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TRASTORNOS DEL LENGUAJE Y DEL APRENDIZAJE EN NIÑOS Y
                   ADOLESCENTES (LLDs).


INTRODUCCIÓN

Es paradójico y frustrante que aunque psiquiatras y educadores reconozcan y
enfaticen la necesidad de detectar y tratar precozmente los problemas de salud mental
en los niños, la investigación y la literatura se centra poco en como llevarlo a cabo.
Muchos médicos están poco familiarizados y se sienten incómodos con los
preescolares y, ante la ausencia de directrices claras en la literatura, a menudo
aconsejan a los padres “esperar y ver si el problema continua” perdiendo así la
oportunidad de actuar en el momento en que la intervención puede tener su máxima
efectividad.
El período comprendido entre el nacimiento y los 6 años, constituye un tiempo de
cambios sin precedentes para un niño. Aunque los niños inicialmente sólo tienen
algunas respuestas innatas de comportamiento, durante este tramo de tiempo
adquieren la habilidad de realizar actos motores de complejidad creciente, de
comunicarse, de enzarzarse en niveles altos de abstracción y resolución de problemas
y de tener una socialización significativa con sus parientes y otros adultos. Muchos
problemas de salud mental en este grupo de edad se reconocen inicialmente como
desviaciones en el proceso de desarrollo, por lo tanto, es importante que tanto los
médicos como los investigadores tengan un conocimiento preciso y claro del desarrollo
“normal” y de los factores que le afectan.


VARIABLES GENÉTICAS

En los últimos años ha habido un enorme incremento en el conocimiento de la
transmisión genética de los rasgos de comportamiento y consecuentemente de
nuestra estimación de la importancia de las variables genéticas en los problemas de
salud mental. Evidencias recientes sugieren con firmeza que una amplia serie de
conductas están, como mínimo parcialmente, ligadas genéticamente. El
reconocimiento de semejante causalidad genética tiene varios significados para los
médicos. En primer lugar, significa que las desviaciones del comportamiento pueden
ocurrir a edades muy tempranas, antes de que los factores ambientales puedan haber
tenido algún impacto. En segundo lugar, la evidencia de la importancia de factores
genéticos en los problemas de salud mental infantiles implica que los médicos (y los
investigadores) deben obtener información completa sobre la concurrencia de
problemas médicos y de salud mental en la familia extensa del niño. Finalmente, los
médicos deben estar alerta de los continuos avances en la ciencia médica y de la
posibilidad de marcadores genéticos o biológicos en enfermedades mentales que
pueden ser descubiertos a través del examen médico o de tests de laboratorio.


VARIABLES PRENATALES

Así como en los últimos años se ha reconocido crecientemente la importancia
de variables genéticas, se ha empezado a entender la importancia de variables
prenatales. Uno de los mejores ejemplos de este entendimiento es el reciente
reconocimiento del síndrome alcohólico fetal (SAF) como la primera causa
conocida de retraso mental en Estados Unidos (Abel & Sokol, 1987). Los efectos
en el feto de una ingesta moderadamente excesiva de alcohol por parte de la
                                                                                    1
madre eran ampliamente desconocidos hace 15 años, y pocos médicos o
psiquiatras reconocían los patrones de conducta o las anomalías físicas
asociadas al SAF. La literatura reciente sugiere que otros factores prenatales
importantes incluyen el uso materno o paterno de drogas, el tabaco en las
madres y la exposición prenatal a toxinas ambientales como el plomo. Además,
un área reciente de gran trascendencia es el número de niños infectados por HIV
en Estados Unidos, muchos de los cuales han sido infectados prenatalmente o
en el momento del nacimiento. De nuevo, los médicos en esta área están
obligados a obtener una historia precisa en relación a estas variables y saber
cuando deben recurrir a algunas evaluaciones médicas.



VARIABLES PERINATALES
Hay un número de factores que ocurren o empiezan aparentemente en el
nacimiento que pueden producir problemas de salud mental durante los años
preescolares. Los traumatismos físicos pueden producir parálisis cerebral y
como consecuencia déficits motores y cognitivos. El parto prematuro y el bajo
peso al nacer, aunque a veces son el resultado de factores que ocurren durante
el periodo prenatal, se hacen evidentes en el momento del nacimiento. Los niños
con bajo peso al nacimiento tienen más posibilidades de tener retrasos de
desarrollo y mas riesgo de algunas alteraciones como el déficit de atención.
Asimismo, los prematuros representan un porcentaje desproporcionado entre
las víctimas malos tratos físicos, posiblemente debido a la separación y a la
disminución del vinculo parental como resultado del emplazamiento del niño en
una unidad de cuidados intensivos o intermedios neonatales o también, por la
alta incidencia de prematuros en madres adolescentes.
Los recientes avances en competencias de monitorización fetal han mejorado
mucho las posibilidades de intervención en casos de distress fetal.
Intervenciones como la cesárea pueden utilizarse ahora de una forma más
precisa para prevenir daños fetales en complicaciones perinatales como las
circulares de cordón o presentaciones anormales. Uno de los procedimientos
de valoración perinatal más ampliamente utilizados es la escala de Apgar
(Apgar, 1953), que se utiliza en la mayoría de salas de partos para valorar la
salud y desarrollo infantil en el momento del nacimiento. Esta escala de 10
puntos valora la capacidad del niño en cuanto a su ritmo cardiaco, respiración,
tono muscular, color de piel y reflejo de irritabilidad en el primer minuto y 5
minutos después de nacer y asigna una puntuación de 0 a 2 en cada parámetro.
Los recien nacidos con una puntuación total inferior a 4 en la escala de Apgar
son reconocidos como de riesgo y suelen ingresar en unidades de cuidados
intensivos con oxígeno y otros soportes respiratorios. Los niños con una
puntuación entre 4 y 7 en el primer minuto suelen ser puestos en observación
por la posibilidad de problemas médicos.


ALTERACIONES EN EL DESARROLLO NEUROLÓGICO
En el pasado, los psiquiatras no conocían demasiado sobre el desarrollo
neurológico de los niños pequeños y, por lo tanto eran incapaces de considerar
este factor en sus valoraciones. Afortunadamente, el crecimiento en los campos
la neurología y neuropsicología pediatrica ha disparado un creciente interés en
las funciones neurológicas y neuropsicológicas en los preescolares y su
significado en los problemas de salud mental. El desarrollo de formularios de
valoración como la escala de valoración del comportamiento neonatal de
Brazelton (1973) ha aumentado enormemente la capacidad de los médicos para

                                                                             2
valorar niños pequeños, asimismo avances en la ciencia médica como la
resonancia magnética nuclear (RMN) y las exploraciones tomográficas con
emisión de positrones (SPET) nos han capacitado para relacionar los déficit
funcionales neurológicos con disfunciones anatómicas y fisiológicas. Un
número creciente de psicólogos y psiquiatras reciben ahora formación reglada
sobre el desarrollo neurológico y están alerta de algunos hechos clínicamente
relevantes como que los defectos en el cortex cerebral raramente afectan al
comportamiento en los primeros 6-9 meses de vida de el lactante, o que la falta
de mielinización en los nervios que conducen al esfínter durante un año o más
tras el nacimiento indica que el control de esfínteres es incluso fisiológicamente
imposible antes de esa edad. Las intervenciones en enfermedades neurológicas
han sido crecientemente estudiadas en los últimos años también y es importante
para los psiquiatras familiarizarse con esta literatura. Por ejemplo, el uso a largo
plazo de medicación anticonvulsivante durante los años preescolares tiene
significantes secuelas tanto neurológicas como de comportamiento, y es
importante para un médico estar familiarizado con ellas, tanto para valorar a un
niño sometido a esa medicación como para ayudar a padres y a médicos a
valorar los riesgos y beneficios de dicho tratamiento.
El desarrollo del sistema nervioso humano es un proceso que se inicia en el
periodo fetal y continua durante la mayor parte de la primera infancia. Aunque es
un proceso dirigido genéticamente, es vulnerable a factores ambientales durante
su curso. Durante las 4 primeras semanas de gestación, las células nerviosas se
diferencian y migran para formar el tubo neural que posteriormente se desarrolla
hasta formar el cordón espinal. El cerebro se desarrolla a partir de la porción
anterior del cordón espinal entre la tercera y décima semana de gestación
mientras que el desarrollo básico de la corteza cerebral se desarrolla entre la 7ª
semana y el séptimo mes. La mielinización, o el desarrollo de una capa grasa
alrededor de los axones neuronales que amplia la eficiencia de la transmisión,
empieza en el cordón espinal durante el tercer mes de gestación y alcanza al
cerebro durante el sexto mes de gestación. En el momento del nacimiento, solo
algunas áreas cerebrales están completamente mielinizadas. Estas son
mayoritariamente las áreas del tronco cerebral relacionadas con conductas
instintivas como la succión. Las neuronas sensoriales generalmente se
mielinizan antes que las neuronas motoras, lo que explica la superioridad de las
habilidades sensitivas respecto a las motoras en los recién nacidos (Brierley,
1976). La mielinización de las fibras que conectan el cortex cerebral con el
cerebelo no suele completarse hasta alrededor de los 4 años y la completa
mielinización del sistema nervioso a menudo no sucede antes de los 15 años
(Kolb & Whishaw, 1991). Las deficiencias nutricionales post-natales se han
asociado a desordenes en la mielinización cerebral (NINCDS, 1979).También
parece haber un considerable desarrollo de las conexiones dendríticas entre
neuronas en el periodo post-natal. Cuando un niño cumple 2 años, su cerebro ha
alcanzado alrededor del 75% de su peso adulto y cuando cumple 5 el cerebro ha
alcanzado cerca del 90% de su peso adulto (Yeterian & Pandya, 1988).
Las alteraciones en el desarrollo neurológico durante el periodo prenatal pueden
incluir el defecto del tubo neural a cerrarse correctamente lo que resulta en una
enfermedad llamada espina bífida, en la que el cordón espinal no se desarrolla
adecuadamente hacia las extremidades inferiores, con la consecuencia de
parálisis en las piernas y hidrocefalia. Esta enfermedad puede comportar
alteraciones motores y cognitivas significativas. Algunos defectos en el
desarrollo neural pueden ser producidas por factores ambientales ( como la
rubeola, exposición a radiaciones, hipoxia) asi como factores genéticos.
Los problemas neurológicos que acontecen en el momento del nacimiento
suelen ser el resultado de traumtismos mecánicos, hipoxia, hipoglicemia o

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hemorragia subaracnoidea. Las alteraciones neurológicas que sen ve mas a
 menudo en neonatos son las convulsiones. Los niños prematuros tienen
 convulsiones con una frecuencia 15 veces mayor que los niños a término y el
 70-90% de los prematuros que tienen convulsiones mueren (holden, Mellits, &
 Freeman, 1982). Eriksson y Zetterstom (1979) encontraron que el 13% de los
 recién nacidos a término que tuvieron convulsiones fallecieron, con el 30% de
 los supervivientes con retraso psicomotor severo y sólo el 15% con un
 desarrollo normal al año de vida. Los niños con convulsiones no febriles
 generalmente presentan algún deficit cognitivo o de comportamiento en edades
 más avanzadas. Por ejemplo, Bolter (1984) obtuvo una media de cociente
 intelectual de 92 en dichos niños , con sólo un 13% con coeficientes por encima
 de 110.
 Un pronóstico más positivo está ligado a las convulsiones febriles que se
 definen como aquellas convulsiones que ocurren entre los 3 meses y 5 años,
 asociadas a fiebre y sin evidencia de infección o enfermedad intracraneal
 (Millipap, 1968). La incidencia de estas convulsiones en la población preescolar
 es aproximadamente de 29/1000. Solo el 30% de los niños que tienen una
 convulsión febril repetiran el episodio. La tasa de recurrencia es mayor en
 aquellos cuya primera convulsión febril apareció antes de los 18 meses que en
 aquellos que tuvieron su primera convulsión febril despues de los 18 meses.
 Nelson and Ellenberg (1978) encontraron que no había deficits en el cociente
 intelectual de niños de 7 años que habían tenido convulsiones febriles, aunque
 Schiotz-Christensen y Bruhn (1973) reportaron un incremento de problemas de
 comportamiento y un deficit de 7 puntos en el cociente intelectual de niños que
 habían sufrido convulsiones febriles comparados con sus gemelos que no las
 habían tenido.


 DESARROLLO NEUROLOGICO

 Capacidad visual
 La capacidad de seguimiento visual está presente incluso en los recién nacidos,
 aunque la rapidez del seguimiento y la habilidad de seguir un estimulo en la
 periferia del campo visual no son equivalentes a la realización en un adulto. La
 agudeza visual es pobre en todas las distancias hasta aproximadamente el mes
 de vida en la que la agudeza es prácticamente igual a la del adulto cuando el
 estimulo está situado a 8-10 pulgadas del ojo. La visión a larga distancia
 continua siendo pobre durante el periodo preescolar. Un lactante puede
 generalmente ver hasta 20 pies mientras que un adulto puede ver a 200 pies y
 un niño de 2-3 años ve a 20 pies lo que un adulto ve a 30-40 pies (Acredolo &
 Hake, 1982). Fantz (1961) determinó que hacia las 8 semanas de vida los
 lactantes eran capaces de distinguir entre patrones visuales los patrones
 complejos preferidos (particularmente caras) de los sencillos. Lactantes de
 hasta 2 meses pueden distinguir la profundidad, y Cohen (1977) determinó que
 lactantes de hasta 7 meses tenían “constancia de forma” es decir, la habilidad
 de percibir un objeto como igual aunque cambiemos su orientación hacia el
 sujeto y por consiguiente su imagen en la retina. Las investigaciones de visión
 comática en lactantes (Bornstein, Kessen, & Weiskopf, 1976) han mostrado que
 niños de hasta 4 meses son capaces de distinguir esencialmente los mismos
 colores que los adultos perciben como matices diferentes.

 Capacidad auditiva
 Aunque el oído está intacto al nacimiento, los neonatos no son capaces de
detectar sonidos a bajo volumen ni de diferenciar entre sonidos como lo hacen

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los adultos (Schulman-Galambos & Galambos, 1979). No obstante, parte de este
déficit puede ser debido a los fluidos que a menudo se encuentran en las orejas
de los recién nacidos. Los lactantes pequeños han demostrado su habilidad para
discriminar sonidos de distintos tonos y parece que tienen preferencia por los
sonidos en tonos bajos (Eisenberg, 1976). También se ha demostrado una mayor
respuesta a las voces humanas frente a sonidos no vocales (como un timbre) del
mismo tono (Freedman, 1971). Los lactantes también son capaces de localizar
aproximadamente la fuente de sonidos poco tiempo después de nacer
(Butterworth & Castillo). La capacidad auditiva mejora progresivamente hasta los
12-13 años en que se estabiliza hasta la madurez (Pick & Pick, 1970).

 Capacidad táctil
La percepción del dolor parece estar poco desarrollada en el momento del
nacimiento pero se incrementa enormemente en los primeros días de vida (
Anders & Chalemian, 1974). El sentido del tacto parece estar intacto poco tiempo
después del nacimiento, pero al igual que en los otros sentidos sufre una mejoría
gradual durante los años preescolares. (Gliner, 1967).

 Capacidad olfativa y gustativa
El sentido del olfato parece estar altamente desarrollado en los neonatos de 1
semana de vida (Rieser, Yonas, & Wilkner, 1976). Por ejemplo, los lactantes de 1
mes han demostrado su preferencia por el olor del pecho de su propia madre
(MacFarlane, 1977). La literatura sugiere que el olfato está completamente
desarrollado a los 6 años, continua mejorando hasta la mediana edad y luego
disminuye
La capacidad de distinguir gustos está presente de forma grosera desde el
nacimiento y los neonatos parecen tener preferencias innatas hacia determinados
sabores. Por ejemplo, prefieren sustancias más dulces aunque sean menos
nutritivas que otras (Bower, 1977). Algunas evidencias (Pick & Pick, 1970)
sugieren que el sentido del gusto del niño continua mejorando durante la infancia.


 DESARROLLO MOTOR
 Los neonatos nacen con una docena de reflejos innatos, muchos de los cuales
 tienen un gran valor de supervivencia y están controlados por áreas
 subcorticales del cerebro. La presencia de comportamientos reflejos en el
 neonato se utiliza a menudo como indicación de integridad en el desarrollo
 neurológico. Gradualmente, empezando a los 2 meses y hasta el año de edad, el
 cortex asume cada vez más control en el comportamiento motor con el resultado
 de la disminución o desaparición de los reflejos y la aparición del
 comportamiento motor voluntario (Capute, Accardo, Vining, Rubenstein, &
 Harryman, 1978).
 Incluso antes de que disminuyan los comportamientos reflejos, los neonatos
 pueden emprender algunos movimiento voluntarios. La emergencia de dichos
 movimientos en los lactantes sigue un curso bastante predecible y puede usarse
 como guía aproximada de los progresos en el desarrollo, aunque es importante,
 tanto para padres como para médicos, darse cuenta de que hay una
 considerable variabilidad individual en este proceso.. A la edad de 1 mes, la
 mayoria de niños pueden levantar la cabeza en posición de prono, A los 2-3
 meses, el 50% de niños pueden voltear sobre ellos mismos, y hacia los 5-6
 meses, el 50% de niños puede sentarse sin apoyo. A la edadde 7 meses la
 mayoría de niños pueden empezar a rastrear o gatear, aunque no es infrecuente
 que muchos niños no se desplacen hasta que no empiezan a andar alrededor del
 año. La deambulación está a menudo precedida, hacia los 9-10 meses, por un

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periodo en el que andan apoyándose en los muebles, adultos o otras
estructuras. Algunos meses después, los niños desarrollan el equilibrio y
coordinación suficientes para poder caminar hacia atrás. La capacidad para
apoyarse en un solo pie y para saltar con los dos pies no suele verse en niños
menores de 2 años. Hacia la edad de 5 años, la mayoría de niños pueden saltar a
una distancia considerable sobre el suelo y hacia arriba. El desarrollo en cuanto
a subir escaleras también sigue un curso bastante predecible. Al principio los
niños suben escaleras moviendo un pié hacia el peldaño superior y luego
moviendo el otro pié hasta el mismo nivel. Hasta los 3-4 años los niños no son
capaces de subir escaleras con los 2 pies alternando los pasos como lo hacen
los adultos. La capacidad de deambulación continua mejorando durante el
periodo preescolar y en la mayoría de casos alcanza los niveles del adulto sobre
la edad de 6 años.
        El desarrollo motor en el uso de las manos también sucede en un proceso
ordenado. Incluso los neonatos pueden alcanzar objetos situados en su campo
visual, pero sus acciones son poco coordinadas y parecen tener una naturaleza
refleja. Hacia los 4-5 meses, los niños empiezan a alcanzar y a tocar objetos de
su campo visual de un modo determinado. A está edad, hay muy poca
manipulación digital independiente; los objetos que se agarran son lanzado o
sostenidos con toda la mano. Desde los 6 a los 12 meses, los niños desarrollan
un control digital más preciso y sofisticado, que culmina en el desarrollo de la
efectividad del movimiento de pinza (oposición del pulgar y el dedo índice)
alrededor del año de vida. Hacia los 4-5 años los niños desarrollan una gran
habilidad en estas actividades, usando mas sus manos y dedos que sus troncos.
La coordinación de manos y dedos continua mejorando a lo largo de toda la
primera infancia.
Las literatura de investigación sugiere que el desarrollo motor es producto tanto
de la maduración física como de la experiencia. Un estudio clásico de Gesell y
Thompson (1929) demostró que aunque a los niños se les podía enseñar alguna
habilidad motora básica (subir escaleras) a una edad mas temprana que a sus
hermanos a los que no se aleccionaba, la superioridad en estas habilidades
desaparecía rápidamente cuando a los hermanos no aleccionados se les daba la
oportunidad de practicar la misma tarea. Estudios transculturales (Kagan, 1984)
han demostrado que las expectativas culturales y la oportunidad para practicar
tienen gran influencia en la edad en la que los niños alcanzan alguna étapa
motora como la deambulación. De nuevo, no obstante, estas diferencias parecen
ser muy pequeñas y tienen poca repercusión en la habilidad motora en edades
más tardías.


