2. Nacimiento de la Virgen María Autor: Juan Pantoja de la Cruz. Fecha: 1603. Esta en el museo del Prado. En este lienzo de Pantoja de la Cruz nos presenta a santa Ana en el lecho acompañada de tres damas pertenecientes a la Casa de Austria. Entre ellas se reconoce a María de Baviera, la suegra de Felipe III, como la mujer que sostiene a la recién nacida. Si bien en sus primeros trabajos estaba más influido por su maestro Sánchez Coello, en estas últimas obras encontramos mayor influencia de la pintura flamenca contemporánea, entre ellos el propio Rubens. En cuanto a la iluminación, debemos aludir a la influencia de la escuela veneciana, especialmente Tintoretto y Bassano En el cuadro aparecen como dos partes bien diferenciadas, una la de arriba que esta bien iluminada y se ve como el espíritu que cae sobre la Virgen María, luego hay una parte oscura que es donde esta la madre de la Virgen tumbada y luego esta otra abajo también bien iluminada que se ve como están bañando a la Virgen María que acaba de nacer y la están lavando que significa pureza.
3. Visitación de la Virgen María Autorste es el don de la gracia, que Masip otorga a las delicadas figuras femeninas que aparecen. Tras ellas está la pareja de los maridos, con una iconografía curiosa: San José aparece como un hombre joven : Vicente Maçip Fecha: 1540/45h Esta en el museo del Prado. ue uno de los primeros en conocer y adoptar los rasgos pictóricos de Rafael y Leonardo . La influencia más directa que encontramos en este cuadro es precisamente su formato circular, lo que nos habla de un modelo llamado tondo, que era muy utilizado por Rafael en sus escenas religiosas en las que aparece la Virgen. El tema del tondo es la Visita que Santa Isabel, madre de San Juan Bautista, realiza a María, cuando las dos se encuentran embarazadas. El momento es en el que San Juan se agita en el vientre de Isabel y ésta conoce que María será la madre del Mesías, por lo que cae arrodillada ante su prima, que la levanta dulcemente del suelo. En toda la escena predomina un tono italianizante que da modernidad a la imagen. La "charis" de Rafael está presente. Este es el don de la gracia, que Masip otorga a las delicadas figuras femeninas que aparecen. Tras ellas está la pareja de los maridos. La consecuencia del encuentro entre las madres se observa en la lejanía en mitad del hermoso paisaje umbrío del fondo, con un río que zigzaguea hacia el horizonte, se encuentran las figuras de los hijos, ya mayores, cumpliendo con sus respectivas misiones. San Juan en la orilla bautiza a Cristo. El hombre preparando los asnillos para el viaje, y la sirvienta aguardando en la puerta de sus señores
4. Nacimiento Autor: Piero mella Francescas Fecha:1484-87 Museo: National Gallery de Londres Hacia 1485 llegó a Florencia el Tríptic Portinari pintado por Hugo van der Goes algunos años antes y adquirido en un viaje a Flandes por uno de los miembros de la familia Portinari, de donde procede el nombre. La enorme influencia de esa tabla flamenca en esta Natividad de Piero della Francesca hace pensar en un viaje no documentado de Piero a la capital de la Toscana en torno a 1485 donde pudo admirar el Tríptico; podría especularse en el conocimiento a través de un grabado o de una estampa debido a la repercusión de la obra de Van der Goes en el ambiente artístico florentino de fines del Quattrocento. Piero della Francesca no llegó a finalizar el trabajo, considerándose como la última obra realizada por el maestro; desconocemos las causas por las que no concluyó los rostros de la Virgen y de los pastores, apuntándose la posibilidad de ceder esa ejecución a sus ayudantes. Las figuras se integran en el espacio gracias a la luz empleada, destacando su volumetría y su aspecto escultórico. Elimina todo el lujo característico del mundo flamenco para mostrar una composición tranquila y serena, en la que los puntos de fuga adquieren cierto arcaísmo aunque la perspectiva resulta bastante correcta.
