2. •La “vida en Cristo” es asunto central de la espiritualidad
cristiana, el núcleo desde el que cobran sentido todos los
demás temas de la vida cristiana y de la espiritualidad.
•Ser “en Cristo” es una expresión frecuente en el NT, en
los escritos de Pablo. Es equivalente a los términos “nacer
de nuevo” y “permanecer”, de Juan.
•“Vida en Cristo” es una vida nueva que transforma tanto
lo que somos como lo que hacemos (lo ontológico y lo
operativo).
3. Dos razones de esta primacía de Cristo:
a) Porque Él es el Mediador, Cabeza de la nueva humanidad
y de la Iglesia. Él es Señor de todo lo creado (Col 1,15-20),
quien nos revela al Padre (Jn 1,18) y nos proporciona el
libre acceso a Él (Ef 2,18).
b) porque su Misterio Pascual es el fundamento de la vida
cristiana. Jesús, en su muerte y resurrección, cumplió la
obra de salvación que le había confiado el Padre. Toda la
novedad de la vida cristiana, que es ser criatura nueva, es
poder participar de la Pascua del Señor: «vivificados con
Cristo» (Ef 2,6), resucitados y glorificados con Él (Ef 2,6).
Por lo tanto, una vida cristiana real ha de contar necesariamente con
la relación con Cristo. Él es el punto de referencia permanente.
4. Nuestro norte: ser hijas e hijos en el Hijo
•Ser cristianos en una sociedad “sin padre”:
autoritarismo, abandono y patriarcado.
•Abbá, originalidad de Jesús.
•“Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo”
originalidad cristiana.
•El Padre es tal porque “sólo” sabe y puede dar vida.
5. Algunas implicaciones
1. Somos hijos. La filiación supe una transformación interna en el
cristiano. «Nacidos de Dios» implica participar de la naturaleza
de Dios. «Filiación adoptiva» implica que, aunque pueda y deba
ser cultivada, ante todo es regalo, una elección gratuita de Dios.
2. Somos hijos en el Hijo. La filiación divina, que es una
participación de aquella relación exclusiva que Jesús tiene con
Dios Padre, sólo es posible desde la comunión con Él; es
participar de lo que él es, Hijo.
3. Somos hijos en el Hijo gracias al Espíritu Santo. El agente
inmediato y el principio de nuestra filiación es el Espíritu Santo.
Y la misma vida de hijos de Dios no puede realizarse sin que el
“Espíritu de Cristo” o el “Espíritu del Hijo” esté en nosotros.
6. Llamados a la vida cristiana plena
•Hoy no suele hablarse de santidad o perfección fuera de
la Iglesia. Hay recelo ante este concepto y perspectiva.
•Pero tampoco suele hablarse de santidad o perfección
dentro de la Iglesia.
• Quien vive “en Cristo” tiene ante sí un horizonte
ilimitado, está siempre en camino.
• El crecimiento del cristiano no se explica sólo por
las tendencias biológica y social del hombre, sino
por la particular acción del Espíritu Santo desde
el bautismo. Es Él quien impulsa una vida que se
desarrolla hasta la culminación en el abrazo con
el Resucitado tras la muerte.
7. La profunda realidad que supone el ser criatura nueva en Cristo cambia poco a poco
toda la persona del cristiano. Todo en ella (sentimientos, voluntad, pensamiento,
criterios, hasta el inconsciente) ha de quedar bajo el influjo del Espíritu Santo.
Al vincularse con Cristo la conducta moral queda tan
unida a la santificación, que los mismos términos
empleados en tiempo pasado (como de algo ya dado),
se emplean en imperativo (como algo por desarrollar):
◦ «Se han revestido de Cristo» (Gal 3,27)
- «Revístanse más bien del Señor Jesucristo» (Rom 13,14);
◦ «El que está en Cristo es nueva creación; pasó lo viejo, todo es
nuevo» (1 Cor 5,17)
- «Revístanse del Hombre Nuevo» (Ef 4,24);
◦ «Nuestro hombre viejo fue crucificado con él» (Rom 6,6)
- «Despójense del hombre viejo» (Ef 4,22).
