¿Será porque la política se ha vuelto demasiado importante entre nosotros desplazando a la espiritualidad? ¿Tú crees que la política le hace daño a la poesía?
1. ARMANDO ROJAS GUARDIA, UN POETA EN
DOMINIO DE LA PALABRA
«La política no le hace daño a la poesía si el poeta asume
el tema con altura»
Por Eloy YAGÜE JARQUE
(https://ve.linkedin.com/in/eloi-yagüe-jarque-656b263a)
2. Uno lo ve caminando por las calles, sumido en sus meditaciones
pero a la vez atento a la realidad. Amable y afable, así es
Armando Rojas Guardia (Caracas, 1949) todo un símbolo de la
poesía en Venezuela que acaba de ser reconocido con su
exaltación a la Academia de la Lengua, donde ocupará el mismo
sillón en que se sentara su entrañable amigo Carlos Pacheco,
investigador y ensayista de calibre recientemente fallecido.
Rojas Guardia no esconde una sonrisa maliciosa cuando habla de
la Academia. No es un cargo que haya estado buscando pero lo
acepta de buen grado porque entiende que es un reconocimiento
a su trayectoria. Y este no es un país dado a los reconocimientos.
Venezuela, dice, es un país paradójico: cuenta con una de las
tradiciones líricas más importantes de la lengua española y sin
embargo es un país que, como paisaje existencial y cotidiano, no
propicia estados profundos de conciencia donde se haga posible
la experiencia poética. Además, nosotros vivimos en un país que
gira económicamente alrededor de la mercancía, por lo tanto todo
lo que es cualitativamente importante, está devaluado al lado de
esa entronización de lo cuantitativo y de lo mercantil.
¿Será porque la política se ha vuelto demasiado importante
entre nosotros desplazando a la espiritualidad? ¿Tú crees que la
política le hace daño a la poesía?
Yo no creo que la política le haga daño a la poesía si el poeta
asume el tema político con altura y no se sacrifica al panfleto o al
proselitismo abyecto. La política es un tema como cualquier otro
y a mí me parece que en la poesía venezolana hay poetas
relevantes que han tratado la temática política con altura. Me
refiero a Caupolicán Ovalles o a Víctor Valera Mora; igualmente
Juan Calzadilla, aunque su posición política es más indirecta.
Esos mismos poetas también tienen poemas políticos infames. La
última poesía de Rafael Cadenas es una poesía que no le teme al
3. tratamiento del tema político, con toda la altura, la elegancia, la
dignidad estética que sabe darle Cadenas al poema.
Rojas Guardia es un caso extraño: a pesar de ser un destacado
poeta, inspira respeto y admiración entre los jóvenes, tal vez por
su humildad y por el hecho de estar dispuesto a compartir sus
conocimientos y vivencias a través de talleres literarios, cosa que
no todos los poetas hacen, lo cual le da un conocimiento profundo
de quienes se inician en la poesía en Venezuela y lo demuestra
nombrando una larga lista de poetas mientras se toma un marrón
grande y se fuma un cigarrillo sentado en el Café Provenzal.
–Luis Perozo Cervantes en Maracaibo, Zacarías Zafra, de
Barquisimeto, Jairo Rojas, de Ejido, Jesús Montoya, de Mérida,
Adalber Salas, Alejandro Sebastiani, José Delpino, Francisco
Catalano, Raquel Abend Van Dalen, Graciela Yánez Vicentini,
Franklin Hurtado, Leonardo González Alcalá, por citarte unos
pocos ejemplos. A mí me parece que lo que hacen los jóvenes
poetas actualmente es sencillamente extraordinario, es materia
poética notable. Ahora, a mí me parece que ellos no tienen lo que
podría llamarse conciencia generacional. Sin embargo, me
atrevería a decir que están muy cerca de tenerla. Y al no tener
conciencia generacional a ninguno se le ocurre salir a la palestra
pública redactando un manifiesto grupal.
Al hacer esta afirmación, tal vez Rojas Guardia recuerda sus
propios inicios como poeta. Al comienzo de la década de los
ochenta perteneció al emblemático grupo Tráfico integrado por
poetas como Yolanda Pantin, Igor Barreto, Miguel Márquez y
Rafael Castillo Zapata, que irrumpieron en la escena literaria
nacional cuando ya nadie hablaba de grupos literarios, firmando
un manifiesto que reivindicaba una poesía urbana y cotidiana,
que le hablara más a la gente y menos a las musarañas.
La otra locura
4. Alejandro Sebastiani Verlezza, asumió el trabajo de hacer un
arqueo y selección de textos de Rojas Guardia dispersos en
publicaciones diversas, a los cuales agregó varios diarios. El libro
así armado se llama La otra locura, que es el título de uno de los
ensayos que lo componen, y saldrá publicado en febrero por Bid
& Co. editor.
