vivían muchos hermanos. Cierta vez, mientras vigilaba la ruta, el anciano
descubrió, tras la apariencia de un hombre que pasaba frente a él, a Satán. Llevaba, al parecer, una
toga de lino llena de agujeros y, de cada agujero colgaba una pequeña redoma. El gran anciano le
dijo: “¿Hacia dónde te diriges?” el otro respondió: “Voy a despertar la memoria de los hermanos.”
El anciano preguntó: “¿Y para qué sirven esas pequeñas redomas?”
“Llevo alimentos para la merienda de los hermanos”, respondió Satán.
“¿Todo eso?”, preguntó el anciano.
“Pues sí, ya que en caso de que un alimento no le guste a un hermano, le presento otro, y si el
segundo no le agrada le ofrezco un tercero. Así de todos éstos, al menos uno le gustará”. Habiendo
pronunciado estas palabras, partió.
El anciano permaneció vigilando los caminos hasta que lo vio regresar. Cuando estuvo cerca de
él, le dijo: “¡Salud!”, “¿Cómo sería eso posible?”, respondió el otro. El anciano le preguntó el porqué.
“Porque todos fueron muy duros conmigo y nadie me recibió.”
El anciano preguntó: “¿Así que no tienes allí abajo ningún amigo?”
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El respondió: “Sí, tengo abajo un monje amigo, él al menos me obedece y, cuando me ve, gira
como el viento.”
El anciano le preguntó cómo se llamaba ese monje.
“Théopenptos”, fue la respuesta. Y después de esas palabras, siguió su camino.
Entonces Macario se dirigió al desierto vecino. Sabiéndolo, los hermanos tomaron ramas de
palmeras para ir a su encuentro. Pero él se informó sobre quién era aquel que, en la montaña, se
llamaba Théopenptos y, cuando lo encontró, fue a su celda.
Éste lo recibió con alegría.
El anciano le preguntó: “En lo que a ti concierne, hermano, ¿cómo te va?”
Théopenptos respondió: “Gracias a tus plegarias, bien.”
El anciano preguntó: “¿No te hacen tus pensamientos la guerra?”
Él respondió: “hasta aquí, voy bien.”
Parecía tener temor al hablar.
El anciano dijo: “He aquí, que hace tantos años que vivo en la ascesis y soy alabado por todos.
Sin embargo, a mí, que soy anciano, el espíritu del mal me turba”. Théopenptos le dijo: “Créeme,
Abba, sucede lo mismo conmigo.”
El anciano pretendió que, además, los malos pensamientos le hacían la guerra, hasta que esto
lo hizo confesarse. A continuación le preguntó: “¿Cómo ayunas?” él respondió: “Hasta la hora
novena.”
El anciano le dijo: “Ejercítate en ayunar más tiempo, recita de memoria el Evangelio y las otras
Escrituras y, si un pensamiento extraño sube hacia ti, no mires jamás hacia abajo, sino hacia lo alto
y al instante el Señor vendrá en tu ayuda.”
Habiendo dado esta regla al hermano, el anciano retornó a su propio desierto.
Y cuando vigilaba nuevamente el camino, vio acercarse al demonio. Entonces le preguntó.:
“¿Hacia dónde te diriges?”
El otro respondió: “A despertar la memoria de los hermanos”. Y se fue.
Cuando regresó, el santo le preguntó: “¿Cómo van los hermanos?”
Le respondió que iban mal. El anciano preguntó el por qué. El demonio le contestó: “Son todos
duros, y lo peor es que, incluso el amigo que tenía y que me obedecía, no sé quién lo hizo cambiar.
Ahora no sólo no me obedece más, sino que además, se ha tornado el más duro de todos. Así
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es que me he prometido no ir más allá abajo por largo tiempo.”
Habiendo hablado así se fue, dejándolo solo.
Entonces el anciano regresó a su celda.
Señor, ruego tu ayuda para poder estar siempre alerta y vigilante cuando llegue el enemigo y
busque despertar mi memoria a las pasadas situaciones que ya deposité en Tus Manos.
Viernes: Abba Macario, de Egipto
Se cuenta de Macario, el egipcio, que un día, mientras subía hacia el río con un cargamento de
cestas, se sintió abrumado por la fatiga. Entonces se sentó y se puso a orar de esta manera: “¡Dios
mío, yo sé bien que no puedo más!” al instante se encontró en el río.
Madre/Padre que tu Santo Espíritu me ayude a crecer en tu confianza para llegar a la meta que
tienes dispuesta para mí.
Sábado: Abba Matoes
Él dijo también: “Satán no sabe cuál es la pasión que vence el alma. Él siembra pero sin saber
si cosechará –sea pensamientos de fornicación, sea pensamientos de maledicencia –y así hace con
otras pasiones. Y aquella hacia la cual el alma se inclina, a ésa le proporciona alimento”.
Señor, Tú y sólo Tú has de ser el sendero de mi alma para que yo pueda dar buenos frutos.
Domingo: Abba Matoes
Matoes regresó un día de la región de Magdolos acompañado de un hermano. Al llegar a destino,
el Obispo lo ordenó sacerdote. Más tarde comían juntos, el Obispo le dijo: “Perdóname apa (padre),
yo sé que tú no querías esto. Pero fue para poder ser bendecido por ti, que yo hice esto”. Matoes
dijo con humildad: “En verdad, yo no deseaba esto; pero lo que me aflige, sobre todo, es tener que
separarme del hermano que me acompañaba, ya que no soporto orar a solas.”
El Obispo le dijo entonces: “Si tú lo consideras digno, lo ordenaré también a él”. Matoes
respondió: “Yo no sé si es digno. Sólo sé que él es mucho mejor que yo.”
Y el Obispo ordenó al otro hermano.
Pero ambos murieron si n haber hecho su ofrenda en el santuario. Entonces el Obispo se dijo:
“Tengo confianza en que Dios no habrá de condenarme excesivamente por esta imposición de
manos, ya que en verdad, no hice la ofrenda puesto que la imposición de manos es para aquellos
que son irreprochables.”
Creador mío, con tu ayuda caminaré por la vida con dignidad.
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Tercera Semana
Lunes: Abba Pablo, el Cosmete
Abba Pablo, y Timoteo, moraban en Escete. Entre ellos había con frecuencia discusiones. Pero
una vez dijo Pablo: “¿Hasta cuándo permaneceremos así?” y Timoteo sugirió: “Hazme el favor,
cuando yo me oponga a ti, sopórtame; y cuando tú te opongas a mí, yo te toleraré a mi vez”. Y ellos
lograron la paz gracias a esta práctica.
Madre/Padre de Amor, enséñame el arte de dialogar respetando las diferencias.
Martes: Abba Pambo
Se cuenta que Abba Pambo, en el momento mismo de su muerte, le dijo a los santos varones
que estaban cerca suyo: “Desde que vine a este lugar del desierto y construí mi celda y la habité, no
recuerdo haber comido pan que no fuera fruto de mis manos ni he pronunciado palabra alguna, hasta
la hora presente, de la que tuviera que arrepentirme. Sin embargo, marcho hacia Dios como si jamás
hubiera comenzado a servirlo.”
Dios mío, que la honestidad de mis palabras y mis obras sean la garantía de una conducta como
la que Vos esperas de mi.
Miércoles: Abba Panucio
Abba Panucio contó lo siguiente: “Una vez, caminaba por la ruta y me sucedió que perdí mi
camino y me encontré en otro sitio que aquel al que me dirigía. Allí me detuve y pude oír a unos
hombres que tenían malas conversaciones. Ante ello, me mantuve de pie, orando por mis pecados.
Y he aquí que llegó un Ángel portando una espada. Pero tú no juzgaste, sino que te humillaste frente
a Dios y confesaste tus pecados; por esta razón tu nombre está escrito en el libro de los vivos.”
Señor, quita de mí la inclinación a juzgar a los demás y dame a cambio un corazón lleno de
misericordia para que mi nombre quede escrito en Tu Libro de la Vida.
Jueves: Abba Poimén
Un hermano interrogó a Poimén diciendo: “Cometí una gran falta: quiero arrepentirme durante
tres años”. El anciano le dijo: “Es demasiado”. El hermano le dijo: “¿Y durante un año?”
El anciano contestó: “Es mucho”, y agregó: “Yo digo que si un hombre se arrepiente de todo
corazón y se propone no cometer más pecado, Dios lo recibe incluso en tres días.”
Señor, dame la gracia de Tu Santo Espíritu para que sepa arrepentirme de corazón y no repetir
mis fallas.
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Viernes: Abba Poimén
Él dijo también: “Un hombre que enseña sin hacer lo que enseña se asemeja a una fuente que
da de beber y lava a todo el mundo, pero no puede purificarse a sí misma.”
Madre/Padre: que sea yo una fuente limpia en mi interior y con mis ejemplos y resulte así una
inspiración para todos los que están cerca de mí.
Sábado: Abba Poimén
Abba Poimén dijo: “Si hay tres hombres, de los cuales uno guarda bien la paz interior, el segundo
da gracias a Dios en la enfermedad y el tercero sirve con un pensamiento puro, esos tres hacen la
misma obra.”
Señor, haz en mí Tus obras, para que Tu Luz brille a través de mí.
Domingo: Abba Silvano
Un hermano fue en busca de Abba Silvano a la montaña del Sinaí.
Viendo a los hermanos que trabajaban, él les dijo: “No trabajéis por el alimento que perece.
María, en efecto, eligió la parte buena.”
Silvano dijo entonces a su discípulo: “Zacarías, entrega un libro al hermano y déjalo en una celda
sin darle nada más”. Al llegar la hora novena, el visitante vigilaba atentamente la puerta por si se
enviaba a alguien a llamarlo para comer. Y, como nadie lo hizo, él se levantó, buscó al anciano y le
dijo: “¿Los hermanos no comieron hoy?”
El anciano le contestó afirmativamente. Entonces el otro preguntó: “¿Por qué no me llamasteis?”
El anciano le respondió: “Porque eres un hombre espiritual y no tienes necesidad de este
alimento. Nosotros, siendo carnales, queremos comer, por eso trabajamos. Tú elegiste la parte
buena: has leído todo el día y no deseas comer alimento carnal.”
Al escuchar estas palabras, el hermano se prosternó diciendo: “Perdóname apa (padre).”
El anciano dijo entonces: “En verdad, incluso María tiene necesidad de Marta. Es gracias a Marta,
en efecto, que se hace el elogio de María.”
Señor Dios, que mi corazón esté siempre junto a Ti en las cosas celestiales y que mis pies estén
bien sobre la tierra.
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Cuarta Semana
Lunes: Amma Sinclética
Dijo también: “Mis niños, todos queremos salvarnos, pero a causa de nuestra acostumbrada
negligencia, nos alejamos de la salvación.”
Señor, que no sea yo alguien tibio para que no tengas que vomitarme de Tu boca, como dice Tu
Palabra.
Martes: Amma Sinclética
Dijo ella además: “Como es imposible construir un navío si se carece de clavos, así es imposible
salvarse sin humildad.”
Madre/Padre que sepa yo tener siempre presente que todo lo que soy y tengo viene de Ti
¡Gracias!
Miércoles: Abba Sisoes
Un día Sisoes se expresó libremente diciendo: “En confianza: He aquí que hace treinta años ya
no ruego más a Dios por mis faltas, pero digo esta plegaria: ¡Señor Jesús, protégeme de mi lengua!
Y hasta ahora, cada día, yo caigo a causa de ella y cometo pecado.”
Señor Jesús, protégeme de mi lengua.
Jueves: Abba Teodoro de Ferme
Uno de los ancianos fue con Abba Teodoro y le dijo: “He aquí que tal hermano regresó al mundo.”
Y el anciano le dijo: “¿Te extrañas de eso? Extráñate más si escuchas decir que alguien pudo
escapar de las fauces del enemigo.”
Señor, que no confíe yo tanto en mí mismo cuanto en Ti, que eres mi Fuerza y mi Esperanza.
