A principios del siglo XX, la población española era principalmente rural y tenía altas tasas de natalidad y mortalidad, lo que resultaba en una vida corta. Esto indicaba que España era subdesarrollada en comparación con otras naciones europeas. En 2010, la pirámide poblacional de España mostraba características de un país occidental con bajas tasas de natalidad y mortalidad y una esperanza de vida más larga.