Este documento discute cómo las aflicciones del presente no son comparables con la gloria venidera según Romanos 8:18. Explica que aunque Jesucristo sufrió la mayor aflicción al ser crucificado, también experimentó la mayor gloria al ser resucitado y exaltado por Dios. Igualmente, aunque los creyentes enfrentan aflicciones temporales, tendrán la gloria de Dios manifestada en ellos.