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- Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias
“Deste aviso que dió el clérigo, no poco después se halló
arrepiso, juzgándose culpado por inadvertente, porque como
después vido y averiguó, según parecerá, ser tan injusto el
captiverio de los negros como el de los indios, no fué discreto
remedio el que aconsejó que trujesen negros para que se
libertasen los indios, aunque él suponía que eran justamente
captivos, aunque no estuvo cierto que la ignorancia que en esto
tuvo y buena voluntad lo excusase delante el juicio divino”.
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Lección 24: La venta de los mágicos encuentros 78
Lección 29: Laberinto andaluz 97
Lección 35: Don Quijote y el canónigo 116
Lección 40: Don Quijote y los disciplinantes 133
Lección 26: La trampa de Maritornes 86
Lección 31: La profecía 103
Lección 25: Mozo de mulas o“marinero de amor” 82
Lección 30: La reaparición del asno 100
Lección 36: El paso honroso 120
Lección 41: Llegada a la aldea, caja de plomo y epitafios 136
Conclusión 139
Lección 27: Don Quijote impone paz entre el ventero y dos huéspedes 90
Lección 28:“El pleito del baciyelmo” 94
Lección 1: Dorotea se transforma en la princesa Micomicona 4
Lección 2: Sancho negrero 8
Lección 5: Andrés desengaña a don Quijote 19
Lección 3: El gran reino de Micomicón 11
Lección 6: El encantamiento de las novelas de caballerías 22
Lección 4: El diálogo entre don Quijote y Sancho sobre la embajada del escudero 16
Lección 7: El enfrentamiento entre el cura y el ventero 25
Capítulo 29 - 32
Capítulo 33 - 35
Lección 8: La novela del curioso impertinente 29
Lección 11: El simulacro de Camila 39
Lección 9: Anselmo descubre el engaño de Lotario 32
Lección 12: «yo fui el fabricador de mi deshonra» 42
Lección 10: «Rindióse Camila, Camila se rindió...» 35
Capítulo 47 - 49
Capítulo 50 - 52
Capítulos 42 - 46
Lección 32: La jaula de don Quijote 107
Lección 37: “La aventura del Caballero del Lago” 124
Lección 33: El encantamiento de don Quijote 109
Lección 38:“La cabra manchada” 127
Lección 34: «cierta tentación de hacer un libro de caballerías» 112
Lección 39: La historia de Eugenio, Anselmo, Vicente y Leandra 130
Descripción 141
Actividades 142
Actividades del Curso
ÍNDICE
Capítulo 36 - 38
Capítulo 39 - 41
Lección 13: Los cuatro jinetes 47
Lección 18: La historia del cautivo 60
Lección 15: La mutación de la princesa Micomicona 52
Lección 20: Una esperanza de libertad 65
Lección 17: El discurso de las armas y las letras 57
Lección 22: La huida de Árgel 71
Lección 23: La llegada a España 74
Lección 14: Anagnórisis 49
Lección 19: El nuevo caballero 62
Lección 16: La llegada del cautivo y Zoraida-María 55
Lección 21: Zoraida-María una mora renegada 68
4
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Doroteasetransformaen
laprincesaMicomicona
A
l principio del capítulo veintinueve, Dorotea anuncia el
final de «la verdadera historia de mi tragedia» (¿es en
realidad una tragedia o se trata de un uso moderno del
antiguo término genérico?). Para empezar, la joven pide consejos
sobre cómo encontrar un escondite en el que pueda pasar la vida
sin ser una vergüenza por sus familiares. El cura la quiere consolar,
pero Cardenio se le adelanta. La reconoce como «la hija única del
rico Clenardo». Él se identifica como aquel que Luscinda había
indicado como su verdadero esposo y, finalmente, le declara su
intención de restituir su honra, incluso si tiene que retar en duelo
a don Fernando. En esta última parte suena bastante a DQ: «yo os
juro por la fe de caballero y de cristiano de no desamparos hasta
veros en poder de don Fernando, y que cuando no con razones no
le pudiere atraer a que conozca lo que os debe, de usar entonces
la libertad que me concede el ser caballero y poder con justo título
desafialle en razón de la sinrazón que os hace». Hmm… «La razón
de la sinrazón que a mi razón se hace».
Dorotea, en agradecimiento, quiere besarle los pies a Cardenio,
pero éste no se lo permite. Mientras tanto, el cura recomienda
que todos vuelvan a su aldea para luego determinar qué hacer.
LECCIÓN 1
«La verdadera historia
de mi tragedia»
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El licenciado también les cuenta del extraño caso de DQ y, de repente,
según el narrador, «Vínosele a la memoria a Cardenio, como por sueños, la
pendencia que con don Quijote había tenido, y contóla a los demás, mas
no supo decir por qué causa fue su quistión». Curiosa memoria selectiva
la de Cardenio. Nos debería ser cada vez más fácil entender la atracción
que Freud tuvo por la narrativa de Cervantes.
En esto aparece SP que acaba de encontrar a DQ, «desnudo en camisa,
flaco, amarillo y muerto de hambre, y suspirando por su señora Dulcinea».
Para colmo de males, el hidalgo no quiere dejar su penitencia, y entonces
el narrador revela que SP reporta que su amo «había respondido que
estaba determinado de no parecer ante su fermosura fasta que hobiese
fecho fazañas que le ficiesen digno de su gracia». Es fácil pasar por alto
lo complicado de ese discurso. Es un caso del estilo indirecto libre, pero
también compuesto, por el hecho de que el narrador imite no sólo la voz
de SP, sino a éste imitando la voz arcaica de su amo. Aquí tanto la forma
como la función del texto armonizan: DQ parece más perdido que nunca,
reducido a su estado natural (casi salvaje) en lo físico y desesperado en lo
emocional. Si el problema ahora es cómo sacarlo de la sierra, sólo SP nos
puede llevar a donde está el héroe.
La solución, «el remedio», «la cura» o la medicina, parece estar a mano.
El licenciado les explica a Dorotea y Cardenio el plan que tiene en mente
para convencer a DQ de volver a su aldea. Dorotea inmediatamente se
ofrece a ser «la doncella menesterosa» porque conoce bien el estilo de
las novelas de caballerías y, encima, tiene el vestido para hacerlo «al
natural». La reacción del cura ante esa solución «natural» es observar
cómo la buena suerte de la coincidencia parece favorecer a todos: «pues,
tan sin pensarlo, a vosotros, señores, se os ha comenzado a abrir puerta
para vuestro remedio, y a nosotros se nos ha facilitado la que habíamos
menester». Hay una lección moral en todo esto de la ayuda recíproca,
LECCIÓN 1
«cierta telilla rica y una mantellina
de otra vistosa tela verde, y de una
cajita, un collar y otras joyas, con que
en un instante se adornó de manera
que una rica y gran señora parecía»
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es decir, el beneficio que surge del intercambio para satisfacer
las necesidades naturales. Quizás no nos deba sorprender que el
narrador se refiera a una detallada descripción de los textiles y las
joyas que lleva Dorotea: «cierta telilla rica y una mantellina de otra
vistosa tela verde, y de una cajita, un collar y otras joyas, con que
en un instante se adornó de manera que una rica y gran señora
parecía». Al parecer, todo bien, pero ya sabemos que Cervantes no
suele dejar las cosas en paz.
El más atónito ante semejante exhibición de riqueza es SP,
quien no estaba presente cuando los otros hombres conocieron
a Dorotea. El cura empieza a tejer la narrativa caballeresca con la
cual piensa sacar a DQ de la sierra. Y ahora Cervantes hace otro giro
genérico, esta vez hacia la novela bizantina que se caracteriza por
sus múltiples disfraces y por las narrativas que siempre emergen
de otras. También notemos cómo esta pequeña obra, que se está
montando tanto para engañar a SP como a DQ, ahora toma un tono
internacional: pues si antes nos centramos en los eventos locales de
Andalucía y la Sierra Morena, de repente, estamos contemplando el
mapa del Océano Atlántico que se extiende entre el África ecuatorial
y los puertos comerciales de la Península Ibérica. Además, hemos
transitado de los problemas de varios “estados” sociales (labradores,
«la heredera por línea
recta de varón, del gran
reino de Micomicón»
LECCIÓN 1
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hidalgos, caballeros) a los problemas de los “estados” modernos, en el sentido de naciones de pueblos o reinos unificados. Más aún:
con el establecimiento del sistema de encomiendas en el Nuevo Mundo en la primera mitad del siglo XVI y luego la anexión del reino
de Portugal por Felipe II en 1580, España se veía cada vez más involucrada en el comercio internacional de esclavos negros. Es decir,
algunos lectores de 1605 hubieran reconocido en la historia que inventa el cura en el capítulo veintinueve de DQ una reflexión, a
veces cómica, a veces seria, de las implicaciones morales y económicas de esa nueva forma de trata de esclavos.
Según el cura, la «tan fermosa señora» es «la heredera por línea recta de varón, del gran reino de Micomicón» (de “mico” o “mono”
y “cómico”). Hay un gigante que le ha hecho un agravio y ha venido desde Guinea en busca de DQ para que le ayude a rectificarlo.
¡Nada más disparatado se le podía ocurrir! Claro que SP está entusiasmadísimo. Como le sigue preocupando su ínsula y quiere
imposibilitar que su amo reciba «órdenes arzobispales», le pide al cura que haga que DQ se case con la princesa. Luego, cuando el
cura le informa al escudero que se llama «la princesa Micomicona», SP dice que le parece natural: «yo he visto a muchos tomar el
apellido y alcurnia del lugar donde nacieron, llamándose Pedro de Alcalá, Juan de Úbeda y Diego de Valladolid». Estos lugares son
muy sugestivos: Alcalá es la ciudad natal de Cervantes, Úbeda es el lugar (como vimos en el capítulo diecinueve) donde se murió
San Juan de la Cruz, hombre opuesto al intervencionismo español en África, y Valladolid es precisamente la ciudad donde se celebró
el famoso debate entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre la justificación (o no) de la esclavitud (véase “los
hombres salvajes” en la fachada del Colegio de San Gregorio en Valladolid).
LECCIÓN 1
8
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Sanchonegrero
V
olviendo a la princesa Micomicona de Guinea (o Etiopía según SP): el escudero de DQ guía a Dorotea y al barbero
(disfrazado de su escudero) hasta don de había dejado a su amo. Lo que sigue es una hilarante actuación por parte de
Dorotea en la cual le implora a DQ que la siga para darle «venganza de un traidor» que le tiene usurpado el reino. Si
consideramos la magnitud que tuvieron en América los conquistadores españoles en aquel entonces, es difícil no pensar en cierta
ironía aquí, como si Micomicona pidiera que DQ se enfrentara a las tendencias imperialistas de España misma.
LECCIÓN 2
Y en mitad de todo esto, vuelve de repente el sempiterno
problema del asno de SP. Resulta fácil de convencer a DQ de que
emprenda el viaje dejando atrás la sierra. Todos montados en sus
caballos, el único que tiene que ir a pie es SP, «donde de nuevo se le
renovó la pérdida del rucio». Lo curioso es que eventualmente lleva
la caminata con gusto, pero no sin titubear un rato. Este es quizás el
retrato más feo que nos da Cervantes del escudero: es el ominoso
Sancho negrero: «solo le daba pesadumbre el pensar que aquel
reino era en tierra de negros y que la gente que por sus vasallos
le diesen habían de ser todos negros; a lo cual hizo luego en su
imaginación un buen remedio, y díjose a sí mismo: “¿Qué se me da
a mí que mis vasallos sean negros? ¿Habrá más que cargar con ellos
y traerlos a España, donde los podré vender, y adonde me pagarán
de contado?... y que, por negros que sean, los he de volver blancos
o amarillos”». Y aquí el narrador subraya la satisfacción de SP,
aludiendo otra vez a la falta del asno: «Con esto andaba tan solícito
y tan contento, que se le olvidaba la pesadumbre de caminar a pie».
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LECCIÓN 2
¡Santa María! Si no fuese lo suficiente problemático para SP
todo eso del asno perdido, se le suma su caída moral. Es una
verdadera hazaña literaria, la manera complicadísima en la que
alude al color negro de los esclavos y los colores blanco y amarillo
de las monedas de plata y oro que va a ganar vendiéndolos en
España. Sobre todo, indica que Cervantes estaba bien consciente
de la Ley de Gresham, según la cual el dinero malo, en este caso
las monedas de cobre (de color negro), sustituye al dinero bueno,
en este caso las monedas de plata y de oro (de color blanco y
amarillo). Esta fusión de dos de las más debatidas cuestiones
morales y económicas de la época, la esclavitud y la adulteración
monetaria, es otra indicación de que Cervantes estaba bien
al tanto de las leyes y los derechos naturales en los que se
fundamentaba la filosofía neo-aristotélica de la Universidad de
Salamanca.
Lo que sigue, para enfatizar el tema de la metamorfosis, es algo
parecido a un episodio de una comedia física de Charlie Chaplin
o Buster Keaton. En primer lugar hay una serie de problemas con
la apariencia física de Cardenio y del barbero. El licenciado tiene
“Ley de Gresham, según la cual
el dinero malo, en este caso las
monedas de cobre (de color negro),
sustituye al dinero bueno, en este
caso las monedas de plata y de oro
(de color blanco y amarillo)”.
LECCIÓN 2
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que cortarle la barba y cambiarle la ropa a Cardenio para que DQ no lo reconozca. De hecho, «quedó tan otro de lo que antes
parecía Cardenio, que él mesmo no se conociera aunque a un espejo se mirara». Más tarde se presenta una confusión en torno a los
jumentos, porque DQ quiere que el licenciado esté a caballo y no a pie. El cura dice que irá en las ancas de alguna mula de los demás
viajeros, «y aun haré cuenta que voy caballero sobre el caballo Pegaso o sobre la cebra o alfana en que cabalgaba aquel famoso moro
Muzaraque». La alusión que hace a «la gran cuesta Zulema, que dista poco de la gran Compluto» parece una alusión personal por
parte de Cervantes, como si quisiera señalarnos que está innovando la picaresca de manera distintivamente complutense.
La confusión continúa cuando el escudero de la princesa Micomicona, o sea, el barbero y no SP, le ofrece al cura la silla de su
mula. Al volver a subir el barbero a las ancas, la mula, por ser «de alquiler», le da dos coces haciendo que Nicolás se caiga en el suelo
perdiendo las barbas postizas que son la cola de buey de la ventera. El cura tiene que fingir un milagro, diciendo una encantación «y
quedó el escudero tan bien barbado y tan sano como de antes». Como buenos viajantes que simulan ser, hacen un resumen del viaje
que tienen por delante: van a pasar, dicen, por la aldea del cura para posteriormente seguir la «derrota» (“ruta”) de Cartagena en la
provincia de Alicante y, finalmente, embarcar para el Mar Negro. ¡Menuda confusión! Yo pensaba que Micomicón estaba en Guinea o
Etiopía y no el corazón del Imperio otomano. Cervantes hace otra alusión al colonialismo español cuando el cura tiene que explicar
su presencia inventando una historia de cómo él iba para Sevilla «a cobrar cierto dinero» que un pariente le ha enviado desde las
Indias americanas: «sesenta mil pesos ensayados». ¡Una pequeña fortuna! El capítulo termina con dos referencias interesantes a los
dos locos de la Sierra Morena: Cardenio y DQ. Cardenio, según el cura, se ha transformado del todo: es «como de nuevo» por haber
sido asaltado por unos salteadores que le robaron «hasta las barbas» y quienes, según ha logrado entender, eran unos galeotes
liberados por «algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso soltar al lobo entre las ovejas». Esta última alusión a DQ como
libertador errado es sumamente sugestiva. La vergüenza que siente DQ aquí es palpable e irónica si pensamos en el tema racial de
todo esto: «se le mudaba la color a cada palabra, y no osaba decir que él había sido el libertador de aquella buena gente».
«quedó tan otro de lo que
antes parecía Cardenio, que
él mesmo no se conociera
aunque a un espejo se mirara»
LECCIÓN 2
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LECCIÓN 3
ElgranreinodeMicomicón
L
a disputa entre SP y DQ con que empieza el capítulo treinta nos exige reflexionar sobre los problemas éticos y morales de
la historia de la princesa Micomicona. SP (¡mira quien fue a hablar!) acusa a su amo del «pecado de darles libertad» a los
galeotes. DQ responde que «a los caballeros andantes no les toca ni atañe averiguar si los afligidos, encadenados y opresos
que encuentran por los caminos van de aquella manera o están en aquella angustia por sus culpas o por sus gracias». Al aceptar ese
dictamen, estaríamos poniendo en jaque al plan de SP de esclavizar a los ciudadanos de Micomicón, ¿no? Y cuando DQ compara a
los galeotes con cierto «rosario y sarta de gente mohína y desdichada», trae la cuestión moral aún más de cerca. De todos modos, DQ
está enfurecido, de hecho lleva una «justa cólera» contra SP, y Dorotea tiene que intervenir para que el caballero no intente ajusticiar
a su escudero.
A fin de mantener la tensión narrativa, la princesa Micomicona narra la historia de su reino y cómo ha llegado a España en busca
de DQ. Si estamos atentos a los detalles, veremos que es una versión sublimada de su propia experiencia con Fernando, aunque
alude a otros personajes también. No creo que esa conclusión requiera la teoría freudiana, pero otra vez vemos muchos paralelos. El
«descomunal gigante» y «señor de una grande ínsula» en la costa de Micomicón, quizás haciéndose eco de la fantasía de SP, se llama
«Pandafilando de la Fosca Vista»: motivado por su deseo de casarse con la princesa, ataca al reino. Según profetizó su padre, «Tinacrio
el Sabidor», un caballero andante que tendrá cierto lunar debajo del hombro izquierdo encontrará el remedio para los males de su
reino. De manera hilarante, DQ quiere que SP le ayude a desnudarse para verificar la profecía. Más práctica, la princesa dice que
«rosario y sarta
de gente mohína y
desdichada»
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«no se ha de mirar en pocas cosas» y que «todo es una mesma carne». Termina su historia con otro desliz geográfico, diciendo que
así viajó a España y desembarcó en Osuna, que por cierto, está a casi cien kilómetros del mar. Este lapsus, ¿es psicológico?, ¿es una
manera de burlarse de DQ?, ¿es simbólico de algo? Lo intentaremos averiguar próximamente.
Cuando DQ le expresa su satisfacción a SP –«¿No te lo dije yo?»–, la reacción del escudero consiste en dar «dos zapatetas en
el aire» (demostración física) y utilizar lenguaje bastante vulgar: «¡para el puto que no se casare en abriendo el gaznatico al señor
Pandahilado! Pues ¡monta que es mala la reina! ¡Así se me vuelvan las pulgas de la cama!». La imagen de la espada en la garganta
del gigante y la fantasía que expresa SP de tener a la princesa en su propia cama son llamativas. Además, la transformación de
«Pandafilando» en «Pandahilado» sugiere el verbo “hilar”, que en aquel entonces significaba “fornicar”. Esta frase de SP, en conjunción
con las varias alusiones a la desnudez de DQ y los contenidos eróticos de las historias de Cardenio y Dorotea, nos exige pensar en la
carga sexual que lleva la Sierra Morena dentro de la obra cervantina.
Ahora hay otro lapsus cuando DQ se declara dispuesto a servir a la princesa Micomicona «hasta verme con el fiero enemigo
vuestro, a quien pienso, con el ayuda de Dios y de mi brazo, tajar la cabeza soberbia con los filos desta... no quiero decir “buena”
espada, merced a Ginés de Pasamonte, que me llevó la mía». No se mencionó en ninguna instancia anterior ni la primera ni la
segunda espada de DQ. Luego, cuando DQ dice que no puede casarse con nadie, «aunque fuese con el ave fénix», SP se frustra e
insulte a Dulcinea, diciendo que no es tan hermosa como Micomicona («no llega a su zapato») e insistiendo en que su amo se case
con la princesa para que, siendo él rey, pueda hacer al escudero «marqués o adelantado». Por segunda vez en pocas páginas, DQ se
LECCIÓN 3
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enfada ante las blasfemias de su escudero y esta vez le da dos golpes. Otra vez Dorotea tiene que intervenir para salvarle la vida a SP.
Éste se pone detrás del palafrén de la princesa y deja caer que ni siquiera había visto a Dulcinea. Cuando DQ se enfada aún más, SP
tiene que aclarar que no la vio tan de cerca. Al final, Dorotea hace que SP le bese la mano a su señor, añadiendo de nuevo que «no
os ha de faltar un estado en donde viváis como príncipe».
DQ perdona a su escudero. Luego los dos personajes se apartan para comentar los detalles de la embajada que SP había hecho
a El Toboso, el loco caballero esperando «buenas nuevas». SP se queja de los golpes, diciendo que le han sido peores que los del
episodio de los batanes a lo que DQ responde que «A pecado nuevo, penitencia nueva». ¿Qué pecado fue? Justo aquí, en la segunda
edición de la novela, se inserta la explicación del robo del rucio. Un gitano sobre un jumento viene por el camino y SP lo reconoce
inmediatamente: «Sancho Panza, que doquiera que vía asnos se le iban los ojos y el alma, apenas hubo visto al hombre cuando
conoció que era Ginés de Pasamonte, y por el hilo del gitano sacó el ovillo de su asno, como era la verdad». SP le grita «¡Ah, ladrón
Ginesillo!» y el galeote sale corriendo. Así el escudero recupera su precioso asno: «Y con esto le besaba y acariciaba como si fuera
persona. El asno callaba y se dejaba besar y acariciar de Sancho sin responderle palabra alguna». Todos le dan «el parabién del
hallazgo del rucio, especialmente don Quijote, el cual le dijo que no por eso anulaba la póliza de los tres pollinos».
Después de unas observaciones expresadas por el cura y Cardenio sobre la simplicidad de DQ
y SP, termina el capítulo con la continuación del diálogo entre el caballero y su escudero.
SP admite que no le llevó la carta a Dulcinea y DQ, por su parte, admite que ya lo sabía,
«porque el librillo de memoria donde yo la escribí le hallé en mi poder a cabo de dos
días de tu partida». SP le cuenta que tenía la carta memorizada y que había encontrado
a un sacristán que se la trasladó. Un detalle hilarante aquí es que, según SP, aunque
LECCIÓN 3
«Y con esto le besaba y
acariciaba como si fuera persona.
El asno callaba y se dejaba
besar y acariciar de Sancho sin
responderle palabra alguna».
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LECCIÓN 3
«había leído muchas cartas de descomunión, no había visto ni leído tan linda carta como aquélla». Cuando DQ le pregunta si todavía
tiene la carta en su memoria, SP dice que sólo recuerda aquello «del “soberana señora”, y lo último: “Vuestro hasta la muerte, el
Caballero de la Triste Figura”».
Para resumir: Aquí la novela se caracteriza por un tono cómico y ridículo y se refiere a eventos, lugares y personajes fantásticos.
