Los recientes hechos violentos en Venezuela han sorprendido a la opinión pública y han sido interpretados por los medios nacionales como un estallido social que se está gestando contra el gobierno. Sin embargo, una mirada al contexto venezolano de los últimos meses puede asegurar una perspectiva más holística de los acontecimientos
Investigaciones en curso por maniobras con recetas falsas de insulina y tiras...
Protestas en Venezuela
1. ¿QUÉ PASA HOY EN VENEZUELA?
Sábado, 15 Febrero 2014. Edición 27, Andrés Felipe Parra Ayala.
Palabras al Margen. Fuente: www.bbc.co.uk
Las manifestaciones convocadas, en especial por Leopoldo López, son
una apuesta por unir al sector de la oposición en torno a las vías de
hecho y a la idea de reeditar el experimento de un golpe de Estado,
como el que sucedió en abril del 2002. En ningún caso se trata de un
movimiento nacional o multitudinario, no porque la oposición no sea
un sector de población importante en Venezuela, sino porque no
todos los sectores de oposición se recogen en las protestas.
Los recientes hechos violentos en Venezuela han sorprendido a la
opinión pública y han sido interpretados por los medios nacionales
como un estallido social que se está gestando contra el gobierno. Sin
embargo, una mirada al contexto venezolano de los últimos meses
puede asegurar una perspectiva más holística de los acontecimientos.
Es perfectamente plausible entender las protestas que han surgido en
Venezuela como una maniobra política interna del sector radical de la
oposición. En meses atrás, con ocasión de las elecciones
presidenciales de Venezuela, habíamos dicho que Capriles iba a tomar
una vía institucional para hacer política a mediano plazo. Un discurso
negativo y destructor hacia el gobierno sólo puede tener acogida en
las clases medias altas y altas de la sociedad venezolana que ven en
la palabra “Cubanización” la presencia del mismo demonio. De hecho,
el éxito de la campaña de Capriles estuvo en apropiarse
discursivamente de ciertos símbolos tradiciones y propuestas del
chavismo, en disputar el papel de presidente post-Chávez junto con
Maduro, que cayó infantilmente en el juego; no en tener el discurso
2. clásico de oposición que confronta el socialismo y la revolución
cubana.
Esta hipótesis se confirmó plenamente con las elecciones municipales
en las que Capriles promovía un plebiscito acerca de la continuidad
del gobierno cayendo en el clásico discurso de confrontación anticomunista. Aunque la oposición ganó alcaldías en plazas importantes,
en número de votos la diferencia fue casi de diez puntos por debajo
del oficialismo. La razón es que un discurso agresivo contra el
gobierno que diga que Venezuela se está transformando en Cuba o
que el país va directo al abismo del comunismo sólo es aceptado con
vehemencia por un sector minoritario de la sociedad. Esto lo
entendieron algunos sectores del tradicional partido COPEI, que milita
en la Mesa de la Unidad Democrática, cuando después de las
elecciones de diciembre llamaron fuertemente la atención al propio
Capriles abrazando la idea de un cambio en el discurso combativo por
uno más conciliador para poder obtener votos de los sectores
chavistas.
La actitud de Capriles cambió radicalmente después de las elecciones,
hasta el punto de que fue a la reunión de gobernadores de oposición
que Maduro convocó a comienzos de este año para discutir el
problema de la inseguridad. Esta nueva actitud, en la que Capriles
explícitamente acepta las vías institucionales y propone un diálogo
nacional para afrontar los problemas del país, le ha costado
permanentes peleas y rencillas con otro sector de la oposición,
coordinado por María Corina Machado y Leopoldo López. En una
entrevista en el canal privado Televen, de tendencia opositora,
Capriles acepta entre risas que hay cuchillo entre los mismos sectores
de la MUD haciendo una referencia a las peleas con Machado y López.
A partir de esta distancia con la vía institucional adoptada por
Capriles, Machado y López comienzan un trabajo de agitación en el
movimiento estudiantil de oposición venezolano, haciendo llamados a
“articulación de métodos no pacíficos” y promoviendo “la salida del
gobierno de Maduro”, aprovechando la inconformidad que suscitó
entre estudiantes de la Universidad de los Andes en Táchira la
detención de estudiantes por participar en disturbios y destrozos en
las semanas pasadas. La razón de López para hacer todo esto es más
que obvia: se trata de mostrar que sus vías directas y de hecho son
más efectivas que la opción institucional y conciliadora mostrada por
Capriles en las últimas semanas.