DESARROLLO COGNITIVO
Incluso al nacer, los niños parecen tener una capacidad considerable para
aprender y recordar.
Siqueland y Lipsitt (1966) demostraron que niños de tan solo 2 días de vida
podían aprender la respuesta de girar la cabeza hacia un estímulo auditivo
cuando se reforzaba con dextrosa, y lactantes de 6 meses eran capaces de
recordar estímulos visuales por un periodo de 2 semanas (Fagan, 1973). A pesar
de esta evidencia de habilidades tempranas impresionantes, los preescolares
tienen limitaciones significativas en sus procesos cognitivos. Sus memoria no
es tan buena al principio como será posteriormente. A la edad de 3 años, el niño
puede almacenar solo 3 items en la memoria a corto termino, en oposición a los
6 items que puede almacenar un niño de 10 años y a los 8 que puede almacenar
un adulto (Case, Kurland, & Goldberg, 1982). Los retrasos en el tiempo parecen
interferir mas con la habilidad de resolver problemas de los más pequeños que

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en los mas mayores. Un estudio (Kagan, 1979) demostró que los niños de 7
meses podían resolver el problema de encontrar un juguete si se esperaba 3
segundos antes de permitirle buscarlo, pero que no eran capaces de resolverlo
si se retrasaba hasta 7 segundos el inicio de la búsqueda. Los niños de 10
meses pueden resolver el problema incluso a los 7 segundos.
Piaget (1963) describió el desarrollo cognitivo durante los 2 primeros años de
vida como el resultado de la interacción entre las percepciones sensoriales y las
respuestas motoras. El veía el desarrollo durante la “etapa sensoriomotora”
como un proceso de 6 fases discretas. Piaget creía que, durante el primer mes
de vida, los neonatos interfieren con su entorno primariamente a través de los
patrones de respuesta refleja y que inicialmente el desarrollo cognitivo consiste
en la modificación de dichos reflejos en respuesta a la maduración biológica y a
las demandas ambientales.
Piaget describió la segunda fase del desarrollo cognitivo, entre los 1-4 meses,
enfocada principalmente a lo que él llamó “reacciones circulares primarias”.
Estas son respuestas motoras basadas en reflejos que son repetidas
activamente gracias a los estímulos y al placer que les comportan. Estas
respuestas motoras han sido modificadas y elaboradas, y puede verse una
coordinación entre diferentes actos motores. Durante este periodo de tiempo,
las respuestas motoras parecen ser menos reflejas y mas intencionadas, aunque
el principal interés del niño sigue estando en su propio cuerpo más que en su
entorno.
La tercera fase del desarrollo cognitivo según Piaget, está marcada por el
desarrollo de las “reacciones circulares secundarias” desde los 4 a los 8 meses
de vida. Estos patrones de comportamiento son parecidos a los de las
reacciones circulares primarias exhibidas durante la anterior fase del desarrollo
excepto que el principal centro de estimulación y placer es el efecto en el
entorno mas que en el propio cuerpo del niño. El enfoque en el entorno exterior
marca el inicio del desarrollo del concepto de “permanencia de objeto”, o el
reconocimiento de que los objetos y las personas tienen una existencia continua
separada de la del niño. Piaget también notó el desarrollo durante esta fase de
los inicios de un sentido de “anticipación” en los niños para acontecimientos
regulados o claramente señalados de su entorno. El sentido de anticipación es
el fundamento del desarrollo de la apreciación de causa-efecto en un periodo
posterior.
Piaget caracterizó la cuarta fase (8-12 meses) como la combinación y
coordinación de las reacciones circulares secundarias en patrones de
comportamiento mas complejos y eficientes, que continúan siendo elaborados y
modificados por las demandas ambientales. La naturaleza intencionada del
comportamiento se incrementa y mejora la anticipación y entendimiento de la
causalidad. Piaget describe el comportamiento durante esta fase como
estereotípico y poco flexible. Un ejemplo de los errores cognitivos que los
lactantes cometen durante esta fase del desarrollo es el “error no A no B”, en el
que los lactantes perseveran en un comportamiento previamente reforzado
(buscar un juguete en la mano izquierda de un adulto) incluso cuando las
condiciones de reforzamiento han cambiado claramente (el juguete ha sido
visiblemente transferido a la mano derecha del adulto).
Piaget describió a la quinta fase, que ocurre durante los 12 y 18 meses, como
enfocada a lo que el llamó “reacciones circulares terciarias”. Son
combinaciones y variaciones intencionadas de respuestas de comportamiento
más simples que se activan en forma de ensayo-error en respuesta a
acontecimientos ambientales. Aunque la capacidad de abstracción y de resolver
problemas del niño es aún limitada durante esta fase, el conocimiento no es tan
estereotipado y rígido como anteriormente y el entendimiento de la permanencia

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del objeto está más desarrollada. Por ejemplo, un niño de esta edad ya no
comete el “error no A no B” que cometía en la fase anterior si el juguete se
transfiere visiblemente a la otra mano. Pero, si el juguete se transfiere de forma
no visible para él, continuará escogiendo la mano equivocada.
Desde los 18 a los 24 meses, según Piaget, los niños en la sexta fase del
desarrollo cognitivo empiezan a activar el pensamiento simbólico. Esto implica
que el niño puede “probar” mentalmente soluciones a su problema antes de
emprender su resolución mediante el sistema ensayo-error y que soluciones que
no había intentado nunca pueden realizarse satisfactoriamente en un primer
intento. Debido a la habilidad recientemente hallada de activar el pensamiento
simbólico, los niños son capaces ahora de una permanencia de objeto “real”, en
la cual pueden inferir la localización de un objeto no visible, incluso si no han
observado que era transferido de lugar. Otra característica de esta fase de
desarrollo cognitivo es la capacidad de “imitación diferida”, en la cual el niño
copia comportamientos ajenos que ha visto anteriormente.
Piaget considera al niño en lo que el llama “estadio preoperacional” del
desarrollo cognitivo desde la edad de 2 años y durante todo el periodo
preescolar. Cree que, durante este estadio, los niños son cada vez mas expertos
en pensamiento simbólico y representativo y desarrolla un mayor entendimiento
sobre las relaciones y las variaciones de su entorno. No obstante, Piaget
reconoce que los niños por debajo de 7 años son muy “egocéntricos” e
incapaces de apreciar la perspectiva de los otros. Otras dos características
cognitivas del periodo preescolar, según Piaget son el “animismo” y el
“artificialismo”. El animismo es la atribución de características humanas o
animales a los objetos inanimados. Los niños de está edad pueden regañar a
sus juguetes cuando se rompen, o pueden decirles a las nubes que paren de
llover. El artificialismo es la concepción de que el mundo entero ha sido creado
por humanos (o por una deidad humana) y ordenado para el uso humano.
Frecuentemente, los niños de esta edad pueden hacer preguntas como “Porqué
está haciendo tanto frío hoy?” reflejando la creencia de que los humanos están
encargados de todos los fenómenos naturales. Otro concepto erróneo
relacionado a este grupo de edad es lo que denomina “justicia inmanente”. Esta
es la creencia de que hay un sistema innato de justicia en el mundo y que las
buenos o malos resultados son asignados de un modo racional. Así, cuando le
ocurre una desgracia a alguien, esto es el resultado de algo mal echo por parte
de esta persona, y del mismo modo, los acontecimientos positivos ocurren
como premios a alguna acción loable.
Un aspecto del conocimiento preescolar que ha sido ampliamente estudiado es
la capacidad de clasificación. Los preescolares pueden en general clasificar
objetos adecuadamente siguiendo una dimensión. Experimentan dificultad no
obstante, si se les pide que clasifiquen objetos que varían en más de una
dimensión y se trata de tareas de clasificación más complicadas. Un ejemplo de
tarea de clasificación complicada en la que los preescolares presentan
dificultades es en la inclusión en conjuntos (Piaget & Inhelder, 1969). Aunque
los preescolares pueden ser capaces de separar botones blancos y negros,
tienen dificultades para responder a la pregunta “Hay más botones negros o
botones”.
En una observación temprana (Inhelder & Piaget, 1958), Piaget anotó que los
niños preoperacionales no entendían el concepto de reversibilidad y de
conservación. Los preescolares no pueden seguir hacia atrás una serie de
procedimientos (tanto mental como realmente) y ver que dos condiciones
aparentemente distintas son en realidad equivalentes. El ejemplo clásico de
Piaget consiste en verter liquido desde un recipiente alto y delgado a un
recipiente mas ancho y preguntar al niño si la cantidad de líquido era la misma.

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Piaget observó que la mayoría de niños de menos de 6 años respondían
incorrectamente que las cantidades eran diferentes. En contraste, preguntas
concernientes a fenómenos no reversibles (Es una vela la misma vela después
de arder hasta un cabo?) podían ser respondidas correctamente sobre los 5
años (Flavell, Green, & Flavell, 1986). Los preescolares tienden a tener
conceptos cambiantes e imperfectos sobre la cantidad. Niños de 3 y 4 años a los
que se pidió que clasificaran los números del uno al nueve en las categorías
pequeño, mediano o grande respondieron de formas muy diferentes. Los niños
de 3 años tendían a clasificar al uno como pequeño y a todos los demás como
grandes. Los niños de 4 años clasificaban los números del 1 al 4 como
pequeños y los otros números en variadas combinaciones como medianos o
grandes (Murray & Mayer, 1988). De forma similar, el concepto de tiempo se
desarrolla durante el periodo preescolar, siendo los niños de 3 años muy poco
hábiles en diferenciar poco más que “ahora” y “después” y los niños de 6 años
siendo capaces de diferenciar conceptos como “esta tarde”, “mañana” y “la
semana que viene”.

DESARROLLO DEL LENGUAJE
Los precursores del lenguaje en lactantes aparecen bastante pronto tras el
nacimiento. A edades tan tempranas como el mes de vida , los lactantes son
capaces de diferenciar entre fonemas (Eimas & Miller, 1980). Sanger (1955)
encontró que los lactantes responden al sonido de la voz humana antes de los 2
meses, y hacia los 2-4 meses empiezan a parar sus propias vocalizaciones para
escuchar el discurso humano.
Las vocalizaciones de los lactantes en los primeros meses de vida consisten
mayormente en gruñidos y llantos. Hacia el tercer mes se empiezan a producir
los arrullos que constituyen un sonido mas articulado. Esto es seguido, entre
los cuatro y ocho meses, por patrones más complejos de balbuceo, que ha
menudo parece imitar el discurso adulto en su entonación y ritmo. El balbuceo
suele persistir hasta el segundo año de vida y es frecuente que continúe aunque
haya emergido un discurso real. La investigación ha demostrado la importancia
de la estimulación del lenguaje adulto en esta fase sobre las posteriores
capacidades de lenguaje.
Las primeras palabras del niño suelen aparecer alrededor del primer
cumpleaños, no obstante, hay una considerable variabilidad en este patrón, y los
padres pueden tener dificultades para diferenciar las verdaderas primeras
palabras del balbuceo. Normalmente los niños pueden entender el significado
de algunas palabras antes de que empiecen a hablar ellos mismos. La mayoría
de primeras palabras de los niños son nombres concretos que describen
comida, juguetes, animales y personas que están presentes en el momento en
que las pronuncian. Las palabras pueden ser emitidas inicialmente sin
demasiado conocimiento sobre su significado. Desde el punto en que inician
sus primeras palabras los niños empiezan a añadir rápidamente vocabulario.
Sobre los 18 meses de edad, los niños usan una media entre 3 y 50 palabras con
considerable precisión y empiezan a usar combinaciones de dos y hasta tres
palabras (DeVilliers & DeVilliers, 1978). Estas combinaciones, a menudo, no son
verdaderas frases cuando las usan inicialmente, pero a menudo, sobre los dos
años se convierten en “frases telegráficas” con una estructura mas completa,
aunque les falten preposiciones, conjunciones y tiempos verbales. Desde los
dos años de edad, los niños muestran su capacidad para formar plurales
añadiendo la “s”, incluso en palabras sin sentido que no han oído anteriormente
(Berko, 1958). Hacia los 3 años de edad los niños son capaces de mantener
conversaciones complejas sobre gran variedad de tópicos. El discurso a esta
edad se caracteriza por errores debido a la sobregeneralización de las reglas

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gramaticales. Por ejemplo, los niños intentan usar terminaciones de tiempos
verbales regulares aunque sean verbos irregulares (“mama ha volvido a casa”).
Hacia los 4 años la calidad telegráfica del discurso del niño desaparece casi en
su totalidad y empieza a hacer un uso mayor de conjunciones y preposiciones.

DESARROLLO SOCIAL Y EMOCIONAL
Los lactantes parecen tener tendencias de socialización innatas. Poco tiempo
después del nacimiento, ya muestran su predilección ante voces y caras
humanas frente a otros estímulos auditivos y visuales no humanos (Brazelton,
1976) y son capaces de distinguir la cara de su madre de otras caras extrañas
(Field, Cohen, Garcia, & Greenberg, 1984) y mantener contacto ocular con sus
madres (Tronick, 1989). Aunque los niños presentan una sonrisa refleja durante
el primer mes de vida, hasta el segundo o tercer mes no aparece la verdadera
“sonrisa social” que ocurre generalmente como una recompensa hacia el
cuidador o en respuesta a un estímulo ambiental placentero (Lewis & Coates,
1980). Hacia el cuarto a sexto mes de vida, la aparición de esta sonrisa social se
hace más selectiva y empieza a aparecer la ansiedad y retirada ante los extraños
(Smith, Eaton, & Hindmarch, 1982). Hasta esta edad los lactantes son poco
discriminativos respecto a la persona con la que están. Después de los 6 meses
muestran una creciente preferencia por algunas personas especialmente sus
cuidadores principales. A esta edad la mayoría de lactantes son capaces de
jugar interactivamente, con elementos evidentes de imitación social y
seguimiento de turnos.
Ainsworth (1979) investigó el vínculo en los niños pequeños (aquellos
suficientemente mayores para gatear o andar) y encontró que los lactantes
variaban mucho en cuanto a la intensidad en que se vinculaban a las figuras
parentales. Clasificó a los niños como “ firmemente vinculados”, “ansiosos-
resistentes” o “ansiosos-evasivos”. Los niños vinculados firmemente (el 70% de
todos los estudiados) se dirigen a sus madres para que los conforten si lo
necesitan, pero también se alejan de ellas y exploran el entorno si pueden.
Exhibieron poca ansiedad cuando sus madres estuvieron fuera durante periodos
cortos pero demostraron una feliz excitación cuando ellas regresaron. Los niños
“ansiosos-resistentes” (el 10% de los estudiados) no se alejaban de sus madres
para explorar el entorno y se disgustaban cuando sus madres les dejaban
aunque fuera durante un periodo muy breve. Estos niños a menudo no parecían
complacidos cuando sus madres regresaban y a veces incluso las empujaban.
Los niños “ansiosos-evasivos” (el 20% de los estudiados) parecían tener muy
poco vínculo con sus madres y no mostraban temor cuando les dejaban solos.
También se mostraban poco emocionados cuando sus madres regresaban, a
menudo ignorándolas completamente. La investigación ha demostrado que
estos patrones de vinculación son bastante estables. Onderville y Main (1981)
encontraron que los niños firmemente vinculados cumplían mejor las reglas
paternas a los 2 años y estaban más dispuestos a aceptar la ayuda de sus
padres cuando tenían problemas. Los niños firmemente vinculados se ha
encontrado que suelen llamar la atención de forma positiva en preescolar a la
edad de 4 años (Sroufe, Fox, & Pancake, 1983). En contraste, el vinculo inseguro
se ha encontrado asociado con problemas de comportamiento en preescolar
(Sroufe y col.,1983).
Bowlby (1969) describió el vínculo social temprano en una serie de discretas
fase que parece que coinciden bastante bien con las observaciones empíricas.
La primera fase de Bowlby que tituló como de “sociabilidad indiscriminada”
dura desde el nacimiento hasta los primeros 2 meses. Durante esta fase los
comportamientos       sociales  que    muestra      el   niño    son   realizados
indiscriminadamente y con poco sentido de reciprocidad.

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La segunda fase del desarrollo social que Bowlby llamó de “fabricación del
vínculo” perdura entre los dos y los siete meses de vida. Durante esta fase, el
lactante empieza a demostrar preferencias sociales hacia algunos individuos,
normalmente sus principales cuidadores. Las separaciones temporales de sus
adultos preferidos son normalmente toleradas bastante bien ya que la ansiedad
a la atracción de los extraños todavía no está bien desarrollada.
La tercera fase, que Bowlby llamó de “vínculo específico y bien definido” se
produce desde los siete meses hasta los dos años. Durante esta fase, el vínculo
a personas específicas se muestra fuertemente desarrollado. La consecuencia
es la aparición de tanto la ansiedad de separación como la ansiedad ante los
extraños.
Bowlby llamó a la cuarta fase que se inicia sobre los 2 años como de
“asociación de objetivos-coordinación”. Durante esta fase, los niños son cada
vez mas capaces de vínculo adecuados y flexibles y de jugar de forma
cooperativa. Son más capaces de apreciar las necesidades y perspectivas de los
demás y empiezan a tolerar las ausencias de sus cuidadores.
Waters y Sroufe (1983) describieron el desarrollo de la competencia social en los
preescolares como una progresión en seis fases. Durante los 3 primeros meses
de vida prima todo lo relacionado con la regulación fisiológica y el papel del
cuidador es conocer las necesidades básicas del niño. Desde el tercero hasta el
sexto mes los asuntos relacionados con el manejo con poca tirantez adquieren
importancia y el cuidador ayuda a en este proceso emprendiendo interacciones
sensitivas y cooperativas con el lactante. La interacción durante estas dos fases
de una manera óptima alcanza algo similar a lo que Erikson (1963) denominó
“confianza básica”. Desde los seis meses hasta el año de edad, los lactantes se
centran en obtener relaciones de acoplamiento gratificantes, siendo la
disponibilidad de respuesta del cuidador crucial en este proceso. Desde los
doce a los dieciocho meses, la exploración y el dominio de actividades es de
gran importancia en el desarrollo de la competencia social. Durante este periodo
es importante que los cuidadores aporten una “ base de operaciones” segura y
fiable desde la cual puedan emprenderse dichas exploraciones. Durante el
periodo de los dieciocho a los treinta meses, Waters y Sroufe (1983) vieron que
la tarea principal del desarrollo social era la formación del individuo y que los
cuidadores debían aportar un apoyo e interacción firmes.
Finalmente, la sexta fase desde los 2´5 a los 4´5 años concierne al aprendizaje
del control de los impulsos socialmente inaceptables, la identificación con los
roles de género y el desarrollo de las habilidades de relación con los
compañeros. Los cuidadores son importantes en este periodo en cuanto pueden
proveer de modelos y valores en el area de los valores y roles sociales, y en
cuanto al control firme pero flexible, que ejercen sobre el comportamiento del
niño.
Sigmund Freud (1965) también discutió sobre el desarrollo de la personalidad y
de las emociones durante los años preescolares, enfocado a las fuentes de
placer y gratificación. El veía los dos primeros años de vida como un periodo
durante el cual la gratificación se deriva mayormente de actividades orales como
chupar, comer y en la etapa más tardía de esta fase, morder.
En los niños de 2 a 4 años, Freud veía el foco de gratificación paralelo al proceso
de eliminación, siendo el placer el resultado tanto de la emisión como de la
retención de las heces. Esta etapa marca para Freud la primera aplicación de los
standards adultos de comportamiento social (ir al baño) a los niños, y cree que
el manejo en la enseñanza del control de esfínteres que los padres ejercen, es
crítico para el desarrollo de la personalidad del niño.
Freud creía que entre los 4 y los 6 años, el elemento crítico en el desarrollo
emocional del niño es el reconocimiento de sus genitales y de la gratificación

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que obtiene manipulándolos. Freud veía este periodo como aquel en el que
emerge la identificación con los roles de sexo y primariamente con el padre del
mismo sexo.
Otra concepción teórica que se centra en el desarrollo social y emocional
durante los años preescolares es la teoría psicosocial de Erik Erikson (1963).
Erikson creía que durante el primer año de vida se desarrollaba tanto la
confianza como la desconfianza básica en la benignidad del mundo. La
confianza surge del cumplimiento de los cuidadores en conocer las necesidades
fundamentales del niño (comida, calor, afecto) y en no permitir que sientan
demasiado dolor o incomodidad. La desconfianza surge de la negligencia o
retraso en conocer estas necesidades básicas, o de la insensibilidad a las
demandas del niño. El abuso de disciplinas punitivas también puede hacer
desarrollar la desconfianza básica. Erikson veía el primer año de vida, como un
período crítico para el desarrollo de la confianza básica y creía que si un niño no
recibía una crianza apropiada a esta edad, le sería muy difícil desarrollar
posteriormente cualquier acoplamiento abierto y confiado, fuera cual fuera su
experiencia pasado el primer año de vida.
El segundo estadio de desarrollo psicosocial de Erikson , de 1 a 3 años, se
refiere al conflicto entre autonomía y vergüenza o duda. Durante este estadio, el
niño se hace consciente de su autonomía de las figuras parentales, pero también
es consciente de sus limitaciones y dependencia de sus padres. A veces, el
deseo de autonomía del niño crea conflictos con los modelos paternos de
comportamiento, y el resultado de una interacción negativa y/o un castigo puede
crear dudas sobre uno mismo y una sensación de vergüenza.
El tercer estadio de desarrollo psicosocial de Erkson se centra en el conflicto
entre iniciativa y culpa y ocurre entre los 3 y los 6 años. Los niños de esta edad
se vuelven más activos en cuanto a planear y emprender sus propias
actividades independientemente de las directrices paternas. Los padres pueden
apoyar sus iniciativas o pueden socavar el recién creado sentido de la
independencia del niño y crear culpabilidad sobre su actividad autónoma.
Erikson veía el proceso de desarrollo psicosocial como un proceso acumulativo,
en el que la resolución del conflicto básico en cada estadio conduce al siguiente
nivel de desarrollo psicosocial.


