De la misma manera que los relatos épicos contaban hazañas antiguas para entretener al pueblo, ¿existe actualmente algún héroe cuyas hazañas guíen al espíritu de la colectividad?
Publicado en: Salvadores Fernández, Antonio. “¿Es posible crear una épica del tercer milenio?” en Estudios literarios: nuevas miradas La Coruña: ed. Asociación A Curuxa (subvencionada). 2005. Págs. 181 a 187.
1. ¿ES POSIBLE CREAR UNA ÉPICA DEL TERCER MILENIO1
?
Antonio Salvadores Fernández.
Universidad de A Coruña.
En la presente comunicación me voy a centrar en un género, la épica e intentaré
comprobar si en el momento actual contamos con los materiales necesarios que nos permitan
en un futuro, lejano o cercano crear una nueva epopeya, hija o incluso nieta de aquella que
durante la etapa medieval fue recitada por los juglares. A lo largo de esta pequeña
investigación intentaré exponer las principales características de la épica para asegurarme
que son extrapolables a nuestros días y terminaré haciendo una propuesta muy particular.
Resulta complicado determinar cuáles son los orígenes de la épica en lengua romance;
los textos fueron escritos hacia finales del siglo XI, pero narran acontecimientos sucedidos
casi cien años antes. Con anterioridad al X, todo lo que se suponga sobre la épica hispana,
será debido a razonamientos indemostrables.
Uno de los principales problemas que surgen es el de la poligénesis. Diversos
historiadores latinos cuentan que muchos pueblos bárbaros cantan las hazañas de los
antepasados; no solo los godos, sino también muchos de la Península ibérica. Por ello no
resulta del todo fiable atribuirle a este pueblo germánico el origen de la épica en España. Lo
que sí está claro es que San Isidoro en el VII, recomendaba a los jóvenes en su obra
Institutionum disciplinae que debían ejercitar la voz al son de la cítara, cantando las hazañas
de sus antepasados, por los cuales se debían sentir estimulados a la gloria. En este caso no
solo se cantan las hazañas antiguas sino también las contemporáneas. Igualmente queda
claro que la épica románica tiene una fuerte vinculación a los valores de una sociedad feudal
muy germanizada. Los conflictos que trata la epopeya más arcaizante responden a conceptos
de hombre, moral y sociedad ajenos al mundo romano y cristiano. En algunos poemas
narrativos árabes de la Península afines a la épica, se han encontrado elementos comunes
con la épica española medieval, lo que no quiere decir que esta sea una imitación de la
primera; sino que se verifica la permeabilidad cultural de las fronteras religiosas y la
posibilidad que la épica románica aprovechara componentes tradicionales de la narrativa
heroica islámica. Por último hay que resaltar la influencia de la épica francesa, posiblemente
debido a que muchos juglares galos hacían el camino de Santiago y daban a conocer la
materia del otro lado de los Pirineos.
En un cantar de gesta, el juglar cuenta a un público iletrado hechos sucedidos unos
siglos antes. Acontecimientos como los ocurridos en Roncesvalles eran cantados al público,
además figuraban en diferentes crónicas tanto de reyes como de monasterios a lo largo de
toda la Edad Media, al igual que existen diferentes crónicas sobre el Cid, como en la Estoria
de España de Alfonso X. Estos cantares estaban mal vistos por los letrados, al considerar
que decían cosas falsas y que las verdaderas estaban en las crónicas. Por otro lado sabían lo
mucho que gustaba al pueblo, y en algunos lugares llegó a existir legislación que proponía
multar a quienes intentasen subir el precio de este espectáculo público. Hay que tener en
cuenta que los juglares tenían dinero suficiente como para comprar un caballo e ir cantando
por los pueblos. Además, los clérigos aprendieron diversas fórmulas de los cantares para
poder llegar mejor al pueblo. Por último queda decir que entre 1030 y 1060, en Cataluña, se
solía bautizar a los niños con nombres de inspiración épica (Rollando, Oliver), lo que da a
entender que conocían las canciones francesas o provenzales.
Tenemos que aclarar que en un principio eran cantadas y posteriormente se
escribieron. Pero esto es algo que no se puede demostrar. En caso de no llegarse a plasmar
por escrito, la canción se perdía una vez que se dejaba de cantar. La transmisión oral y
conservación memorística de los textos favorecen mayor creatividad que la escrita. Por ello
1
Comunicación del V congreso de literatura española contemporánea de la Universidad de A Coruña.
