La autora describe su experiencia de campo preescolar realizada en la Escuela Maternal de la Universidad de Puerto Rico. Observó las áreas de juego y las estrategias de enseñanza de la maestra, incluyendo su interacción con los estudiantes y el uso de materiales atractivos. La autora analiza cómo los niños aprenden a través de la audición, la vista y el tacto. Concluye que la enseñanza preescolar debe cubrir las necesidades holísticas de los estudiantes y promover la justicia social.