VARIABLES FAMILIARES Y DE LOS CUIDADORES
Las interacciones con los cuidadores y los hermanos juegan un papel crítico en
la formación de los patrones de comportamiento y personalidad de los
preescolares. Entre los elementos más importantes de estas interacciones se
encuentra el grado de supervisión y d instrucción que recibe el niño, la calidad
de las interacciones emocionales y el tipo de disciplina empleada. Las
investigaciones efectuadas por Harvard Preschool Project (White y col., 1973)
establecieron que algunos niños podían ser calificados como social y
cognitivamente “competentes” a los 3 años de edad, y que los madres de estos
niños tenían ciertas características que contrastaban con las de las madres de
niños “incompetentes”. Las madres de preescolares competentes parecían
disfrutar con sus hijos y hablaban frecuentemente con ellos a un nivel que ellos
pudieran comprender. Permitían a sus hijos desarrollar su autonomía y
emprender conductas medianamente arriesgadas, y marcaban límites
razonables. Las madres de niños incompetentes estimulaban mucho menos a
sus hijos y a menudo se comportaban tanto sobreprotegiendo como ignorando a
sus hijos.
Becker (1964) investigó las consecuencias sobre la personalidad y
comportamiento del niño de ser criados por madres que variaban en las dos

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dimensiones ortogonales de aceptación-rechazo y permisividad-restricción.
Encontró que los niños criados por madres permisivas-aceptadoras eran
generalmente independientes, extrovertidos, creativos, amigables y activos. Los
niños criados por madres permisivas-rechazantes eran generalmente agresivos,
hostiles e inconformistas y frecuentemente mostraban conductas delictivas en
etapas posteriores. Los niños criados por madres restrictivas-aceptadoras
tendían a ser dependientes, obedientes y conformistas. Los niños criados por
madres restrictivas-rechazantes tendían a ser socialmente retraídos, inhibidos y
pendencieros, y a ser hostiles hacia ellos mismos.
Baumrind (1980) ha caracterizado varios tipos de disciplina parental. Describió a
los padres “estrictamente autoritarios” como aquellos que refuerzan una serie
de rígidas normas de conducta, enfatizando la obediencia y con disciplina
punitiva. También describió a los padres “flexiblemente autoritarios” como a
aquellos que también dirigían firmemente el comportamiento de sus hijos pero
de una forma más racional e interactiva. Finalmente, los padres “permisivos”
eran descritos como no punitivos, con participación del niño en la creación de
reglas y gran tolerancia hacia el mal comportamiento del niño. La investigación
ha demostrado que el estilo parental “flexiblemente autoritario” conduce a
niños independientes, con confianza en ellos mismos y sensibilidad hacia las
necesidades de los demás (Baumrind, 1980), mientras que, el estilo
“estrictamente autoritario” podía conducir a la conformidad y sumisión, o a la
rebeldía. El estilo “permisivo” parece conducir al egoísmo y comportamiento
inmaduro en niños (Kochanska, Kuczynski, & Radke-Yarrow, 1989)
La presencia o ausencia del padre en casa parece ejercer un efecto significativo
sobre el desarrollo del niño. Los niños criados en hogares sin padre tienen
resultados inferiores en los Tests de inteligencia que los criados en hogares con
los dos padres (Biller, 1974) y la presencia y el compromiso del padre también
parece importante en el desarrollo de los comportamientos ligados al rol de sexo
(Langlois & Downs, 1980).
Las interacciones de los niños con hermanos y compañeros durante el periodo
preescolar también son extremadamente importantes. Los hermanos pequeños
a menudo tratan de imitar el comportamiento de sus hermanos y hermanas
mayores y pueden aprender importantes lecciones sociales y cognitivas de
estos modelos (Dunn, 1983). Los niños que han sido criados con otros de la
misma edad durante la época de lactantes parece que son más demandantes,
independientes y asertivos, y menos conformistas que los niños que se han
criado solos (Clarke-Stewart, 1989). Shea (1981) observó a niños de 3 y 4 años
durante las diez primeras semanas de preescolar y observó como eran cada vez
más independientes del profesor, más juguetones y extrovertidos, y menos
agresivos con los otros. Estos cambios en el comportamiento social eran más
significativos en los niños que asistían a clases 5 días por semana que en los
que asistían 2 días por semana.
Las habilidades sociales durante la infancia temprana son bastante predictivas
de las habilidades mas tardías. Roff (1974) encontró que los preescolares que
son consistentemente rechazados por sus compañeros tienen un riesgo mayor
de desequilibrios emocionales en etapas posteriores de su vida, aunque la
dirección de la causalidad es incierta en estos hallazgos. No obstante, las
habilidades sociales durante los años preescolares parece que son algo
susceptibles a ser corregidas. Kerby y Tolar (1970), por ejemplo, encontraron
que podían incrementar los contactos de un niño de 5 años muy retraído,
dándole una bolsa de golosinas que el debía distribuir a sus compañeros de
clase. Después de repartir las golosinas, se le felicitó y se le premió por el
esfuerzo realizado. Después de algunos días , las observaciones durante el


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juego libre indicaron que el niño era más extrovertido y cooperativo con los
otros niños.


FUNDAMENTOS DE PSICOPATOLOGIA

Es evidente por todo el material citado que los años preescolares son críticos en
el desarrollo de las capacidades básicas cognitivas, sociales y
comportamentales. Es durante estos años en que se ponen en evidencia los
problemas de salud mental por primera vez. Jenkins, Bax, y Hart (1980)
estudiaron las preocupaciones de los padres acerca de sus hijos preescolares
en una muestra no clínica y encontraron comunicaciones significativas sobre
problemas de comportamiento. Durante la lactancia, el número de
preocupaciones expresadas fue bastante bajo, siendo las principales áreas de
tribulación el llanto, la alimentación y los patrones de sueño. Durante el segundo
año de vida, las expresiones de preocupación de los padres son mas frecuentes,
siendo todavía las pautas de alimentación y de sueño el foco primario. Desde los
2 a los 3 años, el foco primario de las preocupaciones paternas es el control de
esfínteres, mientras que a partir de los tres años la disciplina y el
comportamiento social se convierte en la principal preocupación. Richman,
Stevenson, y Graham (1982) encontraron que aproximadamente el 13% de los
niños ingleses de 3 años eran descritos por sus madres como inquietos e
hiperactivos, y casi el 11 % fue descrito como difícil de controlar. El seguimiento
ha demostrado que los problemas de comportamiento persisten en un
porcentaje significativo de niños identificados como difíciles a los 3 años. A los
4 años el 63% fue identificado por las valoraciones paternas como todavía
problemático y a los 8 años el 62% seguía teniendo problemas. Los profesores
también reportaron que los niños de 8 años que eran difíciles de controlar a los
3 años, tenían más problemas de comportamiento que los que no habían sido
problemáticos a los 3 años.
         Otros estudios longitudinales han confirmado la estabilidad de los
problemas de comportamiento desde la etapa prescolar hasta etapas posteriores
de la infancia. Los profesores describe que los preescolares hiperactivos son
más agresivos e hiperactivos que otros niños a los 6 y 7 años (Campbell,
Endman, &Bernfeld, 1977). La investigación posterior realizada por Campbell
(1990) sugiere que 2/3 de los niños difíciles de manejar a los 6 años, siguen
teniendo problemas a los 9 años. Fisher, Hand, y Russel (1984) encontraron que
las informaciones preescolares de agresión se asociaban con informaciones
paternas de problemas de comportamiento de 5 a 7 años después. Lerner, Inui,
Trupin, y Douglas (1985) también reportaron los problemas de comportamiento
severos durante preescolar eran predictivos de gran variedad de problemas de
comportamiento durante la adolescencia. La psicopatología de los padres, las
prácticas de crianza rudas y las disputas matrimoniales, también se asociaban
aun pronóstico peor en cuanto a la continuidad de los problemas de
comportamiento en los preescolares difíciles de controlar (Wallander, 1988).
         Otras formas de psicopatología también tienen claramente sus raíces en
los años preescolares. Por ejemplo, la investigación de Solyom, Beck, Solyom, y
Hugel (1974) sugerían que los problemas de ansiedad en el preescolar podían
continuar hasta épocas posteriores. Similarmente, el autismo normalmente se
hace aparente en los años preescolares (Kolvin,1971), y las psicosis y trastornos
de conducta pueden hacerse notar por primera vez durante este periodo (Wenar,
1990).



                                                                                14
PROGRAMAS DE PREVENCION
Varios programas se han implantado durante los años preescolares para tratar
de prevenir la posterior aparición de problemas de salud mental tanto en niños
no seleccionados como en niños de riesgo. Quizás el mejor conocido de estos
programas es el proyecto “Head Start” que inició el gobierno de U.S.A. en 1965.
Este programa se discute en el capítulo 2. Jason (1977) desarrolló un programa
de prevención preescolar que ha demostrado sus beneficios en habilidades
académicas, sociales y motoras. Este programa implicaba tanto a padres como a
hijos y utilizaba sesiones tanto en el domicilio del niño como en el centro de
salud. A los niños se les enseñaban una serie de lecciones que enfatizaban el
desarrollo del lenguaje, mientras los padre eran involucrados en sesiones de
grupo en las que se discutían cuestiones referentes a la educación de los hijos.
        Risley también creó un modelo de prevención prescolar que enfatizaba
el desarrollo del lenguaje y habilidades sociales. Las técnicas usadas en este
programa eran efectivas en cuanto a incrementar el discurso espontáneo del
niño, la respuesta a las preguntas del profesor y habilidades sociales (Risley,
Reynolds, & Hart, 1970). De forma similar, Spivack, Platt, y Shure (1976) fueron
efectivos en incrementar la resolución de problemas interpersonales y
modificación de habilidades a través de un programa de prevención preescolar
que enfatizaba el lenguaje y las habilidades cognitivas aplicadas a situaciones
sociales.
Es evidente según lo escrito anteriormente que muchos problemas de salud
mental en niños salen a la luz durante los años preescolares si somos
observadores, y que representan el asentamiento de problemas de salud mental
posteriormente en la infancia y en la edad adulta.
Problemas de salud mental significativos durante la edad preescolar son
raramente superados sin intervención. Afortunadamente hay varias
evaluaciones e intervenciones técnicas que han demostrado su efectividad en
los niños preescolares. En los capítulos siguientes, se discuten varios
problemas de salud mental que se presentan en el niño preescolar, poniendo
énfasis en el contexto de desarrollo en que ocurren, la valoración de
desviaciones de la normalidad significativas o no significativas, y el diseño e
implantación de programas de intervención efectivos.


TRASTORNOS DEL LENGUAJE                  Y    DEL    APRENDIZAJE        EN    NiñOS     Y
ADOLESCENTES (LLDs).


Los LLDs están entre los trastornos de desarrollo y psiquiátricos más comunes que
puede probablemente encontrar un clínico. Muchos niños que son derivados por
dificultades de comportamiento en la escuela u otros conflictos como completar los
deberes en casa, tienen dificultades de lenguaje o aprendizaje no reconocidas.
Algunos estudios muestran que, un tercio de los niños referidos a un centro de salud
mental, tienen problemas de habla y lenguaje no diagnosticados.

El rasgo clínico central de un trastorno de lenguaje o aprendizaje es la falta de
desarrollo normal, de una habilidad particular de desarrollo, sea cognitiva o lingüística.
La naturaleza de la habilidad difiere con cada trastorno. El trastorno de desarrollo del
lenguaje expresivo, por ejemplo, es una perturbación en la adquisición de la habilidad
productora del lenguaje. El trastorno de desarrollo de lectura, por otra parte, es la
perturbación significativa en la adquisición de la lectura, que no es debida a una causa
física, neurológica o ambiental. Además, el rango de LLDs, en tipo y severidad, va de
sutil a muy marcado. Algunos LLDs son fácilmente observables en la evaluación

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clínica, mientras que otros son diagnosticables sólo a través de un ensayo
estandarizado.

La definición de trastornos de lenguaje y trastornos de aprendizaje es todavía un
tópico de controversia que ha sido discutido por varios autores. Entre las definiciones
más importantes existe la que acentúa que las discapacidades del aprendizaje son
trastornos de proceso que resultan en una discrepancia significativa entre el potencial
y la adquisición de habilidades académicas o de lenguaje.

La mayoría de definiciones del trastorno del lenguaje y aprendizaje apuntan a que
debe haber una discrepancia entre estos problemas clínicos y el coeficiente intelectual.
Sin embargo, algunos autores plantean que el problema es el mismo, tengan o no
discrepancia con el CI. Por tanto, la investigación ha fallado en demostrar diferencias
válidas entre grupos de niños con o sin discrepancia del CI.

Las definiciones basadas en las discrepancias observadas en tests del CI, tienden a
sobreidentificar por ejemplo, niños brillantes como incapacitados para la lectura, y a
infraidentificar a los que tienen muy bajo rendimiento, como no incapacitados para
lectura. También se ha comprobado que las definiciones basadas en la discrepancia
de CI identifican niños con déficit de lenguaje más específicos, comparados con las
definiciones de discrepancia de edad.

A pesar de las críticas a las definiciones basadas en la discrepancia, todavía no existe
un consenso de sobre cómo deberían definirse los LLDs. Esta carencia de consenso
es uno de los temas más importantes con que se enfrentan los educadores, los
médicos, padres y los niños, porque la definición usada determina qué niños, con qué
nivel de habilidad, se califican como incapaces para el aprendizaje y así son escogidos
para fuentes o recursos extra. Las definiciones actuales basadas en la discrepancia de
CI excluyen grandes grupos de niños con puntuaciones CI fronterizas que a menudo
están mas dañados que otros niños que se califican como verdaderamente
inhabilitados para el aprendizaje.
Se debe identificar de forma temprana los trastornos del aprendizaje y lenguaje en
contraste con las definiciones basadas en la discrepancia del CI según las cuales un
niño debe retrasarse académicamente antes de poder ser diagnosticado y tratado.


¿A qué llamamos “Trastornos del aprendizaje”?

Los trastornos del aprendizaje:
1- Según el DSM IV se clasifican en el capítulo de “Trastornos de inicio en la infancia,
la niñez o la adolescencia” definiéndolos como un inadecuado desarrollo de
habilidades específicamente académicas del lenguaje, del habla, motrices y no
causadas por trastornos físicos o neurológicos, trastorno profundo del desarrollo,
retraso mental o oportunidades educativas deficientes, relacionado con subtipos de
habilidades individuales en áreas específicamente académicas, contemplando 4
subgrupos:
    • Trastorno de la lectura
    • Trastorno del cálculo
    • Trastornos en la expresión escrita
    • Trastorno en el aprendizaje no especificado
Se diagnostican trastornos de aprendizaje cuando el rendimiento del individuo en
lectura, cálculo o expresión escrita es sustancialmente inferior por edad, escolarización
y nivel de inteligencia, según indican pruebas normalizadas administradas
individualmente. Suele definirse como sustancialmente inferior una discrepancia de
                                                                                      16
más de 2 desviaciones típicas entre rendimiento y CI. A veces se acepta una
discrepancia menor (entre 1 y 2 desviaciones típicas).


 DSM-III-R

               315.00 TRASTORNO DEL DESARROLLO EN LA LECTURA.

 A) El rendimiento en las pruebas estandarizadas de lectura, administradas de forma
 individual, es notablemente menor del nivel esperado dada la escolarización y la capaci-
 dad intelectual del niño.
 B) La alteración A interfiere de manera significativa los aprendizajes académicos o las
 actividades de la vida cotidiana que requieren la habilidad de leer.
 C) La alteración no se debe a un defecto de la agudeza visual o auditiva, ni a ningún
 trastorno neurológico.

2- En el CIE-MIA-10 se clasifican en la categoría de “Trastornos del desarrollo
psicológico” con el nombre de “Trastornos específicos del desarrollo del habla y del
lenguaje”. Se entiende a estos, como trastornos en los que las pautas normales de la
adquisición del lenguaje están alteradas desde los primeros estadios del desarrollo, sin
que estas condiciones sean atribuidas a anormalidades neurológicas o del mecanismo
del lenguaje, ni a deterioros sensoriales, retraso mental. Se contempla una
subclasificación que incluye:
- Trastorno específico de la pronunciación
- Trastorno del lenguaje expresivo
- Trastorno de la comprensión del lenguaje
- Afasia adquirida con epilepsia (Síndrome de Landau-Kleffner)
- Otros trastornos del desarrollo del habla y del lenguaje
- Trastornos del desarrollo del habla y del lenguaje sin especificación
- Trastornos específicos del desarrollo de las habilidades escolares
- Trastorno específico de la lectura
- Trastorno específico de la ortografía
- Trastornos específicos de las habilidades aritméticas
- Trastorno mixto del desarrollo del aprendizaje escolar
- Otros trastornos del desarrollo del aprendizaje escolar
- Trastornos del desarrollo del aprendizaje escolar sin especificación

 CIE-10. F81 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL DESARROLLO DE LAS CAPACI-
 DADES ESCOLARES (I)

 GENERALIDADES.-

 La adquisición de habilidades está deteriorada desde el inicio del desarrollo;
 a) El deterioro no es sólo, consecuencia de una falta
 de oportunidad para el aprendizaje.
 b) No se debe a un trauma o enfermedad cerebral adquirida.
 c) Estos trastornos se originan en anomalías del proceso cognitivo derivado de
 alguna disfunción neurobiológica.
 d) Son más frecuentes en niños que en niñas.

 Estos trastornos de aprendizaje no son resultado de otros trastornos (deficiencia
 mental, déficits neurológicos globales, problemas visuales o auditivos no corregidos o
                                                                                     17
trastornos emocionales, aunque pueden asociarse a ellos).
Aparecen a veces en conjunción con otros síndromes clínicos (déficit de atención,
trastornos de conducta) u otros trastornos de desarrollo (trastorno específico del
desarrollo de la función motora o del desarrollo del habla y del lenguaje).



CIE-10. F81 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL DESARROLLO DE LAS CAPACIDA-
DES ESCOLARES (II)

HAY CINCO TIPOS DE DIFICULTADES DIAGNÓSTICAS.

a) Primero: Es necesario diferenciar los trastornos, de las variaciones de la normalidad,
en los progresos escolares.
b) Segundo: Valorar el síntoma en función del momento del desarrollo. Por dos razones:
         1) Gravedad, p. ej. un año de retraso en la lectura a los 7 años tiene un significado
         muy diferente de un año de retraso a los l4 años;
         2) Cambio en la manifestación clínica, así un retraso del habla se resuelve en
         preescolar si sólo es una alteración del lenguaje, pero en otras ocasiones después
         le sigue un retraso específico de lectura.
c) Tercero: Las capacidades escolares se tienen que aprender y enseñar; no son una
simple consecuencia de la maduración biológica. Dependerá de circunstancias familiares
y de la enseñanza así como de las características individuales.
d) Cuarto: No hay una manera sencilla de poder diferenciar qué es lo que causa la
dificultad de lectura y qué es consecuencia de la poca capacidad de lectura o
simplemente esta asociada a ella.
e) Quinto: Hay una gran confusión sobre la forma de clasificar estos trastornos.




CIE-10. F81 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL DESARROLLO DE LAS CAPACIDA-
DES ESCOLARES (III)

CRITERIO DIAGNÓSTICO

a) En primer lugar, un nivel de alteración clinicamente significativa en la capacidad
escolar específica.
Se puede valorar la gravedad a través de:
       1) Definida en términos escolares,
       2) Por los antecedentes en el desarrollo (retardos del desarrollo en el período
       preescolar, en el habla y en el lenguaje);
       3) Por los problemas asociados (trast. de atención, hiperactividad, trastorno
       emocional o dificultad de comportamiento);
       4) Por la respuesta a la estimulación pedagógica (las dificultades no remiten
       rápida y fácilmente con mayor ayuda en casa y/o en la escuela).
b) En segundo lugar, la alteración debe ser específica, no es
consecuencia de un retardo mental, ni grave ni medio ni leve.
c) En tercer lugar, la alteración aparecerá en el desarrollo, o sea desde el inicio y no
habrá aparecido más tarde a lo largo de la actividad educativa.
d) En cuarto lugar, no encontraremos factores externos que justifiquen las dificultades
escolares.
e) Por ultimo, no se encontraran a la exploración ni alteraciones visuales ni auditivas no

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corregidas.




CIE-10. F81 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL DESARROLLO DE LAS CAPACIDA-
DES ESCOLARES (III)

SE INCLUYE:

a) Trastorno específico de lectura;
b) Dislexia;
c) Trastorno específico de ortografía;
d) Trastorno específico de aritmética: Discalculia;
e) Trastorno mixto de habilidades escolares;
f) Déficits de aprendizaje.



CIE-10.- F81.0 TRASTORNO ESPECIFICO DE LECTURA (I)

GENERALIDADES

Alteración específica y significativa en la capacidad de lectura no atribuible a la edad
mental, ni a problemas de agudeza visual o auditiva, ni a una escolaridad inadecuada.
Dificultad en ortografía frecuentemente asociada que a menudo permanece hasta la
adolescencia, incluso a pesar de haber progresado en lectura.
Frecuentemente hay antecedentes de alteraciones en el desarrollo del habla.
La evaluación global del nivel del lenguaje corriente a menudo muestra algunas alteracio-
nes más o menos sutiles.




CIE-10.- F81.0 TRASTORNO ESPECIFICO DE LECTURA (II)

CRITERIO DIAGNÓSTICO

1) El nivel de resolución en lectura está por debajo del nivel esperado en función de la
edad, de la inteligencia global y del centro escolar al que acude.
2) En el preescolar pueden presentarse dificultades en aprender el alfabeto, en nombrar
correctamente las letras, en ritmar fonéticamente las palabras y en analizar o categorizar
sonidos (con agudeza auditiva normal).
3) En Básica, errores en lectura oral, como:
        a) Omisión, sustitución, distorsión o suma de palabras o parte de palabras.
        b) Nivel de lectura lento;
        c) Inicio dubitativo, dudas intermedias, "pérdida del punto de lectura" en el texto;
        d) elaboración y lectura de las frases incorrecto;
        e) Inversiones en palabras, en oraciones, en sílabas o letras dentro de palabras.
4) También hay un déficit en la comprensión lectora, como:
        a) Incapacidad de recordar lo leído;
        b) Incapacidad para poder sacar conclusiones del material leído;
        c) Usa conocimientos generales, más que la información particular, para contestar
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preguntas sobre una historia previamente leída.



 CIE-10.- F81.0 TRASTORNO ESPECIFICO DE LECTURA (III)

 1) Incluir:
         a) Retraso específico de lectura;
         b) "Leer cada vez peor", dislexia de desarrollo.

 2) Excluir:
        a) Dislexia adquirida;
        b) Dificultades de lectura adquiridas secundarias a trastornos emocionales;
        c) Trastornos de ortografía no asociado a dificultades de lectura.

¿Cuándo hablamos de “Trastorno del aprendizaje” o de “Discapacidad para el
aprendizaje”?

En el ámbito médico se utiliza el término de “Trastorno del aprendizaje”, y el
diagnóstico que se hace es a partir de datos médicos, sin embargo, cuando los datos
provienen de la interacción con el sistema escolar, el termino que se utiliza es el de
“discapacidad en el aprendizaje”.

¿Cómo se inician?

Todos los LLDs de desarrollo aparecen en la temprana niñez, aunque los problemas
de lectura se descubren frecuentemente solo después de que un niño entra en la
escuela. El tipo adquirido de LLD puede tener su aparición en cualquier momento.

¿Cuál es la presentación clínica?

Los LLDs a menudo no se reconocen. Los niños que presentan un rechazo escolar o
agorafobia por ejemplo, pueden estar tan aterrorizados ante la posibilidad de una
humillación por parte de sus compañeros de clase (por ejemplo, por dificultades
expresivas del lenguaje) que rehúsan ir a la escuela o desarrollan síntomas somáticos
tales como dolores de cabeza y dolores de estómago, especialmente en los días
escolares en los que piensan que pueden hablar delante de la clase. Estos problemas,
no diagnosticados y no tratados, se incrementan hasta que el niño odia la escuela,
rehúsa hacer los deberes y quizás desarrolla síntomas desafiantes de oposición.
Algunos niños pueden quedarse tan retrasados académicamente que defienden su
propia estima a toda costa convirtiéndose en abusivos verbalmente y provocativos
físicamente para evitar la posibilidad de exposición y humillación. La intervención con
éxito en estos niños requiere el diagnóstico y tratamiento de los problemas del
lenguaje y aprendizaje.