5. La huida a Egipto Autor: Adam Elsheimer Fecha:1609 Museo: Alte Pinakothek (Munich) Elsheimer llegó a Roma cuando tenía 22 años, entrando en contacto con artistas flamencos como el paisajista Paul Brill y Peter Paul Rubens, uno de los pintores que más valoró la obra del alemán. Buena parte de su escasa producción -no más de 30 obras ya que falleció en 1610, a la edad de 32 años- la constituyen los paisajes, en los que intentaba transmitir la emoción de la historia narrada, como podemos observar en esta Huída a Egipto, pequeño óleo sobre cobre en el que se presentan tres fuentes de luz diferentes: la antorcha en la mano de san José, el fuego encendido por los pastores y la luna y su reflejo en el agua. Cada uno de estos focos de luz modela los objetos de su entorno de manera fragmentaria, yuxtaponiendo cada uno de los espacios, haciendo especial hincapié en la importancia de la naturaleza. Con este paisaje nocturno, el artista intenta transmitir la incertidumbre de la Sagrada Familia que felizmente pasará la noche en compañía de un grupo de pastores.
6. Crucifixión Autor: Andrea Mantegna Fecha:1457-59 Museo:Museo Nacional del Louvre La imagen principal es una Sagrada Conversación mientras que en la predela del retablo se insertaron tres momentos de la vida de Cristo situándose en el centro la Crucifixión que aquí contemplamos, hoy separada del conjunto. En estas tres tablas encontramos una marcada influencia de la pintura flamenca en el paisaje, en la expresividad excesiva de algunas de las figuras y en la minuciosidad "fotográfica" de los ropajes. Las tres cruces son el elemento principal de la composición, partiendo de la cruz ocupada por Cristo un camino que asciende hacia la ciudad de Jerusalén que observamos al fondo, junto a una montaña de gigantescas proporciones. Las Santas Mujeres expresan su dolor de forma dramática mientras que, a la izquierda de Cristo, los soldados se entretienen jugando a los dados. Un oficial a caballo eleva su mirada para contemplar el sufrimiento de uno de los ladrones mientras en la zona de primer plano un soldado hace guardia. Las figuras están dotadas de un aspecto escultórico sensacional, acentuando la anatomía desnuda de Cristo y sus compañeros de martirio gracias a la iluminación empleada. Ese aspecto escultórico también se extiende a las rocas y al paisaje, denominado por algunos autores el "estilo pétreo". La perspectiva es otra de las preocupaciones del maestro, creando unos efectos de profundidad soberbios, con un punto de vista bajo que otorga mayor grandiosidad a los personajes.
7. La resurreción de Cristo La resurrección de Cristo fue pintada por Piero della Francesca en una fecha desconocida para una de las salas del Palazzo dei Comendatori, precisamente la destinada a dirimir los asuntos públicos. Ese carácter público de la pintura permite atribuir cierta simbología a la obra, planteándose como una alusión a la leyenda que considera a los fundadores de Sansepolcro como peregrinos procedentes de los Santos Lugares que portaban una reliquia del Santo Sepulcro, decidiendo el lugar de la fundación gracias a una aparición de Jesucristo. a composición se ordena en un triángulo, presidida por la monumental figura de Cristo enarbolando la bandera de la Resurrección. Sale triunfalmente del sarcófago -referencia arquitectónica de gran atractivo para el maestro, siguiendo a Leon Battista Alberti- y dirige su mirada hacia el espectador. A sus pies encontramos cuatro figuras de soldados durmiendo u ocultándose los ojos entre las manos para no dirigir su mirada al Salvador. El fondo está ocupado por un paisaje -como si se tratara de un mero telón- de diferente aspecto si observamos la zona derecha o la izquierda; ante la frondosidad de los árboles de un lugar hay un terreno yermo y seco en la otra zona, aludiendo al antes y el después de la resurrección de Jesús. La escena se desarrolla en tres planos sucesivos que apenas tienen relación entre sí, enmarcándose en una estructura arquitectónica de referencia clásica que asemeja a una ventana abierta al paisaje. Sin embargo, gracias a la iluminación empleada esos espacios se unifican, esculpiendo cada una de las figuras, introduciendo un atractivo ritmo entre los planos -a pesar de la apariencia estática del conjunto- y apagando las tonalidades de los colores, convirtiéndose en una característica que determina la pintura del maestro. El interés por las anatomías está presente en este trabajo, relacionándose Piero con sus compañeros del Quattrocento .