8. La plenitud de la vida cristiana
•Ante la variedad de elementos que integran la vida
cristiana y ante la diversidad de situaciones en las que
el cristiano puede encontrarse, hay un amplio
pluralismo en el momento de presentar ese ideal.
•Pero las diferencias están en los énfasis, porque en la
práctica cada una de las expresiones incluye todos los
aspectos básicos de la vida cristiana.
•Destacaremos dos: la santidad y el seguimiento de
Cristo.
9. Santidad
•En el A.T. aparece repetida esta afirmación: «Dios es santo».
•En el N.T. contamos con estas afirmaciones:
1) El Padre es llamado «santo» por Cristo (Jn 17,11).
2) Cristo es llamado «el Santo de Dios» (Lc 4,34) y es anunciado como «santo»: «el que ha de
nacer será santo» (Lc 1,35).
3) Al Espíritu se le llama «Santo» (Lc 3,22).
4) El nuevo Pueblo es «santo» (1 Pe 2,9); las comunidades son «santas» (Rom 1,7) y los
miembros son «santos» (Flp 1,1).
5) El que «está en Cristo» está santificado y llamado a la santificación: 1 Cor 1,30.
10. Niveles
•La santidad aplicada a Dios: Es la fuente para comprender la santidad aplicada a otros niveles. En
Dios, la santidad, en lugar de entenderse como separación y lejanía (santo-profano), incluye todo
lo que es en cuanto riqueza y vida, poder y bondad, hasta hacer de Santo un sinónimo de Dios.
•Santidad propia de miembro del Pueblo de Dios: La presencia activa de Dios le
confiere al pueblo su santidad. Es la santidad de la que participa la Iglesia, y en
ella las comunidades son santas y los miembros son santos. Esta santidad no se
identifica con la pureza legal o con la ausencia de falta moral. La santidad de Dios
se nos da en Cristo, siendo él el centro de la nueva santidad.
•Santidad propia de hijo de Dios: Esta santidad no contempla la actuación moral del hombre, sino
que se refiere al estado operado por Dios en el bautismo. Esta santidad “formal” es la que
constituye al hombre santo en sentido más estricto, hijo de Dios y vivificado por Cristo (1 Cor
6,11).
•Santidad teológico-moral: Es la santidad participada del Padre por Cristo en el
Espíritu Santo que, al ser Vida, es dinámica, tiende a su perfección abarcando a
toda la persona, incidiendo en todos sus niveles. Esta santidad supone la
cooperación humana. Resumen: «El santo santifíquese más» (Ap 22,11).
11. Seguimiento
•"Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame" (Lucas 9,23).
•«Pero para esto han sido llamados, ya que también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles
ejemplo para que sigan sus huellas» (1 Pe 2,21-22).
•Ser cristiano se vive como participación gratuita de la Pascua del Señor. Esto significa que
no nos hacemos hijas/os a fuerza de copiar e imitar las actitudes del Hijo: la filiación es un
regalo, pero las actitudes deben cultivarse.
•Antes se hablaba de “imitación”, hoy de “seguimiento”,
algo más dinámico, pero con la misma base: vivir “en
Cristo”.
•Lema: Quien vive en Cristo, lo sigue.
12. Sentido
Compromiso radical
Coherencia
Evangelio
“Sólo Dios ocupa mis pensamientos. Todo lo demás, fuera de
Él, es sombra, aflicción y vanidad”.
(Santa Teresa de Los Andes).
Discipulado
“Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino
que es Cristo quien vive en mí”.
(Jn 14, 15).
Seguimiento
“Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”.
(Santa Teresa de Jesús).
Espiritualidad Espiritualidad cristiana
Estado “normal”
Sin sentido
Dispersión
Incoherencia