Además, hay un montón de personajes presentes y muchos hilos narrativos e historias entre varios de ésos. Y todo parece quedarse sin
atar. ¡Pero cuidado! Yo abogaría por ver este caos o entropía narrativa como una serie de pistas falsas. Por ejemplo, si el lector se para
a contemplar los detalles de la historia de la princesa Micomicona, se pueden entrever muchas conexiones con la historia de Dorotea
misma. Otro ejemplo es que por aquí se sugiere cierto dictamen, para no decir formulación de cargos, contra el expansionismo
español, como si el imperialismo de los Habsburgo fuese poco más que otra fantasía caballeresca, o peor aún, como si fueran los
españoles los verdaderos monstruos de esa fantasía. Es decir, si por la fuerza de su brazo DQ les lleva la libertad a los ciudadanos de
Micomicón, sólo para que luego SP los esclavice para volverse rico, pues qué feo, ¿no?
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- Euclides, “Pons asinorum” (trad. Zamorano)
“Los ángulos de los triángulos isósceles
que están sobre la basis son entre sí
iguales. Y extendidas las líneas rectas
iguales, serán también iguales entre sí los
ángulos que están debajo de la basis”.
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LECCIÓN 4
EldiálogoentredonQuijoteySancho
sobrelaembajadadelescudero
E
l capítulo treinta y uno retoma el diálogo entre DQ y SP
sobre la fallida embajada del escudero a Dulcinea del
Toboso. Aquí, respecto a la mujer ideal, e igual a lo que
vimos en el capítulo veinticinco, Cervantes enfatiza el contraste
entre el realismo preciso del campesino y la vaga fantasía del
hidalgo (cf. el famoso ensayo de Auerbach). DQ le pregunta a SP
«¿y qué hacía aquella reina de la hermosura?» a
la vez que se muestra seguro de que el escudero
la habría encontrado «bordando alguna empresa
con oro de cañutillo para este su cautivo
caballero»; mientras que la respuesta de SP es
que la encontró «ahechando dos hanegas de trigo
en un corral de su casa». Esa afirmación conlleva
connotaciones sexuales. Luego, debaten qué
tipo de trigo hubiera trabajado Dulcinea. Se repiten las referencias
a la incertidumbre sobre la pureza de Dulcinea cuando, en lugar
de trigo «candeal o trechel», o sea, de alta calidad, SP dice que
ahechaba «rubión», el trigo más productivo, pero el de peor calidad.
El comentario de DQ le da a Dulcinea cierto poder transformativo,
pues asegura que «ahechado por sus manos, hizo pan candeal, sin
duda alguna». Luego, DQ pide que SP le relate todos los detalles,
«¿y qué hacía
aquella reina de la
hermosura?»
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utilizando una metáfora bella por su combinación del arte de escribir con la de componer música: «no se te quede en el tintero ni
una mínima» (es decir, “no se te olvide ni una nota musical de la más corta duración”).
Cuando SP reporta que le informó a Dulcinea que DQ hacía penitencia, andando «desnudo de la cintura arriba, metido entre estas
sierras como si fuera salvaje», notamos que el escudero, como si no quisiera recordar del todo lo que había visto, confunde las partes
desnudas de su amo. Lo que sigue se centra en los posibles olores de Dulcinea: «¿no sentiste un olor sabeo, una fragancia aromática y
un no sé qué de bueno?». Siempre irreverente (pero faltando a la verdad), SP resalta el oficio de labradora de la joven, respondiendo
que, al contrario, él había sentido «un olorcillo algo hombruno, y debía de ser que ella, con el mucho ejercicio, estaba sudada y algo
correosa». DQ sigue orientalizando a su enamorada, aludiendo a los olores de Arabia y representándola como si fuese la amada
“sulamita” del Cantar de los cantares: «te debiste de oler a ti mismo, porque yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel
lirio del campo, aquel ámbar desleído». SP esquiva el debate: «Todo puede ser..., que un diablo parece a otro».
Finalmente, DQ le pregunta a SP qué hizo su enamorada con la carta después que «acabó de limpiar su trigo y de enviallo al
molino». Según el escudero, Dulcinea la destruyó de manera simbólica: «no la leyó, porque dijo que no sabía leer ni escribir, antes
la rasgó y la hizo menudas piezas, diciendo que no la quería dar a leer a nadie». Al parecer, Cervantes nos sugiere otro posible
significado para el famoso molino, uno que señala a la mujer real como la maquinaria para transformar al imperialista racista en
hombre sano.
«te debiste de oler a ti mismo,
porque yo sé bien a lo que huele
aquella rosa entre espinas, aquel lirio
del campo, aquel ámbar desleído»
LECCIÓN 4
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Sigamos. SP reporta que Dulcinea le contestó que la
había venido a visitar el vizcaíno pero ninguno de los
galeotes. Ahora DQ quiere saber si Dulcinea le había
dado algo al despedirse, «alguna rica joya en albricias,
en agradecimiento de su recado». La respuesta de SP es
prosaica y de ahí lo cómico del intercambio: puede que
así se hiciera «en los tiempos pasados», pero «ahora solo
se debe de acostumbrar a dar un pedazo de pan y queso»,
aunque insiste que ha sido «queso ovejuno». DQ parece
satisfecho y siempre tiene bajo la manga una respuesta
que aviva la llama de su pasión: «Es liberal en estremo... y
si no te dio joya de oro, sin duda debió de ser porque no
la tendría allí a la mano para dártela».
Súbitamente el caballero duda del cumplimiento de
la embajada escuderil, porque será milagroso el haber
ido y vuelto en poco más de tres días, cuando El Toboso
está a más de treinta leguas (más de cien kilómetros)
de donde estaba él en la Sierra Morena. DQ infiere que
«algún sabio amigo te debió de llevar en volandillas
sin que tú lo sintieses». SP se muestra de acuerdo, pero
sigue socavando la retórica caballaresca de su amo con
alternativas más limitadas: «a buena fe que andaba
Rocinante como si fuera asno de gitano con azogue en los
oídos», es decir, como si fuera un asno con mercurio en
las orejas para volverle más vivaz. ¡Ojo! Hay más aquí que
una referencia al realismo gitanesco, pues es también en
la mitología Mercurio un mensajero de los dioses y en la
alquimia un elemento primordial. Es más, la intoxicación
por mercurio te volverá loco.
«a buena fe que andaba
Rocinante como si fuera
asno de gitano con
azogue en los oídos»
LECCIÓN 4
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AndrésdesengañaadonQuijote
S
atisfecho con la explicación, ahora DQ titubea sobre qué hacer: por
una parte, quiere ir a ver a Dulcinea; por otra, le incita «la prometida
fe y la gloria que he de alcanzar en esta empresa», la de liberar al
reino de Micomicón. Su resolución es hacer lo segundo lo más rápido posible:
«pienso... llegar presto donde está este gigante, y en llegando le cortaré la
cabeza y pondré a la princesa pacíficamente en su estado, y al punto daré
la vuelta a ver a la luz que mis sentidos alumbra». Hemos llegado al cénit de
la fantasía caballeresca de DQ. Fijémonos en dos cosas. Primero, el lenguaje
comercial está en el trasfondo, pues predominan términos como «empresa»,
«negocio» y «adahala» (o “propina”). Segundo, la fantasía esclavista de SP sigue
en alce: el escudero insiste en que su amo se case con la princesa Micomicona
porque quiere gobernar un reino «mayor que Portugal y que Castilla juntos»,
aludiendo a la misma unión dinástica que introdujo a España en el tráfico de
negros africanos. Incluso cuando DQ dice que al escudero le darán alguna parte
del reino sin que el caballero tenga que casarse con la princesa, SP insiste en
«que la escoja hacia la marina, porque, si no me contentare la vivienda, pueda
embarcar mis negros vasallos y hacer dellos lo que ya he dicho».
Luego de resolver el plan de DQ, Cervantes nos hace contemplar una
breve disquisición sobre el amor platónico o el amor cortés. DQ le explica a
su escudero que los caballeros andantes sirven a sus damas «sin esperar otro
premio de sus muchos y buenos deseos sino que ella se contente de acetarlos
por sus caballeros». SP le da a esa idea un toque humanista y teológico: «Con
esa manera de amor... he oído yo predicar que se ha de amar a Nuestro Señor,
por sí solo, sin que nos mueva esperanza de gloria». DQ se queda atónito:
LECCIÓN 5
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LECCIÓN 5
«No parece sino que has estudiado». En esto el barbero les interrumpe y SP
está aliviado porque, según el narrador, aunque «sabía que Dulcinea era una
labradora del Toboso, no la había visto en toda su vida». Pero esperad, ¿no nos
la describió detalladamente en el capítulo veinticinco? ¿Está mintiendo SP o su
memoria lo traiciona?
Ahora venimos a un desdoblamiento narrativo complicadísimo. Aparece
caminando un muchacho. Resulta ser Andrés, y con él vuelve el asunto del
salario del pastorcito y los azotes del villano Haldudo. Lo maravilloso aquí es que
primero Cervantes deja que DQ narre su propia versión del episodio del capítulo
cuatro, enfatizando «cuán de importancia es haber caballeros andantes en el
mundo». Incluso DQ nos da el retrato de Andrés atado a la encina y «desnudo del
medio cuerpo arriba» (recordándonos la descripción que nos dio SP de su amo
de marras). DQ sigue glorificándose: «así como yo le vi le pregunté la causa de
tan atroz vapulamiento; respondió el zafio que le azotaba porque era su criado,
y que ciertos descuidos que tenía nacían más de ladrón que de simple; a lo cual
este niño dijo: “Señor, no me azota sino porque le pido mi salario”». Al parecer,
DQ resolvió todo: «le hice desatar, y tomé juramento al villano de que le llevaría
consigo y le pagaría un real sobre otro, y aun sahumados». Si recordamos bien,
no es exactamente lo que pasó, porque DQ le había excusado el sahumerio.
Es peor aún. Andrés desengaña a DQ de su hazaña caballeresca: «el fin del
negocio sucedió muy al revés de lo que vuestra merced se imagina». El pobre
mozo se había quedado «hecho un Sambartolomé desollado». Esta segunda
alusión al santo despellejado (véase El juicio final de Miguel Ángel) es más
complicada que la primera, porque ahora no podemos separar la cuestión de la
piel abusada de Andrés de las de los vasallos de Sancho, el gobernador y negrero
de Micomicón. Observemos que la reacción de DQ es levantarse para ir a buscar
a Haldudo, así cumpliendo con su palabra original: «ya te acuerdas, Andrés, que
yo juré que si no te pagaba, que había de ir a buscarle y que le había de hallar,
aunque se escondiese en el vientre de la ballena». Esta alusión a la ballena de
«así como yo le vi le
pregunté la causa de
tan atroz vapulamiento;
respondió el zafio que
le azotaba porque era
su criado, y que ciertos
descuidos que tenía
nacían más de ladrón
que de simple; a lo cual
este niño dijo: “Señor,
no me azota sino porque
le pido mi salario”»
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LECCIÓN 5
Jonás en combinación con las cuestiones de la raza y la caridad cristiana sugiere
el juicio moral que se encuentra en el retrato de Felipe II de El Greco. Allí tenemos
a otro caballero cristiano a punto de encontrarse en el vientre de la ballena por
no “ver” que el color de la piel de su prójimo no justifica su victimización.
Terminemos. Dorotea convence a DQ de que tiene que atender los asuntos de
su reino antes de entremeterse en otra empresa. Andrés dice que va para Sevilla
y, curiosamente, es SP quien le manifiesta caridad, dándole «un pedazo de pan
y otro de queso» y confesándole que «a todos nos alcanza parte de vuestra
desgracia». Cuando Andrés le interroga de manera sardónica, «¿qué parte os
alcanza a vos?», SP nos recuerda que él también ha sufrido los golpes de su amo:
«que los escuderos de los caballeros andantes estamos sujetos a mucha hambre
y a mala ventura, y aun a otras cosas que se sienten mejor que se dicen». Con
esto, Andrés se marcha, pero no sin antes pedir a DQ que «¡Por amor de Dios»
no se meta en asuntos de otros y maldecir «a todos cuantos caballeros andantes
han nacido en el mundo». Brutal, para un DQ que estaba convencido que había
hecho una hazaña de bien. Y el narrador nos deja bien claro que el héroe está
avergonzado, diciendo: «Quedó corridísimo don Quijote del cuento de Andrés».
«ya te acuerdas,
Andrés, que yo juré que
si no te pagaba, que
había de ir a buscarle y
que le había de hallar,
aunque se escondiese en
el vientre de la ballena»
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LECCIÓN 6
E
l capítulo treinta y dos consiste en reflexiones metaliterarias, es decir, comentarios sobre las definiciones y las funciones de
la literatura en sí. La idea aquí es resumir los propósitos morales y estéticos de la novela que hemos venido leyendo, y así
prepararnos para La novela del curioso impertinente de los capítulos treinta y tres a treinta y cinco y La historia del cautivo de
los capítulos treinta y nueve a cuarenta y uno. El repaso teórico empieza con una breve reiteración de la ética burguesa, seguida por
una ráfaga de bromas eróticas. Rumbo a su aldea nativa, el cura, el barbero, SP y DQ, acompañados por Dorotea y Cardenio, llegan a
la venta del manteamiento escuderil, es decir, la de la pareja de venteros, su hija y Maritornes. El primer gesto del caballero andante
es decirles «que le aderezasen otro mejor lecho que la vez pasada. A lo cual respondió la huéspeda que como la pagase mejor que la
otra vez, que ella se la daría de príncipes. Don Quijote dijo que sí haría, y, así, le aderezaron uno razonable en el mismo camaranchón
de marras». No pasemos por alto esta breve negociación. Dado el tema de la esclavitud, junto con los respectivos tratamientos y
salarios de los todavía no remunerados sirvientes Andrés y SP, el hecho de que DQ por fin reconozca que tiene que pagar su estancia
en una venta es una transformación importante.
Elencantamientodelas
novelasdecaballerías
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Ahora bien, una vez que DQ está en la cama, la explosión de expresiones verdes de parte de la ventera cuando ésta se lanza al
barbero para reclamar su «buena cola» de buey en donde cuelga su «peine» ubica la sexualidad como tema paralelo al del comercio.
Quizás la mejor manera de entender esta relación sea considerar que Cervantes quería ampliar y flexibilizar el concepto limitado de
“economía” que mantenían ciertos lectores más tradicionales de su época. Notemos, por ejemplo, que mientras DQ duerme, ahora
llamado por el narrador «el libertador de todos», el cura y el ventero amplifican el acuerdo comercial ya establecido anteriormente
entre el caballero y la ventera: «Hizo el cura que les aderezasen de comer de lo que en la venta hubiese, y el huésped, con esperanza
de mejor paga, con diligencia les aderezó una razonable comida».
Ahora Cervantes nos da un fascinante panorama de las prácticas de lectura de la literatura a principios del siglo XVII. Quizás el
detalle más raro sea el hecho de que el ventero y DQ compartan los mismos gustos novelísticos. Por ejemplo, cuando el cura anuncia
que la lectura de los libros de caballerías ha vuelto loco a DQ, el ventero los reivindica: «no hay mejor letrado en el mundo». Agrega
que, durante la cosecha, se juntan muchos segadores en la venta y alguien siempre lee en voz alta de esas novelas.
LECCIÓN 6
Aquí se desata una serie de observaciones de parte
de la familia de venteros acerca del antiguo debate, que
se remonta a La república de Platón, sobre el valor moral
y social de la ficción. Primero el ventero admite que las
novelas tienen un efecto fuerte sobre él: «cuando oyo
decir aquellos furibundos y terribles golpes que los
caballeros pegan, que me toma gana de hacer otro tanto».
Esto nos debería recordar el debate contemporáneo
sobre la relación entre la violencia y el consumo de arte
con contenido violento, como son los videojuegos y
las películas de acción. Es obvio que los hombres más
violentos de la época leían las novelas de caballerías.
Pero esperad; no es tan fácil. La ventera agrega que a ella
también le encantan esas novelas, precisamente porque a
su esposo le vuelven manso: «nunca tengo buen rato en mi
casa sino aquel que vos estáis escuchando leer, que estáis
tan embobado, que no os acordáis de reñir por entonces».
«buena cola»
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LECCIÓN 6
Y si eso no nos complicase las cosas, luego Maritornes dice que le encantan esas novelas también, y para colmo, el cura le pide la
opinión de la hija, quien dice que «las lamentaciones que los caballeros hacen cuando están ausentes de sus señoras... me hacen
llorar, de compasión que les tengo». La pregunta de Dorotea va directamente a la cuestión de si la literatura promueve el sexo ilícito
en las lectoras: «Luego ¿bien las remediárades vos, señora doncella... si por vos lloraran?» Increíble. ¿Es el arte capaz de promover la
violencia y las relaciones sexuales? Y fijémonos en cómo este intercambio indica que los mismos textos caballerescos funcionaban
como épicas violentas para los lectores masculinos y melodramas amorosos para los femeninos.
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LECCIÓN 7
E
n esto, el ventero saca «una maletilla vieja, cerrada con una cadenilla», que contiene un par de novelas de caballerías y un
libro histórico que exageraba las aventuras de los héroes militares de las campañas españolas en Italia a principios del siglo
XV: La historia del gran Capitán Gonzalo Hernández de Córdoba, con la vida de Diego García de Paredes. El cura y el barbero
hablan de quemarlos. Sin embargo, el ventero objeta la idea, diciendo: «Luego ¿quiere vuestra merced quemar más libros?». Y luego
agrega un detalle importante: «¿por ventura... mis libros son herejes?». Además, dice que si tienen que quemar alguno, que «sea ese
del Gran Capitán y dese Diego García». La defensa que monta el cura a favor del libro histórico contiene un detalle que nos tiene
que recordar al hidalgo dormido: Diego García de Paredes era «de tantas fuerzas naturales, que detenía con un dedo una rueda de
molino en la mitad de su furia». Quizás una ironía más sutil sea que Diego García de Paredes (1466-1530) murió cuando cayó de su
caballo durante la coronación del Emperador Carlos V en Bologna. Se han propuesto varias figuras históricas, San Ignacio de Loyola,
por ejemplo, como posibles modelos para DQ, pero en mi opinión sería difícil encontrar a una figura mejor que Diego García de
Paredes, un caballero con rasgos igualmente épicos y trágicos, o sea, alguien que representa a la vez el ascenso y la caída del sueño
imperial español.
De manera paralela, el ventero defiende las novelas de
caballerías, aludiendo a la batalla de las ovejas del capítulo
dieciocho y luego describiendo la aventura increíble de un
caballero que se arrojó sobre un dragón que le llevó al fondo
de un río donde la bestia se metamorfoseó «en un viejo
anciano, que le dijo tantas de cosas, que no hay más que
oír». Luego, con un gesto bastante anti-imperialista, les da
«¡Dos higas para el Gran Capitán y para ese Diego García!».
La reacción de Dorotea es observar que el ventero podría
Elenfrentamiento
entreelcurayelventero
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«hacer la segunda parte de don Quijote». Se ha interpretado eso como si el ventero pudiera desempeñar el segundo papel de una
obra teatral o cantar en armonía con DQ, pero es curioso notar que la historia que relata el ventero anticipa el episodio de la Cueva
de Montesinos en el corazón de la segunda parte de la novela de 1615. ¿Podría ser que Cervantes ya tuviera en mente a estas alturas
de 1605 escribir la continuación?
En su defensa el ventero parece aludir tanto a otra novela de Cervantes, El coloquio de los perros, como a cierto estudio matemático,
como incluso al tema de la raza: «A otro perro con ese hueso... ¡Cómo si yo no supiese cuántas son cinco, y adónde me aprieta el zapato!
No piense vuestra merced darme papilla, porque por Dios que no soy nada blanco». De todas formas, a continuación es hilarante
la alusión que hace el ventero a la censura selectiva de textos de la época, amargamente sugiriendo que Cervantes entendía, como
lo entendían los humanistas, que el reclutamiento militar motivaba la continua diseminación de los libros de caballerías: «¡Bueno
es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos buenos libros dicen sea disparates y mentiras, estando
impreso con licencia de los señores del Consejo Real, como si ellos fueran gente que habían de dejar imprimir tanta mentira junta, y
tantas batallas, y tantos encantamentos, que quitan el juicio!».
La discusión entre el cura y el ventero parece llegar a su clímax cuando el licenciado afirma que son falsas las novelas de caballerías,
que sólo son un tipo de pasatiempo, «así como se consiente en las repúblicas bien concertadas que haya juegos de ajedrez, de pelota
y de trucos, para entretener a algunos que ni tienen, ni deben, ni pueden trabajar». Por cierto, se alude aquí directamente a la casta
de los hidalgos ociosos, como el propio DQ. Y notemos por otro lado que estamos otra vez delante de las ideas de Platón acerca de
la literatura como forma de corrupción de los ciudadanos. Quizás la moraleja del enfrentamiento entre el cura y el ventero es que
a través del diálogo es posible aceptar la existencia de más de un solo punto vista. Cuando el cura dice que espera que el ventero
no se vuelva loco como DQ, éste se calma: «Eso no... que no seré yo tan loco que me haga caballero andante». De repente sale SP y
«quedó muy confuso y pensativo» ante el debate, pero la aparición del escudero también es una referencia a la posible relación entre
la literatura caballeresca y la industria de la esclavitud de la cual quiere beneficiarse.
LECCIÓN 7
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Finalmente, el cura saca de la maleta del ventero La novela del curioso impertinente. Fijémonos primero en la ética del
ventero, que dice que muchos huéspedes se la han pedido: «mas yo no se la he querido dar, pensando volvérsela a quien
aquí dejó esta maleta olvidada con estos libros y esos papeles, que bien puede ser que vuelva su dueño por aquí algún
tiempo, y aunque sé que me han de hacer falta los libros, a fe que se los he de volver, que, aunque ventero, todavía
soy cristiano». ¡Hala! Información clave: El ventero alude a la reputación que tenían los venteros en esa época de ser
moriscos que practicaban el Islam en secreto. En otras palabras, todo el debate literario, siempre lleno de alusiones
al poder de la Inquisición de expurgar y quemar libros, ahora lo podemos relacionar más directamente que nunca
a la idea de expulsar y quemar a herejes o etnias marginadas.
Para concluir con el capítulo, notemos la relación muy cervantina que hay entre el sueño y la ficción, pues el
cura vacila en si leer la novela o no. Dice que lo haría «si no fuera mejor gastar este tiempo en dormir que en
leer», pero Dorotea insiste y el cura acepta con un zeugma final: «quiero leerla, por curiosidad siquiera: quizá
tendrá alguna de gusto». En el primer caso «curiosidad» significa “interés trivial”, pero luego «alguna» indica
«curiosidad» con el significado de “cosa interesante”, y encima todo está jugando con el título de la novela
que está por leer. Es un grito fuerte de parte de nuestro autor: “¡Atención! Hay continuidades en marcha”.
Para resumir: ¡Santa María! En estos dos capítulos hemos estado en transición entre las
historias de Cardenio y Dorotea y La novela del curioso impertinente, pero todavía hay
muchísimo aquí. En el capítulo treinta y uno se siguen desarrollando los temas de la
etnicidad de Dulcinea y la fantasía que mantiene SP de ser un negrero una vez que
su amo “libere” a Micomicón. La llegada de Andrés subraya y complica la misión
de DQ. En cuanto al capítulo treinta y dos, sobre todo creo que nos conviene
reconocer la relación que Cervantes establece entre el debate literario sobre
la función de la ficción y la identidad tanto nacional y militar como étnica y
religiosa. Por otra parte, el brote sexual de la ventera nos ha señalado otra
relación entre la sexualidad y el sueño imperialista del caballero andante.
