Equipo, una palabra clave para la educación diferenciada
1. “Equipo es una palabra mágica”.
Dra. Lydia F. De Coriat.1[2]
Integrantes del equipo:
Cada niño con deficiencia mental, o, si es muy pequeño aún, con
retardo de maduración, está enfermo debido a una causa particular, afectado con la
intensidad propia de su caso, agravado o no por factores orgánicos agregados,
complicada con variantes psicológicas o psiquiátricas a las que llegó por diversas
motivaciones.
Vive en el seno de una familia que elabora el problema de su deficiencia con rechazo o
con angustia, con sobreprotección afectuosa o con frialdad, que desoirá las indicaciones
con escepticismo, o las cumplirá con rigidez.
Necesitará, además de la educación especializada, individual o colectiva que ha de
impartírsele, tratamiento médico, control pediátrico, ayuda psicológica, orientación
kinésica, ajuste oftalmológico, etc.
Su familia necesitará apoyo moral en primer término, orientación psicológica para
entenderse a sí misma y a su hijo enfermo, esclarecimiento acerca de la probable
capacidad futura, inmediata y mediata del paciente, ubicación en la realidad acerca de
sus limitaciones y proyección hacia el futuro con el máximo de optimismo aceptable.
La sociedad deberá recibir al niño diferente en su seno, ahora que es chico, y mañana,
cuando sea grande tendrá que superar sus propios prejuicios y crear condiciones para
que el niño inmaduro de hoy, hombre diferente del mañana, pueda integrarse y no ser
una carga.
Cuando una persona especializada – sea ella maestra diferenciada2[3]
, fonoaudióloga,
kinesióloga, laborterapista3[4]
, profesora, psicóloga, o de otra profesión afín – recibe un
niño diferente para su educación; debe pensar que su tarea no será sólo “hacerlo
madurar”, aún en el pleno sentido de la palabra, y menos iniciarlo sólo en los secretos del
lenguaje escrito y de la aritmética.
En general, la familia no lo sabe, pero el papel de la reeducadora4[5]
, irá mucho más
allá, rebalsará los objetivos que los padres se han fijado y deberá convertirse en asesora
y consultora de infinitos aspectos de la vida del alumno5[6]
y su familia.
Para cumplir a conciencia con este cometido, su primera obligación es capacitarse para
ser una buena técnica. Y la segunda, de ser consciente de sus limitaciones.
1[2]
El presente texto es copia de un manuscrito encontrado entre los papeles de la Dra. Lydia
Coriat. No llevaba título ni fecha. Tomamos como título una frase que aparece en el mismo. La
carpeta en la que fue encontrado y su contenido hace pensar que fueron palabras de apertura de
un curso para graduados, denominado: “ Formación de Educadores de Psicomotricidad en la
Primera Infancia”, que se dictó por convenio con Salud Mental, al inicio de la década del 70.
2[3]
Hoy la expresión sería “maestra especializada”.
3[4]
Hoy diría “Terapista ocupacional”
4[5]
Esta palabra, de uso frecuente en aquella época, hoy resulta inadecuada por los conceptos
teóricos que sostienen la intervención terapéutica.
5[6]
O paciente.
2. Una buena técnica actúa sólo sobre terreno conocido: debe conocer lo más posible al
niño sobre el cuál debe actuar y, como conoce sus limitaciones, no intentará hacer
diagnósticos neurológicos, psicométricos ni psiquiátricos, y ha de recurrir necesariamente
a un equipo de expertos que le transmita la información necesaria.
Este aspecto de la actividad, la integración en un equipo, es uno de los temas que
quiero señalar. No es necesario pertenecer a un staff administrativamente constituido
para pertenecer a un equipo: se puede trabajar bajo un mismo techo, en el mismo
recinto y no integrarse como equipo.
Equipo es una palabra mágica. Significa comunicación interpersonal entre sus
integrantes; líneas de trabajo convergentes o paralelas; objetivos comunes. Necesidad de
aportar conocimientos al grupo y de recibirlos de él. Significa por lo tanto,
enriquecimiento constante, potenciación recíproca, competencia sana; superación sobre
la base de resolución de conflictos internos. Un profesional, fuera de todo equipo, tarde o
temprano se torcerá, como la caña que crece fuera del cañaveral.
Pero no es imprescindible la vinculación material, espacial, para pertenecer a un
equipo. Gente de la periferia de Buenos Aires o de alejadas provincias, se considera,
tímida y orgullosamente vinculadas a nuestro equipo sobre la base de consultas
periódicas, a organización de trabajos, a control de sus casos.
Hay muchos equipos para poder vincularse. Es nuestro deseo que los aquí presentes,
mantengan su vinculación con gente de diversas disciplinas que los ayuden a mantener
un buen nivel profesional.
Una buena educadora debe estudiar siempre. Consideramos que los aquí presentes
constituyen un grupo de buen nivel, que ya conoce las bases de la psicopedagogía y de
la educación diferenciada6[7]
, por lo que podrán asimilar con provecho los trabajos que
constantemente aparecen en las publicaciones.
No se entusiasmen sin meditado análisis con los “métodos nuevos”, con las maravillas
que presentan cada tanto, autores inescrupulosos, pero de moda. Sepan que queda
mucho por aprender de los viejos clásicos europeos, cuyas ideas no han sido totalmente
desarrolladas, y que, estudiadas bajo diversos ángulos, podrán enriquecer las
concepciones más modernas.
Y publiquen. No teman publicar; háganse controlar sus trabajos, antes de publicarlos,
por alguien que les merezca fe como maestros, pero no se ahorren el placer de la
creación.
No se conformen con ser buenas técnicas ni buenas investigadoras. Recuerden que las
maestras son vectores de cultura, de la cultura social. Vivimos en países
subdesarrollados, amablemente llamados países en desarrollo. No podemos darnos el lujo
de encerrarnos en nuestras aulas ni en nuestros consultorios. La comunidad está
esperando líderes que la ayude a organizarse en torno a múltiples problemas. El de la
deficiencia mental es un terreno virgen en la mayor parte del país. Sin una clara
conciencia, oscuramente, los padres afectados por este azote, que lesiona lo más íntimo
de su sensibilidad, están esperando que se les lleven palabras de aliento y se les enseñe
a organizarse para lograr una aceptación natural del hijo diferente.
Esperan que se les enseñe a prepararse para hablar a la comunidad, para buscar
ejemplos de otros países, para armar todo el engranaje que les permitirá sostener a sus
hijos, en los primeros meses de la vida, en la escuela o en el taller, para que puedan
incorporarse a la vida comunitaria en la medida de sus posibilidades. Esto les permitirá a
ellos ganar el derecho a morirse tranquilos, porque la comunidad los ha recibido.
6[7]
Ver nota al pie 1.
3. La sociedad tiene prejuicios y tiene ignorancia, pero puede ser solidaria, generosa,
quiere ayudar y sabrá escuchar la palabra de quienes se erijan en líderes, si se los siente
auténticos y desinteresados.
Esperamos que de este curso surjan verdaderos líderes que ayudarán a la solución de
este problema.