Viernes: Abba Teófilo el Arzobispo
El mismo Teófilo, el Arzobispo, en el momento de morir dijo: “Bienaventurado eres; apa (padre)
Arsenio, porque tú jamás te olvidaste de esta hora.”
Madre/Padre de amor: que viva yo de tal manera que no me olvide que algún día he de
encontrarme Contigo.
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Sábado: Abba Xanthias
Dijo Abba Xanthias: “Con una sola palabra fue perdonado el ladrón que estaba en la cruz; y
Judas, que fue uno de los Apóstoles, en una sola noche abandonó todas sus penas y descendió del
cielo a los infiernos. Así que nadie se glorifique de sus buenas obras, ya que todos los que se
ensoberbecieron de sí mismo, al final, cayeron.”
Señor, que como tu siervo Martín Lutero sepa yo decir que no se pueden hacer buenas obras
sin el Espíritu del Amor y que sea el Santo Espíritu el que me edifique en esta vida camino a Tu
encuentro.
Domingo: Abba Zenón
Abba Zenón, discípulo del bienaventurado Silvano, dijo: “No habitéis en un lugar reputado, no
mores con alguien que tiene un gran nombre y no pongas los cimientos para construir una celda
algún día.”
Señor, sé que el apego trae sufrimiento. Que no me aferre yo a las cosas y a las personas para
no ser esclavo de nada ni de nadie. Dame tu gracia para amar con libertad de corazón.
Apotegmas Referidos por el Número de Día.
Para seguir sumergiéndonos hasta el cuello de Dios.
1. Dijo un hermano a Abba Antonio: “Ruega por mí”. Le dijo el anciano: “No tendré misericordia de
ti, ni la tendrá Dios, si tú mismo no te esfuerzas y pides a Dios.”
2. Dijo Abba Antonio: “Viene el tiempo en que se enloquecerán los hombres, y cuando vean a uno
que no está loco, se volverán contra él diciendo: “Estás loco”, pues no es semejante a ellos.”
3. Dijo Abba Ammonas: “Estuve en Escete durante catorce años, rogando a Dios noche y día que
me otorgara la gracia de vencer la ira.”
4. Dijo Abba Anub: “Desde que el nombre de Cristo fue pronunciado sobre mí, no ha salido una
mentira de mi boca.”
5. Había en Kellia un anciano llamado Apolo, que si venía alguno a pedirle que lo ayudase en
cualquier trabajo, iba con gusto diciendo: “Hoy tengo que trabajar con Cristo para bien de mi alma”.
Este es el premio del alma.
6. Abba Benjamín dijo a sus hijos al morir: “Hagan esto y se salvarán: alégrense siempre, oren
incesantemente y den gracias en todo momento.”
7. Dijo Abba Epifanio: “Es necesario poseer aquellos libros cristianos que se puedan adquirir, pues
la sola vista de estos libros nos hace remisos para el pecado y nos dispone a crecer más en la
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justicia.”
8. Dijo también: “Gran precaución para no pecar es la lectura de la Biblia.”
9. Agregaba también esto: “Un hombre que recibe algo de otro a causa de su pobreza o por
necesidad, está agradecido, pero lo devuelve en secreto porque se avergüenza. El Señor Dios es
diferente: recibe en secreto, pero retribuye en presencia de los Ángeles y Arcángeles y también de
los justos.”
10. Dijo Abba Euprepio: “Seguro de que Dios es fiel y Poderoso, cree en Él y tendrás parte en sus
bienes. Pero si te desanimas, no crees. Todos creemos que Él es Poderoso y que todo es posible
para Él, pero confíale tus propios asuntos, porque también en ti hará signos maravillosos.”
11. Dijo Abba Evagrio Póntico: “El principio de la salvación es el conocimiento de sí mismo.”
12. Dijo también: “Recuerda siempre tu salida (la de esta vida) y no olvides el Juicio Eterno, y no
habrá delito en tu vida.”
13. Dijo Abba Isaías: “Si Dios quiere tener misericordia del alma y ésta se resiste y no acepta, sino
que hace su propia voluntad, le permite padecer lo que no quiere, para que ella después lo busque.”
14. Interrogado el mismo Abba Isaías sobre la avaricia, respondió: “No creer en Dios, que cuida de
ti, desesperar de las Promesas de Dios y amar la jactancia.”
15. Interrogado también sobre la ira, respondió: “Disputa, mentira e ignorancia.”
16. Dijo Abba Juan Colobos: “No puede construirse una casa de arriba hacia abajo, sino desde los
cimientos hasta el techo”. Le dijeron: “¿Qué quiere decir esta palabra?” les respondió: “El fundamento
es el prójimo, al que debéis ganar, y por allí hay que comenzar. De ello dependen todos los
Mandamientos de Cristo.”
17. Se decía de Abba Juan que el precio del trabajo que hacía en la cosecha, lo tomaba y lo llevaba
a Escete, diciendo: “Mis viudas y huérfanas están en Escete.”
18. Iba una vez Abba Macario a Egipto con los hermanos, cuando oyó que un niño decía a su madre:
“Madre, un rico me ama y yo lo odio, y un pobre me odia y yo lo amo.” Lo oyó Abba Macario y se
asombró. Los hermanos le preguntaron: “¿Qué significa esta palabra, padre, que te causa asombro?”
El anciano les dijo: “En verdad, nuestro Señor es rico y nos ama, pero no queremos escucharle;
nuestro enemigo el diablo, es pobre y nos odia, y amamos la impureza.”
19. Dijo Abba Moisés: “Si el hombre no tiene en su corazón que es un pecador, Dios no lo escuchará”.
Le preguntó el hermano: “¿Qué es tener en el corazón que se es un pecador?” le dijo el anciano: “Si
uno lleva sus pecados, no mira los del prójimo.”
20. Preguntó el hermano a Abba Moisés: “¿En todo trabajo del hombre, qué es lo que lo ayuda?”
dijo el anciano: “Dios es el que ayuda. Pues está escrito: Dios es nuestro refugio y fortaleza en las
tribulaciones que nos afligen grandemente.”
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21. Dijo Abba Matoes: “Cuanto más se acerca el hombre a Dios, tanto más se reconoce pecador.
Isaías, el Profeta, al ver a Dios se decía a sí mismo miserable e impuro.”
22. Un soldado preguntó a Abba Míos si Dios acepta la penitencia. Él, después de adoctrinarlo con
muchas palabras le dijo: “Dime querido, si se rasga tu manto, ¿lo tiras?”. “No”, respondió, “sino que
lo coso y lo uso”. Le dijo el anciano: “Si tú perdonas al manto; ¿Dios no perdonará a su criatura?”
23. Pasó una vez Abba Macario cuatro meses visitando diariamente a un hermano y ni una sola vez
lo encontró fuera de la oración, y admirado dijo: “He aquí un Ángel terrestre.”
24. Dijo Abba Nilo: “La oración es el remedio de la tristeza y de la angustia.”
25. Dijo también: “No quieras administrar tus cosas como te parezca a ti sino como place a Dios y
estarás libre de preocupaciones y agradecido en tu oración.”
26. Dijo Abba Nesteros: “Aquello hacia lo que ves que aspira tu alma, según Dios, eso pon por obra,
y guarda tu corazón.”
27. Dijo Abba Pastor: “No vivas en un lugar donde veas que alguien tiene envidia de ti, pues si lo
haces así, no progresarás.”
28. Dijo también: “La experiencia es una cosa buena, pues ella enseña al hombre a ser paciente.”
29. Dijo también: “Estas tres virtudes: la vigilancia, el conocimiento de sí mismo y el discernimiento,
son las guías del alma.”
30. Dijo también: “La distracción es el principio de los males.”
31. Uno de los ancianos interrogó a Amma Teodora: “¿Cómo resucitaremos en la resurrección de
los muertos?” Ella le respondió: “Tenemos como prenda, ejemplo y primicias al que resucitó por
nosotros, Cristo nuestro Dios.
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Es un tema del cual se escribe muy poco y casi nada en las iglesias evangélicas modernas, es
ignorado por un gran conglomerado de cristianos actuales, y el tema es muy conservado en iglesias
históricas de tradición ortodoxa, iglesias católicas. Incluso, muchas iglesias luteranas afirman que el
uso de este término dentro de la iglesia es romanismo, descalificando así su uso determinado, con
el único fin intencional de oscurecer y dar prioridad a un sistema de gobierno eclesiástico congrega-
cional norteamericano. Pero en fin, ¿cómo expresamos su sentido? ¿Qué es el obispado? El obispo
es la máxima jerarquía, autoridad, para el servicio de la iglesia desde Cristo hasta nuestros tempos,
más que todo en iglesias cristianas conservadoras que mantienen la ortodoxia, estableciendo este
orden episcopal dentro de la iglesia cristiana naciente de los apóstoles de JESUCRISTO. La biblia
como fuente, en el libro de Hechos de los apóstoles, da muchos indicios de este tema: se consagra-
ban obispos, se ordenaban presbíteros y diáconos, como de igual manera las cartas apostólicas dan
referencia de los requisitos que tendrían que cumplir cada uno de ellos en su rol episcopal.
No era que se nombraban solos, o que el Espíritu se los revelaba, eran enseñados en la doctrina
cristiana por un tiempo muy prudencial y en observación con su conducta al servicio dentro de la
iglesia, tomando en cuenta la obediencia y sumisión a Cristo dentro de este orden episcopal. Las
cartas pastorales de Tito y Timoteo, son cartas de exploración para este tan importante don ministerial
dado por Cristo a su santa iglesia. Los obispos solo eran consagrados por un apóstol, cualquiera de
los doce apóstoles del Señor, después de morir estos, se consagraba por imposición de manos de
tres obispos. Los diáconos y presbíteros eran ordenados por un obispo siguiendo de forma precisa
la tradición apostólica. De esta tradición encontramos mucho como segunda fuente en la historia de
la iglesia y también en los primeros escritos de los padres de la iglesia, por ejemplo: san Ignacio y
san Policarpo, los cuales recomiendo de manera interesada escudriñar, claro está, que los cristianos
modernos de hoy en día ignoran este proceso de formación y reconocimiento.
Este desconocimiento histórico, lleva al pueblo a caer en organizaciones de gobierno congrega-
cional. No obstante, también está muy claro el desacato a un obispo que no actúe conforma a la
doctrina cristiana, en pecadores excesivos, en herejías, entre otros. La Didajé así lo confirma. Pero,
como expresó san Pablo: el que anhela el obispado buena obra desea. Veamos pues, cuál es la fun-
ción de un obispo, un breve resumen de acuerdo a la biblia, la historia y la patrística, su trabajo y
compromiso delante de Dios y su iglesia para pastorear la grey.
1. Ensenar la verdadera fe, su mayor responsabilidad en predicar el evangelio con palabras y
hechos, en resumen: la fe enseñada por los apóstoles del señor en su tradición oral y escrita, defen-
diendo esto incluso con su propia vida. Le venida de Cristo en un pesebre, su nacimiento virginal
que está lleno de misterios y profecías antiguo testamentarias, cumplidas en el unigénito hijo del
Padre, las dos naturalezas de Cristo, la unión hipostática. Misterio de la piedad como dijo san Pablo:
Dios se manifestó en carne. Doctrinas enseñadas por Cristo, bautismo y santa comunión: el pan de
vida, alimento espiritual para el hombre nuevo nacido del agua y el Espíritu. El pan de la inmortalidad,
como lo dijo nuestro Señor Jesucristo: el que coma de este pan vivirá para siempre.
La salvación por los medios de gracia, confesión y absolución de los pecados: a quienes les per-
El Oficio de Obispo
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donen los pecados les serán perdonados; los sacramentos para mejor identificación, los credos y
confesiones de la santa iglesia militante, los cuales son de manera clara y precisa una declaración
de la fe en resumen de las doctrinas apostólicas: esto creemos y enseñamos, doctrinas de ética,
moral y espiritualidad, la ascensión del hijo de Dios después de su gloriosa resurrección y la venida
nuevamente a la tierra para establecer su reino sempiterno.
