3. Jesús nos dice hoy
que el más importante
no es el que está por
encima de otros, por
la dignidad o el
dinero, sino que es el
que está sirviendo a
quien lo necesite.
El evangelio es de san
Marcos (10, 35-45) y
dice así:
4. En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo,
Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que
te vamos a pedir." Les preguntó:- "¿Qué queréis que haga por
vosotros?" Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a
tu derecha y otro a tu izquierda." Jesús replicó: "No sabéis lo que
pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de
bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?"
Contestaron: "Lo somos" "Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a
beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me
voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me
toca a mí concederlo; está ya reservado." Los otros diez, al oír
aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos,
les dijo: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los
pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros,
nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el
que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del
hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su
vida en rescate por todos."
5. El domingo pasado veíamos, en la escena del
joven rico, que las riquezas suelen ser un
impedimento grande para conseguir el Reino de
Dios.
6. Hoy nos habla de otro impedimento, que
suele ir bastante unido con las riquezas.
Es el deseo de grandeza, de poder
material, que impide el Reino de Dios,
porque suele impedir el cumplimiento del
mandamiento del amor.
7. Iba Jesús adoctrinando a sus discípulos sobre algo que
les costaba mucho entender. Era sobre el verdadero
significado de Mesías, que no se refiere a triunfo ni
gloria, sino a entrega. Por eso les decía que el hijo del
hombre iba a Jerusalén a entregarse hasta morir por los
seres humanos, aunque luego resucitaría.
8. Y como los
discípulos, en sus
conversaciones
apartadas de Jesús,
pensaban en el
posible reino que
Jesús instauraría,
cada uno tenía sus
planes. Éstos
solían ser distantes
de la mentalidad de
Jesús.
9. Santiago y Juan,
los hijos de
Zebedeo, habían
sido distinguidos
por Jesús algunas
veces, juntamente
con Pedro. Por eso
ahora se atreven a
presentarle un plan
un tanto
arriesgado.
10. Otro
evangelista
dice que la
que planteó el
problema fue
la madre de
los dos, pues
era de las
mujeres que
solían
acompañar al
grupo.
12. Resulta que lo que le pedían a Jesús era nada menos
que ser los principales ministros en ese reino que
creían iba a instaurar Jesús en Jerusalén.
13. Pero Jesús
tenía una gran
mansedumbre.
Les conocía
bien. Sabía
que eran
impetuosos,
pero de buen
corazón.
Jesús se podría haber molestado contra los dos
hermanos, que parecían no entender aún su programa
mesiánico.
17. A Dios le agrada la buena intención. Claro que desea
que progresemos en todos los conocimientos de su
Voluntad;
pero dentro de
nuestra sencillez
e ignorancia, Dios
quiere que
estemos
disponibles para
lo que Él quiera.
Por eso, en esta
parte del relato
del evangelio, le
digamos a Jesús
con fe y amor:
Jesús, aquí estoy.
30. Jesús aceptó la buena voluntad de Santiago y Juan; pero
les dijo:“El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os
bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar,
pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca
a mí concederlo.
34. "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los
pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.
35.
36. “Porque el
Hijo del
hombre no
ha venido
para que le
sirvan, sino
para servir y
dar su vida
en rescate
por todos.”
37. Este es el gran mensaje
que hoy nos da Jesús:
que la actitud
fundamental del
cristiano es el servicio.
Y Él mismo nos dio
ejemplo de ese servicio:
Como en la Última Cena
lavando los pies a los
apóstoles. Para ellos era
algo mucho más
profundo que ahora para
nosotros.
38. Este rebajamiento
de Jesús lo expresa
hoy la 1ª lectura que
es del profeta Isaías
(53, 10-11). Jesús, el
Señor, se rebaja, se
humilla; pero es
para servirnos a
nosotros y para que
nosotros
aprendamos la
actitud del ser
cristiano. Dice así la
1ª lectura:
39. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prologará sus años.
Lo que el Señor quiere prosperará por su
mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
51. Y Jesús sigue estando en medio de
nosotros, en la EUCARISTÍA, para que
nosotros sigamos en actitud de servicio.
52. Esta actitud de servicio
lo ha manifestado la
Iglesia en todos los
tiempos, como
seguidora del Maestro.
53. En el mundo hay un ansia, que
parece innata, de ser servido, de
dominar. Esto se ve desde los
niños en sus juegos. Y se amplía
cuando se es mayor.
54. La actitud del mundo es
querer estar por encima
de los demás, aunque
sólo sea en algún detalle.
55. Suele ocurrir, cuando va a haber elecciones políticas,
que muchos políticos (no todos) hablan de estar al
servicio del pueblo o de los pobres, etc. Pero es pura
propaganda o demagogia. La verdad es que la mayoría
busca su grandeza y poder. Y junto con ello las riquezas.
56. ¡Qué fácil es hablar, pero qué difícil servir de verdad! La
Iglesia ha sido más creída por muchos cuando han
visto los ejemplos concretos del amor. Si Jesús nos
habla de servir es porque se deriva de amar.
57. Hemos visto cómo hoy en el evangelio Jesús, habiendo
reunido a los apóstoles les ha recordado cómo se
suelen comportar los que “mandan” en el mundo.
La autoridad
debería ser
servicio. Es
lo que quiere
Jesús para la
Iglesia.
58. El hecho es que muchas veces no lo es, pues dentro de
las instituciones religiosas se da también la búsqueda
de grandezas, puestos y títulos de honor. No podemos
juzgar, pues las apariencias muchas veces nos engañan.
Dios es el que lo ve y lo juzgará.
59. Hasta en las
oraciones, que es el
momento de estar
más cerca de Dios,
pedimos progresos
materiales y quizá
nos gloriamos ante
Dios, no
precisamente por
actos de servicio,
como lo hacía aquel
fariseo.
60. Cada uno puede ver en su entorno cotidiano qué
servicios puede prestar material y espiritualmente.
Leamos en nuestro corazón lo que Jesús nos va
diciendo, como a aquellos dos apóstoles.
61. A veces cuando hablamos de hacer un servicio a la
Iglesia, pensamos en grandes cosas. Quizá Dios le pida
algo así a alguno. Lo normal son cosas pequeñas. Algo
importante es dar alegría y entusiasmo. Siempre con la
actitud de servir y hacer el bien.
62. Así es como seguiremos al Señor; y Él nos
acompañará en este caminar de la vida hasta llegar a
la ciudad de la paz donde todos seremos servidores,
pero también reyes.