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Trabajo interdisciplinario. grangetto, giovanna
1. Instituto de Educación Superior Instituto de Educación Superior
“C A T A L I N A C A V I G L I A de V I S C A”
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E-Mail: catalinacdevisca@hotmail.com
ESPACIO CURRICULAR: Pedagogía
CURSO: Primer año.
CICLO LECTIVO: 2021
PROFESORA: Pezzatti, Fabiana
ESTUDIANTE: Grangetto, Giovanna.
PROFESORADO: Educación Primaria.
FECHA DE ENTREGA: 30 de septiembre.
2. A continuación, se llevará a cabo un texto explicativo en el que se desarrollarán las
relaciones entre la novela histórico-romántica “Mujer y Maestra en un mundo de hombres” de la
autora Viviana Rivero, y algunos aspectos de la pedagogía como el positivismo en la educación,
las políticas educativas, la Ley 1420, la conformación-consolidación del sistema educativo, el
surgimiento del magisterio y los maestros pioneros. Daremos cuenta de los distintos ámbitos que
se presentan en la novela anteriormente mencionada desde el punto de vista pedagógico, para
poder comprender cómo, en la conformación del campo educativo, se entrecruzaron distintas
dimensiones, como lo político, económico, social, cultural.
Se comenzará analizando el primer aspecto mencionado, el positivismo. Éste fue uno de
los movimientos pedagógicos más importantes en la estructuración de la historia, considerado
como toda filosofía que tiene una pretensión científica, materialista y utilitaria, que sólo admite
como válidos los conocimientos que provienen de las Ciencias Empíricas.
Fue un movimiento intelectual amplio, de gran alcance en la segunda mitad del siglo XIX
surgido en Francia por Augusto Comte, que incluía tanto una renovación filosófica como un plan
de regeneración social.
La hegemonía del positivismo coincide con la época en que se promulgaron las leyes de
obligatoriedad escolar, se sentaron las bases de la educación laica y republicana en varios países
europeos y americanos, se reformó la enseñanza media creando las ramas científicas y las de
humanidades modernas, y se extendió el modelo humboldtiano de la universidad como
productora de conocimientos.
El positivismo proponía una reforma social global. Con la Revolución Industrial y la
Revolución Francesa, la idea de que la sociedad progresaba de una forma positiva alentó a la
confección de programas que perfeccionaran y previeran el desarrollo.
En este contexto de cambio social acelerado, el temor a las revoluciones, de constitución
la esfera pública ciudadana y de la ampliación de la dominación occidental sobre el resto del
mundo, el papel de lo educativo, como formación de la conciencia social, paso a un primer plano.
Comte, analiza la cuestión de la enseñanza cuando se refiere a la difusión del positivismo
como programa social. Señala que es necesario erradicar la enseñanza literaria y teológica, que
solo produce ambiciones exorbitadas en el pueblo y que deforma a la elite dirigente. Sostiene
que la única escuela filosófica capaz de organizar a la sociedad, es el positivismo, y que su
enseñanza deberá dirigirse ante todo a las clases proletarias, clase que produce y está en lucha
contra la Naturaleza. Es a ellos a quienes más interesa la enseñanza positiva.
Además, para Comte, orden y progreso, estabilidad y actividad, son las dos condiciones
necesarias tanto para el funcionamiento intelectual como para el social.
En Argentina, el positivismo irrumpe en el año 1870 (dictando profundas consecuencias en
la educación del país) con el movimiento de la Escuela Normal de Paraná fundada por Sarmiento,
3. quien reunió a un grupo de Maestros apasionados por la educación y contaba con el aporte de
maestros norteamericanos.
Pedro Scalabrini, profesor de la Escuela Normal en el año 1872, inicia una difusión de los
principios comtianos y orienta la enseñanza por las bases científicas del positivismo europeo.
Por otro lado, nuestro país necesitaba un orden tras los años de anarquía que siguieron a
la independencia. “Integración hacia adentro” fue el proceso impulsado por el Estado, tendió a
formular y a implementar una gran variedad de políticas tendientes a lograr la estabilidad y el
orden interno. Orden que resultó ser la otra cara del progreso y que trajo una meta, conseguir la
unificación e integración territorial.
Para promover el ingreso de mano de obra y de capitales extranjeros era necesario “tener
la casa en orden” y en “paz”, de esta forma “Paz y Administración” conformaron un lema en el
gobierno de Roca, como es mencionado en la obra literaria de Viviana Rivero “Mujer y Maestra”:
“—Sobre Paz y Administración— La observó para ver si entendía de que hablaba y continuó: —
Que es el lema de nuestro presidente (…).” (Rivero, 2009, Cap.8)
Por otro lado, podemos encontrar que se menciona en varias ocasiones otros aspectos del
positivismo, como lo es el progreso que trajo consigo: “—(…) La instalación de teléfonos ha sido
algo maravilloso y nos ha cambiado la vida (…).