2. Defender, la apología de la fe, contra aquellos que con afán y esmero predican doctrinas con-
trarias a las enseñanzas apostólicas, algunas reveladas supuestamente pero de origen oscuro pro-
ceder, contrarias al evangelio. San Pablo las definió como doctrinas de demonios, que empañan la
mente de sus oyentes para mantenerlos en profunda oscuridad.
3. Mantener el orden dentro de su congregación, litúrgico y congregacional, ordenar presbíteros
y diáconos, cargos correspondientes dentro de las diócesis, disciplina y excomunión en casos graves
de que alguien se desvíe de la fe.
Me atrevo a exponer sin más demora algunas fuentes que nos traen luz y concordia con respecto
al tema.
Fuentes Bíblicas.
Palabra fiel es esta, si alguno desea el obispado buena obra desea hacer, un obispo debe ser
pues irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario,
apto para ensenar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso.
1 Pedro 5:1-4. Por tanto, a los ancianos (obispos) entre vosotros exhorto yo, anciano como ellos y
testigo de los padecimientos de Cristo, y también participe de la gloria que ha de ser revelada: pas-
torea el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente como
quiere Dios, no por la avaricia del dinero sino como sincero deseo; tampoco como teniendo señorío
sobre los que os han sido confiados, más bien siendo un buen ejemplo del rebaño. Tito 2:5-9. Por
esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, designaras ancianos (obispos
en otras versiones de la biblia), en cada ciudad como te mandé, esto es; si alguno es irreprensible
marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía, el
obispo debe ser irreprensible como administrador de Dios, no obstinado ni iracundo, no dado a la
bebida, no pendenciero, no amante de ganancias deshonestas. Hechos 20:28-32.
Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu os ha hecho obispos
para pastorear la iglesia de Dios, la cual el compró con su propia sangre. Vendrán lobos feroces
entre vosotros que no perdonarán el rebaño, y que de vosotros mismos se levantarán algunos ha-
blando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos. 1 Tesalonicenses 5:12-13; pero os
rogamos hermanos que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en
el Señor y os instruyen, y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo,
vivid en paz los unos con los otros.
Fuentes Patrísticas.
San Ignacio muerió en el año 108 dC. Obispo consagrado en Antioquia, discípulo de los apóstoles
del Señor, sus cartas están llenas de declaraciones referentes al obispado y su función de obispos,
presbíteros y diáconos, el orden como se manejaba y los conceptos determinantes y reconocimiento
a estos guías representantes de Dios. Según la bella expresión de San Ignacio de Antioquía, el
Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 27
obispo es typos tou Patrós, es imagen viva de Dios Padre (Epistula ad Trallianos 3,1; Id. Epistula ad
Magnesios 6.1). Puesto que tuve el honor de verlos en la persona de Damas, nuestro Obispo digno
de Dios, y de Basso y Apolonio, nuestros dignos presbíteros, y del diacono Zion, mi compañero de
esclavitud, de quien me gustaría gozar porque obedece al obispo como a don de Dios y al presbítero
como a la ley de Jesucristo. Si te das cuenta, ya desde Jesucristo y en el primer y segundo siglo, la
existencia del gobierno eclesiástico episcopal cuyo ejemplo se siguió por todas las iglesias cristianas
antiguas. Sin el orden, solo desorden.
Fuentes Históricas.
La confesión de Augsburgo, época de la reforma de la iglesia, nos da la referencia del ministerio
de los obispos según el mandato divino: consiste en predicar el evangelio, perdonar los pecados,
buscar las doctrinas contrarias al evangelio, excluir de la congregación cristiana a los impíos, cuya
conducta impía sea manifiesta, sin usar el poder humano, sino por la palabra de Dios. Por esta razón
los párrocos y la iglesia tienen la obligación de obedecer a los obispos de acuerdo a la palabra de
Cristo en Lucas 3:16: “El que a vosotros oye a mi me oye.” Cuando los obispos hagan lo contrario
no los obedezcan.
Por lo tanto, el trabajo consiste en predicar los credos y confesiones, los sacramentos, ley y
evangelio, doctrinas Cristianas, entre otras, pero si está enseñando otras cosas no los escuchen, no
los obedezcan, están apartados. ¡El obispado no es para predicar la nueva era! Misticismo, empi-
rismo, reiki, psicología, parapsicología, ciencias humanas, angeología, nuestra responsabilidad es
Cristo y mas Cristo, aunque conocer de todo es positivo y rentable cuando de saber se considere,
pero la misión es el evangelio y esto es un privilegio y una virtud dada a los hombres por el Espíritu
Santo, esto no es un título para hacer y deshacer, para ponerlo en la pared y darnos gloria en el or-
gullo egoísta de la naturaleza humana, para hacer negocios rentables, para tener posición en la so-
ciedad capitalista, para darnos publicidad, para proteger nuestros intereses.
Nuestro testimonio es Cristo en vosotros, todo lo mencionado se puede hacer sin ser obispo, la
responsabilidad dada es defender el reino de Dios, enseñar la fe, practicar la fe, servir los sagrados
misterio, los medios de gracia, establecer el orden disciplinario, la responsabilidad apostólica, el valor
del sacrificio; mártires de la fe, que defienden con su propia sangre la verdadera fe, a pesar de tor-
turas, persecuciones y muerte; mártires de Cristo, no retractarse de la fe dejada por Cristo. Segui-
dores de Cristo. Puesto los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe.
El sumo sacerdote es el ejemplo a seguir, modelo de todos los obispos. Tal vez ya en cortas pa-
labras puedes enterarte del trabajo de los obispos y sus responsabilidades por lo cual merecen res-
peto y consideración según los escritos, aprecio y valor otorgado por la misma escritura. No obstante
no es el razonamiento humano ni las interpretaciones alegóricas y dogmáticas las que definen el
orden en la iglesia. Son el Espíritu Santo y la palabra viva de Dios los determinantes de la conducta
del cuerpo de Cristo. La razón humana es delirante y lleva a divisiones y prejuicios.
Es mi deseo que estas pocas palabras despierten su deseo por conocer más sobre el oficio de
los obispos y con ello, el orden determinado por Dios para su verdadera iglesia: el orden episcopal.
Saludos y ricas bendiciones.
Mons. David J. Carrasco V.
Obispo Iglesia Católica Luterana de Venezuela.
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  • 2. Vanguardia Luterana. Revista de publicación cuatrimestral, tiene por finalidad difundir estudios e investigaciones en el campo de las ciencias vinculadas con la teología y la religión comparada desde la perspectiva bíblica. Las posiciones de los autores reseñadas en esta publicación, no reflejan necesariamente los puntos de vista oficiales de Vanguardia Luterana. Publicaciones en abril, agosto y diciembre. Contacto: vanguardia1517@gmail.com Editor: † Dr. José Gregorio Rivas Redacción: Dra. Mery del Valle Escalona Rangel Diagramación: † Dr. José Gregorio Rivas. Imagen portada: Evagrio Póntico (345-399). Patrono de la Escuela de Exorcismo y Liberaión de la República Argentina. Revista Vanguardia Luterana República Bolivariana de Venezuela Barquisimeto estado Lara. E mail: vanguardia1517@gmail.com © 2021 AIELIH HECHO EL DEPÓSITO DE LEY Depósito Legal: LA2021000294 Esta obra está bajo Licencia Creative Commons. Reconocimiento-No Comercial-Compartirigual 4.0 Internacional.
  • 3. Pág. 4 5 12 13 25 Contenido Gracias a Dios por su don inefables. La lucha y la victoria de la fe cristiana. Oración del Pastor. Devocional para el crecimiento espiritual. El oficio de obispo.
  • 4. 4 “¡Gracias a Dios por su 2 Corintios 9.15 Don Inefable!” L a fe es el más preciado don que alguien pueda recibir de Dios. La fe le permite a los cristianos tener una actitud positiva con respecto a la vida, y la bendita seguridad de pasar toda la eternidad con Dios. “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9.15). L a fe intensifica las alegrías de la vida. Por medio del don de la fe, Dios, en su gracia, trae luz a la vida de sus hijos. Por medio del don de la fe, Dios capacita a los seguidores de Jesús para vencer las dificultades, los obstáculos, la persecución, y aun la muerte. P ermite que Dios fortalezca tu fe por medio de su palabra vivificante. Lee el gran capítulo de la “fe” de la Biblia, Hebreos 11. Extracto de texto tomado de Revista Buenas Noticias, N° 9, p. 12 Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6
  • 5. Introducción: La tempestad en el mar pone a prueba la fe de los discípulos. En este Evangelio oímos como los queridos discípulos pasan por momentos de gran temor y angustia por seguir a su Señor cuando este entra en una barca y se hace a la mar. Tenemos aquí un ejemplo particularmente claro para la doctrina de la fe tal como nosotros la enseñamos. Esta enseñanza va dirigida sólo a las almas piadosas, no a los impíos; porque “no es de todos la fe” (2 Tesalonicenses 3:2), y pocos son los que saben algo de ella. Vemos, pues, que los discípulos son sorprendidos por una fuerte tempestad; este acontecimiento pone a prueba su fe, para que se vea cuán fuerte es, o cuán débil es. Eso sí: ¡antes de entrar en la barca eran capaces de trasladar montes! Su corazón, su cuerpo entero estaba lleno de fe. De igual manera, todo el mundo está lleno de fe y lleno de confianza, por eso la gente también es tan terca y tan atrevida. Pero cuando empieza a levantarse el viento, y cuando las olas comienzan a cubrir la barca, se ve que esa fe tan fuerte no era más que una engañosa ilusión. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 5 La Lucha y la Victoria de la Fe Cristiana Sermón para el 4° Domingo después de Epifanía Dr. Martín Lutero 30 de enero de 1530 Texto: Mateo 8:23-26: “Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.”
  • 6. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 6 Y ¿qué dice el Señor a sus discípulos en estas circunstancias? No les dice que no tienen ninguna fe, sino que tienen una fe débil. Pues si su fe hubiera sido fuerte, no se habría inmutado ante las olas que cubrían la barca ni ante la tempestad que rugía: no habría visto más que vida, felicidad y bonanza. Una fe fuerte habría pensado: “Aun cuando la barca se fuese a perder en el fondo del mar, sin embargo se encuentra en ella Aquél que puede hacer de las aguas una bóveda, de modo que no habrán de aplastarnos. ¿Acaso no hizo de las aguas un muro cuando condujo a los israelitas a través del Mar Rojo? Poco tiempo le llevó preparar los ladrillos y agregar la cal para fabricarnos de las aguas del mar un muro protector.” Repito: si hubiesen tenido una fe fuerte, tales habrían sido sus pensamientos. Pero su fe era débil, porque claman: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” En su corazón no queda más que una pequeña centella de fe, una centellita que vive en su corazón y reconoce en Cristo a su Salvador. Pero contra esta centellita se levanta el viento y las olas, la muerte y la tempestad. Y como ves, esa centellita en el corazón tiene que hacer frente a la inmensidad del mar. Por cierto, los vientos y las olas bien pronto apagan el montoncito de brasas. Si el Señor no se hubiese levantado y no hubiese fortalecido esa pobre y débil fe, los discípulos habrían estado perdidos. 1. El Único auxilio en la tribulación es la fe en la palabra. Esa fe puesta a prueba, se asemeja mucho a la desesperación. De este ejemplo de la fe, los alumnos de la fe pueden aprender unas cuantas cosas. En primer lugar puedes observar lo siguiente: Cuando llega el momento en que la fe debe demostrar la fuerza que tiene, resulta ser la cosa más débil que existe. Pues entonces cunde la desesperación, y el creyente experimenta lo que experimentaron los discípulos en nuestro Evangelio: ellos tienen fe, y su fe desempeña también lo que es su obra y función específica, a saber: no desesperar, no dejar de confiar en el Señor. Pero luego cae sobre los discípulos una incapacidad tal de creer que ya no sienten en su corazón otra cosa que incredulidad y desesperación. No obstante, por fuerte que parezca ser la desesperación, la fe subsiste, aunque se asemeja más bien a la incredulidad. A esto llamamos pues la “fuerza” y el “poder” de la fe: cuando es tan pequeña, y sin embargo da tan grandes resultados. Así ocurre también en las tentaciones y tribulaciones nuestras, cuando nos acosan el diablo y la muerte, y por cierto también el turco con sus fuerzas aterradoras. Todos ellos se levantan cual verdaderos gigantes contra la débil centella de la fe que vive en nuestro corazón. Y no obstante, esa fe pequeña y débil, que es más bien incredulidad y desesperación, adquirirá una fuerza tal que derribará a aquel gigante. Así es como la fe alcanza la victoria, según lo demuestra el ejemplo de los discípulos de Cristo: ni bien vino el Señor y dio su orden a los vientos, la tempestad estaba vencida. También la fe pequeña obtiene la victoria, si se ase de la palabra. ¿Qué factor es el que confiere a la fe tal fuerza, siendo que esa fe débil se parece más a incredulidad y desesperación? No hay otro factor que este: que la fe, con todo lo débil que es, se ase del Señor y de su palabra. Los discípulos no empuñan los remos, no se ponen a achicar el agua que entró en la barca, ni hacen otro esfuerzo alguno; saben que todo sería en vano. No; simplemente se agarran de esta palabra que es expresión del poder divino, y exclaman: “¡Señor, ayúdanos!” Y aunque le llaman por este nombre, en el momento todavía no ven que él es el Ayudador, sino que solamente han oído que lo es. Creen, por lo tanto, conforme a lo que han oído. ¡Y éste es nuestro triunfo! De otra manera, no tendríamos la más remota posibilidad de vencer a Satanás, ni aun tratándose del pecado más leve. Pero por cuanto la fe se aferra a la palabra que ha oído -aunque fuese una fe pequeñísima, una centella nada más- el viento tiene que cesar, y el mar tiene que entrar en calma.
