Este poema pide la bendición de Dios para que sus manos sean delicadas y capaces de dar sin calcular, y para que su corazón sea un templo vivo del Espíritu que sepa dar calor y refugio, perdonar y comprender, y compartir el dolor y la alegría con amor. Finalmente, el poema pide que Dios disponga de la persona con todo lo que es y tiene.