El criterio diagnóstico para el trastorno de lenguaje expresivo, depende de las notas
obtenidas en las pruebas estandarizadas y administradas individualmente sobre el
desarrollo del lenguaje expresivo, que están sustancialmente por debajo de aquellas
obtenidas de pruebas estandarizadas, tanto de capacidad intelectual no verbal como
de desarrollo de lenguaje receptivo. Los síntomas pueden incluir un vocabulario
marcadamente limitado, errores en los tiempos verbales, o dificultad en recordar
palabras, o en producir frases con una longitud o complejidad apropiada al desarrollo.

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Como con los trastornos de aprendizaje, las dificultades deben interferir con los logros
académicos u ocupacionales o con la comunicación social.

El diagnóstico del trastorno mixto receptivo-expresivo del lenguaje, depende de las
puntuaciones obtenidas en una batería de mediciones estandarizadas, administradas
individualmente, tanto en el desarrollo del lenguaje receptivo como expresivo, que
están sustancialmente por debajo de aquellas obtenidas en mediciones
estandarizadas de capacidad intelectual no verbal. Los síntomas incluyen los del
trastorno del lenguaje expresivo, así como la dificultad en comprender palabras, frases
o hacer un discurso extenso apropiado a la edad.

El diagnóstico del trastorno fonológico depende del fallo para utilizar sonidos del habla
que se asumían por el desarrollo y que son apropiados para la edad y el dialecto, tales
como errores en la producción del sonido en su uso, representación u organización.
Los errores pueden incluir la sustitución de un sonido por otro u omisiones de sonidos,
tales como consonantes finales. El diagnóstico también debe incluir interferencia con
la actuación escolar u ocupacional o con la comunicación social, y exceder con mucho
otras incapacidades si están presentes.

El diagnóstico de trastorno de comunicación no especificado de otra forma es para
trastornos de la comunicación que no cumplen el criterio para cualquier otro trastorno
de comunicación específico. Un ejemplo podría ser el trastorno de voz en el cual hay
una anormalidad en el ritmo de las vocales, sonido alto, cualidad, tono o resonancia.

El diagnóstico de trastorno de lectura se establece con el uso de uno o más ensayos
estandarizados administrados individualmente. El logro medido, debe ser
sustancialmente más bajo que los esperados, dada la edad cronológica, la inteligencia
medida y la educación apropiada a la edad. La definición, además, especifica que la
discrepancia en la habilidad de lectura, debe interferir significativamente con los logros
escolares o las actividades de la vida diaria que requieran habilidades de lectura, y
debe exceder con mucho cualquier déficit sensorial que pudiera existir, tal como
incapacidad visual o auditiva. El criterio diagnóstico para el trastorno en matemáticas y
expresión escrita son similares. Cada uno de ellos, acentúa una discrepancia entre el
logro actual y lo esperado, que interfiere con la escuela o la vida diaria.

Hay un tipo de incapacidad no verbal, asociado muy fuertemente con problemas en
aritmética. Este subtipo va asociado con déficit en funciones neurocognitivas y
adaptativas, muy a menudo atribuidas al hemisferio derecho del cerebro, incluyendo
problemas en cognición espacial, procesamiento de información viso-perceptiva y
funcionamiento socioemocional. Los niños con estas incapacidades pueden tener
problemas en reconocer o producir formas, o pueden tener problemas con la
coordinación ojo-mano (por ejemplo, dificultad en coger una pelota). A estas
incapacidades se les llama a menudo, incapacidades del hemisferio derecho o de
aprendizaje no verbal. Las incapacidades de aprendizaje no verbal, se ha visto que
persisten en la vida adulta e incluso empeoran con el tiempo.

Existen también unos trastornos de aprendizaje no especificados, que pueden incluir
problemas en las tres áreas (lectura, matemáticas y expresión escrita), que juntas
interfieren significativamente con el logro académico, aun cuando el comportamiento
en pruebas que miden la habilidad individual, no sea lo suficientemente discrepante
como se esperaba.

¿Cuál es el curso natural?


                                                                                       21
El curso natural se ve afectado por la naturaleza y severidad del LLD, la comorbilidad y
la presencia de otros factores de riesgo. El reconocimiento y tratamiento precoz puede
afectar al curso natural en todos los LLDs. Se estima que el 50% de los niños con
trastorno del lenguaje expresivo de desarrollo, obtienen un desarrollo del lenguaje
expresivo normal. El otro 50% continua teniendo algún grado de dificultad, incluyendo
déficit sutiles, que están asociados con la presencia de trastornos de aprendizaje y/o
otros trastornos psiquiátricos.

El resultado a corto plazo del trastorno mixto del lenguaje expresivo-receptivo de
desarrollo no es bueno. El desarrollo del lenguaje es muy lento, y los niños con este
trastorno van quedando atrás en el desarrollo del lenguaje. Algunos autores han
demostrado que con tratamiento, el 25% de los niños con trastorno del lenguaje mixto
expresivo-receptivo de desarrollo, muestran alguna mejoría en un período de 4 años.
Un número igual de niños sin embargo, están peor que en la evaluación inicial y se
retrasan respecto a niños normales de la misma edad. Los niños con trastorno del
lenguaje mixto expresivo-receptivo han mostrado tener resultados significativamente
peores que los niños con trastorno del lenguaje expresivo puro, no sólo en sus
resultados de lenguaje, sino en la mayor probabilidad de trastornos de aprendizaje y
trastornos psiquiátricos.

El pronóstico a largo plazo es variable. El 72% de una muestra de niños de 5 años con
perturbaciones del habla y lenguaje, han evidenciado perturbaciones del habla y
lenguaje, al ser reevaluados 7 años más tarde. Los niños con trastornos fonológicos
tienen un resultado variable, teniendo los tipos severos dificultades persistentes de
habla y académicas. El resultado es más severo cuando van asociados con problemas
de articulación, con dificultades físicas o cognitivas. Tras la edad de 8 años, una
recuperación espontánea se produce raramente pero los niños con formas más leves
se recuperan a menudo sin intervención.

La incapacidad completa para leer en la vida adulta es extremadamente rara pero
muchos, si no todos los adultos con una historia de trastorno del desarrollo de la
lectura, tienen algunos problemas de lectura residuales. Se encuentran mejores
resultados en aquellos niños que tienen trastornos menos severos, que se han
diagnosticado antes y obtienen tratamiento apropiado, que tienen coeficiente de
inteligencia mayor, vienen de un estatus socio-económico más alto y carecen de
trastornos psiquiátricos comórbidos.

En los individuos con trastorno matemático de desarrollo hay informes de casos que
sugieren problemas a lo largo de toda la vida en algunos, una recuperación parcial en
otros y un desarrollo completamente normal de habilidades matemáticas en otros. El
trastorno de desarrollo de expresión escrita, se cree que tiene menos impacto sobre el
resultado final, que los problemas con la lectura. Sin embargo, los problemas con la
expresión escrita deben sospecharse en la edad escolar, en el niño que tiene dificultad
al ponerse a hacer un trabajo escrito.


¿Cuál es la etiología?

Las etiologías exactas son desconocidas para los LLDs pero los factores familiares,
genéticos, cognitivos y neuroanatómicos son importantes. Los factores del entorno
hace tiempo que han sido reconocidos por su papel en el lenguaje y aprendizaje. Por
ejemplo, el mejor predictor en solitario del crecimiento en el vocabulario de niños
durante los primeros pasos del aprendizaje del lenguaje es el número de palabras
oídas por unidad de tiempo por sus madres. Se conocen los beneficios de la lectura a

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los niños sobre su conocimiento de vocabulario y del mundo. Sin embargo, solo hay
una débil relación entre leer a los niños y el éxito en el aprendizaje de la lectura.
Similarmente, los niños con trastornos del lenguaje se describen como que necesitan
un umbral mas alto de exposición a palabras nuevas para una adquisición exitosa.
Este último punto de vista es consecuente con la investigación reciente que ha puesto
en cuestión el papel etiológico de factores medioambientales en el desarrollo de los
trastornos de lenguaje.

Una segunda línea de investigación sugiere que los niños con afectación del lenguaje
son incapaces de procesar estímulos rápidos transitorios sugiriendo que las
habilidades procesales temporales auditivas representan un indicador de riesgo
biológico para perturbaciones de lenguaje. La dificultad en procesar cambios tonales
rápidos puede ser responsable de la discriminación fonética deficiente y la baja
conciencia fonológica asociada con habilidades muy pobres de lectura y dislexia. La
capacidad reducida para mantener representaciones mentales transitorias o un déficit
especifico en el componente del circuito fonológico de la memoria de trabajo, se
ofrecen como teorías alternativas.

La evidencia actual más fuerte apoya la herencia de los trastornos del lenguaje y de la
lectura y el papel de los déficit fonológicos como el componente básico de la
incapacidad de lectura.

La evidencia de estudios familiares y de gemelos también sugiere que las
incapacidades de lectura son familiares y hereditarias y que son genéticamente
heterogéneas. A través de estudios familiares, el riesgo familiar para los parientes de
primer grado se ha visto que es entre el 35% y el 45% más alto comparado con el
resto de la población que es del 3% al 10%.

Los datos disponibles sobre la transmisión genética de habilidades y capacidades de
lectura no clarifican si son los mismos genes los que están implicados en la
transmisión de incapacidades de lectura y en las variaciones de lectura normal.
Algunos estudios encuentran una asociación genética entre incapacidades de lectura y
los cromosomas 6 y 15.
a) Etiopatogenia familiar:

Las relaciones familiares pueden influenciar directamente el rendimiento escolar
       1) La exigencia excesiva por parte de los padres, o una reglamentación
       intrafamiliar demasiado rigurosa hacia el niño con actitud agobiante, o bien una
       expectativa de rendimiento excesivamente elevada, puede llevar al niño a
       sentirse incapaz de satisfacer las necesidades del medio y producir en
       consecuencia una respuesta de distensión y apatía con perdida de la
       autoestima y deterioro de la confianza en si mismos.
       2) La rivalidad entre hermanos, puede en algunos casos ser motivo de
       dificultades escolares, sobre todo cuando los padres comparan los resultados
       entre ambos, ya qué entonces pueden darse dos tipos de reacción: Una, el
       niño reacciona a la maniobra de emulación (probable en las primeras
       ocasiones); dos, el niño se retrae, renuncia y se desinteresa, buscando otros
       medios de interacción, que pueden ser de tipo negativo (probable cuando la
       emulación comparativa se repite de forma insistente o agobiante)
       3) La tensión encubierta, en la familia, la discordia franca y declarada entre los
       padres o familiares, las disputas más o menos frecuentes, la separación o
       divorcio de los padres, desencadenan preocupaciones y sufrimientos
       emocionales más o menos intensos en el niño que pueden interferir su


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capacidad de organizarse y de progresar en el desarrollo de un trabajo
       intelectual eficaz
       4) Cuando la familia ejerce un sistema de control excesivamente relajado o
       permisivo de forma abierta o encubierto en determinadas actitudes educativas
       qué no conllevan un compromiso de interacción padres/hijos, se generan
       actitudes en los niños con hábito de trabajo pobre, escasa autoexigencia y
       autodisciplina. Se produce una resistencia hacia las exigencias escolares tanto
       de rendimiento como normativas en general. Estos niños no estarán
       preparados ni motivados para aprender y encuadrarse en una acción de grupo
       normalmente reglamentada

b) Etiopatogenia afectiva:

En función de determinados aspectos de tipo personal, ligados a su endogeneidad
madurativa el niño puede presentar perturbaciones generales del aprendizaje
      1) Determinados niños presentan actitudes de oposición, o tienden a
      respuestas de confrontación frente a los adultos que intentan de alguna forma
      "disciplinarlos" sobre todo si el sistema es autoritario (generalmente las
      actitudes explicativas y pacientes distienden este tipo de respuesta). Las
      dificultades aparecen secundarias a ésta oposición, a la presión y a las
      expectativas de los adultos con rol de autoridad (padres, profesores)
      2) El niño que de forma permanente esta en actitud depresiva, o triste, no
      puede, ni utiliza toda la energía que conviene para un aprendizaje correcto. El
      mal rendimiento escolar es un equivalente depresivo conocido, acompañante
      del síndrome de depresión en la infancia. Si el niño está en trabajo de duelo
      por la perdida de un familiar, o por una separación de los padres o divorcio,
      puede durante un tiempo (hasta su recuperación parcial) desmotivarse por el
      trabajo escolar.
      3) Si presenta, de forma sostenida, un nivel alto de ansiedad y tensión con
      sentimientos asociados de incapacidad para conseguir avanzar en el
      aprendizaje, se producirá también un trastorno generalizado. Su energía
      psíquica está totalmente comprometida en su estrés. La ansiedad disminuye
      notablemente la capacidad de atención, aumenta la inestabilidad a través de la
      evitación, afecta la memorización a través de la inseguridad y disminuye la
      capacidad de organización intelectual.
      4) En ciertos niños la presencia de conflictos neuróticos más o menos
      importantes pueden afectar las relaciones con sus padres, profesores o
      amigos; influyendo en su rendimiento escolar y provocando dificultades
      globales.
      5) El miedo al fracaso en niños de carácter inhibido, temerosos, que presentan
      a menudo fracasos repetidos en otras actividades actuales o pasadas;
      hipersensibles, con una autoexigencia muy elevada, o con reacción exagerada
      frente al fracaso o cualquier tipo de dificultad, explica qué algunos no se
      decidan a iniciar una determinada tarea por miedo a fracasar de nuevo .
      6) Algunos comportamientos como la inestabilidad, la hiperactividad, la
      agresividad, la impulsividad o las conductas caracteriales, no encajan bien en
      el colegio y son mal aceptadas, tanto por parte de los profesores como por
      parte de los compañeros; desencadenan un tipo de relación tensa a diversos
      niveles qué da lugar a conflictos y altercados; se dificulta el desarrollo de un
      clima de confianza conveniente qué facilite la enseñanza y el aprendizaje de
      forma armónica.

c) Etiopatogenia sociocultural:


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El ambiente social en el que se desarrolla un niño influye en el modelado de sus
motivaciones y tiene por tanto un impacto sobre el aprendizaje, incrementando tanto la
noción de éxito como de dificultad.
       1) Los distintos factores sociales que pueden influir más o menos directamente
       sobre el rendimiento escolar, son por ejemplo el nivel de ganancias de los
       padres, las condiciones de hábitat familiar y condiciones de vida que los padres
       tengan, el grado de armonía familiar, la presencia o ausencia de los padres por
       motivos laborales, etc. La calidad de vida en las clases altas, difiere del de las
       clases inferiores. Los niños de los medios deprivados padecen fácilmente un
       estrés ambiental manifiesto, con mayor frecuencia de familias disociadas,
       preocupaciones y angustias económicas qué puedan romper la armonía
       ambiental, espacios reducidos y exiguos que limitan la posibilidad de la
       amplitud en las actividades del niño. Los niños de los medios con nivel más
       favorecido viven en situación mas favorable al estudio, las instalaciones son
       más confortables, suele haber un menor nivel de tensión ambiental y una
       mayor capacidad de ayuda tanto para el aprendizaje como para atender un
       problema emocional cuando es necesario.


       2) Está comprobado qué los niños cuyo origen es de un medio socioeconómico
       y sociocultural deprivado no aprenden al mismo ritmo que los de origen más
       bien acondicionado. Inicialmente se creía que la razón de está situación
       dependía del CI global, puesto que los niños de medios deprivados presentan
       un descenso medio de 15 puntos al CI global respecto a los niños de origen
       socioeconómico desarrollado. Pero los estudios recientes ponen de manifiesto
       que la diferencia es mas sutil, ya que los niños de un medio deprivado
       desarrollan un comportamiento básicamente ligado a la acción real y directa,
       por tanto actúa el pensamiento concreto (CI, No Verbal), mientras que los niños
       de medio favorecido están mas estimulados y desarrollan más las capacidades
       de tipo verbal, lingüístico y abstracto (CI, Verbal). Estas diferencias con la edad
       aumentan. El aprendizaje escolar favorece y depende básicamente del CI
       Verbal (hablar, leer escribir); los niños de los medios mas deprivados están, de
       origen, más en situación de precariedad al ingresar en la escuela que los otros.
       3) Los objetivos y los valores que el medio escolar topicamente preconiza
       como la limpieza, el orden, la puntualidad, el espíritu competitivo, el
       rendimiento, corresponden mas a los sistemas culturales de los medios
       favorecidos que no al de los deprivados. El sistema de valores propuesto por la
       escuela es el correspondiente a la clase dominante de la sociedad. Las familias
       en situación de deprivación, no pueden a menudo proporcionar los medios
       necesarios para estructurar un aprendizaje escolar de forma total, tanto en
       función de una determinada capacidad de estimulación como en función de
       medios disponibles.

d) Etipatogenia escolar:

Cada vez más los trabajos especializados marcan qué las características de la
enseñanza, a través del método utilizado o por las peculiaridades del profesorado,
puede ser causa de dificultad en el aprendizaje. Para algún autor este factor
etiopatogénico es el más importante de todos, puesto que solo el 10/15 % de las
dificultades en el aprendizaje escolar reconocerían un origen genético, familiar o
social, mientras que el resto hasta la totalidad del porcentaje de mala evolución de
aprendizaje escolar, en una area social determinada, debe situarse en una causalidad
dependiente del método y del profesorado en uso. Esta reflexión es importante para
des-psiquíatrizar y des-psicologizar a un grupo importante de la población, que por sus

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dificultades de progresión en el aprendizaje, puedan ser sometidos a tratamientos
innecesarios, cuando la causa radica en situaciones de conflicto mucho más sencillos
y comunes.
         1) Determinados comportamientos escolares, cambios de profesor,
         sustituciones, vacaciones, huelgas, etc, están mas determinadas por las
         necesidades de los adultos que no de los niños. Determinadas participaciones
         en contestaciones sociales pueden ser negativas para la progresión del
         aprendizaje, en función de la edad del alumno y en relación a la actividad
         desarrollada.
         2) La clases con exceso de alumnos, con determinadas características físicas,
         la distribución horaria de las clases en función del esfuerzo que se requiere
         tanto en atención como en dificultad de comprensión no están adecuadas al
         ritmo biológico del día y del nivel de cansancio sino determinado por otros
         intereses.
         3) La deserción de autoridad escolar y su desplazamiento a la familia,
         sobrecargando de "deberes" el horario en casa perturba el equilibrio relacional
         afectivo-estimulativo global padres/hijos.
         4) Determinadas conductas del profesorado que no percibe que es un modelo
         importante de identificación para el alumno, la actividad humillante hacia el niño
         o hacia su familia en clase, las actitudes de exigencia excesiva, la falta de
         estimulación y de valoración de progreso, el saber positivizar siempre la
         conducta a pesar del fracaso manifiesto en el rendimiento.

Conductas que si bien no son frecuentes, por desgracia, en determinados casos
pueden ser la desencadenante de un bloqueo o dispersión de atención de un alumno y
condicionar su "dificultad en la progresión de aprendizaje".


¿Cómo se define la “discapacidad para el aprendizaje” desde las escuelas
públicas?
Desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad la escolarización se ha
convertido cada vez mas en una exigencia absolutamente imprescindible desde un
punto de vista social. En nuestro país de unas décadas hacia aquí, es obligatoria y la
legislación vigente no permite, que un niño se integre en un trabajo hasta los dieciséis
años independientemente del rendimiento que obtenga en su aprendizaje escolar o
prescindiendo de los intereses socioculturales o económicos de tipo familiar que
puedan existir en su entorno. Así, el niño o adolescente que presente dificultades
escolares, está en peligro de encontrarse secundariamente con problemas en su
futuro tanto desde un punto de vista social como económico, de adulto. Frente a los
padres, parientes, profesores y amigos su prestigio y su nivel de competitividad se
comprometen y por ello se afecta de forma inmediata la autoestima y su sistema de
valoración de si mismo de forma inmediata.

En las escuelas públicas, utilizan una definición basada en un nivel especifico         de
progreso, valorando la discrepancia entre el potencial (basado en un test               de
coeficiente de inteligencia) y la ejecución (datos obtenidos a partir de una batería    de
test de consecuciones), situación que además deberá ir documentada de un déficit        en
el proceso del sistema nervioso central.


¿Qué implicaciones tiene el contemplar una dificultad en el aprendizaje desde
una perspectiva de sistema escolar o desde una perspectiva en el ámbito
médico?


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Un niño, podría reunir los criterios médicos para un diagnóstico de trastorno de
aprendizaje, pero no cumplir con los requisitos de discrepancia necesarios como
criterio educacional, para ser identificado como un discapacitado para el aprendizaje, o
viceversa. Desde la escuela se contemplan los diferentes niveles de inteligencia,
mientras que la definición del manual del DSM IV no la utiliza como un criterio.
La definición de “discapacidad para el aprendizaje” que se utiliza en las escuelas
públicas, está basada en la ley pública de 94-142 de la educación para los niños
discapacitados. Esta definición insiste en las revisiones de la Ley original llamada
actualmente “Ley de la educación de las habilidades para los individuos” o de la “Ley
publica 101-476”. Esta definición federal describe una discapacidad del aprendizaje
como “ trastorno en uno o más de los procesos básicamente psicológicos que están
relacionados con la comprensión o que utilizan el lenguaje a nivel hablado o escrito y
que se puede manifestar como una habilidad imperfecta para escuchar, pensar,
hablar, leer, describir, deletrear o para hacer cálculos matemáticos”.
Esta definición se fija en criterios exclusivos. Los términos de la definición no incluyen
niños con problemas de aprendizaje, que son básicamente, el resultado de problemas
visuales, auditivos o motrices, retraso mental, distorsiones emocionales, relacionados
con el medioambiente, cultural o con desventajas económicas.

