Existen actividades que le ayudarán a los docentes a reconocer las diferentes dificultades en sus estudiantes y ayudarles a manejar sus emociones dentro del Aula de clases
CURSO DE INICIACIÓN Á ASTRONOMÍA: O noso lugar no universo
4 actividades para aprender a reconocer las emociones en el aula.docx
1. 4 actividades para aprender a reconocer las emociones en el aula
Crear un Diccionario de emociones:
Esta actividad consiste en coger diferentes fotografías de adultos, niños o dibujos,
sean sacadas de internet o a partir de recortes de revista, para que los
niños identifiquen y clasifiquen las emociones.
Si esta actividad se realiza con los más pequeños, se puede empezar por las
emociones más básicas (alegría, tristeza, miedo…) y ir ampliando progresivamente
a otros sentimientos más complejos.
En función de la edad, también se pueden escribir palabras relacionadas con este
sentimiento, y también cómo se manifiesta en nuestro cuerpo, qué pensamientos
nos provoca… e irlo escribiendo todo en una libreta a modo de diccionario o en un
mural en la pared.
Lectura de cuentos que traten las emociones:
Los libros son herramientas que permiten la introspección, la autoconsciencia y el
autoconocimiento; ayudan a la obtención y mejora de vocabulario, fomentan el
diálogo y enseñan a empatizar con los demás. También tienen la función de
mostrar nuevas experiencias que aún no se han vivido para así enseñar
estrategias o modelos de conducta para afrontarlas, siempre desde una distancia
de seguridad, que les permite sentir eso que sienten los personajes pero sin
riesgos.
Algunos libros que pueden ser de utilidad para tratar las emociones son:
la colección Emonautas. Conoces a Blef? Con este divertido monstruo los
más pequeños van descubriendo cada una de sus emociones.
El primer libro de las emociones. Basado en el método Montessori y con
materiales manipulativos, los niños y niñas aprenderán a reconocer sus
emociones jugando.
Cantar canciones:
La música se ha convertido en un elemento fundamental en la educación de los
más pequeños; no sólo por ser una actividad divertida, dinámica y sencilla, sino
porque también es una de las herramientas más efectivas para la formación y
desarrollo integral de los niños en todos los sentidos: intelectual, auditivo,
lingüístico, sensorial y motriz.
Puedes probar con estos útiles videos, por ejemplo, sobre canciones
para tranquilizarse o descubrir las emociones mediante adivinanzas.
Jugar al “teatrillo de las emociones”:
2. Esta actividad consiste en crear un pequeño teatro donde se representan historias
inventadas por ellos mismos, y donde aparezcan diferentes emociones. Para ello
se necesita:
personajes: pueden ser juguetes, figuras, peluches…
dos dados de papel: en el primero se escriben emociones y en el segundo
elementos para complementar la historia (lugar, acciones..)
Los niños tienen que escoger un personaje, y por rondas, tirarán los dados. A
partir del resultado que les toque se tendrán que inventar y representar una
escena teatral donde aparezcan la emoción y el elemento.
4 actividades para gestionar las emociones en el aula
Dibujar las emociones para regularlas:
Un recurso muy útil para regular las emociones fuertes es dibujarlas mientras las
estamos sintiendo. Es una actividad que ayuda a reconectar el cerebro emocional
con el racional, y ayuda a descargar la energía de nuestra emoción de la manera
más sana y segura posible.
Es aconsejable que se acompañe en todo momento a los niños mientras dibujan,
para así reforzar y verbalizar sus sentimientos. También les ayuda a calmar-se,
razonar y gestionar eso que sienten.
Establecer un rincón de la paz:
Es muy recomendable que en aula haya un rincón de la paz donde los niños
puedan acudir cuando se vean desbordados por sus emociones. En este rincón
debería haber elementos que les ayuden a recuperar la serenidad y la tranquilidad
(libros, papeles para dibujar, fotografías de paisajes, plantas…)
También se puede utilizar este rincón como un espacio para resolver problemas de
forma civilizada y respetuosa, para así expresar los sentimientos, necesidades o
deseos.
La técnica de la tortuga:
Explicar el cuento de la tortuga para que así los pequeños aprendan a actuar como
lo hizo ella, es decir, esconderse en su caparazón para así relajar-se y pensar
porqué se sentía así.
Si esta técnica se realiza varias veces, con el tiempo los niños serán capaces de
controlar y gestionar sus sentimientos, a la vez que disminuye su impulsividad.
Escenificar conflictos :
3. Las pequeñas realizaciones teatrales son muy útiles para que los niños practiquen
las resoluciones a conflictos y mejoren la empatía, aprendiendo a poner-se en la
piel de cada uno de los personajes implicados en la representación. Así, en el
momento en que se encuentren con una situación parecida, sabrán cómo gestionar
mejor sus sentimientos.
Esperamos que estas actividades grupales les hayan sido de utilidad; y si quieren
saber más, visiten: ¿Porqué es importante que los niños/as aprendan a gestionar
sus emociones? o ¿Cómo activar el aprendizaje desde la emoción?
MANEL GÜELL
Consultor y formador
Si miramos de modo global y sistémica a los niños, constatamos que su
funcionamiento vital depende de tres estructuras: su cerebro reptiliano
(metabolismo, nutrición, seguridad), su cerebro emocional (equilibrio y gestión de
las respuesta emocionales, memoria emocional) y su cerebro racional
(pensamiento, voluntad, lenguaje). El bienestar de los niños consiste en un equilibrio y
buen diálogo entre estas tres estructuras.
Por tanto, el manejo adecuado de sus emociones es clave para este bienestar y para su
desarrollo. Se ha afirmado que existe una jerarquía entre estas estructuras. La
básica es el cerebro reptiliano. Un niño si no está bien alimentado y seguro no está
en condiciones de aprender. La segunda es el cerebro emocional que comporta
una buena gestión de las respuestas emocionales y una buena autoestima. Y en
tercer lugar, el cerebro racional. En consecuencia, para posibilitar el desarrollo integral y el
aprendizaje, es preciso previamente un bienestar físico y emocional.