10. « Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo» (Mt 16,19). Una misión para todos los discípulos La imagen de las LLAVES se comprende en relación con la obra de Jesús. Es el poder con el que Jesús abre las puertas del Reino a aquellos a los que se había excluido (cf. Mt 23,13). El poder de ATAR supone un acompañamiento de toda la comunidad, que hace todo lo posible para que el hermano que ha pecado permanezca en su seno (Mt 18,18). Todas estas funciones nos muestran a Pedro como representante de lo que compete a todos los discípulos. Es el primero que ha sido llamado (Mt 4,18-20) y será el primer testigo de Jesús Resucitado (Lc 24,34). Ahora es el portavoz para una proclamación que, con anterioridad, ha realizado el grupo completo de los discípulos, cuando en la barca se postraron ante Jesús diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios» (Mt 14,33). Por tanto la bienaventuranza hecha por Jesús alcanza también a todo el grupo, a quien en conjunto se le ha encomendado la misión de proclamar y poner de manifesto con su vida el Reinado de Dios: «Vayan proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, purifiquen leprosos, expulsen demonios. Gratis lo recibieron; denlo gratis» (Mt 10,7-8). DOMINGO XXI – Tiempo ordinario Una revelación del Padre que está en el Cielo