Sólo me queda una pregunta, ¿de quién podría ser esa maleta que ha sacado
el ventero? ¿Cardenio?, ¿Ginés de Pasamonte?, ¿uno de los escoltas de los
galeotes?, ¿un segador anónimo de Andalucía?, ¿cierto soldado escritor vuelto de
las campañas militares en Italia? Quizá todos o ninguno de ellos.
LECCIÓN 7
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- Apuleyo, El asno de oro
“Tú, hija, no te entristezcas por esto;
no temas a tu linaje ni al estado del
matrimonio mortal, porque yo haré que
estas bodas no sean desiguales, mas
legítimas o bien ordenadas como el derecho
lo manda”.
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L
os capítulos treinta y tres a treinta y cinco representan un profundo cambio en cuanto al estilo de la narrativa de Cervantes.
Ya nos lo anunció antes: las historias de Cardenio y Dorotea son muy parecidas a la que nos narra aquí. Sin embargo, ahora
viene el caso más completo del género literario que Cervantes mismo denominaría “la novela ejemplar”, que manifiesta
una lección moral, aunque no sin cierto entretenimiento escandaloso. También se ha llamado a este género “la novela
urbana del barroco”. Lo importante es apreciar que Cervantes es maestro de todo tipo de narración. Ya hemos
visto su capacidad de reproducir las esencias de la novela pastoril en Grisóstomo y Marcela, la caballeresca en
las fantasías de DQ, la sentimental en la historia de Cardenio, la bizantina en la de Dorotea y la parodia de
todas que se encuentra en los múltiples ecos del anti-sentimentalismo de La Celestina. Además, hemos
visto el realismo de la picaresca en los episodios de Maritornes y Ginés de Pasamonte, todo contrapuesto
a los ecos épicos del Cid y las numerosas alusiones a Homero, Virgilio y Dante. Ahora confrontamos
el melodrama puro y duro; esencialmente es un triángulo amoroso, pero incluye notas de misterio,
psicopatología, traición y venganza. La novela del curioso impertinente sostiene un dinamismo
único en DQ que nos permite ver que Cervantes sí es capaz de suspender los juegos literarios
y el humor y narrar de manera tradicional mejor que nadie. Podríamos comparar lo que
hace Cervantes aquí con lo que han hecho grupos musicales tales como los Beatles o Led
Zeppelin que, durante sus fases más innovadoras y radicales, siempre eran capaces de
echarse una canción popular y pegadiza.
La novela se desarrolla en Florencia, ciudad en la que se originó el Renacimiento
europeo al redescubrir y diseminar la cultura clásica en toda la Europa occidental.
No olvidemos los contactos íntimos y políticos entre Florencia y Toledo, entre los
Habsburgo y los Médici. La trama deriva de un cuento tradicional, pero también refleja
el canto cuarenta y tres del Orlando furioso de Ariosto. Hay que admitir la presencia de
un componente freudiano quizás incluso hegeliano en esta tragedia psicosexual, como
si se representara en la caída de los personajes la esencia irremediablemente conflictiva
LECCIÓN 8
Lanoveladelcuriosoimpertinente
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de los seres humanos. Y así se establece al principio una casi perfecta harmonía entre los protagonistas: todos conocen a Anselmo
y Lotario «por excelencia y antonomasia» según el lema de «los dos amigos» porque «andaban tan a una sus voluntades, que no
había concertado reloj que así lo anduviese». Las únicas diferencias son que «el Anselmo era algo más inclinado a los pasatiempos
amorosos que el Lotario, al cual llevaban tras sí los de la caza». Ah, ¡los infinitos cazadores cervantinos!
Anselmo se enamoró de Camila, cuyo nombre alude a la heroína itálica de La Eneida de Virgilio, en donde lucha con Turno contra
Eneas y su asesinato se ve vengado por la diosa Diana. Lotario «llevó la embajada» (recordamos los papeles sospechosos tanto de
SP como de don Fernando). Anselmo y Camila se casaron y entonces Lotario decidió no frecuentar la casa de su amigo con fin de
preservar la honra de la pareja. Anselmo se mostró molesto e insistió en que Lotario siguiera con sus visitas, «asegurándole que su
esposa Camila no tenía otro gusto ni otra voluntad que la que él querría que tuviese». ¡Uy! Dada la centralidad de las voluntades de
mujeres como Marcela, Torralba, Luscinda, Dorotea y Aldonza Lorenzo entre otras, esa afirmación de Anselmo es temática y ominosa.
Lotario le puso excusas, diciendo que cada marido debía tener «algún amigo que le advirtiese de los descuidos» personales, pero
Anselmo no quiso hacerle caso. Aquí hay una intervención sofisticada por parte del narrador, quien esgrime a la vez en primera
persona y estilo indirecto libre: «Pero ¿dónde se hallará amigo tan discreto y tan leal y verdadero como aquí Lotario le pide? No lo
sé yo, por cierto».
LECCIÓN 8
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Durante esta fase de la amistad de Lotario y Anselmo, cuando el primero
se excusaba de pasar tanto tiempo en casa del recién marido, un día, «los dos
se andaban paseando por un prado fuera de la ciudad», y Anselmo le confesó
a su amigo que sentía una gran ansiedad, una «angustia», incluso la llamó su
«locura»: «el deseo que me fatiga es pensar si Camila, mi esposa, es tan buena
y tan perfeta como yo pienso, y no puedo enterarme en esta verdad si no es
probándola de manera que la prueba manifieste los quilates de su bondad,
como el fuego muestra los del oro». Para Anselmo no era suficiente la buena
reputación de Camila sin que alguien la tentara y le tocaría a Lotario «entrar
en esta amorosa batalla».
Ahora viene una larguísima protestación por parte de Lotario, una
concatenación retórica que refleja la educación de la época, que empleaba
el debate de la naturaleza o los límites de conceptos como la amistad o la
fidelidad a fin de perfeccionar los talentos oratorios y legalistas de los
estudiantes. Lotario ofrece gran variedad de argumentos clásicos, lógicos y
morales al respecto, incluyendo ejemplos de la Biblia, de la naturaleza, de
la poesía e incluso de la vida militar. Empieza citando una frase de Plutarco,
«usque ad aras» o “hasta el altar”, para indicar los límites divinos a la amistad.
Luego, acusa a Anselmo de pensar cómo los moros, que no son capaces de
aceptar la tercera sentencia común de Euclides: «Si de dos partes iguales
quitamos partes iguales, las que quedan también son iguales».
«Si de dos partes iguales
quitamos partes iguales, las que
quedan también son iguales»
LECCIÓN 8
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Anselmodescubre
elengañodeLotario
A
juicio de Lotario era impertinente poner a prueba a Camila si
ya la consideraba una joven retirada, honesta, desinteresada
y prudente. Es que, a diferencia de los santos y los valerosos
soldados, Anselmo quería emprender una misión que no le daría ninguna
gloria, honra o provecho, sino sólo vergüenza. Cita un poema, Las lágrimas
de San Pedro, para subrayar el ejemplo de la vergüenza que sentía el Apóstol
y la obligación cristiana de comportarse bien aun cuando no hay testigos. A
ver, ¿de qué tenía vergüenza Pedro específicamente? Ah sí, de haber negado
a Cristo tres veces... y quizás de haberle cortado la oreja a un esclavo (véase
Juan 18.10 y Lucas 22.51). Volviendo a Lotario, incluso trae el ejemplo de la
prudente decisión de Reinaldos de Montalbán que, según Ariosto, optó por no
participar en la prueba de la fidelidad de su mujer. (¿Por qué le gustaba tanto
ese héroe caballeresco a DQ al principio de la novela? Ciertamente no por su
discreción amorosa.)
Luego, Lotario arguye con una ráfaga de comparaciones: la mujer honesta
es un diamante, un armiño, un espejo y un jardín. En esos casos hay que
apreciar el objeto ideal porque las consecuencias de probarlo sólo serán
malas. Termina esa fase de su argumento citando versos de una comedia en
los cuales un viejo le aconseja a su amigo encerrar a su hija porque «si hay
Dánaes en el mundo, / hay pluvias de oro también». Todavía Lotario le opone
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LECCIÓN 2
más argumentos a Anselmo, porque «todo lo requiere el laberinto donde te has entrado» (el laberinto de nuevo). Reclama más
respeto por parte de su amigo y dice que Anselmo también debería tener más autoestima porque la sociedad le juzgaría si tuviera
una mujer mala. Luego llega al argumento religioso final, citando la creación de Eva a través de la costilla de Adán y refiriéndose
al matrimonio como «milagroso sacramento, que hace que dos diferentes personas sean una mesma carne» (eco de la princesa de
Micomicona). Añade que «aunque tienen dos almas, no tienen más de una voluntad». Notemos cómo Cervantes hace que la lógica
de la tercera sentencia común de Euclides invada el raciocinio teológico, pues siendo la misma carne, si el esposo le trae deshonra
a su mujer, se deshonra a sí mismo: «el marido es participante de la deshonra de la mujer, por ser una mesma cosa con ella». Lotario
reitera que Anselmo tiene una «impertinente curiosidad» y concluye de manera al parecer contundente: «bien puedes buscar otro
instrumento de tu deshonra y desventura, que yo no pienso serlo».
Entonces, Anselmo admite que tiene una enfermedad, pero le vuelve a implorar
a Lotario que le ayude y éste finalmente acepta, pero con la idea de fingir todo.
¡Sorprendente! Mucha argumentación echada por el suelo, ¿no? En fin, Anselmo
abastece a su amigo con dinero y joyas para emprender la seducción y finge la
«la necesidad o necedad de su ausencia» para dejarlo solo con Camila. Dado que
las cosas se van a complicar, hay algo ya irónico en la complicidad del amigo del
marido: «A todo se ofreció Lotario, bien con diferente intención que Anselmo
pensaba». Notemos también la terminología del esgrima, la retórica militar y el
“Ley de Gresham, según la cual
el dinero malo, en este caso las
monedas de cobre (de color negro),
sustituye al dinero bueno, en este
caso las monedas de plata y de oro
(de color blanco y amarillo)”.
LECCIÓN 2
«A todo se ofreció
Lotario, bien con
diferente intención
que Anselmo pensaba»
LECCIÓN 9
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apóstrofe al lector que Cervantes utiliza para describir una situación opuesta a la que anticipaba el seductor: «Viose Lotario puesto
en la estacada que su amigo deseaba, y con el enemigo delante, que pudiera vencer con sola su hermosura a un escuadrón de
caballeros armados: mirad si era razón que le temiera Lotario». Pero Lotario no hizo nada: «lo que hizo fue poner el codo sobre el
brazo de la silla y la mano abierta en la mejilla». Miente a su amigo, diciéndole que está intentando seducir a Camila, así como lo
haría el «ángel de luz, siéndolo él de tinieblas, y, poniéndole delante apariencias buenas»; mientras que en realidad pasa con ella
todo el tiempo sin dirigirle la palabra.
Cuando Lotario le reporta que Camila resiste sus conquistas, Anselmo redobla la apuesta, dándole cuatro mil escudos de oro para
que compre «joyas con que cebarla». Quisiera hacer una pausa aquí para notar que en términos financieros, esos cuatro mil escudos
son equivalentes a ciento sesenta años del salario de SP. Evidentemente nuestros personajes florentinos son de la aristocracia más
tradicional. Bien, un día Anselmo se encierra en un aposento mirando «por los agujeros de la cerradura». Se entera de que todo
ha sido «ficción y mentira» y confronta a su amigo. Aquí tenemos todo un párrafo de apóstrofe del narrador, esta vez dirigido a
Anselmo mismo: «¡Desdichado y mal advertido de ti, Anselmo!». Es ominoso y termina con un poema indicando que se le va a negar
al protagonista lo que busca.
Lotario se rinde y le dice a su amigo que lo intentará otra vez. Anselmo logra ausentarse y esta vez, con las nuevas insistencias de
su amigo y la curiosa ausencia de la criada, Leonela, Lotario «tenía lugar de contemplar parte por parte todos los estremos de bondad
y de hermosura que Camila tenía, bastantes a enamorar una estatua de mármol, no que un corazón de carne». Aunque quiere ser
buen cristiano y fiel a su amigo (y ya podemos dudar si el narrador es del todo fidedigno), al final la hermosura y la bondad de Camila
«dieron con la lealtad de Lotario en tierra» y éste empieza a expresarle su amor a la esposa de su amigo.
“al final la hermosura y la
bondad de Camila «dieron
con la lealtad de Lotario
en tierra» y éste empieza
a expresarle su amor a la
esposa de su amigo”
LECCIÓN 9
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LECCIÓN 10
«RindióseCamila,
Camilaserindió...»
E
l capítulo treinta y cuatro empieza con un «billete», o misiva, escrito
por Camila a Anselmo, en el cual se destaca de nuevo la retórica
militar: «Así como suele decirse que parece mal el ejército sin su
general y el castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la mujer
casada y moza sin su marido». Es decir, al final Lotario ha empezado a trabajar
en serio. Camila dice que quiere ir a casa de sus padres, pero Anselmo se lo
prohíbe y la deja confundida: «en la quedada corría peligro su honestidad, y
en la ida, iba contra el mandamiento de su esposo». Eventualmente, empieza
a «titubear la firmeza de Camila» y «las lágrimas y las razones de Lotario»
despiertan «alguna amorosa compasión». Sigue la retórica militar: Lotario
determinó «apretar el cerco a aquella fortaleza» y según el narrador «no hay
cosa que más presto rinda y allane las encastilladas torres de la vanidad de
las hermosas que la mesma vanidad, puesta en las lenguas de la adulación».
En fin, un contundente “quiasmo”, una figura poética que toma la forma de
una ‘X’ sintáctica, subraya la conclusión inevitable: «Rindióse Camila, Camila se
rindió...». Aquí la voz narrativa moralizante interviene de nuevo, mucho antes
de que se haya terminado la historia: «Ejemplo claro que nos muestra que solo
se vence la pasión amorosa con huilla y que nadie se ha de poner a brazos con
tan poderoso enemigo, porque es menester fuerzas divinas para vencer las
suyas humanas».
«Ejemplo claro que nos
muestra que solo se vence
la pasión amorosa con
huilla y que nadie se ha
de poner a brazos con tan
poderoso enemigo, porque
es menester fuerzas
divinas para vencer las
suyas humanas»
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Esta vez, cuando Anselmo requiere otro reporte, la historia toma un giro barroco. Es decir, el primer reporte, inicialmente
verdadero sirve ahora para que Lotario engañe a su amigo: «tienes una mujer que dignamente puede ser ejemplo y corona de todas
las mujeres buenas. Las palabras que le he dicho se las ha llevado el aire». A la vez, y de manera curiosa, la retórica militar se vuelve
decididamente marítima: «a pie enjuto has pasado el mar de las dificultades y sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse,
no quieras entrar de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes, ni quieras hacer experiencia con otro piloto de la
bondad y fortaleza del navío que el cielo te dio».
Ahora bien, Anselmo quiere poner fin al juego. Para eso, le pide a Lotario que finja estar enamorado de una joven florentina y
que le escriba versos. Esa joven en realidad no existe, pero para que sea creíble para Camila, Anselmo le inventa el pseudónimo de
Clori. Lotario le avisa a Camila que los versos en realidad son para alabarla a ella, quien, según el narrador, «a no estar avisada... ella
sin duda cayera en la desesperada red de los celos». El soneto es una maravilla, como una canción lenta perfecta que toda buena
banda de rock tiene y, paradójicamente, parece ser el más fácil de entender en toda la novela. Cada estrofa representa uno de los
cuatro puntos principales que ocupa el sol en el cielo a lo largo del día y en cada momento el poeta se queja del amor que tiene por
Clori. Es interesante que la única dirección cardinal sea el oriente y es de notar el juego típico que realiza Cervantes con los sentidos
mercantil, religioso y narrativo de las palabras “cuenta” y “cuento”: el poeta da «la pobre cuenta de mis ricos males» al cielo y hacia el
final dice, «doblo los gemidos. / Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento». Quizás lo más interesante de esta escena sea el coqueteo
secreto que realiza Camila delante de las narices de Anselmo: «¿todo aquello que los poetas enamorados dicen es verdad?». Lotario
responde: «En cuanto poetas, no la dicen... mas en cuanto enamorados, siempre quedan tan cortos como verdaderos».
LECCIÓN 3LECCIÓN 10
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Camila le pide otro soneto y éste vuelve al tema marítimo, lamentando
la desventura del poeta cuyo amor no era correspondido como si fuese un
marinero perdido: «¡Ay de aquel que navega, el cielo escuro, / por mar no
usado y peligrosa vía, / adonde el norte o puerto no se ofrece!». El narrador
subraya otra vez la dinámica irónica del triángulo amoroso: «alabó este
segundo soneto Anselmo como había hecho el primero, y desta manera iba
añadiendo eslabón a eslabón a la cadena con que se enlazaba y trababa su
deshonra, pues cuando más Lotario le deshonraba, entonces le decía que
estaba más honrado; y con esto todos los escalones que Camila bajaba hacia
el centro de su menosprecio, los subía, en la opinión de su marido, hacia la
cumbre de la virtud y de su buena fama».
En este momento es cuando entra en la trama de la narración Leonela, la
criada a quien Camila confiesa todo. Fijémonos primero en la retórica según
la cual Camila transforma su dilema en cuestión de valores y estimaciones:
«Corrida estoy, amiga Leonela, de ver en cuán poco he sabido estimarme,
pues siquiera no hice que con el tiempo comprar Lotario la entera posesión
que le di tan presto de mi voluntad». Leonela apoya a su señora, diciéndole
que el amor es variable e imposible de controlar, añadiendo que «algún
día te lo diré señora, que yo también soy de carne, y de sangre de moza»
y asegurándole «que Lotario te estima como tú le estimas a él». Luego le
dice «todo un abecé entero», alabando a Lotario como «agradecido, bueno,
caballero», etc. Notemos que, según Leonela, «La x no le cuadra, porque es
letra áspera». Todo eso le tranquiliza a Camila hasta que Leonela le informa
que ella también se ha metido en una aventura amorosa «con un mancebo
bien nacido, de la mesma ciudad; de lo cual se turbó Camila, temiendo que
era aquel camino por donde su honra podía correr riesgo». El problema es
que Camila, habiéndole confesado todo a su criada, ya no puede controlarla,
o como lo dice el narrador: «Que este daño acarrean, entre otros, los pecados
de las señoras: que se hacen esclavas de sus mesmas criadas».
LECCIÓN 10
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Con esas confesiones surge la crisis principal. Leonela deja que su galán la visite en un aposento de la casa de Anselmo y Camila
se encuentra forzada a facilitar el encuentro: «quitábale todos los estorbos, para que no fuese visto de su marido». Pero irónicamente
la crisis viene de Lotario, y la descripción que da Cervantes de la psicopatología de los celos es otra maravilla. Resulta que Camila no
pudo quitar los estorbos al amante de Leonela suficientemente bien para «que Lotario no le viese una vez salir al romper del alba;
el cual, sin conocer quién era, pensó primero que debía de ser alguna fantasma, mas cuando le vio caminar, embozarse y encubrirse
con cuidado y recato, cayó de su simple pensamiento y dio en otro, que fuera la perdición de todos si Camila no lo remediara. Pensó
Lotario que aquel hombre que había visto salir tan a deshonra de casa de Anselmo no había entrado en ella por Leonela, ni aun se
acordó si Leonela era en el mundo: solo creyó que Camila, de la misma manera que había sido fácil y ligera con él, lo era para otro».
Lotario se vuelve «ciego de la celosa rabia» y prepara su venganza, informándole a Anselmo que al final Camila sí se ha rendido
y que la siguiente vez que Anselmo se ausente los dos tienen una cita. Lotario le dice que finja que se va por unos días y que luego
se quede escondido detrás de unos tapices en la recámara donde los amantes se van a reunir (recordemos lo que hizo Cardenio en
la boda de Luscinda y Fernando). Pero poco después Camila le revela a Lotario todo el problema que tiene con Leonela. Al principio
Lotario cree que miente, pero cuando la ve llorar, se convence de que la joven dice la verdad. Luego le confiesa lo que «instigado
de la furiosa rabia de los celos» le ha dicho a Anselmo y le pide consejo para poder «salir bien de tan revuelto laberinto». Hablando
de laberintos: a ver, las lágrimas de don Fernando resultaron falsas, pero las de San Pedro eran verdaderas; ¿las de Camila serán
verdaderas? Difícil de saber, ¿no?
“recordemos lo que hizo
Cardenio en la boda de
Luscinda y Fernando”
LECCIÓN 10
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ElsimulacrodeCamila
S
egún el narrador, «como naturalmente tiene la mujer ingenio presto
para el bien y para el mal, más que el varón», pues «luego al instante
halló Camila el modo de remediar tan al parecer inremediable
negocio». No le dice a Lotario lo que tiene en mente, sino que insiste en que
haga lo que ya tenía planeado, o sea, que Anselmo se esconda y que los dos se
reúnan en el salón donde el esposo iba a estar escondido. Lotario asienta. Otro
día, Anselmo se prepara para «ver por sus ojos hacer notomía de las entrañas
de su honra» y entran Leonela y Camila en la recámara donde actúan una
escena para el marido engañado. Camila le dice que está furiosa por alguna
insolencia que le ha hecho Lotario y que está por suicidarse con la misma
daga de Anselmo, pero primero le pide a su criada que llame a Lotario desde
la ventana de otra habitación para que suba para la confrontación. Leonela
le aconseja que no se ponga en situación de ser violada: «Mira, señora, que
somos flacas mujeres, y él es hombre, y determinado; y como viene con aquel
mal propósito, ciego y apasionado, quizá antes que tu pongas en ejecución el
tuyo hará él lo que te estaría más mal que quitarte la vida».
Cuando Camila se desmaya, Leonela da un breve soliloquio, diciendo que
su señora es «el ejemplo de la castidad» y comparándola con «otra nueva y
perseguida Penélope». Camila se despierta y Leonela le dice que no quiere
ir a llamar a Lotario sin que su señora le dé la daga porque teme que se vaya
a suicidar. Camila dice que no quiere ser «como aquella Lucrecia» (según
la leyenda Lucrecia fue violada por el tirano Tarquino y por eso se suicidó,
resultando en una rebelión que dio lugar a la República de Roma). A la
ausencia de Leonela, Camila continúa la actuación para Anselmo, dando un
«luego al instante halló
Camila el modo de
remediar tan al parecer
inremediable negocio»
LECCIÓN 11
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largo monólogo en voz alta sobre su plan de vengarse de Lotario y luego suicidarse: «saldré bañada en mi casta sangre y en la
impura del más falso amigo que vio la amistad en el mundo». El comentario del narrador es fascinante, sobre todo dado el tema
del travestismo que hemos visto en otros capítulos: «Y diciendo esto se paseaba por la sala con la daga desenvainada, dando tan
desconcertados y desaforados pasos y haciendo tales ademanes, que no parecía sino que le faltaba el juicio y que no era mujer
delicada, sino un rufián desesperado».
Fijémonos en la manera maravillosa en que el narrador transita entre los pensamientos de un personaje y luego los de otro.