3. La distancia entre ambos sectores se selló cuando durante los
disturbios y después de ellos Capriles mostró su rechazo a las
manifestaciones diciendo a los estudiantes que “no se dejen dirigir
por sus extremos”, es decir, por López y Machado.
En este sentido, lo primero que hay que decir de las protestas
venezolanas es que han sido sobredimensionadas por los medios.
Primero, robaron una imagen de una multitudinaria procesión de la
Virgen en el Táchira para hacer creer a la opinión pública
internacional que se trataba de una marcha concurrida. Robaron
también imágenes de represión en Chile, de marchas antiguas en
Venezuela e incluso pusieron fotos de heridos chavistas en la red
social Twitter para denunciar la represión del gobierno. Los medios de
comunicación, nacionales e internacionales, han sido víctimas de la
inmediatez y de la rapidez del twitter y han publicado fotos falsas, lo
cual antes que culpar a los medios de malintencionados debe abrir el
debate sobre la inmediatez y el tipo de información que necesita una
democracia. En segundo lugar, se trata de una marcha que no apoya
toda la oposición en su totalidad.
Antes que nada, las manifestaciones convocadas, en especial por
Leopoldo López, son una apuesta por unir al sector de la oposición en
torno a las vías de hecho y a la idea de reeditar el experimento de un
golpe de Estado, como el que sucedió en abril del 2002. En ningún
caso se trata de un movimiento nacional o multitudinario, no porque
la oposición no sea un sector de población importante en Venezuela,
sino porque no todos los sectores de oposición se recogen en las
protestas. Los medios han confundido el deseo de Leopoldo López con
la realidad venezolana.
Sin embargo, si las protestas no se deben sobredimensionar tampoco
se deben ignorar. Quizá se trata del último cartucho de la vida
política de Leopoldo López que por sus declaraciones irresponsables
dio la oportunidad perfecta para que la justicia venezolana le impute
cargos de incitación a delinquir, destrucción de propiedad pública,
incendios en edificios públicos, etc. Después de este episodio es muy
posible que López termine exiliado en Miami o en nuestro país, como
se rumora y, al mismo tiempo, ha sido desmentido por algunos
miembros de la cúpula de Voluntad Popular. Por esta razón, por ser
su último cartucho, es que López tratará de dirigir a quienes
participan en los disturbios a ir hasta las últimas consecuencias para
poder sacar la mejor tajada. El mejor escenario es un derrocamiento
del gobierno de Maduro, lo cual es poco probable, pues ni siquiera
4. toda la oposición lo apoya. Lo que sí puede pasar es que la confusión
y los sesgos de los medios internacionales y nacionales de Venezuela
ayuden a formar la idea en la opinión pública de que estamos frente a
un gobierno monstruoso que asesina manifestantes. Todo ello puede
justificar una intervención contra Venezuela en el mediano o largo
plazo si se dan las condiciones.
En este último aspecto parece que el último cartucho de López ha
sido bien utilizado. Algunos titulares de prensa hablan de “tres
opositores muertos” en la marcha. Ha circulado también un video en
internet en donde Bassil Dacosta, que es un estudiante opositor, cae
asesinado, del cual es muy difícil dudar de su autenticidad, contrario
a lo que sucede con las fotos.
Al respecto, debemos tener una mirada más amplía que permite
contextualizar mejor los hechos y prevenir juicios apresurados como
los que hace tanto la oposición como el chavismo. No se trata de una
mirada neutral ni objetiva, sino de una interpretación que propone
una forma de entender los acontecimientos. En primer lugar, no es
cierto que haya tres opositores muertos en la marcha. Hay un
chavista asesinado, quien era un reconocido líder del barrio 23 de
enero en Caracas, llamado Juan Montoya, amigo personal del
presidente Maduro. Al parecer, según el informe de balística, el
chavista pudo haber sido asesinado con la misma arma que Bassil
Dacosta. Un segundo joven fue asesinado en las horas de la noche,
después de que los disturbios habían disminuido en la zona oriental
de Chacao por motociclistas, también en Caracas.
