El documento propone que la formación docente debe basarse en principios éticos universales como la dignidad humana, la coherencia entre el discurso y las acciones, y la apertura al diálogo. También debe promover la autonomía, la solidaridad y estar contextualizada a las realidades latinoamericanas. Un enfoque "esperanzador" podría contribuir a un cambio social a través de la reflexión, el diálogo y la teorización en el currículo.