Publicada en Estudios literarios: nuevas miradas Coruña ed: Asociación A Curuxa (subvencionada). 2005.
Págs 181 a 187.
2. estos poemas pervivieron tanto tiempo en la memoria colectiva, ya que se iban haciendo
refundiciones que adaptaban el texto a los tiempos que corrían.
Centrémonos ahora en las características formales de los cantares: Precisamente son
para ser cantados. Son una representación en la que no hay actores, tan sólo un narrador; por
ello este emplea fórmulas para dirigirse al público. Se cuentan hechos pasados pero se
narran en presente para darles mayor vivacidad. El narrador trata de representar mediante su
palabra los acontecimientos y reacciones psíquicas de los personajes. El relato comienza in
medias res para crear una tensión dramática desde el principio. Lo que de verdad importa es
transmitir sentimientos vividos a todo el auditorio, la necesidad informativa es algo
secundario.
Un aspecto muy importante es la construcción sintáctica adaptada a los moldes
prosódicos. Coinciden el verso y la frase. El verso es unidad métrica y por tanto rítmica y
sintáctica.
Para finalizar con las características formales, hay que decir que los versos se disponen
en estrofas irregulares, llamadas laisses. Cada laisse tiene una misma rima asonante, aunque
en los últimos años del género ya era consonante; cada verso esta dividido por un
hemistiquio o cesura. Se da una lexicalización de distintos niveles en que se articula el texto
narrativo; secuencias temáticas o motivos, como puede ser la manera de designar al héroe.
Los temas e ideología propios de la épica española son algo diferentes. Por ejemplo, en las
obras españolas hay mucho “realismo” en el tratamiento de las relaciones entre moros y
cristianos; es cierto que también hay peleas entre ambos bandos, pero responden a la función
que la guerra tiene para los caballeros, y no es otra que ganarse la vida y enriquecerse para
lograr el ascenso social. Los caudillos cristianos negocian con los árabes para obtener ciertos
tributos. Incluso los dos grupos se unen para luchar contra los francos. No existe en los
poemas españoles el concepto de Reconquista y mucho menos el de Cruzada. Por decirlo de
alguna manera, los cantares españoles son más realistas que los franceses.
MOMENTO ACTUAL. Me atrevo a afirmar que la épica de nuestra sociedad la
constituyen las películas del Oeste. Si lo pensamos, los hechos que nos cuentan sucedieron
hace más de un siglo; nos reflejan los momentos iniciales de la que ahora es la primera
potencia mundial, coincidiendo con lo que Menéndez Pidal denomina la etapa heroica.
Además consiguen invertir los términos, de modo que los invasores son los buenos y los
nativos los malos. De hecho todavía conservamos este modelo, por ello se suele representar
al presidente de E.E.U.U. vestido de vaquero.
Por fin nos planteamos la pregunta clave: ¿Existen en este mundo globalizado
elementos suficientes para que dentro de quinientos años nuestros descendientes digan que a
comienzos del milenio se cultivaba alguna forma de épica? Vayamos por partes.
Suponiendo que se forme una única nación europea, podríamos tomar las películas de
la 2ªG.M. como la épica de dicha nación; pero encuentro dos inconvenientes: la mayoría son
americanas y la lucha fue entre los países que posteriormente constituyeron la Unión.
Las guerras del siglo XX, además de las que se producen en estos momentos, pueden
tener materia más que suficiente como para que dentro de unos siglos podamos hablar de
épica, aunque considero que resulta complicado conocer la percepción de los futuros
destinatarios.
Como dije antes, los cantares de gesta estaban destinados para hacer disfrutar a la
gente iletrada y eran despreciados por la elite intelectual. Es decir, era el opio del pueblo. En
estos tiempos de globalización y pensamiento único, hay algo que hace disfrutar y sufrir a la
masa y es despreciado por los intelectuales: EL FUTBOL.
¿Si no cómo se puede explicar que tras perder Brasil la final del Mundial de 1950 ante
su público miles de brasileños se suicidasen? ¿O que decenas de miles de personas estén
dispuestas a gastarse una cantidad importante de dinero tan sólo por seguir a su equipo?
