1. “Año del Bicentenario del Perú: 200 años de Independencia”.
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA
TEMA : CONDUCTA NORMAL Y ANORMAL
DOCENTE : CAMPANA CRUZADO FREY ANTONIO
CICLO : VI
CURSO : PSICOLOGÍA CLINICA
ALUMNO : AGUILAR NORABUENA, David
HUARAZ – 2021
2. INTRODUCCION
Los conceptos de normalidad y anormalidad psicológica han sido muy polémicos, el
término normalidad puede relacionarse con salud ,cuando el comportamiento está dentro
de los límites normales y cuando no se observa psicopatología (ausencia de signos y
síntomas), por lo tanto hay un estado funcional razonable, con bienestar subjetivo, cuando
el propio individuo hace una valoración positiva sobre su estado de salud, con adaptación,
entendida como la acción recíproca entre el individuo y el medio en el que vive este, entre
otros; por su parte la anormalidad se corresponde con aspectos tales como, sufrimiento,
desadaptación, como la incapacidad de responder eficazmente a una situación nueva o a
un conflicto, el individuo desadaptado es incapaz de enfrentarse a las tensiones de la vida
en sociedad y a sus exigencias psíquicas y físicas, con irracionalidad, en cuanto a que los
comportamientos incomprensibles (sin significado racional) tienden a considerarse
anormales, con pérdida de control, ya que suele esperarse que las personas se controlen a
sí mismas y que su comportamiento sea predecible, con incomodidad para el observador
e incluso con violación de las normas morales.
Frente a este tema es preciso cuestionarse, si hay una línea que divide a la normalidad de
la anormalidad ¿cómo se puede saber el momento en que se ha cruzado?, muchas personas
con problemas mentales serios, pueden funcionar adecuadamente en algunos aspectos de
su vida, otros que se consideran normales presentan conductas desadaptativas que son
molestas para otros, ¿Cómo deben actuar los servicios de salud y más concretamente los
profesionales de la salud mental ante esto? Aunque no es sencillo determinar que es
normal y anormal, parte del trabajo de los psicólogos clínicos se basa en la convicción de
que las personas pueden cambiar su conducta, pensamientos y emociones, para mejorarse
a sí mismas y su calidad de vida, buscando así un estado de bienestar asociado a la
“normalidad”, mediante diversos métodos. Compas y Gotlib (2003) plantean que los
psicólogos clínicos, entonces, participan en la intervención, siempre que haya la intención
de tratar de producir un cambio en la vida de otros, tratando de combatir esa concepción
de anormalidad que puede estar presente en muchos ámbitos. Para esto se utilizan varios
tipos o niveles de intervención diferentes que tienen una gama muy amplia de metas y
adoptan diversas formas, según se requiera. Sánchez Escobedo, P. A. (2008).
3. LA CONDUCTA ANORMAL
Las formas extremas de conducta anormal se pueden reconocer fácilmente, pero la línea
de demarcación precisa entre lo normal y lo que no lo es resulta mucho menos clara. •
Las definiciones psicológicas de la conducta anormal resaltan la utilidad real de la
conducta – si la conducta causa un malestar significativo o impide alcanzar metas
importantes, o desarrollar relaciones significativas, entonces se considera disfuncional o
merecedora de tratamiento-. Esta orientación tiene dificultades para abordar a aquellas
personas que carecen de conciencia de sus problemas.
LA CONDUCTA NORMAL
Lo normal es aquello que se considera natural, que fluye y ocurre espontáneamente y por
esta razón simplemente es aceptado, es lo común, lo que no afecta ni molesta a la propia
persona ni a los demás, por esta razón nadie parece preocuparse ni inquietarse por eso
llamado normalidad, tanto así, que la normalidad se juzga a partir de lo anormal, o en
otras palabras de lo patológico, esto ocurre en muchos planos, pero más a nivel
psicológico. La psicología clínica se ha ocupado de la conducta anormal, se observa, se
diagnostica, se trata y se estudia lo que se observa o se siente inapropiado, las emociones
disruptivas, lo inusual o lo enfermo tanto a nivel individual como a nivel grupal o
poblacional, pero, esto demuestra cómo se ha descuidado al hombre normal, la actividad
normal, lo que la gente es o siente en condiciones normales y esto representa un gran
vacío para entender al individuo en su totalidad.
