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MANUAL PARA COMER
COMO UN NIÑO
(y otras lecciones para no convertirse en adulto)
(1977-1978)
Nora y Delia
Delia Ephron
Traducción:
Ángela Pérez y J. M. Álvarez Flórez
Edición:
Julio Tamayo
2
3
Para Nora, Hallie, Amy y Lorrie
AGRADECIMIENTOS
Mi agradecimiento y estima por su ayuda y consejos a Glenn Collins, Ann Banks,
Phyllis Henrici, Nancy Evans, Edward Koren, Charles Kaufman, Darrell Brock,
y a mi padre Henry Ephron. Mi agente Betty Anne Clarke fue tan maravillosa como
siempre. También quiero expresar mi agradecimiento a mi «editor» Rebecca Singleton.
4
5
Índice
Manual para comer como un niño…………………………………......7
Cómo ver la televisión……………………………………………......11
Cómo ver más televisión……………………………………………...13
Cómo colgar el teléfono…………………………………………...….15
Cómo jugar……………………………………………….………..….17
Cómo reírte histéricamente……………………………………….…..21
Cómo cuidar un animalito………………………………………...…..23
Cómo dar una opinión………………………………………………...27
Cómo actuar en una fiesta de cumpleaños…………………………....29
Cómo contar un chiste……………………………………………......35
Cómo portarse en el colegio………………………………………….37
Cómo hablar por teléfono…………………………………………….49
Cómo esperar………………………………………………………....51
Qué hacer si te mandan a tu habitación……………………………....55
Cómo celebrar la Navidad…………………………………………....57
Cómo torturar a tu hermana…………………………………………..63
Cómo ir en coche……………………………………………………..67
Cómo dormir………………………………………………………….71
Cómo rezar…………………………………………………………....75
6
7
Manual para comer
como un niño
Guisantes: Machácalos y extiéndelos bien en el plato.
Coloca sobre ellos el tenedor, casi horizontal, y aprieta bien.
Álzalo en vertical con las púas hacia arriba y sorbe los guisantes.
Puré de patatas: Aplasta el puré con suavidad y aplánalo por arriba.
Haz varios hoyos. Imagina que son charcas o estanques.
Llénalos de salsa. Haz ríos con el tenedor entre los estanques
y observa correr la salsa entre ellos. Decóralo con guisantes.
No lo comas.
Método alternativo: Haz un agujero grande en el centro del puré,
y llénalo de salsa de tomate. Revuelve bien, hasta que el puré quede de
color rosa. Cómelo siguiendo el mismo procedimiento que con los
guisantes.
Animal Crackers (galletitas en forma de animales): Cómelas
siguiendo el orden siguiente: patas, cabeza, cuerpo.
Emparedado: Quita la corteza del pan. Si tu madre dice que tienes que
comerlas porque son lo mejor, guárdalas en el bolsillo del pantalón o
escóndelas entre los cojines del sofá.
Spaghetti: Haz una gran bola enrollándolos en el tenedor, procurando
que cuelguen por lo menos dos. Abre bien la boca, engulle la bola y
sorbe ruidosamente los que cuelgan. Rebaña el plato. Pide más y come
sólo la mitad de los que te sirvan. Al llevar el plato a la cocina, procura
inclinarlo de modo que los spaghetti resbalen y caigan al suelo.
8
Helado de cucurucho: Pídelo doble. Procura que caiga una de las
bolas cuando te diriges hacia la puerta de la heladería. Grita. Lame la
bola que queda tan despacio que se derrita y te caiga por la mano.
Deja de chupar cuando el helado quede a ras del cucurucho.
Cerciórate de que queda bien plano. Muerde el cucurucho por abajo y
sorbe el helado restante por el agujerito. Cuando quede sólo el
cucurucho pringoso, déjalo en el guardabarros de un coche.
Helado de vasito: Coge la cuchara vertical con el puño cerrado.
Revuélvelo bien hasta que se ablande y quede como caldo. Coge
entonces una buena porción con la cuchara. Métetela en la boca y ve
sacándola despacio, chupando sólo la parte de arriba. Blande la cuchara
en el aire. Lame la parte inferior. Vuelve a meterla en la boca y chupa
un poco más. Repite hasta que la cuchara esté vacía y empieza de
nuevo.
Zanahorias cocidas: Déjalas caer en el regazo al llevártelas a la boca.
Camúflalas en la servilleta y tíralas a la basura.
Espinacas: Haz montoncitos. Luego montoncitos más pequeños.
Después de unas cuantas maniobras, recuéstate en la silla y di que no
puedes más.
Pastelitos de chocolate: Acomódate bien en la cama, recostada en la
almohada, medio echada y medio sentada. Lee un libro. Coloca los
pastelillos sobre la sábana de forma que las migas caigan en la cama.
Para comerlos, quítales el baño de chocolate y coloca los trocitos en el
regazo. Cuando acabes los pastelillos, come los trocitos de chocolate,
de uno en uno, dos por cada página.
9
Leche malteada: Muerde la punta del envoltorio de la pajita por un
extremo y sopla, lanzándolo al otro lado de la mesa. Mete la pajita en la
leche y sorbe. Cuando te llegue el líquido a la boca, tapa la pajita con el
dedo (la presión impedirá que la leche caiga). Saca la pajita del batido
y métetela en la boca por el otro extremo. Quita el dedo y bebe. Repite
varias veces la operación, hasta que la pajita esté tan blanda que ya no
puedas utilizarla. Pide otra. Ábrela igual que la primera, pero esta vez
lanzándole el papel a la camarera cuando no mire. Sorbe el batido con
aire indiferente (estás pensando en tus cosas) hasta que queden en el
vaso unos dos centímetros de líquido. Sopla entonces por la pajita hasta
que las burbujas lleguen al borde del vaso. Cuando tu padre diga que su
paciencia está llegando al límite, demuestra lo mucho que te duele el
estómago.