Durante toda la actuación de Leonela y Camila, el narrador nos asegura que Anselmo está bastante convencido de la inocencia de su
mujer y, por eso, siempre está a punto de salir y poner fin a la confrontación para evitar algún daño; pero no lo hace, o porque quiere
ver un pelín más, por la entrada o salida de un personaje o porque escucha algo interesante. Anselmo
está embelesado exactamente como el público ante una comedia tan bien escrita y actuada. En fin,
Lotario sube y Camila, «haciendo con la daga en el suelo una gran raya delante della», insiste en que
él justifique su traición a Anselmo y su atrevido avance hacia ella. Lotario sabe que tiene que actuar
también: confiesa haber trasgredido y le pide perdón atribuyendo la culpa al poder del amor. La
frase más enigmática de Lotario se refiere al respeto que supuestamente tiene por Camila: «A ti te
conozco y tengo en la misma posesión que él te tiene». Según la polisemia, la palabra «posesión»
indica que Lotario tiene la misma “opinión” de Camila que Anselmo, pero además sugiere que, igual
«A ti te conozco
y tengo en la
misma posesión
que él te tiene»
LECCIÓN 11
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que Anselmo, la ha “poseído”, es decir, ha tenido relaciones sexuales con ella.
Lotario logra engañar con la verdad y se dirige tanto a Camila como a Anselmo.
Puro barroco desplegado aquí.
El desenlace de esta obra teatral consiste en Camila dando una larga
arenga en contra de Lotario, al final de la cual dice que quiere «matar
muriendo». La descripción que da el narrador de lo que pasa en ese momento
es un ejemplo estupendo del efecto desestabilizador del “perspectivismo”
de Cervantes. Nadie, ni un personaje dentro de la narración, ni el narrador
y (¿porque no admitirlo?) ni siquiera el lector mismo, puede saber si Camila
tiene verdadera intención o finge cuando ataca a Lotario: «con una increíble
fuerza y ligereza arremetió a Lotario con la daga desenvainada, con tales
muestras de querer enclavársela en el pecho, que casi él estuvo en duda si
aquellas demostraciones eran falsas o verdaderas». Cuando Camila no puede
contra Lotario, «o fingiendo» que no puede, se mete la daga «por más arriba
de la islilla del lado izquierdo, junto al hombro, y luego se dejó caer en el
suelo, como desmayada».
Toda la industria, «la sagacidad, prudencia y mucha discreción de la
hermosa Camila» parece haber funcionado, porque Anselmo cree que tiene
«por mujer a una segunda Porcia» (la valiente esposa de Marco Bruto) y «un
simulacro de la honestidad». Según el narrador Anselmo, después de haber
visto «representar la tragedia de la muerte de su honra», fue «el hombre más
sabrosamente engañado que pudo haber en el mundo». Sin embargo, termina
el capítulo treinta y cuatro de manera ominosa: «al cabo de pocos meses
volvió Fortuna su rueda y salió a plaza la maldad con tanto artificio hasta allí
cubierta, y a Anselmo le costó la vida su impertinente curiosidad».
«con una increíble fuerza y
ligereza arremetió a Lotario
con la daga desenvainada»
LECCIÓN 11
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«yofuielfabricador
demideshonra»
E
l capítulo treinta y cinco trae otra de las magníficas interrupciones de
la narración cervantina. Se trata de la famosa aventura de los cueros
de vino, la cual alude explícitamente a un episodio parecido de El asno
de oro de Apuleyo. El cura está a punto de terminar de leer La novela del curioso
impertinente cuando Sancho baja del camaranchón, gritando que su amo «ha dado
una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona». El cura le
interroga: «¿Cómo diablos puede ser eso que decís, estando el gigante dos mil
leguas de aquí?». Todos oyen un gran ruido en el aposento y luego el grito de DQ:
«¡Tente, ladrón, malandrín, follón, que aquí te tengo y no te ha de valer tu cimitarra!». Hemos de notar que, siendo la cimitarra
una espada turca, las palabras de DQ sugieren el largo conflicto entre los españoles y los otomanes del siglo XVI. Todos suben y
encuentran a DQ, medio desnudo e, irónicamente, con el bonetillo del mismo ventero en la cabeza, dando cuchilladas a unos cueros
de vino guardados en su aposento. Según el narrador, DQ estaba soñando «que ya había llegado al reino de Micomicón y que ya
estaba en la pelea con su enemigo». Lógicamente, el ventero se enfada y ataca a DQ y todo el bullicio sólo se acaba cuando el barbero
le tira encima del caballero loco «un gran caldero de agua fría del pozo». No es el primer pozo de DQ.
SP no entiende qué ha pasado: si no se puede encontrar la cabeza del gigante, pues se le va a escapar el condado de entre los
dedos. Entre tanto el ventero maldice a DQ, cuya alma la quiere ver «nadando... en los infiernos». Aquí trae Cervantes de nuevo el
tema comercial: «El ventero se desesperaba... y juraba que no había de ser como la vez pasada, que se le fueron sin pagar, y que ahora
no le habían de valer los previlegios de su caballería para dejar de pagar lo uno y lo otro, aun hasta lo que pudiesen costar las botanas
que se habían de echar a los rotos cueros». Es más, según el narrador, «Todos reían, sino el ventero, que se daba a Satanás». Incluso
la ventera se queja, recordando el maltrato de su escoba por parte del barbero y gritando que «me lo han de pagar un cuarto sobre
otro». El cura logra sosegar a todos «prometiendo de satisfacerles su pérdida lo mejor que pudiese, así de los cueros como del vino,
y principalmente del menoscabo de la cola».
LECCIÓN 12
«ha dado una cuchillada
al gigante enemigo
de la señora princesa
Micomicona»
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LECCIÓN 5
La narración vuelve a La novela del curioso impertinente. El narrador nos
recuerda que «era Anselmo el fabricador de su deshonra, creyendo que lo era
de su gusto» y luego nos da el desenlace trágico. Igual que Lotario, Anselmo
se entera de la presencia del amante de Leonela en su casa. La descripción de
eso sugiere tanto la metáfora de la arquitectura de la casa como el cuerpo de
la mujer como de la rivalidad posesiva y celosa de los hombres, que siempre
gira en torno al mencionado cuerpo: «una noche sintió Anselmo pasos en el
aposento de Leonela, y, queriendo entrar a ver quién los daba, sintió que le
detenían la puerta, cosa que le puso más voluntad de abrirla, y tanta fuerza
hizo, que la abrió y entró dentro a tiempo que vio que un hombre saltaba
por la ventana a la calle». Leonela se excusó ante su amo de manera que nos
recuerda las historias de Cardenio y Dorotea: «es cosa mía, y tanto, que es mi
esposo». Anselmo creyó que mentía y sacó la daga, y en esto Leonela jugó la
única carta que le quedaba: «No me mates, señor, que yo te diré cosas de más
importancia de las que puedes imaginar». Bastante parecido a lo que pasa
en Las mil y una noches, Leonela le pidió a su señor que le diera hasta el día
siguiente para recuperarse del susto.
Cuando Anselmo le reportó todo a Camila, ésta se turbó y «aquella mesma
noche, cuando le pareció que Anselmo dormía, juntó las mejores joyas que
tenía y algunos dineros y, sin ser de nadie sentida, salió de casa y se fue a la
de Lotario». Lotario la metió en «un monesterio, en quien era priora una su
hermana» y «se ausentó luego de la ciudad». El día siguiente, «sin echar de ver
Anselmo que Camila faltaba de su lado», fue a donde había dejado a Leonela
encerrada, y «solo halló puestas unas sábanas añudadas a la ventana, indicio
y señal que por allí se había descolgado e ido». Volvió a reportar todo esto a
Camila y sólo encontró a «sus cofres abiertos y que dellos faltaban las más de
sus joyas». Cuando fue para la casa de su amigo Lotario, los criados le contaron
que su amo se había marchado durante la noche.
LECCIÓN 12
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En fin, Anselmo se enteró de su desgracia: «Cerró las puertas de su casa, subió a caballo y con desmayado aliento se puso en
camino». No llegó lejos cuando «le fue forzoso apearse y arrendar su caballo a un árbol, a cuyo tronco se dejó caer, dando tiernos
y dolorosos suspiros». Todo eso nos debería recordar de la primera salida de cierto hidalgo somnámbulo. Pasó por allí un hombre
y Anselmo le preguntó qué nuevas había en Florencia. El ciudadano le contó toda la historia escandalosa de los dos amigos: «se
dice públicamente que Lotario, aquel grande amigo de Anselmo el rico, que vivía a San Juan, se llevó esta noche a Camila, mujer
de Anselmo, el cual tampoco parece. Todo esto ha dicho una criada de Camila, que anoche halló el gobernador descolgándose con
una sábana por las ventanas de la casa de Anselmo». Anselmo llegó «amarillo, consumido y seco» (¿nos recuerda a alguien?) a la
casa de otro amigo, a quien le pidió «aderezo de escribir». La mañana siguiente, el amigo lo encontró «tendido boca abajo, la mitad
del cuerpo en la cama y la otra mitad sobre el bufete, sobre el cual estaba con el papel escrito y abierto, y él tenía aún la pluma en
la mano». En la carta, Anselmo confesaba que «Un necio e impertinente deseo me quitó la vida» y perdonó a Camila «porque no
estaba ella obligada a hacer milagros». La carta terminaba con «yo fui el fabricador de mi deshonra, no hay para qué...», por donde,
según el narrador, «se echó de ver que en aquel punto, sin poder acabar la razón, se le acabó la vida». Todo se vuelve hacia un plano
internacional cuando el narrador nos informa que Lotario se murió «en una batalla que en aquel tiempo dio monsiur de Lautrec al
Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba en el reino de Nápoles». Por fin el cura termina la historia y ofrece una crítica positiva
de la novela, aunque agrega que, «Si este caso se pusiera entre un galán y una dama, pudiérase llevar, pero entre marido y mujer
algo tiene del imposible».
LECCIÓN 12
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Para resumir: La novela del curioso impertinente, que podríamos llamar la narración más barroca de DQ, funciona como un
comentario intratextual sobre el caos de los amantes de la Sierra Morena: la lascivia de todos los personajes, la psicología mimética
de los hombres y la concatenación de errores, celos y venganzas. Todo alude a las historias de Cardenio y Dorotea: la traición de la
criada, el mirón desengañado, la mujer viril. Todo conecta además con los primeros capítulos de DQ. Aun es imposible evitar cierta
alegoría sobre el acto de escribir en sí mismo. La “tragedia” de Anselmo da lugar a su carta final. Hay anticipos de Freud: por ejemplo,
Lotario “proyecta” sus deseos en un fantasma que luego resulta ser real. La novela es la esencia de la psicopatología de DQ y La
historia del cautivo funcionará más bien como su desenlace correctivo. Finalmente, fijémonos en Camila: si su comportamiento no
se ajusta a las expectativas de Anselmo, es decir, si no hace milagros, sí piensa y actúa a cada paso. La tragedia clásica es la caída de
un personaje orgulloso: ¿qué orgullo más desmedido que el de creer que una mujer no tenga otro gusto ni otra voluntad que la que
un hombre quiera que tenga?
LECCIÓN 12
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- Carlos V, Instrucciones a su hijo Felipe II
“El duque de Alba quisiera entrar con ellos..., y por ser cosa
del gobierno del Reino donde no es bien que entren Grandes,
no lo quise admitir, de que no quedó poco agraviado... De
ponerle a él ni a otros Grandes muy adentro en la gobernación
os habéis de guardar, porque por todas vías que él y ellos
pudieren, os ganarán la voluntad, que después os costará caro”.
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E
l capítulo treinta y seis empieza con un bello bosquejo de la
moralidad burguesa: «El ventero, que estaba a la puerta de la venta,
dijo: “Ésta que viene es un hermosa tropa de huéspedes; si ellos
paran aquí, guadeamus tenemos”». La palabra latina significa “gocémonos” y
alude al último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis o Las revelaciones
de San Juan, un pasaje conocido como “El triunfo en el cielo”: “Gocémonos
y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero,
y su esposa se ha preparado” (19.7). La idea es señalar la llegada de la
conclusión de la novela que ocurrirá a través de una larga serie de ejemplos
de “desvelamientos”: el término más adecuado es “anagnórisis”, que quiere
decir “reconocimiento” en griego, y desde La poética de Aristóteles se ha
considerado un punto clave de la obra literaria. Por cierto, el género literario
que depende casi exclusivamente del “anagnórisis” es la novela bizantina.
El ventero describe lo que ve: cuatro jinetes, «todos con antifaces negros;
y junto con ellos viene una mujer vestida de blanco, en un sillón, ansimesmo
cubierto el rostro, y otros dos mozos de a pie». Dorotea se cubre el rostro
y Cardenio se esconde en el aposento de DQ, uno de los jinetes sienta a la
mujer en una silla de la venta y los dos mozos llevan los caballos al corral.
El cura interroga a uno de los mozos, pero éste sólo sabe que los otros les
habían rogado a él y su compañero que los acompañen «hasta el Andalucía,
ofreciéndose a pagárnoslo muy bien». Los temas del comercio y la trayectoria
norte-sur. Notables también aquí son los ecos del destino final de Camila en
La novela del curioso impertinente, pues el mozo le dice al cura que la señora
«va forzada donde quiera que va; y, según se puede colegir por su hábito, ella
es monja o va a serlo, que es lo más cierto, y quizá porque no le debe de nacer
de voluntad el monjío, va triste, como parece».
Loscuatrojinetes
LECCIÓN 13
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El cura vuelve a la venta. Están presentes SP, Dorotea con su antifaz puesto, el cura, el barbero, Cardenio, detrás de la puerta del
aposento, y una mujer y un jinete anónimos, los dos con antifaces. Lo que sucede ahora es una versión grave y melodramática de la
escena cómica y caótica del capítulo dieciséis, cuando Maritornes había visitado al arriero en el camaranchón de DQ. Mientras que
reinó la confusión y el malentendido en el episodio de Maritornes, ahora predomina el reconocimiento y la aclaración.
Primero, Dorotea, «movida de natural compasión», le ofrece ayudar a la mujer anónima, ante cual gesto el jinete embozado
responde con una observación amarga: «No os canséis, señora, en ofrecer nada a esa mujer, porque tiene por costumbre de no
agradecer cosa que por ella se hace, ni procuréis que os responda, si no queréis oír alguna mentira de su boca». La mujer anónima
le replica que «mi pura verdad os hace a vos ser falso y mentiroso». Con esas frases, Cardenio grita, «¿Qué voz es esta que ha llegado
a mis oídos?». La mujer, «toda sobresaltada», se levanta para entrar en el aposento y el caballero la detiene. Se le cae «el tafetán
con que traía cubierto el rostro, y descubrió una hermosura incomparable y un rostro milagroso, aunque discolorido y asombrado».
Vamos a querer recordar esa imagen.
LECCIÓN 13
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«Callaban todos y mirábanse
todos, Dorotea a don Fernando,
don Fernando a Cardenio,
Cardenio a Luscinda, y
Luscinda a Cardenio»
Anagnórisis
L
uego, se le cae el embozo al caballero que detiene a la mujer milagrosa, «y alzando los ojos Dorotea, que abrazada con la
señora estaba, vio que el que abrazada ansimesmo la tenía era su esposo don Fernando». Dorotea desata un «¡ay!» y se cae
en brazos del barbero. «Acudió luego el cura a quitarle el embozo, para echarle agua en el rostro, y así como la descubrió, la
conoció don Fernando, que era el que estaba abrazado con la otra, y quedó como muerto en verla; pero no porque dejase, con todo
esto, de tener a Luscinda, que era la que procuraba soltarse de sus brazos». Pensando que se desmaya Luscinda, Cardenio sale del
aposento. Ahora tenemos un momento de alta tensión: «Callaban todos y mirábanse todos, Dorotea a don Fernando, don Fernando
a Cardenio, Cardenio a Luscinda, y Luscinda a Cardenio». Luscinda rompe el silencio, hablando a don Fernando: «dejadme llegar al
muro de quien yo soy yedra... Notad cómo el cielo, por desusados y a nosotros encubiertos caminos, me ha puesto a mi verdadero
esposo delante». Luscinda misma da voz al efecto que han tenido tanto los preceptos aristotélicos como el Concilio de Trento en
la literatura del siglo XVI: los milagros en la literatura ya no son tan permisibles ni convincentes; los autores tienen que recurrir a
eventos menos fantásticos para provocar “admiratio” en el lector.
LECCIÓN 14
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LECCIÓN 2
Luego Dorotea «se levantó y se fue a hincar de rodillas» a los pies de
Fernando, «y, derramando mucha cantidad de hermosas y lastimeras lágrimas»
le implora: «Yo soy aquella labradora humilde a quien tú, por tu bondad o por
tu gusto, quisiste levantar a la alteza de poder llamarse tuya; soy la que... abrió
las puertas de su recato y te entregó las llaves de su libertad». En su larga
arenga se destacan, con carácter humanista en su ordenación, ciertos temas
que ya hemos visto: el libre albedrío de la mujer («más fácil te será... reducir
tu voluntad a querer a quien te adora, que no encaminar la que te aborrece
a que bien te quiera»), la esclavitud («admíteme por tu esclava; que como yo
esté en tu poder, me tendré por dichosa»), la pureza de sangre («considera
que pocas o ninguna nobleza hay en el mundo que no haya corrido por este
camino... la verdadera nobleza consiste en la virtud»), la religión («testigo será
la firma que hiciste, y testigo el cielo, a quien tú llamaste por testigo de lo que
me prometías») y la ética personal («tu misma conciencia no ha de faltar de
dar voces callando en mitad de tus alegrías»).
Al final, don Fernando se rinde: «Venciste, hermosa Dorotea, venciste;
porque no es posible tener ánimo para negar tantas verdades juntas». Y
cuando Fernando deja a Luscinda, ésta cae en brazos de Cardenio y le dice,
«Vos sí, señor mío, sois el verdadero dueño desta vuestra captiva». Para el lector
moderno puede resultar difícil ver a esas mujeres sumisas como reflejo de un
discurso progresivo, pero hay que mantenerse presente la época conservadora
en la cual Cervantes escribió. Los puntos clave son tanto el hecho de que las
voluntades de las mujeres se articulen y respeten como el de que los deseos
relativamente violentos de los hombres se moderen. De hecho, parece que
más que nada Cervantes formuló su texto como manera de poner un bálsamo
paliativo al posible brote de violencia en la Sierra Morena. Por tanto, cuando
todos los amantes están finalmente reunidos, surgen de nuevo los celos y
Dorotea nota «que don Fernando había perdido la color del rostro y que hacía
ademán de querer vengarse de Cardenio, porque le vio encaminar la mano a
ponella en la espada». Luego tenemos la imagen final de todas esas historias:
LECCIÓN 2LECCIÓN 14
51
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Dorotea «se abrazó con él por las rodillas, besándoselas y teniéndole apretado, que no le dejaba mover, y sin cesar un punto de sus
lágrimas le decía: “¿Qué es lo que piensas hacer?”». Le implora portarse de manera verdaderamente noble, expresando la lógica que
parece ser un punto decisivo de la novela de Cervantes: «que este tan notorio desengaño no solo no acreciente tu ira, sino que la
mengüe en tal manera, que con quietud y sosiego permitas que estos dos amantes le tengan sin impedimento... y en esto mostrarás
la generosidad de tu ilustre y noble pecho, y verá el mundo que tiene contigo más fuerza la razón que el apetito».
En esto todos, incluso SP, «rodeaban a don Fernando, suplicándole tuviese por bien de mirar las lágrimas de Dorotea». El efecto
final es la reformación del noble andaluz, que «se ablandó y se dejó vencer de la verdad». A Luscinda le dice: «Levantaos, señora
mía, que no es justo que esté arrodillada a mis pies la que yo tengo en mi alma; y si hasta aquí no he dado muestras de lo que digo,
quizá ha sido por orden del cielo, para que viendo yo en vos la fe con que me amáis os sepa estimar en lo que merecéis». Luego todo
el mundo se echa a llorar, aunque el narrador nos da una pequeña aclaración del caso de SP: «después dijo que no lloraba él sino
por ver que Dorotea no era, como él pensaba, la reina Micomicona, de quien él tantas mercedes esperaba». El capítulo termina con
la historia de Fernando, quien explica cómo había robado a Luscinda del claustro del monasterio en el que se había refugiado, para
traerla hasta la venta donde, según el narrador, «se rematan y tienen fin todas las desventuras de la tierra». Evidentemente, para
Cervantes, la venta es simbólica de la solución a los problemas sociales más graves de Andalucía, o de todo el mundo; solución sobre
todo a los efectos desastrosos de la violación, la venganza y los celos con que muchos tendemos a justificar el uso de las espadas
contra nuestros prójimos.
LECCIÓN 9LECCIÓN 14
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Lamutacióndela
princesaMicomicona
A
l principio del capítulo treinta y siete, SP nos descifra cierta
conexión alegórica que hay entre las historias de los amantes
de la Sierra Morena y la de Micomicón. El narrador nos informa
que el escudero escuchaba todo «no con poco dolor de su ánima, viendo...
que la linda princesa Micomicona se le había vuelto en Dorotea, y el gigante
en don Fernando». A la vez, Fernando indica la conexión entre las mismas
historias y el tema del laberinto: «daba gracias al cielo por la merced recebida
y haberle sacado de aquel intricado laberinto, donde se hallaba tan a pique
de perder el crédito y el alma». Encima, Cervantes inserta aquí otro de sus
múltiples reconocimientos de los valores burgueses, pues «quien más jubilaba
y se contentaba era la ventera, por la promesa que Cardenio y el cura le habían
hecho de pagalle todos los daños e intereses que por cuenta de don Quijote
le hubiesen venido». Esto de “pagar los daños e intereses” es una fórmula
contractual derivada de la famosa “lex mercatoria” o la “ley mercantil”, el
antiguo código internacional de los mercaderes.
Mientras los demás celebran la paz y el amor, SP sube a informarle a su
amo que toda la fantasía de Micomicón se ha venido abajo: «quiero que sepa
vuestra merced... que el gigante muerto es un cuero honrado, y la sangre, seis
arrobas de vino tinto... la reina convertida en una dama particular llamada
Dorotea». Incluso ha reconocido al ventero como alguien que participó en su
«quien más jubilaba
y se contentaba era la
ventera, por la promesa
que Cardenio y el cura
le habían hecho de
pagalle todos los daños
e intereses que por
cuenta de don Quijote le
hubiesen venido»
LECCIÓN 15
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manteamiento «con tanta risa como fuerza». En fin, «no hay encantamento alguno, sino mucho molimiento y mucha mala ventura».
DQ quiere verificar el reporte de su escudero: «Dame de vestir y déjame salir allá fuera, que quiero ver los sucesos y transformaciones
que dices».
Entre tanto, el cura les cuenta a todos los recién llegados sobre la condición de DQ y las aventuras del hidalgo y su escudero.
Deciden seguir con la trama de Micomicón. Sale DQ «armado de todos sus pertrechos, con el yelmo, aunque abollado, de Mambrino
en la cabeza, embrazado de su rodela y arrimado a su tronco o lanzón» (¿qué pasó con la espada que tenía antes?). Tiene, como
siempre, el rostro largo, seco y amarillo y «la desigualdad de sus armas y su mesurado continente» sorprende a todos. Interroga a
Dorotea sobre su rumoreada transformación «en una particular doncella», y la atribuye a cierta resistencia o duda por parte de su
padre el «rey nigromante». Concluye diciendo que la princesa debería ignorar a su padre: «que si por la causa que he dicho vuestro
padre ha hecho este metamorfóseos en vuestra persona, que no le deis crédito alguno, porque no hay ningún peligro en la tierra por
quien no se abra camino mi espada».
