Este documento describe la evolución de la situación de la mujer a lo largo de la historia. Tradicionalmente, las mujeres tenían roles domésticos y carecían de derechos. Con el tiempo, y tras mucha lucha, comenzaron a ganar reconocimiento y a acceder a la educación universitaria y al trabajo remunerado. Sin embargo, todavía enfrentaban desigualdades como la doble jornada laboral. El cuento del príncipe Lapio ilustra cómo aprendió a ser justo después de sufrir el hambre y suplic
1. CUENTOS SOBRE LA IGUALDAD Y EQUIDAD DE GENERO
Érase una vez, hace muchísimos años, una sociedad en la que las mujeres no tenían ni voz ni voto. Las mujeres
nacían para ser cuidadoras durante toda su vida, ese era su rol: cuidando a sus hermanos y primos de jóvenes;
cuidando a su marido e hijos de adultas y, finalmente, cuidando a sus padres cuando eran mayores.
La mujer de antes, se encargaba de comprar, de que su familia tuviera la comida lista, de comprar la ropa de sus
hijos, de lavar y planchar, de estar guapa para su marido… en definitiva, se dedicaba en cuerpo y alma a su casa.
Ya por entonces, había mujeres que luchaban por algo que denominaban “sus derechos” aunque la mayoría de
mujeres no sabían lo que eso significaba. Poco a poco, y con mucha lucha, se empezó a tener en cuenta las
opiniones de las mujeres. Mucha gente pensaba que era una locura ya que la mujer no estaba creada para eso.
Muchos años después, la situación empezó a cambiar, aunque había gente que se oponía a ello. Las mujeres se
formaban en carreras universitarias, se creaban asociaciones que luchaban por su derecho, aparecían los
primeros trabajos remunerados, fuera de casa, entre otras muchas transformaciones. Sin embargo, había
situaciones que seguían igual. La mujer iba a trabajar para ganar dinero, pero, al llegar a casa, aún tenía doble
jornada (lavar, planchar, cocinar, fregar…). Las mujeres no daban abasto y no tenían tiempo para tener un poco
de ocio. En la televisión se hablaba de igualdad entre hombres y mujeres, pero, sólo era teoría ya que, en la
práctica, había pocas situaciones de igualdad real entre hombres y mujeres.
EL PRÍNCIPE LAPIO
Había una vez un príncipe que era muy injusto. Aunque parecía un perfecto príncipe, guapo, valiente e
inteligente, daba la impresión de que al príncipe Lapio nunca le hubieran explicado en qué consistía la justicia. Si
dos personas llegaban discutiendo por algo para que él lo solucionara, le daba la razón a quien le pareciera más
simpático, o a quien fuera más guapo, o a quien tuviera una espada más chula. Cansado de todo aquello, su padre
el rey decidió llamar a un sabio para que le enseñara a ser justo.
- Llévatelo, mi sabio amigo -dijo el rey- y que no vuelva hasta que esté preparado para ser un rey justo.
El sabio entonces partió con el príncipe en barco, pero sufrieron un naufragio y acabaron los dos solos en una isla
desierta, sin agua ni comida. Los primeros días, el príncipe Lapio, gran cazador, consiguió pescar algunos peces.
Cuando el anciano sabio le pidió compartirlos, el joven se negó. Pero algunos días después, la pesca del príncipe
empezó a escasear, mientras que el sabio conseguía cazar aves casi todos los días. Y al igual que había hecho el
príncipe, no los compartió, e incluso empezó a acumularlos, mientras Lapio estaba cada vez más y más delgado,
hasta que finalmente, suplicó y lloró al sabio para que compartiera con él la comida y le salvara de morir de
hambre.