¿Cuál es la prevalencia de los “trastornos del aprendizaje”?
La verdadera prevalencia no se conoce. El DSM IV hace referencia a la dificultad para
obtener los datos para estos trastornos del aprendizaje, sugiriendo índices de
prevalencia de:
     • 4% para los trastornos de la lectura
     • 1% para los trastornos de las matemáticas.
     • 4% para los trastornos de la expresión escrita.
Estos datos que se obtienen de las escuelas públicas podrían corresponder de 1% a
un 30% de la población escolar.
El número de niños y adolescentes identificados, depende sobretodo de los criterios
utilizados. A mayor rigidez de los criterios de discrepancia más bajo es el índice de
prevalencia y a menor rigidez mayor prevalencia.
El único sistema no escolar que tiene datos de prevalencia proviene de los Centros de
Control de Enfermedades (1987). Un estudio basado en la discapacidad para el
aprendizaje con ausencia de criterios estándares y consistentes, concluyó que, un
porcentaje de estimación razonable, era considerar que de un 5% a un 10% de la
población edad escolar presentaban discapacidad para el aprendizaje.
Se han obtenido datos de estudios que muestran que un 5,27% o por encima de 2,4
millones de niños reciben atenciones especiales, sin embargo estos no tienen en
cuenta, los niños que tienen discapacidades, pero que al ser evaluados no han reunido
los criterios de discrepancia específicos del sistema escolar. A pesar de esto y a lo
largo del tiempo, estos índices han ido en aumento como el reflejo de una mayor
concienciación en los sistemas de la escuela publica, mejora de los procedimientos de
identificación de las dificultades de la orientación del aprendizaje, una mayor
aceptación social de estas discapacidades, y el hecho de contemplar las necesidades
de estos individuos como un derecho legal.

¿Hay alguna diferencia, relacionada con el sexo en las “Discapacidades del
aprendizaje?
Hay estudios consistentes que apuntan sobre una mayor prevalencia en el sexo
masculino con un radio que va de 3 a 1, de 5 a 1 e incluso mayores, sin embargo,
estudios recientes, sugieren que este incremento en varones, podría explicarse por
tendencias atribuidas. Los varones es más probable que sean calificados, a partir de la
evaluación, por una mayor facilidad a exteriorizar las frustraciones, mientras que las


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Trastornos del lenguaje y del aprendizaje en niños y adolescentes