Se han propuesto varios criterios de normalidad. Ardila (1993) propone tres diferentes:
1. Estadístico: es la persona que se comporta como los demás de su grupo de referencia.
Este significado se usa primordialmente en la psicometrfa y la clínica.
2. Teleológico: es el que sigue los ideales de su cultura y
3. Clinico: es el que se siente bien consigo mismo y con los demás. En este trabajo hemos
diferenciado siete criterios de normalidad, algunos de ellos análogos a los mencionados
por Ardila y otros autores.
Existen tres formas de utilizar los términos normal-anormal que serán excluidos pero que
es necesario mencionar por su uso frecuente. Dos de ellos están cargados de contenido
4. emocional. En un caso, si de alguien con quien se tiene una buena relación, otra persona
lo critica, se suele decir: "pero si es una persona normal"; si se lo quiere descalificar, se
dice "es un anormal". El segundo caso es el criterio clínico mencionado por Ardila, en el
cual nosotros nos calificamos de "normales" cuando nos sentimos bien. El primer criterio
equivale a una asignación de valor emocional de aprobación o rechazo de una acción o
persona. El segundo criterio es eminentemente subjetivo. Ambos carecen de un valor
informativo objetivo, aunque es importante tenerlos en cuenta como información de valor
que dan los sujetos que la emiten.
Esqueda (2006) describe cuatro aspectos para entender la normalidad: la frecuencia, la
conducta desviada, la conducta inadaptada y la desorganización psicológica.
La frecuencia es la definición estadística de la normalidad, es lo regular, lo que hace,
siente o dice el promedio, pero esta definición tiene dos deficiencias: una es que esta
visión se encuentra ligada a porcentajes, en el sentido de que es imposible determinar con
exactitud la cantidad de personas verdaderamente libres de problemas y alteraciones
psicológicas, esas cifras hacen lo infrecuente muy frecuente; la otra deficiencia se refiere
a las personas que son excepcionales, es decir, muchas personas con talento, con genio,
no pertenecen al promedio y no por ello dejan de ser personas absolutamente normales,
es decir ser excepcional y ser normal no son cosas distintas.
La Conducta desviada quizá no se encuentra en la conducta que se observa sino en la
propia persona, cualquier situación que le incomoda o produce desagrado; ello ocurre
cuando, los que forman parte de la mayoría observan a otro individuo que va en contra de
Normalidad y anormalidad psíquica.
Para determinar la relativa normalidad de una conducta o comportamiento la
psicopatología se vale de una serie de criterios evaluativos. Hay dos series de criterios,
los generales y los específicos. Independientemente de que sea general o específico todos
los criterios a usar deben de reunir tres condiciones:
- Que los signos sean fácilmente observables por la persona promedio, que las primeras
personas que detectan la anormalidad de una conducta son el entorno familiar del enfermo
y el propio enfermo.
5. - Que la continuidad de la conducta normal / anormal requiere que los criterios sean
aplicables a todos los grados de funcionamiento perturbado.
- Los criterios deben de ser no culturales ya que las características esenciales de la
conducta son iguales en todas las culturas.
Modelos que abordan la Normalidad y la Anormalidad
En la actualidad se dice que el comportamiento normal incluye acciones socialmente
aceptables. Por tanto, el comportamiento anormal es sinónimo de comportamiento
socialmente inaceptable. Sin embargo, esto no es tan claro cuando se supone que lo que
es aprobado por una cultura, sociedad, clase social o grupo puede considerarse anormal
en otro contexto social. Por ejemplo, el musulmán promedio puede tener más de una
esposa; el esquimal promedio puede invitar a su esposa a ser la compañera nocturna de
sus anfitriones; los hindúes comunes no comen carne de res, etc. Por lo tanto, la
evaluación del comportamiento de un individuo como normal o anormal depende de las
normas de la cultura a la que pertenece.