Chicle: Sácalo de la boca y estíralo hasta que parezca un fideo. Hazlo
balancear como un lazo. Vuélvetelo a meter en la boca. Saca una punta
y sujeta el resto con los dientes, de modo que puedas pegarlo al chicle
de tu amigo. Piensa que estás haciendo algo realmente asqueroso.
Manzana asada: Pela la manzana asada con los dedos. Dile a tu madre
que has cambiado de idea, que no la quieres. Luego, cuando esté
ocupadísima y no se fije mucho en lo que hace, coge la manzana asada
pelada y dásela.
Patatas fritas: Blande una patata frita en el aire mientras hablas como
si fuera la batuta de un director de orquesta. Métete luego cuatro de una
vez en la boca y mastica. Vuélvete hacia tu hermana, abre la boca y
saca la lengua cubierta de patatas. Cierra la boca y traga. Sonríe.
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Cómo ver la televisión
Colocación: Túmbate con una sola pierna colgando por un brazo del
sillón y balancéala arriba y abajo, arriba y abajo. Cuando consigas estar
realmente cómodo, sopla varias veces hacia arriba a ver si con la brisa
consigues mover el flequillo. Muérdete el labio superior. Métete el
dedo en la oreja a ver lo qué encuentras. Quita al perro de en medio de
un puntapié cuando no te deje ver bien. Mira al televisor (ojos muy
abiertos, boca abierta). Tu madre te llama: no la oigas, no la oigas, no
la oigas.
QUÉ HACER SI EL PROGRAMA TE DA MIEDO
· Vete al cuarto de baño.
· Tápate la cabeza con un cojín.
· Tápate los oídos con los dedos, cierra los ojos y canturrea.
QUÉ HACER SI EL TELEVISOR SE ESTROPEA
Cambia el canal a toda prisa. Apaga y enciende el televisor. Mueve
la antena, norte, sur, este y oeste; dale un manotazo al aparato. Golpea
la pantalla, dejando huellas de grasa por toda su superficie. Di
«Mierda» como tu papi.
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Cómo ver más televisión
Por favor, mami, sólo esta vez. No lo pediré más. Si me dejas ver
este programa, te prometo que me iré a dormir en cuanto termine. No
molestaré. No pediré un vaso de agua. No pediré nada de nada. Por
favor, si me dejas verlo, no te pediré nada más. Nunca. Por favor,
mami, por favor. Eres la mamá más buena del mundo. La más dulce, la
más linda de todas las mamás. Te prometo ser buena mañana. Te
prometo que me levantaré a las nueve. Porfavorporfavorporfavor.
¿Por qué? ¡Al menos dime por qué, dame una razón! Te prometo ser
buena, te prometo irme en seguida a dormir, ¿es que no me crees? ¿No
te fías de mí? Vaya una madre... no se fía ni de su propia hija. ¡Mira!
Cierro los ojos y sólo escucho. ¡Ni siquiera lo veo! ¡Oh, mami!
¿Por qué no?
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Cómo colgar el teléfono
―Adiós.
―Adiós.
―¿Todavía estás ahí?
―Si. ¿Por qué no has colgado?
―¿Por que no has colgado tú?
―Estaba esperando que lo hicieras tú.
―Yo esperaba que lo hicieras tú. Cuelga tú primero.
―No. Cuelga tú primero.
―No. Primero tú.
―No. Tú primero.
―Mira, ya sé lo que haremos. Contaré hasta tres y colgamos a un
tiempo. ¿Listo? Una, dos, tres. Adiós.
―Adiós...
―¿Todavía estás ahí?
―Sí.
―¿Por qué no has colgado?
―¿Por qué no has colgado tú?
―Bueno. Hagámoslo otra vez. Ahora en serio. Una, dos, dos y media,
dos y tres cuartos, tres. Adiós.
―Adiós.
―Hola.
―Hola.
―¿Todavía estas ahí?
―Sí.
16
17
Cómo jugar
Recorre la casa probando distintos asientos. Di «Me aburro, me
aburro, nunca me he aburrido tanto, me voy a morir de aburrimiento,
no tengo nada que hacer». Tu madre te sugerirá todo tipo de juegos a
los que podría apetecerte jugar. Contesta a todos: «No, no me apetece.»
Abre la nevera, mira dentro, ciérrala.
Pregunta si puedes bañar al perro.
Pregunta si puedes soltar una cometa desde la ventana de tu
dormitorio.
Pide las llaves del coche, di que quieres sentarte dentro a escuchar la
radio.
Decide hacer un budín de chocolate. Abre el paquete rompiéndolo
de forma que sólo caigan dentro de la cacerola dos tercios del
contenido y el resto caiga encima de la mesa. Contempla lo que ha
caído. Mientras piensas qué hacer, comprueba con la lengua si todavía
se te mueve el diente. Limpia luego la mesa, tirando al suelo lo que se
te había caído en ella y esparciéndolo con el pie de modo que coincida
con el dibujo del linóleo. Nadie lo notará. Ahora ya puedes cocinar. Lee
las instrucciones mientras lames la mezcla del budín que se te ha
quedado pegada a los dedos. Cuando llegues a las dos tazas de leche,
saca del armario una taza y echa una taza de leche y otra de agua a ver
qué pasa. Remuévelo bien. Enciende el fuego y pon la cacerola a hervir
sin dejar de revolver. Si no espesa rápido, abúrrete de tanto revolver y
decide que, aunque no haya espesado, de todos modos ya está hecho.
Apaga el fuego y hazte un forro de papel de aluminio para los dientes.
Al salir de la cocina, echa una carrera y procura resbalar en la mezcla
de budín del suelo.
Pon la tele. Apágala, pero no salgas a jugar fuera de casa, tal como
te mandaron.
18
Hazte la ciega y recorre la casa con los ojos cerrados y un paraguas
como bastón de ciego. Revisa los cajones de la cómoda de tu madre.
Abre la nevera. Mira dentro. Ciérrala. Siéntate luego a la mesa del
desayuno y haz una lista de tus amistades por orden de preferencia.
