5. Friedrich Ratzel (* Karlsruhe, 30 de agosto 1844 - † Ammerland, 9 de agosto 1904), fue geógrafo alemánfundador de la geografía humana o Antropogeografía. Estudió geografía en las universidades de Leipzig y Múnich. Realizó viajes por Europa (1869) y América (1872-1875). Si bien no fundó la geopolítica (el primero en hablar de este término fue RudolfKjellén) fue uno de sus mayores exponentes. Influido por las ideas de Darwin y por tesis deterministas del siglo XIX, reflexionó sobre las relaciones existentes entre espacio geográfico y población, e intentó relacionar la historia universal con las leyes naturales. Del mismo modo Ratzel jugó un importante papel en la antropología evolucionista, contraponiéndolo a la idea de que las poblaciones necesitan difundir sus rasgos culturales más allá de su ambiente original y que, a su vez, los contactos con otros pueblos permiten el desarrollo.
8. El difusionismo es el término tomado de la Antropología social por el que se conoce a una corriente teórica de las escuelas arqueológicas occidentales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El difusionismo se asocia a la escuela Cultural Historicista que parte de la premisa de que las culturas materiales halladas en las excavaciones corresponden a civilizaciones concretas y éstas, a su vez a etnias. A partir de ahí, los difusionistas creen que a lo largo de la historia del hombre han existido zonas llamadas nucleares de irradiación de innovaciones.
11. Se dice que uno de los padres del difusionismo europeo es el alemán Friedrich Ratzel (1844-1904) que consideraba que todos los inventos se habían extendido por el mundo desde centros nucleares por medio de migraciones (curiosamente, Ratzel defendía numerosas ideas evolucionistas). Su discípulo Leo Frobenius (1873-1938), definió las áreas nucleares de difusión con el término alemán «Kulturkreise»(círculos culturales), pero influido por la psicología de la Gestalt le dio un aspecto casi orgánico, muy espiritual, Para él las áreas culturales se caracterizaban por una serie de símbolos que representaban el conocimiento común del ser humano de la civilización primigenia. El ejemplo más radical de difusionista es el británico GraftonElliot Smith, que reclamó exclusivamente para el Antiguo Egipto el origen de toda civilización, incluidas las americanas (difusionismo monocéntrico).
12. Cuando las ideas difusionistas se defienden por encima de lo razonable, suele hablarse de «hiperdifusionismo». el cual es propio de las interpretaciones excéntricas, calificación que ha recibido en innumerables ocasiones ThorHeyerdahl, el máximo defensor este tipo de doctrinas a finales del siglo XX. Sin embargo, ThorHeyerdahl, ha propuesto y contrastado hipótesis empíricamente, y no puede igualarse a las seudociencias o ciencias ocultas que defienden un hiperdifusionismo irracional.
15. Actualmente se acepta el concepto de «préstamo cultural» como resultado inevitable de la transferencia de información entre diferentes grupos sociales. De hecho, como ya señalaron Schmidt y Graebner, toda idea humana, sea en el campo ligüístico, tecnológico, social o artístico, es potencialmente transferible: Sin embargo no está probado que la transferencia sea automática o inevitable, puesto que en cada grupo existen tradiciones que tienden a proteger su propio legado de las contaminaciones externas. Así, pues, todas las culturas seleccionan aquello que les resulta aceptable, antes de recibirlo. Por otra parte, la aceptación de un elemento procedente de una sociedad extraña, supone su descontextualización, con lo que tal elemento puede sufrir cambios en su significado, forma, uso y función, hasta el punto de resultar irreconocible.
16. «Por mi parte, soy incapaz de ver, por ejemplo, cómo las actividades culturales y creadoras de toda índole pueden considerarse "respuestas a estímulos", "satisfacción de necesidades biológicas", "restablecimiento de la homeostasia". Y así por el estilo. [...] El hombre no es un receptor pasivo de estímulos que le llegan del mundo externo, sino que, en un sentido muy concreto. crea su universo»
18. Su obra se orienta, en gran medida, al tema clásico de la diferenciación de la superficie terrestre, aunque enfocándolo específicamente en lo relativo a la diferenciación humana. El problema de la unidad de la especie humana que se manifiesta en grupos o pueblos (“razas”) tan diferentes –como lo documenta la etnografía– exige una explicación que será hallada en la historia que se desarrolla sobre la Tierra, lo que da lugar a la consideración de las distintas condiciones naturales de los cuadros terrestres (Moraes, 1989).