En segundo lugar, hay un antecedente de crucial importancia que
debe tenerse en cuenta para mirar los hechos actuales. Se trata del
golpe de Estado en abril del 2002, en donde hubo alrededor de 19
muertos repartidos entre chavistas y opositores. El 11 de abril de ese
año, en el marco del paro patronal, la oposición convocó a una
marcha que tenía como destino la sede de PDVSA en el oriente de la
capital venezolana. El mismo día estaba programada una
concentración chavista en los alrededores del palacio presidencial de
Miraflores como forma de apoyo al gobierno.
Las marchas estaban planificadas y permitidas a una distancia de al
menos 11 kilómetros para evitar cualquier confrontación, pero los
dirigentes opositores decidieron alrededor del mediodía dirigir a los
manifestantes hacia Miraflores, en donde estaba la concentración
chavista. Cuando las marchas estaban a punto de encontrarse,
5. unidades blindadas de la Policía Metropolitana de Caracas
comenzaron a disparar a los manifestantes chavistas concentrados
cerca de Miraflores. Cayeron tres manifestantes y los medios privados
venezolanos interpretaban las muertes como desmayos por el calor.
Luego francotiradores atacaron la concentración de la oposición y hay
imágenes que prueban también la participación de la policía
metropolitana que, dado que Venezuela es un país federal, no
depende del gobierno central. Finalmente, después de las 4 pm del
día 11 de abril, los francotiradores ubicados en los edificios laterales
al “puente Llaguno” arremetieron de nuevo contra los manifestantes
chavistas.
Es fácil darse cuenta que el haber disparado a ambas manifestaciones
buscaba generar caos y confusión para aumentar el nivel de la
confrontación entre las dos marchas. Todo el escenario del 11 de abril
se complica aún más si tenemos en cuenta el testimonio de Otto
Neustald, quien fue corresponsal de CNN en Caracas en la fecha del
golpe de Estado. Neustald asegura que los militares golpistas, antes
de dar la declaración en donde llamaban a la insurrección de las
fuerzas armadas y policiales, ensayaron en tempranas horas de la
tarde un guion en el que aseguran que hay varios muertos a manos
de francotiradores en las manifestaciones. Aunque Neustald es
ambiguo en su testimonio y asegura que el gobierno venezolano lo
utilizó políticamente, admite que él estuvo reunido con los militares
dos horas antes de que comenzara la alocución de Chávez (3:45,
pues Chávez comienza su alocución diciendo que “falta, según mi
reloj, un cuarto para las cuatro”), es decir, a la 1:45 pm. El primer
muerto por francotirador se registra después de las 3:30 pm, según
la hora de un transeúnte que recoge el cadáver y es grabado por una
cámara, que recoge el documental “Puente Llaguno: claves de una
Masacre1”. Aunque el periodista no culpa a los militares insurrectos
de las muertes del 11 de abril, y mantiene su postura opositora de
culpar al gobierno porque era responsable de impedir el golpe de
Estado (…), la pregunta de por qué los militares insurrectos sabían
que iban a existir muertos y el modo en que iban a ser asesinados,
sigue quedando sobre la mesa. También asegura –y de esto no se
arrepiente en una rueda de prensa posterior que ofrece denunciando
al gobierno venezolano- que el día 10 en la noche le avisaron los
hechos del golpe de Estado con antelación y le solicitaron cubrir la
noticia. Así se expresó el periodista:
6. “El día 10 en la noche me llaman por teléfono y me dicen Otto,
mañana 11 viene un video de Chávez, la marcha se va hacia el
palacio de Miraflores, va a haber unos muertos y aparecen 20
militares de alto rango pronunciándose en contra del gobierno de
Chávez y pidiéndole la renuncia al presidente. Esto me lo dicen el día
10 en la noche".
El día 11 de abril, el periódico El Nacional saca una edición especial
en donde reluce el titular “la batalla final será en Miraflores” cuando
apenas la marcha opositora estaba en curso hacia el centro de la
ciudad. Parece que los militares golpistas y cierta prensa privada
conocían de antemano los hechos. Al menos, lo de los militares no es
descabellado pensarlo, pues si iban a declarar la insurrección debían
tener a su mando unidades militares y policiales dispuestas a
arremeter contra ambas manifestaciones para crear el caos; por lo
menos dispuestas a desobedecer las órdenes el gobierno central.