(…) La provincia está cambiando. Es época de progreso. ¿Y Buenos Aires, Manuel, cómo
están las cosas?
—¿Qué le puedo decir? Si bien los porteños todavía se quejan del presidente Roca por
considerarlo “provinciano invasor”, tienen que reconocer que está modernizando la nación. El
país entero está creciendo, se extienden los ferrocarriles, se actualizan las leyes, se abren
escuelas.” (Rivero, 2009, Cap. 8).
Como consecuencia a los grandes cambios que traía el positivismo, en el plano educativo
había que montar un sistema nacional de enseñanza compuesto por niveles diferenciados, según
distintos fines.
Perseguir la homogeneización mediante el desarrollo educativo, implicaba contar con un
sistema de enseñanza uniforme en toda la República.
La creación de un Consejo Nacional de Educación y la sanción de la Ley de Educación
Común, en los años 1881 y 1884, son dos hechos que ponen de manifiesto el surgimiento y
consolidación de un sistema educativo nacional.
Con respecto a la organización legal del aparato educativo, la Ley 1420 o Ley de Educación
Común o Básica, fijaba los lineamientos básicos, en materia de educación elemental. Establecía
la educación primaria común, gratuita, obligatoria, gradual y laica.
Con esta norma, la instrucción religiosa quedó fuera del programa oficial y sólo se la
impartía en calidad de optativa, fuera del horario escolar, y con la previa autorización de los
padres.
4. A este aspecto lo podemos encontrar en la novela cuando se menciona: “El colegio normal,
recientemente inaugurado por el gobierno para formar maestras, que le quitaba preferencia a la
Iglesia católica en la educación, más la ley 1420, que erradicaba por primera vez los contenidos
religiosos de los programas escolares, tenía a los cordobeses divididos a muerte (…)”. (Rivero,
2009, Cap,1).
Además, en la obra literaria podemos darnos cuenta, a causa de la eliminación de los
contenidos religiosos, la gran disputa con las personas católicas y las laicas: “(…) -Pero la
oposición de la Iglesia nos perjudica mucho.
-Sé que Doña Teresa García está llevando una verdadera guerra santa contra el normal.
La veo todos los días… Cuando cae la tarde, se para frente al establecimiento y se pone a rezar-
comentó otra de las presentes”. (Rivero, 2009, Cap. 2).
Como anteriormente se mencionó, había que montar en el país un sistema nacional de
enseñanza. La homogeneización de los saberes legítimos, la uniformidad de organizaciones y
métodos escolares, la reglamentación de títulos y profesiones, eran aspectos relevantes en el
montaje del sistema de enseñanza.
Desde que se firmó la constitución la educación estaba en manos de cada provincia.
El 1 de octubre de 1869 el Congreso dictó la ley que autorizaba al Poder Ejecutivo a
implementar la creación de escuelas normales para formar a jóvenes que serían los futuros
maestros argentino. La ciudad del Paraná fue elegida y se erigió allí la primera Escuela Normal.
Para llevarlo a cabo, llegaron, a través de Sarmiento, maestras norteamericanas para
aplicar el sistema educativo vigente en Estados Unidos.
En el ámbito educativo, la sanción de la Ley de Educación Común (1884) —por la que se
proclamaba la laicidad de la enseñanza en las escuelas públicas— fue un hito en este proceso.
La convocatoria y realización de un Congreso Pedagógico en el año 1882, dejó expresados
y plasmados los principios básicos en materia de organización educativa.
Para hacer extensiva, a la vez efectiva, la influencia de la escuela en todo el territorio, debía
garantizarse la legitimidad de un Estado educador y su monopolio exclusivo en los sistemas de
inculcación. Este reconocimiento fue motivo de lucha entre las diferentes fracciones de poder.
Asegurar el papel activo del Estado desató una serie de conflictos con otras instituciones,
fundamentalmente frente a la Iglesia. El resultado final de la polémica Estado-Iglesia, el artículo
8 de la Ley 1420 pone de manifiesto ciertas limitaciones: “(…) La enseñanza religiosa sólo podrá
ser dada en las escuelas públicas por los ministros autorizados de los diferentes cultos a los
niños de su respectiva comunión y antes o después de las horas de clase” (Weinberg,1956).