Cuando la princesa Micomicona insiste en que no se ha transformado –«la misma que ayer fui me soy hoy»–, DQ se enfada con su
escudero: «¡estoy por hacer un estrago en ti que ponga sal en la mollera a todos cuantos mentirosos escuderos hubiere de caballeros
andantes de aquí adelante en el mundo!». Hay un breve debate sobre qué ha pasado, pues SP admite que puede haberse engañado
en cuanto a la «mutación de la señora princesa Micomicona», pero sigue insistiendo en que la cabeza del gigante simplemente ha
sido confundida con unos cueros de vino almacenados en la habitación. DQ tilda de mentecato a SP mientras que Fernando pone fin
al debate diciendo que les queda por delante mucho que hacer.
LECCIÓN 3LECCIÓN 15
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Curso Descubre Don Quijote de la Mancha, capítulos 29 al 52 - donquijote.ufm.edu

  • 2. Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu - Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias “Deste aviso que dió el clérigo, no poco después se halló arrepiso, juzgándose culpado por inadvertente, porque como después vido y averiguó, según parecerá, ser tan injusto el captiverio de los negros como el de los indios, no fué discreto remedio el que aconsejó que trujesen negros para que se libertasen los indios, aunque él suponía que eran justamente captivos, aunque no estuvo cierto que la ignorancia que en esto tuvo y buena voluntad lo excusase delante el juicio divino”.
  • 3. Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Lección 24: La venta de los mágicos encuentros 78 Lección 29: Laberinto andaluz 97 Lección 35: Don Quijote y el canónigo 116 Lección 40: Don Quijote y los disciplinantes 133 Lección 26: La trampa de Maritornes 86 Lección 31: La profecía 103 Lección 25: Mozo de mulas o“marinero de amor” 82 Lección 30: La reaparición del asno 100 Lección 36: El paso honroso 120 Lección 41: Llegada a la aldea, caja de plomo y epitafios 136 Conclusión 139 Lección 27: Don Quijote impone paz entre el ventero y dos huéspedes 90 Lección 28:“El pleito del baciyelmo” 94 Lección 1: Dorotea se transforma en la princesa Micomicona 4 Lección 2: Sancho negrero 8 Lección 5: Andrés desengaña a don Quijote 19 Lección 3: El gran reino de Micomicón 11 Lección 6: El encantamiento de las novelas de caballerías 22 Lección 4: El diálogo entre don Quijote y Sancho sobre la embajada del escudero 16 Lección 7: El enfrentamiento entre el cura y el ventero 25 Capítulo 29 - 32 Capítulo 33 - 35 Lección 8: La novela del curioso impertinente 29 Lección 11: El simulacro de Camila 39 Lección 9: Anselmo descubre el engaño de Lotario 32 Lección 12: «yo fui el fabricador de mi deshonra» 42 Lección 10: «Rindióse Camila, Camila se rindió...» 35 Capítulo 47 - 49 Capítulo 50 - 52 Capítulos 42 - 46 Lección 32: La jaula de don Quijote 107 Lección 37: “La aventura del Caballero del Lago” 124 Lección 33: El encantamiento de don Quijote 109 Lección 38:“La cabra manchada” 127 Lección 34: «cierta tentación de hacer un libro de caballerías» 112 Lección 39: La historia de Eugenio, Anselmo, Vicente y Leandra 130 Descripción 141 Actividades 142 Actividades del Curso ÍNDICE Capítulo 36 - 38 Capítulo 39 - 41 Lección 13: Los cuatro jinetes 47 Lección 18: La historia del cautivo 60 Lección 15: La mutación de la princesa Micomicona 52 Lección 20: Una esperanza de libertad 65 Lección 17: El discurso de las armas y las letras 57 Lección 22: La huida de Árgel 71 Lección 23: La llegada a España 74 Lección 14: Anagnórisis 49 Lección 19: El nuevo caballero 62 Lección 16: La llegada del cautivo y Zoraida-María 55 Lección 21: Zoraida-María una mora renegada 68
  • 4. 4 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Doroteasetransformaen laprincesaMicomicona A l principio del capítulo veintinueve, Dorotea anuncia el final de «la verdadera historia de mi tragedia» (¿es en realidad una tragedia o se trata de un uso moderno del antiguo término genérico?). Para empezar, la joven pide consejos sobre cómo encontrar un escondite en el que pueda pasar la vida sin ser una vergüenza por sus familiares. El cura la quiere consolar, pero Cardenio se le adelanta. La reconoce como «la hija única del rico Clenardo». Él se identifica como aquel que Luscinda había indicado como su verdadero esposo y, finalmente, le declara su intención de restituir su honra, incluso si tiene que retar en duelo a don Fernando. En esta última parte suena bastante a DQ: «yo os juro por la fe de caballero y de cristiano de no desamparos hasta veros en poder de don Fernando, y que cuando no con razones no le pudiere atraer a que conozca lo que os debe, de usar entonces la libertad que me concede el ser caballero y poder con justo título desafialle en razón de la sinrazón que os hace». Hmm… «La razón de la sinrazón que a mi razón se hace». Dorotea, en agradecimiento, quiere besarle los pies a Cardenio, pero éste no se lo permite. Mientras tanto, el cura recomienda que todos vuelvan a su aldea para luego determinar qué hacer. LECCIÓN 1 «La verdadera historia de mi tragedia»
  • 5. 5 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu El licenciado también les cuenta del extraño caso de DQ y, de repente, según el narrador, «Vínosele a la memoria a Cardenio, como por sueños, la pendencia que con don Quijote había tenido, y contóla a los demás, mas no supo decir por qué causa fue su quistión». Curiosa memoria selectiva la de Cardenio. Nos debería ser cada vez más fácil entender la atracción que Freud tuvo por la narrativa de Cervantes. En esto aparece SP que acaba de encontrar a DQ, «desnudo en camisa, flaco, amarillo y muerto de hambre, y suspirando por su señora Dulcinea». Para colmo de males, el hidalgo no quiere dejar su penitencia, y entonces el narrador revela que SP reporta que su amo «había respondido que estaba determinado de no parecer ante su fermosura fasta que hobiese fecho fazañas que le ficiesen digno de su gracia». Es fácil pasar por alto lo complicado de ese discurso. Es un caso del estilo indirecto libre, pero también compuesto, por el hecho de que el narrador imite no sólo la voz de SP, sino a éste imitando la voz arcaica de su amo. Aquí tanto la forma como la función del texto armonizan: DQ parece más perdido que nunca, reducido a su estado natural (casi salvaje) en lo físico y desesperado en lo emocional. Si el problema ahora es cómo sacarlo de la sierra, sólo SP nos puede llevar a donde está el héroe. La solución, «el remedio», «la cura» o la medicina, parece estar a mano. El licenciado les explica a Dorotea y Cardenio el plan que tiene en mente para convencer a DQ de volver a su aldea. Dorotea inmediatamente se ofrece a ser «la doncella menesterosa» porque conoce bien el estilo de las novelas de caballerías y, encima, tiene el vestido para hacerlo «al natural». La reacción del cura ante esa solución «natural» es observar cómo la buena suerte de la coincidencia parece favorecer a todos: «pues, tan sin pensarlo, a vosotros, señores, se os ha comenzado a abrir puerta para vuestro remedio, y a nosotros se nos ha facilitado la que habíamos menester». Hay una lección moral en todo esto de la ayuda recíproca, LECCIÓN 1 «cierta telilla rica y una mantellina de otra vistosa tela verde, y de una cajita, un collar y otras joyas, con que en un instante se adornó de manera que una rica y gran señora parecía»
  • 6. 6 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu es decir, el beneficio que surge del intercambio para satisfacer las necesidades naturales. Quizás no nos deba sorprender que el narrador se refiera a una detallada descripción de los textiles y las joyas que lleva Dorotea: «cierta telilla rica y una mantellina de otra vistosa tela verde, y de una cajita, un collar y otras joyas, con que en un instante se adornó de manera que una rica y gran señora parecía». Al parecer, todo bien, pero ya sabemos que Cervantes no suele dejar las cosas en paz. El más atónito ante semejante exhibición de riqueza es SP, quien no estaba presente cuando los otros hombres conocieron a Dorotea. El cura empieza a tejer la narrativa caballeresca con la cual piensa sacar a DQ de la sierra. Y ahora Cervantes hace otro giro genérico, esta vez hacia la novela bizantina que se caracteriza por sus múltiples disfraces y por las narrativas que siempre emergen de otras. También notemos cómo esta pequeña obra, que se está montando tanto para engañar a SP como a DQ, ahora toma un tono internacional: pues si antes nos centramos en los eventos locales de Andalucía y la Sierra Morena, de repente, estamos contemplando el mapa del Océano Atlántico que se extiende entre el África ecuatorial y los puertos comerciales de la Península Ibérica. Además, hemos transitado de los problemas de varios “estados” sociales (labradores, «la heredera por línea recta de varón, del gran reino de Micomicón» LECCIÓN 1
  • 7. 7 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu hidalgos, caballeros) a los problemas de los “estados” modernos, en el sentido de naciones de pueblos o reinos unificados. Más aún: con el establecimiento del sistema de encomiendas en el Nuevo Mundo en la primera mitad del siglo XVI y luego la anexión del reino de Portugal por Felipe II en 1580, España se veía cada vez más involucrada en el comercio internacional de esclavos negros. Es decir, algunos lectores de 1605 hubieran reconocido en la historia que inventa el cura en el capítulo veintinueve de DQ una reflexión, a veces cómica, a veces seria, de las implicaciones morales y económicas de esa nueva forma de trata de esclavos. Según el cura, la «tan fermosa señora» es «la heredera por línea recta de varón, del gran reino de Micomicón» (de “mico” o “mono” y “cómico”). Hay un gigante que le ha hecho un agravio y ha venido desde Guinea en busca de DQ para que le ayude a rectificarlo. ¡Nada más disparatado se le podía ocurrir! Claro que SP está entusiasmadísimo. Como le sigue preocupando su ínsula y quiere imposibilitar que su amo reciba «órdenes arzobispales», le pide al cura que haga que DQ se case con la princesa. Luego, cuando el cura le informa al escudero que se llama «la princesa Micomicona», SP dice que le parece natural: «yo he visto a muchos tomar el apellido y alcurnia del lugar donde nacieron, llamándose Pedro de Alcalá, Juan de Úbeda y Diego de Valladolid». Estos lugares son muy sugestivos: Alcalá es la ciudad natal de Cervantes, Úbeda es el lugar (como vimos en el capítulo diecinueve) donde se murió San Juan de la Cruz, hombre opuesto al intervencionismo español en África, y Valladolid es precisamente la ciudad donde se celebró el famoso debate entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre la justificación (o no) de la esclavitud (véase “los hombres salvajes” en la fachada del Colegio de San Gregorio en Valladolid). LECCIÓN 1
  • 8. 8 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Sanchonegrero V olviendo a la princesa Micomicona de Guinea (o Etiopía según SP): el escudero de DQ guía a Dorotea y al barbero (disfrazado de su escudero) hasta don de había dejado a su amo. Lo que sigue es una hilarante actuación por parte de Dorotea en la cual le implora a DQ que la siga para darle «venganza de un traidor» que le tiene usurpado el reino. Si consideramos la magnitud que tuvieron en América los conquistadores españoles en aquel entonces, es difícil no pensar en cierta ironía aquí, como si Micomicona pidiera que DQ se enfrentara a las tendencias imperialistas de España misma. LECCIÓN 2 Y en mitad de todo esto, vuelve de repente el sempiterno problema del asno de SP. Resulta fácil de convencer a DQ de que emprenda el viaje dejando atrás la sierra. Todos montados en sus caballos, el único que tiene que ir a pie es SP, «donde de nuevo se le renovó la pérdida del rucio». Lo curioso es que eventualmente lleva la caminata con gusto, pero no sin titubear un rato. Este es quizás el retrato más feo que nos da Cervantes del escudero: es el ominoso Sancho negrero: «solo le daba pesadumbre el pensar que aquel reino era en tierra de negros y que la gente que por sus vasallos le diesen habían de ser todos negros; a lo cual hizo luego en su imaginación un buen remedio, y díjose a sí mismo: “¿Qué se me da a mí que mis vasallos sean negros? ¿Habrá más que cargar con ellos y traerlos a España, donde los podré vender, y adonde me pagarán de contado?... y que, por negros que sean, los he de volver blancos o amarillos”». Y aquí el narrador subraya la satisfacción de SP, aludiendo otra vez a la falta del asno: «Con esto andaba tan solícito y tan contento, que se le olvidaba la pesadumbre de caminar a pie».
  • 9. 9 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 2 ¡Santa María! Si no fuese lo suficiente problemático para SP todo eso del asno perdido, se le suma su caída moral. Es una verdadera hazaña literaria, la manera complicadísima en la que alude al color negro de los esclavos y los colores blanco y amarillo de las monedas de plata y oro que va a ganar vendiéndolos en España. Sobre todo, indica que Cervantes estaba bien consciente de la Ley de Gresham, según la cual el dinero malo, en este caso las monedas de cobre (de color negro), sustituye al dinero bueno, en este caso las monedas de plata y de oro (de color blanco y amarillo). Esta fusión de dos de las más debatidas cuestiones morales y económicas de la época, la esclavitud y la adulteración monetaria, es otra indicación de que Cervantes estaba bien al tanto de las leyes y los derechos naturales en los que se fundamentaba la filosofía neo-aristotélica de la Universidad de Salamanca. Lo que sigue, para enfatizar el tema de la metamorfosis, es algo parecido a un episodio de una comedia física de Charlie Chaplin o Buster Keaton. En primer lugar hay una serie de problemas con la apariencia física de Cardenio y del barbero. El licenciado tiene “Ley de Gresham, según la cual el dinero malo, en este caso las monedas de cobre (de color negro), sustituye al dinero bueno, en este caso las monedas de plata y de oro (de color blanco y amarillo)”. LECCIÓN 2
  • 10. 10 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu que cortarle la barba y cambiarle la ropa a Cardenio para que DQ no lo reconozca. De hecho, «quedó tan otro de lo que antes parecía Cardenio, que él mesmo no se conociera aunque a un espejo se mirara». Más tarde se presenta una confusión en torno a los jumentos, porque DQ quiere que el licenciado esté a caballo y no a pie. El cura dice que irá en las ancas de alguna mula de los demás viajeros, «y aun haré cuenta que voy caballero sobre el caballo Pegaso o sobre la cebra o alfana en que cabalgaba aquel famoso moro Muzaraque». La alusión que hace a «la gran cuesta Zulema, que dista poco de la gran Compluto» parece una alusión personal por parte de Cervantes, como si quisiera señalarnos que está innovando la picaresca de manera distintivamente complutense. La confusión continúa cuando el escudero de la princesa Micomicona, o sea, el barbero y no SP, le ofrece al cura la silla de su mula. Al volver a subir el barbero a las ancas, la mula, por ser «de alquiler», le da dos coces haciendo que Nicolás se caiga en el suelo perdiendo las barbas postizas que son la cola de buey de la ventera. El cura tiene que fingir un milagro, diciendo una encantación «y quedó el escudero tan bien barbado y tan sano como de antes». Como buenos viajantes que simulan ser, hacen un resumen del viaje que tienen por delante: van a pasar, dicen, por la aldea del cura para posteriormente seguir la «derrota» (“ruta”) de Cartagena en la provincia de Alicante y, finalmente, embarcar para el Mar Negro. ¡Menuda confusión! Yo pensaba que Micomicón estaba en Guinea o Etiopía y no el corazón del Imperio otomano. Cervantes hace otra alusión al colonialismo español cuando el cura tiene que explicar su presencia inventando una historia de cómo él iba para Sevilla «a cobrar cierto dinero» que un pariente le ha enviado desde las Indias americanas: «sesenta mil pesos ensayados». ¡Una pequeña fortuna! El capítulo termina con dos referencias interesantes a los dos locos de la Sierra Morena: Cardenio y DQ. Cardenio, según el cura, se ha transformado del todo: es «como de nuevo» por haber sido asaltado por unos salteadores que le robaron «hasta las barbas» y quienes, según ha logrado entender, eran unos galeotes liberados por «algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso soltar al lobo entre las ovejas». Esta última alusión a DQ como libertador errado es sumamente sugestiva. La vergüenza que siente DQ aquí es palpable e irónica si pensamos en el tema racial de todo esto: «se le mudaba la color a cada palabra, y no osaba decir que él había sido el libertador de aquella buena gente». «quedó tan otro de lo que antes parecía Cardenio, que él mesmo no se conociera aunque a un espejo se mirara» LECCIÓN 2
  • 11. 11 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 3 ElgranreinodeMicomicón L a disputa entre SP y DQ con que empieza el capítulo treinta nos exige reflexionar sobre los problemas éticos y morales de la historia de la princesa Micomicona. SP (¡mira quien fue a hablar!) acusa a su amo del «pecado de darles libertad» a los galeotes. DQ responde que «a los caballeros andantes no les toca ni atañe averiguar si los afligidos, encadenados y opresos que encuentran por los caminos van de aquella manera o están en aquella angustia por sus culpas o por sus gracias». Al aceptar ese dictamen, estaríamos poniendo en jaque al plan de SP de esclavizar a los ciudadanos de Micomicón, ¿no? Y cuando DQ compara a los galeotes con cierto «rosario y sarta de gente mohína y desdichada», trae la cuestión moral aún más de cerca. De todos modos, DQ está enfurecido, de hecho lleva una «justa cólera» contra SP, y Dorotea tiene que intervenir para que el caballero no intente ajusticiar a su escudero. A fin de mantener la tensión narrativa, la princesa Micomicona narra la historia de su reino y cómo ha llegado a España en busca de DQ. Si estamos atentos a los detalles, veremos que es una versión sublimada de su propia experiencia con Fernando, aunque alude a otros personajes también. No creo que esa conclusión requiera la teoría freudiana, pero otra vez vemos muchos paralelos. El «descomunal gigante» y «señor de una grande ínsula» en la costa de Micomicón, quizás haciéndose eco de la fantasía de SP, se llama «Pandafilando de la Fosca Vista»: motivado por su deseo de casarse con la princesa, ataca al reino. Según profetizó su padre, «Tinacrio el Sabidor», un caballero andante que tendrá cierto lunar debajo del hombro izquierdo encontrará el remedio para los males de su reino. De manera hilarante, DQ quiere que SP le ayude a desnudarse para verificar la profecía. Más práctica, la princesa dice que «rosario y sarta de gente mohína y desdichada»
  • 12. 12 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu «no se ha de mirar en pocas cosas» y que «todo es una mesma carne». Termina su historia con otro desliz geográfico, diciendo que así viajó a España y desembarcó en Osuna, que por cierto, está a casi cien kilómetros del mar. Este lapsus, ¿es psicológico?, ¿es una manera de burlarse de DQ?, ¿es simbólico de algo? Lo intentaremos averiguar próximamente. Cuando DQ le expresa su satisfacción a SP –«¿No te lo dije yo?»–, la reacción del escudero consiste en dar «dos zapatetas en el aire» (demostración física) y utilizar lenguaje bastante vulgar: «¡para el puto que no se casare en abriendo el gaznatico al señor Pandahilado! Pues ¡monta que es mala la reina! ¡Así se me vuelvan las pulgas de la cama!». La imagen de la espada en la garganta del gigante y la fantasía que expresa SP de tener a la princesa en su propia cama son llamativas. Además, la transformación de «Pandafilando» en «Pandahilado» sugiere el verbo “hilar”, que en aquel entonces significaba “fornicar”. Esta frase de SP, en conjunción con las varias alusiones a la desnudez de DQ y los contenidos eróticos de las historias de Cardenio y Dorotea, nos exige pensar en la carga sexual que lleva la Sierra Morena dentro de la obra cervantina. Ahora hay otro lapsus cuando DQ se declara dispuesto a servir a la princesa Micomicona «hasta verme con el fiero enemigo vuestro, a quien pienso, con el ayuda de Dios y de mi brazo, tajar la cabeza soberbia con los filos desta... no quiero decir “buena” espada, merced a Ginés de Pasamonte, que me llevó la mía». No se mencionó en ninguna instancia anterior ni la primera ni la segunda espada de DQ. Luego, cuando DQ dice que no puede casarse con nadie, «aunque fuese con el ave fénix», SP se frustra e insulte a Dulcinea, diciendo que no es tan hermosa como Micomicona («no llega a su zapato») e insistiendo en que su amo se case con la princesa para que, siendo él rey, pueda hacer al escudero «marqués o adelantado». Por segunda vez en pocas páginas, DQ se LECCIÓN 3
  • 13. 13 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu enfada ante las blasfemias de su escudero y esta vez le da dos golpes. Otra vez Dorotea tiene que intervenir para salvarle la vida a SP. Éste se pone detrás del palafrén de la princesa y deja caer que ni siquiera había visto a Dulcinea. Cuando DQ se enfada aún más, SP tiene que aclarar que no la vio tan de cerca. Al final, Dorotea hace que SP le bese la mano a su señor, añadiendo de nuevo que «no os ha de faltar un estado en donde viváis como príncipe». DQ perdona a su escudero. Luego los dos personajes se apartan para comentar los detalles de la embajada que SP había hecho a El Toboso, el loco caballero esperando «buenas nuevas». SP se queja de los golpes, diciendo que le han sido peores que los del episodio de los batanes a lo que DQ responde que «A pecado nuevo, penitencia nueva». ¿Qué pecado fue? Justo aquí, en la segunda edición de la novela, se inserta la explicación del robo del rucio. Un gitano sobre un jumento viene por el camino y SP lo reconoce inmediatamente: «Sancho Panza, que doquiera que vía asnos se le iban los ojos y el alma, apenas hubo visto al hombre cuando conoció que era Ginés de Pasamonte, y por el hilo del gitano sacó el ovillo de su asno, como era la verdad». SP le grita «¡Ah, ladrón Ginesillo!» y el galeote sale corriendo. Así el escudero recupera su precioso asno: «Y con esto le besaba y acariciaba como si fuera persona. El asno callaba y se dejaba besar y acariciar de Sancho sin responderle palabra alguna». Todos le dan «el parabién del hallazgo del rucio, especialmente don Quijote, el cual le dijo que no por eso anulaba la póliza de los tres pollinos». Después de unas observaciones expresadas por el cura y Cardenio sobre la simplicidad de DQ y SP, termina el capítulo con la continuación del diálogo entre el caballero y su escudero. SP admite que no le llevó la carta a Dulcinea y DQ, por su parte, admite que ya lo sabía, «porque el librillo de memoria donde yo la escribí le hallé en mi poder a cabo de dos días de tu partida». SP le cuenta que tenía la carta memorizada y que había encontrado a un sacristán que se la trasladó. Un detalle hilarante aquí es que, según SP, aunque LECCIÓN 3 «Y con esto le besaba y acariciaba como si fuera persona. El asno callaba y se dejaba besar y acariciar de Sancho sin responderle palabra alguna».