  • 7. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 7 Lo mismo sucede cuando nos aprieta nuestro pecado: viene entonces Satanás y convierte el más pequeño desliz en una transgresión tremenda. Es capaz de infundirle a uno tanto miedo, de cargarle tanto la conciencia, de pintarle con colores tan horribles el infierno y el juicio, que uno cree tener que caer en desesperación. Y es imposible que el cristiano pueda hacer frente siquiera al pecado más pequeño. Lo sabemos por propia experiencia: antes, cuando al celebrar misa levantábamos el cáliz a la boca, y de pronto nos atragantábamos con una gota de vino, ¡qué pecado enorme que era esto! Si llevábamos el cáliz a los labios, y en esto incurríamos en una falta de esa naturaleza, tan insignificante que no debiera haber pesado más que una partícula de polvo -¡sin embargo, con cosas así, Satanás le puede abrir a uno el infierno y cerrarle el cielo! Así lo hace también con otras faltas que en sí son nimiedades. Y nadie puede resistir con sus propias fuerzas a estas maquinaciones satánicas. Pero aunque la fe tiembla y se agita, se atiene no obstante a la palabra de Cristo de que él es nuestro Auxiliador. Una vez que la fe logró asirse de la palabra, el pecado tiene que darse por vencido, por virtud de la palabra. Es verdad, Satanás zarandea nuestra fe y la quiere meter dentro de un tonel para sacudirla. Pero si la fe se toma fuertemente de la palabra, pronto cesan las sacudidas, porque viene Cristo y reprende a los vientos y al mar. Esta historia aplícala tranquilamente a todas las tentaciones y tribulaciones donde tu fe se ve expuesta a duras pruebas. Si nuestra conciencia nos dice: "Todo está perdido", el efecto será el mismo que si los discípulos aquellos hubiesen dicho unos a otros: "¿Para qué clamaremos al Señor? Aquí ya no hay nada que hacer." En este caso, seguramente se habrían ahogado todos, y no habría quedado más que Cristo solo; pues entonces, la desesperación de los discípulos se habría hecho completa, y ya no les habría quedado una centellita de fe, porque habrían dejado de aferrarse a la palabra. Por lo tanto: por más débiles que seamos, lo importante es que nos atengamos a la palabra; entonces ninguna tentación será tan fuerte que no la podamos vencer. Y a la inversa: si nos apartamos de la palabra y perdemos este arte que dominaban los discípulos, ningún pecado es tan fútil que no pueda hacernos caer, como dije hace unos momentos al hablar de un pecado que en realidad era una cosa de nada. ¿Qué será cuando vengan aquellos pecados realmente grandes, cuando la conciencia le acuse a uno: "Tú odias a Dios"? Mas cuando uno se prende firmemente de la palabra y cree en el poder y la voluntad de Cristo de ayudarle y se atiene a él, entonces verá: sean los pecados de una enormidad tal que llenan el orbe, no obstante tendrán que desaparecer, y el mar tendrá que volver a la calma. Ésta es nuestra victoria, ahí brilla en todo su esplendor "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efesios 6:17). ¡Cuántos hay que temen que el papa fulmine una excomunión contra ellos! Pero ahí está la palabra de Dios, el evangelio prometido, en que Dios mismo te asegura que te ayudará. Si has agarrado la palabra, tienes en tu mano una espada con que puedes repeler el pecado y la muerte, a Satanás y todos los males. Sólo en la lucha, la fe revela lo que en verdad es. Esto es el primer aspecto de la fe; y el que quiera crecer en ella, tómelo bien en cuenta, para que aprenda a fondo ese difícil arte. Es de notar que la fe tiene dos horas o tiempos distintos. Primero: un tiempo de paz; ahí le va bien, triunfa, domina la situación, no teme a nadie, y disfruta ese envidiable estado de cosas una vez que ha obtenido la victoria y los enemigos han desaparecido. En cambio, en el tiempo de guerra, la fe se parece a la incredulidad y a la desesperación; de modo que en el tiempo de guerra tienes que tomar conciencia de que en tales circunstancias no tienes esa fe que tenías antes, en tiempos de paz. "Ya no puedo creer", dices entonces. No digas así; antes bien, di: Creo, pero débilmente; por el momento estoy en la segunda hora de la fe". Mientras estés
  • 8. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 8 en la primera hora, donde reina la seguridad, dale las gracias a Dios que te la concedió, y aprovéchala bien. En la segunda hora empero di: "Es verdad, siento que mi fe se parece mucho a la incredulidad; más aún, se comporta como si estuviese a punto de caer en desesperación. Pero en realidad, ahora está justamente desempeñando su función específica, que es la de arremeter y luchar contra la muerte, el pecado, la pobreza, contra Satanás y todos los infortunios". Si uno está en la guerra, no sabe de alegrías. Bailar es una cosa, y hacer la guerra, otra. Allá donde reina la paz, no hay señales de tristeza; pero acá, en la guerra, sucede lo contrario: ahí ruge la tempestad y se agita el corazón, y no obstante, no hay motivo para darse por perdido. Nadie desespere, por consiguiente, al sentir que su fe es tan exigua; piense que está en la guerra, y que Satanás y el pecado no le mezquinarán golpes. ¡Tenga los ojos puestos en la palabra, y no permita que nadie se la arrebate! Si persevera en la palabra, la desesperación y la incredulidad y la tempestad tendrán que abandonar el campo de batalla. Ésta es la segunda hora, la hora del duro batallar, la hora en que la fe tiene que entrar plenamente en acción, pues tiene que luchar con la muerte, con el pecado, con el infierno, y tiene que sentir el terrible peso de todos ellos. ¿Qué habría ocurrido si los discípulos en su barca no hubiesen visto ni sentido ninguna tempestad? Su fe no habría luchado, ni tampoco habría vencido. Más donde se pierde la palabra, sucumbe también la fe. Por el contrario: si la fe, por más débil que sea, se aferra a la palabra, ni la desesperación ni el desaliento ni la incredulidad podrán dañarnos. La palabra de Dios es el arma de la fe. Esto lo digo para que honréis y estiméis la palabra exterior como es debido. Vosotros conocéis muy bien aquel arma filosa que llamamos "espada del Espíritu", y el diablo la teme como ninguna otra cosa. Pues innumerables veces fue herido por ella. Donde la ve, prefiere no acercarse. Por esto, su constante afán es arrebatarnos la palabra. Si le quitas al enemigo la espada, fácil es luchar contra él. Si el diablo nos quita la palabra, no somos capaces de vencer ni el más mínimo de los pecados. Esto es el motivo por qué hace surgir facciones en la iglesia del papa; a nosotros mismos empero nos hace negligentes, perezosos y desagradecidos, hace que dejemos de leer y oír la palabra con asiduidad, a fin de que al menos logre desviarnos en lo posible de ella. Mas si la oímos de buena gana si la grabamos en nuestro corazón y hacemos frecuente uso de esta espada, estamos bien protegidos. Si entonces Satanás nos ataca, es suficiente que vea la palabra divina a que recurrimos, y ya emprenderá la retirada. Pues ésta es la única manera como podemos obtener la victoria sobre Satanás: salirle al encuentro con la espada del Espíritu. Esto es imprescindible que lo aprendas. Pues has de saber que nuestro poder y nuestro valor estriban no en nuestras obras, sino en la fe -siempre por supuesto, que conectes tu fe a la palabra que es nuestra santidad y nuestra victoria. 2. La fuerza de la fe radica en Cristo, no en los cristianos. La fe en la palabra, no en el propio sentir, hace que seamos cristianos. Por eso son unos insensatos los que en nuestros días hacen a los cristianos objeto de su crítica diciendo: "Antes, cuando estábamos todavía bajo el papa, vivíamos seguros y tranquilos. Cuando íbamos a misa o participábamos en una procesión, todo era paz; pero ahora todo es rebelión". ¿De esta manera los tontos aquellos se atreven a descubrir dónde están los cristianos? ¡Como si esto fuera algo que se puede juzgar con ojos terrenales! Ni que te pongas todos los "anteojos del mundo lo verás. Por ahí llaman "cristiano" a uno que va vestido de un hábito gris como los monjes; y
  • 9. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 9 posiblemente creas que este tipo de cristianismo sería digno de que te esfuerces por emularlo. Así miden a los cristianos según sus obras y méritos y su coraje. Pero en realidad, el asunto es como aquí en esta barca; dime: ¿dónde ves allí a los cristianos? ¡Todos se llaman discípulos de Cristo, y en efecto lo son; sin embargo, ninguno es capaz de creer! Se necesitan, por lo tanto, otros ojos que los del mundo y todos sus sabios, para poder reconocer a un cristiano como tal. Confesamos: "Creo en la santa iglesia cristiana". Mas lo que se cree, no se ve, dice el apóstol Pablo. En aquella barca, lo que menos parece haber es confianza, y el cristiano tiene todo el aspecto de un incrédulo; ¿o no ves cómo se desesperan los discípulos? Un cristiano no se da cuenta de que es cristiano. Por lo tanto, no te juzgues a ti mismo por lo que sientes o por lo que tu corazón te dice acerca de ti. Antes bien, reconócete como cristiano por haber aceptado la palabra que Dios pronunció. Cristiano eres si oyes con agrado la palabra de Dios y te atienes a ella en la hora de la lucha y del peligro. Tales "cristianos" son aquellos discípulos en la barca: están desanimados, no descubres en ellos nada de arrojo cristiano, sino todo lo contrario si los juzgas por la manera como se comportan. Si a pesar de esto se llaman cristianos, es porque claman: “¡Señor, ayúdanos!" Por eso son cristianos. En esto reside su santidad, su vida, su fortaleza. Todo esto el Señor lo concentró en su propia persona; no debe ser algo inherente en nosotros. Por consiguiente, es una grandísima tontería querer medir al cristiano por lo que aparenta ser por fuera. Es muy loable que observes un buen comportamiento. Sin embargo, dar a las personas una esmerada educación exterior es tarea de los padres y de las autoridades civiles. Pero por esa educación no se es cristiano; se es cristiano por asirse de la palabra. Y ese asirse de la palabra se hace sola y exclusivamente por medio de la fe. Por lo tanto, aunque los cristianos se vean perseguidos por dudas y temores, aunque tengan de sí mismos la impresión de ser incrédulos -no obstante, si se halla en ellos la disposición de prenderse de la palabra y no soltarla, no hay duda alguna de que son cristianos, y cristianos tanto mejores cuanto más se parecen al más desesperado de los mortales. Pues en esta su desesperación se aferran a la palabra por medio y a causa de su propia debilidad. Por esto dice también San Pablo: "De buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo" (2a Corintios 12:9). Pues este poder de Cristo se manifiesta en nuestra debilidad. La fortaleza del cristiano está escondida tras su debilidad. Por consiguiente, la santidad de los cristianos está fundada no en ellos mismos, sino en algo fuera de ellos: en la palabra; nadie, por ende, puede ver que uno es cristiano a menos que él mismo lo sea. Ciertamente, no hay hombre en la tierra que pueda ver si una persona se aferra a la palabra. Podrá ver que estoy sacudido por mil temores, o que estoy lleno de alegría; pero mi agitación no le dice nada en cuanto a mi adhesión o no adhesión a la palabra. El ser un cristiano es, pues, algo invisible y oculto; lo pueden discernir sólo aquellos que tienen fe. Digo esto para que no caigáis en desesperación al notar que entre los cristianos se halla tanta debilidad. El ideal que quisieran ver realizado precisamente los mejores de entre los hombres es que la cristiandad viva en un estado de perfección tal que ya no se pueda descubrir en ella ningún vestigio de maldad. No; un hombre como tú te lo imaginas, no existe; no puede existir mientras pese sobre él Satanás, su propia carne y el mundo. Claro: poco te cuesta querer medir a la gente según lo que tú mismo haces y eres, si tú no tienes que padecer las tribulaciones y tentaciones que padecen otros.
