Esta lección nos conduce a comprender el compromiso incondicional de Dios, a favor de los pueblos sufridos y abusados de la tierra. A través del llamado de Moisés quedamos advertidos que nuestra vida, tranquila y rutinaria, se puede ver alterada mediante la fijación de Dios en nosotros como potenciales recursos para implantar sus planes de redención y de libertad a quienes sufren y padecen los pecados y las injusticias del mundo.