La crisis económica española se originó en 2008 debido al colapso de la burbuja inmobiliaria. Esto llevó a una fuerte recesión y altos niveles de desempleo, lo que a su vez provocó protestas masivas como el Movimiento 15M. La crisis continuó a lo largo de la década siguiente, con un estancamiento económico entre 2010-2011 y un mercado inmobiliario deprimido.