1. EVALUACIÓN DE IMPACTO
Las evaluaciones de impacto permiten medir, mediante el uso de metodologías
rigurosas, los efectos que un programa puede tener sobre su población beneficiaria
y conocer si dichos efectos son en realidad atribuibles a su intervención. El principal
reto de una evaluación de impacto es determinar qué habría pasado con los
beneficiarios si el programa no hubiera existido.
La evaluación de impacto es un instrumento que contribuye a la toma de decisiones
y a la rendición de cuentas, es decir, aporta información tanto para actores a nivel
gerencial, como para los ciudadanos sobre la efectividad de los programas a los
cuales se destina un presupuesto público. En general, este tipo de evaluación
demanda un mayor tiempo y costo en su desarrollo, con respecto a los otros tipos
de evaluaciones. Tomando en cuenta lo anterior, CONEVAL no define una
periodicidad en su aplicación, ésta responde a las necesidades de cada programa
y dependencia.
Cabe señalar que no todos los programas cuentan con las condiciones necesarias
en términos de información sobre beneficiarios y no beneficiarios o de mediciones
antes y después de la intervención. No obstante, para realizar este tipo de
evaluación, el programa debe cumplir una serie de requisitos. Por ello, CONEVAL
determinó que todo programa que pretenda desarrollar una evaluación de impacto
debe previamente desarrollar un análisis de factibilidad y enviarlo al consejo.
La evaluación de impacto es un tipo particular de evaluación. A continuación se
citan algunas definiciones:
Término que indica si el proyecto tuvo un efecto en su entorno en términos de
factores económicos, técnicos, socio-culturales, institucionales y
medioambientales. (OCDE, 1992)
Es un tipo de evaluación sumativa, que se realiza al final de una intervención
para determinar en que medida se produjeron los resultados previstos. (CEPAL-
ILPES, 2005)
Trata de determinar si hubo cambios, la magnitud que tuvieron, a qué
segmentos de la población objetivo afectaron, en qué medida y qué contribución
realizaron los distintos componentes del proyecto al logro de sus objetivos.
(Cohen y Franco, 2002)
Medición de los cambios en el bienestar de los individuos, que pueden ser
atribuidos a un programa o una política específica. (Banco Mundial, 2003)
Al abordar la evaluación de impacto es necesario destacar:
2. La relación de causalidad: se trata de conocer los cambios que se producen
tras un programa o política específica -a nivel social, de la empresa o en los
participantes de las mismas- e identificar en qué medida estos cambios (efecto)
son atribuibles al programa (causa).
La variedad de impactos que puede tener una intervención: -económicos,
técnicos, socio-culturales- pueden ser previstos (definidos en los objetivos de
la actuación a evaluar) o no previstos.
Los distintos impactos en las personas, las empresas y en la sociedad.
La evaluación de impacto se basa en el contraste entre la situación de partida y lo
que ocurre una vez que la formación ha tenido lugar. Ese contraste busca revelar
los cambios que se pueden atribuir a la intervención que se evalúa.
Como se mencionó antes, la evaluación de impacto debe dar respuesta a algunas
preguntas sobre el impacto en la sociedad, las empresas y las personas:
Para medir el impacto en la sociedad se pueden formular, entre otras:
¿Se ha mejorado la calidad de los programas de formación en los que se
invierten fondos públicos?
¿Han tenido más oportunidades de acceso a la formación las poblaciones
vulnerables al desempleo, los jóvenes, las mujeres, las personas con
discapacidad, las minorías étnicas?
¿Ha permitido la formación un acceso a trabajos decentes?
3. ¿Cuál es el retorno económico del presupuesto dedicado a la formación?
¿Están las políticas económicas y fiscales creando un entorno propicio para que
la formación contribuya al mejoramiento de la productividad, el crecimiento del
empleo y el desarrollo?
Las empresas pueden plantearse:
¿Qué mejoras de la productividad pueden atribuirse a la acción de formación?
¿Se verifican cambios positivos en las condiciones de trabajo?
¿Los procesos de trabajo son más eficientes como resultado de las nuevas
competencias desarrolladas?
¿Disminuyeron los accidentes de trabajo?
¿El clima laboral ha mejorado como efecto de la acción formativa?
¿La proporción de productos finales rechazados ha disminuido?
¿Cuánto retorna por cada unidad invertida en aprendizaje?
Las personas se pueden preguntar:
¿Ha sido útil la formación para encontrar un empleo?
¿Se han desarrollado competencias que se demandan en el empleo?
¿Han mejorado los ingresos como resultado de las nuevas competencias
adquiridas?
¿Se tiene mejor empleabilidad?
¿Han mejorado las condiciones de trabajo?
¿Qué cambios en el bienestar se han producido?
Los organismos que ejecutan programas de formación deben tener en cuenta
todas estas preguntas desde el diseño de sus programas, en su ejecución y en la
evaluación de impacto.