Las enfermedades crónicas como la enfermedad cardiovascular, el cáncer, la diabetes y las enfermedades respiratorias crónicas son la causa de tres de cada cuatro muertes en las Américas, y su prevalencia se encuentra en aumento. En este contexto, es fundamental poder realizar esfuerzos coordinados para tratar de mejorar esta realidad. Los mismos pueden ser desde programas a nivel nacional como intervenciones a nivel local (por ejemplo, en un centro de atención primaria de la salud).
1. ¿Por qué es importante planificar en salud?
A continuación le presentamos un fragmento de la unidad “Empezando a
armar un programa en salud” del curso virtual - Gestión en enfermedades
crónicas: ¿Cómo planificar un programa en salud?
Porque nos permite pensar. Pensar en lo que estamos haciendo y sus
efectos. Plantearnos si es coherente “lo que se dice” con “lo que se
hace”, para saber si estamos yendo o no en la dirección correcta, con
acciones adecuadas a los objetivos acordados. Es útil para definir la
prioridad de las acciones, grupos a intervenir, en función de los
recursos. Nos da un sentido de responsabilidad contractual, en donde
se especifica “qué vamos a hacer”, en “qué periodo de tiempo”, “qué
resultados vamos a buscar” y finalmente, “cómo los vamos a hacer y
evaluar”.
Y si tuviésemos que explicarlo en una frase: porque una adecuada
planificación es el primer paso para lograr que un proyecto o
programa sea efectivo.
Preguntas clave al empezar a planificar
Si bien existen muchos modelos de planificación, la mayoría
comparten conceptos comunes (como veremos más adelante en la
sección “Fases comunes a todos los modelos”). La idea de esta
unidad es englobar estos conceptos de una manera práctica.
Una forma de comenzar es plantearse las metas y objetivos. Las
siguientes preguntas que deberíamos hacernos son, ¿Cuál es el
escenario (contexto) de aplicación, la población a intervenir, y las
necesidades de la población?, ¿Cuáles pueden ser intervenciones
posibles y cómo pueden realizarse? Y finalmente, ¿qué recursos son
necesarios para que dichas intervenciones sean posibles?
Otra pregunta fundamental es el periodo de tiempo en
el cual deseamos llevar a cabo esto. Aquí lo
consideramos como incluido en los objetivos, que
deben contemplar el marco temporal en su
construcción, como veremos más adelante.
Si bien esta es la forma habitual (y recomendada) mediante la cual se
comienza a definir un plan, no es indispensable empezar siempre por
definir metas y objetivos. Lo que sí es fundamental, como vemos en
el gráfico a continuación, es hacernos todas estas preguntas antes de
tener definidas las líneas generales de un programa. Y es clave,
2. siempre, darle vueltas (más de una en general) a estas preguntas
hasta lograr una integración o balance entre ellas.
Integración del proceso de planificación
Algunas preguntas clave en una planificación
O sea, podemos empezar por cualquiera de estas preguntas, pero
siempre debemos tener en cuenta las demás para que no queden
fuera de contexto (por ejemplo, cometeremos un error si pensamos
en una intervención que abarque una gran población y después no
tenemos los recursos humanos ni económicos para llevarlo a cabo.
De hecho, en la práctica es común que uno parta de un presupuesto
fijo y evalúe qué cosas podría llegar a lograr con esos recursos,
definiendo en adelante el resto de las preguntas (objetivo, tiempo,
población, escenario e intervenciones). Ahora bien, esto no nos exime
de discutir cuál es el mejor destino que le podamos dar a este dinero,
y planificar en consecuencia. O sea, no es aceptable empezar a hacer
algo con ese dinero y que las acciones duren lo que dure el dinero.
3. A continuación presentaremos un caso que ejemplifique este
proceso y que muestre algunos problemas comunes que
pueden surgir en esta etapa inicial de planificación. En el
medio, les pediremos que hagan un ejercicio de auto-
reflexión.
Supongamos que estuvimos participando en un grupo encargado de
la planificación de un programa en salud. Hasta ahora tenemos
definida una meta y objetivos del programa, que son compatibles con
los de nuestra institución y nuestro rol institucional. La meta es
“colaborar con la mejora de la calidad de vida y la morbimortalidad
de personas con diabetes mellitus en nuestra ciudad”. Para esto,
nuestro objetivo teórico inicial es “mejorar el control de la glucemia y
de otros factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial,
dislipidemia y tabaquismo) en un 30% luego de 1 año de intervención
en nuestra población objetivo”. El ámbito de desempeño será el área
programática (área de cobertura) del hospital provincial donde
trabajamos. La población a intervenir, todos los adultos con diabetes
mellitus tipo 1 ó 2 que tengan sólo cobertura de salud por el sistema
público. Para ello, desarrollamos una propuesta multidimensional
(como vimos que hace, por ejemplo, el Programa Nacional de Control
del Tabaco), trabajando tanto en la atención clínica, como en la
educación, etc.