Sin embargo, en una sociedad dada, la definición de lo normal se obtiene comparando el
comportamiento observado con los criterios establecidos. Entonces, nuestra pregunta
inicial se convierte en esta: ¿Normal para qué criterios?
Para responder a esta pregunta, se presentarán varios modelos para presentar algunas
consideraciones sobre lo que es normal y anormal. El término modelo indica que se está
estableciendo una analogía, es decir, en un modelo se intenta aplicar conceptos de un
dominio a otro, asumiendo que el nuevo dominio es similar al existente. Conocer y
comprender mejor estudiándolo. Por aquí. Estos modelos también pueden establecerse
como criterios, en el sentido de una referencia a la que algo debe ajustarse.
Para Nathan y Harris (1975), el proceso de formación de cualquier modelo implica los
siguientes pasos:
1. Formar hipótesis sobre una amplia gama de modelos, utilizando información ya
disponible sobre el punto de partida de los argumentos de trabajo.
2. Haga predicciones basadas en cada uno de sus modelos.
6. 3. Recopile datos adicionales (principalmente de observaciones y mediciones) y compare
sus predicciones con esos datos. Trate de recopilar suficiente información para poder
aceptar o rechazar los supuestos que implica cada modelo diferente y finalmente.
Compare los modelos y elija uno.
Los modelos se ajustan, modifican y reemplazan tantas veces como lo requieran los datos,
hasta obtener un modelo final que brinde las mejores explicaciones y predicciones para
sus argumentos.
Cuando se trabaja con objetos complejos, como personas, a menudo se crean muchos
modelos diferentes, por lo que es útil intentar comprenderlos. A continuación, veremos
los seis modelos más utilizados para determinar la normalidad y la anomalía.
1. Modelo Sociocultural
Los antropólogos suelen recordar a la psicología y a otras disciplinas que la
normalidad y anormalidad son más bien conceptos relativos que absolutos. Las
experiencias provenientes de la Antropología nos han convencido de que
diferentes culturas definen la normalidad con criterios muy distintos. La
antropóloga Ruth Benedict, (1934) investigadora norteamericana de la relatividad
cultural, indica que algunas conductas que son consideradas como normales en
nuestra sociedad, son consideradas como anormales en otras, y viceversa.
Este modelo es muy empleado por la gente común ya que las normas sociales o
culturales constituyen uno de los criterios más ampliamente utilizados para juzgar
la normalidad y anormalidad. En este criterio, la normalidad se evalúa en forma
relativista, es decir en función de culturas y subculturas. Las normas sociales,
explícitas o implícitas, orientan la conducta de acuerdo con diversos conjuntos de
expectativas y obligaciones. Gran parte del proceso de socialización implica la
transmisión de normas culturales.
2. Modelo Legal
El modelo legal es una pauta de normalidad mucho más restringida y concreta que
el criterio sociocultural. Jueces y jurados se enfrentan una y otra vez con el
problema de decidir si una persona es o no insana de acuerdo a la ley. Antes de
1843 no existía una definición legal de enfermedad mental que fuera aceptada
ampliamente. Los criminales cuyos actos podían haber estado influenciados por
7. trastornos mentales, eran juzgados de acuerdo con los modelos individuales de
enfermedad mental que proporcionaban el juez y el jurado a la Corte.
En 1803, un inglés llamado M'Naghten, identificado como un hombre claramente
desequilibrado, cometió un brutal asesinato. Fue absuelto de su "locura" y el
Congreso pidió a los jueces que propusieran una definición legal de locura para
que los jueces puedan estandarizar sus criterios en estos casos. Las reglas
derivadas de este proceso se conocen como las Reglas M'Naghten y continúan
siendo la principal prueba legal para las enfermedades mentales en todo el mundo.
