Este documento habla sobre la importancia de tener a Jesucristo como el único y verdadero fundamento para los cristianos. Explica que al aceptar a Cristo tenemos un fundamento firme que no puede ser afectado por las circunstancias del mundo. También menciona que ninguna otra creencia u otra persona puede reemplazar a Jesús como nuestro fundamento espiritual. Finalmente, concluye que al reconocer a Jesús como nuestro fundamento, nada ni nadie podrá movernos de nuestra fe en Él.