¿Qué pasaría si el presidente del Madrid dice que no va a fichar más “galácticos” e invierte
3. en obras sociales? ¿O que en el Deportivo, el capital destinado al fichaje de Tristán o Luque
se dedica a crear centros de reinserción social? Se volvería loco el país. Pensándolo
fríamente estoy diciendo algo irracional, pero creo que es verdad. Dentro de cinco siglos
¿nos verán con los mismos ojos que nosotros vemos a los hombres del siglo XIII? No tengo
la respuesta, pero puedo esbozar en unas pocas líneas esta posible opción como una futura
épica.
Esta épica es propia no sólo de las naciones, sino también de los pueblos. En ella
tienen igual cabida las grandes selecciones mundiales y los equipos más modestos aunque
las hazañas de estos últimos seguramente queden reducidas a un ámbito más familiar.
Igual que la medieval, cuenta con el desprecio de los intelectuales; el coruñés
Wenceslao Fernández Flórez realiza una crítica muy ácida en sus artículos sobre el fútbol,
ridiculiza las actitudes de la masa que contempla el partido, las prisas de los aficionados por
ir al partido, que son iguales que las que tienen para abandonar el trabajo; también trata el
tema de los extranjeros.
Los hechos que se cuentan en esta épica también figuran en otro tipo de crónicas:
prensa, radio, televisión, libros; unos más objetivos que otros, pero el inconsciente colectivo
siempre se quedará con los elementos más fantásticos; como el día del ascenso del
Deportivo, cuando se incendió parte de una cubierta se dijo que se habían quemado las
meigas, o cuando Maradona marcó un gol con la mano, respondió que había sido la mano de
Dios.
Mientras que en la Edad Media, el pueblo llano acudía a las plazas a escuchar al
juglar, en esta época puede asistir al estadio a ver a estos nuevos caballeros, escucharlo por
la radio o verlo por televisión. Los nuevos juglares serían los locutores de radio, con su
forma de narrar, como si su vida dependiera de ello. Lo que ya no tengo claro es cómo sería
el lenguaje formulario de estos. Sí resulta evidente que los futbolistas y entrenadores han
creado una serie de fórmulas, no sé si es con fines mnemotécnicos, que repiten hasta la
saciedad (somos once contra once, el fútbol es así, va a ser un partido difícil) que serían
dignas de un estudio más profundo. Asimismo, los nuevos héroes también tienen sus
epítetos, unos más épicos que otros, el Brujo, el Sabio de Hortaleza, el Profeta del Gol. Es
habitual en jugadores sudamericanos tener apodos que hagan referencia a algún animal
(toro, burrito, piojo). Incluso los atributos del héroe épico pueden servir para caracterizar a
toda una generación; cuando se hablaba de la Quinta del Buitre se refería el periodista a la
velocidad del jugador; pero el resto de los medios pensó que se hacía referencia a una
generación de futbolistas. Incluso también existen sagas de futbolistas: los Hierro, los
Sanchís.
Los orígenes del juego son igualmente confusos. Todos damos por sentado que fue
creado en Inglaterra en 1863. Sin embargo hay datos que nos demuestran que en diferentes
culturas existían juegos similares. Los mayas daban patadas a las cabezas de los enemigos.
Los chinos tenían varios juegos de pelota hace unos cinco mil años. En la Florencia
medieval se jugaba al calcio. Resulta curioso que los ingleses, teóricos inventores, tan sólo
hayan podido ganar un Mundial. Al igual que nueve Mundiales hayan sido ganados por
Brasil, Uruguay y Argentina, que hasta hace pocos siglos eran colonias de grandes imperios
de los siglos XVI y XVII. Recordemos que la épica medieval se desarrolló en los siglos IX,
X, XI, en territorios que hasta hacía pocos siglos formaban parte de otro gran imperio, el
romano.
No pongo en duda que haya padres que pongan nombres de futbolistas a sus hijos,
posiblemente en estos últimos diez años hayan nacido más “raules” de la cuenta, pero no me
consta que en España naciese ningún Zinedine. Lo que sí está claro es que todos quieren
tener las camisetas de sus ídolos, algo que no se hacía en la Edad Media. No me imagino a
los de aquella época comprando las armaduras de Roldán o del Cid. ¿Qué caballero vendería
más?
