La intervención de los bancos centrales ha llevado a tipos de interés nulos o negativos, lo que perjudica a los ahorradores al no obtener remuneración por sus ahorros. Esto beneficia a los estados al reducir el coste de su deuda, y a empresas e individuos endeudados al facilitar el crédito barato. Sin embargo, los ahorradores ven cómo sus ahorros no generan rendimiento alguno, mientras los bancos tienen dificultades para cuadrar sus cuentas. El autor argumenta que esta situación constituye un
mercado de capitales universidad simon rodriguez - guanare (unidad I).pdf
(327)un impuesto silencioso
1. EXPOLIO AL AHORRO.
Manfred Nolte
Suma y sigue. El jueves pasado le ha tocado el turno al Banco de Inglaterra.
Conocidos los primeros estragos de ese monumental dislate llamado Brexit, el
Gobernador Mark Carney no ha tenido alternativa y ha lanzado un sistema de
financiación ultralaxo para el que ya tenemos un nuevo acrónimo: TFS (Term
Funding Scheme), un paquete de estímulos monetarios y crediticios con el que
el Reino Unido vuelve a alinearse con el grupo de bloques económicos cuyos
mercados monetarios están profundamente intervenidos. Los otros son Japón,
la Eurozona y hasta hace bien poco los Estados Unidos de América. De modo
que los tipos de interés, ese estabilizador de las expectativas entre presente y
futuro, pasa a ser una reliquia teórica de los manuales de economía y se
convierte en el pentotal político, un narcótico que permite ganar tiempo
ocultando todas las ineficiencias que los agentes económicos habrían mostrado
en circunstancias normales.
La intervención en occidente (¿quién se atreve a hablar de libre mercado o
Estado neoliberal?) alcanza a todo el recorrido de la curva de tipos de interés.
Los tipos de interés a corto plazo vienen dictados por decreto, como lo ha hecho
ahora Mark Carney y antes Mario Draghi, Bern Bernake o Taro Aso. Oscilan
entre nada y casi nada, es decir, 0% para el Euro, 0,5% para el dólar, o,10%
para el Yen y 0,25% para la libra que registra el mínimo de la libra esterlina
desde 1.911.
Los tipos de interés a largo plazo están igualmente falseados mediante los
programas de compras masivas de deuda por parte de los Bancos centrales, eso
que llamamos políticas no convencionales o relajación cuantitativa. Las
compras por cierto se refieren no solamente a la deuda publica sino igualmente
a la deuda privada. Comprando deuda de Estados y grandes corporaciones los
precios de esa deuda se elevan artificialmente y en consecuencia los tipos de
interés internos disminuyen. Está claro que esta desfiguración de la realidad
permite rebajar los costes de todos aquellos agentes que en circunstancias
normales no hubieran sido capaces de afrontar los costes reales del mercado. De
tal manera que los tipos de interés de este tipo de instrumentos han llegado a
rebasar el umbral del 0% y situarse en terreno negativo. Por ejemplo, el Bund a
10 años alemán cobra tipo de interés a los inversores(tipo negativo) lo mismo
que las letras del tesoro español (-0,327%), incluso los bonos a tres años(-
2. 0,072%). A julio de 2016 el 52% de las emisiones soberanas de la eurozona están
en tipos negativos.
Enseguida vamos con el detalle de quienes se benefician y quien o quienes
resultan los grandes perjudicados. De momento un mensaje meramente
conceptual, sin carga política, a todos los detractores de la economía neoliberal.
Hasta hora los tipos de interés estaban ahí para compensar a los ahorradores
por la incertidumbre futura. Dado que todo el mundo prefiere tener dinero hoy
a tenerlo en el futuro, el interés es el precio del diferimiento ante un escenario
desconocido. Este precio siempre ha sido positivo. Ahora, en consecuencia, los
tipos de interés nulos o negativos parecen significar que el futuro es más cierto
(o menos incierto) que el presente, lo que resulta una solemne majadería. La
que proviene de la destrucción de los libres mecanismos del mercado.
¿Por qué se acude a estos mecanismos draconianos de intervención?
Básicamente por tres razones, que todas ellas tienen que ver con el fantasma
deflacionista. La primera para impedir la quiebra de los estados rebajando el
servicio de su deuda. La segunda para apuntalar la supervivencia de unidades
de producción ineficientes que de otra manera quebrarían, incluidos todos los
deudores de la economía (incluidos los deudores hipotecarios) . Y la tercera
para fomentar el crédito barato en particulares y empresas y estimular así las
compras, la demanda y finalmente el empleo.
Pongamos el ejemplo de España con un billón de euros de stock vivo de deuda.
las obligaciones a 10 años españolas cotizan al 1,015%. ¿Es ese el tipo intrínseco
de la deuda española, inferior en medio punto a la de los Estados Unidos?
Naturalmente que no. Por ejemplo, antes de la entrada en el euro, España
pagaba por ese plazo primas muy importantes (14,3% en 1.989, 10% en 1.995,
6,3% en 1996, 5,3% en 1.999). Tras la euforia inversora con la adopción del
euro, volvemos a encontrar el 5,3% en 2012 con un pico del 6,7% en julio de
dicho año, lo que provocará el famoso alegato de Draghi ‘haremos lo que haga
falta para salvar el euro’ y el comienzo de las políticas monetarias agresivas.
Recordaremos que semanas después España recurrió a Bruselas para rescatar a
su sector bancario.
Por lo tanto la diferencia entre el presunto precio de mercado y el precio
intervenido resulta en un ahorro para los presupuestos públicos muy
significativo: 10.000 millones de euros al año por cada punto porcentual. Decir
que el precio ‘natural’ del 10 años español sea el 4% no parece un supuesto
heroico. Si es así estamos asistiendo a un ahorro de 30.000 millones de euros al
año. ¡Bueno y santo!
Pero a cambio de la referida bondad y santidad todos los ahorradores del país
contemplan indignados como sus ahorros no obtienen remuneración alguna, ni
en los instrumentos bancarios habituales ni en las rentabilidades de la deuda.
De las bolsas es mejor no hablar. Los Bancos, como es lógico, no aciertan a
cuadran sus cuentas de resultados y resultan seriamente afectados.
El Bundesbank se quejaba días atrás de que las políticas de tipos bajos que
penalizan a pensionistas, ahorradores y acreedores en todo Europa lo son para
subvencionar a países que, como España, no cumplen con la disciplina
3. presupuestaria y encima resultan beneficiados con la condonación de la multas
previstas. ¿Asistimos acaso a una calumnia? Privatizar beneficios y socializar
pérdidas es algo que ha quedado repudiado socialmente desde hace tiempo.
En resumen, los ahorradores en los países occidentales –también en España-
están (estamos) sufriendo un expolio en forma de la esterilización de los ahorros
en favor y beneficio de los agentes arriba citados. Otra carga injusta y regresiva
que torna legítimo su enfado mayúsculo, todavía contenido.