1) La Gran Depresión debilitó la economía clásica y sus postulados ortodoxos. En 1936, Keynes publicó su Teoría General, que representó una revolución al legitimar instrumentos de política económica antes considerados heterodoxos.
2) Hasta 1929, las medidas económicas teóricamente necesarias para mantener la prosperidad incluían el patrón oro, librecambio, flexibilidad de precios y salarios, y equilibrio presupuestario. Keynes criticó esta doctrina.
3) La Teoría General de Keynes
Mercantilismo Vs. Fisiocracia.
Colegio preparatorio de Orizaba
Diciembre 2015
Economico-Administrativo.
Alumnos:
Edgar Eliseo Amador Fernandez
Bianca Leon Herrera
Daniela Estrada Flores
Karen Alicia Garcia Xalamihua
A pesar de su complejidad, el mercantilismo suele ser presentado de una manera muy simple, casi simplona: como autores que confundieron riqueza con metales preciosos, que convirtieron la acumulación de estos en un fin en sí mismo, para lo cual justificaron
perniciosas políticas proteccionistas y de intervención del Estado en la economía.
pies y manos no sólo su inhabilidad para encontrar una solución al problema de cómo equilibrar el ahorro y la inversión, sino además su “mentalidad de fórmula mágica”: pensó que cambiar las tasas de interés era la solución obvia y se negó a considerar seriamente que el miedo de los capitalistas ante un futuro incierto también pudiera ser un factor de freno
Mercantilismo Vs. Fisiocracia.
Colegio preparatorio de Orizaba
Diciembre 2015
Economico-Administrativo.
Alumnos:
Edgar Eliseo Amador Fernandez
Bianca Leon Herrera
Daniela Estrada Flores
Karen Alicia Garcia Xalamihua
A pesar de su complejidad, el mercantilismo suele ser presentado de una manera muy simple, casi simplona: como autores que confundieron riqueza con metales preciosos, que convirtieron la acumulación de estos en un fin en sí mismo, para lo cual justificaron
perniciosas políticas proteccionistas y de intervención del Estado en la economía.
pies y manos no sólo su inhabilidad para encontrar una solución al problema de cómo equilibrar el ahorro y la inversión, sino además su “mentalidad de fórmula mágica”: pensó que cambiar las tasas de interés era la solución obvia y se negó a considerar seriamente que el miedo de los capitalistas ante un futuro incierto también pudiera ser un factor de freno
Instrucciones del procedimiento para la oferta y la gestión conjunta del proceso de admisión a los centros públicos de primer ciclo de educación infantil de Pamplona para el curso 2024-2025.
1. PENSAMIENTO KEYNESIANO ORTODOXO
La Gran Depresión sumió al pensamiento económico en una grave crisis. La impotencia
de los economistas para explicar los hechos y su incapacidad para ofrecer medidas
eficaces minaron la confianza en la economía clásica y en los postulados considerados,
hasta entonces, como ortodoxos. En 1936, sin embargo, se publicó la obra de J. M.
Keynes Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en la que el economista
británico vertía conceptos que representaron una auténtica revolución en la ciencia
económica, y que legitimaba una serie de instrumentos de política económica
considerados hasta entonces como heterodoxos. El éxito de la Teoría general fue
inmediato y duradero: se formó una escuela keynesiana, y el keynesianismo acabó
tomando carta de naturaleza como "la nueva ortodoxia".
Hasta 1929 las medidas económicas teóricamente necesarias para mantener la
prosperidad de un país se podían sintetizar en las siguientes: patrón oro en los asuntos
monetarios, librecambio en las relaciones internacionales, flexibilidad de precios y
salarios en la política del ciclo económico y equilibrio presupuestario. Todo ello con el
más absoluto respeto a la ley de Say, según la cual "toda producción crea su propia
demanda", por lo que la posibilidad de realizar acciones compensatorias de la actividad
financiera carecía de sentido, ya que el sistema económico superaría por sí mismo la
situación de crisis.
Pero los hechos parecían negar validez a esta doctrina, y contra ella arremetió Keynes.
