Artículo de opinión sobre como en Nicaragua hay un buen número de personas que acumulan capital humano en sus años de adolescencias con el fin de poder integrarse a la fuerza laboral en su juventud temprana. Por otra parte, se analiza como ese capital humano se sub contrata en labores que no demandan mucha calificación y que disminuyen su elasticidad ingreso- demanda y precio demanda poniéndole grandes desafíos que le llevan a consumir únicamente artículos de primera necesidad aun cuando haya realizado estudios universitarios.
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“Los pobres, la elasticidad y la teoría del valor”
1. “Los pobres, la elasticidad y la teoría del valor”
Me cuenta mi amigo Clemente que en sus prácticas educativas incluyó que sus
alumnos visitaran al menos dos empresas durante el curso de la asignatura de
“Economía Empresarial”, impartida por él en una Universidad de la capital. Bajo
ese concepto él contactaba a una empresa, exponía su petición y normalmente el
empresario respondía afirmativamente a su solicitud con lo cual sus estudiantes
podían compartir de primera mano el conocimiento y experiencias de los
funcionarios y empleados de la empresa en cuestión. En una de esas visitas se
encontró con una jovencita que empacaba semillas de mango en una bolsa
plástica y por cuyo trabajo recibía una remuneración de cincuenta centavos
córdobas por cada semilla embolsada o sembrada.
Mi amigo sin tratar de invadir su privacidad efectuó la siguiente afirmación al aire:
¡Que importante labor la que usted realiza al sembrar lo que después será el
producto de exportación de esta empresa! Ella, a manera de reacción respondió
“mí paga es de 0.50 centavos córdobas por bolsa, pero mire la cantidad de
semillas que ya he sembrado”. Clemente hizo la cuenta en el aire y concluyó que a
esas alturas del día ella ya había generado valor monetario como para sufragar
sus necesidades básicas.
Con semejante respuesta mi amigo se replanteó la teoría de la elasticidad de la
pobreza. La joven por cada semilla sembrada generaba 0.50 centavos de
córdobas, es decir, producía una riqueza que luego ocuparía para satisfacer sus
necesidades y quizás adquirir bienes básicos, además, pensó que la palabra
suntuario no debería estar en el diccionario de la joven, sin embargo se equivocó.
La joven sin él preguntarlo le comentó “¡Soy Ingeniera Agrónoma! Pero, la
situación de desempleo me tiene laborando en este puesto de trabajo tan básico
pero espero que algún día alguien se fije en mí persona y así poder escalar dentro
de la estructura organizativa de la empresa donde laboro”.
Para Clemente, la joven había sido extremadamente valiente y sincera al contarle
con mucho orgullo el capital humano que ella tenía, medido en términos de grados
académicos. Entonces pensó que el valor monetario que la joven generaba
muchas veces era despreciado por las personas cuando al caminar por la calle se
encontraban con una moneda de cincuenta centavos o un córdoba y estas no le
hacían caso, sin embargo, para esta Ingeniera el sembrar la semilla de
exportación le retribuía la cantidad mencionada. Luego, ese ingreso de muy poca
elasticidad precio-demanda, le serviría para adquirir, como ya se dijo, bienes para
satisfacer sus necesidades en cambio las personas que tenemos la fortuna de
devengar cantidades mayores de ingreso tenemos una mayor elasticidad ingreso
– demanda y no reparamos en el gasto que efectuamos, aun llegamos al extremo
2. de despreciar los alimentos que día a día se sirven en nuestras mesas, con la
bendición de Dios.
Al final la parábola de la pobreza es que la joven tratará de maximizar su utilidad o
riqueza generada por su trabajo y tratará con ello de adquirir la mayor cantidad
posible de bienes sustitutos, aun cuando conociendo el significado de la palabra
“suntuario”, por el momento no podrá adquirirlos porque la riqueza aún no se
democratiza como si lo está la pobreza.
Doctorante Ricardo Eliseo Illescas Hidalgo con la colaboración del Doctorante
Clemente Garcia.