La crisis económica y social de Europa en los siglos XIV y XV se debió a malas cosechas, guerras y la Peste Negra. Esta pandemia mató a un tercio de la población europea y provocó escasez de mano de obra en el campo y miseria en las ciudades. Esto llevó a revueltas campesinas contra los señores feudales y disturbios urbanos que a menudo atacaron barrios judíos. La crisis marcó el fin de la prosperidad de la Baja Edad Media.