  • 14. 14 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 3 «había leído muchas cartas de descomunión, no había visto ni leído tan linda carta como aquélla». Cuando DQ le pregunta si todavía tiene la carta en su memoria, SP dice que sólo recuerda aquello «del “soberana señora”, y lo último: “Vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figura”». Para resumir: Aquí la novela se caracteriza por un tono cómico y ridículo y se refiere a eventos, lugares y personajes fantásticos. Además, hay un montón de personajes presentes y muchos hilos narrativos e historias entre varios de ésos. Y todo parece quedarse sin atar. ¡Pero cuidado! Yo abogaría por ver este caos o entropía narrativa como una serie de pistas falsas. Por ejemplo, si el lector se para a contemplar los detalles de la historia de la princesa Micomicona, se pueden entrever muchas conexiones con la historia de Dorotea misma. Otro ejemplo es que por aquí se sugiere cierto dictamen, para no decir formulación de cargos, contra el expansionismo español, como si el imperialismo de los Habsburgo fuese poco más que otra fantasía caballeresca, o peor aún, como si fueran los españoles los verdaderos monstruos de esa fantasía. Es decir, si por la fuerza de su brazo DQ les lleva la libertad a los ciudadanos de Micomicón, sólo para que luego SP los esclavice para volverse rico, pues qué feo, ¿no?
  • 15. Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu - Euclides, “Pons asinorum” (trad. Zamorano) “Los ángulos de los triángulos isósceles que están sobre la basis son entre sí iguales. Y extendidas las líneas rectas iguales, serán también iguales entre sí los ángulos que están debajo de la basis”.
  • 16. 16 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 4 EldiálogoentredonQuijoteySancho sobrelaembajadadelescudero E l capítulo treinta y uno retoma el diálogo entre DQ y SP sobre la fallida embajada del escudero a Dulcinea del Toboso. Aquí, respecto a la mujer ideal, e igual a lo que vimos en el capítulo veinticinco, Cervantes enfatiza el contraste entre el realismo preciso del campesino y la vaga fantasía del hidalgo (cf. el famoso ensayo de Auerbach). DQ le pregunta a SP «¿y qué hacía aquella reina de la hermosura?» a la vez que se muestra seguro de que el escudero la habría encontrado «bordando alguna empresa con oro de cañutillo para este su cautivo caballero»; mientras que la respuesta de SP es que la encontró «ahechando dos hanegas de trigo en un corral de su casa». Esa afirmación conlleva connotaciones sexuales. Luego, debaten qué tipo de trigo hubiera trabajado Dulcinea. Se repiten las referencias a la incertidumbre sobre la pureza de Dulcinea cuando, en lugar de trigo «candeal o trechel», o sea, de alta calidad, SP dice que ahechaba «rubión», el trigo más productivo, pero el de peor calidad. El comentario de DQ le da a Dulcinea cierto poder transformativo, pues asegura que «ahechado por sus manos, hizo pan candeal, sin duda alguna». Luego, DQ pide que SP le relate todos los detalles, «¿y qué hacía aquella reina de la hermosura?»
  • 17. 17 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu utilizando una metáfora bella por su combinación del arte de escribir con la de componer música: «no se te quede en el tintero ni una mínima» (es decir, “no se te olvide ni una nota musical de la más corta duración”). Cuando SP reporta que le informó a Dulcinea que DQ hacía penitencia, andando «desnudo de la cintura arriba, metido entre estas sierras como si fuera salvaje», notamos que el escudero, como si no quisiera recordar del todo lo que había visto, confunde las partes desnudas de su amo. Lo que sigue se centra en los posibles olores de Dulcinea: «¿no sentiste un olor sabeo, una fragancia aromática y un no sé qué de bueno?». Siempre irreverente (pero faltando a la verdad), SP resalta el oficio de labradora de la joven, respondiendo que, al contrario, él había sentido «un olorcillo algo hombruno, y debía de ser que ella, con el mucho ejercicio, estaba sudada y algo correosa». DQ sigue orientalizando a su enamorada, aludiendo a los olores de Arabia y representándola como si fuese la amada “sulamita” del Cantar de los cantares: «te debiste de oler a ti mismo, porque yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído». SP esquiva el debate: «Todo puede ser..., que un diablo parece a otro». Finalmente, DQ le pregunta a SP qué hizo su enamorada con la carta después que «acabó de limpiar su trigo y de enviallo al molino». Según el escudero, Dulcinea la destruyó de manera simbólica: «no la leyó, porque dijo que no sabía leer ni escribir, antes la rasgó y la hizo menudas piezas, diciendo que no la quería dar a leer a nadie». Al parecer, Cervantes nos sugiere otro posible significado para el famoso molino, uno que señala a la mujer real como la maquinaria para transformar al imperialista racista en hombre sano. «te debiste de oler a ti mismo, porque yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído» LECCIÓN 4
  • 18. 18 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Sigamos. SP reporta que Dulcinea le contestó que la había venido a visitar el vizcaíno pero ninguno de los galeotes. Ahora DQ quiere saber si Dulcinea le había dado algo al despedirse, «alguna rica joya en albricias, en agradecimiento de su recado». La respuesta de SP es prosaica y de ahí lo cómico del intercambio: puede que así se hiciera «en los tiempos pasados», pero «ahora solo se debe de acostumbrar a dar un pedazo de pan y queso», aunque insiste que ha sido «queso ovejuno». DQ parece satisfecho y siempre tiene bajo la manga una respuesta que aviva la llama de su pasión: «Es liberal en estremo... y si no te dio joya de oro, sin duda debió de ser porque no la tendría allí a la mano para dártela». Súbitamente el caballero duda del cumplimiento de la embajada escuderil, porque será milagroso el haber ido y vuelto en poco más de tres días, cuando El Toboso está a más de treinta leguas (más de cien kilómetros) de donde estaba él en la Sierra Morena. DQ infiere que «algún sabio amigo te debió de llevar en volandillas sin que tú lo sintieses». SP se muestra de acuerdo, pero sigue socavando la retórica caballaresca de su amo con alternativas más limitadas: «a buena fe que andaba Rocinante como si fuera asno de gitano con azogue en los oídos», es decir, como si fuera un asno con mercurio en las orejas para volverle más vivaz. ¡Ojo! Hay más aquí que una referencia al realismo gitanesco, pues es también en la mitología Mercurio un mensajero de los dioses y en la alquimia un elemento primordial. Es más, la intoxicación por mercurio te volverá loco. «a buena fe que andaba Rocinante como si fuera asno de gitano con azogue en los oídos» LECCIÓN 4
  • 19. 19 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu AndrésdesengañaadonQuijote S atisfecho con la explicación, ahora DQ titubea sobre qué hacer: por una parte, quiere ir a ver a Dulcinea; por otra, le incita «la prometida fe y la gloria que he de alcanzar en esta empresa», la de liberar al reino de Micomicón. Su resolución es hacer lo segundo lo más rápido posible: «pienso... llegar presto donde está este gigante, y en llegando le cortaré la cabeza y pondré a la princesa pacíficamente en su estado, y al punto daré la vuelta a ver a la luz que mis sentidos alumbra». Hemos llegado al cénit de la fantasía caballeresca de DQ. Fijémonos en dos cosas. Primero, el lenguaje comercial está en el trasfondo, pues predominan términos como «empresa», «negocio» y «adahala» (o “propina”). Segundo, la fantasía esclavista de SP sigue en alce: el escudero insiste en que su amo se case con la princesa Micomicona porque quiere gobernar un reino «mayor que Portugal y que Castilla juntos», aludiendo a la misma unión dinástica que introdujo a España en el tráfico de negros africanos. Incluso cuando DQ dice que al escudero le darán alguna parte del reino sin que el caballero tenga que casarse con la princesa, SP insiste en «que la escoja hacia la marina, porque, si no me contentare la vivienda, pueda embarcar mis negros vasallos y hacer dellos lo que ya he dicho». Luego de resolver el plan de DQ, Cervantes nos hace contemplar una breve disquisición sobre el amor platónico o el amor cortés. DQ le explica a su escudero que los caballeros andantes sirven a sus damas «sin esperar otro premio de sus muchos y buenos deseos sino que ella se contente de acetarlos por sus caballeros». SP le da a esa idea un toque humanista y teológico: «Con esa manera de amor... he oído yo predicar que se ha de amar a Nuestro Señor, por sí solo, sin que nos mueva esperanza de gloria». DQ se queda atónito: LECCIÓN 5
  • 20. 20 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 5 «No parece sino que has estudiado». En esto el barbero les interrumpe y SP está aliviado porque, según el narrador, aunque «sabía que Dulcinea era una labradora del Toboso, no la había visto en toda su vida». Pero esperad, ¿no nos la describió detalladamente en el capítulo veinticinco? ¿Está mintiendo SP o su memoria lo traiciona? Ahora venimos a un desdoblamiento narrativo complicadísimo. Aparece caminando un muchacho. Resulta ser Andrés, y con él vuelve el asunto del salario del pastorcito y los azotes del villano Haldudo. Lo maravilloso aquí es que primero Cervantes deja que DQ narre su propia versión del episodio del capítulo cuatro, enfatizando «cuán de importancia es haber caballeros andantes en el mundo». Incluso DQ nos da el retrato de Andrés atado a la encina y «desnudo del medio cuerpo arriba» (recordándonos la descripción que nos dio SP de su amo de marras). DQ sigue glorificándose: «así como yo le vi le pregunté la causa de tan atroz vapulamiento; respondió el zafio que le azotaba porque era su criado, y que ciertos descuidos que tenía nacían más de ladrón que de simple; a lo cual este niño dijo: “Señor, no me azota sino porque le pido mi salario”». Al parecer, DQ resolvió todo: «le hice desatar, y tomé juramento al villano de que le llevaría consigo y le pagaría un real sobre otro, y aun sahumados». Si recordamos bien, no es exactamente lo que pasó, porque DQ le había excusado el sahumerio. Es peor aún. Andrés desengaña a DQ de su hazaña caballeresca: «el fin del negocio sucedió muy al revés de lo que vuestra merced se imagina». El pobre mozo se había quedado «hecho un Sambartolomé desollado». Esta segunda alusión al santo despellejado (véase El juicio final de Miguel Ángel) es más complicada que la primera, porque ahora no podemos separar la cuestión de la piel abusada de Andrés de las de los vasallos de Sancho, el gobernador y negrero de Micomicón. Observemos que la reacción de DQ es levantarse para ir a buscar a Haldudo, así cumpliendo con su palabra original: «ya te acuerdas, Andrés, que yo juré que si no te pagaba, que había de ir a buscarle y que le había de hallar, aunque se escondiese en el vientre de la ballena». Esta alusión a la ballena de «así como yo le vi le pregunté la causa de tan atroz vapulamiento; respondió el zafio que le azotaba porque era su criado, y que ciertos descuidos que tenía nacían más de ladrón que de simple; a lo cual este niño dijo: “Señor, no me azota sino porque le pido mi salario”»
  • 21. 21 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 5 Jonás en combinación con las cuestiones de la raza y la caridad cristiana sugiere el juicio moral que se encuentra en el retrato de Felipe II de El Greco. Allí tenemos a otro caballero cristiano a punto de encontrarse en el vientre de la ballena por no “ver” que el color de la piel de su prójimo no justifica su victimización. Terminemos. Dorotea convence a DQ de que tiene que atender los asuntos de su reino antes de entremeterse en otra empresa. Andrés dice que va para Sevilla y, curiosamente, es SP quien le manifiesta caridad, dándole «un pedazo de pan y otro de queso» y confesándole que «a todos nos alcanza parte de vuestra desgracia». Cuando Andrés le interroga de manera sardónica, «¿qué parte os alcanza a vos?», SP nos recuerda que él también ha sufrido los golpes de su amo: «que los escuderos de los caballeros andantes estamos sujetos a mucha hambre y a mala ventura, y aun a otras cosas que se sienten mejor que se dicen». Con esto, Andrés se marcha, pero no sin antes pedir a DQ que «¡Por amor de Dios» no se meta en asuntos de otros y maldecir «a todos cuantos caballeros andantes han nacido en el mundo». Brutal, para un DQ que estaba convencido que había hecho una hazaña de bien. Y el narrador nos deja bien claro que el héroe está avergonzado, diciendo: «Quedó corridísimo don Quijote del cuento de Andrés». «ya te acuerdas, Andrés, que yo juré que si no te pagaba, que había de ir a buscarle y que le había de hallar, aunque se escondiese en el vientre de la ballena»
  • 22. 22 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 6 E l capítulo treinta y dos consiste en reflexiones metaliterarias, es decir, comentarios sobre las definiciones y las funciones de la literatura en sí. La idea aquí es resumir los propósitos morales y estéticos de la novela que hemos venido leyendo, y así prepararnos para La novela del curioso impertinente de los capítulos treinta y tres a treinta y cinco y La historia del cautivo de los capítulos treinta y nueve a cuarenta y uno. El repaso teórico empieza con una breve reiteración de la ética burguesa, seguida por una ráfaga de bromas eróticas. Rumbo a su aldea nativa, el cura, el barbero, SP y DQ, acompañados por Dorotea y Cardenio, llegan a la venta del manteamiento escuderil, es decir, la de la pareja de venteros, su hija y Maritornes. El primer gesto del caballero andante es decirles «que le aderezasen otro mejor lecho que la vez pasada. A lo cual respondió la huéspeda que como la pagase mejor que la otra vez, que ella se la daría de príncipes. Don Quijote dijo que sí haría, y, así, le aderezaron uno razonable en el mismo camaranchón de marras». No pasemos por alto esta breve negociación. Dado el tema de la esclavitud, junto con los respectivos tratamientos y salarios de los todavía no remunerados sirvientes Andrés y SP, el hecho de que DQ por fin reconozca que tiene que pagar su estancia en una venta es una transformación importante. Elencantamientodelas novelasdecaballerías
  • 23. 23 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Ahora bien, una vez que DQ está en la cama, la explosión de expresiones verdes de parte de la ventera cuando ésta se lanza al barbero para reclamar su «buena cola» de buey en donde cuelga su «peine» ubica la sexualidad como tema paralelo al del comercio. Quizás la mejor manera de entender esta relación sea considerar que Cervantes quería ampliar y flexibilizar el concepto limitado de “economía” que mantenían ciertos lectores más tradicionales de su época. Notemos, por ejemplo, que mientras DQ duerme, ahora llamado por el narrador «el libertador de todos», el cura y el ventero amplifican el acuerdo comercial ya establecido anteriormente entre el caballero y la ventera: «Hizo el cura que les aderezasen de comer de lo que en la venta hubiese, y el huésped, con esperanza de mejor paga, con diligencia les aderezó una razonable comida». Ahora Cervantes nos da un fascinante panorama de las prácticas de lectura de la literatura a principios del siglo XVII. Quizás el detalle más raro sea el hecho de que el ventero y DQ compartan los mismos gustos novelísticos. Por ejemplo, cuando el cura anuncia que la lectura de los libros de caballerías ha vuelto loco a DQ, el ventero los reivindica: «no hay mejor letrado en el mundo». Agrega que, durante la cosecha, se juntan muchos segadores en la venta y alguien siempre lee en voz alta de esas novelas. LECCIÓN 6 Aquí se desata una serie de observaciones de parte de la familia de venteros acerca del antiguo debate, que se remonta a La república de Platón, sobre el valor moral y social de la ficción. Primero el ventero admite que las novelas tienen un efecto fuerte sobre él: «cuando oyo decir aquellos furibundos y terribles golpes que los caballeros pegan, que me toma gana de hacer otro tanto». Esto nos debería recordar el debate contemporáneo sobre la relación entre la violencia y el consumo de arte con contenido violento, como son los videojuegos y las películas de acción. Es obvio que los hombres más violentos de la época leían las novelas de caballerías. Pero esperad; no es tan fácil. La ventera agrega que a ella también le encantan esas novelas, precisamente porque a su esposo le vuelven manso: «nunca tengo buen rato en mi casa sino aquel que vos estáis escuchando leer, que estáis tan embobado, que no os acordáis de reñir por entonces». «buena cola»
  • 24. 24 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 6 Y si eso no nos complicase las cosas, luego Maritornes dice que le encantan esas novelas también, y para colmo, el cura le pide la opinión de la hija, quien dice que «las lamentaciones que los caballeros hacen cuando están ausentes de sus señoras... me hacen llorar, de compasión que les tengo». La pregunta de Dorotea va directamente a la cuestión de si la literatura promueve el sexo ilícito en las lectoras: «Luego ¿bien las remediárades vos, señora doncella... si por vos lloraran?» Increíble. ¿Es el arte capaz de promover la violencia y las relaciones sexuales? Y fijémonos en cómo este intercambio indica que los mismos textos caballerescos funcionaban como épicas violentas para los lectores masculinos y melodramas amorosos para los femeninos.
  • 25. 25 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 7 E n esto, el ventero saca «una maletilla vieja, cerrada con una cadenilla», que contiene un par de novelas de caballerías y un libro histórico que exageraba las aventuras de los héroes militares de las campañas españolas en Italia a principios del siglo XV: La historia del gran Capitán Gonzalo Hernández de Córdoba, con la vida de Diego García de Paredes. El cura y el barbero hablan de quemarlos. Sin embargo, el ventero objeta la idea, diciendo: «Luego ¿quiere vuestra merced quemar más libros?». Y luego agrega un detalle importante: «¿por ventura... mis libros son herejes?». Además, dice que si tienen que quemar alguno, que «sea ese del Gran Capitán y dese Diego García». La defensa que monta el cura a favor del libro histórico contiene un detalle que nos tiene que recordar al hidalgo dormido: Diego García de Paredes era «de tantas fuerzas naturales, que detenía con un dedo una rueda de molino en la mitad de su furia». Quizás una ironía más sutil sea que Diego García de Paredes (1466-1530) murió cuando cayó de su caballo durante la coronación del Emperador Carlos V en Bologna. Se han propuesto varias figuras históricas, San Ignacio de Loyola, por ejemplo, como posibles modelos para DQ, pero en mi opinión sería difícil encontrar a una figura mejor que Diego García de Paredes, un caballero con rasgos igualmente épicos y trágicos, o sea, alguien que representa a la vez el ascenso y la caída del sueño imperial español. De manera paralela, el ventero defiende las novelas de caballerías, aludiendo a la batalla de las ovejas del capítulo dieciocho y luego describiendo la aventura increíble de un caballero que se arrojó sobre un dragón que le llevó al fondo de un río donde la bestia se metamorfoseó «en un viejo anciano, que le dijo tantas de cosas, que no hay más que oír». Luego, con un gesto bastante anti-imperialista, les da «¡Dos higas para el Gran Capitán y para ese Diego García!». La reacción de Dorotea es observar que el ventero podría Elenfrentamiento entreelcurayelventero
  • 26. 26 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu «hacer la segunda parte de don Quijote». Se ha interpretado eso como si el ventero pudiera desempeñar el segundo papel de una obra teatral o cantar en armonía con DQ, pero es curioso notar que la historia que relata el ventero anticipa el episodio de la Cueva de Montesinos en el corazón de la segunda parte de la novela de 1615. ¿Podría ser que Cervantes ya tuviera en mente a estas alturas de 1605 escribir la continuación? En su defensa el ventero parece aludir tanto a otra novela de Cervantes, El coloquio de los perros, como a cierto estudio matemático, como incluso al tema de la raza: «A otro perro con ese hueso... ¡Cómo si yo no supiese cuántas son cinco, y adónde me aprieta el zapato! No piense vuestra merced darme papilla, porque por Dios que no soy nada blanco». De todas formas, a continuación es hilarante la alusión que hace el ventero a la censura selectiva de textos de la época, amargamente sugiriendo que Cervantes entendía, como lo entendían los humanistas, que el reclutamiento militar motivaba la continua diseminación de los libros de caballerías: «¡Bueno es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos buenos libros dicen sea disparates y mentiras, estando impreso con licencia de los señores del Consejo Real, como si ellos fueran gente que habían de dejar imprimir tanta mentira junta, y tantas batallas, y tantos encantamentos, que quitan el juicio!». La discusión entre el cura y el ventero parece llegar a su clímax cuando el licenciado afirma que son falsas las novelas de caballerías, que sólo son un tipo de pasatiempo, «así como se consiente en las repúblicas bien concertadas que haya juegos de ajedrez, de pelota y de trucos, para entretener a algunos que ni tienen, ni deben, ni pueden trabajar». Por cierto, se alude aquí directamente a la casta de los hidalgos ociosos, como el propio DQ. Y notemos por otro lado que estamos otra vez delante de las ideas de Platón acerca de la literatura como forma de corrupción de los ciudadanos. Quizás la moraleja del enfrentamiento entre el cura y el ventero es que a través del diálogo es posible aceptar la existencia de más de un solo punto vista. Cuando el cura dice que espera que el ventero no se vuelva loco como DQ, éste se calma: «Eso no... que no seré yo tan loco que me haga caballero andante». De repente sale SP y «quedó muy confuso y pensativo» ante el debate, pero la aparición del escudero también es una referencia a la posible relación entre la literatura caballeresca y la industria de la esclavitud de la cual quiere beneficiarse. LECCIÓN 7
  • 27. 27 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Finalmente, el cura saca de la maleta del ventero La novela del curioso impertinente. Fijémonos primero en la ética del ventero, que dice que muchos huéspedes se la han pedido: «mas yo no se la he querido dar, pensando volvérsela a quien aquí dejó esta maleta olvidada con estos libros y esos papeles, que bien puede ser que vuelva su dueño por aquí algún tiempo, y aunque sé que me han de hacer falta los libros, a fe que se los he de volver, que, aunque ventero, todavía soy cristiano». ¡Hala! Información clave: El ventero alude a la reputación que tenían los venteros en esa época de ser moriscos que practicaban el Islam en secreto. En otras palabras, todo el debate literario, siempre lleno de alusiones al poder de la Inquisición de expurgar y quemar libros, ahora lo podemos relacionar más directamente que nunca a la idea de expulsar y quemar a herejes o etnias marginadas. Para concluir con el capítulo, notemos la relación muy cervantina que hay entre el sueño y la ficción, pues el cura vacila en si leer la novela o no. Dice que lo haría «si no fuera mejor gastar este tiempo en dormir que en leer», pero Dorotea insiste y el cura acepta con un zeugma final: «quiero leerla, por curiosidad siquiera: quizá tendrá alguna de gusto». En el primer caso «curiosidad» significa “interés trivial”, pero luego «alguna» indica «curiosidad» con el significado de “cosa interesante”, y encima todo está jugando con el título de la novela que está por leer. Es un grito fuerte de parte de nuestro autor: “¡Atención! Hay continuidades en marcha”. Para resumir: ¡Santa María! En estos dos capítulos hemos estado en transición entre las historias de Cardenio y Dorotea y La novela del curioso impertinente, pero todavía hay muchísimo aquí. En el capítulo treinta y uno se siguen desarrollando los temas de la etnicidad de Dulcinea y la fantasía que mantiene SP de ser un negrero una vez que su amo “libere” a Micomicón. La llegada de Andrés subraya y complica la misión de DQ. En cuanto al capítulo treinta y dos, sobre todo creo que nos conviene reconocer la relación que Cervantes establece entre el debate literario sobre la función de la ficción y la identidad tanto nacional y militar como étnica y religiosa. Por otra parte, el brote sexual de la ventera nos ha señalado otra relación entre la sexualidad y el sueño imperialista del caballero andante. Sólo me queda una pregunta, ¿de quién podría ser esa maleta que ha sacado el ventero? ¿Cardenio?, ¿Ginés de Pasamonte?, ¿uno de los escoltas de los galeotes?, ¿un segador anónimo de Andalucía?, ¿cierto soldado escritor vuelto de las campañas militares en Italia? Quizá todos o ninguno de ellos. LECCIÓN 7
  • 28. Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu - Apuleyo, El asno de oro “Tú, hija, no te entristezcas por esto; no temas a tu linaje ni al estado del matrimonio mortal, porque yo haré que estas bodas no sean desiguales, mas legítimas o bien ordenadas como el derecho lo manda”.
