1. CIENCIA Y FILOSOFÍA
Autor:
José Francisco Machado García
Profesor:
Luis Alfredo Gómez Rodríguez
Puerto Cabello, Octubre 2020.
UNIVERSIDAD PANAMERICANA DEL PUERTO
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES
FUNDAMENTOS DE LA EPISTEMOLOGÍA DE LA CIENCIA
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Introducción
La filosofía, según la viva expresión de Aristóteles, nace del maravillarse, es decir, del
estupor que el hombre siente cuando se detiene a observar el mundo que le rodea y reflexiona
sobre él.
Ciertamente la filosofía es un logro del hombre, consecuencia loable de su tenacidad y de
su interés en conocer. Su preguntar filosófico no aconteció desde siempre, previo a el existió el
conocer por la fantasía y por el pensamiento mítico.
De igual manera, decimos que la ciencia es un complejo orgánico y sistemático, cuyos
conocimientos refieren un determinado orden de fenómenos, metodológicamente organizados y
que constituyen un ramo del saber humano.
En el presente ensayo vamos a hablar sobre la relación que existe entre la ciencia y la
filosofía.
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La filosofía es una búsqueda constante de aquello que es el fundamento y la razón de la
realidad, así como de la estructura más íntima y del orden del ser en su totalidad, del lugar que el
hombre ocupa en él, y de la función que está llamado a desarrollar.
La filosofía existe desde más de dos mil años. Apareció en Grecia en el siglo VI a.C. Se
dice que uno de los 7 sabios de la filosofía griega fue Tales de Mileto es el primer filósofo y
padre de la filosofía por haber sido el primero en dar una explicación racional sobre el origen del
universo.
El pensamiento Filosófico se desarrolla a través de cuatro etapas. La etapa griega, que
abarca desde el siglo sexto antes de cristo, hasta el siglo tercero después de cristo; la etapa
medieval, que empieza en el siglo cuarto y termina en el siglo catorce; la etapa moderna, que se
inicia con el Renacimiento, siglo quince, y se prolonga hasta el siglo diecinueve; la etapa
contemporánea, que empieza a finales del siglo diecinueve y perdura hasta nuestros días.
La relación entre la filosofía y la ciencia generalmente se concibe de dos maneras. En un
caso, se supone que la filosofía debe ser enteramente compatible con la ciencia y que la debe
tomar como referencia, siendo ésta la filosofía científica. En el otro caso, se supone que la
filosofía ha de tener vida propia sin responder a ninguna otra rama del conocimiento, a la que
podríamos denominar filosofía especulativa.
Cuando hablamos de ciencia enseguida nuestra mente piensa en la física u otra ciencia
experimental.
Sin embargo, el concepto ciencia es muy amplio, y abarca cualquier saber que estudia un
objeto propio y de acuerdo a el, utiliza un método adecuado. Decimos que la ciencia es un
complejo orgánico y sistemático, cuyos conocimientos refieren un determinado orden de
fenómenos, metodológicamente organizados y que constituyen un ramo del saber humano.
En la edad media las ciencias abracan tres saberes: el teológico, el filosófico y el
científico. Este último abarca las matemáticas, la astronomía y las ciencias prácticas.
En el Renacimiento, con la puesta en práctica del método experimental, las ciencias y
concretamente la física, cambian radicalmente. Los fenómenos son investigados y toda
investigación es comprobada; ya no es un simple espectador como en Aristóteles, sino que el
hombre se sitúa frente a los fenómenos, los investiga y trata de controlarlos. La propia filosofía
deja de ser puramente especulativa y asume el método científico y lo hace suyo.
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En la edad media, el filósofo Bacon clasifico los saberes en historia, ciencia y poesía, que
correspondían a las tres facultades humanas: memoria, razón y fantasía. Comte clasifico las
ciencias según su complejidad creciente y su generalidad decreciente en: matemáticas,
astronomía, física, química, biología y sociología. Spencer las clasifica en: ciencias abstractas
(matemáticas y lógica formal), abstracto-concretas (mecánica y física) y concretas (astronomía,
química, biología, psicología, sociología, derecho…).
En la actualidad las ciencias se dividen en: teológicas, filosóficas, psicológicas, políticas,
(históricas, jurídicas, económicas, sociales), biológicas, físicas, químicas y matemáticas.
En sus orígenes la ciencia es filosofía. Nace como respuesta al estupor originario y tiene
como tarea el conocer la realidad y el fundamento de esa realidad. Esta es su característica
fundamental en la filosofía griega. Aun cuando aparecen los temas específicamente filosóficos,
la física, la matemática, están integrados en este saber.
La gran corriente de ciencia natural y de técnica que hincha a nuestros tiempos procede
en definitiva de dos fuentes sitas en el terreno de la filosofía antigua, y aun cuando más tarde
muchos otros influjos hayan desembocado en aquella corrientes y acrecidos su fecundo caudal, la
veta originaria se percibe todavía con la mayor claridad. Es por esta razón que la ciencia de la
naturaleza puede también obtener beneficios de la educación humanística. Naturalmente, los
propugnadores de una más práctica preparación de la juventud para la lucha de la vida podrán
siempre responder que, la vida práctica, el conocimiento de aquellos fundamentos espirituales no
monta gran cosa. Según ellos, para permanecer en el terreno de las realidades, hay que adquirir
las disposiciones prácticas para la vida moderna, el conocimiento de las lenguas vivas y los
métodos técnicos, y la aptitud para el comercio y el cálculo; y la cultura humanística no es más
que una forma de adorno, un lujo que solo puede permitirse los pocos para quienes el sino de la
lucha vital resulta menos áspero que para los demás.
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Conclusión
Hoy, la ciencia ha tomado una importancia impredecible. Ciertamente sus aportes son
inobjetables: se han reducido las distancias, muchas enfermedades se han curado, la técnica
gobierna el mundo. No hace falta pensar porque las computadoras lo hacen por nosotros.
Sin embargo, no es oro todo lo que brilla. Si bien es cierto que la ciencia parece ser
representativa del carácter y del destino de nuestro tiempo, representa al mismo tiempo un
peligro y una ambigüedad.
Es un peligro porque el hombre de tanto ufanarse de la ciencia, hoy es esclavo de ella, y
le ha delegado inclusive el que piense por él. Todo viene explicado y reducido al valor científico.
Es una ambigüedad porque por una parte aporta con sus logros, beneficios y por otro
lado, por su inherente complejidad, o por el mal uso de sus resultados, aporta maleficios.
En otro orden de ideas, decimos que la filosofía surge como necesaria y con una vigencia
insustituible. Su búsqueda continua y continuara escudriñando, sin límites fronterizos, las grietas
profundas del saber, indagando continuamente por el significado del mundo y de la vida.