Hasta acá, todo parece de libro, muy prolijo, casi ideal, pero resulta
que nos dicen que, por déficit creciente en el presupuesto de nuestra
institución, sólo contaremos con un presupuesto de 10.000 pesos por
mes para esto (aproximadamente 1000 dólares, para facilitar
comparaciones en otros países). ¿Influye este dato en algo de lo que
veníamos planeando?
Tómense cinco minutos para tratar de representarse
mentalmente la situación y anotar en un papel
eventuales modificaciones que se les ocurran. Esas
anotaciones les servirán para comparar luego lo que
pensaron con una posible respuesta que damos a
continuación.
Sin entrar en detalles técnicos sobre si 30% es mucho, si un año es
poco, etc., podemos usar un criterio general para decir: un programa
para todas las personas con diabetes (enfermedad muy común) en
toda el área de cobertura del hospital, y con diversas intervenciones
4. (que requieren más de un profesional) parece, a priori, muy
ambicioso para el presupuesto disponible. O sea, las respuestas a las
preguntas clave de una planificación que vimos previamente no están
balanceadas entre sí (algo no encaja bien).
Las respuestas que hayan escrito pueden ser muy diversas. Lo
importante es que las puedan justificar y que, luego de adaptarlas al
nuevo escenario, ustedes puedan completar una nueva vuelta a las
preguntas de la figura “Algunas preguntas clave en una
planificación” y todo sea compatible y coherente. Por ejemplo, si no
podemos costear más que dos personas como recurso humano y
nuestra área programática es muy grande, y/o la población objetivo
es muy numerosa, deberíamos reducir al menos algo, por lo menos
inicialmente. Esto es, reducir el alcance del programa (ya sea en
cuanto a las cantidad de gente a intervenir, la cantidad o complejidad
de las acciones a realizar, etc.). Quizás luego de una primera prueba
exitosa podríamos lograr un apoyo (por ejemplo financiero) para
cumplir con lo planeado inicialmente. También probablemente
deberíamos bajar un poco la exigencia de los objetivos,
especialmente si las intervenciones que finalmente podemos ofrecer
son más limitadas que las previstas inicialmente. Por ejemplo,
mejorar un 30% los distintos factores de riesgo con una intervención
aislada como charlas educativas, sin otro tipo de apoyo, puede ser
demasiado ambicioso. Acá, nuevamente, deberemos tener presente
el viejo dicho: “el que mucho abarca, poco aprieta”. Si debemos ver a
muchas personas (más que las que podemos manejar),
probablemente los resultados no sean tan importantes. Por otro lado,
si nos proponemos hacer intervenciones intensivas múltiples, no
podremos ver a muchas personas con los recursos actuales.
Debemos, entonces, balancear los recursos disponibles con el
alcance (qué objetivos quiero lograr, en cuánta gente y en qué área,
y mediante qué intervenciones) para que sea algo factible y con
posibilidades de éxito.
Qué hacer, finalmente, va a depender del contexto institucional (si
existe posibilidad de conseguir financiación de otra fuente, lograr
apoyo de otros, obtener otros recursos que se puedan redireccionar
para nuestro proyecto, etc.); del ámbito de desempeño (si en el área
geográfica correspondiente al área programática del hospital hay
recursos comunitarios que se puedan utilizar (ONGs, instituciones
religiosas, escuelas, etc.) para tener recursos disponibles que no
requieran financiación nuestra; decisiones sobre qué priorizar; etc.
5. Este es una de los conceptos que consideramos más
importantes. Luego de tener una idea inicial, debemos
trabajar mucho en refinarla, en irla adaptando y
puliendo en función de restricciones y
condicionamientos que vayan surgiendo. El proceso es
iterativo, dándole tantas vueltas según sea necesario (con la lógica
del gráfico de las preguntas clave) hasta que tanto el objetivo (qué
quiero lograr) como el alcance (cuán grande va a ser la población
intervenida y cuán profundas serán las intervenciones), estén
balanceados con respecto al escenario donde se desarrollará y los
recursos disponibles. Esto es, que haya fundamentos para pensar
que, con los recursos que tengo o puedo conseguir, voy a poder
realizar las intervenciones planeadas en la población definida y
tener éxito (efectividad) en alcanzar los objetivos pre-estipulados.
Es por eso que es preciso que tengamos presentes estas preguntas
constantemente, tal como les mostramos en el gráfico con la
metáfora del espiral, dado que lo central es el proceso de
integración de estos aspectos, clave para mejorar las chances de
éxito.
Éste fue un fragmento de la unidad “Empezando a armar un programa en
salud” del curso virtual - Gestión en enfermedades crónicas: ¿Cómo
planificar un programa en salud? – Para más información en inscripción al
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