  • 29. 29 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu L os capítulos treinta y tres a treinta y cinco representan un profundo cambio en cuanto al estilo de la narrativa de Cervantes. Ya nos lo anunció antes: las historias de Cardenio y Dorotea son muy parecidas a la que nos narra aquí. Sin embargo, ahora viene el caso más completo del género literario que Cervantes mismo denominaría “la novela ejemplar”, que manifiesta una lección moral, aunque no sin cierto entretenimiento escandaloso. También se ha llamado a este género “la novela urbana del barroco”. Lo importante es apreciar que Cervantes es maestro de todo tipo de narración. Ya hemos visto su capacidad de reproducir las esencias de la novela pastoril en Grisóstomo y Marcela, la caballeresca en las fantasías de DQ, la sentimental en la historia de Cardenio, la bizantina en la de Dorotea y la parodia de todas que se encuentra en los múltiples ecos del anti-sentimentalismo de La Celestina. Además, hemos visto el realismo de la picaresca en los episodios de Maritornes y Ginés de Pasamonte, todo contrapuesto a los ecos épicos del Cid y las numerosas alusiones a Homero, Virgilio y Dante. Ahora confrontamos el melodrama puro y duro; esencialmente es un triángulo amoroso, pero incluye notas de misterio, psicopatología, traición y venganza. La novela del curioso impertinente sostiene un dinamismo único en DQ que nos permite ver que Cervantes sí es capaz de suspender los juegos literarios y el humor y narrar de manera tradicional mejor que nadie. Podríamos comparar lo que hace Cervantes aquí con lo que han hecho grupos musicales tales como los Beatles o Led Zeppelin que, durante sus fases más innovadoras y radicales, siempre eran capaces de echarse una canción popular y pegadiza. La novela se desarrolla en Florencia, ciudad en la que se originó el Renacimiento europeo al redescubrir y diseminar la cultura clásica en toda la Europa occidental. No olvidemos los contactos íntimos y políticos entre Florencia y Toledo, entre los Habsburgo y los Médici. La trama deriva de un cuento tradicional, pero también refleja el canto cuarenta y tres del Orlando furioso de Ariosto. Hay que admitir la presencia de un componente freudiano quizás incluso hegeliano en esta tragedia psicosexual, como si se representara en la caída de los personajes la esencia irremediablemente conflictiva LECCIÓN 8 Lanoveladelcuriosoimpertinente
  • 30. 30 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu de los seres humanos. Y así se establece al principio una casi perfecta harmonía entre los protagonistas: todos conocen a Anselmo y Lotario «por excelencia y antonomasia» según el lema de «los dos amigos» porque «andaban tan a una sus voluntades, que no había concertado reloj que así lo anduviese». Las únicas diferencias son que «el Anselmo era algo más inclinado a los pasatiempos amorosos que el Lotario, al cual llevaban tras sí los de la caza». Ah, ¡los infinitos cazadores cervantinos! Anselmo se enamoró de Camila, cuyo nombre alude a la heroína itálica de La Eneida de Virgilio, en donde lucha con Turno contra Eneas y su asesinato se ve vengado por la diosa Diana. Lotario «llevó la embajada» (recordamos los papeles sospechosos tanto de SP como de don Fernando). Anselmo y Camila se casaron y entonces Lotario decidió no frecuentar la casa de su amigo con fin de preservar la honra de la pareja. Anselmo se mostró molesto e insistió en que Lotario siguiera con sus visitas, «asegurándole que su esposa Camila no tenía otro gusto ni otra voluntad que la que él querría que tuviese». ¡Uy! Dada la centralidad de las voluntades de mujeres como Marcela, Torralba, Luscinda, Dorotea y Aldonza Lorenzo entre otras, esa afirmación de Anselmo es temática y ominosa. Lotario le puso excusas, diciendo que cada marido debía tener «algún amigo que le advirtiese de los descuidos» personales, pero Anselmo no quiso hacerle caso. Aquí hay una intervención sofisticada por parte del narrador, quien esgrime a la vez en primera persona y estilo indirecto libre: «Pero ¿dónde se hallará amigo tan discreto y tan leal y verdadero como aquí Lotario le pide? No lo sé yo, por cierto». LECCIÓN 8
  • 31. 31 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Durante esta fase de la amistad de Lotario y Anselmo, cuando el primero se excusaba de pasar tanto tiempo en casa del recién marido, un día, «los dos se andaban paseando por un prado fuera de la ciudad», y Anselmo le confesó a su amigo que sentía una gran ansiedad, una «angustia», incluso la llamó su «locura»: «el deseo que me fatiga es pensar si Camila, mi esposa, es tan buena y tan perfeta como yo pienso, y no puedo enterarme en esta verdad si no es probándola de manera que la prueba manifieste los quilates de su bondad, como el fuego muestra los del oro». Para Anselmo no era suficiente la buena reputación de Camila sin que alguien la tentara y le tocaría a Lotario «entrar en esta amorosa batalla». Ahora viene una larguísima protestación por parte de Lotario, una concatenación retórica que refleja la educación de la época, que empleaba el debate de la naturaleza o los límites de conceptos como la amistad o la fidelidad a fin de perfeccionar los talentos oratorios y legalistas de los estudiantes. Lotario ofrece gran variedad de argumentos clásicos, lógicos y morales al respecto, incluyendo ejemplos de la Biblia, de la naturaleza, de la poesía e incluso de la vida militar. Empieza citando una frase de Plutarco, «usque ad aras» o “hasta el altar”, para indicar los límites divinos a la amistad. Luego, acusa a Anselmo de pensar cómo los moros, que no son capaces de aceptar la tercera sentencia común de Euclides: «Si de dos partes iguales quitamos partes iguales, las que quedan también son iguales». «Si de dos partes iguales quitamos partes iguales, las que quedan también son iguales» LECCIÓN 8
  • 32. 32 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Anselmodescubre elengañodeLotario A juicio de Lotario era impertinente poner a prueba a Camila si ya la consideraba una joven retirada, honesta, desinteresada y prudente. Es que, a diferencia de los santos y los valerosos soldados, Anselmo quería emprender una misión que no le daría ninguna gloria, honra o provecho, sino sólo vergüenza. Cita un poema, Las lágrimas de San Pedro, para subrayar el ejemplo de la vergüenza que sentía el Apóstol y la obligación cristiana de comportarse bien aun cuando no hay testigos. A ver, ¿de qué tenía vergüenza Pedro específicamente? Ah sí, de haber negado a Cristo tres veces... y quizás de haberle cortado la oreja a un esclavo (véase Juan 18.10 y Lucas 22.51). Volviendo a Lotario, incluso trae el ejemplo de la prudente decisión de Reinaldos de Montalbán que, según Ariosto, optó por no participar en la prueba de la fidelidad de su mujer. (¿Por qué le gustaba tanto ese héroe caballeresco a DQ al principio de la novela? Ciertamente no por su discreción amorosa.) Luego, Lotario arguye con una ráfaga de comparaciones: la mujer honesta es un diamante, un armiño, un espejo y un jardín. En esos casos hay que apreciar el objeto ideal porque las consecuencias de probarlo sólo serán malas. Termina esa fase de su argumento citando versos de una comedia en los cuales un viejo le aconseja a su amigo encerrar a su hija porque «si hay Dánaes en el mundo, / hay pluvias de oro también». Todavía Lotario le opone LECCIÓN 9
  • 33. 33 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 2 más argumentos a Anselmo, porque «todo lo requiere el laberinto donde te has entrado» (el laberinto de nuevo). Reclama más respeto por parte de su amigo y dice que Anselmo también debería tener más autoestima porque la sociedad le juzgaría si tuviera una mujer mala. Luego llega al argumento religioso final, citando la creación de Eva a través de la costilla de Adán y refiriéndose al matrimonio como «milagroso sacramento, que hace que dos diferentes personas sean una mesma carne» (eco de la princesa de Micomicona). Añade que «aunque tienen dos almas, no tienen más de una voluntad». Notemos cómo Cervantes hace que la lógica de la tercera sentencia común de Euclides invada el raciocinio teológico, pues siendo la misma carne, si el esposo le trae deshonra a su mujer, se deshonra a sí mismo: «el marido es participante de la deshonra de la mujer, por ser una mesma cosa con ella». Lotario reitera que Anselmo tiene una «impertinente curiosidad» y concluye de manera al parecer contundente: «bien puedes buscar otro instrumento de tu deshonra y desventura, que yo no pienso serlo». Entonces, Anselmo admite que tiene una enfermedad, pero le vuelve a implorar a Lotario que le ayude y éste finalmente acepta, pero con la idea de fingir todo. ¡Sorprendente! Mucha argumentación echada por el suelo, ¿no? En fin, Anselmo abastece a su amigo con dinero y joyas para emprender la seducción y finge la «la necesidad o necedad de su ausencia» para dejarlo solo con Camila. Dado que las cosas se van a complicar, hay algo ya irónico en la complicidad del amigo del marido: «A todo se ofreció Lotario, bien con diferente intención que Anselmo pensaba». Notemos también la terminología del esgrima, la retórica militar y el “Ley de Gresham, según la cual el dinero malo, en este caso las monedas de cobre (de color negro), sustituye al dinero bueno, en este caso las monedas de plata y de oro (de color blanco y amarillo)”. LECCIÓN 2 «A todo se ofreció Lotario, bien con diferente intención que Anselmo pensaba» LECCIÓN 9
  • 34. 34 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu apóstrofe al lector que Cervantes utiliza para describir una situación opuesta a la que anticipaba el seductor: «Viose Lotario puesto en la estacada que su amigo deseaba, y con el enemigo delante, que pudiera vencer con sola su hermosura a un escuadrón de caballeros armados: mirad si era razón que le temiera Lotario». Pero Lotario no hizo nada: «lo que hizo fue poner el codo sobre el brazo de la silla y la mano abierta en la mejilla». Miente a su amigo, diciéndole que está intentando seducir a Camila, así como lo haría el «ángel de luz, siéndolo él de tinieblas, y, poniéndole delante apariencias buenas»; mientras que en realidad pasa con ella todo el tiempo sin dirigirle la palabra. Cuando Lotario le reporta que Camila resiste sus conquistas, Anselmo redobla la apuesta, dándole cuatro mil escudos de oro para que compre «joyas con que cebarla». Quisiera hacer una pausa aquí para notar que en términos financieros, esos cuatro mil escudos son equivalentes a ciento sesenta años del salario de SP. Evidentemente nuestros personajes florentinos son de la aristocracia más tradicional. Bien, un día Anselmo se encierra en un aposento mirando «por los agujeros de la cerradura». Se entera de que todo ha sido «ficción y mentira» y confronta a su amigo. Aquí tenemos todo un párrafo de apóstrofe del narrador, esta vez dirigido a Anselmo mismo: «¡Desdichado y mal advertido de ti, Anselmo!». Es ominoso y termina con un poema indicando que se le va a negar al protagonista lo que busca. Lotario se rinde y le dice a su amigo que lo intentará otra vez. Anselmo logra ausentarse y esta vez, con las nuevas insistencias de su amigo y la curiosa ausencia de la criada, Leonela, Lotario «tenía lugar de contemplar parte por parte todos los estremos de bondad y de hermosura que Camila tenía, bastantes a enamorar una estatua de mármol, no que un corazón de carne». Aunque quiere ser buen cristiano y fiel a su amigo (y ya podemos dudar si el narrador es del todo fidedigno), al final la hermosura y la bondad de Camila «dieron con la lealtad de Lotario en tierra» y éste empieza a expresarle su amor a la esposa de su amigo. “al final la hermosura y la bondad de Camila «dieron con la lealtad de Lotario en tierra» y éste empieza a expresarle su amor a la esposa de su amigo” LECCIÓN 9
  • 35. 35 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 10 «RindióseCamila, Camilaserindió...» E l capítulo treinta y cuatro empieza con un «billete», o misiva, escrito por Camila a Anselmo, en el cual se destaca de nuevo la retórica militar: «Así como suele decirse que parece mal el ejército sin su general y el castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la mujer casada y moza sin su marido». Es decir, al final Lotario ha empezado a trabajar en serio. Camila dice que quiere ir a casa de sus padres, pero Anselmo se lo prohíbe y la deja confundida: «en la quedada corría peligro su honestidad, y en la ida, iba contra el mandamiento de su esposo». Eventualmente, empieza a «titubear la firmeza de Camila» y «las lágrimas y las razones de Lotario» despiertan «alguna amorosa compasión». Sigue la retórica militar: Lotario determinó «apretar el cerco a aquella fortaleza» y según el narrador «no hay cosa que más presto rinda y allane las encastilladas torres de la vanidad de las hermosas que la mesma vanidad, puesta en las lenguas de la adulación». En fin, un contundente “quiasmo”, una figura poética que toma la forma de una ‘X’ sintáctica, subraya la conclusión inevitable: «Rindióse Camila, Camila se rindió...». Aquí la voz narrativa moralizante interviene de nuevo, mucho antes de que se haya terminado la historia: «Ejemplo claro que nos muestra que solo se vence la pasión amorosa con huilla y que nadie se ha de poner a brazos con tan poderoso enemigo, porque es menester fuerzas divinas para vencer las suyas humanas». «Ejemplo claro que nos muestra que solo se vence la pasión amorosa con huilla y que nadie se ha de poner a brazos con tan poderoso enemigo, porque es menester fuerzas divinas para vencer las suyas humanas»
  • 36. 36 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Esta vez, cuando Anselmo requiere otro reporte, la historia toma un giro barroco. Es decir, el primer reporte, inicialmente verdadero sirve ahora para que Lotario engañe a su amigo: «tienes una mujer que dignamente puede ser ejemplo y corona de todas las mujeres buenas. Las palabras que le he dicho se las ha llevado el aire». A la vez, y de manera curiosa, la retórica militar se vuelve decididamente marítima: «a pie enjuto has pasado el mar de las dificultades y sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes, ni quieras hacer experiencia con otro piloto de la bondad y fortaleza del navío que el cielo te dio». Ahora bien, Anselmo quiere poner fin al juego. Para eso, le pide a Lotario que finja estar enamorado de una joven florentina y que le escriba versos. Esa joven en realidad no existe, pero para que sea creíble para Camila, Anselmo le inventa el pseudónimo de Clori. Lotario le avisa a Camila que los versos en realidad son para alabarla a ella, quien, según el narrador, «a no estar avisada... ella sin duda cayera en la desesperada red de los celos». El soneto es una maravilla, como una canción lenta perfecta que toda buena banda de rock tiene y, paradójicamente, parece ser el más fácil de entender en toda la novela. Cada estrofa representa uno de los cuatro puntos principales que ocupa el sol en el cielo a lo largo del día y en cada momento el poeta se queja del amor que tiene por Clori. Es interesante que la única dirección cardinal sea el oriente y es de notar el juego típico que realiza Cervantes con los sentidos mercantil, religioso y narrativo de las palabras “cuenta” y “cuento”: el poeta da «la pobre cuenta de mis ricos males» al cielo y hacia el final dice, «doblo los gemidos. / Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento». Quizás lo más interesante de esta escena sea el coqueteo secreto que realiza Camila delante de las narices de Anselmo: «¿todo aquello que los poetas enamorados dicen es verdad?». Lotario responde: «En cuanto poetas, no la dicen... mas en cuanto enamorados, siempre quedan tan cortos como verdaderos». LECCIÓN 3LECCIÓN 10
  • 37. 37 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Camila le pide otro soneto y éste vuelve al tema marítimo, lamentando la desventura del poeta cuyo amor no era correspondido como si fuese un marinero perdido: «¡Ay de aquel que navega, el cielo escuro, / por mar no usado y peligrosa vía, / adonde el norte o puerto no se ofrece!». El narrador subraya otra vez la dinámica irónica del triángulo amoroso: «alabó este segundo soneto Anselmo como había hecho el primero, y desta manera iba añadiendo eslabón a eslabón a la cadena con que se enlazaba y trababa su deshonra, pues cuando más Lotario le deshonraba, entonces le decía que estaba más honrado; y con esto todos los escalones que Camila bajaba hacia el centro de su menosprecio, los subía, en la opinión de su marido, hacia la cumbre de la virtud y de su buena fama». En este momento es cuando entra en la trama de la narración Leonela, la criada a quien Camila confiesa todo. Fijémonos primero en la retórica según la cual Camila transforma su dilema en cuestión de valores y estimaciones: «Corrida estoy, amiga Leonela, de ver en cuán poco he sabido estimarme, pues siquiera no hice que con el tiempo comprar Lotario la entera posesión que le di tan presto de mi voluntad». Leonela apoya a su señora, diciéndole que el amor es variable e imposible de controlar, añadiendo que «algún día te lo diré señora, que yo también soy de carne, y de sangre de moza» y asegurándole «que Lotario te estima como tú le estimas a él». Luego le dice «todo un abecé entero», alabando a Lotario como «agradecido, bueno, caballero», etc. Notemos que, según Leonela, «La x no le cuadra, porque es letra áspera». Todo eso le tranquiliza a Camila hasta que Leonela le informa que ella también se ha metido en una aventura amorosa «con un mancebo bien nacido, de la mesma ciudad; de lo cual se turbó Camila, temiendo que era aquel camino por donde su honra podía correr riesgo». El problema es que Camila, habiéndole confesado todo a su criada, ya no puede controlarla, o como lo dice el narrador: «Que este daño acarrean, entre otros, los pecados de las señoras: que se hacen esclavas de sus mesmas criadas». LECCIÓN 10
  • 38. 38 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Con esas confesiones surge la crisis principal. Leonela deja que su galán la visite en un aposento de la casa de Anselmo y Camila se encuentra forzada a facilitar el encuentro: «quitábale todos los estorbos, para que no fuese visto de su marido». Pero irónicamente la crisis viene de Lotario, y la descripción que da Cervantes de la psicopatología de los celos es otra maravilla. Resulta que Camila no pudo quitar los estorbos al amante de Leonela suficientemente bien para «que Lotario no le viese una vez salir al romper del alba; el cual, sin conocer quién era, pensó primero que debía de ser alguna fantasma, mas cuando le vio caminar, embozarse y encubrirse con cuidado y recato, cayó de su simple pensamiento y dio en otro, que fuera la perdición de todos si Camila no lo remediara. Pensó Lotario que aquel hombre que había visto salir tan a deshonra de casa de Anselmo no había entrado en ella por Leonela, ni aun se acordó si Leonela era en el mundo: solo creyó que Camila, de la misma manera que había sido fácil y ligera con él, lo era para otro». Lotario se vuelve «ciego de la celosa rabia» y prepara su venganza, informándole a Anselmo que al final Camila sí se ha rendido y que la siguiente vez que Anselmo se ausente los dos tienen una cita. Lotario le dice que finja que se va por unos días y que luego se quede escondido detrás de unos tapices en la recámara donde los amantes se van a reunir (recordemos lo que hizo Cardenio en la boda de Luscinda y Fernando). Pero poco después Camila le revela a Lotario todo el problema que tiene con Leonela. Al principio Lotario cree que miente, pero cuando la ve llorar, se convence de que la joven dice la verdad. Luego le confiesa lo que «instigado de la furiosa rabia de los celos» le ha dicho a Anselmo y le pide consejo para poder «salir bien de tan revuelto laberinto». Hablando de laberintos: a ver, las lágrimas de don Fernando resultaron falsas, pero las de San Pedro eran verdaderas; ¿las de Camila serán verdaderas? Difícil de saber, ¿no? “recordemos lo que hizo Cardenio en la boda de Luscinda y Fernando” LECCIÓN 10
  • 39. 39 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu ElsimulacrodeCamila S egún el narrador, «como naturalmente tiene la mujer ingenio presto para el bien y para el mal, más que el varón», pues «luego al instante halló Camila el modo de remediar tan al parecer inremediable negocio». No le dice a Lotario lo que tiene en mente, sino que insiste en que haga lo que ya tenía planeado, o sea, que Anselmo se esconda y que los dos se reúnan en el salón donde el esposo iba a estar escondido. Lotario asienta. Otro día, Anselmo se prepara para «ver por sus ojos hacer notomía de las entrañas de su honra» y entran Leonela y Camila en la recámara donde actúan una escena para el marido engañado. Camila le dice que está furiosa por alguna insolencia que le ha hecho Lotario y que está por suicidarse con la misma daga de Anselmo, pero primero le pide a su criada que llame a Lotario desde la ventana de otra habitación para que suba para la confrontación. Leonela le aconseja que no se ponga en situación de ser violada: «Mira, señora, que somos flacas mujeres, y él es hombre, y determinado; y como viene con aquel mal propósito, ciego y apasionado, quizá antes que tu pongas en ejecución el tuyo hará él lo que te estaría más mal que quitarte la vida». Cuando Camila se desmaya, Leonela da un breve soliloquio, diciendo que su señora es «el ejemplo de la castidad» y comparándola con «otra nueva y perseguida Penélope». Camila se despierta y Leonela le dice que no quiere ir a llamar a Lotario sin que su señora le dé la daga porque teme que se vaya a suicidar. Camila dice que no quiere ser «como aquella Lucrecia» (según la leyenda Lucrecia fue violada por el tirano Tarquino y por eso se suicidó, resultando en una rebelión que dio lugar a la República de Roma). A la ausencia de Leonela, Camila continúa la actuación para Anselmo, dando un «luego al instante halló Camila el modo de remediar tan al parecer inremediable negocio» LECCIÓN 11
  • 40. 40 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu largo monólogo en voz alta sobre su plan de vengarse de Lotario y luego suicidarse: «saldré bañada en mi casta sangre y en la impura del más falso amigo que vio la amistad en el mundo». El comentario del narrador es fascinante, sobre todo dado el tema del travestismo que hemos visto en otros capítulos: «Y diciendo esto se paseaba por la sala con la daga desenvainada, dando tan desconcertados y desaforados pasos y haciendo tales ademanes, que no parecía sino que le faltaba el juicio y que no era mujer delicada, sino un rufián desesperado». Fijémonos en la manera maravillosa en que el narrador transita entre los pensamientos de un personaje y luego los de otro. Durante toda la actuación de Leonela y Camila, el narrador nos asegura que Anselmo está bastante convencido de la inocencia de su mujer y, por eso, siempre está a punto de salir y poner fin a la confrontación para evitar algún daño; pero no lo hace, o porque quiere ver un pelín más, por la entrada o salida de un personaje o porque escucha algo interesante. Anselmo está embelesado exactamente como el público ante una comedia tan bien escrita y actuada. En fin, Lotario sube y Camila, «haciendo con la daga en el suelo una gran raya delante della», insiste en que él justifique su traición a Anselmo y su atrevido avance hacia ella. Lotario sabe que tiene que actuar también: confiesa haber trasgredido y le pide perdón atribuyendo la culpa al poder del amor. La frase más enigmática de Lotario se refiere al respeto que supuestamente tiene por Camila: «A ti te conozco y tengo en la misma posesión que él te tiene». Según la polisemia, la palabra «posesión» indica que Lotario tiene la misma “opinión” de Camila que Anselmo, pero además sugiere que, igual «A ti te conozco y tengo en la misma posesión que él te tiene» LECCIÓN 11