  • 10. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 10 Así que: en lugar de mirar a los demás, trate cada cual de aprender personalmente el arte y oficio de la fe, para que sepa: aun cuando esté a punto de desesperar, la fe todavía no ha desaparecido del todo. Antes bien, aférrese entonces a la palabra de que Cristo es el Ayudador. La exclamación: "¡Perecemos!", esa palabra de la desesperación, no la podremos erradicar; pero tampoco estará ausente la palabra de la fe: "¡Ayudador, ayúdanos!" Así, con la primera palabra que dice, el cristiano habla como un incrédulo acobardado; pero también dice la segunda palabra: "¡Señor, ayúdame!" La dirá en gran debilidad, es cierto; pero tanto más fuertemente se adherirá a la promesa de ayuda. Así, pues, la palabra de Dios puede más que el diablo, el cual es el culpable de que el hombre caiga en desesperación. Lo que a juicio del mundo es lo más fuerte, tiene que irse al fondo, y lo que es más débil, tiene que ir arriba del todo. Ésta es una predicación para cristianos. 3. La fe necesariamente está expuesta a conflictos. Donde está Cristo y su evangelio, aparecen disturbios. El segundo factor que debe llamar nuestra seria atención es el hecho de que la tempestad se levanta en el momento preciso en que Cristo y sus discípulos se hacen a la mar. Antes reinaba la calma. Quiere decir entonces que cuando Cristo entra en el mar, éste se embravece. Nuestros sabidillos afirman: "Desde que comenzó vuestra predicación del evangelio, comenzaron también los disturbios. Si pudiéramos restablecer el orden anterior, con mucho gusto lo haríamos." ¡De modo que el evangelio tiene la culpa de que los hombres sean malos y de que haya tantos que se apartan de la palabra y confían en iluminaciones interiores! Nada mejor que la historia de la tempestad en el mar para desvirtuar tales infundios. Es verdad: antes, todo el mundo vivía tranquilo; pero cuando viene Cristo, comienza la tempestad. Luego: si nosotros nos retractáramos, todo el mundo volvería a vivir tranquilo. Pero el asunto es muy distinto: Cuando el evangelio penetra en el mundo, Satanás se opone a que sea oído, e instiga al papa y a todos los príncipes a combatirlo. ¿De quién es la culpa? Del evangelio, dicen. ¡Que el diablo te rompa la cabeza! Es justamente al revés: si aceptasen el evangelio, y nadie se le opusiese, seguiría reinando la paz. El evangelio no hace violencia a los hijos buenos, sólo censura a los malos. No esgrime la asnada, sino que deja todas las cosas en la tierra en su lugar. Su ataque se dirige exclusivamente contra el Satanás que habita en tu corazón: y su deseo es instruirte en la verdad. Por consiguiente, la culpa de que estallen conflictos es tuya, y sin embargo se la achacan al evangelio. Quieras o no, tienes que admitir que el evangelio no te hace ningún daño. Con el mismo derecho podría decir también un ladrón: "¿Por eme me llevan a la horca? Si no fuera por el verdugo, yo podría seguir viviendo lo más tranquilo". Ah sí amigo mío: si se te permitiera robar y cometer otras fechorías, y luego se prohibiera al juez y al verdugo atraparte, esto sí que te gustaría. "Si éstos no me hubiesen atrapado", dices, "yo no estaría ahora en la horca; así que la culpa la tienen ellos." No; la culpa la tienes tú cuando desobedeces a los padres y a las autoridades. Igualmente, cuando al evangelio censura tu incredulidad y quiere purificar tu corazón, y tú no quieres aceptar la censura y la purificación, la culpa es tuya. En contra de tales bocas blasfemadoras que atribuyen al evangelio la culpa por lo que está sucediendo, Cristo dice por lo tanto una palabra que debes tomar muy a pechos. Ellos gritan: "El mar está en calma hasta que viene Cristo". Él en cambio declara: "No he venido para traer paz, sino espada y fuego". Cualquier bellaco quisiera que se pasen por alto sus acciones vituperables; pero entonces uno
  • 11. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 11 devoraría al otro. No es por lo tanto culpa de Cristo si se levanta el viento; al contrario: Cristo duerme, así que la furia del viento no se le debe atribuir a él; él ni siquiera mueve un dedo. El que levanta la tempestad es Satanás, enemigo de la barca y enemigo del que navega en ella. El tumulto de la batalla, va por cuenta del mundo, no de Cristo. Podría objetarse además: "Y bien, ¿quién mandó a los discípulos a entrar en la barca?" Me dicen que hay marineros que no permiten a ninguno de los que van a bordo llevar consigo una reliquia o el Evangelio de San Juan; se lo quitan y lo tiran al mar. No quieren saber nada de objetos sagrados, porque temen que les puedan traer mala suerte. ¿Era esto lo que debían hacer en aquel momento los discípulos: al levantarse la tempestad, echarle la culpa al único justo que iba a bordo, y arrojarle a las aguas, como hicieron en su tiempo con Jonás? Por lo tanto: que el mar esté tan enfurecido, no es culpa de Cristo ni de los discípulos; es tu odio y tu envidia los que causan tal fragor, por cuanto no quieres tolerar el evangelio y lo persigues. ¡Y a pesar de todo, le das la culpa a Cristo y a sus discípulos en vez de dársela a Satanás que te mueve a actuar como lo estás haciendo! Igualmente se dice hoy en día: "¡Cuánta desgracia causó el evangelio! Si no lo hubiesen predicado, todavía estaríamos viviendo en paz." ¡De ninguna manera! La culpa es de Satanás y tuya, no del evangelio. El evangelio de por sí es un mensaje de paz, que nos enseña todo lo bueno. Así podrías decir también a tu prójimo, cuando al robarle sus bienes eres sorprendido por él: "¿Por qué no te vas a dormir en vez de molestarme, y me dejas robarte en paz?" ¡Linda paz sería ésta! Apréndelo bien: es culpa de ellos mismos lo que los impíos le echan en cara al evangelio. ¿Te callas tú cuando viene un ladrón y violenta la cerradura del cajón de tu mesa y de tu cofre, y cuando te hace frente y te increpa porque sin culpa suya le estás armando un escándalo? El mar está en calma hasta que viene Cristo. Pero si se presenta la tempestad, con toda seguridad se presentará también Cristo sobre el mar. Y si él se presenta, la consecuencia infalible es que los vientos y el mar le obedecen, aunque te vuelvas loco con tu boca blasfema. El evangelio perdurará y vencerá al viento y a la tempestad. Conclusión y resumen. De este modo has oído en primer lugar que no debes juzgar tu fe por lo que sientes dentro de ti, sino que debes asirte de la palabra. En segundo lugar, que nadie debe escandalizarse cuando la situación se torna turbulenta, como si esto pudiera evitarse ante la realidad del Cristo presente. La culpa no la tiene Cristo, sino el mundo; cuando el evangelio y Cristo entran en contacto con el mundo, el mar se embravece. Por otra parte, cuando Cristo se hace presente, y con él la tempestad, nosotros perdemos el ánimo, y no obtendremos la victoria a menos que nos aferremos a la palabra e invoquemos a Cristo como Señor y Ayudador.