  • 1. TRASTORNOS DEL LENGUAJE Y DEL APRENDIZAJE EN NIÑOS Y ADOLESCENTES (LLDs). INTRODUCCIÓN Es paradójico y frustrante que aunque psiquiatras y educadores reconozcan y enfaticen la necesidad de detectar y tratar precozmente los problemas de salud mental en los niños, la investigación y la literatura se centra poco en como llevarlo a cabo. Muchos médicos están poco familiarizados y se sienten incómodos con los preescolares y, ante la ausencia de directrices claras en la literatura, a menudo aconsejan a los padres “esperar y ver si el problema continua” perdiendo así la oportunidad de actuar en el momento en que la intervención puede tener su máxima efectividad. El período comprendido entre el nacimiento y los 6 años, constituye un tiempo de cambios sin precedentes para un niño. Aunque los niños inicialmente sólo tienen algunas respuestas innatas de comportamiento, durante este tramo de tiempo adquieren la habilidad de realizar actos motores de complejidad creciente, de comunicarse, de enzarzarse en niveles altos de abstracción y resolución de problemas y de tener una socialización significativa con sus parientes y otros adultos. Muchos problemas de salud mental en este grupo de edad se reconocen inicialmente como desviaciones en el proceso de desarrollo, por lo tanto, es importante que tanto los médicos como los investigadores tengan un conocimiento preciso y claro del desarrollo “normal” y de los factores que le afectan. VARIABLES GENÉTICAS En los últimos años ha habido un enorme incremento en el conocimiento de la transmisión genética de los rasgos de comportamiento y consecuentemente de nuestra estimación de la importancia de las variables genéticas en los problemas de salud mental. Evidencias recientes sugieren con firmeza que una amplia serie de conductas están, como mínimo parcialmente, ligadas genéticamente. El reconocimiento de semejante causalidad genética tiene varios significados para los médicos. En primer lugar, significa que las desviaciones del comportamiento pueden ocurrir a edades muy tempranas, antes de que los factores ambientales puedan haber tenido algún impacto. En segundo lugar, la evidencia de la importancia de factores genéticos en los problemas de salud mental infantiles implica que los médicos (y los investigadores) deben obtener información completa sobre la concurrencia de problemas médicos y de salud mental en la familia extensa del niño. Finalmente, los médicos deben estar alerta de los continuos avances en la ciencia médica y de la posibilidad de marcadores genéticos o biológicos en enfermedades mentales que pueden ser descubiertos a través del examen médico o de tests de laboratorio. VARIABLES PRENATALES Así como en los últimos años se ha reconocido crecientemente la importancia de variables genéticas, se ha empezado a entender la importancia de variables prenatales. Uno de los mejores ejemplos de este entendimiento es el reciente reconocimiento del síndrome alcohólico fetal (SAF) como la primera causa conocida de retraso mental en Estados Unidos (Abel & Sokol, 1987). Los efectos en el feto de una ingesta moderadamente excesiva de alcohol por parte de la 1
  • 2. madre eran ampliamente desconocidos hace 15 años, y pocos médicos o psiquiatras reconocían los patrones de conducta o las anomalías físicas asociadas al SAF. La literatura reciente sugiere que otros factores prenatales importantes incluyen el uso materno o paterno de drogas, el tabaco en las madres y la exposición prenatal a toxinas ambientales como el plomo. Además, un área reciente de gran trascendencia es el número de niños infectados por HIV en Estados Unidos, muchos de los cuales han sido infectados prenatalmente o en el momento del nacimiento. De nuevo, los médicos en esta área están obligados a obtener una historia precisa en relación a estas variables y saber cuando deben recurrir a algunas evaluaciones médicas. VARIABLES PERINATALES Hay un número de factores que ocurren o empiezan aparentemente en el nacimiento que pueden producir problemas de salud mental durante los años preescolares. Los traumatismos físicos pueden producir parálisis cerebral y como consecuencia déficits motores y cognitivos. El parto prematuro y el bajo peso al nacer, aunque a veces son el resultado de factores que ocurren durante el periodo prenatal, se hacen evidentes en el momento del nacimiento. Los niños con bajo peso al nacimiento tienen más posibilidades de tener retrasos de desarrollo y mas riesgo de algunas alteraciones como el déficit de atención. Asimismo, los prematuros representan un porcentaje desproporcionado entre las víctimas malos tratos físicos, posiblemente debido a la separación y a la disminución del vinculo parental como resultado del emplazamiento del niño en una unidad de cuidados intensivos o intermedios neonatales o también, por la alta incidencia de prematuros en madres adolescentes. Los recientes avances en competencias de monitorización fetal han mejorado mucho las posibilidades de intervención en casos de distress fetal. Intervenciones como la cesárea pueden utilizarse ahora de una forma más precisa para prevenir daños fetales en complicaciones perinatales como las circulares de cordón o presentaciones anormales. Uno de los procedimientos de valoración perinatal más ampliamente utilizados es la escala de Apgar (Apgar, 1953), que se utiliza en la mayoría de salas de partos para valorar la salud y desarrollo infantil en el momento del nacimiento. Esta escala de 10 puntos valora la capacidad del niño en cuanto a su ritmo cardiaco, respiración, tono muscular, color de piel y reflejo de irritabilidad en el primer minuto y 5 minutos después de nacer y asigna una puntuación de 0 a 2 en cada parámetro. Los recien nacidos con una puntuación total inferior a 4 en la escala de Apgar son reconocidos como de riesgo y suelen ingresar en unidades de cuidados intensivos con oxígeno y otros soportes respiratorios. Los niños con una puntuación entre 4 y 7 en el primer minuto suelen ser puestos en observación por la posibilidad de problemas médicos. ALTERACIONES EN EL DESARROLLO NEUROLÓGICO En el pasado, los psiquiatras no conocían demasiado sobre el desarrollo neurológico de los niños pequeños y, por lo tanto eran incapaces de considerar este factor en sus valoraciones. Afortunadamente, el crecimiento en los campos la neurología y neuropsicología pediatrica ha disparado un creciente interés en las funciones neurológicas y neuropsicológicas en los preescolares y su significado en los problemas de salud mental. El desarrollo de formularios de valoración como la escala de valoración del comportamiento neonatal de Brazelton (1973) ha aumentado enormemente la capacidad de los médicos para 2
  • 3. valorar niños pequeños, asimismo avances en la ciencia médica como la resonancia magnética nuclear (RMN) y las exploraciones tomográficas con emisión de positrones (SPET) nos han capacitado para relacionar los déficit funcionales neurológicos con disfunciones anatómicas y fisiológicas. Un número creciente de psicólogos y psiquiatras reciben ahora formación reglada sobre el desarrollo neurológico y están alerta de algunos hechos clínicamente relevantes como que los defectos en el cortex cerebral raramente afectan al comportamiento en los primeros 6-9 meses de vida de el lactante, o que la falta de mielinización en los nervios que conducen al esfínter durante un año o más tras el nacimiento indica que el control de esfínteres es incluso fisiológicamente imposible antes de esa edad. Las intervenciones en enfermedades neurológicas han sido crecientemente estudiadas en los últimos años también y es importante para los psiquiatras familiarizarse con esta literatura. Por ejemplo, el uso a largo plazo de medicación anticonvulsivante durante los años preescolares tiene significantes secuelas tanto neurológicas como de comportamiento, y es importante para un médico estar familiarizado con ellas, tanto para valorar a un niño sometido a esa medicación como para ayudar a padres y a médicos a valorar los riesgos y beneficios de dicho tratamiento. El desarrollo del sistema nervioso humano es un proceso que se inicia en el periodo fetal y continua durante la mayor parte de la primera infancia. Aunque es un proceso dirigido genéticamente, es vulnerable a factores ambientales durante su curso. Durante las 4 primeras semanas de gestación, las células nerviosas se diferencian y migran para formar el tubo neural que posteriormente se desarrolla hasta formar el cordón espinal. El cerebro se desarrolla a partir de la porción anterior del cordón espinal entre la tercera y décima semana de gestación mientras que el desarrollo básico de la corteza cerebral se desarrolla entre la 7ª semana y el séptimo mes. La mielinización, o el desarrollo de una capa grasa alrededor de los axones neuronales que amplia la eficiencia de la transmisión, empieza en el cordón espinal durante el tercer mes de gestación y alcanza al cerebro durante el sexto mes de gestación. En el momento del nacimiento, solo algunas áreas cerebrales están completamente mielinizadas. Estas son mayoritariamente las áreas del tronco cerebral relacionadas con conductas instintivas como la succión. Las neuronas sensoriales generalmente se mielinizan antes que las neuronas motoras, lo que explica la superioridad de las habilidades sensitivas respecto a las motoras en los recién nacidos (Brierley, 1976). La mielinización de las fibras que conectan el cortex cerebral con el cerebelo no suele completarse hasta alrededor de los 4 años y la completa mielinización del sistema nervioso a menudo no sucede antes de los 15 años (Kolb & Whishaw, 1991). Las deficiencias nutricionales post-natales se han asociado a desordenes en la mielinización cerebral (NINCDS, 1979).También parece haber un considerable desarrollo de las conexiones dendríticas entre neuronas en el periodo post-natal. Cuando un niño cumple 2 años, su cerebro ha alcanzado alrededor del 75% de su peso adulto y cuando cumple 5 el cerebro ha alcanzado cerca del 90% de su peso adulto (Yeterian & Pandya, 1988). Las alteraciones en el desarrollo neurológico durante el periodo prenatal pueden incluir el defecto del tubo neural a cerrarse correctamente lo que resulta en una enfermedad llamada espina bífida, en la que el cordón espinal no se desarrolla adecuadamente hacia las extremidades inferiores, con la consecuencia de parálisis en las piernas y hidrocefalia. Esta enfermedad puede comportar alteraciones motores y cognitivas significativas. Algunos defectos en el desarrollo neural pueden ser producidas por factores ambientales ( como la rubeola, exposición a radiaciones, hipoxia) asi como factores genéticos. Los problemas neurológicos que acontecen en el momento del nacimiento suelen ser el resultado de traumtismos mecánicos, hipoxia, hipoglicemia o 3
  • 4. hemorragia subaracnoidea. Las alteraciones neurológicas que sen ve mas a menudo en neonatos son las convulsiones. Los niños prematuros tienen convulsiones con una frecuencia 15 veces mayor que los niños a término y el 70-90% de los prematuros que tienen convulsiones mueren (holden, Mellits, & Freeman, 1982). Eriksson y Zetterstom (1979) encontraron que el 13% de los recién nacidos a término que tuvieron convulsiones fallecieron, con el 30% de los supervivientes con retraso psicomotor severo y sólo el 15% con un desarrollo normal al año de vida. Los niños con convulsiones no febriles generalmente presentan algún deficit cognitivo o de comportamiento en edades más avanzadas. Por ejemplo, Bolter (1984) obtuvo una media de cociente intelectual de 92 en dichos niños , con sólo un 13% con coeficientes por encima de 110. Un pronóstico más positivo está ligado a las convulsiones febriles que se definen como aquellas convulsiones que ocurren entre los 3 meses y 5 años, asociadas a fiebre y sin evidencia de infección o enfermedad intracraneal (Millipap, 1968). La incidencia de estas convulsiones en la población preescolar es aproximadamente de 29/1000. Solo el 30% de los niños que tienen una convulsión febril repetiran el episodio. La tasa de recurrencia es mayor en aquellos cuya primera convulsión febril apareció antes de los 18 meses que en aquellos que tuvieron su primera convulsión febril despues de los 18 meses. Nelson and Ellenberg (1978) encontraron que no había deficits en el cociente intelectual de niños de 7 años que habían tenido convulsiones febriles, aunque Schiotz-Christensen y Bruhn (1973) reportaron un incremento de problemas de comportamiento y un deficit de 7 puntos en el cociente intelectual de niños que habían sufrido convulsiones febriles comparados con sus gemelos que no las habían tenido. DESARROLLO NEUROLOGICO Capacidad visual La capacidad de seguimiento visual está presente incluso en los recién nacidos, aunque la rapidez del seguimiento y la habilidad de seguir un estimulo en la periferia del campo visual no son equivalentes a la realización en un adulto. La agudeza visual es pobre en todas las distancias hasta aproximadamente el mes de vida en la que la agudeza es prácticamente igual a la del adulto cuando el estimulo está situado a 8-10 pulgadas del ojo. La visión a larga distancia continua siendo pobre durante el periodo preescolar. Un lactante puede generalmente ver hasta 20 pies mientras que un adulto puede ver a 200 pies y un niño de 2-3 años ve a 20 pies lo que un adulto ve a 30-40 pies (Acredolo & Hake, 1982). Fantz (1961) determinó que hacia las 8 semanas de vida los lactantes eran capaces de distinguir entre patrones visuales los patrones complejos preferidos (particularmente caras) de los sencillos. Lactantes de hasta 2 meses pueden distinguir la profundidad, y Cohen (1977) determinó que lactantes de hasta 7 meses tenían “constancia de forma” es decir, la habilidad de percibir un objeto como igual aunque cambiemos su orientación hacia el sujeto y por consiguiente su imagen en la retina. Las investigaciones de visión comática en lactantes (Bornstein, Kessen, & Weiskopf, 1976) han mostrado que niños de hasta 4 meses son capaces de distinguir esencialmente los mismos colores que los adultos perciben como matices diferentes. Capacidad auditiva Aunque el oído está intacto al nacimiento, los neonatos no son capaces de detectar sonidos a bajo volumen ni de diferenciar entre sonidos como lo hacen 4
  • 5. los adultos (Schulman-Galambos & Galambos, 1979). No obstante, parte de este déficit puede ser debido a los fluidos que a menudo se encuentran en las orejas de los recién nacidos. Los lactantes pequeños han demostrado su habilidad para discriminar sonidos de distintos tonos y parece que tienen preferencia por los sonidos en tonos bajos (Eisenberg, 1976). También se ha demostrado una mayor respuesta a las voces humanas frente a sonidos no vocales (como un timbre) del mismo tono (Freedman, 1971). Los lactantes también son capaces de localizar aproximadamente la fuente de sonidos poco tiempo después de nacer (Butterworth & Castillo). La capacidad auditiva mejora progresivamente hasta los 12-13 años en que se estabiliza hasta la madurez (Pick & Pick, 1970). Capacidad táctil La percepción del dolor parece estar poco desarrollada en el momento del nacimiento pero se incrementa enormemente en los primeros días de vida ( Anders & Chalemian, 1974). El sentido del tacto parece estar intacto poco tiempo después del nacimiento, pero al igual que en los otros sentidos sufre una mejoría gradual durante los años preescolares. (Gliner, 1967). Capacidad olfativa y gustativa El sentido del olfato parece estar altamente desarrollado en los neonatos de 1 semana de vida (Rieser, Yonas, & Wilkner, 1976). Por ejemplo, los lactantes de 1 mes han demostrado su preferencia por el olor del pecho de su propia madre (MacFarlane, 1977). La literatura sugiere que el olfato está completamente desarrollado a los 6 años, continua mejorando hasta la mediana edad y luego disminuye La capacidad de distinguir gustos está presente de forma grosera desde el nacimiento y los neonatos parecen tener preferencias innatas hacia determinados sabores. Por ejemplo, prefieren sustancias más dulces aunque sean menos nutritivas que otras (Bower, 1977). Algunas evidencias (Pick & Pick, 1970) sugieren que el sentido del gusto del niño continua mejorando durante la infancia. DESARROLLO MOTOR Los neonatos nacen con una docena de reflejos innatos, muchos de los cuales tienen un gran valor de supervivencia y están controlados por áreas subcorticales del cerebro. La presencia de comportamientos reflejos en el neonato se utiliza a menudo como indicación de integridad en el desarrollo neurológico. Gradualmente, empezando a los 2 meses y hasta el año de edad, el cortex asume cada vez más control en el comportamiento motor con el resultado de la disminución o desaparición de los reflejos y la aparición del comportamiento motor voluntario (Capute, Accardo, Vining, Rubenstein, & Harryman, 1978). Incluso antes de que disminuyan los comportamientos reflejos, los neonatos pueden emprender algunos movimiento voluntarios. La emergencia de dichos movimientos en los lactantes sigue un curso bastante predecible y puede usarse como guía aproximada de los progresos en el desarrollo, aunque es importante, tanto para padres como para médicos, darse cuenta de que hay una considerable variabilidad individual en este proceso.. A la edad de 1 mes, la mayoria de niños pueden levantar la cabeza en posición de prono, A los 2-3 meses, el 50% de niños pueden voltear sobre ellos mismos, y hacia los 5-6 meses, el 50% de niños puede sentarse sin apoyo. A la edadde 7 meses la mayoría de niños pueden empezar a rastrear o gatear, aunque no es infrecuente que muchos niños no se desplacen hasta que no empiezan a andar alrededor del año. La deambulación está a menudo precedida, hacia los 9-10 meses, por un 5
  • 6. periodo en el que andan apoyándose en los muebles, adultos o otras estructuras. Algunos meses después, los niños desarrollan el equilibrio y coordinación suficientes para poder caminar hacia atrás. La capacidad para apoyarse en un solo pie y para saltar con los dos pies no suele verse en niños menores de 2 años. Hacia la edad de 5 años, la mayoría de niños pueden saltar a una distancia considerable sobre el suelo y hacia arriba. El desarrollo en cuanto a subir escaleras también sigue un curso bastante predecible. Al principio los niños suben escaleras moviendo un pié hacia el peldaño superior y luego moviendo el otro pié hasta el mismo nivel. Hasta los 3-4 años los niños no son capaces de subir escaleras con los 2 pies alternando los pasos como lo hacen los adultos. La capacidad de deambulación continua mejorando durante el periodo preescolar y en la mayoría de casos alcanza los niveles del adulto sobre la edad de 6 años. El desarrollo motor en el uso de las manos también sucede en un proceso ordenado. Incluso los neonatos pueden alcanzar objetos situados en su campo visual, pero sus acciones son poco coordinadas y parecen tener una naturaleza refleja. Hacia los 4-5 meses, los niños empiezan a alcanzar y a tocar objetos de su campo visual de un modo determinado. A está edad, hay muy poca manipulación digital independiente; los objetos que se agarran son lanzado o sostenidos con toda la mano. Desde los 6 a los 12 meses, los niños desarrollan un control digital más preciso y sofisticado, que culmina en el desarrollo de la efectividad del movimiento de pinza (oposición del pulgar y el dedo índice) alrededor del año de vida. Hacia los 4-5 años los niños desarrollan una gran habilidad en estas actividades, usando mas sus manos y dedos que sus troncos. La coordinación de manos y dedos continua mejorando a lo largo de toda la primera infancia. Las literatura de investigación sugiere que el desarrollo motor es producto tanto de la maduración física como de la experiencia. Un estudio clásico de Gesell y Thompson (1929) demostró que aunque a los niños se les podía enseñar alguna habilidad motora básica (subir escaleras) a una edad mas temprana que a sus hermanos a los que no se aleccionaba, la superioridad en estas habilidades desaparecía rápidamente cuando a los hermanos no aleccionados se les daba la oportunidad de practicar la misma tarea. Estudios transculturales (Kagan, 1984) han demostrado que las expectativas culturales y la oportunidad para practicar tienen gran influencia en la edad en la que los niños alcanzan alguna étapa motora como la deambulación. De nuevo, no obstante, estas diferencias parecen ser muy pequeñas y tienen poca repercusión en la habilidad motora en edades más tardías. DESARROLLO COGNITIVO Incluso al nacer, los niños parecen tener una capacidad considerable para aprender y recordar. Siqueland y Lipsitt (1966) demostraron que niños de tan solo 2 días de vida podían aprender la respuesta de girar la cabeza hacia un estímulo auditivo cuando se reforzaba con dextrosa, y lactantes de 6 meses eran capaces de recordar estímulos visuales por un periodo de 2 semanas (Fagan, 1973). A pesar de esta evidencia de habilidades tempranas impresionantes, los preescolares tienen limitaciones significativas en sus procesos cognitivos. Sus memoria no es tan buena al principio como será posteriormente. A la edad de 3 años, el niño puede almacenar solo 3 items en la memoria a corto termino, en oposición a los 6 items que puede almacenar un niño de 10 años y a los 8 que puede almacenar un adulto (Case, Kurland, & Goldberg, 1982). Los retrasos en el tiempo parecen interferir mas con la habilidad de resolver problemas de los más pequeños que 6
  • 7. en los mas mayores. Un estudio (Kagan, 1979) demostró que los niños de 7 meses podían resolver el problema de encontrar un juguete si se esperaba 3 segundos antes de permitirle buscarlo, pero que no eran capaces de resolverlo si se retrasaba hasta 7 segundos el inicio de la búsqueda. Los niños de 10 meses pueden resolver el problema incluso a los 7 segundos. Piaget (1963) describió el desarrollo cognitivo durante los 2 primeros años de vida como el resultado de la interacción entre las percepciones sensoriales y las respuestas motoras. El veía el desarrollo durante la “etapa sensoriomotora” como un proceso de 6 fases discretas. Piaget creía que, durante el primer mes de vida, los neonatos interfieren con su entorno primariamente a través de los patrones de respuesta refleja y que inicialmente el desarrollo cognitivo consiste en la modificación de dichos reflejos en respuesta a la maduración biológica y a las demandas ambientales. Piaget describió la segunda fase del desarrollo cognitivo, entre los 1-4 meses, enfocada principalmente a lo que él llamó “reacciones circulares primarias”. Estas son respuestas motoras basadas en reflejos que son repetidas activamente gracias a los estímulos y al placer que les comportan. Estas respuestas motoras han sido modificadas y elaboradas, y puede verse una coordinación entre diferentes actos motores. Durante este periodo de tiempo, las respuestas motoras parecen ser menos reflejas y mas intencionadas, aunque el principal interés del niño sigue estando en su propio cuerpo más que en su entorno. La tercera fase del desarrollo cognitivo según Piaget, está marcada por el desarrollo de las “reacciones circulares secundarias” desde los 4 a los 8 meses de vida. Estos patrones de comportamiento son parecidos a los de las reacciones circulares primarias exhibidas durante la anterior fase del desarrollo excepto que el principal centro de estimulación y placer es el efecto en el entorno mas que en el propio cuerpo del niño. El enfoque en el entorno exterior marca el inicio del desarrollo del concepto de “permanencia de objeto”, o el reconocimiento de que los objetos y las personas tienen una existencia continua separada de la del niño. Piaget también notó el desarrollo durante esta fase de los inicios de un sentido de “anticipación” en los niños para acontecimientos regulados o claramente señalados de su entorno. El sentido de anticipación es el fundamento del desarrollo de la apreciación de causa-efecto en un periodo posterior. Piaget caracterizó la cuarta fase (8-12 meses) como la combinación y coordinación de las reacciones circulares secundarias en patrones de comportamiento mas complejos y eficientes, que continúan siendo elaborados y modificados por las demandas ambientales. La naturaleza intencionada del comportamiento se incrementa y mejora la anticipación y entendimiento de la causalidad. Piaget describe el comportamiento durante esta fase como estereotípico y poco flexible. Un ejemplo de los errores cognitivos que los lactantes cometen durante esta fase del desarrollo es el “error no A no B”, en el que los lactantes perseveran en un comportamiento previamente reforzado (buscar un juguete en la mano izquierda de un adulto) incluso cuando las condiciones de reforzamiento han cambiado claramente (el juguete ha sido visiblemente transferido a la mano derecha del adulto). Piaget describió a la quinta fase, que ocurre durante los 12 y 18 meses, como enfocada a lo que el llamó “reacciones circulares terciarias”. Son combinaciones y variaciones intencionadas de respuestas de comportamiento más simples que se activan en forma de ensayo-error en respuesta a acontecimientos ambientales. Aunque la capacidad de abstracción y de resolver problemas del niño es aún limitada durante esta fase, el conocimiento no es tan estereotipado y rígido como anteriormente y el entendimiento de la permanencia 7
  • 8. del objeto está más desarrollada. Por ejemplo, un niño de esta edad ya no comete el “error no A no B” que cometía en la fase anterior si el juguete se transfiere visiblemente a la otra mano. Pero, si el juguete se transfiere de forma no visible para él, continuará escogiendo la mano equivocada. Desde los 18 a los 24 meses, según Piaget, los niños en la sexta fase del desarrollo cognitivo empiezan a activar el pensamiento simbólico. Esto implica que el niño puede “probar” mentalmente soluciones a su problema antes de emprender su resolución mediante el sistema ensayo-error y que soluciones que no había intentado nunca pueden realizarse satisfactoriamente en un primer intento. Debido a la habilidad recientemente hallada de activar el pensamiento simbólico, los niños son capaces ahora de una permanencia de objeto “real”, en la cual pueden inferir la localización de un objeto no visible, incluso si no han observado que era transferido de lugar. Otra característica de esta fase de desarrollo cognitivo es la capacidad de “imitación diferida”, en la cual el niño copia comportamientos ajenos que ha visto anteriormente. Piaget considera al niño en lo que el llama “estadio preoperacional” del desarrollo cognitivo desde la edad de 2 años y durante todo el periodo preescolar. Cree que, durante este estadio, los niños son cada vez mas expertos en pensamiento simbólico y representativo y desarrolla un mayor entendimiento sobre las relaciones y las variaciones de su entorno. No obstante, Piaget reconoce que los niños por debajo de 7 años son muy “egocéntricos” e incapaces de apreciar la perspectiva de los otros. Otras dos características cognitivas del periodo preescolar, según Piaget son el “animismo” y el “artificialismo”. El animismo es la atribución de características humanas o animales a los objetos inanimados. Los niños de está edad pueden regañar a sus juguetes cuando se rompen, o pueden decirles a las nubes que paren de llover. El artificialismo es la concepción de que el mundo entero ha sido creado por humanos (o por una deidad humana) y ordenado para el uso humano. Frecuentemente, los niños de esta edad pueden hacer preguntas como “Porqué está haciendo tanto frío hoy?” reflejando la creencia de que los humanos están encargados de todos los fenómenos naturales. Otro concepto erróneo relacionado a este grupo de edad es lo que denomina “justicia inmanente”. Esta es la creencia de que hay un sistema innato de justicia en el mundo y que las buenos o malos resultados son asignados de un modo racional. Así, cuando le ocurre una desgracia a alguien, esto es el resultado de algo mal echo por parte de esta persona, y del mismo modo, los acontecimientos positivos ocurren como premios a alguna acción loable. Un aspecto del conocimiento preescolar que ha sido ampliamente estudiado es la capacidad de clasificación. Los preescolares pueden en general clasificar objetos adecuadamente siguiendo una dimensión. Experimentan dificultad no obstante, si se les pide que clasifiquen objetos que varían en más de una dimensión y se trata de tareas de clasificación más complicadas. Un ejemplo de tarea de clasificación complicada en la que los preescolares presentan dificultades es en la inclusión en conjuntos (Piaget & Inhelder, 1969). Aunque los preescolares pueden ser capaces de separar botones blancos y negros, tienen dificultades para responder a la pregunta “Hay más botones negros o botones”. En una observación temprana (Inhelder & Piaget, 1958), Piaget anotó que los niños preoperacionales no entendían el concepto de reversibilidad y de conservación. Los preescolares no pueden seguir hacia atrás una serie de procedimientos (tanto mental como realmente) y ver que dos condiciones aparentemente distintas son en realidad equivalentes. El ejemplo clásico de Piaget consiste en verter liquido desde un recipiente alto y delgado a un recipiente mas ancho y preguntar al niño si la cantidad de líquido era la misma. 8
