El documento presenta una reflexión sobre el pasaje del Evangelio en el que Jesús calma la tormenta mientras duerme en la barca con sus discípulos. Señala que la Iglesia, como la barca, enfrenta tormentas como la incredulidad y la persecución, pero que los cristianos deben confiar en que Dios está con ellos, así como Jesús calmó la tormenta. También habla sobre la necesidad de superar crisis de fe y confianza mediante un encuentro personal con Dios para fortalecer la fe y confiar en Él a pesar
2. Se levantó un fuerte
huracán y las olas
rompían contra la barca…
Él estaba a popa,
dormido. Lo despertaron
diciendo: Maestro, ¿no te
importa que nos
hundamos? Se puso en
pie, increpó al viento y
dijo al lago: ¡Silencio,
cállate! El viento cesó y
vino una gran calma. Él
les dijo: ¿Por qué sois
tan cobardes? ¿Aún no
tenéis fe?
Marcos 4, 35-40.
3. Después de una larga
jornada predicando,
Jesús sube a la barca con
sus discípulos y se aleja
de la orilla.
Ya en alta mar, se
levanta la tempestad.
Las olas zarandean la
barca y los discípulos
tienen miedo.
Jesús duerme. ¿Cómo es
posible? ¿No le
preocupa que perezcan?
4. En nuestro mundo de
hoy muchos son los
oleajes que sacuden
nuestro corazón. Solo
duermen tranquilos
quienes tienen paz, los
que confían en Dios.
Con Jesús en la barca
no hay nada que temer.
Jesús duerme porque
descansa en Dios y su
amor lo llena de paz.
5. La Iglesia, hoy, es un barco que navega en alta mar con la
misión de llevar la buena nueva a muchas gentes, que
viven hundidas en el egoísmo. También recibe los embates
de muchas olas: críticas mordaces, ataques contra los
valores cristianos, persecuciones injustas...
6. La Iglesia vive un momento crucial de su historia: la
increencia, la calumnia y el narcisismo sacuden esta
embarcación. En algunos países, la violencia se desata
contra los cristianos. Pero más que nunca hemos de saber
que Dios, aunque parezca callar, está a nuestro lado.
7. Crisis de fe
Una cosa es heredar la fe y otra dar un paso más allá de
la educación recibida y tener una experiencia vital de
Dios. Sin este encuentro nadie puede sentirse
enamorado y entusiasmado con su fe. Será una fe
superficial que no calará hondo y acabarán
abandonándola e incluso censurándola.
8. Crisis de confianza
Nos cuesta confiar en los demás, no solo en los
personajes públicos, sino en los cercanos: amigos,
familiares… y en el mismo Dios. En el Génesis vemos
como la desconfianza rompe una hermosa amistad
entre el hombre y Dios. La desconfianza destruye
relaciones y proyectos humanos, esta es la gran crisis de
nuestra civilización.
9. Confiar no es un mero
estado psicológico, sino la
certeza de saber que,
abriéndonos a la otra
persona, podemos crecer y
madurar. La falta de alegría,
de entusiasmo y de fe viene
de la pérdida de confianza.
Si perdemos la fe, la
esperanza, el amor… ¿qué
nos queda?
10. Cuando se pierde la confianza se pierde el sentido de
la vida. Sobre la confianza se construye todo. Los
cristianos estamos llamados no solo a creer, sino a
confiar en Dios y amarlo con intensidad. Creer, amar,
esperar, se culminan con el confiar.
11. Dios no duerme
No nos engañemos, el
mundo vive inmerso en la
tempestad. Solo en el
cielo alcanzaremos la
calma. Pero ¡tengamos
calma! La barca de
nuestra vida seguirá a
flote. Dios nos dará la
firmeza y la serenidad
necesarias, más allá de
nuestras capacidades
físicas y psicológicas.
12. Tenemos un alma dotada de una enorme fuerza. Somos
hijos de Dios, de su misma naturaleza. Podemos hacer
daño, pero también podemos hacer un inmenso bien.
Podemos sentir miedo e inquietud por el futuro, pero
¡creamos en el milagro! Porque Dios no duerme.
13. Jesús se alza e increpa al viento y las aguas. ¡Callad! En
medio de los vendavales y el estruendo que nos
envuelven, necesitamos serenidad y sosiego. Nuestra
misión es rescatar a muchas gentes de las aguas
turbulentas y traerlas hacia la luz de Dios.