  • 12. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 Señor Dios, Padre celestial, yo se muy bien que no soy digno de desempeñar la honrosa tarea de anunciar tu gloria y pastorear tu grey. Pero como Tú mismo me has puesto por pastor y maestro de tu santa Palabra, y como el pueblo tiene tanta necesidad de ser enseñado e instruido, se Tú mi ayudador y envíame tus santos ángeles para que me acompañen. Y si es tu voluntad que mediante mis servicios se logre algo, no para mi propia alabanza ni la de algún otro hombre, sino para goria tuya, entonces concédeme por tu gracia y misericordia el cabal entendimiento de tu Palabra y el firme abhelo de cumplir tu voluntad, ¡Oh Jesucristo! Hijo del Dios viviente. Pastor y obispo de nuestras almas! Envíame tu Espíritu Santo para que Él me asista en mi cometido y obre en mí, así el querer como el obrar, mediante tu divino poder. Amén. Dr. Martín Lutero. Oración del Pastor
  • 13. Devocional para el crecimiento espiritual Con el oído atento a los padres y madres del desierto Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 13 Bien sentencia un Maestro Espiritual: “Quien niega el Desierto en su vida, transforma toda su vida en Desierto”; por ello valoramos los siglos de trabajo interior de tantas Madres y Padres del Desierto que en los primeros cuatro siglos del cristianismo se retiraron al Desierto literalmente, para buscar el fluir de la vida. Buscaron las aguas y la luz en medio de lo seco. Cada experiencia nuestra en los momentos de Desierto de la vida, han requerido ser cruzados. Evitándolos, solo más Desierto espera. Los presentes Apotegmas – sentencias de las Madres y los Padres del Desierto de los primeros siglos -no agotan todos los que de su boca han salido y que trascendieron a través de sus discípulos y discípulas; he tomado algunos para que, con los oídos bien abiertos, nosotros podamos escucharlos y escucharnos. Este Devocional –fruto de mi experiencia de más de treinta años como Director Espiritual- se propone ser una guía de todo un mes, pues contiene Apotegmas ordenados en cuatro semanas, acompañados de oraciones/meditaciones, a los efectos de ocupar todos los días con un Dicho diferente y una orientación especial. De este modo, cada uno de nosotros puede concluir un mes con el texto ordenado por semana y luego tener otro mes con sentencias referidas por el número de su día. En este segundo caso, no hay oraciones orientativas, para poder motivar en cada uno de nosotros la reflexión personal luego de haber compartido juntos, algunas breves meditaciones/oraciones de aquellas sentencias ubicadas en los primeros treinta y un días, separadas en cuatro semanas. Si Usted se siente atraído por alguna palabra que brota de los Dichos de las Madres y los Padres o por alguno de sus Apotegmas en particular, de modo que desea meditarlo o reflexionarlo más de un día, no dude en hacerlo, con la certeza de que es una moción –una invitación en el lenguaje espiritual– del Santo Espíritu que le convida con un mensaje especial para iluminar esos días o alguna situación particular o familiar que Usted está viviendo. Luego, continúe en el día que corresponda del texto distribuido por semana, o el número del día correspondiente en el otro texto; ya tendrá oportunidad de retomar aquellos Dichos que no meditó aún, al comenzar un nuevo mes. Así, este texto se vuelve de un gran valor espiritual pues le acompañará todo el tiempo que desee. He elegido a estos antiguos Maestros y Maestras, pues le pertenecen a todo el cristianismo y no a una denominación en particular. Son tesoro de toda la Iglesia Cristiana, que los redescubre en el presente y revalora su medicinal valor para el cuerpo, la mente y el espíritu, es decir para la armonía, para la Hesyquia. Que DIOS les bendiga ricamente. Arzobispo Primado Dr. +++Manuel Adolfo Acuña Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes Hispanoparlantes
  • 14. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 14 Primera Semana Lunes: Abba Antonio Alguien preguntó a Antonio: “¿Cómo debo actuar para agradar a Dios?” El anciano respondió: “Escucha lo que voy a recomendarte: donde fueres, ten los ojos puestos en Dios; aquello que hagas o digas, que sea según el testimonio de las Santas Escrituras; de cualquier lugar en que mores, no te apartes fácilmente. Respeta estos tres preceptos y te salvarás.” Señor, que busque siempre agradarte con toda mi mente, con toda mi alma, y con todo mi ser. Martes: Abba Aquiles Tres ancianos de los cuales uno gozaba de mala reputación, fueron un día a visitar al Abba Aquiles. Uno de ellos le pidió: “Padre, hazme una red”. “No te haré” respondió él. El segundo dijo entonces: “Hazla, por favor, a fin de que tengamos un recuerdo tuyo en el monasterio”. Pero él le dijo: “No tengo tiempo”. Entonces el tercero, aquel que tenía mala reputación pidió. “Hazme una red, a fin de que tenga alguna cosa de tus manos, Padre.” El Abba Aquiles le respondió al instante: “Para ti voy a hacerla.” Entonces en privado, los otros Ancianos le dijeron: “¿Por qué no quisiste hacer para nosotros lo que te pedimos, mientras que a éste le respondiste para ti voy a hacerla?” El anciano les dio la respuesta: “Yo os dije que no la haría y vosotros no os habéis disgustado, aceptando que yo no tenía tiempo. Pero si yo no lo hacía para éste, él diría: El anciano escuchó hablar de mi pecado, por ese motivo él no quiere hacerlo. Entonces hubiéramos roto el lazo. De este modo, yo reanimé su alma a fin de que no zozobre en la tristeza.” Señor, dame la gracia de ser misericordioso con todos Miércoles: Abba Bessarion Un hermano que había pecado, fue expulsado de la Iglesia por el sacerdote. Abba Bessarion se levantó y, saliendo con él dijo: “También yo soy un pecador.” Señor, que el conocimiento de mí mism@ haga crecer en mi la humildad que te agrada. Jueves: Abba Efrén Otra vez, en tanto Efrén marchaba por el camino, una cortesana, por sugestión del alguien, trató de conducirlo con sus adulaciones, a un comercio vergonzoso, o bien a la cólera, ya que no se lo había visto jamás irritado. Él la invitó: “Sígueme”. Llegados a un lugar muy frecuentado le dijo: “Ven y en este lugar, hagamos lo que tú deseas.” Pero ella, mirando la multitud, le respondió: “¿Cómo podemos hacer esto en presencia de tanta
  • 15. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 15 gente, sin tener vergüenza?” “Si enrojecemos ante los hombres, ¡Cuánto más debemos enrojecer ante Dios, que sabe lo que se oculta en las tinieblas!” Ella, trastornada, se retiró sin decir nada. Padre/Madre, a Ti nada te es oculto. Te pido: Ayúdame a agradarte en cada acción. Viernes: San Epifanio Obispo de Chipre Un día, San Epifanio envió a buscar al Abba Hilarion para hacerle este pedido: “Veámonos antes de abandonar nuestros cuerpos” y cuando aquel llegó, ambos se alegraron. Durante la comida se sirvió ave. Entonces el anciano le dijo: “Perdóname, pero después de recibir los hábitos no he vuelto a comer carne inmolada.” El Obispo le respondió entonces. “Yo, después que tomé los hábitos, jamás permití a nadie dormirse con un agravio contra mí, ni me acosté jamás con un agravio contra alguien”. El anciano le dijo: “Perdóname, tu manera de vivir es mejor que la mía.” Dios, dame la gracia de saber perdonarme y de saber perdonar. Sábado: Abba Gregorio, el Teólogo Dijo Abba Gregorio: “He aquí las tres cosas que Dios exige de todo bautizado: de su corazón una fe firme, de su lengua la verdad, de su cuerpo la temperancia.” Señor, que tu Espíritu santo me haga la persona que quieres que yo sea. Domingo: Abba Hiperequios Dijo además: “Vale más comer carne y beber vino que devorar la carne de los hermanos en la calumnia.” Señor, aparte de mí todo espíritu de mentira. Segunda Semana Lunes: Abba Isidoro, el Sacerdote Él afirmó además: “Es necesario que los discípulos amen como a padres y teman como a jefes a quienes son verdaderamente sus maestros, sin abandonar el temor por causa del amor y sin oscurecer el amor, por causa del temor.” Madre/Padre de amor, ayúdame a aceptar con reverencia a los que me aconsejan el bien.
  • 16. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 16 Martes: Abba Escurión Los santos padres hacían predicciones a propósito de la última generación. Ellos se preguntaron: “¿Qué hemos hecho nosotros?” Y uno de ellos, el gran Abba Escurión respondió: “Nosotros hemos cumplido los Mandamientos de Dios”. Los otros preguntaron: “¿Y aquellos que vendrán después, qué harán?” Él respondió: “Los hombres de esa generación no cumplirán ningún trabajo, la tentación caerá sobre ellos. Pero aquellos que fueran probados en ese tiempo serán más grande que nosotros y que nuestros padres.” Señor, dame a mí y a mis seres queridos Tu Fuerza para superar las pruebas de la vida. Miércoles: Abba Juan Colobos Abba Poimén decía que Juan Colobos había rogado a Dios que le quietara sus pasiones y lo convirtiera en un ser libre de toda inquietud, lo cual le fue concedido. Pero, he aquí, que después fue a ver a un anciano para decirle: “Yo me veo descansando, sin tener ningún combate”. Y el anciano respondió: “Ve, suplica a Dios para combatir nuevamente con la misma aflicción y la misma humildad que tenías precedentemente, ya que es a través de los combates como progresa el alma.” Entonces suplicó a Dios y, cuando se produjo el combate, ya no rogó para que se lo eximiera de la lucha, sino que dijo: “Señor, dame resistencia en los combates.” Dios mío, ayúdame a encontrar la oportunidad para crecer en cada situación adversa. Jueves: Abab Macario, de Egipto Cuando Macario moraba en el gran desierto, permanecía solo y apartado pero, más abajo, había otro desierto donde vivían muchos hermanos. Cierta vez, mientras vigilaba la ruta, el anciano descubrió, tras la apariencia de un hombre que pasaba frente a él, a Satán. Llevaba, al parecer, una toga de lino llena de agujeros y, de cada agujero colgaba una pequeña redoma. El gran anciano le dijo: “¿Hacia dónde te diriges?” el otro respondió: “Voy a despertar la memoria de los hermanos.” El anciano preguntó: “¿Y para qué sirven esas pequeñas redomas?” “Llevo alimentos para la merienda de los hermanos”, respondió Satán. “¿Todo eso?”, preguntó el anciano. “Pues sí, ya que en caso de que un alimento no le guste a un hermano, le presento otro, y si el segundo no le agrada le ofrezco un tercero. Así de todos éstos, al menos uno le gustará”. Habiendo pronunciado estas palabras, partió. El anciano permaneció vigilando los caminos hasta que lo vio regresar. Cuando estuvo cerca de él, le dijo: “¡Salud!”, “¿Cómo sería eso posible?”, respondió el otro. El anciano le preguntó el porqué. “Porque todos fueron muy duros conmigo y nadie me recibió.” El anciano preguntó: “¿Así que no tienes allí abajo ningún amigo?”
  • 17. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 17 El respondió: “Sí, tengo abajo un monje amigo, él al menos me obedece y, cuando me ve, gira como el viento.” El anciano le preguntó cómo se llamaba ese monje. “Théopenptos”, fue la respuesta. Y después de esas palabras, siguió su camino. Entonces Macario se dirigió al desierto vecino. Sabiéndolo, los hermanos tomaron ramas de palmeras para ir a su encuentro. Pero él se informó sobre quién era aquel que, en la montaña, se llamaba Théopenptos y, cuando lo encontró, fue a su celda. Éste lo recibió con alegría. El anciano le preguntó: “En lo que a ti concierne, hermano, ¿cómo te va?” Théopenptos respondió: “Gracias a tus plegarias, bien.” El anciano preguntó: “¿No te hacen tus pensamientos la guerra?” Él respondió: “hasta aquí, voy bien.” Parecía tener temor al hablar. El anciano dijo: “He aquí, que hace tantos años que vivo en la ascesis y soy alabado por todos. Sin embargo, a mí, que soy anciano, el espíritu del mal me turba”. Théopenptos le dijo: “Créeme, Abba, sucede lo mismo conmigo.” El anciano pretendió que, además, los malos pensamientos le hacían la guerra, hasta que esto lo hizo confesarse. A continuación le preguntó: “¿Cómo ayunas?” él respondió: “Hasta la hora novena.” El anciano le dijo: “Ejercítate en ayunar más tiempo, recita de memoria el Evangelio y las otras Escrituras y, si un pensamiento extraño sube hacia ti, no mires jamás hacia abajo, sino hacia lo alto y al instante el Señor vendrá en tu ayuda.” Habiendo dado esta regla al hermano, el anciano retornó a su propio desierto. Y cuando vigilaba nuevamente el camino, vio acercarse al demonio. Entonces le preguntó.: “¿Hacia dónde te diriges?” El otro respondió: “A despertar la memoria de los hermanos”. Y se fue. Cuando regresó, el santo le preguntó: “¿Cómo van los hermanos?” Le respondió que iban mal. El anciano preguntó el por qué. El demonio le contestó: “Son todos duros, y lo peor es que, incluso el amigo que tenía y que me obedecía, no sé quién lo hizo cambiar. Ahora no sólo no me obedece más, sino que además, se ha tornado el más duro de todos. Así
  • 18. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 18 es que me he prometido no ir más allá abajo por largo tiempo.” Habiendo hablado así se fue, dejándolo solo. Entonces el anciano regresó a su celda. Señor, ruego tu ayuda para poder estar siempre alerta y vigilante cuando llegue el enemigo y busque despertar mi memoria a las pasadas situaciones que ya deposité en Tus Manos. Viernes: Abba Macario, de Egipto Se cuenta de Macario, el egipcio, que un día, mientras subía hacia el río con un cargamento de cestas, se sintió abrumado por la fatiga. Entonces se sentó y se puso a orar de esta manera: “¡Dios mío, yo sé bien que no puedo más!” al instante se encontró en el río. Madre/Padre que tu Santo Espíritu me ayude a crecer en tu confianza para llegar a la meta que tienes dispuesta para mí. Sábado: Abba Matoes Él dijo también: “Satán no sabe cuál es la pasión que vence el alma. Él siembra pero sin saber si cosechará –sea pensamientos de fornicación, sea pensamientos de maledicencia –y así hace con otras pasiones. Y aquella hacia la cual el alma se inclina, a ésa le proporciona alimento”. Señor, Tú y sólo Tú has de ser el sendero de mi alma para que yo pueda dar buenos frutos. Domingo: Abba Matoes Matoes regresó un día de la región de Magdolos acompañado de un hermano. Al llegar a destino, el Obispo lo ordenó sacerdote. Más tarde comían juntos, el Obispo le dijo: “Perdóname apa (padre), yo sé que tú no querías esto. Pero fue para poder ser bendecido por ti, que yo hice esto”. Matoes dijo con humildad: “En verdad, yo no deseaba esto; pero lo que me aflige, sobre todo, es tener que separarme del hermano que me acompañaba, ya que no soporto orar a solas.” El Obispo le dijo entonces: “Si tú lo consideras digno, lo ordenaré también a él”. Matoes respondió: “Yo no sé si es digno. Sólo sé que él es mucho mejor que yo.” Y el Obispo ordenó al otro hermano. Pero ambos murieron si n haber hecho su ofrenda en el santuario. Entonces el Obispo se dijo: “Tengo confianza en que Dios no habrá de condenarme excesivamente por esta imposición de manos, ya que en verdad, no hice la ofrenda puesto que la imposición de manos es para aquellos que son irreprochables.” Creador mío, con tu ayuda caminaré por la vida con dignidad.
