El documento analiza el concepto de populismo político, señalando que generalmente implica un estilo de liderazgo que subordina la ley a su voluntad y presenta el debate político como una disyuntiva entre amigos y enemigos. Los líderes populistas buscan encarnar a toda la nación más que representar solo a una parte del pueblo. El documento también advierte que los gobiernos populistas tienden a rechazar las restricciones institucionales del Estado de derecho.
1. Diferentes estudios coinciden al señalar que el término vicio provoca reacciones afectivas que
obstaculizan el uso de los servicios. En cambio, visualizarlo como enfermedad parece proponer
una intervención para solucionarlo.
El "populismo" es un término político usado para designar corrientes heterogéneas pero
caracterizadas por su aversión discursiva o real a las corporaciones económicas e
intelectuales, su rechazo de los partidos tradicionales, su denuncia de la corrupción política
por parte de las clases privilegiadas, de la que el populismo tampoco escapa, y su constante
apelación al "pueblo" como fuente del poder.
Habitualmente, cuando se habla de populismo se hace referencia a un tipo de gobierno
asistencialista, demagógico, que gasta más de lo que tiene y que pasa por sobre las
instituciones y la ley amparado en la fuerza que le da el apoyo de esa entidad llamada pueblo.
El pueblo, puedoagregar, no siempre ha pasado a la historia. Y, como todo sujeto político, no
puede ser pensado sino también a partir de contradicciones, aciertos y grandes fracasos. Por lo
tanto, tenemos que reconocer que el pueblo no expresa de por sí, de modo evidente, una
verdad.
Este sistema entroniza un estilo propio de liderazgo que subordina la ley a su voluntad y
presenta el debate político como una disyuntiva tajante entre la vieja y la nueva política,
entre los amigos y enemigos (antes generalmente externos, ahora domésticos). Los líderes
son ungidos por el voto popular y pretenden generalmente tener una constitución a la medida
de sus deseos. Ocurrió con Perón, Chávez, Evo Morales y Cristina va por lo mismo de ganar
las legislativas de octubre.
Sus propósitos pueden ser amplios y ambiciosos, pero generalmente se nutren de dos
corrientes históricas de larga data. La primera reza alcanzar mayores niveles de igualdad
social, y la segunda apela al nacionalismo. No siempre los nacionalistas son populistas, ni
tampoco lo son las políticas inspiradas en mayor equidad social.
La particularidad del populismo consiste en apropiarse de estas dos banderas vaciándolas en
el molde de un personalismo hegemónico que desprecia las restricciones institucionales.
Los populismos pueden generar procesos de inserción social, como sucedió con el primer
gobierno de Perón o anteponer reivindicaciones nacionalistas frente a presuntos demonios
imperialistas, Chávez. Tanto uno como el otro, con movimientos hegemónicos de captación
de apoyos masivos, que arrinconan a la oposición haciendo de ellos rehenes del sistema. Por
esta lógica, el populismo, lejos de considerarse un partido, una parte del pueblo, busca
encarnar a toda la Nación.
Este fenómeno no tendría sentido si el líder no dispondría de recursos económicos. No es
entendible la aparición de Chávez sin petróleo, Morales sin gas y los Kirchner sin soja. Más allá
de los triunfos electorales no parece que en Venezuela haya tenido éxito visible en el combate
contra la pobreza, Morales está por verse y Cristina con una economía que hace agua por
todos lados y con recursos que empiezan a faltarle.
2. No importa a estas alturas, si la orientación es de izquierda o de derecha, lo que importa, en
definitiva,es diferenciar entre políticas que se ajustan al Estado de Derecho y las que rechazan
esta restricción. O queremos una Repúblicademocrática, representativa en la que se respeten
las leyes y la alternancia en el poder, o nos rendimos a entregar la republica a iluminados con
rasgos propios de un principado.
Esta es una disyuntiva medular. La Argentina debe ubicarse claramente del lado de las
Repúblicas caracterizadas por su solidez institucional, si el unicato populista de la Presidente,
es una amenaza, plantea una severa advertencia porque las ilusiones populistas son producto
de la incapacidad reformista de la democracia.
vascoviejo