Este documento discute cómo lidiar con el sentimiento de culpa que experimentan los cuidadores de enfermos. Sugiere que la culpa es una emoción común pero perjudicial que puede inmovilizar a los cuidadores. Aconseja ser objetivo sobre lo que realmente se puede hacer, admitir las propias limitaciones y saber delegar responsabilidades. También enfatiza que aunque los cuidadores son responsables del cuidado, no lo son de la enfermedad, y que deben gestionar bien sus emociones para evitar el agotamiento y beneficiar también al paciente.
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Cómo superar el sentimiento de culpa como cuidador
1. ¿QUÉ PODEMOS HACER ANTE EL SENTIMIENTO DE CULPA?
Son muchas las emociones que aparecen cuando enfrentamos la difícil
tarea de cuidar a un enfermo; rabia, ira, depresión, impotencia, pena,
desesperanza…. y una de las más comunes; LA CULPA.
El sentimiento de culpa es un mal aliado en nuestro día a día, aparece
cuando menos lo esperamos, provocándonos aún más agotamiento
mental que repercute en el físico.
Superar la culpa no es algo tan sencillo, pero es vital hacerlo porque nos
puede llegar a inmovilizar, sumando más dificultades a las tareas que
tenemos que afrontar.
Lo principal es ser objetivos, plantearnos si estamos realmente haciendo
todo lo que está en nuestras manos, los remordimientos se confunden
con la culpa. Debemos admitir las limitaciones que todos tenemos,
aprender a decir que NO, saber delegar y no asumir funciones que no nos
competen.
Para evitar que el sentimiento de culpa nos atormente, tenemos que
entender que aunque somos los responsables del cuidado de nuestro
usuario no somos los responsables de la enfermedad. En cambio, sí que
somos responsables de nuestro propio bienestar.
Una buena gestión de nuestras emociones nos protegerá del estrés y
evitará que caigamos en el “Burn out” (síndrome de estar quemado) causa
de muchas bajas laborales.
Una actitud positiva no solo nos beneficia a nosotros, también influye en
nuestro usuario, liberarse de la culpa es parte de nuestras tareas como
cuidador.
“La culpa es el obsequio que nunca se termina, no aceptemos ese
regalo.”
Ana Belén López Núñez
Docente Sociocultural