  • 9. Piaget observó que la mayoría de niños de menos de 6 años respondían incorrectamente que las cantidades eran diferentes. En contraste, preguntas concernientes a fenómenos no reversibles (Es una vela la misma vela después de arder hasta un cabo?) podían ser respondidas correctamente sobre los 5 años (Flavell, Green, & Flavell, 1986). Los preescolares tienden a tener conceptos cambiantes e imperfectos sobre la cantidad. Niños de 3 y 4 años a los que se pidió que clasificaran los números del uno al nueve en las categorías pequeño, mediano o grande respondieron de formas muy diferentes. Los niños de 3 años tendían a clasificar al uno como pequeño y a todos los demás como grandes. Los niños de 4 años clasificaban los números del 1 al 4 como pequeños y los otros números en variadas combinaciones como medianos o grandes (Murray & Mayer, 1988). De forma similar, el concepto de tiempo se desarrolla durante el periodo preescolar, siendo los niños de 3 años muy poco hábiles en diferenciar poco más que “ahora” y “después” y los niños de 6 años siendo capaces de diferenciar conceptos como “esta tarde”, “mañana” y “la semana que viene”. DESARROLLO DEL LENGUAJE Los precursores del lenguaje en lactantes aparecen bastante pronto tras el nacimiento. A edades tan tempranas como el mes de vida , los lactantes son capaces de diferenciar entre fonemas (Eimas & Miller, 1980). Sanger (1955) encontró que los lactantes responden al sonido de la voz humana antes de los 2 meses, y hacia los 2-4 meses empiezan a parar sus propias vocalizaciones para escuchar el discurso humano. Las vocalizaciones de los lactantes en los primeros meses de vida consisten mayormente en gruñidos y llantos. Hacia el tercer mes se empiezan a producir los arrullos que constituyen un sonido mas articulado. Esto es seguido, entre los cuatro y ocho meses, por patrones más complejos de balbuceo, que ha menudo parece imitar el discurso adulto en su entonación y ritmo. El balbuceo suele persistir hasta el segundo año de vida y es frecuente que continúe aunque haya emergido un discurso real. La investigación ha demostrado la importancia de la estimulación del lenguaje adulto en esta fase sobre las posteriores capacidades de lenguaje. Las primeras palabras del niño suelen aparecer alrededor del primer cumpleaños, no obstante, hay una considerable variabilidad en este patrón, y los padres pueden tener dificultades para diferenciar las verdaderas primeras palabras del balbuceo. Normalmente los niños pueden entender el significado de algunas palabras antes de que empiecen a hablar ellos mismos. La mayoría de primeras palabras de los niños son nombres concretos que describen comida, juguetes, animales y personas que están presentes en el momento en que las pronuncian. Las palabras pueden ser emitidas inicialmente sin demasiado conocimiento sobre su significado. Desde el punto en que inician sus primeras palabras los niños empiezan a añadir rápidamente vocabulario. Sobre los 18 meses de edad, los niños usan una media entre 3 y 50 palabras con considerable precisión y empiezan a usar combinaciones de dos y hasta tres palabras (DeVilliers & DeVilliers, 1978). Estas combinaciones, a menudo, no son verdaderas frases cuando las usan inicialmente, pero a menudo, sobre los dos años se convierten en “frases telegráficas” con una estructura mas completa, aunque les falten preposiciones, conjunciones y tiempos verbales. Desde los dos años de edad, los niños muestran su capacidad para formar plurales añadiendo la “s”, incluso en palabras sin sentido que no han oído anteriormente (Berko, 1958). Hacia los 3 años de edad los niños son capaces de mantener conversaciones complejas sobre gran variedad de tópicos. El discurso a esta edad se caracteriza por errores debido a la sobregeneralización de las reglas 9
  • 10. gramaticales. Por ejemplo, los niños intentan usar terminaciones de tiempos verbales regulares aunque sean verbos irregulares (“mama ha volvido a casa”). Hacia los 4 años la calidad telegráfica del discurso del niño desaparece casi en su totalidad y empieza a hacer un uso mayor de conjunciones y preposiciones. DESARROLLO SOCIAL Y EMOCIONAL Los lactantes parecen tener tendencias de socialización innatas. Poco tiempo después del nacimiento, ya muestran su predilección ante voces y caras humanas frente a otros estímulos auditivos y visuales no humanos (Brazelton, 1976) y son capaces de distinguir la cara de su madre de otras caras extrañas (Field, Cohen, Garcia, & Greenberg, 1984) y mantener contacto ocular con sus madres (Tronick, 1989). Aunque los niños presentan una sonrisa refleja durante el primer mes de vida, hasta el segundo o tercer mes no aparece la verdadera “sonrisa social” que ocurre generalmente como una recompensa hacia el cuidador o en respuesta a un estímulo ambiental placentero (Lewis & Coates, 1980). Hacia el cuarto a sexto mes de vida, la aparición de esta sonrisa social se hace más selectiva y empieza a aparecer la ansiedad y retirada ante los extraños (Smith, Eaton, & Hindmarch, 1982). Hasta esta edad los lactantes son poco discriminativos respecto a la persona con la que están. Después de los 6 meses muestran una creciente preferencia por algunas personas especialmente sus cuidadores principales. A esta edad la mayoría de lactantes son capaces de jugar interactivamente, con elementos evidentes de imitación social y seguimiento de turnos. Ainsworth (1979) investigó el vínculo en los niños pequeños (aquellos suficientemente mayores para gatear o andar) y encontró que los lactantes variaban mucho en cuanto a la intensidad en que se vinculaban a las figuras parentales. Clasificó a los niños como “ firmemente vinculados”, “ansiosos- resistentes” o “ansiosos-evasivos”. Los niños vinculados firmemente (el 70% de todos los estudiados) se dirigen a sus madres para que los conforten si lo necesitan, pero también se alejan de ellas y exploran el entorno si pueden. Exhibieron poca ansiedad cuando sus madres estuvieron fuera durante periodos cortos pero demostraron una feliz excitación cuando ellas regresaron. Los niños “ansiosos-resistentes” (el 10% de los estudiados) no se alejaban de sus madres para explorar el entorno y se disgustaban cuando sus madres les dejaban aunque fuera durante un periodo muy breve. Estos niños a menudo no parecían complacidos cuando sus madres regresaban y a veces incluso las empujaban. Los niños “ansiosos-evasivos” (el 20% de los estudiados) parecían tener muy poco vínculo con sus madres y no mostraban temor cuando les dejaban solos. También se mostraban poco emocionados cuando sus madres regresaban, a menudo ignorándolas completamente. La investigación ha demostrado que estos patrones de vinculación son bastante estables. Onderville y Main (1981) encontraron que los niños firmemente vinculados cumplían mejor las reglas paternas a los 2 años y estaban más dispuestos a aceptar la ayuda de sus padres cuando tenían problemas. Los niños firmemente vinculados se ha encontrado que suelen llamar la atención de forma positiva en preescolar a la edad de 4 años (Sroufe, Fox, & Pancake, 1983). En contraste, el vinculo inseguro se ha encontrado asociado con problemas de comportamiento en preescolar (Sroufe y col.,1983). Bowlby (1969) describió el vínculo social temprano en una serie de discretas fase que parece que coinciden bastante bien con las observaciones empíricas. La primera fase de Bowlby que tituló como de “sociabilidad indiscriminada” dura desde el nacimiento hasta los primeros 2 meses. Durante esta fase los comportamientos sociales que muestra el niño son realizados indiscriminadamente y con poco sentido de reciprocidad. 10
  • 11. La segunda fase del desarrollo social que Bowlby llamó de “fabricación del vínculo” perdura entre los dos y los siete meses de vida. Durante esta fase, el lactante empieza a demostrar preferencias sociales hacia algunos individuos, normalmente sus principales cuidadores. Las separaciones temporales de sus adultos preferidos son normalmente toleradas bastante bien ya que la ansiedad a la atracción de los extraños todavía no está bien desarrollada. La tercera fase, que Bowlby llamó de “vínculo específico y bien definido” se produce desde los siete meses hasta los dos años. Durante esta fase, el vínculo a personas específicas se muestra fuertemente desarrollado. La consecuencia es la aparición de tanto la ansiedad de separación como la ansiedad ante los extraños. Bowlby llamó a la cuarta fase que se inicia sobre los 2 años como de “asociación de objetivos-coordinación”. Durante esta fase, los niños son cada vez mas capaces de vínculo adecuados y flexibles y de jugar de forma cooperativa. Son más capaces de apreciar las necesidades y perspectivas de los demás y empiezan a tolerar las ausencias de sus cuidadores. Waters y Sroufe (1983) describieron el desarrollo de la competencia social en los preescolares como una progresión en seis fases. Durante los 3 primeros meses de vida prima todo lo relacionado con la regulación fisiológica y el papel del cuidador es conocer las necesidades básicas del niño. Desde el tercero hasta el sexto mes los asuntos relacionados con el manejo con poca tirantez adquieren importancia y el cuidador ayuda a en este proceso emprendiendo interacciones sensitivas y cooperativas con el lactante. La interacción durante estas dos fases de una manera óptima alcanza algo similar a lo que Erikson (1963) denominó “confianza básica”. Desde los seis meses hasta el año de edad, los lactantes se centran en obtener relaciones de acoplamiento gratificantes, siendo la disponibilidad de respuesta del cuidador crucial en este proceso. Desde los doce a los dieciocho meses, la exploración y el dominio de actividades es de gran importancia en el desarrollo de la competencia social. Durante este periodo es importante que los cuidadores aporten una “ base de operaciones” segura y fiable desde la cual puedan emprenderse dichas exploraciones. Durante el periodo de los dieciocho a los treinta meses, Waters y Sroufe (1983) vieron que la tarea principal del desarrollo social era la formación del individuo y que los cuidadores debían aportar un apoyo e interacción firmes. Finalmente, la sexta fase desde los 2´5 a los 4´5 años concierne al aprendizaje del control de los impulsos socialmente inaceptables, la identificación con los roles de género y el desarrollo de las habilidades de relación con los compañeros. Los cuidadores son importantes en este periodo en cuanto pueden proveer de modelos y valores en el area de los valores y roles sociales, y en cuanto al control firme pero flexible, que ejercen sobre el comportamiento del niño. Sigmund Freud (1965) también discutió sobre el desarrollo de la personalidad y de las emociones durante los años preescolares, enfocado a las fuentes de placer y gratificación. El veía los dos primeros años de vida como un periodo durante el cual la gratificación se deriva mayormente de actividades orales como chupar, comer y en la etapa más tardía de esta fase, morder. En los niños de 2 a 4 años, Freud veía el foco de gratificación paralelo al proceso de eliminación, siendo el placer el resultado tanto de la emisión como de la retención de las heces. Esta etapa marca para Freud la primera aplicación de los standards adultos de comportamiento social (ir al baño) a los niños, y cree que el manejo en la enseñanza del control de esfínteres que los padres ejercen, es crítico para el desarrollo de la personalidad del niño. Freud creía que entre los 4 y los 6 años, el elemento crítico en el desarrollo emocional del niño es el reconocimiento de sus genitales y de la gratificación 11
  • 12. que obtiene manipulándolos. Freud veía este periodo como aquel en el que emerge la identificación con los roles de sexo y primariamente con el padre del mismo sexo. Otra concepción teórica que se centra en el desarrollo social y emocional durante los años preescolares es la teoría psicosocial de Erik Erikson (1963). Erikson creía que durante el primer año de vida se desarrollaba tanto la confianza como la desconfianza básica en la benignidad del mundo. La confianza surge del cumplimiento de los cuidadores en conocer las necesidades fundamentales del niño (comida, calor, afecto) y en no permitir que sientan demasiado dolor o incomodidad. La desconfianza surge de la negligencia o retraso en conocer estas necesidades básicas, o de la insensibilidad a las demandas del niño. El abuso de disciplinas punitivas también puede hacer desarrollar la desconfianza básica. Erikson veía el primer año de vida, como un período crítico para el desarrollo de la confianza básica y creía que si un niño no recibía una crianza apropiada a esta edad, le sería muy difícil desarrollar posteriormente cualquier acoplamiento abierto y confiado, fuera cual fuera su experiencia pasado el primer año de vida. El segundo estadio de desarrollo psicosocial de Erikson , de 1 a 3 años, se refiere al conflicto entre autonomía y vergüenza o duda. Durante este estadio, el niño se hace consciente de su autonomía de las figuras parentales, pero también es consciente de sus limitaciones y dependencia de sus padres. A veces, el deseo de autonomía del niño crea conflictos con los modelos paternos de comportamiento, y el resultado de una interacción negativa y/o un castigo puede crear dudas sobre uno mismo y una sensación de vergüenza. El tercer estadio de desarrollo psicosocial de Erkson se centra en el conflicto entre iniciativa y culpa y ocurre entre los 3 y los 6 años. Los niños de esta edad se vuelven más activos en cuanto a planear y emprender sus propias actividades independientemente de las directrices paternas. Los padres pueden apoyar sus iniciativas o pueden socavar el recién creado sentido de la independencia del niño y crear culpabilidad sobre su actividad autónoma. Erikson veía el proceso de desarrollo psicosocial como un proceso acumulativo, en el que la resolución del conflicto básico en cada estadio conduce al siguiente nivel de desarrollo psicosocial. VARIABLES FAMILIARES Y DE LOS CUIDADORES Las interacciones con los cuidadores y los hermanos juegan un papel crítico en la formación de los patrones de comportamiento y personalidad de los preescolares. Entre los elementos más importantes de estas interacciones se encuentra el grado de supervisión y d instrucción que recibe el niño, la calidad de las interacciones emocionales y el tipo de disciplina empleada. Las investigaciones efectuadas por Harvard Preschool Project (White y col., 1973) establecieron que algunos niños podían ser calificados como social y cognitivamente “competentes” a los 3 años de edad, y que los madres de estos niños tenían ciertas características que contrastaban con las de las madres de niños “incompetentes”. Las madres de preescolares competentes parecían disfrutar con sus hijos y hablaban frecuentemente con ellos a un nivel que ellos pudieran comprender. Permitían a sus hijos desarrollar su autonomía y emprender conductas medianamente arriesgadas, y marcaban límites razonables. Las madres de niños incompetentes estimulaban mucho menos a sus hijos y a menudo se comportaban tanto sobreprotegiendo como ignorando a sus hijos. Becker (1964) investigó las consecuencias sobre la personalidad y comportamiento del niño de ser criados por madres que variaban en las dos 12
  • 13. dimensiones ortogonales de aceptación-rechazo y permisividad-restricción. Encontró que los niños criados por madres permisivas-aceptadoras eran generalmente independientes, extrovertidos, creativos, amigables y activos. Los niños criados por madres permisivas-rechazantes eran generalmente agresivos, hostiles e inconformistas y frecuentemente mostraban conductas delictivas en etapas posteriores. Los niños criados por madres restrictivas-aceptadoras tendían a ser dependientes, obedientes y conformistas. Los niños criados por madres restrictivas-rechazantes tendían a ser socialmente retraídos, inhibidos y pendencieros, y a ser hostiles hacia ellos mismos. Baumrind (1980) ha caracterizado varios tipos de disciplina parental. Describió a los padres “estrictamente autoritarios” como aquellos que refuerzan una serie de rígidas normas de conducta, enfatizando la obediencia y con disciplina punitiva. También describió a los padres “flexiblemente autoritarios” como a aquellos que también dirigían firmemente el comportamiento de sus hijos pero de una forma más racional e interactiva. Finalmente, los padres “permisivos” eran descritos como no punitivos, con participación del niño en la creación de reglas y gran tolerancia hacia el mal comportamiento del niño. La investigación ha demostrado que el estilo parental “flexiblemente autoritario” conduce a niños independientes, con confianza en ellos mismos y sensibilidad hacia las necesidades de los demás (Baumrind, 1980), mientras que, el estilo “estrictamente autoritario” podía conducir a la conformidad y sumisión, o a la rebeldía. El estilo “permisivo” parece conducir al egoísmo y comportamiento inmaduro en niños (Kochanska, Kuczynski, & Radke-Yarrow, 1989) La presencia o ausencia del padre en casa parece ejercer un efecto significativo sobre el desarrollo del niño. Los niños criados en hogares sin padre tienen resultados inferiores en los Tests de inteligencia que los criados en hogares con los dos padres (Biller, 1974) y la presencia y el compromiso del padre también parece importante en el desarrollo de los comportamientos ligados al rol de sexo (Langlois & Downs, 1980). Las interacciones de los niños con hermanos y compañeros durante el periodo preescolar también son extremadamente importantes. Los hermanos pequeños a menudo tratan de imitar el comportamiento de sus hermanos y hermanas mayores y pueden aprender importantes lecciones sociales y cognitivas de estos modelos (Dunn, 1983). Los niños que han sido criados con otros de la misma edad durante la época de lactantes parece que son más demandantes, independientes y asertivos, y menos conformistas que los niños que se han criado solos (Clarke-Stewart, 1989). Shea (1981) observó a niños de 3 y 4 años durante las diez primeras semanas de preescolar y observó como eran cada vez más independientes del profesor, más juguetones y extrovertidos, y menos agresivos con los otros. Estos cambios en el comportamiento social eran más significativos en los niños que asistían a clases 5 días por semana que en los que asistían 2 días por semana. Las habilidades sociales durante la infancia temprana son bastante predictivas de las habilidades mas tardías. Roff (1974) encontró que los preescolares que son consistentemente rechazados por sus compañeros tienen un riesgo mayor de desequilibrios emocionales en etapas posteriores de su vida, aunque la dirección de la causalidad es incierta en estos hallazgos. No obstante, las habilidades sociales durante los años preescolares parece que son algo susceptibles a ser corregidas. Kerby y Tolar (1970), por ejemplo, encontraron que podían incrementar los contactos de un niño de 5 años muy retraído, dándole una bolsa de golosinas que el debía distribuir a sus compañeros de clase. Después de repartir las golosinas, se le felicitó y se le premió por el esfuerzo realizado. Después de algunos días , las observaciones durante el 13
  • 14. juego libre indicaron que el niño era más extrovertido y cooperativo con los otros niños. FUNDAMENTOS DE PSICOPATOLOGIA Es evidente por todo el material citado que los años preescolares son críticos en el desarrollo de las capacidades básicas cognitivas, sociales y comportamentales. Es durante estos años en que se ponen en evidencia los problemas de salud mental por primera vez. Jenkins, Bax, y Hart (1980) estudiaron las preocupaciones de los padres acerca de sus hijos preescolares en una muestra no clínica y encontraron comunicaciones significativas sobre problemas de comportamiento. Durante la lactancia, el número de preocupaciones expresadas fue bastante bajo, siendo las principales áreas de tribulación el llanto, la alimentación y los patrones de sueño. Durante el segundo año de vida, las expresiones de preocupación de los padres son mas frecuentes, siendo todavía las pautas de alimentación y de sueño el foco primario. Desde los 2 a los 3 años, el foco primario de las preocupaciones paternas es el control de esfínteres, mientras que a partir de los tres años la disciplina y el comportamiento social se convierte en la principal preocupación. Richman, Stevenson, y Graham (1982) encontraron que aproximadamente el 13% de los niños ingleses de 3 años eran descritos por sus madres como inquietos e hiperactivos, y casi el 11 % fue descrito como difícil de controlar. El seguimiento ha demostrado que los problemas de comportamiento persisten en un porcentaje significativo de niños identificados como difíciles a los 3 años. A los 4 años el 63% fue identificado por las valoraciones paternas como todavía problemático y a los 8 años el 62% seguía teniendo problemas. Los profesores también reportaron que los niños de 8 años que eran difíciles de controlar a los 3 años, tenían más problemas de comportamiento que los que no habían sido problemáticos a los 3 años. Otros estudios longitudinales han confirmado la estabilidad de los problemas de comportamiento desde la etapa prescolar hasta etapas posteriores de la infancia. Los profesores describe que los preescolares hiperactivos son más agresivos e hiperactivos que otros niños a los 6 y 7 años (Campbell, Endman, &Bernfeld, 1977). La investigación posterior realizada por Campbell (1990) sugiere que 2/3 de los niños difíciles de manejar a los 6 años, siguen teniendo problemas a los 9 años. Fisher, Hand, y Russel (1984) encontraron que las informaciones preescolares de agresión se asociaban con informaciones paternas de problemas de comportamiento de 5 a 7 años después. Lerner, Inui, Trupin, y Douglas (1985) también reportaron los problemas de comportamiento severos durante preescolar eran predictivos de gran variedad de problemas de comportamiento durante la adolescencia. La psicopatología de los padres, las prácticas de crianza rudas y las disputas matrimoniales, también se asociaban aun pronóstico peor en cuanto a la continuidad de los problemas de comportamiento en los preescolares difíciles de controlar (Wallander, 1988). Otras formas de psicopatología también tienen claramente sus raíces en los años preescolares. Por ejemplo, la investigación de Solyom, Beck, Solyom, y Hugel (1974) sugerían que los problemas de ansiedad en el preescolar podían continuar hasta épocas posteriores. Similarmente, el autismo normalmente se hace aparente en los años preescolares (Kolvin,1971), y las psicosis y trastornos de conducta pueden hacerse notar por primera vez durante este periodo (Wenar, 1990). 14
  • 15. PROGRAMAS DE PREVENCION Varios programas se han implantado durante los años preescolares para tratar de prevenir la posterior aparición de problemas de salud mental tanto en niños no seleccionados como en niños de riesgo. Quizás el mejor conocido de estos programas es el proyecto “Head Start” que inició el gobierno de U.S.A. en 1965. Este programa se discute en el capítulo 2. Jason (1977) desarrolló un programa de prevención preescolar que ha demostrado sus beneficios en habilidades académicas, sociales y motoras. Este programa implicaba tanto a padres como a hijos y utilizaba sesiones tanto en el domicilio del niño como en el centro de salud. A los niños se les enseñaban una serie de lecciones que enfatizaban el desarrollo del lenguaje, mientras los padre eran involucrados en sesiones de grupo en las que se discutían cuestiones referentes a la educación de los hijos. Risley también creó un modelo de prevención prescolar que enfatizaba el desarrollo del lenguaje y habilidades sociales. Las técnicas usadas en este programa eran efectivas en cuanto a incrementar el discurso espontáneo del niño, la respuesta a las preguntas del profesor y habilidades sociales (Risley, Reynolds, & Hart, 1970). De forma similar, Spivack, Platt, y Shure (1976) fueron efectivos en incrementar la resolución de problemas interpersonales y modificación de habilidades a través de un programa de prevención preescolar que enfatizaba el lenguaje y las habilidades cognitivas aplicadas a situaciones sociales. Es evidente según lo escrito anteriormente que muchos problemas de salud mental en niños salen a la luz durante los años preescolares si somos observadores, y que representan el asentamiento de problemas de salud mental posteriormente en la infancia y en la edad adulta. Problemas de salud mental significativos durante la edad preescolar son raramente superados sin intervención. Afortunadamente hay varias evaluaciones e intervenciones técnicas que han demostrado su efectividad en los niños preescolares. En los capítulos siguientes, se discuten varios problemas de salud mental que se presentan en el niño preescolar, poniendo énfasis en el contexto de desarrollo en que ocurren, la valoración de desviaciones de la normalidad significativas o no significativas, y el diseño e implantación de programas de intervención efectivos. TRASTORNOS DEL LENGUAJE Y DEL APRENDIZAJE EN NiñOS Y ADOLESCENTES (LLDs). Los LLDs están entre los trastornos de desarrollo y psiquiátricos más comunes que puede probablemente encontrar un clínico. Muchos niños que son derivados por dificultades de comportamiento en la escuela u otros conflictos como completar los deberes en casa, tienen dificultades de lenguaje o aprendizaje no reconocidas. Algunos estudios muestran que, un tercio de los niños referidos a un centro de salud mental, tienen problemas de habla y lenguaje no diagnosticados. El rasgo clínico central de un trastorno de lenguaje o aprendizaje es la falta de desarrollo normal, de una habilidad particular de desarrollo, sea cognitiva o lingüística. La naturaleza de la habilidad difiere con cada trastorno. El trastorno de desarrollo del lenguaje expresivo, por ejemplo, es una perturbación en la adquisición de la habilidad productora del lenguaje. El trastorno de desarrollo de lectura, por otra parte, es la perturbación significativa en la adquisición de la lectura, que no es debida a una causa física, neurológica o ambiental. Además, el rango de LLDs, en tipo y severidad, va de sutil a muy marcado. Algunos LLDs son fácilmente observables en la evaluación 15
  • 16. clínica, mientras que otros son diagnosticables sólo a través de un ensayo estandarizado. La definición de trastornos de lenguaje y trastornos de aprendizaje es todavía un tópico de controversia que ha sido discutido por varios autores. Entre las definiciones más importantes existe la que acentúa que las discapacidades del aprendizaje son trastornos de proceso que resultan en una discrepancia significativa entre el potencial y la adquisición de habilidades académicas o de lenguaje. La mayoría de definiciones del trastorno del lenguaje y aprendizaje apuntan a que debe haber una discrepancia entre estos problemas clínicos y el coeficiente intelectual. Sin embargo, algunos autores plantean que el problema es el mismo, tengan o no discrepancia con el CI. Por tanto, la investigación ha fallado en demostrar diferencias válidas entre grupos de niños con o sin discrepancia del CI. Las definiciones basadas en las discrepancias observadas en tests del CI, tienden a sobreidentificar por ejemplo, niños brillantes como incapacitados para la lectura, y a infraidentificar a los que tienen muy bajo rendimiento, como no incapacitados para lectura. También se ha comprobado que las definiciones basadas en la discrepancia de CI identifican niños con déficit de lenguaje más específicos, comparados con las definiciones de discrepancia de edad. A pesar de las críticas a las definiciones basadas en la discrepancia, todavía no existe un consenso de sobre cómo deberían definirse los LLDs. Esta carencia de consenso es uno de los temas más importantes con que se enfrentan los educadores, los médicos, padres y los niños, porque la definición usada determina qué niños, con qué nivel de habilidad, se califican como incapaces para el aprendizaje y así son escogidos para fuentes o recursos extra. Las definiciones actuales basadas en la discrepancia de CI excluyen grandes grupos de niños con puntuaciones CI fronterizas que a menudo están mas dañados que otros niños que se califican como verdaderamente inhabilitados para el aprendizaje. Se debe identificar de forma temprana los trastornos del aprendizaje y lenguaje en contraste con las definiciones basadas en la discrepancia del CI según las cuales un niño debe retrasarse académicamente antes de poder ser diagnosticado y tratado. ¿A qué llamamos “Trastornos del aprendizaje”? Los trastornos del aprendizaje: 1- Según el DSM IV se clasifican en el capítulo de “Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia” definiéndolos como un inadecuado desarrollo de habilidades específicamente académicas del lenguaje, del habla, motrices y no causadas por trastornos físicos o neurológicos, trastorno profundo del desarrollo, retraso mental o oportunidades educativas deficientes, relacionado con subtipos de habilidades individuales en áreas específicamente académicas, contemplando 4 subgrupos: • Trastorno de la lectura • Trastorno del cálculo • Trastornos en la expresión escrita • Trastorno en el aprendizaje no especificado Se diagnostican trastornos de aprendizaje cuando el rendimiento del individuo en lectura, cálculo o expresión escrita es sustancialmente inferior por edad, escolarización y nivel de inteligencia, según indican pruebas normalizadas administradas individualmente. Suele definirse como sustancialmente inferior una discrepancia de 16
  • 17. más de 2 desviaciones típicas entre rendimiento y CI. A veces se acepta una discrepancia menor (entre 1 y 2 desviaciones típicas). DSM-III-R 315.00 TRASTORNO DEL DESARROLLO EN LA LECTURA. A) El rendimiento en las pruebas estandarizadas de lectura, administradas de forma individual, es notablemente menor del nivel esperado dada la escolarización y la capaci- dad intelectual del niño. B) La alteración A interfiere de manera significativa los aprendizajes académicos o las actividades de la vida cotidiana que requieren la habilidad de leer. C) La alteración no se debe a un defecto de la agudeza visual o auditiva, ni a ningún trastorno neurológico. 2- En el CIE-MIA-10 se clasifican en la categoría de “Trastornos del desarrollo psicológico” con el nombre de “Trastornos específicos del desarrollo del habla y del lenguaje”. Se entiende a estos, como trastornos en los que las pautas normales de la adquisición del lenguaje están alteradas desde los primeros estadios del desarrollo, sin que estas condiciones sean atribuidas a anormalidades neurológicas o del mecanismo del lenguaje, ni a deterioros sensoriales, retraso mental. Se contempla una subclasificación que incluye: - Trastorno específico de la pronunciación - Trastorno del lenguaje expresivo - Trastorno de la comprensión del lenguaje - Afasia adquirida con epilepsia (Síndrome de Landau-Kleffner) - Otros trastornos del desarrollo del habla y del lenguaje - Trastornos del desarrollo del habla y del lenguaje sin especificación - Trastornos específicos del desarrollo de las habilidades escolares - Trastorno específico de la lectura - Trastorno específico de la ortografía - Trastornos específicos de las habilidades aritméticas - Trastorno mixto del desarrollo del aprendizaje escolar - Otros trastornos del desarrollo del aprendizaje escolar - Trastornos del desarrollo del aprendizaje escolar sin especificación CIE-10. F81 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL DESARROLLO DE LAS CAPACI- DADES ESCOLARES (I) GENERALIDADES.- La adquisición de habilidades está deteriorada desde el inicio del desarrollo; a) El deterioro no es sólo, consecuencia de una falta de oportunidad para el aprendizaje. b) No se debe a un trauma o enfermedad cerebral adquirida. c) Estos trastornos se originan en anomalías del proceso cognitivo derivado de alguna disfunción neurobiológica. d) Son más frecuentes en niños que en niñas. Estos trastornos de aprendizaje no son resultado de otros trastornos (deficiencia mental, déficits neurológicos globales, problemas visuales o auditivos no corregidos o 17
