La historia trata sobre Elisa, una joven de 16 años que iba a ser coronada reina pero que era rechazada por el pueblo debido a su apariencia física. El día de su coronación, Elisa explora los pasadizos secretos del castillo y descubre el cuerpo decapitado y desmembrado de su madre. Asustada, huye al pueblo pero los aldeanos la acusan de brujería y locura. El rey apoya su ejecución. Más tarde, el espíritu vengativo de Elisa comienza a
1. DOPER TOLUSOBA
El 26 de diciembre de 1363 en el pueblo de Amedi situado en el interior
de un frondoso bosque en la costa cántabrica, se celebraba la
coronación de la Reina Elisa, hija única del actual Rey Carlos II. Elisa
era una chica de poco más de 16 años, con un tono de piel demasiado
oscuro para pertenecer a la realeza, y sus cabellos eran pelirrojos.
Además, tenía un cuerpo muy endeble, como el de una campesina que
pasa hambre.
Elisa pasaría a ser Elisa IV ese mismo día, aunque el pueblo no aceptara
que una mujer de esas características físicas gobernara el pequeño
pueblo de Amedi. El Rey, aunque no le gustaba, no podía hacer nada al
respecto ya que era la única heredera al trono y él había incumplido su
pacto con el pueblo.
Elisa vivía tras los muros del castillo, nunca había salido de ellos pero
ese día sería diferente, muy diferente de lo que ella esperaba.
Ese día todos los habitantes del castillo estaban en movimiento, para
garantizar que fuera la mejor coronación de los tiempos. Elisa decidió
aprovechar su última oportunidad para poder salir de los muros del
castillos sin ser vigilada, o al menos eso creía ella. La única manera que
tenía de salir del palacio sin ser vista era por los pasadizos subterráneos
que recorrían todas las calles de Amedi. Así que se coloco sus
vestimentas más discretas y abrigadas, una capa sobre ellas, y se
dirigió hacía el pasadizo de la cocina que conectaba con todos los
pasadizos del pueblo.
Consiguió adentrarse en ellos sin ser vista. Y se dirigió hacia las
afueras.
En las mazmorras había mucho escandalo y Elisa se preguntaba de
dónde procedía semejante alboroto. Asomó la cabeza por uno de los
oscuros pasadizos que se situaban debajo del castillo y poco a poco fue
avanzando silenciosamente. Tomó un desvío y se percató de que no la
viera nadie. Olía raro, como si estuviera en una alcantarilla. Justo
después se encontró con un gran charco de un espeso líquido rojo,
sangre. En el centro de este se hallaba un cuerpo desmembrado y
decapitado. Irreconocible. Entonces Elisa miró la mano del cadáver y vio
un anillo que le resultaba muy familiar, era el anillo de su madre. De la
garganta de Elisa salió un gran grito que ahogó entre lamentos. De
repente, escuchó un sonido que le heló la sangre, sonaba como el caer
de un objeto metálico al suelo. Enseguida Elisa se hizo una idea sobre
qué podría ser,
-Una espada, ahora vendrán a por mí- pensó.
2. Huyó sin dirección alguna y solo le bastó una vista hacia atrás para ver
a una sombra siniestra al final del pasillo. Corrió lo más rápido que
pudo, sin saber siquiera hacia dónde dirigirse.
Llegó hasta las mazmorras y miró en el interior de todas y cada una sin
encontrar un cuerpo con vida, sólo hallaba cadáveres decapitados.
Corrió y corrió hasta llegar al final del túnel, que terminaba
desembocando en el río, que se encontraba a las afueras del pueblo.
Elisa no pensaba las consecuencias que podía traerle el dirigirse al
pueblo ya que era odiada, los pueblerinos, por sus rojos cabellos, la
techaban de bruja.
Tras una intensa carrera avistó el pueblo y a toda prisa se acercó
pidiendo ayuda. Llegó a la plaza y les contó a los vecinos todo lo que
había visto. Elisa estaba llena de sangre, barro y su vestimenta estaba
rota.
Ella no se daba cuenta de que le estaba dando un motivo más al pueblo
para no quererla ya que pueblo no la creía y la tomaban por loca.
Comenzó a llorar y a los vecinos se les acabó la paciencia. Decidieron
matar a Elisa, acusándola de bruja y loca. El rey no puso ninguna
oposición a la muerte de su hija, de hecho presenció el día de la
ejecución. Elisa subió al cadalso y toda la plaza aclamaba su muerte.
Cruzó la vista con la de su padre y éste sonrió.
Elisa estaba sumergida en una triste emoción de decepción y
desengaño, su padre había apoyado su muerte.
Todo pasó bastante rápido, apenas existe una descripción válida, ya que
es demasiado desagradable contar cómo decapitan a una persona. El
hacha cayó poco a poco sobre el cuello de Elisa. Ella notaba como el frío
metal se posaba en ella. Notó un dolor fuerte, que fue perdiendo
intensidad a la vez que ella cerraba finalmente los ojos que nunca
volvería abrir.
El rey estaba feliz, ya no tendría que repartir su poder, todo se
concentraría en él hasta el día final.
Una noche Carlos, descansaba en sus aposentos cuando escuchó una
voz familiar. Esa voz era dulce y sonaba muy triste y apagada. Un
escalofrío recorrió el cuerpo del rey. Él creía que se lo estaba
imaginando, pero todo cambió cuando se percató que la voz se
acercaba a él y se hacía más intensa y clara. Eran voces de agonía.
Carlos creyó que era su conciencia y decidió ignorarlo e irse a dormir.
Cuando se metió en la cama notó un fría sustancia en sus pies. Se
levantó exaltado y miró qué cosa había en su cama, era un collar en el
3. centro de un charco de sangre, el mismo que le regaló a su hija el día
de su nacimiento. Carlos abrió mucho los ojos y salió de la cama, pisó
algo blando, y cuando miró qué era descubrió la famosa mano con el
anillo de su esposa de la que su hija hablaba.
Carlos estaba muy desconcertado y asustado. Todo cuanto ocurría esa
noche era siniestro.
A punto de salir a toda prisa de su habitación, comenzó a caer del
techo gotas del misma sustancia que había en su cama. Carlos se
dirigió hacia la puerta. Al abrirla se encontró con algo con lo que no
contaba, allí ,de pie y sin vida, estaba Elisa. El rey, muerto de miedo y
sin saber qué hacer huyó por la ventana precipitándose al vacío.
La sangre dominaba el castillo y el cuerpo desmembrado del rey se
repartía por este.
La sonrisa de Elisa se apreciaba desde la ventana y una voz que
procedía de aquella sombra susurró:
- Uno menos, ahora solo me queda un pueblo-.
AUTORES: CARMEN CALVO CORRALES Y DAVID GARCÍA AGUILAR