1. EXPERIENCIA DOCENTE SIGNIFICATIVA
Desde el momento en el que elegí el colegio en donde iba a realizar mis primeras
prácticas escolares, noté un cierto nerviosismo. Prácticamente no había tenido
contacto con niños ni tampoco sabía si el ejercer como maestro me iba a resultar
sencillo. Además los conocimiento adquiridos a lo largo de la carrera tampoco
sabía si todos ellos iban a resultarme del todo eficaces por lo que estaba inseguro
y muy a la expectativa de todo lo que aconteciese.
En mi primer día, todos mis compañeros de prácticas al igual que yo, estábamos
impacientes sobre cómo sería nuestra acogida en el colegio. Al llegar, la directora
nos lo mostró y más tarde, nos reunió en la sala de profesores para presentarnos
a todos los docentes que había en el momento, personas de trato agradable que
nos comentaron todas sus impresiones y experiencia a lo largo de sus años de
docencia. La directora nos explicó la metodología que se llevaba en el colegio.
Consistía en que además de la clase en la que están todos los alumnos por curso,
también contaban con clases de apoyo, el “desdoble” que se basaba en la división
de una clase en tres para así al haber menos alumnos, los profesores estén más
pendientes de ellos y finalmente, las llamadas actividades diferenciadas que eran
la unión de los diferentes grupos de un curso para dividirlos en cuatro de manera
homogénea y así darles clase de cálculo mental, lectura comprensiva, expresión
escrita y/o problemas dependiendo del día.
Después de explicarnos todo ello, la directora nos repartió a cada uno de nosotros
a los diferentes cursos en los que íbamos a permanecer las tres semanas. En mi
caso fue 1º de Primaria.
Una vez que fui al aula que me correspondía, mi tutora, me explicó como
funcionaba la clase, que niños tenían más dificultades, que material escolar
utilizaban, como planteaba sus clases, preocupaciones que tenía, situaciones de
los niños en el hogar y un sin fin de cosas que verdaderamente me sirvieron de
gran utilidad.
Desde el primer día, el lugar que ocupé en la clase no fue al lado de tutora sino
entre todos los niños ya que lo que quería conseguir era que me vieran como
alguien que les podía estar ayudando en todo momento a la vez que les explicaba
o corregía cualquier tipo de ejercicios.
Todos los días, antes de empezar cualquier clase, la tutora mandaba a los niños
que sacaran un libro de lectura para que comenzasen a leer. Cada frase la leía un
niño. Su objetivo era trabajar la lectura muy a fondo.
Respecto al ambiente de la clase, pude darme cuenta de que todos los niños se
llevaban bien entre ellos. Tampoco había ningún niño al que no le hicieran caso o
lo marginasen. En los recreos jugaban entre todos libremente, había chicas que
2. jugaban a fútbol y chicos que jugaban a la comba. No existían exclusiones por
sexo en los juegos.
A lo largo de las tres semanas, mi atención se fijó principalmente en un niño de la
clase. Éste carecía del mismo nivel que el resto de la clase, tenía dificultades en
todas las materias, era muy despistado y como me explicó en comparación al
resto de sus compañeros, era muy inmaduro. Mi tutora me comentó que la labor
que debía desempeñar sería la de “ponerle al día” más rápidamente en todo lo
que pudiese a la vez que le fomentase su capacidad creativa y trabajadora
partiendo de que lógicamente estamos trabajando con niños de seis años.
Esta tarea había sido desempeñada por ella a lo largo del curso con lo que deduje
que sería un respiro ya que de este modo, podría invertir más tiempo en el resto
de la clase.
Así pues mi labor en mi clase a lo largo de las semanas fue ser su “apoyo” en
todas las materias. El niño tenía muchas dificultades en el habla, a pesar de que
asistía semanalmente a la logopeda, le costaba mucho comunicarse, por lo que
tampoco sabía leer correctamente.
Mi primera tarea fue el que desarrollara sus conocimientos de lectura, para ello, el
niño contaba con un gran libro de lecturas y cuentos infantiles acompañado de
graciosos dibujos para que le fuera más ameno. No sabía como unir las sílabas en
las palabras con lo que tuve que realizar un cuaderno (de los de dos líneas) y
comenzar a escribirle todo tipo de sílabas que existen para que así las
memorizase y más tarde las supiese decir. Era un niño muy despistado, él veía el
colegio como un lugar en donde se iba a jugar, el estudiar o hacer deberes no
existía.
En una de las primeras tutorías que tuvo la profesora con la madre de este niño, le
comentó que su hijo no hacía los deberes, ésta se quedó sorprendidísima ya que
el niño era el primero que decía nada más llegar a casa que no había que hacer
nada de tarea. Desde ese mismo momento, la profesora todos los días de la
semana le apuntaba las cosas que debía hacer para que así, la madre se enterara
al 100% y pudiera ayudar a su hijo en casa.
Mencionar que todos nos volcábamos con él, era un niño que se dejaba querer,
contaba además con el de una orientadora que se preocupaba también de que
avanzase lo más rápido posible pero lógicamente ella tenía que dar más apoyo a
niños de otros cursos que tenían otros problemas.
El niño disponía de un material diferente al resto de sus compañeros, en lenguaje
tenía diferentes libros. En esta asignatura, todo el primer trimestre Fran lo que
hacía era el colorear imágenes y el unir mediante flechas un dibujo con su pareja
por ejemplo, que uniera un limón con el color amarillo. La tutora me dijo que eran
conocimientos que todavía no había adquirido en el periodo de la educación
infantil, debían ser reforzados.
