El documento critica que el arte plástico se ha convertido en un arte elitista y minoritario alejado de la vanguardia. Compara la situación actual con los salones del siglo XVII donde la nobleza se reunía para divertirse con juegos de palabras e ingenio superficiales mientras el pueblo sufría. Considera que este tipo de arte frívolo es una perversión del espíritu y decadencia en lugar de perturbar o inspirar.