Aunque la expresión más elaborada de su pensamiento se encuentra en la Teoría
general, su espíritu crítico y su captación de lo novedoso del escenario económico
surgido tras la I Guerra Mundial se manifiesta desde su primeras obras. En 1919, como
funcionario del Tesoro del Reino Unido, es nombrado representante en la Conferencia
de Paz de París, donde muestra su absoluta disconformidad con la marcha de las
negociaciones y renuncia al cargo. Posteriomente redactaría una acusación contra el
acuerdo obtenido (el Tratado de Versalles) en forma de libro: Las consecuencias
económicas de la Paz (l919). En él, y en su obra Una revisión del Tratado (1922),
realiza una valoración realista del precario equilibrio de las fuerzas económicas, incluso
en la Europa de la preguerra, y prevee unas perspectivas de posguerra muy oscuras. Por
otro lado, expone que el capitalismo del laissezfaire había llegado a su fin en 1914, al
desaparecer las condiciones en las que la iniciativa empresarial era suficiente pare
garantizar el crecimiento. Ahora las nuevas oportunidades de inversión iban
languideciendo y perdían su función los hábitos tradicionales del ahorro. Keynes
establece así el germen de la teoría del estancamiento secular. Posteriormente, en
su Memoria sobre la reforma monetaria (1923), rechaza el patrón oro y propugna un
sistema monetario dirigido, con intención de estabilizar los precios interiores.
En su obra más elaborada, la Teoría general, y partiendo de ciertas simplificaciones,
desarrolla toda una doctrina mediante la que, como dice Schumpeter, puede afirmar
fácilmente que "quien intenta ahorrar destruye el capital real", al hacer hincapié en que
son los empresarios, y no los consumidores, quienes invierten. El papel de los
consumidores ha de ser precisamente ese: consumir, de manera que se produzca un
aumento de la demanda que haga atractiva la inversión a los empresarios. Por otro lado,
legitima la actividad económica del Estado a través de las obras públicas como medio
eficaz para dinamizar la economía, con objeto de alcanzar un nivel de pleno empleo,
2. que, para Keynes es un objetivo que hay que conseguir. La teoría keynesiana es
fundamentalmente una teoría de la depresión.
Las recomendaciones keynesianas recuerdan, en cierta medida, la política del New
Deal, por lo que se le ha identificado con él de forma demasiado apresurada. En
realidad, hasta 1938 los consejeros de Roosevelt no estuvieron influidos por Keynes, ni
el mismo presidente estaba muy de acuerdo con los presupuestos desequilibrados, con el
gasto financiado mediante déficits, ni con el incremento de la deuda nacional.
Los remedios keynesianos, cuya influencia directa sobre los políticos no se hizo notar
hasta finales de la contienda, demostraron su eficacia durante la II Guerra Mundial y en
los años posteriores: en el Reino Unido, tras su reingreso en el Tesoro, en 1940, su
prestigio creció paralelamente al de Churchill; mientras tanto las ideas keynesianas
fueron introduciéndose en los Estados Unidos hasta llegar a ser rutina administrativa en
los años del mandato Kennedy-Johnson.
Es lo que pasa con Carlos Marx, por ejemplo, y también con John M. Keynes (1883-
1946). Economistas de la ortodoxia y de la heterodoxia polemizan sobre su herencia
intelectual y también por el uso de su nombre: neokeynesianos se autodenominan
algunos de los primeros y postkeynesianos la mayoría de los heterodoxos.
Keynes es, indudablemente, el más reconocido e influyente de los economistas del siglo
XX, al punto de que se habla de la revolución keynesiana comparándola con lo que en
su época fue la revolución coperniana. Educado en la ortodoxia, fue el heredero de la
cátedra de Alfred Marshall que era, a su vez, el más reconocido economista desde fines
del siglo XIX y prácticamente hasta la segunda guerra mundial; el libro de Marshall,
“Principios de Economía”, publicado inicialmente en 1890, sirvió para formar muchas
generaciones de economistas en todo el mundo (como texto más vendido fue
reemplazado en la segunda mitad del siglo por el “Curso de Economía Moderna” de
Paul Samuelson, publicado en 1945).