  • 18. trastornos emocionales, aunque pueden asociarse a ellos). Aparecen a veces en conjunción con otros síndromes clínicos (déficit de atención, trastornos de conducta) u otros trastornos de desarrollo (trastorno específico del desarrollo de la función motora o del desarrollo del habla y del lenguaje). CIE-10. F81 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL DESARROLLO DE LAS CAPACIDA- DES ESCOLARES (II) HAY CINCO TIPOS DE DIFICULTADES DIAGNÓSTICAS. a) Primero: Es necesario diferenciar los trastornos, de las variaciones de la normalidad, en los progresos escolares. b) Segundo: Valorar el síntoma en función del momento del desarrollo. Por dos razones: 1) Gravedad, p. ej. un año de retraso en la lectura a los 7 años tiene un significado muy diferente de un año de retraso a los l4 años; 2) Cambio en la manifestación clínica, así un retraso del habla se resuelve en preescolar si sólo es una alteración del lenguaje, pero en otras ocasiones después le sigue un retraso específico de lectura. c) Tercero: Las capacidades escolares se tienen que aprender y enseñar; no son una simple consecuencia de la maduración biológica. Dependerá de circunstancias familiares y de la enseñanza así como de las características individuales. d) Cuarto: No hay una manera sencilla de poder diferenciar qué es lo que causa la dificultad de lectura y qué es consecuencia de la poca capacidad de lectura o simplemente esta asociada a ella. e) Quinto: Hay una gran confusión sobre la forma de clasificar estos trastornos. CIE-10. F81 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL DESARROLLO DE LAS CAPACIDA- DES ESCOLARES (III) CRITERIO DIAGNÓSTICO a) En primer lugar, un nivel de alteración clinicamente significativa en la capacidad escolar específica. Se puede valorar la gravedad a través de: 1) Definida en términos escolares, 2) Por los antecedentes en el desarrollo (retardos del desarrollo en el período preescolar, en el habla y en el lenguaje); 3) Por los problemas asociados (trast. de atención, hiperactividad, trastorno emocional o dificultad de comportamiento); 4) Por la respuesta a la estimulación pedagógica (las dificultades no remiten rápida y fácilmente con mayor ayuda en casa y/o en la escuela). b) En segundo lugar, la alteración debe ser específica, no es consecuencia de un retardo mental, ni grave ni medio ni leve. c) En tercer lugar, la alteración aparecerá en el desarrollo, o sea desde el inicio y no habrá aparecido más tarde a lo largo de la actividad educativa. d) En cuarto lugar, no encontraremos factores externos que justifiquen las dificultades escolares. e) Por ultimo, no se encontraran a la exploración ni alteraciones visuales ni auditivas no 18
  • 19. corregidas. CIE-10. F81 TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL DESARROLLO DE LAS CAPACIDA- DES ESCOLARES (III) SE INCLUYE: a) Trastorno específico de lectura; b) Dislexia; c) Trastorno específico de ortografía; d) Trastorno específico de aritmética: Discalculia; e) Trastorno mixto de habilidades escolares; f) Déficits de aprendizaje. CIE-10.- F81.0 TRASTORNO ESPECIFICO DE LECTURA (I) GENERALIDADES Alteración específica y significativa en la capacidad de lectura no atribuible a la edad mental, ni a problemas de agudeza visual o auditiva, ni a una escolaridad inadecuada. Dificultad en ortografía frecuentemente asociada que a menudo permanece hasta la adolescencia, incluso a pesar de haber progresado en lectura. Frecuentemente hay antecedentes de alteraciones en el desarrollo del habla. La evaluación global del nivel del lenguaje corriente a menudo muestra algunas alteracio- nes más o menos sutiles. CIE-10.- F81.0 TRASTORNO ESPECIFICO DE LECTURA (II) CRITERIO DIAGNÓSTICO 1) El nivel de resolución en lectura está por debajo del nivel esperado en función de la edad, de la inteligencia global y del centro escolar al que acude. 2) En el preescolar pueden presentarse dificultades en aprender el alfabeto, en nombrar correctamente las letras, en ritmar fonéticamente las palabras y en analizar o categorizar sonidos (con agudeza auditiva normal). 3) En Básica, errores en lectura oral, como: a) Omisión, sustitución, distorsión o suma de palabras o parte de palabras. b) Nivel de lectura lento; c) Inicio dubitativo, dudas intermedias, "pérdida del punto de lectura" en el texto; d) elaboración y lectura de las frases incorrecto; e) Inversiones en palabras, en oraciones, en sílabas o letras dentro de palabras. 4) También hay un déficit en la comprensión lectora, como: a) Incapacidad de recordar lo leído; b) Incapacidad para poder sacar conclusiones del material leído; c) Usa conocimientos generales, más que la información particular, para contestar 19
  • 20. preguntas sobre una historia previamente leída. CIE-10.- F81.0 TRASTORNO ESPECIFICO DE LECTURA (III) 1) Incluir: a) Retraso específico de lectura; b) "Leer cada vez peor", dislexia de desarrollo. 2) Excluir: a) Dislexia adquirida; b) Dificultades de lectura adquiridas secundarias a trastornos emocionales; c) Trastornos de ortografía no asociado a dificultades de lectura. ¿Cuándo hablamos de “Trastorno del aprendizaje” o de “Discapacidad para el aprendizaje”? En el ámbito médico se utiliza el término de “Trastorno del aprendizaje”, y el diagnóstico que se hace es a partir de datos médicos, sin embargo, cuando los datos provienen de la interacción con el sistema escolar, el termino que se utiliza es el de “discapacidad en el aprendizaje”. ¿Cómo se inician? Todos los LLDs de desarrollo aparecen en la temprana niñez, aunque los problemas de lectura se descubren frecuentemente solo después de que un niño entra en la escuela. El tipo adquirido de LLD puede tener su aparición en cualquier momento. ¿Cuál es la presentación clínica? Los LLDs a menudo no se reconocen. Los niños que presentan un rechazo escolar o agorafobia por ejemplo, pueden estar tan aterrorizados ante la posibilidad de una humillación por parte de sus compañeros de clase (por ejemplo, por dificultades expresivas del lenguaje) que rehúsan ir a la escuela o desarrollan síntomas somáticos tales como dolores de cabeza y dolores de estómago, especialmente en los días escolares en los que piensan que pueden hablar delante de la clase. Estos problemas, no diagnosticados y no tratados, se incrementan hasta que el niño odia la escuela, rehúsa hacer los deberes y quizás desarrolla síntomas desafiantes de oposición. Algunos niños pueden quedarse tan retrasados académicamente que defienden su propia estima a toda costa convirtiéndose en abusivos verbalmente y provocativos físicamente para evitar la posibilidad de exposición y humillación. La intervención con éxito en estos niños requiere el diagnóstico y tratamiento de los problemas del lenguaje y aprendizaje. El criterio diagnóstico para el trastorno de lenguaje expresivo, depende de las notas obtenidas en las pruebas estandarizadas y administradas individualmente sobre el desarrollo del lenguaje expresivo, que están sustancialmente por debajo de aquellas obtenidas de pruebas estandarizadas, tanto de capacidad intelectual no verbal como de desarrollo de lenguaje receptivo. Los síntomas pueden incluir un vocabulario marcadamente limitado, errores en los tiempos verbales, o dificultad en recordar palabras, o en producir frases con una longitud o complejidad apropiada al desarrollo. 20
  • 21. Como con los trastornos de aprendizaje, las dificultades deben interferir con los logros académicos u ocupacionales o con la comunicación social. El diagnóstico del trastorno mixto receptivo-expresivo del lenguaje, depende de las puntuaciones obtenidas en una batería de mediciones estandarizadas, administradas individualmente, tanto en el desarrollo del lenguaje receptivo como expresivo, que están sustancialmente por debajo de aquellas obtenidas en mediciones estandarizadas de capacidad intelectual no verbal. Los síntomas incluyen los del trastorno del lenguaje expresivo, así como la dificultad en comprender palabras, frases o hacer un discurso extenso apropiado a la edad. El diagnóstico del trastorno fonológico depende del fallo para utilizar sonidos del habla que se asumían por el desarrollo y que son apropiados para la edad y el dialecto, tales como errores en la producción del sonido en su uso, representación u organización. Los errores pueden incluir la sustitución de un sonido por otro u omisiones de sonidos, tales como consonantes finales. El diagnóstico también debe incluir interferencia con la actuación escolar u ocupacional o con la comunicación social, y exceder con mucho otras incapacidades si están presentes. El diagnóstico de trastorno de comunicación no especificado de otra forma es para trastornos de la comunicación que no cumplen el criterio para cualquier otro trastorno de comunicación específico. Un ejemplo podría ser el trastorno de voz en el cual hay una anormalidad en el ritmo de las vocales, sonido alto, cualidad, tono o resonancia. El diagnóstico de trastorno de lectura se establece con el uso de uno o más ensayos estandarizados administrados individualmente. El logro medido, debe ser sustancialmente más bajo que los esperados, dada la edad cronológica, la inteligencia medida y la educación apropiada a la edad. La definición, además, especifica que la discrepancia en la habilidad de lectura, debe interferir significativamente con los logros escolares o las actividades de la vida diaria que requieran habilidades de lectura, y debe exceder con mucho cualquier déficit sensorial que pudiera existir, tal como incapacidad visual o auditiva. El criterio diagnóstico para el trastorno en matemáticas y expresión escrita son similares. Cada uno de ellos, acentúa una discrepancia entre el logro actual y lo esperado, que interfiere con la escuela o la vida diaria. Hay un tipo de incapacidad no verbal, asociado muy fuertemente con problemas en aritmética. Este subtipo va asociado con déficit en funciones neurocognitivas y adaptativas, muy a menudo atribuidas al hemisferio derecho del cerebro, incluyendo problemas en cognición espacial, procesamiento de información viso-perceptiva y funcionamiento socioemocional. Los niños con estas incapacidades pueden tener problemas en reconocer o producir formas, o pueden tener problemas con la coordinación ojo-mano (por ejemplo, dificultad en coger una pelota). A estas incapacidades se les llama a menudo, incapacidades del hemisferio derecho o de aprendizaje no verbal. Las incapacidades de aprendizaje no verbal, se ha visto que persisten en la vida adulta e incluso empeoran con el tiempo. Existen también unos trastornos de aprendizaje no especificados, que pueden incluir problemas en las tres áreas (lectura, matemáticas y expresión escrita), que juntas interfieren significativamente con el logro académico, aun cuando el comportamiento en pruebas que miden la habilidad individual, no sea lo suficientemente discrepante como se esperaba. ¿Cuál es el curso natural? 21
  • 22. El curso natural se ve afectado por la naturaleza y severidad del LLD, la comorbilidad y la presencia de otros factores de riesgo. El reconocimiento y tratamiento precoz puede afectar al curso natural en todos los LLDs. Se estima que el 50% de los niños con trastorno del lenguaje expresivo de desarrollo, obtienen un desarrollo del lenguaje expresivo normal. El otro 50% continua teniendo algún grado de dificultad, incluyendo déficit sutiles, que están asociados con la presencia de trastornos de aprendizaje y/o otros trastornos psiquiátricos. El resultado a corto plazo del trastorno mixto del lenguaje expresivo-receptivo de desarrollo no es bueno. El desarrollo del lenguaje es muy lento, y los niños con este trastorno van quedando atrás en el desarrollo del lenguaje. Algunos autores han demostrado que con tratamiento, el 25% de los niños con trastorno del lenguaje mixto expresivo-receptivo de desarrollo, muestran alguna mejoría en un período de 4 años. Un número igual de niños sin embargo, están peor que en la evaluación inicial y se retrasan respecto a niños normales de la misma edad. Los niños con trastorno del lenguaje mixto expresivo-receptivo han mostrado tener resultados significativamente peores que los niños con trastorno del lenguaje expresivo puro, no sólo en sus resultados de lenguaje, sino en la mayor probabilidad de trastornos de aprendizaje y trastornos psiquiátricos. El pronóstico a largo plazo es variable. El 72% de una muestra de niños de 5 años con perturbaciones del habla y lenguaje, han evidenciado perturbaciones del habla y lenguaje, al ser reevaluados 7 años más tarde. Los niños con trastornos fonológicos tienen un resultado variable, teniendo los tipos severos dificultades persistentes de habla y académicas. El resultado es más severo cuando van asociados con problemas de articulación, con dificultades físicas o cognitivas. Tras la edad de 8 años, una recuperación espontánea se produce raramente pero los niños con formas más leves se recuperan a menudo sin intervención. La incapacidad completa para leer en la vida adulta es extremadamente rara pero muchos, si no todos los adultos con una historia de trastorno del desarrollo de la lectura, tienen algunos problemas de lectura residuales. Se encuentran mejores resultados en aquellos niños que tienen trastornos menos severos, que se han diagnosticado antes y obtienen tratamiento apropiado, que tienen coeficiente de inteligencia mayor, vienen de un estatus socio-económico más alto y carecen de trastornos psiquiátricos comórbidos. En los individuos con trastorno matemático de desarrollo hay informes de casos que sugieren problemas a lo largo de toda la vida en algunos, una recuperación parcial en otros y un desarrollo completamente normal de habilidades matemáticas en otros. El trastorno de desarrollo de expresión escrita, se cree que tiene menos impacto sobre el resultado final, que los problemas con la lectura. Sin embargo, los problemas con la expresión escrita deben sospecharse en la edad escolar, en el niño que tiene dificultad al ponerse a hacer un trabajo escrito. ¿Cuál es la etiología? Las etiologías exactas son desconocidas para los LLDs pero los factores familiares, genéticos, cognitivos y neuroanatómicos son importantes. Los factores del entorno hace tiempo que han sido reconocidos por su papel en el lenguaje y aprendizaje. Por ejemplo, el mejor predictor en solitario del crecimiento en el vocabulario de niños durante los primeros pasos del aprendizaje del lenguaje es el número de palabras oídas por unidad de tiempo por sus madres. Se conocen los beneficios de la lectura a 22
  • 23. los niños sobre su conocimiento de vocabulario y del mundo. Sin embargo, solo hay una débil relación entre leer a los niños y el éxito en el aprendizaje de la lectura. Similarmente, los niños con trastornos del lenguaje se describen como que necesitan un umbral mas alto de exposición a palabras nuevas para una adquisición exitosa. Este último punto de vista es consecuente con la investigación reciente que ha puesto en cuestión el papel etiológico de factores medioambientales en el desarrollo de los trastornos de lenguaje. Una segunda línea de investigación sugiere que los niños con afectación del lenguaje son incapaces de procesar estímulos rápidos transitorios sugiriendo que las habilidades procesales temporales auditivas representan un indicador de riesgo biológico para perturbaciones de lenguaje. La dificultad en procesar cambios tonales rápidos puede ser responsable de la discriminación fonética deficiente y la baja conciencia fonológica asociada con habilidades muy pobres de lectura y dislexia. La capacidad reducida para mantener representaciones mentales transitorias o un déficit especifico en el componente del circuito fonológico de la memoria de trabajo, se ofrecen como teorías alternativas. La evidencia actual más fuerte apoya la herencia de los trastornos del lenguaje y de la lectura y el papel de los déficit fonológicos como el componente básico de la incapacidad de lectura. La evidencia de estudios familiares y de gemelos también sugiere que las incapacidades de lectura son familiares y hereditarias y que son genéticamente heterogéneas. A través de estudios familiares, el riesgo familiar para los parientes de primer grado se ha visto que es entre el 35% y el 45% más alto comparado con el resto de la población que es del 3% al 10%. Los datos disponibles sobre la transmisión genética de habilidades y capacidades de lectura no clarifican si son los mismos genes los que están implicados en la transmisión de incapacidades de lectura y en las variaciones de lectura normal. Algunos estudios encuentran una asociación genética entre incapacidades de lectura y los cromosomas 6 y 15. a) Etiopatogenia familiar: Las relaciones familiares pueden influenciar directamente el rendimiento escolar 1) La exigencia excesiva por parte de los padres, o una reglamentación intrafamiliar demasiado rigurosa hacia el niño con actitud agobiante, o bien una expectativa de rendimiento excesivamente elevada, puede llevar al niño a sentirse incapaz de satisfacer las necesidades del medio y producir en consecuencia una respuesta de distensión y apatía con perdida de la autoestima y deterioro de la confianza en si mismos. 2) La rivalidad entre hermanos, puede en algunos casos ser motivo de dificultades escolares, sobre todo cuando los padres comparan los resultados entre ambos, ya qué entonces pueden darse dos tipos de reacción: Una, el niño reacciona a la maniobra de emulación (probable en las primeras ocasiones); dos, el niño se retrae, renuncia y se desinteresa, buscando otros medios de interacción, que pueden ser de tipo negativo (probable cuando la emulación comparativa se repite de forma insistente o agobiante) 3) La tensión encubierta, en la familia, la discordia franca y declarada entre los padres o familiares, las disputas más o menos frecuentes, la separación o divorcio de los padres, desencadenan preocupaciones y sufrimientos emocionales más o menos intensos en el niño que pueden interferir su 23
  • 24. capacidad de organizarse y de progresar en el desarrollo de un trabajo intelectual eficaz 4) Cuando la familia ejerce un sistema de control excesivamente relajado o permisivo de forma abierta o encubierto en determinadas actitudes educativas qué no conllevan un compromiso de interacción padres/hijos, se generan actitudes en los niños con hábito de trabajo pobre, escasa autoexigencia y autodisciplina. Se produce una resistencia hacia las exigencias escolares tanto de rendimiento como normativas en general. Estos niños no estarán preparados ni motivados para aprender y encuadrarse en una acción de grupo normalmente reglamentada b) Etiopatogenia afectiva: En función de determinados aspectos de tipo personal, ligados a su endogeneidad madurativa el niño puede presentar perturbaciones generales del aprendizaje 1) Determinados niños presentan actitudes de oposición, o tienden a respuestas de confrontación frente a los adultos que intentan de alguna forma "disciplinarlos" sobre todo si el sistema es autoritario (generalmente las actitudes explicativas y pacientes distienden este tipo de respuesta). Las dificultades aparecen secundarias a ésta oposición, a la presión y a las expectativas de los adultos con rol de autoridad (padres, profesores) 2) El niño que de forma permanente esta en actitud depresiva, o triste, no puede, ni utiliza toda la energía que conviene para un aprendizaje correcto. El mal rendimiento escolar es un equivalente depresivo conocido, acompañante del síndrome de depresión en la infancia. Si el niño está en trabajo de duelo por la perdida de un familiar, o por una separación de los padres o divorcio, puede durante un tiempo (hasta su recuperación parcial) desmotivarse por el trabajo escolar. 3) Si presenta, de forma sostenida, un nivel alto de ansiedad y tensión con sentimientos asociados de incapacidad para conseguir avanzar en el aprendizaje, se producirá también un trastorno generalizado. Su energía psíquica está totalmente comprometida en su estrés. La ansiedad disminuye notablemente la capacidad de atención, aumenta la inestabilidad a través de la evitación, afecta la memorización a través de la inseguridad y disminuye la capacidad de organización intelectual. 4) En ciertos niños la presencia de conflictos neuróticos más o menos importantes pueden afectar las relaciones con sus padres, profesores o amigos; influyendo en su rendimiento escolar y provocando dificultades globales. 5) El miedo al fracaso en niños de carácter inhibido, temerosos, que presentan a menudo fracasos repetidos en otras actividades actuales o pasadas; hipersensibles, con una autoexigencia muy elevada, o con reacción exagerada frente al fracaso o cualquier tipo de dificultad, explica qué algunos no se decidan a iniciar una determinada tarea por miedo a fracasar de nuevo . 6) Algunos comportamientos como la inestabilidad, la hiperactividad, la agresividad, la impulsividad o las conductas caracteriales, no encajan bien en el colegio y son mal aceptadas, tanto por parte de los profesores como por parte de los compañeros; desencadenan un tipo de relación tensa a diversos niveles qué da lugar a conflictos y altercados; se dificulta el desarrollo de un clima de confianza conveniente qué facilite la enseñanza y el aprendizaje de forma armónica. c) Etiopatogenia sociocultural: 24
  • 25. El ambiente social en el que se desarrolla un niño influye en el modelado de sus motivaciones y tiene por tanto un impacto sobre el aprendizaje, incrementando tanto la noción de éxito como de dificultad. 1) Los distintos factores sociales que pueden influir más o menos directamente sobre el rendimiento escolar, son por ejemplo el nivel de ganancias de los padres, las condiciones de hábitat familiar y condiciones de vida que los padres tengan, el grado de armonía familiar, la presencia o ausencia de los padres por motivos laborales, etc. La calidad de vida en las clases altas, difiere del de las clases inferiores. Los niños de los medios deprivados padecen fácilmente un estrés ambiental manifiesto, con mayor frecuencia de familias disociadas, preocupaciones y angustias económicas qué puedan romper la armonía ambiental, espacios reducidos y exiguos que limitan la posibilidad de la amplitud en las actividades del niño. Los niños de los medios con nivel más favorecido viven en situación mas favorable al estudio, las instalaciones son más confortables, suele haber un menor nivel de tensión ambiental y una mayor capacidad de ayuda tanto para el aprendizaje como para atender un problema emocional cuando es necesario. 2) Está comprobado qué los niños cuyo origen es de un medio socioeconómico y sociocultural deprivado no aprenden al mismo ritmo que los de origen más bien acondicionado. Inicialmente se creía que la razón de está situación dependía del CI global, puesto que los niños de medios deprivados presentan un descenso medio de 15 puntos al CI global respecto a los niños de origen socioeconómico desarrollado. Pero los estudios recientes ponen de manifiesto que la diferencia es mas sutil, ya que los niños de un medio deprivado desarrollan un comportamiento básicamente ligado a la acción real y directa, por tanto actúa el pensamiento concreto (CI, No Verbal), mientras que los niños de medio favorecido están mas estimulados y desarrollan más las capacidades de tipo verbal, lingüístico y abstracto (CI, Verbal). Estas diferencias con la edad aumentan. El aprendizaje escolar favorece y depende básicamente del CI Verbal (hablar, leer escribir); los niños de los medios mas deprivados están, de origen, más en situación de precariedad al ingresar en la escuela que los otros. 3) Los objetivos y los valores que el medio escolar topicamente preconiza como la limpieza, el orden, la puntualidad, el espíritu competitivo, el rendimiento, corresponden mas a los sistemas culturales de los medios favorecidos que no al de los deprivados. El sistema de valores propuesto por la escuela es el correspondiente a la clase dominante de la sociedad. Las familias en situación de deprivación, no pueden a menudo proporcionar los medios necesarios para estructurar un aprendizaje escolar de forma total, tanto en función de una determinada capacidad de estimulación como en función de medios disponibles. d) Etipatogenia escolar: Cada vez más los trabajos especializados marcan qué las características de la enseñanza, a través del método utilizado o por las peculiaridades del profesorado, puede ser causa de dificultad en el aprendizaje. Para algún autor este factor etiopatogénico es el más importante de todos, puesto que solo el 10/15 % de las dificultades en el aprendizaje escolar reconocerían un origen genético, familiar o social, mientras que el resto hasta la totalidad del porcentaje de mala evolución de aprendizaje escolar, en una area social determinada, debe situarse en una causalidad dependiente del método y del profesorado en uso. Esta reflexión es importante para des-psiquíatrizar y des-psicologizar a un grupo importante de la población, que por sus 25
  • 26. dificultades de progresión en el aprendizaje, puedan ser sometidos a tratamientos innecesarios, cuando la causa radica en situaciones de conflicto mucho más sencillos y comunes. 1) Determinados comportamientos escolares, cambios de profesor, sustituciones, vacaciones, huelgas, etc, están mas determinadas por las necesidades de los adultos que no de los niños. Determinadas participaciones en contestaciones sociales pueden ser negativas para la progresión del aprendizaje, en función de la edad del alumno y en relación a la actividad desarrollada. 2) La clases con exceso de alumnos, con determinadas características físicas, la distribución horaria de las clases en función del esfuerzo que se requiere tanto en atención como en dificultad de comprensión no están adecuadas al ritmo biológico del día y del nivel de cansancio sino determinado por otros intereses. 3) La deserción de autoridad escolar y su desplazamiento a la familia, sobrecargando de "deberes" el horario en casa perturba el equilibrio relacional afectivo-estimulativo global padres/hijos. 4) Determinadas conductas del profesorado que no percibe que es un modelo importante de identificación para el alumno, la actividad humillante hacia el niño o hacia su familia en clase, las actitudes de exigencia excesiva, la falta de estimulación y de valoración de progreso, el saber positivizar siempre la conducta a pesar del fracaso manifiesto en el rendimiento. Conductas que si bien no son frecuentes, por desgracia, en determinados casos pueden ser la desencadenante de un bloqueo o dispersión de atención de un alumno y condicionar su "dificultad en la progresión de aprendizaje". ¿Cómo se define la “discapacidad para el aprendizaje” desde las escuelas públicas? Desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad la escolarización se ha convertido cada vez mas en una exigencia absolutamente imprescindible desde un punto de vista social. En nuestro país de unas décadas hacia aquí, es obligatoria y la legislación vigente no permite, que un niño se integre en un trabajo hasta los dieciséis años independientemente del rendimiento que obtenga en su aprendizaje escolar o prescindiendo de los intereses socioculturales o económicos de tipo familiar que puedan existir en su entorno. Así, el niño o adolescente que presente dificultades escolares, está en peligro de encontrarse secundariamente con problemas en su futuro tanto desde un punto de vista social como económico, de adulto. Frente a los padres, parientes, profesores y amigos su prestigio y su nivel de competitividad se comprometen y por ello se afecta de forma inmediata la autoestima y su sistema de valoración de si mismo de forma inmediata. En las escuelas públicas, utilizan una definición basada en un nivel especifico de progreso, valorando la discrepancia entre el potencial (basado en un test de coeficiente de inteligencia) y la ejecución (datos obtenidos a partir de una batería de test de consecuciones), situación que además deberá ir documentada de un déficit en el proceso del sistema nervioso central. ¿Qué implicaciones tiene el contemplar una dificultad en el aprendizaje desde una perspectiva de sistema escolar o desde una perspectiva en el ámbito médico? 26
  • 27. Un niño, podría reunir los criterios médicos para un diagnóstico de trastorno de aprendizaje, pero no cumplir con los requisitos de discrepancia necesarios como criterio educacional, para ser identificado como un discapacitado para el aprendizaje, o viceversa. Desde la escuela se contemplan los diferentes niveles de inteligencia, mientras que la definición del manual del DSM IV no la utiliza como un criterio. La definición de “discapacidad para el aprendizaje” que se utiliza en las escuelas públicas, está basada en la ley pública de 94-142 de la educación para los niños discapacitados. Esta definición insiste en las revisiones de la Ley original llamada actualmente “Ley de la educación de las habilidades para los individuos” o de la “Ley publica 101-476”. Esta definición federal describe una discapacidad del aprendizaje como “ trastorno en uno o más de los procesos básicamente psicológicos que están relacionados con la comprensión o que utilizan el lenguaje a nivel hablado o escrito y que se puede manifestar como una habilidad imperfecta para escuchar, pensar, hablar, leer, describir, deletrear o para hacer cálculos matemáticos”. Esta definición se fija en criterios exclusivos. Los términos de la definición no incluyen niños con problemas de aprendizaje, que son básicamente, el resultado de problemas visuales, auditivos o motrices, retraso mental, distorsiones emocionales, relacionados con el medioambiente, cultural o con desventajas económicas. ¿Cuál es la prevalencia de los “trastornos del aprendizaje”? La verdadera prevalencia no se conoce. El DSM IV hace referencia a la dificultad para obtener los datos para estos trastornos del aprendizaje, sugiriendo índices de prevalencia de: • 4% para los trastornos de la lectura • 1% para los trastornos de las matemáticas. • 4% para los trastornos de la expresión escrita. Estos datos que se obtienen de las escuelas públicas podrían corresponder de 1% a un 30% de la población escolar. El número de niños y adolescentes identificados, depende sobretodo de los criterios utilizados. A mayor rigidez de los criterios de discrepancia más bajo es el índice de prevalencia y a menor rigidez mayor prevalencia. El único sistema no escolar que tiene datos de prevalencia proviene de los Centros de Control de Enfermedades (1987). Un estudio basado en la discapacidad para el aprendizaje con ausencia de criterios estándares y consistentes, concluyó que, un porcentaje de estimación razonable, era considerar que de un 5% a un 10% de la población edad escolar presentaban discapacidad para el aprendizaje. Se han obtenido datos de estudios que muestran que un 5,27% o por encima de 2,4 millones de niños reciben atenciones especiales, sin embargo estos no tienen en cuenta, los niños que tienen discapacidades, pero que al ser evaluados no han reunido los criterios de discrepancia específicos del sistema escolar. A pesar de esto y a lo largo del tiempo, estos índices han ido en aumento como el reflejo de una mayor concienciación en los sistemas de la escuela publica, mejora de los procedimientos de identificación de las dificultades de la orientación del aprendizaje, una mayor aceptación social de estas discapacidades, y el hecho de contemplar las necesidades de estos individuos como un derecho legal. ¿Hay alguna diferencia, relacionada con el sexo en las “Discapacidades del aprendizaje? Hay estudios consistentes que apuntan sobre una mayor prevalencia en el sexo masculino con un radio que va de 3 a 1, de 5 a 1 e incluso mayores, sin embargo, estudios recientes, sugieren que este incremento en varones, podría explicarse por tendencias atribuidas. Los varones es más probable que sean calificados, a partir de la evaluación, por una mayor facilidad a exteriorizar las frustraciones, mientras que las 27