El documento discute la importancia de las virtudes, tanto humanas como teologales, en la moral cristiana. Explica que las virtudes no solo implican evitar el pecado, sino también desarrollar plenamente la humanidad revelada en Jesucristo. Además, señala que las virtudes son estables en cuanto a la búsqueda de la felicidad, pero también dinámicas ya que deben adaptarse a los contextos culturales y a la persona en constante cambio. Por último, resalta el carácter tanto personal como comunitario de las virtudes y la
3. OBJETIVO Que el alumno realice una síntesis de la virtud, comprendiéndola desde la visión humana y luego teologal, así como en su dimensión personal y comunitaria.
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5. PARA UNA MORAL DE LA VIRTUD La Teología Moral Fundamental habrá de preguntarse constantemente por el puesto de la virtud tanto en el comportamiento responsable de los discípulos de Jesucristo como en la reflexión refleja sobre tal comportamiento y responsabilidad.
6. La vida en Cristo no se limita a evitar el pecado. Ha de mirar a la realización del ser humano a la medida del hombre revelado en Jesucristo. Con razón se ha dicho que “las virtudes teologales son el nombre para la experiencia de la gracia aceptada de Dios, la cual en último término es Dios mismo”.
7. La Moral Cristiana es una moral de la gracia y, en consecuencia es una moral de la fe, de la esperanza y de la caridad. A continuación culminaremos éste recorrido epistemológico con algunas notas que configuran la naturaleza y dinámica de las virtudes.
8. Aspectos Antropológicos En primer lugar, hay que recordar que la noción de la virtud es antropológica y cultural a la vez. Las virtudes se refieren a la última verdad del ser humano, pero son percibidas, realizadas, promovidas, educadas y
9. premiadas de acuerdo con los parámetros culturales de una determinada época y una determinada sociedad. Por eso remiten al ser del hombre. De ahí que su percepción y realización, estén, sin embargo, sometidas al cambio de
10. acento de cada momento y lugar. Esto significa que la virtud es estable y dinámica a un tiempo. La estabilidad se refiere a la búsqueda de la realización y la felicidad.
11. La dinamicidad refiere a la relación con el ambiente y a los modos que condicionan su percepción, sino también a los ritmos, condicionantes, intereses y pasiones de la misma persona.
12. Los antiguos discutieron largamente la cuestión de la mediedad de las virtudes morales. Con ello se subrayaba esta itinerancia y movilidad de las virtudes que las sitúa entre extremos que ponen en peligro la verdadera humanización.
13. Se trata aquí de repensar este tema desde la perspectiva de la actualización de los valores éticos. Tanto la razón humana como la revelación cristiana nos invitan a considerar, a la vez, el carácter personal y comunitario de las virtudes, tanto teologales como espirituales.
14. Algo semejante ocurre con las virtudes morales. La prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza no son meros expedientes personales de supervivencia o autorealización. Revelan y actualizan en cierto modo la vocación comunitaria de todo ser humano.
15. No basta con ser justo si no se lucha por la promoción de la justicia. La cuestión del pecado estructural debería completarse con una reflexión sobre las necesarias apoyaturas estructurales para la promoción de la virtud.