El interés compuesto se remonta a antes de la Edad Media, cuando el interés era considerado un pecado. Representa la acumulación de intereses generados por un capital inicial a una tasa fija durante varios períodos, de modo que los intereses obtenidos se reinvierten para generar más interés. El ejemplo muestra cómo un capital de $1,000 crece a una tasa anual del 10% a través de la capitalización de intereses.