2. LA PALABRA DE DIOS Y LA CENIZA “ Eres polvo y al polvo tornarás” ( Gn 3,19) “ Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahvé vuestro Dios” (Jl 2,13) “ Cuando Mardoqueo supo lo que pasaba –exterminio de los judíos- rasgó sus vestidos, se vistió de sayal y ceniza y salió por la ciudad lanzando grandes gemidos” (Est 4,1) “ Por eso me retracto y me arrepiento echado en el polvo y en la ceniza “ (Job 42,6) “ Me dirigí hacia el Señor Dios, implorándole con oraciones y súplicas, con ayuno, saco y ceniza” (Dn 9,3) “ ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían vertido” (Mt 11,21)
3. Limosna La palabra griega «eleemosyne» proviene de «éleos», que quiere decir compasión y misericordia; inicialmente indicaba la actitud del hombre misericordioso y, luego, todas las obras de caridad hacia los necesitados. Si nos damos cuenta del significado esencial que tiene la «limosna» para nuestra conversión a Dios y para toda la vida cristiana, debemos evitar a toda costa todo lo que falsifica el sentido de la limosna, de la misericordia, de las obras de caridad: todo lo que puede deformar su imagen en nosotros mismos. En este campo es muy importante cultivar la sensibilidad interior hacia las necesidades reales del prójimo, para saber en qué debemos ayudarle, cómo actuar para no herirle y cómo comportarnos para que lo que damos, lo que aportamos a su vida, sea un don auténtico, un don no cargado por sentido ordinario negativo de la palabra «limosna». Extracto Catequesis de Juan Pablo II sobre “la limosna” del 28 de marzo de 1979
4. Ayuno El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día . La abstinencia consiste en no comer carne . Son días de abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo . La abstinencia obliga a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad. El ayuno en el tiempo de Cuaresma es la expresión de nuestra solidaridad con Cristo. Tal ha sido el significado de la Cuaresma a través de los siglos, y así permanece hoy: «Mi amor está crucificado y no existe en mí más el fuego que desea las cosas materiales», como escribía el obispo de Antioquia, Ignacio, en la Carta a los romanos (Ign. Antioq., Ad Romanos VII 2). Para convertirnos a Dios es necesario descubrir en nosotros mismos lo que nos vuelve sensibles a cuanto pertenece a Dios, por tanto: los contenidos espirituales, los valores superiores que hablan a nuestro entendimiento, a nuestra conciencia, a nuestro «corazón» (según el lenguaje bíblico). Para abrirse a estos contenidos espirituales, a estos valores, es necesario desprenderse de cuanto sirve sólo al consumo, a la satisfacción de los sentidos Extracto Catequesis de Juan Pablo II sobre “la limosna” del 21 de marzo de 1979
5. Oración La oración es el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia: venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por lo tanto, no podemos menos de abandonarnos en El, nuestro Creador y Señor, con plena y total confianza. Extracto Catequesis de Juan Pablo II sobre “la limosna” del 14 de marzo de 1979 Como hombre, la vida de Jesús ha sido una oración continua, un acto continuo de adoración y de amor al Padre, y porque la expresión máxima de la oración es el sacrificio, la cumbre de la oración de Jesús es el sacrificio de la cruz, anticipado con la Eucaristía en la última Cena y transmitido a todos los siglos con la Santa Misa. Por esto el cristiano sabe que su oración es Jesús; toda oración suya parte de Jesús; es El quien ora en nosotros, con nosotros y por nosotros. Todos los que creen en Dios, oran; pero el cristiano ora en Jesucristo: ¡Cristo es nuestra oración! — La oración da fuerza para los grandes ideales, para mantener la fe, la caridad, la pureza, la generosidad; — La oración da ánimo para salir de la indiferencia y de la culpa, si por desgracia se ha cedido a la tentación y a la debilidad; — La oración da luz para ver y juzgar los sucesos de la propia vida y de la misma historia en la perspectiva salvífica de Dios y de la eternidad.