3. Respecto a su caligrafía era muy precaria. Los niños debían de copiar dictados
que la profesora les ponía en la pizarra. Él lo copiaba como le daba la gana, no se
fijaba en las tildes, puntos o cualquier signo ortográfico además, como casi no
sabía leer, si la profesora en un dictado de por ejemplo animales les decía tras
haberlo copiado que dibujaran los animales que nombraba, éste no sabía. Debía
de señalarle la palabra que se refiriese al animal en cuestión para que con su
dedo encima de ella la balbucease y llegara a darse cuenta de que animal era.
No asimilaba la lectura, no prestaba atención. Así que si tras una lectura debían
de contestar a alguna pregunta, no sabía hacerlo, el mismo no era capaz de volver
a leer la lectura o intentar asimilarla, tenía que estar pendiente de él en todo
momento para que no se despistase.
Matemáticas era en la que dentro de lo que cabe, iba más holgado. Tenía cierta
facilidad para la realización de las sumas y de las restas así como de la ejecución
de problemas matemáticos sencillos. Sin embargo, contaba con problemas
caligráficos, no sabia realizar el recorrido correcto de los números, realizaba una
inversión gráfica de los números..
Así pues, anteriormente a la tarea que mandara la profesora en un cuaderno, le
escribía una cierta cantidad de números en línea discontinua para que los
repasase y así, fijarme en sus errores para que de ese modo le explicase cómo
debía hacerlo. A lo largo de las tres semanas la progresión fue increíble y el acto
de ver cómo avanzaba me enorgullecía totalmente.
En la asignatura de plástica, religión y música, carecía de problemas. Al ser éstas
sencillas iba a la par que sus compañeros. Deduje que todos sus problemas se
basaban en el área del lenguaje y escritura, la base fundamental de la mayoría de
las asignaturas por lo que me molesté en que poco a poco fuera avanzando
progresivamente.
Aunque mi atención se basara en este niño en concreto, también podía realizar la
corrección o explicación de ejercicios al resto de los niños. Mi tutora confió en mí
plenamente para la corrección de los ejercicios de los alumnos así como
explicarles las dudas que tuvieran.
Mi clase, contaba con una hora de música semanal, especialidad a la que yo
pertenezco. En esta clase, ejercida por otra profesora, pude saber que tipo de
material utilizaban, conocimientos que daban en el curso de primaria, objetivos de
la profesora..
Participaba íntegramente en el desarrollo de las clases, de hecho, la profesora de
música me dejaba explicarles la materia que tenía que dar en ese día así como
también me dejó corregir exámenes o cuadernos de música que los niños debían
hacer. Las dos primeras semanas se centraron en que los niños se aprendieran
una danza que más tarde la realizarían el día de carnaval.
4. El colegio contaba con actividades además que divirtiesen a los niños. Una tarde
asistió el tío de un alumno con una serpiente. Éste les explico todo acerca de
estos animales así como su cuidado en espacios cerrados. Más tarde tuvieron que
realizar una pequeña redacción sobre lo aprendido.
Otro día, los alumnos de la ESO vinieron a mi clase para contarles un cuento a los
más pequeños..
Una vez por semana, los jueves por la tarde, tenían talleres. Los había de
informática, ecología, alfarería, costura, lectura.. En todos ellos, los niños
aprendían cosas de gran utilidad a la vez que permanecían atentos a lo que la
profesora les explicaba y mostraban una gran satisfacción. Todos estos talleres se
hacían en toda la primaria.
Además de todo ello, la permanencia que tuve en el colegio se centró en la
preparación del día de carnaval y en este año, los carnavales de las culturas. El
objetivo era impregnar en los niños la importancia de la diversidad así como que
supiesen que existen otras razas, culturas y que todas son iguales. Todos los
chicos de prácticas, nos volcamos ante esta actividad. Realizamos un mural que
más tarde fue colocado en el salón de actos, junto con la profesora de música,
ayudé a los niños en clase a que aprendieran un baile típico de una cultura.. Hasta
nosotros mismos fuimos quienes presentamos el acto e incluso nos disfrazamos.
Ya, la última semana, se denominó semana de la solidaridad. Todos los días en el
patio los niños realizaron diferentes actos. El que más me llamó la atención fue
uno en el que participaron tanto los niños de primaria como de la ESO. Consistió
en que ellos mismos ataron a unos globos unas cintas de papel en las que había
escrito palabras como (odio, envidia, maldad..) para que cuando el acto acabase,
echaran al aire los globos y volasen. La directora explicó que la finalidad de que
los globos volasen con estas cintas era que las palabras “malas” se iban y que nos
debíamos quedar con las buenas.
En esta última semana junto con otra compañera, pudimos realizar nosotros solos
una clase de matemáticas. Fui yo quien les explicó las sumas y las restas con sus
posibles llevadas. Realmente me sentí muy orgulloso cuando acabó la clase ya
que quedé muy satisfecho al ver que los niños me habían entendido lo que yo les
había explicado.
A modo de conclusión puedo destacar la grata acogida que he tenido en el colegio
tanto por parte de los profesores así como de mis compañeros.
Tenía inquietudes sobre cómo me desenvolvería en una clase o si
verdaderamente los niños me entenderían cuando les explicara algo. Me he dado
cuenta de que ejercer en un futuro como maestro es algo de lo que no me voy a
arrepentir.