Repítela. Vuelve a hacerla, haz una bola con el papel de las listas
anteriores y dale empujoncitos con un dedo hasta que caiga al suelo. Si
tu madre pregunta qué haces, dile que un juguete para el gato. Decide
fundar un club.
Llama a tu mejor amiga por teléfono e invítala a discutir contigo los
detalles. Resuelve hacer las tarjetas de socio y fijar las cuotas.
Nómbrate presidenta del club. Decide los chicos y chicas de tu clase
que no quieres que entren en el club porque carecen por completo de
personalidad. Llámalos por teléfono y diles que estás fundando un club
al que no podrán pertenecer.
Guárdate una caja de cerillas en el bolsillo.
Grita: «Mamá, mamá, mírame, mírame, mírame, mírame» y ponte
cabeza abajo. Repítelo seis veces.
En cuanto llegue tu amiga, podéis jugar a las adivinanzas. Discute
quién es «prime».
Jugad al Monopoly. Discute quién empieza. Discute si salió un
cinco o un siete. Discute si vale cuando el dado cae fuera del tablero.
Discute si contaste desde los Jardines Marvin o desde la Compañía de
Aguas. Discute sobre si te saltaste algo al contar. Discute si contaste
bien cuando caíste en Aparcamiento Libre. Discute si ya habías
reunido doscientos dólares cuando pasaste Salida. No acabéis la
partida.
Jugad a las cartas. Mira las cartas de tu amiga cuando esté distraída.
Jugad otra partida. Esconde un as.
Pregúntale si quiere jugar a las damas y tira las cartas al aire.
Jugad a las damas. Di «Quiero las negras». Di «Quiero salir yo».
Di «Un segundo, no hagas nada hasta que vuelva», y corre a la cocina,
abre la nevera, bebe un trago de leche directamente del envase y
vuelve. Di «No vale la jugada hasta que no suelte la ficha».
Tamborilea una melodía en la mesa, a ver si tu amiga adivina cuál
es. Pregúntale si quiere quedarse a cenar, dile que hay spaghetti.
19
Tira uvas pasas al aire e intenta cogerlas con la boca. Falla. Tírale
uvas pasas a la boca de tu amiga y que ella te las tire a ti. Falla. Dale
pasas al perro. Échate en el suelo, cúbrete la cara con pasas y deja que
el perro las vaya lamiendo, al tiempo que tu madre llega y dice: «No
dejes que el perro te lama, puede pegarte una enfermedad.» Acércate a
tu amiga y, como quien no quiere la cosa, dale unas palmaditas en la
espalda y dile «¿Qué estás haciendo?», mientras le echas unas cuantas
pasas por el cuello, entre la camisa y la piel.
Jugad al colegio. Sortearos el turno para hacer de profesor y poder
castigar a la otra de cara a la pared.
Después de utilizar la cama como trampolín, convierte tu cuarto en
una gigantesca tela de araña, colocando metros y metros de cuerda de
cometa desde las patas de la cama a las lámparas, de la mesa y las patas
del escritorio a los tiradores del buró y al pomo de la puerta. Piensa que
la red es realmente muy bonita mientras sales del cuarto a gatas por
debajo de ella, pero no se la enseñes a tu madre.
Di que tienes articulaciones dobles. Demuéstralo doblando el pulgar
hasta tocar la muñeca. Si tu amiga dice «yo también» y dobla hacia
atrás todos los dedos de una mano, pasa a las piernas: siéntate en el
suelo doblándolas por la rodilla de modo que formen un ángulo en
horquilla. Deja que tu amiga te contemple en esta posición. Luego,
probad por turnos a reír con media cara y llorar con la otra media.
Túmbate luego en el suelo y sostén una moneda en la nariz. Probad a
ver quién puede aguantar más sin respirar. Para ganar, haz trampas,
hincha los carrillos para demostrar que estás conteniendo la respiración
y respira disimuladamente por la nariz. Si tu amiga te acusa de hacer
trampas, niégalo. Luego di: «Mira lo que sé hacer» y demuéstralo:
Dóblate como un recogedor de béisbol, pon la cabeza entre las rodillas,
inspira y espira deprisa seis veces seguidas. Luego ponte de pie y
desmáyate.
Suena el timbre de la puerta... llega el padre de tu amiga a buscarla.
Le oyes preguntar a tu madre: «¿Se ha portado bien?»
Siéntate a la mesa y bebe el zumo. Pon el vaso delante de la boca
como un micrófono y empieza la emisión: «Bueno, amigos, hoy es
sábado en casa y no pasa nada de particular. Estoy sentada a la mesa,
tomando zumo. Como noticia importante diré que parece ser que mi
papaíto irá mañana a Columbus si el tiempo lo permite, seguiremos
informando al respecto. El equipo de casa, luchando denodadamente,
20
ganó a las adivinanzas, a las cartas, a las damas. No tenemos aún los
resultados del Monopoly. Ya les iremos informando. Y ahora unas
palabras de un invitado que está entre el público aquí en el estudio.»
Coloca entonces el micrófono en la boca del perro, en el momento
justo en que aparece tu madre. Te preguntará si has estado hurgando en
los cajones de su cómoda. Dile que no. Si te dice: «No me importa que
revolvieras los cajones, lo que me importa es que me mientas», dile
muy seria «De verdad que no, mamá, de veras». Decide desmantelar
inmediatamente la tela de araña que has montado en tu cuarto y cuando
ella te diga que el budín de chocolate no cuaja, dile que a ti te gusta
más así, di por el vaso: «Sin novedad. Corto.» Bájate de la silla
deslizándote como una culebra y sal luego por debajo de la mesa.
21
Cómo reírte histéricamente
Llama a un restaurante chino y diles que manden una cena a la casa
de tu profesora.
Llama a una pizzería y diles que manden siete pizzas a tu profesora.
Llama al servicio de pañales y haz un pedido a nombre de la señora
de la casa de al lado.
Llama a la pollería. Cuando se ponga la señora, di: «Oiga, ¿tiene
usted patas de gallo?»
