Presentación realizada por el Doctor Víctor Ríos Ojeda, Investigador de la Facultad de Ciencias, Tecnologías y Artes en la Jornada de la Investigación 2015
FCTA-UNP: Nosotros y Ellos, Ensayo sobre las categorías de exclusión
1.
2. En la misma corriente liberal de Gaitán y Alfonsín se lo puede
ubicar al Dr. Domingo Laíno en Paraguay, un liberal de
pensamiento progresista que lideró la resistencia a la
dictadura de Stroessner en las últimas décadas de la misma,
habiendo sido, tras la caída de la dictadura, tres veces
candidato a Presidente de la República.
Tanto Gaitán como Laíno pagaron un costo muy alto por
asumir posturas liberales en países exageradamente
conservadores como Colombia y Paraguay, el primero pagó
con su vida en 1.948 lo que desembocó en el bogotazo y
generó el comienzo de una guerra civil que continúa hasta
nuestros días y, en el caso de Laíno, tuvo que soportar las
campañas más virulentas de los sectores conservadores a
través de medios masivos de comunicación, que fueron
minando el apabullante apoyo popular de que gozaba y que
lograron destruir su liderazgo político, hasta el punto de haber
sido expulsado del Partido Liberal Radical Auténtico, del cual
ha sido fundador en plena dictadura de Alfredo Stroessner.-
3. El liberalismo cuenta con abundantes herramientas
teóricas y prácticas para vehiculizar los proyectos con
perfiles autonómicos en América Latina, teniendo en
cuenta que, desde su génesis, el liberalismo ha sido un
proyecto revolucionario y emancipador y, sus principios
básicos como el respeto a la soberanía del pueblo, a los
derechos humanos, a la libertad individual, mercado sin
posiciones monopólicas ni oligopólicas, la igualdad, etc,
son contenidos básicos y presentes en todos los
proyectos latinoamericanos.
Rafael Correa, siendo uno de los más conspicuos
políticos e intelectuales del socialismo del siglo XXI, ha
dicho claramente que, actualmente, no se concibe un
sistema económico sin mercado por ejemplo. Es más,
puede afirmarse que el socialismo del siglo XXI, es un
producto sincrético de la mezcla de los principios del
socialismo, del liberalismo y de ideas y pensamientos
propios de corrientes ideológicas y estéticas
marcadamente latinoamericanas, como el
bolivarianismo, el indigenismo, etc.-
4. Tal como ya se afirmó en otra parte de este trabajo, las
grandes líneas de la batalla de ideas de todo el siglo XX
y principios del XXI se definieron a fines del siglo XIX y
principios del XX.
La corriente europeizante, que se apoyó
fundamentalmente, en principio, en el positivismo
cientificista, puede adjudicarse la victoria, si se toma
como referencia el ejercicio del poder y la hegemonía
de su ideología durante todo el siglo XX en América
Latina y el Paraguay, sea este ejercicio del poder
político en su forma democrática o autoritaria.
En el ámbito económico, el positivismo, identificado con
el economicismo conservador o neoliberal, tuvo mucho
menos dificultades para imponerse, ya que tuvo la virtud
de generar el convencimiento de que sus principios y
dogmas eran naturales, indiscutibles, únicos, válidos y
cualquier alternativa a los mismos era considerada
5. Parece evidente que, al no existir en nuestros países una
burguesía suficientemente consolidada y autónoma como
para liderar y articular los procesos de desarrollo nacionales
y regional, resulta imprescindible un fuerte protagonismo
público o estatal para motorizar dichos procesos.
Pero el Estado que deberá impulsar el desarrollo no es
cualquier Estado, sino uno democrático, dinámico, que sea
expresión política y cultural de las mayorías y no de una
burguesía minoritaria, conservadora y subalternizada a
culturas e intereses extraregionales.
Nuestras burguesías son agentes sometidos, dependientes
económica e intelectualmente de las burguesías de los
países centrales, es decir, son funcionales al desarrollo de
estos países, cuyas burguesías operan y se expanden en el
marco de proyectos de desarrollo de sus respectivos países
y regiones, siempre bajo el paraguas de sus Estados y
entidades Supranacionales, estructurados y movilizados con
este fin.-
6. En principio, no son nuestros Estados los dependientes, son
nuestras burguesías y nuestras élites las que históricamente
estuvieron y están subalternizadas a las élites más poderosas del
mundo y, al haber sido nuestros Estados estructural y
funcionalmente expresiones jurídico-políticas de los intereses y de
las ideas de nuestras élites subalternizadas, también terminan
siendo dependientes, más o menos directamente de los Estados
centrales y de sus organismos supraestatales de naturaleza política
y económico-financiera.
Por lo tanto, no se puede pensar en una verdadera soberanía
política o económica sin un sustento cultural pertinente, es decir,
debemos generar y consolidar una urdimbre simbólico-cultural
propio, que imponga su hegemonía a la cosmovisión eurocéntrica
que se nos presenta como la única legitima por ser científica,
siendo esta, sin embargo, no más que un plexo ideológico-
axiológico naturalizador de las injustas relaciones entre los
llamados países del Primer Mundo y los nuestros.
Esta cosmovisión eurocéntrica se ha convertido en el dogma
sagrado de nuestras élites y las instituciones que las legitiman
como las universidades por ejemplo, las que, en estos tiempos, con
la excusa de la calidad, en su mayoría, se limitan a cumplir
tediosos procedimientos burocráticos-administrativos para
satisfacer indicadores que imponen el mercado y cierta élite
académica pseudo neutral y se olvidan de protagonizar el debate
cultural y crítico necesario para aportar ideas y marcos teóricos
adecuados a las necesidades y objetivos de nuestros pueblos.