El documento resume cómo España llegó a su crisis económica actual debido a su membresía en la zona euro. Al unirse a la eurozona, España perdió instrumentos clave de política económica como la manipulación de tasas de interés, la devaluación de la moneda y el apoyo de un banco central nacional. La burbuja inmobiliaria resultante llevó al colapso del sector de la construcción y los bancos, lo que a su vez requirió un rescate de la UE. Ahora, la UE supervisa de cerca el cumplimiento de
1. Los hombres de negro.(versión larga)
Manfred Nolte
Los hombres de negro ya están en Madrid. ¿Cómo hemos llegado a esta
situación aparentemente utópica pero a la postre tan dramáticamente obvia y
previsible?
La tesis que se sostiene es que los grandes culpables de la crisis que devasta a
Europa y con ella a la economía española son dos: el primero como autor
material y el segundo como cooperador necesario del desastre. Como causante
directo señalaremos al euro, esto es, al diseño utópico, superficial y por tanto, a
la postre, perverso de la Unión Monetaria en la que militamos. Se une a esto la
connivencia como inductor y cooperador necesario de un conjunto de actores
económicos –banqueros, supervisores, reguladores, agencias de calificación y
auditores- que con su falta de visión, celo y frecuentemente de honestidad han
activado el detonador inserto en la moneda única. Mas allá de la crisis de deuda
y bancaria, asistimos por primera vez a la quiebra del modelo institucional
europeo que muestra su cara más hostil a Italia y en particular a España.
En los prolegómenos del 2000, los países centrales de Europa abanderados por
Alemania declaraban un rechazo indisimulado a que los llamados ‘países
mediterráneos’, Italia, Grecia, España y Portugal ingresasen en el selecto club de
la moneda única europea. Las políticas estabilizantes del gobierno conservador
de Aznar(1996-2004) condujeron a una fase expansiva de la economía de
España que hizo de su mandato y hasta 2008, con un incremento medio anual
del PIB del 3,5%, el periodo de crecimiento más alto desde la entrada de la
democracia en 1975. Las cuentas públicas mostraban una situación de equilibrio
y la deuda pública era manejable(37% del PIB). Una acción diplomática exitosa
coronó los esfuerzos de los populares y España finalmente quedó homologada
para una nuevo marco económico cuyos límites y alcance se desconocían. La
peseta dejó de circular en 2002.
Se pujó en la subasta del europeismo pensando- como así fue- que sustituir la
peseta por el euro aportaría estabilidad monetaria, ausencia de riesgo de
cambio, oportunidades en un mercado único interior y un escenario de
inflaciones y tipos de interés muy inferiores a los que venían registrándose hasta
entonces. Robert Mundell había definido como área monetaria óptima aquella
que compensa sus desequilibrios con una movilidad perfecta de los factores de
producción. Europa se desmarcará descaradamente de estos supuestos
heroicos.
El período que transcurre entre la entrada en la eurozona y el inicio de la gran
crisis representa una etapa de prosperidad en la economía española. La vitola de
‘país euro’ conduce incluso a tipos de interés reales negativos, alentando la
confianza de los inversores que acometen programas de signo desigual. La
financiación masiva y barata derivada de la política subsiguiente a la crisis de
los ‘punto.com’, conlleva el aumento de la demanda de bienes de consumo
duradero y viviendas alimentando el boom inmobiliario, reforzado por la
demanda de no residentes y el creciente flujo de inmigración.
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2. Mientras tanto España promociona un sistema productivo de baja
productividad, con un déficit de balanza por cuenta corriente que llega a ser el
segundo del planeta tras Estados unidos, compensado tanto por la fuerte
inversión extranjera en España en el periodo como por un gradual incremento
del endeudamiento exterior, en particular del sector privado.
Al estallar la burbuja inmobiliaria como consecuencia del súbito recorte de la
financiación, 900.000 viviendas nuevas acompañan a millares de solares con
promesas de calificación, innumerables estructuras en construcción que deben
detenerse y finalmente a la adjudicación de todo tipos de activos tóxicos
inmobiliarios a la Banca que valora ficticiamente en su balance los activos
entregados por el valor de los créditos entregados a sus promotores en los picos
de la bonanza económica. El sector que representa un 15% del PIB, ha
colisionado con un iceberg e inicia su proceso irreversible hacia el hundimiento.
La estiba de la carga tóxica hacia otro navío estratégico y sistémico como es el
sector financiero provoca a su vez, tras sucesivos intentos de recapitalización, la
escora y posterior vuelco de este último.
Llegado aquí, y ante el panorama dantesco que desvelan las cifras del paro, el
Estado aborda una política anticíclica que lleva las cuentas publicas a un déficit
superior al 10% - el umbral señalado en el tratado es del 3%-desatando las
alarmas de Bruselas. La deuda publica alcanza registros superiores al 60%
establecido en los pactos de Estabilidad. Finalmente surge el auténtico verdugo
de la economía española: los mercados. Aunque este animal de proporciones
colosales albergue determinados ingredientes especulativos que pueden
intensificar la trayectoria de la demanda y de la oferta, la cruda realidad es que
los gestores internacionales, el llamado ‘big money’,rechaza el papel soberano
español, -no hay una ‘orquestación’ a la contra- dirigiendo su demanda hacia
otros activos refugio. Con las primas de riesgo en máximos históricos el país
aborda la necesaria recapitalización de un sistema financiero en ruina sin el
posible acceso a los mercados privados.
Volvamos brevemente al nexo de esta situación con nuestra adscripción a la
Eurozona. Con la entrada en el euro España renuncia a tres instrumentos vitales
de política económica: renuncia a la manipulación de los tipos de interés que
puede incidir en los flujos de capitales; renuncia a la devaluación que restablece
la competividad perdida fijando automáticamente pautas de austeridad
estabilizadoras y renuncia finalmente un Banco central beligerante, al servicio
de la economía real, que monetice, en su caso, su deuda soberana, estabilizando
sus precios, práctica habitual en el Reino Unido, Estados Unidos o Japón.
Durante una década España ha ido cavando su propia trampa.
La avaricia de determinados empresarios, la incapacidad de un gran número de
dirigentes bancarios, la ceguera de los auditores y calificadores y la
permisividad de Banco de España y CNMV no fueron sino el cocktail ideal para
que el sistema exhibiese sus más nocivas contradicciones.
Cortado el acceso a la financiación privada es evidente que solo queda el
recurso a Bruselas. El rescate bancario es el primer capítulo. Sin cambios
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3. sustanciales en la gobernanza europea los capítulos se sucederán. Los
resultados aun programáticos y embrionarios de la recién acabada cumbre del
Eurogrupo y del Consejo Europeo apuntan esperanzadoramente en la buena
dirección. En cualquier caso sea cual fuere el mecanismo que utilice la Unión
Europea para aliviar los males de la economía española, siempre estarán sujetos
a una determinada condicionalidad. “Ninguna prestación sin contrapartida”
sentencian Merkel y los acólitos del núcleo duro.
Para vigilar su cumplimiento han llegado los hombres de negro. Lo previsible es
que no se vayan en un dilatado periodo de tiempo.
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