Llama a un desconocido. Dile que eres un empleado de la compañía
telefónica que estás trabajando en la1ínea y que no descuelgue el
teléfono en los diez minutos siguientes, porque, de hacerlo, te
electrocutará. Vuelve a marcar y deja sonar y sonar el teléfono hasta
que el tipo se harte y conteste. Da un aullido y cuelga.
Llama a un compañero de clase y, cuando se ponga, no digas nada.
22
23
Cómo cuidar
a un animalito
Tortugas: Ponles dos nombres que combinen bien. Sugerencias: Bollo
y Salchicha, Luz de Sol y Rayo de Luna. Tocino y Huevo Frito. Échate
en el suelo y deja que las tortugas se te suban encima. Preséntalas entre
sí para que se conozcan. Examínalas por abajo para ver por dónde
mean. Pon una boca arriba, para ver si puede dar la vuelta. Si
desaparece una de las dos debajo de la cama, no lo digas.
Ahora te queda una tortuga que vive en el recipiente de plástico para
tortugas, con una rampa en espiral para hacer ejercicio. Píntale el
caparazón con esmalte de uñas y después olvídate de darle de comer.
Pájaro herido: Llévatelo a casa. Ponlo en una caja de zapatos con
trocitos de periódico y algodón, y aliméntalo con cuentagotas. Llama a
la Sociedad Protectora de Animales. Incórdiales preguntando si los
otros pájaros le aceptarán cuando vuelva a su mundo.
Pájaro muerto: Entiérralo en una caja de zapatos. Reza una oración.
Marca su tumba con una piedra.
Método alternativo: Mételo en el cajón del escritorio y olvídate de
él hasta que apeste.
Carpa dorada: Dale una sobredosis de comida. Tírala luego por el
retrete.
Saltamontes: Arráncales las patas y observa cómo se mueven sin ellas.
24
Culebra: Sabes que está en algún sitio de la casa, pero sabes
exactamente dónde.
Lagarto: Primer día: Llévatelo a casa y déjalo jugar en la bañera.
Enséñaselo a tu madre. Por la noche, mételo en un bote.
Segundo día: Al volver del colegio, te encuentras el bote vacío. Dile
a tu madre que el lagarto ha desaparecido. Dirá que no tiene ni idea de
lo que ha podido pasarle.
Rana: Métela en un tarro de mayonesa vacío y hazle en la tapa
agujeros para que entre aire. Mete unas cuantas hojas para que la rana
tenga un medio ambiente natural. Lleva contigo el bote a todas partes.
Ponlo al lado de tu plato en la mesa mientras comes. Observa como
salta la rana y se pega cabezazos en el cristal. Échale un trozo de
salchicha. Pregúntale a mamá cuándo llegará papá a casa. Pon la
televisión y grita a cada anuncio: «Mamá, mamá, ¿falta mucho para
que llegue?» Tan pronto como oigas a papá en la puerta, grita: «Mamá,
mamá, ha llegado papá.» Enséñale la rana, deja que la mire y verás
como dice lo mismo que cuando le enseñaste la mariquita y la oruga:
«Si fueras una rana, ¿te gustaría vivir en un tarro?»
Hámster: Pide en la tienda de animales que te den dos machos. Luego
despertarás una mañana y descubrirás que hay seis hámsters. Al volver
del colegio descubrirás que sólo hay uno. Grita y llora.
Conejo: Cógelo. Déjalo. Cógelo. Déjalo. Cógelo. Déjalo. Cógelo.
Déjalo. Cógelo. «¿Quieres dejar en paz de una vez al pobre conejo?»
Déjalo.
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Perro: Diles a tus padres que tener un perro es lo que más deseas en
este mundo. Promételes que le cuidarás tú. Jura y perjura que lo harás.
Ellos no tendrán que hacer nada. Lo sacarás tú, le darás de comer tú.
Por favor. Por favor. Por favor, lo prometo, lo prometo. Mami, por
favor. Ya eres bastante mayor. Cuando digan que tienes que esperar
un año, patalea. Grita: «Nunca confiáis en mí. Nunca me creéis. ¿Por
qué no podéis confiar en mí?»
Vete corriendo a tu habitación. Da un portazo. Abre luego la puerta
y grita: «¡No hay derecho!» Da otro portazo. Cuando aparezca tu
madre, sostén con ella la conversación siguiente:
―Ya está bien ―dice ella.
―Bueno ―contestas tú, poniendo mala cara.
―He dicho que ya está bien.
―Sólo dije «bueno».
―No es lo que dices, sino cómo lo dices.
―Bueno, mami, pero...
Y entonces repites toda la escena desde «Lo que más deseo en este
mundo es tener un perro» hasta «¿Por qué no podéis confiar en mí?»
Convéncela.
Cuando tu madre diga que es hora de dar de comer al perro, di «Un
momento». Cuando diga que es hora de ir a pasear al perro, di «En
seguida». Cuando vuelva a recordártelo, dile que quieres ver el final del
programa de la tele. Luego, coge al perro, quejándote de lo aburrido
que es llevarle a pasear y de que, además, no encuentras la correa.
Utiliza en su lugar tu cinturón.
Protesta y retrásate todos los días, hasta que tu madre llegue a la
conclusión de que es mejor que le dé de comer y lo pasee ella.
Gatito: Levántalo por el rabo. Levántalo cogiéndole del cogote.
Cuando tu padre diga: «¿No crees que deberías dejar el gato un ratito
en paz?», déjale en el suelo. Cuando llegue tu hermano pequeño y lo
coja por detrás, cógelo tú por delante e intenta quitárselo. Grita: «Ya
sabes que tienes que dejar en paz al gato.» Sigue tirando hasta que
papá se vuelva y diga: «¿Es que no me oís? ¡Dejad en paz al gato!»
Mira con furia a tu hermano. Cuchichea: «Mira. Ya ves lo que has
conseguido.» Pégale y alega que no querías pegarle, que se te escapó la
mano. En cuanto tu padre y tu hermano salgan de la habitación, di:
«Gatito, ven gatito, gatito.» Mímale y abrázale. Luego, asegúrate de
que no hay moros en la costa y tíralo por la baranda al primer piso, sólo
para comprobar si los gatos caen siempre de pie.
