La pintura abstracta surgió en 1910 de la mano de Kandinsky. Se desarrolló en dos vías: la abstracción lírica defendida por Kandinsky, basada en la expresión a través del color, y la abstracción geométrica de Mondrian y Malevich, que se centra en las formas geométricas y las matemáticas. Ambas rechazan la representación figurativa y buscan transmitir significados a través de un lenguaje visual propio.