Afirman, en esencia, que "el imputado no puede ser considerado enfermo, en la
medida en que elude su responsabilidad por su delito, a menos que haya actuado
por incumplimiento". descuidó la naturaleza y la calidad de la acción, o si lo sabe,
pero no sabe que lo que está haciendo está mal”
Dado que esta definición solo describe el estado mental de las personas con
trastornos graves, los jueces a menudo aplican las reglas de M'Naghten de manera
tolerante e inconsistente. Como resultado, varios estados de América del Norte
han desarrollado sus propias reglas. El más influyente de ellos fue la decisión de
Durham. En 1954, la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos para el Distrito
de Columbia, presidida por el juez David Bazelon, escribió la decisión de
Durham: “Concluimos que una prueba (relacionada con la salud mental) tiene más
criterios que deberían adoptarse. Esto significa que el acusado no es responsable
de su delito si la mala conducta es producto de una enfermedad o trastorno mental.
3. Modelo estadístico
En este modelo, el comportamiento normal se define como "lo que hacen los
demás", que está directamente relacionado con criterios socioculturales, pero la
diferencia clave es que las estadísticas lo representan como números. Los aspectos
del comportamiento humano se presentan distribuidos normalmente. Esta
distribución fue sugerida por un matemático llamado Quetelet (Papalia y
Wendkos Olds, 1988, p. 680), quien observó que muchas medidas de las personas
se agrupan de acuerdo a un patrón ordenado. La distribución normal es una curva
simétrica con forma de campana; su mitad izquierda es el reflejo en espejo de su
8. mitad derecha. En esta distribución, las medidas de tendencia central: media,
moda y mediana, se localizan en el mismo punto, en el centro exacto de la curva.
La curva normal coloca a la mayoría de las personas en el medio y muy pocas en
las extremidades. Según los modelos estadísticos, la suposición de que una
persona es normal implica que no se desvía del promedio en un rasgo o patrón de
comportamiento en particular. En otras palabras, para decidir qué tan normal y
anormal es una persona, simplemente evalúe el rasgo en cuestión y determine la
posición de la persona en la curva de distribución. La unidad de medida
convencional utilizada para describir la dispersión de individuos por encima o por
debajo de la media es la desviación estándar. Las pruebas de inteligencia o CI
utilizan este criterio.
4. Modelo Ideal
El término ideal sugiere rasgos de comportamiento que están algo más allá de la
experiencia inmediata, pero que están incluidos en la categoría potencial de una
persona. Evidentemente, el conjunto de criterios propuestos por una persona no
puede ser completo, completo y aceptable (Dana, 1966).
Las primeras visiones conocidas de normalidad, desde este prisma, se encuentran
en el Antiguo Testamento, donde los Diez Mandamientos proporcionan una
descripción completa del comportamiento ideal. Los judíos que no guardaban los
mandamientos fueron castigados. Uno de los castigos es la enfermedad mental:
"El Señor los castigará con locura, ceguera y locura de corazón" (Dt 28,28). El
rey Saúl, quien desobedeció las órdenes militares específicas de Dios, sufrió
episodios periódicos de depresión durante toda su vida que la Biblia llama "un
espíritu maligno enviado por Dios" (Nathan y Harris, 1975).