  • 19. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 19 Tercera Semana Lunes: Abba Pablo, el Cosmete Abba Pablo, y Timoteo, moraban en Escete. Entre ellos había con frecuencia discusiones. Pero una vez dijo Pablo: “¿Hasta cuándo permaneceremos así?” y Timoteo sugirió: “Hazme el favor, cuando yo me oponga a ti, sopórtame; y cuando tú te opongas a mí, yo te toleraré a mi vez”. Y ellos lograron la paz gracias a esta práctica. Madre/Padre de Amor, enséñame el arte de dialogar respetando las diferencias. Martes: Abba Pambo Se cuenta que Abba Pambo, en el momento mismo de su muerte, le dijo a los santos varones que estaban cerca suyo: “Desde que vine a este lugar del desierto y construí mi celda y la habité, no recuerdo haber comido pan que no fuera fruto de mis manos ni he pronunciado palabra alguna, hasta la hora presente, de la que tuviera que arrepentirme. Sin embargo, marcho hacia Dios como si jamás hubiera comenzado a servirlo.” Dios mío, que la honestidad de mis palabras y mis obras sean la garantía de una conducta como la que Vos esperas de mi. Miércoles: Abba Panucio Abba Panucio contó lo siguiente: “Una vez, caminaba por la ruta y me sucedió que perdí mi camino y me encontré en otro sitio que aquel al que me dirigía. Allí me detuve y pude oír a unos hombres que tenían malas conversaciones. Ante ello, me mantuve de pie, orando por mis pecados. Y he aquí que llegó un Ángel portando una espada. Pero tú no juzgaste, sino que te humillaste frente a Dios y confesaste tus pecados; por esta razón tu nombre está escrito en el libro de los vivos.” Señor, quita de mí la inclinación a juzgar a los demás y dame a cambio un corazón lleno de misericordia para que mi nombre quede escrito en Tu Libro de la Vida. Jueves: Abba Poimén Un hermano interrogó a Poimén diciendo: “Cometí una gran falta: quiero arrepentirme durante tres años”. El anciano le dijo: “Es demasiado”. El hermano le dijo: “¿Y durante un año?” El anciano contestó: “Es mucho”, y agregó: “Yo digo que si un hombre se arrepiente de todo corazón y se propone no cometer más pecado, Dios lo recibe incluso en tres días.” Señor, dame la gracia de Tu Santo Espíritu para que sepa arrepentirme de corazón y no repetir mis fallas.
  • 20. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 20 Viernes: Abba Poimén Él dijo también: “Un hombre que enseña sin hacer lo que enseña se asemeja a una fuente que da de beber y lava a todo el mundo, pero no puede purificarse a sí misma.” Madre/Padre: que sea yo una fuente limpia en mi interior y con mis ejemplos y resulte así una inspiración para todos los que están cerca de mí. Sábado: Abba Poimén Abba Poimén dijo: “Si hay tres hombres, de los cuales uno guarda bien la paz interior, el segundo da gracias a Dios en la enfermedad y el tercero sirve con un pensamiento puro, esos tres hacen la misma obra.” Señor, haz en mí Tus obras, para que Tu Luz brille a través de mí. Domingo: Abba Silvano Un hermano fue en busca de Abba Silvano a la montaña del Sinaí. Viendo a los hermanos que trabajaban, él les dijo: “No trabajéis por el alimento que perece. María, en efecto, eligió la parte buena.” Silvano dijo entonces a su discípulo: “Zacarías, entrega un libro al hermano y déjalo en una celda sin darle nada más”. Al llegar la hora novena, el visitante vigilaba atentamente la puerta por si se enviaba a alguien a llamarlo para comer. Y, como nadie lo hizo, él se levantó, buscó al anciano y le dijo: “¿Los hermanos no comieron hoy?” El anciano le contestó afirmativamente. Entonces el otro preguntó: “¿Por qué no me llamasteis?” El anciano le respondió: “Porque eres un hombre espiritual y no tienes necesidad de este alimento. Nosotros, siendo carnales, queremos comer, por eso trabajamos. Tú elegiste la parte buena: has leído todo el día y no deseas comer alimento carnal.” Al escuchar estas palabras, el hermano se prosternó diciendo: “Perdóname apa (padre).” El anciano dijo entonces: “En verdad, incluso María tiene necesidad de Marta. Es gracias a Marta, en efecto, que se hace el elogio de María.” Señor Dios, que mi corazón esté siempre junto a Ti en las cosas celestiales y que mis pies estén bien sobre la tierra.
  • 21. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 21 Cuarta Semana Lunes: Amma Sinclética Dijo también: “Mis niños, todos queremos salvarnos, pero a causa de nuestra acostumbrada negligencia, nos alejamos de la salvación.” Señor, que no sea yo alguien tibio para que no tengas que vomitarme de Tu boca, como dice Tu Palabra. Martes: Amma Sinclética Dijo ella además: “Como es imposible construir un navío si se carece de clavos, así es imposible salvarse sin humildad.” Madre/Padre que sepa yo tener siempre presente que todo lo que soy y tengo viene de Ti ¡Gracias! Miércoles: Abba Sisoes Un día Sisoes se expresó libremente diciendo: “En confianza: He aquí que hace treinta años ya no ruego más a Dios por mis faltas, pero digo esta plegaria: ¡Señor Jesús, protégeme de mi lengua! Y hasta ahora, cada día, yo caigo a causa de ella y cometo pecado.” Señor Jesús, protégeme de mi lengua. Jueves: Abba Teodoro de Ferme Uno de los ancianos fue con Abba Teodoro y le dijo: “He aquí que tal hermano regresó al mundo.” Y el anciano le dijo: “¿Te extrañas de eso? Extráñate más si escuchas decir que alguien pudo escapar de las fauces del enemigo.” Señor, que no confíe yo tanto en mí mismo cuanto en Ti, que eres mi Fuerza y mi Esperanza. Viernes: Abba Teófilo el Arzobispo El mismo Teófilo, el Arzobispo, en el momento de morir dijo: “Bienaventurado eres; apa (padre) Arsenio, porque tú jamás te olvidaste de esta hora.” Madre/Padre de amor: que viva yo de tal manera que no me olvide que algún día he de encontrarme Contigo.
  • 22. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 22 Sábado: Abba Xanthias Dijo Abba Xanthias: “Con una sola palabra fue perdonado el ladrón que estaba en la cruz; y Judas, que fue uno de los Apóstoles, en una sola noche abandonó todas sus penas y descendió del cielo a los infiernos. Así que nadie se glorifique de sus buenas obras, ya que todos los que se ensoberbecieron de sí mismo, al final, cayeron.” Señor, que como tu siervo Martín Lutero sepa yo decir que no se pueden hacer buenas obras sin el Espíritu del Amor y que sea el Santo Espíritu el que me edifique en esta vida camino a Tu encuentro. Domingo: Abba Zenón Abba Zenón, discípulo del bienaventurado Silvano, dijo: “No habitéis en un lugar reputado, no mores con alguien que tiene un gran nombre y no pongas los cimientos para construir una celda algún día.” Señor, sé que el apego trae sufrimiento. Que no me aferre yo a las cosas y a las personas para no ser esclavo de nada ni de nadie. Dame tu gracia para amar con libertad de corazón. Apotegmas Referidos por el Número de Día. Para seguir sumergiéndonos hasta el cuello de Dios. 1. Dijo un hermano a Abba Antonio: “Ruega por mí”. Le dijo el anciano: “No tendré misericordia de ti, ni la tendrá Dios, si tú mismo no te esfuerzas y pides a Dios.” 2. Dijo Abba Antonio: “Viene el tiempo en que se enloquecerán los hombres, y cuando vean a uno que no está loco, se volverán contra él diciendo: “Estás loco”, pues no es semejante a ellos.” 3. Dijo Abba Ammonas: “Estuve en Escete durante catorce años, rogando a Dios noche y día que me otorgara la gracia de vencer la ira.” 4. Dijo Abba Anub: “Desde que el nombre de Cristo fue pronunciado sobre mí, no ha salido una mentira de mi boca.” 5. Había en Kellia un anciano llamado Apolo, que si venía alguno a pedirle que lo ayudase en cualquier trabajo, iba con gusto diciendo: “Hoy tengo que trabajar con Cristo para bien de mi alma”. Este es el premio del alma. 6. Abba Benjamín dijo a sus hijos al morir: “Hagan esto y se salvarán: alégrense siempre, oren incesantemente y den gracias en todo momento.” 7. Dijo Abba Epifanio: “Es necesario poseer aquellos libros cristianos que se puedan adquirir, pues la sola vista de estos libros nos hace remisos para el pecado y nos dispone a crecer más en la
  • 23. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 23 justicia.” 8. Dijo también: “Gran precaución para no pecar es la lectura de la Biblia.” 9. Agregaba también esto: “Un hombre que recibe algo de otro a causa de su pobreza o por necesidad, está agradecido, pero lo devuelve en secreto porque se avergüenza. El Señor Dios es diferente: recibe en secreto, pero retribuye en presencia de los Ángeles y Arcángeles y también de los justos.” 10. Dijo Abba Euprepio: “Seguro de que Dios es fiel y Poderoso, cree en Él y tendrás parte en sus bienes. Pero si te desanimas, no crees. Todos creemos que Él es Poderoso y que todo es posible para Él, pero confíale tus propios asuntos, porque también en ti hará signos maravillosos.” 11. Dijo Abba Evagrio Póntico: “El principio de la salvación es el conocimiento de sí mismo.” 12. Dijo también: “Recuerda siempre tu salida (la de esta vida) y no olvides el Juicio Eterno, y no habrá delito en tu vida.” 13. Dijo Abba Isaías: “Si Dios quiere tener misericordia del alma y ésta se resiste y no acepta, sino que hace su propia voluntad, le permite padecer lo que no quiere, para que ella después lo busque.” 14. Interrogado el mismo Abba Isaías sobre la avaricia, respondió: “No creer en Dios, que cuida de ti, desesperar de las Promesas de Dios y amar la jactancia.” 15. Interrogado también sobre la ira, respondió: “Disputa, mentira e ignorancia.” 16. Dijo Abba Juan Colobos: “No puede construirse una casa de arriba hacia abajo, sino desde los cimientos hasta el techo”. Le dijeron: “¿Qué quiere decir esta palabra?” les respondió: “El fundamento es el prójimo, al que debéis ganar, y por allí hay que comenzar. De ello dependen todos los Mandamientos de Cristo.” 17. Se decía de Abba Juan que el precio del trabajo que hacía en la cosecha, lo tomaba y lo llevaba a Escete, diciendo: “Mis viudas y huérfanas están en Escete.” 18. Iba una vez Abba Macario a Egipto con los hermanos, cuando oyó que un niño decía a su madre: “Madre, un rico me ama y yo lo odio, y un pobre me odia y yo lo amo.” Lo oyó Abba Macario y se asombró. Los hermanos le preguntaron: “¿Qué significa esta palabra, padre, que te causa asombro?” El anciano les dijo: “En verdad, nuestro Señor es rico y nos ama, pero no queremos escucharle; nuestro enemigo el diablo, es pobre y nos odia, y amamos la impureza.” 19. Dijo Abba Moisés: “Si el hombre no tiene en su corazón que es un pecador, Dios no lo escuchará”. Le preguntó el hermano: “¿Qué es tener en el corazón que se es un pecador?” le dijo el anciano: “Si uno lleva sus pecados, no mira los del prójimo.” 20. Preguntó el hermano a Abba Moisés: “¿En todo trabajo del hombre, qué es lo que lo ayuda?” dijo el anciano: “Dios es el que ayuda. Pues está escrito: Dios es nuestro refugio y fortaleza en las tribulaciones que nos afligen grandemente.”