26
27
Cómo dar una opinión
Jo, jo
Grosero
Repugnante
Aaajjj
Asqueroso
Deprimente
Nauseabundo
Hediondo
Oh, puaf
Qué chorrada
Repulsivo
Detestable
Qué estupidez
Apestoso
Fétido
Vomitivo
28
29
Cómo actuar en una fiesta
de cumpleaños
INSTRUCCIONES PARA LA NIÑA
QUE DA LA FIESTA
Cambia de sitio las tarjetas.
En cuanto estés vestida y lista (dos horas antes de que empiece la
fiesta), vuelve a comprobarlas para asegurarte: tú te sientas a la
cabecera de la mesa, tu mejor amiga a tu lado, tu hermano pequeño lo
más lejos posible. Piensa que ojalá no existiera semejante peste. Mira el
reloj.
Ve a la ventana. Mira si llega alguien. Ve a la cocina. Mira la caja de
la pastelería que hay encima de la nevera e imagina cómo es el pastel
de cumpleaños. Abre la nevera. Ciérrala. Corre al dormitorio. Corre a la
sala de estar. Pregunta cuánto falta. Explícale a tu mamá lo nerviosa
que estás. Da vueltas. Pregunta si podéis jugar a las adivinanzas
primero, a las sillas vacías después y luego a la gallina ciega. Mira los
premios. Pregunta si te dejarán ganar uno, aunque sea tu fiesta.
Pregunta cuánto falta. Ve a la ventana y mira si llega alguien. Pon la
televisión. Quítala. Vuelve a la mesa de la fiesta. Cambia de sitio las
sorpresas de los invitados. Vuelve a cambiarlas. Corre a la ventana.
Grita: «Viene alguien, viene alguien, viene alguien. Mamá, papá, ya
vienen.» Corre a la puerta y ábrela antes de que salgan del coche.
Cuando lleguen los invitados, recíbeles con «¿Qué me habéis
traído?» y arráncales el paquete de las manos.
30
INSTRUCCIONES PARA EL INVITADO
Di «Feliz cumpleaños». Entrega el regalo.
Ponte de pie en la silla y grita: «¿A que no sabéis quién se va a
sentar a mi lado?» Grita el nombre de tu mejor amiga. Anuncia que el
pastel es de chocolate. Cuchichea en un rincón con tu mejor amiga y
echa a voces a los invitados que intentan oíros. Dile lo que son los
premios. Discute si uno de los otros invitados es odioso o no. Pasearos
abrazadas por la habitación.
Si dos invitados prefieren hablar entre sí en vez de mirar cómo abres
los régalos, diles que se callen. Lee las tarjetas de los regalos en voz
alta para que te presten atención. Pasa las tarjetas para que las vean.
Fíjate en que cada vez que desenvuelves un regalo, aquellos dos chicos
te ignoran. Por último, cuando uno de los otros invitados salga
correteando de la habitación, di que quieres hablar con tu madre... en
privado. Dile que los invitados no se están portando como debieran.
Dile que no quieren estarse callados y mirar. Pídele que les obligue a
hacerlo.
Piensa que ojalá te murieras cuando la niña que da la fiesta lea en
voz alta tu tarjeta y mira alrededor para ver si los demás escuchan.
Diles que todos deben estar callados mientras desenvuelven los
regalos. Cuando la anfitriona quite lo cinta, di: «No te gustará nada mi
regalo. Ya lo sé. No te gustará nada.» No apartes la vista del regalo.
Estate quieta. En el instante en que aparezca el regalo, grita lo que es.
Dile que es muy caro: mil pesetas. Dile que había otro más barato,
pero que tu mamá dijo que no duraría nada. Dile que también lo había
en verde, pero pensaste que era mejor rojo. Dile el nombre de la tienda
donde lo compraste y pregunta «¿Quieres ver como funciona? Mira
cómo funciona». Cógelo y haz una demostración. En cuanto la niña
que da la fiesta empiece a desenvolver el regalo siguiente, deja de
prestar atención. Corretea por la habitación y examina las sorpresas
que hay para los invitados.
31
Si ya tienes uno de los regalos, dilo.
Cuando un regalo esté repetido, procura ser educada. Di «¡Oh, no!»
y date una palmada en la frente.
Cuando el regalo sea un libro, piensa «¡Jo!»
Cambia tu tarjeta de sitio. Cambia las sorpresas de los invitados.
Siéntate a la mesa y alza la mano como si fueses una persona que
prefiere leche a Ponche Hawaiano.
Apaga las velas de la tarta mientras tus padres te ayudan soplando
por encima de tu hombro. Desea tener un caballo. Olvida que si hablas
antes de partir una porción, tu deseo no se hará realidad y grita «El que
quiera una rosa en su trozo que levante la mano». Si alguien te recuerda
lo de no hablar y lo del deseo, piensa que lo que dijiste no tiene
importancia porque sólo fue una frase. Chupa las velas después de
quitarlas de la tarta.
Después de cantar lo de «Cumpleaños feliz» canta «Deberías estar
en el zoo, porque pareces un mono, pareces un mono». Grita «Quiero
una rosa» una y otra vez y alza la mano. Cuando llegue la leche, di que
prefieres zumo.
Vacía en la mesa la bolsa de caramelos de la fiesta. Cambia tu
piruleta granate por una roja, cuatro bolitas de caramelos por un
chupa-chups y un anillo de plástico con una piedra verde por otro con
la piedra dorada. Di que no puedes conseguir una piruleta verde. No
comas el regaliz.
Ignora que tu hermano pequeño te está llamando desde el otro
extremo de la mesa. Piensa que ojalá desapareciera para siempre.
32
Levántate. Toca la corneta que te tocó en la fiesta. Tira tres sillas
para conseguir coger otro sombrero. Peléate por él. Tira un vaso de
papel lleno de Ponche Hawaiano. Siéntate. Sopla el matasuegras
metiéndoselo en la oreja a la niña de al lado. Vuelve a hacerlo.