Algunos periodistas afines con el proceso revolucionario en Venezuela
han declarado que lo que está aconteciendo en estos días no es otra
cosa que el mismo guion de abril del 2002. La coincidencia con
ciertos hechos del 2002 hace pensar que esa idea es cierta, sin
embargo es un juicio apresurado. Hay coincidencias pues el escenario
es el encuentro de dos marchas, de oposición y de gobierno, que
celebran el “día de la juventud”. Otra coincidencia es que hay
muertos de ambos bandos. Sin embargo, decir que se trata del
mismo guión es apresurado porque no cabe esperar un golpe de
Estado en lo inmediato. Hay similitudes en que el gobierno
venezolano ha tenido siempre problemas en controlar a la policía y en
este aspecto las relaciones con el cuerpo policial no son las mejores.
No es casual, entonces, que hayan sido unidades de la policía las que
dispararon contra manifestantes de ambos bandos en el 2002.
En el video que registra la muerte de Bassil Dacosta2 con dos
cámaras sincronizadas se muestra a unidades enchaquetadas de
negro, con cascos negros, de las cuales es difícil reconocer su
pertenencia, que disparan contra los manifestantes que corren. Estas
unidades recuerdan los motorizados que en las manifestaciones
opositoras del 15 de abril fueron a barrios chavistas en el Estado
Miranda (a cargo de Capriles) y asesinaron al carpintero, militante del
PSUV, José Luis Ponce y a Johny Pacheco, además de otros 11
muertos, entre quienes se encontraba una niña de 12 años que
celebraba junto a su familia la victoria de Maduro y fue atropellada y
espichada –junto a dos personas- por una camioneta de procedencia
7. desconocida, en Maracaibo. En esa época se denunció que la policía
de Miranda no atendió a las llamadas telefónicas que denunciaban la
presencia de motociclistas armados.
Un testigo in situ de la marcha del 12 de febrero asegura que no
pudo reconocer si quienes disparaban y asesinaron a Dacosta eran
policías, militares o miembros del servicio de inteligencia bolivariano.
La culpa de las muertes, según la oposición, debe atribuírsele a los
militares, al servicio de inteligencia o a los chavistas civiles que van
armados. Cada opositor tiene su propia versión por lo que es difícil
asegurar a través de las imágenes existentes el culpable del
asesinato. Por otra parte, la composición de las bandas que
cometieron los asesinatos a chavistas el 15 de abril, es inexacta e
indeterminada por lo que culpar a “las bandas”, como lo hacen los
chavistas, sin saber quiénes son en concreto es lo mismo que no
decir nada. Aunque los chavistas dicen que se trata de bandas
fascistas (lo cual es cierto), es algo demasiado obvio y por ello es
insuficiente pues no ayuda a esclarecer su procedencia, financiación,
estructuras, etc. En ningún caso hay un culpable concreto e
identificado.
Si los culpables son unidades militares o policiales desobedientes, tal
y como parece haber sucedido en abril del 2002 donde quienes
dispararon estaban a cargo de altos cargos militares y policiales
golpistas, no se debe expugnar al gobierno venezolano de toda culpa.
La opinión chavista dominante que culpa a Leopoldo López, gracias a
sus declaraciones que incitan irresponsablemente a la violencia,
aunque sea comprensible y tenga sustento en los antecedentes en el
golpe del 2002, no es la mejor forma de afrontar el problema. Incluso
si el escenario es, como el mismo Maduro lo denunció, el de un golpe
de Estado en germen en una tendencia a mediano plazo, el gobierno
debe investigar a sus propias unidades y hacer las sanciones
pertinentes, ya que los Estados son también culpables por omisión.
Aunque el ministerio público venezolano ya inició las investigaciones
y dice tener indicios para identificar a algunos sujetos armados
durante las protestas y a algunos motociclistas que dispararon en
horas de la tarde y la noche, la opinión chavista debe tener la altura
de no conformarse con una aprehensión a López que, por ahora,
parece inminente. Todo ello debe tenerse en cuenta si se es
consciente del escenario de inseguridad que padece Venezuela en
donde se han evidenciado alianzas entre bandas criminales que se
dedican a la delincuencia ordinaria y algunos sectores de la policía.