Los tratados de Córdoba de 1821 reconocieron la independencia de México e instituyeron un gobierno monárquico y constitucional con Fernando VII como emperador. Los tratados establecieron una junta provisional gubernativa que nombraría una regencia de tres personas para gobernar en nombre del monarca hasta que éste asumiera el trono, y las cortes formarían una constitución para el nuevo Imperio Mexicano.