Grita. Levántate. Hurga en la bolsa de los caramelos, mantenla abierta
con una mano y pégala con la otra para vaciarla. Mira alrededor
rápidamente, de forma que los demás invitados sepan que fuiste tú.
Siéntate a toda prisa para que los mayores no vean que fuiste tú.
Levántate. Toca la corneta que te tocó en la fiesta. Siéntate. Sopla el
matasuegras metiéndoselo en la oreja a la niña de al lado. Grita. Vuelve
a hacerlo. Levántate. Toca la corneta. Siéntate. Fracasas en tu intento
de llamar la atención de los invitados pegando con la cuchara en la
mesa y gritando: «Orden en la sala, orden en la sala.» Toma dos
bocados de tarta y deja el resto.
Machuca el helado mientras proclamas que los regalos de los
invitados eran mucho mejores en la última fiesta. Cuando pase a tu
lado un adulto, pídele otra bolsa para los caramelos. La tuya se te
rompió. Toma dos bocados de la tarta y deja el resto.
No quieras jugar a los juegos de la fiesta. Di que quieres dirigirlos.
Pide a voces que se pongan todos en fila. Diles que se callen y, si
siguen hablando, diles que hay buenos premios y que será mejor que se
callen si quieren conseguir alguno. Busca alguna razón para que todos
los invitados alcen la mano. Dile a una chica que se niega a jugar a la
gallinita ciega que tiene que hacerlo. Razona con ella. Explícale:
«Tienen que jugar todos.» Luego, cuando siga negándose, no sabrás
qué hacer. Díselo a tu madre.
Tu madre le sugerirá: «¿Por qué no pruebas a jugar, a ver si te
gusta?», y cuando la niña conteste que no, tu madre te explicará que
puesto que tu invitada no quiere jugar, no tiene por qué hacerlo. No
sabes qué hacer. ¡Te está estropeando la fiesta!
33
¡Todos están estropeándote la fiesta!
Échate a llorar.
Vete corriendo a tu habitación.
En cuanto llegue tu madre detrás, cuéntaselo todo entre lágrimas y
suspiros. ¡Mis fiestas nunca salen bien, nunca! ¿Por qué los invitados
no se portan bien, por qué? ¿Es que no comprenden que la fiesta no
resultará si no hacen lo que tú les mandas? «Nunca más en la vida
volveré a invitar a esa niña a una fiesta de cumpleaños, nunca!»
Déjate convencer por tu madre y vuelve a la fiesta.
Después de perder al juego de las sillas vacías y a las adivinanzas,
niégate a jugar a la gallina ciega.
Cuando la niña que da la fiesta te diga que juegues, dile que no
quieres. Cuando te coja del brazo, suéltate. Dile que nadie puede
obligarte a jugar si tú no quieres. Cede sólo cuando se eche a llorar y
su madre le ruegue que juegues. Luego, cuando un adulto te coloque el
pañuelo para jugar a la gallina ciega y te pregunte si ves, miente. Echa
la cabeza hacia atrás, mira por debajo del pañuelo y avanza
tropezando y dando tumbos. Coge a alguien que te caiga mal y
disimula un rato antes de decir el nombre. Quítate el pañuelo y pon
cara de sorpresa.
Súbete a una silla para nombrar a los que han ganado. Entrega los
premios con mucha ceremonia.
Cuando te entreguen el premio, piensa que el segundo premio de las
adivinanzas es mejor que el primero de la gallina ciega.
Estarás tan ocupada jugando a corre que te pillo, que no podrás
despedirte de los invitados.
Andas corriendo tan deprisa de una habitación a otra, que cuando
llega tu padre no te enteras. Se te ha soltado el lazo, se te ha caído la
diadema. No quieres irte. Pregunta si tienes que hacerlo. Di que ahora
empezabas a pasarlo bien. Suplica que te dejen quedarte un poco más.
Quéjate de que tu padre es siempre el primero en llegar. Di: «Oh, papi.
34
¿Ya tengo que irme?» En cuanto tu padre se distraiga hablando, ponte
a correr de nuevo. Cuando te repita lo que ya te dijo (que dejes de
correr y recojas tus cosas), explícale que tenías que correr porque te
habían pillado. No consigues encontrar tu bolsa de caramelos. La
mamá de la niña que te invitó te buscará una. Insiste en que esa no es
la tuya (la tuya tenía una piruleta roja). Hecha un mar de lágrimas,
coge la bolsa (quejándote de que no es la tuya), una pelota y tu premio.
Si te lo recuerdan, da las gracias.
Vuelve a casa.
Vomita.
35
Cómo contar un chiste
«¿Quieres que te cuente un chiste sucio? Un cerdo se cayó en el
barro. ¿Lo has entendido?» Luego repítelo diez veces.
36
37
Cómo portarse en el colegio
Mamá, no me encuentro bien. Quizás no debiera levantarme hoy.
Me dan mareos. No sé... tengo muchas molestias. Mami. Mami.
Tócame la frente. ¿No te parece que tengo fiebre? ¿Estás segura?
¿Estás completamente segura? Me levantaré. Me levantaré pero ya
verás... ya verás como cuando llegue al cole tendré que volverme a
casa.
Llega tarde al colegio. Explica que llegas tarde porque no
encontrabas un zapato.
En cuanto la profesora se vuelva a escribir en la pizarra, abre el
cajón del pupitre, saca un tebeo y mételo dentro del libro de gramática.
Lee el tebeo haciendo ver que estás leyendo el libro de gramática.
Mordisquea un lápiz, arranca un trozo de hoja del cuaderno y
escribe: «Eres un pajarraco. Pásalo.» Ponte el lápiz en la boca como los
piratas se ponen el cuchillo, dobla la nota por la mitad, en cuartos, en
octavos. Colócate el lápiz en la oreja y tira la nota al suelo y pásasela
con el pie a tu compañero del otro lado del pasillo. Luego, finge que
tocas la batería, tamborilea en la mesa con el lápiz y cuando llegue el
momento de tocar los platillos, le das al de delante con el lápiz en la
cabeza. Si se vuelve y dice «Ya está bien», dile «¿Ya está bien qué?».