Todo esto lo podemos encontrar explicado por la autora en el prólogo de su libro que dice:
“El mandatario traerá estas ideas al país y, para implementarlas entre 1869 y 1898, viajarán
desde Estados Unidos a la Argentina sesenta y cinco docentes. Ellos serán, junto a las primeras
mujeres argentinas con vocación de enseñar, los que fundarán en nuestro país las escuelas
normales, primeras instituciones educativas no religiosas. Hasta ese momento, la educación
5. había estado en manos de la Iglesia católica; y ahora, por primera vez, la impartirían seculares
empoderados por el gobierno. La iniciativa (aplaudida por el sector liberal de la nación y criticada
por los tradicionales) trajo discusiones, revueltas y movilizaciones.” (Rivero, 2009, Prólogo).
Además, se hace presente, cuando Viviana Rivero comienza a presentar sus personajes y
plasma la siguiente pregunta: “(…) ¿Cómo era posible que una chica de cuidada educación
apostólica romana apoyara este tipo de enseñanza nueva impuesta por el gobierno, y se
aventurara a servir de apoyo a <<las maestras de Sarmiento>>, tal como llamaban popularmente
a las docentes norteamericanas traídas por idea del educador?”. (Rivero, 2009, Cap.1).
Fue el propio Estado el encargado de crear instituciones especializadas para la preparación
del maestro, definir el tipo de formación y regular formas de acceso al ejercicio.
En el año 1870 se funda la Escuela Normal de Paraná, primera escuela normal argentina
regida por un plan de estudios que comprendía cuatro años de formación.
En 1874 se crearon en Buenos Aires dos escuelas, uno para mujeres y otro para hombres.
Por ley del 13 de octubre de 1875, el Poder Ejecutivo quedaba autorizado para: “establecer una
Escuela Normal de Maestros de instrucción primaria en la capital de las provincias que lo
solicitaran y que ofreciera como base un local apropiado, provincial o municipal.”
Para 1885 había dieciocho escuelas que formaban maestros.
En tanto se definía un tipo de formación especializada para el maestro, se producía una
serie de luchas entre distintas fracciones de poder. Además, había una necesidad de incrementar
el número de maestros formados, reduciendo el tiempo de preparación y limitando el acceso al
conocimiento.
En 1887 se decretó el plan propuesto por la Comisión Ministerial, por el cual se reducía a
tres años la duración de la carrera.
La Escuela Normal de Paraná se define en su origen como garantía de formación de los
maestros de todo el país y como modelo normalizador de la educación primaria. La misma se
constituyó en “modelo” a imitar por las instituciones creadas posteriormente, mientras que este
tomaba como modelo a la escuela de Oxford, en Estados Unidos, país donde Horace Mann
estableció en la mente del pueblo estadounidense que la educación debía ser universal y libre,
y no sectorial, que sus objetivos debían ser la eficiencia social y la virtud cívica en vez de mero
aprendizaje o el avance de los fines sectoriales.
Desde sus orígenes hubo escuelas de distinta “categoría” según el destinatario social. Este
rasgo no estuvo ausente al hombre a la hora de definir la formación de los maestros.
En la novela de Viviana Rivero podemos encontrar presente el Colegio Normal de Córdoba,
escuela en la que Mercedes Castro, la protagonista de la historia, formaba a sus estudiantes, a
las futuras maestras del país: “El colegio normal, recientemente inaugurado por el gobierno para
formar maestras (…)”. (Rivero, 2009, Cap. 1).
Además, en el prólogo de esta historia podemos leer cómo las escuelas normales formaban
a las primeras maestras para, de a poco, ir conformando el cuerpo magisterial de nuestra Nación:
6. “(…) las escuelas normales a cargo de las primeras maestras argentinas cumplieron su cometido
marcando la educación, dejando en nuestro sistema educacional una impronta, una huella
indeleble.” (Rivero, 2009, Prólogo).
También, la autora hace alusión al egreso de las primeras maestras del Colegio Normal de
Córdoba: “Y ver a las niñas con su título, listas para ir a educar al país, me ha dado tanta
satisfacción…” (Rivero, 2009, Cap.14).
Desde la inauguración de la Escuela Normal de Paraná hasta el año 1888, se crearon por
lo menos una escuela normal de varones y otra de mujeres o mixtas en todas las provincias de
la República. Tales establecimientos se ubican en las respectivas capitales.
Recién para 1909 se decreta la fundación de escuelas rurales. Mientras tanto, fue motivo
de preocupación la atracción de los sectores sociales que vivián en zonas apartadas, además lo
fue que las escuelas normales pudieran atraer a los niños o niñas pobres “con vocación”, “con
capacidad” o “con méritos”, ya que se consideraba a estos jóvenes menos proclives al abandono
de la tarea docente.