4. Hay una diferencia muy importante entre ambas épicas. Mientras los hechos contados
en la medieval perduran durante siglos, los contados en esta nueva epopeya tienen
caducidad. Por poner algún ejemplo cercano, tal vez muy pocos tengan presentes los
numerosos ascensos frustrados del Deportivo durante la década de los ´80, el penalti de
Djuckic aun se mantiene presente en el inconsciente colectivo, aunque se va borrando poco a
poco gracias a la liga ganada varios años después y el sonado “centenariazo”. No hablemos
ya del nacimiento de la furia española, en 1920, algo que conocemos tan sólo a través de las
crónicas deportivas de la época, algunas con inequívocas resonancias épicas. No olvidemos
tampoco los poemas dedicados a futbolistas, la cantidad de biografías, libros de tácticas y
revistas especializadas que nos intentan desvelar los secretos mejor guardados del deporte
Rey.
Otra de las diferencias entre ambas épicas es que en la actual un mismo héroe puede
ser admirado en su país de origen y formar parte de la epopeya de otro con igual éxito, ser
héroe en una ciudad y pasar a villano en cuanto sirve a la ciudad enemiga, que también esto
se da. Un ejemplo claro puede ser Figo; un jugador siempre venerado en Portugal, incluso
entre sus rivales del Oporto, al menos desde su estancia en España; fue todo un símbolo en
el Barcelona, fichó por el Madrid, máximo rival donde fue muy bien acogido; mientras que
en la Ciudad Condal es odiado.
Hasta aquí llega mi propuesta para postular una épica del tercer milenio.
Probablemente existan otras opciones pero he decidido esta por ser el fútbol un deporte que
puede paralizar la actividad de una ciudad, una región, un país e incluso un continente.
Resulta milagroso que la gente de una ciudad se movilice ante la posible desaparición de su
equipo, o que un ayuntamiento invierta miles de millones de las antiguas pesetas para evitar
la quiebra de un club y en cambio no se haga nada por otras empresas que dan de comer a
muchas más familias y tienen que cerrar. Insisto: dentro de cinco siglos ¿qué se dirá de todo
esto? ¿Existirá materia suficiente para cantar las gestas de los magos del balón?
No quiero olvidarme tampoco de un deporte tan sacrificado como el ciclismo y que no
tiene tanto reconocimiento como el balompié. Los ciclistas son auténticos caballeros
andantes que ahora ya no se tienen que enfrentar a dragones, sino a los vampiros que por la
noche les extraen la sangre.
5. BIBLIOGRAFÍA
Cantar de Mio Cid, ed de Alberto Montaner. Barcelona. Crítica. 1993.
Cantar de Roldan, ed de Juan Victorio. Madrid. Cátedra. 1994.
Cañada, Silverio [editor]. El libro del Sporting. Gijón. 1980.
Catalán, Diego. La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación.
Madrid. Fundación Ramón Menéndez Pidal. 2001.
Fernández Flórez, Wenceslao. “De portería a portería”. Obras completas. Madrid.
Aguilar. 1965.
Fernández Flórez, Wenceslao. “Fútbol”. Obras completas. Madrid. Aguilar. 1965.
Menéndez Pidal, Ramón. Los godos y la epopeya española. Madrid. Espasa-Calpe.
1969. (2ª edición).
Setenta años de Liga. Diario AS. Madrid. 1998.
Silva, Pedro de. “El Imperio que llevamos dentro” en La Nueva España. Gijón.
10-VIII- 2003.
V.V.A.A. Italia ´90. Figuras sobre el césped. Madrid. Espasa-Calpe. 1990.
VIDEO: Historia del fútbol. Metrovídeo. VHS. 1990.
6. BIBLIOGRAFÍA
Cantar de Mio Cid, ed de Alberto Montaner. Barcelona. Crítica. 1993.
Cantar de Roldan, ed de Juan Victorio. Madrid. Cátedra. 1994.
Cañada, Silverio [editor]. El libro del Sporting. Gijón. 1980.
Catalán, Diego. La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación.
Madrid. Fundación Ramón Menéndez Pidal. 2001.
Fernández Flórez, Wenceslao. “De portería a portería”. Obras completas. Madrid.
Aguilar. 1965.
Fernández Flórez, Wenceslao. “Fútbol”. Obras completas. Madrid. Aguilar. 1965.
Menéndez Pidal, Ramón. Los godos y la epopeya española. Madrid. Espasa-Calpe.
1969. (2ª edición).
Setenta años de Liga. Diario AS. Madrid. 1998.
Silva, Pedro de. “El Imperio que llevamos dentro” en La Nueva España. Gijón.
10-VIII- 2003.
V.V.A.A. Italia ´90. Figuras sobre el césped. Madrid. Espasa-Calpe. 1990.
VIDEO: Historia del fútbol. Metrovídeo. VHS. 1990.