–Es un libro organizado por Alejandro y prologado por él, con 56
textos míos publicados en periódicos, revistas, suplementos
literarios no recogidos hasta ahora en ningún libro. Y Alejandro
quiso que en ese libro figuraran tres diarios míos. Uno de los años
90, otro del 2000 para acá y otro de finales de los 90 que recoge
una experiencia terapéutica que yo hice con la doctora Clara
Kizer, una terapia que duró unos meses pero que fue
fundamental en mi vida. Alejandro quiso que en ese libro
apareciera también el diario merideño que fue publicado por la
editorial Solar en Mérida a comienzos de los noventa.
¿De dónde te viene ese interés por el diario personal?
–Yo he escrito varios diarios en diferentes etapas de mi vida. La
mayor parte de los diarios que yo he llevado más que diarios son
pensarios porque yo nunca hablo de mi día a día anecdótico y
cotidiano. Hablo más bien de lo que se me ocurre
conceptualmente. En septiembre empecé un libro donde por
primera vez recurro a lo anecdótico del día a día, por primera vez
recurro a lo narrativo y a lo descriptivo. Es una especie de crónica
autobiográfica. No soslayo lo conceptual y lo teórico porque
dejaría de ser yo pero el hilo conductor es narrativo. Hablo de lo
que me está pasando día a día. Eso me tiene muy entusiasmado.
Parte de este entusiasmo se lo debe a los cinco tomos del diario de
Rafael Castillo Zapata, que Rojas Guardia leyó con pasión porque
le parece una obra capital dentro de la bibliografía venezolana de
todos los tiempos. En uno de los tomos, Castillo Zapata hace la
5. interpretación de lo que dice Heidegger a propósito de un verso
de Hölderlin: poéticamente habita el hombre sobre la tierra.
–Heidegger, explica Armando, diserta sobre ese verso pero
Rafael, hablando sobre esa disertación, adelanta su propia tesis y
dice: «el poema busca connaturalmente una proporción, una
medida, un ritmo verbales pero que el poeta quiere también
connaturalmente insuflarle a la sociedad y al mundo esa
proporción, esa medida y ese ritmo. Es decir en el poema, por el
solo hecho de estar construido como está construido, ya está
implícita la noción de justicia si pensamos que en el poema el
asunto y el lenguaje se ajustan, se engranan de una manera justa.
Esa proporción, esa medida y ese ritmo hablan de una justicia que
el poeta a través del poema quiere reivindicar. Entonces en el
poema, por el solo hecho de ser orden justo, ajustado, ya hay una
llamada a crear en el mundo y en la sociedad un orden justo. ¿No
te parece una interpretación muy bella?».
En efecto. Me recuerda lo que dijo recientemente el poeta Yves
Bonnefoy: «La sociedad sucumbirá si la poesía se extingue»
–Es verdad. Dice Rafael que cuando en una sociedad se
menosprecia y se soslaya la creación poética, es una sociedad que
peligra flagrantemente porque no hay quien le recuerde a los
ciudadanos esa proporción, esa medida, ese ritmo, ese engranaje
justo, ese orden ajustado.
Armando, ¿cómo concibes tú la experiencia religiosa y cómo se
vincula con la poesía?
–Eso es fundamental de mi actitud existencial ante la poesía. La
poesía, ningún tipo de poesía, salva en el sentido de la
experiencia religiosa, cristianamente entendida. La poesía me
hace caer en la cuenta de muchas dimensiones psíquicas y
espirituales de las cuales sin ella, sin la poesía, yo no tendría
conciencia ni conexión. La poesía compensa muchas carencias,
heridas, déficits psíquicos, que me ha ido dejando mi historia
6. personal. Pero la poesía creo yo que no aporta salvación en el
sentido en que lo aporta la experiencia religiosa. Porque la
salvación aportada por ésta es el estado de gracia que se produce
cuando el hombre entra en comunión con el absoluto y con los
otros seres humanos, que son imagen y semejanza del absoluto.
Ese estado de gracia es la salvación y la poesía no aporta la
salvación así entendida. No se puede poner en la balanza de la
poesía un peso que ella no puede soportar.
Rojas Guardia explica que no es casual que algunos de los
grandes poetas de la historia hayan sido místicos como San Juan
de la Cruz o Rumi, por ejemplo, porque hay analogías y
conexiones entre la experiencia mística, la experiencia religiosa y
la poesía, existen grandes semejanzas.
Sin embargo está claro que la poesía no es una religión. ¿Qué es
entonces?
–La poesía es la búsqueda de lo inefable paradójicamente a través
del lenguaje, es decir la poesía busca rozar lo que está más allá de
la palabra a través de la palabra. Esa es la paradoja de la poesía.
Para eso necesita llevar la palabra hasta su última frontera,
necesita fracturar el orden convencional del lenguaje, tiene que
poner a saltar, a brincar a la palabra, para que la palabra pueda -
bailando, danzando– aproximarse a lo inefable, a lo indecible y a
lo que no puede ser expresado. Esa es la relación más visible entre
la poesía y la experiencia religiosa, una experiencia del misterio y
el misterio es, por definición, indecible, es lo que está más allá de
toda palabra.