1. El derecho a desconectarse, ¿En qué consiste?
http://www.colombialegalcorp.com/derecho-a-desconectarse/
Conectados al Smartphone las 24 horas para no perderse nada… Es un derecho, pero
ahora también está apareciendo el deseo de no estar conectado. Por ello se habla del
“derecho a desconectar”.
En países como Alemania y Francia, las empresas contactan a sus empleados por correo
electrónico aunque él esté fuera del horario de trabajo. ¿Esto está bien?
La Oficina Alemana para la Seguridad (Baua) estudió este problema y concluyó que
esta invasión laboral a la esfera privada provoca estrés, agotamiento y disminución de la
capacidad para desconectarse.
El diario El País, de España, publicó un ensayo del filósofo y escritor español Daniel
Innerarity en el que describe a la conectividad como:
“Una forma de poder, una imposición que exige de nosotros disponibilidad continua”.
2. Si no contestas el teléfono en forma inmediata deberás justificarlo. Se incrementa así la
aceleración general y la cantidad de cosas que podemos y debemos hacer.
La tecnología hoy
La tecnología se ha fundido con la cotidianeidad de forma tal que han aparecido nuevos
trastornos que están siendo estudiados por las ciencias médicas. Así aparece el “síndrome
del bolsillo vibrante” y el “miedo de perderse de algo”.
El primero consiste en revisar constantemente el teléfono ante la apariencia compulsiva de
sentir que vibra. El segundo es la angustia de sentir que al desconectarse dejan de ser
protagonistas de la realidad circundante.
Además, los aparatos tienen cada vez más funciones. Se les ha incorporado GPS, redes
sociales, etc. Y, según lo que sostiene el psicólogo uruguayo Roberto Balaguer, “a más
cosas, más dependencia”.
Miriam Merkel, directora del Instituto de Medios y Manejo de Comunicación de la
Universidad de San Galo, en Suiza, afirma que estar conectado constantemente afecta la
“felicidad de estar ilocalizable”.
Se pierde ese espacio en el que la persona no está sometida a sufrir interrupciones; puede
dedicarse con total concentración a cualquier actividad con absoluta privacidad e
independencia. Es un espacio de libertad individual, privada y personal.
A pesar de esto, desconectarse voluntariamente aparece como una decisión ilógica
ante el cúmulo de información disponible.
En ciertos casos una persona puede decidir desconectarse voluntariamente primando la
realidad física sobre la virtual. Es el caso por ejemplo del estudiante que tiene muy poco tiempo
para la preparación de un examen y se da cuenta de que, entre Facebook e Instagram, el
avance en su tarea es lento y dificultoso.
El desconectarse le permite un mayor y mejor aprovechamiento del tiempo, y así lo hace en
aras de lograr su objetivo primordial.
3. Es un ejercicio recomendable decirse a sí mismo y proponerse en alguna ocasión no
entrar, por ejemplo, a Facebook ni al correo electrónico, durante un tiempo determinado.
Este es un consejo a tener en cuenta de Wilmar Roldán, profesor de la Universidad Javeriana
del Rosario y analista del tema que estamos tratando.
El psicólogo español Xavier Guix dice que desconectarnos es:
“Buscarnos por un rato a nosotros mismos, a los nuestros, a lo que es verdaderamente
auténtico, a lo natural más que a lo artificial”.
Debemos tomar conciencia y ejercer el derecho a desconectarnos, aunque sea por un rato.
Nuestra salud, tanto la física como la mental, estará muy agradecida.