  • 41. 41 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu que Anselmo, la ha “poseído”, es decir, ha tenido relaciones sexuales con ella. Lotario logra engañar con la verdad y se dirige tanto a Camila como a Anselmo. Puro barroco desplegado aquí. El desenlace de esta obra teatral consiste en Camila dando una larga arenga en contra de Lotario, al final de la cual dice que quiere «matar muriendo». La descripción que da el narrador de lo que pasa en ese momento es un ejemplo estupendo del efecto desestabilizador del “perspectivismo” de Cervantes. Nadie, ni un personaje dentro de la narración, ni el narrador y (¿porque no admitirlo?) ni siquiera el lector mismo, puede saber si Camila tiene verdadera intención o finge cuando ataca a Lotario: «con una increíble fuerza y ligereza arremetió a Lotario con la daga desenvainada, con tales muestras de querer enclavársela en el pecho, que casi él estuvo en duda si aquellas demostraciones eran falsas o verdaderas». Cuando Camila no puede contra Lotario, «o fingiendo» que no puede, se mete la daga «por más arriba de la islilla del lado izquierdo, junto al hombro, y luego se dejó caer en el suelo, como desmayada». Toda la industria, «la sagacidad, prudencia y mucha discreción de la hermosa Camila» parece haber funcionado, porque Anselmo cree que tiene «por mujer a una segunda Porcia» (la valiente esposa de Marco Bruto) y «un simulacro de la honestidad». Según el narrador Anselmo, después de haber visto «representar la tragedia de la muerte de su honra», fue «el hombre más sabrosamente engañado que pudo haber en el mundo». Sin embargo, termina el capítulo treinta y cuatro de manera ominosa: «al cabo de pocos meses volvió Fortuna su rueda y salió a plaza la maldad con tanto artificio hasta allí cubierta, y a Anselmo le costó la vida su impertinente curiosidad». «con una increíble fuerza y ligereza arremetió a Lotario con la daga desenvainada» LECCIÓN 11
  • 42. 42 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu «yofuielfabricador demideshonra» E l capítulo treinta y cinco trae otra de las magníficas interrupciones de la narración cervantina. Se trata de la famosa aventura de los cueros de vino, la cual alude explícitamente a un episodio parecido de El asno de oro de Apuleyo. El cura está a punto de terminar de leer La novela del curioso impertinente cuando Sancho baja del camaranchón, gritando que su amo «ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona». El cura le interroga: «¿Cómo diablos puede ser eso que decís, estando el gigante dos mil leguas de aquí?». Todos oyen un gran ruido en el aposento y luego el grito de DQ: «¡Tente, ladrón, malandrín, follón, que aquí te tengo y no te ha de valer tu cimitarra!». Hemos de notar que, siendo la cimitarra una espada turca, las palabras de DQ sugieren el largo conflicto entre los españoles y los otomanes del siglo XVI. Todos suben y encuentran a DQ, medio desnudo e, irónicamente, con el bonetillo del mismo ventero en la cabeza, dando cuchilladas a unos cueros de vino guardados en su aposento. Según el narrador, DQ estaba soñando «que ya había llegado al reino de Micomicón y que ya estaba en la pelea con su enemigo». Lógicamente, el ventero se enfada y ataca a DQ y todo el bullicio sólo se acaba cuando el barbero le tira encima del caballero loco «un gran caldero de agua fría del pozo». No es el primer pozo de DQ. SP no entiende qué ha pasado: si no se puede encontrar la cabeza del gigante, pues se le va a escapar el condado de entre los dedos. Entre tanto el ventero maldice a DQ, cuya alma la quiere ver «nadando... en los infiernos». Aquí trae Cervantes de nuevo el tema comercial: «El ventero se desesperaba... y juraba que no había de ser como la vez pasada, que se le fueron sin pagar, y que ahora no le habían de valer los previlegios de su caballería para dejar de pagar lo uno y lo otro, aun hasta lo que pudiesen costar las botanas que se habían de echar a los rotos cueros». Es más, según el narrador, «Todos reían, sino el ventero, que se daba a Satanás». Incluso la ventera se queja, recordando el maltrato de su escoba por parte del barbero y gritando que «me lo han de pagar un cuarto sobre otro». El cura logra sosegar a todos «prometiendo de satisfacerles su pérdida lo mejor que pudiese, así de los cueros como del vino, y principalmente del menoscabo de la cola». LECCIÓN 12 «ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona»
  • 43. 43 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 5 La narración vuelve a La novela del curioso impertinente. El narrador nos recuerda que «era Anselmo el fabricador de su deshonra, creyendo que lo era de su gusto» y luego nos da el desenlace trágico. Igual que Lotario, Anselmo se entera de la presencia del amante de Leonela en su casa. La descripción de eso sugiere tanto la metáfora de la arquitectura de la casa como el cuerpo de la mujer como de la rivalidad posesiva y celosa de los hombres, que siempre gira en torno al mencionado cuerpo: «una noche sintió Anselmo pasos en el aposento de Leonela, y, queriendo entrar a ver quién los daba, sintió que le detenían la puerta, cosa que le puso más voluntad de abrirla, y tanta fuerza hizo, que la abrió y entró dentro a tiempo que vio que un hombre saltaba por la ventana a la calle». Leonela se excusó ante su amo de manera que nos recuerda las historias de Cardenio y Dorotea: «es cosa mía, y tanto, que es mi esposo». Anselmo creyó que mentía y sacó la daga, y en esto Leonela jugó la única carta que le quedaba: «No me mates, señor, que yo te diré cosas de más importancia de las que puedes imaginar». Bastante parecido a lo que pasa en Las mil y una noches, Leonela le pidió a su señor que le diera hasta el día siguiente para recuperarse del susto. Cuando Anselmo le reportó todo a Camila, ésta se turbó y «aquella mesma noche, cuando le pareció que Anselmo dormía, juntó las mejores joyas que tenía y algunos dineros y, sin ser de nadie sentida, salió de casa y se fue a la de Lotario». Lotario la metió en «un monesterio, en quien era priora una su hermana» y «se ausentó luego de la ciudad». El día siguiente, «sin echar de ver Anselmo que Camila faltaba de su lado», fue a donde había dejado a Leonela encerrada, y «solo halló puestas unas sábanas añudadas a la ventana, indicio y señal que por allí se había descolgado e ido». Volvió a reportar todo esto a Camila y sólo encontró a «sus cofres abiertos y que dellos faltaban las más de sus joyas». Cuando fue para la casa de su amigo Lotario, los criados le contaron que su amo se había marchado durante la noche. LECCIÓN 12
  • 44. 44 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu En fin, Anselmo se enteró de su desgracia: «Cerró las puertas de su casa, subió a caballo y con desmayado aliento se puso en camino». No llegó lejos cuando «le fue forzoso apearse y arrendar su caballo a un árbol, a cuyo tronco se dejó caer, dando tiernos y dolorosos suspiros». Todo eso nos debería recordar de la primera salida de cierto hidalgo somnámbulo. Pasó por allí un hombre y Anselmo le preguntó qué nuevas había en Florencia. El ciudadano le contó toda la historia escandalosa de los dos amigos: «se dice públicamente que Lotario, aquel grande amigo de Anselmo el rico, que vivía a San Juan, se llevó esta noche a Camila, mujer de Anselmo, el cual tampoco parece. Todo esto ha dicho una criada de Camila, que anoche halló el gobernador descolgándose con una sábana por las ventanas de la casa de Anselmo». Anselmo llegó «amarillo, consumido y seco» (¿nos recuerda a alguien?) a la casa de otro amigo, a quien le pidió «aderezo de escribir». La mañana siguiente, el amigo lo encontró «tendido boca abajo, la mitad del cuerpo en la cama y la otra mitad sobre el bufete, sobre el cual estaba con el papel escrito y abierto, y él tenía aún la pluma en la mano». En la carta, Anselmo confesaba que «Un necio e impertinente deseo me quitó la vida» y perdonó a Camila «porque no estaba ella obligada a hacer milagros». La carta terminaba con «yo fui el fabricador de mi deshonra, no hay para qué...», por donde, según el narrador, «se echó de ver que en aquel punto, sin poder acabar la razón, se le acabó la vida». Todo se vuelve hacia un plano internacional cuando el narrador nos informa que Lotario se murió «en una batalla que en aquel tiempo dio monsiur de Lautrec al Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba en el reino de Nápoles». Por fin el cura termina la historia y ofrece una crítica positiva de la novela, aunque agrega que, «Si este caso se pusiera entre un galán y una dama, pudiérase llevar, pero entre marido y mujer algo tiene del imposible». LECCIÓN 12
  • 45. 45 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Para resumir: La novela del curioso impertinente, que podríamos llamar la narración más barroca de DQ, funciona como un comentario intratextual sobre el caos de los amantes de la Sierra Morena: la lascivia de todos los personajes, la psicología mimética de los hombres y la concatenación de errores, celos y venganzas. Todo alude a las historias de Cardenio y Dorotea: la traición de la criada, el mirón desengañado, la mujer viril. Todo conecta además con los primeros capítulos de DQ. Aun es imposible evitar cierta alegoría sobre el acto de escribir en sí mismo. La “tragedia” de Anselmo da lugar a su carta final. Hay anticipos de Freud: por ejemplo, Lotario “proyecta” sus deseos en un fantasma que luego resulta ser real. La novela es la esencia de la psicopatología de DQ y La historia del cautivo funcionará más bien como su desenlace correctivo. Finalmente, fijémonos en Camila: si su comportamiento no se ajusta a las expectativas de Anselmo, es decir, si no hace milagros, sí piensa y actúa a cada paso. La tragedia clásica es la caída de un personaje orgulloso: ¿qué orgullo más desmedido que el de creer que una mujer no tenga otro gusto ni otra voluntad que la que un hombre quiera que tenga? LECCIÓN 12
  • 46. Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu - Carlos V, Instrucciones a su hijo Felipe II “El duque de Alba quisiera entrar con ellos..., y por ser cosa del gobierno del Reino donde no es bien que entren Grandes, no lo quise admitir, de que no quedó poco agraviado... De ponerle a él ni a otros Grandes muy adentro en la gobernación os habéis de guardar, porque por todas vías que él y ellos pudieren, os ganarán la voluntad, que después os costará caro”.
  • 47. 47 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu E l capítulo treinta y seis empieza con un bello bosquejo de la moralidad burguesa: «El ventero, que estaba a la puerta de la venta, dijo: “Ésta que viene es un hermosa tropa de huéspedes; si ellos paran aquí, guadeamus tenemos”». La palabra latina significa “gocémonos” y alude al último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis o Las revelaciones de San Juan, un pasaje conocido como “El triunfo en el cielo”: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” (19.7). La idea es señalar la llegada de la conclusión de la novela que ocurrirá a través de una larga serie de ejemplos de “desvelamientos”: el término más adecuado es “anagnórisis”, que quiere decir “reconocimiento” en griego, y desde La poética de Aristóteles se ha considerado un punto clave de la obra literaria. Por cierto, el género literario que depende casi exclusivamente del “anagnórisis” es la novela bizantina. El ventero describe lo que ve: cuatro jinetes, «todos con antifaces negros; y junto con ellos viene una mujer vestida de blanco, en un sillón, ansimesmo cubierto el rostro, y otros dos mozos de a pie». Dorotea se cubre el rostro y Cardenio se esconde en el aposento de DQ, uno de los jinetes sienta a la mujer en una silla de la venta y los dos mozos llevan los caballos al corral. El cura interroga a uno de los mozos, pero éste sólo sabe que los otros les habían rogado a él y su compañero que los acompañen «hasta el Andalucía, ofreciéndose a pagárnoslo muy bien». Los temas del comercio y la trayectoria norte-sur. Notables también aquí son los ecos del destino final de Camila en La novela del curioso impertinente, pues el mozo le dice al cura que la señora «va forzada donde quiera que va; y, según se puede colegir por su hábito, ella es monja o va a serlo, que es lo más cierto, y quizá porque no le debe de nacer de voluntad el monjío, va triste, como parece». Loscuatrojinetes LECCIÓN 13
  • 48. 48 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu El cura vuelve a la venta. Están presentes SP, Dorotea con su antifaz puesto, el cura, el barbero, Cardenio, detrás de la puerta del aposento, y una mujer y un jinete anónimos, los dos con antifaces. Lo que sucede ahora es una versión grave y melodramática de la escena cómica y caótica del capítulo dieciséis, cuando Maritornes había visitado al arriero en el camaranchón de DQ. Mientras que reinó la confusión y el malentendido en el episodio de Maritornes, ahora predomina el reconocimiento y la aclaración. Primero, Dorotea, «movida de natural compasión», le ofrece ayudar a la mujer anónima, ante cual gesto el jinete embozado responde con una observación amarga: «No os canséis, señora, en ofrecer nada a esa mujer, porque tiene por costumbre de no agradecer cosa que por ella se hace, ni procuréis que os responda, si no queréis oír alguna mentira de su boca». La mujer anónima le replica que «mi pura verdad os hace a vos ser falso y mentiroso». Con esas frases, Cardenio grita, «¿Qué voz es esta que ha llegado a mis oídos?». La mujer, «toda sobresaltada», se levanta para entrar en el aposento y el caballero la detiene. Se le cae «el tafetán con que traía cubierto el rostro, y descubrió una hermosura incomparable y un rostro milagroso, aunque discolorido y asombrado». Vamos a querer recordar esa imagen. LECCIÓN 13
  • 49. 49 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu «Callaban todos y mirábanse todos, Dorotea a don Fernando, don Fernando a Cardenio, Cardenio a Luscinda, y Luscinda a Cardenio» Anagnórisis L uego, se le cae el embozo al caballero que detiene a la mujer milagrosa, «y alzando los ojos Dorotea, que abrazada con la señora estaba, vio que el que abrazada ansimesmo la tenía era su esposo don Fernando». Dorotea desata un «¡ay!» y se cae en brazos del barbero. «Acudió luego el cura a quitarle el embozo, para echarle agua en el rostro, y así como la descubrió, la conoció don Fernando, que era el que estaba abrazado con la otra, y quedó como muerto en verla; pero no porque dejase, con todo esto, de tener a Luscinda, que era la que procuraba soltarse de sus brazos». Pensando que se desmaya Luscinda, Cardenio sale del aposento. Ahora tenemos un momento de alta tensión: «Callaban todos y mirábanse todos, Dorotea a don Fernando, don Fernando a Cardenio, Cardenio a Luscinda, y Luscinda a Cardenio». Luscinda rompe el silencio, hablando a don Fernando: «dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra... Notad cómo el cielo, por desusados y a nosotros encubiertos caminos, me ha puesto a mi verdadero esposo delante». Luscinda misma da voz al efecto que han tenido tanto los preceptos aristotélicos como el Concilio de Trento en la literatura del siglo XVI: los milagros en la literatura ya no son tan permisibles ni convincentes; los autores tienen que recurrir a eventos menos fantásticos para provocar “admiratio” en el lector. LECCIÓN 14
  • 50. 50 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu LECCIÓN 2 Luego Dorotea «se levantó y se fue a hincar de rodillas» a los pies de Fernando, «y, derramando mucha cantidad de hermosas y lastimeras lágrimas» le implora: «Yo soy aquella labradora humilde a quien tú, por tu bondad o por tu gusto, quisiste levantar a la alteza de poder llamarse tuya; soy la que... abrió las puertas de su recato y te entregó las llaves de su libertad». En su larga arenga se destacan, con carácter humanista en su ordenación, ciertos temas que ya hemos visto: el libre albedrío de la mujer («más fácil te será... reducir tu voluntad a querer a quien te adora, que no encaminar la que te aborrece a que bien te quiera»), la esclavitud («admíteme por tu esclava; que como yo esté en tu poder, me tendré por dichosa»), la pureza de sangre («considera que pocas o ninguna nobleza hay en el mundo que no haya corrido por este camino... la verdadera nobleza consiste en la virtud»), la religión («testigo será la firma que hiciste, y testigo el cielo, a quien tú llamaste por testigo de lo que me prometías») y la ética personal («tu misma conciencia no ha de faltar de dar voces callando en mitad de tus alegrías»). Al final, don Fernando se rinde: «Venciste, hermosa Dorotea, venciste; porque no es posible tener ánimo para negar tantas verdades juntas». Y cuando Fernando deja a Luscinda, ésta cae en brazos de Cardenio y le dice, «Vos sí, señor mío, sois el verdadero dueño desta vuestra captiva». Para el lector moderno puede resultar difícil ver a esas mujeres sumisas como reflejo de un discurso progresivo, pero hay que mantenerse presente la época conservadora en la cual Cervantes escribió. Los puntos clave son tanto el hecho de que las voluntades de las mujeres se articulen y respeten como el de que los deseos relativamente violentos de los hombres se moderen. De hecho, parece que más que nada Cervantes formuló su texto como manera de poner un bálsamo paliativo al posible brote de violencia en la Sierra Morena. Por tanto, cuando todos los amantes están finalmente reunidos, surgen de nuevo los celos y Dorotea nota «que don Fernando había perdido la color del rostro y que hacía ademán de querer vengarse de Cardenio, porque le vio encaminar la mano a ponella en la espada». Luego tenemos la imagen final de todas esas historias: LECCIÓN 2LECCIÓN 14
  • 51. 51 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Dorotea «se abrazó con él por las rodillas, besándoselas y teniéndole apretado, que no le dejaba mover, y sin cesar un punto de sus lágrimas le decía: “¿Qué es lo que piensas hacer?”». Le implora portarse de manera verdaderamente noble, expresando la lógica que parece ser un punto decisivo de la novela de Cervantes: «que este tan notorio desengaño no solo no acreciente tu ira, sino que la mengüe en tal manera, que con quietud y sosiego permitas que estos dos amantes le tengan sin impedimento... y en esto mostrarás la generosidad de tu ilustre y noble pecho, y verá el mundo que tiene contigo más fuerza la razón que el apetito». En esto todos, incluso SP, «rodeaban a don Fernando, suplicándole tuviese por bien de mirar las lágrimas de Dorotea». El efecto final es la reformación del noble andaluz, que «se ablandó y se dejó vencer de la verdad». A Luscinda le dice: «Levantaos, señora mía, que no es justo que esté arrodillada a mis pies la que yo tengo en mi alma; y si hasta aquí no he dado muestras de lo que digo, quizá ha sido por orden del cielo, para que viendo yo en vos la fe con que me amáis os sepa estimar en lo que merecéis». Luego todo el mundo se echa a llorar, aunque el narrador nos da una pequeña aclaración del caso de SP: «después dijo que no lloraba él sino por ver que Dorotea no era, como él pensaba, la reina Micomicona, de quien él tantas mercedes esperaba». El capítulo termina con la historia de Fernando, quien explica cómo había robado a Luscinda del claustro del monasterio en el que se había refugiado, para traerla hasta la venta donde, según el narrador, «se rematan y tienen fin todas las desventuras de la tierra». Evidentemente, para Cervantes, la venta es simbólica de la solución a los problemas sociales más graves de Andalucía, o de todo el mundo; solución sobre todo a los efectos desastrosos de la violación, la venganza y los celos con que muchos tendemos a justificar el uso de las espadas contra nuestros prójimos. LECCIÓN 9LECCIÓN 14
  • 52. 52 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu Lamutacióndela princesaMicomicona A l principio del capítulo treinta y siete, SP nos descifra cierta conexión alegórica que hay entre las historias de los amantes de la Sierra Morena y la de Micomicón. El narrador nos informa que el escudero escuchaba todo «no con poco dolor de su ánima, viendo... que la linda princesa Micomicona se le había vuelto en Dorotea, y el gigante en don Fernando». A la vez, Fernando indica la conexión entre las mismas historias y el tema del laberinto: «daba gracias al cielo por la merced recebida y haberle sacado de aquel intricado laberinto, donde se hallaba tan a pique de perder el crédito y el alma». Encima, Cervantes inserta aquí otro de sus múltiples reconocimientos de los valores burgueses, pues «quien más jubilaba y se contentaba era la ventera, por la promesa que Cardenio y el cura le habían hecho de pagalle todos los daños e intereses que por cuenta de don Quijote le hubiesen venido». Esto de “pagar los daños e intereses” es una fórmula contractual derivada de la famosa “lex mercatoria” o la “ley mercantil”, el antiguo código internacional de los mercaderes. Mientras los demás celebran la paz y el amor, SP sube a informarle a su amo que toda la fantasía de Micomicón se ha venido abajo: «quiero que sepa vuestra merced... que el gigante muerto es un cuero honrado, y la sangre, seis arrobas de vino tinto... la reina convertida en una dama particular llamada Dorotea». Incluso ha reconocido al ventero como alguien que participó en su «quien más jubilaba y se contentaba era la ventera, por la promesa que Cardenio y el cura le habían hecho de pagalle todos los daños e intereses que por cuenta de don Quijote le hubiesen venido» LECCIÓN 15
  • 53. 53 Descubre a Don Quijote de la Mancha El mejor libro de todos los tiempos donquijote.ufm.edu manteamiento «con tanta risa como fuerza». En fin, «no hay encantamento alguno, sino mucho molimiento y mucha mala ventura». DQ quiere verificar el reporte de su escudero: «Dame de vestir y déjame salir allá fuera, que quiero ver los sucesos y transformaciones que dices». Entre tanto, el cura les cuenta a todos los recién llegados sobre la condición de DQ y las aventuras del hidalgo y su escudero. Deciden seguir con la trama de Micomicón. Sale DQ «armado de todos sus pertrechos, con el yelmo, aunque abollado, de Mambrino en la cabeza, embrazado de su rodela y arrimado a su tronco o lanzón» (¿qué pasó con la espada que tenía antes?). Tiene, como siempre, el rostro largo, seco y amarillo y «la desigualdad de sus armas y su mesurado continente» sorprende a todos. Interroga a Dorotea sobre su rumoreada transformación «en una particular doncella», y la atribuye a cierta resistencia o duda por parte de su padre el «rey nigromante». Concluye diciendo que la princesa debería ignorar a su padre: «que si por la causa que he dicho vuestro padre ha hecho este metamorfóseos en vuestra persona, que no le deis crédito alguno, porque no hay ningún peligro en la tierra por quien no se abra camino mi espada». Cuando la princesa Micomicona insiste en que no se ha transformado –«la misma que ayer fui me soy hoy»–, DQ se enfada con su escudero: «¡estoy por hacer un estrago en ti que ponga sal en la mollera a todos cuantos mentirosos escuderos hubiere de caballeros andantes de aquí adelante en el mundo!». Hay un breve debate sobre qué ha pasado, pues SP admite que puede haberse engañado en cuanto a la «mutación de la señora princesa Micomicona», pero sigue insistiendo en que la cabeza del gigante simplemente ha sido confundida con unos cueros de vino almacenados en la habitación. DQ tilda de mentecato a SP mientras que Fernando pone fin al debate diciendo que les queda por delante mucho que hacer. LECCIÓN 3LECCIÓN 15