En cuanto vuelva la cabeza otra vez, atízale una patada y dile
«Perdona, ha sido sin querer». Golpea la mesa con el lápiz.
Niega que estés mascando chicle y pégatelo en el paladar.
Ronronea. Deja de hacerlo cuando la profesora pregunte si prefieres
pasar la clase en el pasillo. Pregúntale si puedes cambiar de sitio.
Haz con tus lápices como si fueran barcos. Muévelos por la mesa y
hazlos chocar. Mira el reloj.
Cuando la profesora pida un voluntario para vigilar mientras está
fuera de clase, levanta la mano, muévela frenéticamente, estírate hasta
quedar casi horizontal entre la mesa y la profesora y grita: «Yo, yo, yo,
yo, yo, yo, yo, yo, yo.» No te elegirá.
38
Lo que hay qué hacer cuando la profesora no está en clase:
Apriétate la nariz con los dedos y di con voz aguda: «Niños,
silencio.» Corre hasta el sitio de la profesora y pasa las uñas por la
pizarra hasta que chirríe fuerte. Vuelve a tu sitio agachado como
Groucho Marx, mirando a los lados, moviendo las cejas y con un lápiz
en la boca como si fuera un puro. Procura que te apunten por portarte
mal.
Consigue que te borren amenazando con pegar en el recreo al que te
ha apuntado.
Lanza un avión de papel y, cuando aterrice, alza las manos juntas a
un lado, luego al otro: eres el campeón. Consigue que te apunten.
Tira el borrador.
Si un chico lanza una bola de papel pero no le apuntan, di: «¿Por
qué me has apuntado a mí y a él no?» Consigue que le apunten
mientras él te dice que cierres el pico, te llama sólo por el apellido y
dice: «No te metas en lo que no te importa.» Eructa.
Haz como si olieses algo raro. Grita: «Alguien se ha tirado un pedo,
por aquí se han tirado un pedo, un pedo silencioso pero mortífero,
cómo huele. Alerta, Alerta. Pedo de gran calibre. Pedo de gran calibre.»
Haz aspavientos con la mano delante de la cara. Ríete estrepitosamente.
Aporrea el pupitre. Tápate la nariz mientras todos los demás de la clase
se la tapan, e insiste en que fue otro.
Grita: «¡Que ya viene!» y cáete de la silla justo en el momento en
que entra la profesora.
Di que tienes que coger algo del abrigo que está en la percha.
Di que tienes que sacar punta al lápiz.
Dile a la profesora, por segunda vez esta semana, que no has hecho
los deberes porque se los comió el perro. Ella te dirá que si sigues
portándote así tendrá que poner una mala nota en tu ficha.
Di que tienes mucha sed y que quieres ir a beber agua.
39
QUÉ HAS DE HACER SI NO QUIERES
QUE TE PREGUNTEN
· Hazte invisible. Alinea cabeza y hombros con los del alumno que
queda entre la profesora y tú. Si la profesora se mueve, ajusta la
alineación.
· Procura pasar desapercibido. Para lograrlo, adopta una actitud
despreocupada. Concéntrate en meter el capuchón de la pluma en la
parte de atrás de la misma. Puedes incluso tararear en voz baja. O
juguetear imperturbable con un lápiz: sostenlo vertical, la punta contra
el papel, y desliza los dedos desde la goma a la punta. Dale la vuelta al
lápiz. Desliza los dedos desde la punta a la goma. Dale la vuelta y
repite. Dale la vuelta y repite la operación.
Si de todos modos la profesora te pregunta, no contestes
inmediatamente, porque es posible que conteste antes otro. Si no te
salva nadie y la pregunta es de las que hay que contestar sí o no, elige
una de las cosas. Si no es así, da una respuesta chistosa. Toda la clase
se reirá. La profesora dirá que no te hará tanta gracia cuando veas las
notas.
EN EL PASILLO
Mira en todas las clases por las que pases, parándote en una o dos lo
suficiente para llamar la atención y distraer a los alumnos. Métete los
pulgares en las osas y mueve los otros dedos, o ráscate las axilas como
un mono, dando saltos. Si una clase tiene la puerta cerrada, da un salto
para mirar por el cristal de encima de la puerta. Pégate a la pared y
avanza muy despacio: estás en una película de espías. Cuando llegues a
la esquina, atisba con cuidado. Dale máxima presión al agua de la
fuente para ver lo alto que llega, y luego carga la pistola de agua.
Vuelve a la clase con la punta se la pistola en la boca. Mantenla
apretando el gatillo.
Nada más sentarte, mira el reloj para ver cuánto tiempo has perdido.
40
EN EL RECREO
Retira el chicle del paladar con la lengua y sigue masticando.
Da un par de vueltas. Habla de la hora a la que te acostaste. Di que
estuviste levantado hasta medianoche para acabar los deberes. Tus
amigos dirán que eso no es nada, que ellos se quedaron hasta las dos de
la madrugada, y tú entonces puedes contestarles; «Vaya cosa, la semana
pasada, yo estuve levantado hasta las cuatro.» Y di que los fines de
semana puedes quedarte levantado hasta la hora que quieras. Que una
vez no te acostaste en toda la noche. Y ¿han ido ellos alguna vez a un
autocine? Tu papá una vez te llevó a uno. Enseña los empastes de
dientes. Di que eres demócrata o republicano y torna posiciones
respecto a las próximas elecciones, basándote en lo que hablaron
anoche tus padres. Compara la mantequilla de cacahuete con la crema
de cacahuete. Discute sobre cuál es la verdura más repugnante.