  • 24. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 24 21. Dijo Abba Matoes: “Cuanto más se acerca el hombre a Dios, tanto más se reconoce pecador. Isaías, el Profeta, al ver a Dios se decía a sí mismo miserable e impuro.” 22. Un soldado preguntó a Abba Míos si Dios acepta la penitencia. Él, después de adoctrinarlo con muchas palabras le dijo: “Dime querido, si se rasga tu manto, ¿lo tiras?”. “No”, respondió, “sino que lo coso y lo uso”. Le dijo el anciano: “Si tú perdonas al manto; ¿Dios no perdonará a su criatura?” 23. Pasó una vez Abba Macario cuatro meses visitando diariamente a un hermano y ni una sola vez lo encontró fuera de la oración, y admirado dijo: “He aquí un Ángel terrestre.” 24. Dijo Abba Nilo: “La oración es el remedio de la tristeza y de la angustia.” 25. Dijo también: “No quieras administrar tus cosas como te parezca a ti sino como place a Dios y estarás libre de preocupaciones y agradecido en tu oración.” 26. Dijo Abba Nesteros: “Aquello hacia lo que ves que aspira tu alma, según Dios, eso pon por obra, y guarda tu corazón.” 27. Dijo Abba Pastor: “No vivas en un lugar donde veas que alguien tiene envidia de ti, pues si lo haces así, no progresarás.” 28. Dijo también: “La experiencia es una cosa buena, pues ella enseña al hombre a ser paciente.” 29. Dijo también: “Estas tres virtudes: la vigilancia, el conocimiento de sí mismo y el discernimiento, son las guías del alma.” 30. Dijo también: “La distracción es el principio de los males.” 31. Uno de los ancianos interrogó a Amma Teodora: “¿Cómo resucitaremos en la resurrección de los muertos?” Ella le respondió: “Tenemos como prenda, ejemplo y primicias al que resucitó por nosotros, Cristo nuestro Dios.
  • 25. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 25 Es un tema del cual se escribe muy poco y casi nada en las iglesias evangélicas modernas, es ignorado por un gran conglomerado de cristianos actuales, y el tema es muy conservado en iglesias históricas de tradición ortodoxa, iglesias católicas. Incluso, muchas iglesias luteranas afirman que el uso de este término dentro de la iglesia es romanismo, descalificando así su uso determinado, con el único fin intencional de oscurecer y dar prioridad a un sistema de gobierno eclesiástico congrega- cional norteamericano. Pero en fin, ¿cómo expresamos su sentido? ¿Qué es el obispado? El obispo es la máxima jerarquía, autoridad, para el servicio de la iglesia desde Cristo hasta nuestros tempos, más que todo en iglesias cristianas conservadoras que mantienen la ortodoxia, estableciendo este orden episcopal dentro de la iglesia cristiana naciente de los apóstoles de JESUCRISTO. La biblia como fuente, en el libro de Hechos de los apóstoles, da muchos indicios de este tema: se consagra- ban obispos, se ordenaban presbíteros y diáconos, como de igual manera las cartas apostólicas dan referencia de los requisitos que tendrían que cumplir cada uno de ellos en su rol episcopal. No era que se nombraban solos, o que el Espíritu se los revelaba, eran enseñados en la doctrina cristiana por un tiempo muy prudencial y en observación con su conducta al servicio dentro de la iglesia, tomando en cuenta la obediencia y sumisión a Cristo dentro de este orden episcopal. Las cartas pastorales de Tito y Timoteo, son cartas de exploración para este tan importante don ministerial dado por Cristo a su santa iglesia. Los obispos solo eran consagrados por un apóstol, cualquiera de los doce apóstoles del Señor, después de morir estos, se consagraba por imposición de manos de tres obispos. Los diáconos y presbíteros eran ordenados por un obispo siguiendo de forma precisa la tradición apostólica. De esta tradición encontramos mucho como segunda fuente en la historia de la iglesia y también en los primeros escritos de los padres de la iglesia, por ejemplo: san Ignacio y san Policarpo, los cuales recomiendo de manera interesada escudriñar, claro está, que los cristianos modernos de hoy en día ignoran este proceso de formación y reconocimiento. Este desconocimiento histórico, lleva al pueblo a caer en organizaciones de gobierno congrega- cional. No obstante, también está muy claro el desacato a un obispo que no actúe conforma a la doctrina cristiana, en pecadores excesivos, en herejías, entre otros. La Didajé así lo confirma. Pero, como expresó san Pablo: el que anhela el obispado buena obra desea. Veamos pues, cuál es la fun- ción de un obispo, un breve resumen de acuerdo a la biblia, la historia y la patrística, su trabajo y compromiso delante de Dios y su iglesia para pastorear la grey. 1. Ensenar la verdadera fe, su mayor responsabilidad en predicar el evangelio con palabras y hechos, en resumen: la fe enseñada por los apóstoles del señor en su tradición oral y escrita, defen- diendo esto incluso con su propia vida. Le venida de Cristo en un pesebre, su nacimiento virginal que está lleno de misterios y profecías antiguo testamentarias, cumplidas en el unigénito hijo del Padre, las dos naturalezas de Cristo, la unión hipostática. Misterio de la piedad como dijo san Pablo: Dios se manifestó en carne. Doctrinas enseñadas por Cristo, bautismo y santa comunión: el pan de vida, alimento espiritual para el hombre nuevo nacido del agua y el Espíritu. El pan de la inmortalidad, como lo dijo nuestro Señor Jesucristo: el que coma de este pan vivirá para siempre. La salvación por los medios de gracia, confesión y absolución de los pecados: a quienes les per- El Oficio de Obispo
  • 26. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 26 donen los pecados les serán perdonados; los sacramentos para mejor identificación, los credos y confesiones de la santa iglesia militante, los cuales son de manera clara y precisa una declaración de la fe en resumen de las doctrinas apostólicas: esto creemos y enseñamos, doctrinas de ética, moral y espiritualidad, la ascensión del hijo de Dios después de su gloriosa resurrección y la venida nuevamente a la tierra para establecer su reino sempiterno. 2. Defender, la apología de la fe, contra aquellos que con afán y esmero predican doctrinas con- trarias a las enseñanzas apostólicas, algunas reveladas supuestamente pero de origen oscuro pro- ceder, contrarias al evangelio. San Pablo las definió como doctrinas de demonios, que empañan la mente de sus oyentes para mantenerlos en profunda oscuridad. 3. Mantener el orden dentro de su congregación, litúrgico y congregacional, ordenar presbíteros y diáconos, cargos correspondientes dentro de las diócesis, disciplina y excomunión en casos graves de que alguien se desvíe de la fe. Me atrevo a exponer sin más demora algunas fuentes que nos traen luz y concordia con respecto al tema. Fuentes Bíblicas. Palabra fiel es esta, si alguno desea el obispado buena obra desea hacer, un obispo debe ser pues irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para ensenar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. 1 Pedro 5:1-4. Por tanto, a los ancianos (obispos) entre vosotros exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participe de la gloria que ha de ser revelada: pas- torea el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente como quiere Dios, no por la avaricia del dinero sino como sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que os han sido confiados, más bien siendo un buen ejemplo del rebaño. Tito 2:5-9. Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, designaras ancianos (obispos en otras versiones de la biblia), en cada ciudad como te mandé, esto es; si alguno es irreprensible marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía, el obispo debe ser irreprensible como administrador de Dios, no obstinado ni iracundo, no dado a la bebida, no pendenciero, no amante de ganancias deshonestas. Hechos 20:28-32. Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual el compró con su propia sangre. Vendrán lobos feroces entre vosotros que no perdonarán el rebaño, y que de vosotros mismos se levantarán algunos ha- blando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos. 1 Tesalonicenses 5:12-13; pero os rogamos hermanos que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor y os instruyen, y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo, vivid en paz los unos con los otros. Fuentes Patrísticas. San Ignacio muerió en el año 108 dC. Obispo consagrado en Antioquia, discípulo de los apóstoles del Señor, sus cartas están llenas de declaraciones referentes al obispado y su función de obispos, presbíteros y diáconos, el orden como se manejaba y los conceptos determinantes y reconocimiento a estos guías representantes de Dios. Según la bella expresión de San Ignacio de Antioquía, el
  • 27. Vanguardia Luterana | Año 2 |N° 6 27 obispo es typos tou Patrós, es imagen viva de Dios Padre (Epistula ad Trallianos 3,1; Id. Epistula ad Magnesios 6.1). Puesto que tuve el honor de verlos en la persona de Damas, nuestro Obispo digno de Dios, y de Basso y Apolonio, nuestros dignos presbíteros, y del diacono Zion, mi compañero de esclavitud, de quien me gustaría gozar porque obedece al obispo como a don de Dios y al presbítero como a la ley de Jesucristo. Si te das cuenta, ya desde Jesucristo y en el primer y segundo siglo, la existencia del gobierno eclesiástico episcopal cuyo ejemplo se siguió por todas las iglesias cristianas antiguas. Sin el orden, solo desorden. Fuentes Históricas. La confesión de Augsburgo, época de la reforma de la iglesia, nos da la referencia del ministerio de los obispos según el mandato divino: consiste en predicar el evangelio, perdonar los pecados, buscar las doctrinas contrarias al evangelio, excluir de la congregación cristiana a los impíos, cuya conducta impía sea manifiesta, sin usar el poder humano, sino por la palabra de Dios. Por esta razón los párrocos y la iglesia tienen la obligación de obedecer a los obispos de acuerdo a la palabra de Cristo en Lucas 3:16: “El que a vosotros oye a mi me oye.” Cuando los obispos hagan lo contrario no los obedezcan. Por lo tanto, el trabajo consiste en predicar los credos y confesiones, los sacramentos, ley y evangelio, doctrinas Cristianas, entre otras, pero si está enseñando otras cosas no los escuchen, no los obedezcan, están apartados. ¡El obispado no es para predicar la nueva era! Misticismo, empi- rismo, reiki, psicología, parapsicología, ciencias humanas, angeología, nuestra responsabilidad es Cristo y mas Cristo, aunque conocer de todo es positivo y rentable cuando de saber se considere, pero la misión es el evangelio y esto es un privilegio y una virtud dada a los hombres por el Espíritu Santo, esto no es un título para hacer y deshacer, para ponerlo en la pared y darnos gloria en el or- gullo egoísta de la naturaleza humana, para hacer negocios rentables, para tener posición en la so- ciedad capitalista, para darnos publicidad, para proteger nuestros intereses. Nuestro testimonio es Cristo en vosotros, todo lo mencionado se puede hacer sin ser obispo, la responsabilidad dada es defender el reino de Dios, enseñar la fe, practicar la fe, servir los sagrados misterio, los medios de gracia, establecer el orden disciplinario, la responsabilidad apostólica, el valor del sacrificio; mártires de la fe, que defienden con su propia sangre la verdadera fe, a pesar de tor- turas, persecuciones y muerte; mártires de Cristo, no retractarse de la fe dejada por Cristo. Segui- dores de Cristo. Puesto los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe. El sumo sacerdote es el ejemplo a seguir, modelo de todos los obispos. Tal vez ya en cortas pa- labras puedes enterarte del trabajo de los obispos y sus responsabilidades por lo cual merecen res- peto y consideración según los escritos, aprecio y valor otorgado por la misma escritura. No obstante no es el razonamiento humano ni las interpretaciones alegóricas y dogmáticas las que definen el orden en la iglesia. Son el Espíritu Santo y la palabra viva de Dios los determinantes de la conducta del cuerpo de Cristo. La razón humana es delirante y lleva a divisiones y prejuicios. Es mi deseo que estas pocas palabras despierten su deseo por conocer más sobre el oficio de los obispos y con ello, el orden determinado por Dios para su verdadera iglesia: el orden episcopal. Saludos y ricas bendiciones. Mons. David J. Carrasco V. Obispo Iglesia Católica Luterana de Venezuela.