Varios autores estudiosos de este período señalan el problema que representó conformar
un “ejército” de maestros. Una vez que culminaba la formación docente los maestros normales,
en su gran mayoría aspiraban a ser doctores.
Se hallaron distintos intentos para incentivar el acceso de otros sectores sociales a las
normales. Entre tales iniciativas se encuentra el proyecto de convertir en régimen de internado
ciertas escuelas. La estrategia que finalmente se adoptó consistió en otorgar becas a jóvenes de
pobre de fortuna.
Hacia 1910, se crean las escuelas normales rurales, las cuales facilitarían la obra del
Consejo Nacional de Educación, formando maestros con jóvenes de la misma región que podrían
trasladarse a las escuelas.
La formación de una legión de “maestros patrioteros”, para combatir la ignorancia fue más
una frase metafórica que una característica de la realidad del normalismo argentino. El número
de alumnos egresados de las distintas escuelas normales se mantuvo notablemente bajo hasta
1910. El número de maestros capacitados por el Estado era insuficiente en relación con la
cantidad de escuelas primarias que el mismo Estado creaba.
Respecto a esto, se pueden encontrar distintas argumentaciones. Una de ellas es acerca
de que, la Nación al necesitar “buenos maestros”, se efectuaban exámenes con la mayor
escrupulosidad. Esta exigencia en las evaluaciones anuales cobraba “víctimas”.
Ciertas estrategias de acción fueron adoptadas por algunos funcionarios en vistas de
acrecentar las filas del “ejército” para combatir la ignorancia.
Entre las medidas tomadas, se encuentra la reducción del tiempo de formación docente y
la supresión de exámenes finales.
Se pueden considerar dos tipos de dificultades que jugaron en contra en la conformación
de “una legión de maestros patrioteros”. Una de ellas fue el abandono de la profesión, por parte
7. de aquellos que una vez obtenido el titulo docente ejercían otras ocupaciones y, otra de las
dificultades fue el “ritmo” lento con el que las escuelas normales daban sus frutos.
En Mercedes Castro, personaje principal de la historia “Mujer y Maestra” se puede notar
su gran vocación a educar a las futuras maestras del país: “-Señorita, ¿y su sueño cuál es?
Ella, sin pensar mucho, le respondió:
-Verlas a todas ustedes recibidas y a cargo de escuelas llenas de niños.” (Rivero, 2009, Cap. 6)
También, en el relato podemos encontrar el momento en el que las escuelas rurales
comenzaban a abrirse: “(…)-El paraje se encuentra alejado -reconoció-, así que sería una
<< escuela rural>>, como llaman ahora a estos nuevos establecimientos que se están abriendo”
(Rivero, 2009, Cap. 13).
En la obra literaria, a pesar de los conflictos que se presentaban, Mercedes pudo
finalmente, junto a sus compañeras, mantener en pie el Normal en la ciudad de Córdoba: “El
establecimiento sería uno de los normales fundados en el país del que saldrían los cientos de
docentes que regarían de educación la nación argentina.” (Rivero, 2009, Cap.13). Al final de la
historia, se da el egreso de las primeras maestras del normal: “Con voz emocionada abrió la
reunión y habló sobre la verdadera vocación y el amor a la patria. Lo hizo mirando, en todo
momento, a las graduadas, a la primera promoción de maestras del normal de los cientos que la
institución brindaría al país.” (Rivero, 2009, Cap. 14).
Para finalizar, las conclusiones que podemos extraer de lo analizado son múltiples. El
largo proceso que se llevó a cabo para lograr la conformación y consolidación del Sistema
Educativo Nacional dio sus frutos, pero aún se debe seguir trabajando, dando lo mejor de
nosotros para que la educación en nuestro país sea lo más optimo posible. Debemos, además,
reconocer el gran esfuerzo que, como el personaje Mercedes en la obra literaria así hubo
personas en la historia real de nuestro país, dieron lo mejor de sí y nunca se rindieron para llegar
al lugar en donde la educación se encuentra hoy. No hay que desvalorizar el esfuerzo de cada
individuo que contribuyó al sistema educativo, si no tomar el ejemplo y seguir apostando por la
educación de los niños de nuestro país.
8. Bibliografía:
Alliaud, Andrea, “Los maestros y su historia: los orígenes del magisterio argentino”,
Granica, Buenos Aires, 2007.
Rivero Viviana, “Mujer y Maestra en un Mundo de Hombres”, Emecé, Argentina,
2009.