La calidad de vida no depende solo de los ingresos económicos, sino que también incluye el bienestar mental, emocional, espiritual y físico, así como las relaciones familiares y laborales. Para mejorar la calidad de vida, es necesario reflexionar sobre uno mismo para identificar áreas de mejora, aceptar tanto los puntos fuertes como las debilidades y aplicar métodos para conocerse a sí mismo y promover el cambio positivo.