5. Modelo Clínico
Así como el modelo legal es una forma particular y limitada del modelo
sociocultural, el modelo clínico está vinculado al modelo ideal. Si el criterio
clínico se define como un continuo en el que encontramos dos extremos, salud
mental y normalidad, por un lado, patología y anomalía por otro lado, entonces la
primera pareja representa para el caso particular el ajuste absoluto ideal para cada
individuo, pero sujeto a variaciones individuales. La salud mental requiere una
9. integración óptima del individuo en su sociedad. La personalidad sana o
adaptativa, aunque basada en criterios idealistas, incluye los recursos personales
y las necesidades de las circunstancias sociales. En el segundo par encontramos
la desviación que hay que corregir y ahora partimos del modelo utilizado para el
diagnóstico psiquiátrico y psicológico, donde la nomenclatura más utilizada
corresponde al DSM IV. Por tanto, el criterio de relevancia clínica tiene dos
aspectos distintos con un énfasis formal en la nomenclatura. Esto no quiere decir
que la clasificación diagnóstica formal sea tan importante como la evaluación
individual de la salud mental. El médico tiene una doble responsabilidad:
a) Clasificar a los pacientes por la presencia de un trastorno mental, y
b) Determinar los niveles de personalidad actuales en función de criterios de salud
mental. El aspecto más importante de la tarea clínica es delimitar las áreas en las
que el individuo se acerca al criterio ideal, según el cual debe establecer los límites
de su potencial. Esta evaluación proporciona la base para un programa terapéutico
diseñado para utilizar y aprovechar al máximo los recursos de personalidad
disponibles (Dana, 1966).
6. Modelo Médico
El estudio de los comportamientos normales y anormales que son históricamente
relevantes para la medicina. El supuesto subyacente del modelo médico es que el
comportamiento anormal se puede comparar con una enfermedad. La enfermedad
se puede identificar sobre la base de dos premisas:
a) la presencia de un conjunto específico de síntomas o síndromes; y
b) el síndrome tiene un agente causal o una etiología específicos.
En el concepto general de qué es una enfermedad, existen tres tipos diferentes.
Dependiendo de su causa, una enfermedad puede ser
1) Contagiosa: un microorganismo como un germen o virus que ataca un órgano
o sistema de órganos, resfriados, neumonía y hepatitis son ejemplos.
2) Sistémica: representa una disfunción que no se debe a una infección. Un órgano
enfermo, probablemente debido a un defecto genético.
10. El ejemplo clásico de este tipo de enfermedad es la diabetes, que es causada por
la disfunción de las células pancreáticas responsables de la secreción de insulina;
y
3) trauma: causado por factores externos y ambientales. La ingestión de veneno
o una pierna rota son ejemplos de este tipo de enfermedad. Cada una de estas tres
enfermedades se ha aplicado al comportamiento anormal (Davison y Neale,
1974).
11. CONCLUSIONES:
Las normas estadísticas y sociales, afirman que la conducta estadísticamente
poco frecuente se considera anormal. La conducta que se desvía de lo típico
en un cierto contexto social se considera anormal, pese a que este enfoque
tiene en cuenta el entorno de la persona, es dependiente de las actitudes
morales y sociales dominantes.
Desde el punto de vista estadístico o normativo se considera anormal cualquier
conducta o actividad mental que se desvía de la norma cultural o del promedio.
Subjetivamente hablando, se considera anormal o psicopatológico los
fenómenos que causan dolor o sufrimiento y que inducen a la persona a buscar
ayuda.
Teóricamente se considera anormal cualquier desviación de los conceptos
teóricos de funcionamiento normal e indica enfermedad psiquiátrica.
Las manifestaciones clínicas de la conducta anormal son a un tiempo, el
resultado de la interacción compleja de fuerzas biológicas, psicológicas y
socioculturales, y la expresión de un fallo en el proceso de adaptación. Dan
como consecuencia alteraciones de las distintas funciones psíquicas.
12. BIBLIOGRAFÍA
Ardila (1995). El problema de la conducta normal. Revista Latinoamericana de
Psicología, 27(1), 103-112.
Danna S. (1966). Psicopatología: psicología anormal: el problema de la conducta
inadaptada. Pearson Educación.
Esqueda A. (2006). Personalidad, desarrollo y conducta anormal. Papeles del
psicólogo, 29(3), 316-322.
Davison, G. C., Neale, J. M., & Hindman, D. (1996). Abnormal psychology
(p. 710). New York: Wiley.