Compara el número de habitaciones de tu casa con el de las casas de
los otros, contando en la tuya los armarios empotrados. Compara la
semanada que te dan en casa con la que les dan a los otros. Decide si
preferirías morir congelado o quemado. Palpa los músculos de los
otros. Di que habéis conseguido una rebaja en el coche nuevo porque tu
papá conoce al vendedor. Di que tu papá cree que son mejores los
coches extranjeros. Discute sobre marcas de zapatos. Intentad pisaros
los zapatos unos a otros. Demuestra cómo se hace el ruido de un pedo
poniendo la mano en el sobaco y apretando. Di que conoces la palabra
más larga del idioma: antidesestabilización. Apuesta a que nadie es
capaz de pronunciarla.
Paséate con bigotes postizos y con los labios pintados de rojo.
Comprueba si se te deshace una chocolatina en la mano.
Come caramelos rojos y enseña la lengua enrojecida.
Prométele a ese chico que serás su mejor amigo si te da un
caramelo. Date prisa en llegar al centro-blando del caramelo mientras
escuchas una adivinanza: «¿Por qué aquel imbécil se llevó una escalera
a la fiesta? Porque le dijeron que las bebidas estaban por las nubes».
Di: «¿Sabes qué?" Cuando el chico diga: «¿Que si sé qué?» Di:
«Eso, qué». Hazlo una y otra vez, hasta que llegues a uno que cuando
tú digas «¿Sabes qué?» conteste: «Sí, qué».
41
Hay un chico que tiene la cabeza muy grande. Dedícate a correr por
el patio gritando: «Cabezón, cabezón, cabezón.»
Pon el dedo en la canilla de la fuente para dirigir el chorro de forma
que moje a todos. Cuando el agua empape los pantalones de un chico,
grita que todo el mundo creerá que se ha meado. Ten abierto el grifo de
la fuente para que beba un amigo, y cuando se incline a beber, suéltalo,
de modo que el agua deje de salir. Luego di: «Bueno, bueno, ahora lo
haré bien. De veras. Palabra de honor. Confía en mí, no te preocupes,
hombre.» Y cuando acerque la boca para beber, abre el grifo al
máximo. Bebe un trago, retén el agua en la boca y persigue a otro
muchacho y escúpele el agua. Hazlo otra vez, pero esta vez soltarás
antes una carcajada y no podrás acertarle.
Repite, entre gritos, todas estas actividades acuáticas, hasta que el
profesor te amenace con castigarte.
Ponte en el lugar adecuado para poder mirar a las chicas por debajo
de las faldas.
Dile a una chica que le darás una peseta si sube hasta arriba.
Túmbate en el suelo por si alguna chica pasa por tu lado.
Dile a una chica que lleva faldas que haga la vertical.
Escucha al muchacho que cuenta un chiste. Ríe histéricamente,
aunque no tengas ni idea de por qué te ríes.
Ten envidia del chico que se ha roto una pierna. Pídele que te deje
las muletas un rato.
Di «carajo» y observa la reacción de los demás.
Finge que no conoces a tu hermana pequeña.
Haz que te persigan las chicas.
Si se cae un chico en el gimnasio y se rompe los dientes, grita: «Yo
me ocupo, yo me ocupo, yo me ocupo.» Recoge los pedazos y llévalos
a la enfermería. Aunque la enfermería huela tan raro, quédate allí a ver
si puedes dar un vistazo al chico.
Juega con los otros a corre que te pillo. Discute sobre si te tocaron o
no. Juega a la guerra. Discute si te mataron o no. Juega al fútbol.
Discute si fue mano o no. Cuando veas discutir a alguien, mete baza.
En caso necesario, grita pidiendo justicia e insulta a los del otro bando,
llámales miserables, mentirosos, sucios y cerdos.
42
Consigue que te manden al banco de los castigados. Mientras vas
hacia allí, piensa que no es justo. Piensa en aquel chico al que pegaste,
que te pegó luego a ti y luego le volviste a pegar tú, lo lamentará.
Piensa que ya le cogerás, que no volverás a hablarle en la vida, que no
irás nunca más al colegio con él, que nunca le invitarás a tu casa a
jugar, ni a tu cumpleaños; piensa: «la próxima vez que se me
acerque...»
Después de estar sentado un minuto en el banco de los castigados,
comprueba lo que puedes separarte del banco sin que te llamen la
atención. Pega el chicle debajo del banco.
EN EL LAVABO DE CHICOS
Apunta al borde de la taza. No tires la cadena.
EN LA SALA DE ACTOS
«Juro fidelidad a la bandera de la patria. Y a la república, porque sea
una sola nación, protegida por Dios, indivisible, con libertad y justicia
para todos». Siéntate.
Estira el cuello y mira dónde se sienta la profesora.
Cuando empiece la película sobre prevención de incendios (cuya
estrella es Otto, el coche que habla), saca una canica del bolsillo y
hazla rodar entre las palmas. Llévate la mano a la boca como si fueras a
ocultar un bostezo y métete la canica en la boca. Desplázala con la
lengua hacia un lado, de modo que sobresalga, haciendo un bulto.
Pásala con la lengua al otro lado. Comprueba la rapidez con que puedes
cambiarla de lado. Sácala. Póntela en un ojo a modo de monóculo.
Métetela en la nariz. Déjala allí, mitad dentro y mitad fuera y dale
luego un codazo a tu mejor amigo. Tiene que darse cuenta de lo de la
canica.
Escucha cómo hace sonar los nudillos el muchacho del extremo de
la fila. Oye cómo el que está a su lado hace lo mismo. Ahora le imita el
tercero. Y ahora el cuarto. Hazlo tú ahora. Escucha cómo lo hace el que
va después de ti.
43
Peléate por el brazo del asiento.
Mira al proyector para ver cuánto queda de la película.
Deja caer la canica.
En cuanto se estropee el proyector, empieza a rezongar. Deja de
hacerlo cuando la profesora chasquee los dedos, pero no la mires.
Podría señalarte y luego indicar con el pulgar: «¡Fuera!» Procura
llamar la atención de tu amiga haciendo algo aparatoso como alzar las
manos unidas y levantarte y estirarte.
Observa al muchacho que está arreglando el proyector. Piensa que
ojalá fueras miembro del grupo de reparaciones.
En cuanto se reanude la proyección, quédate dormido.
«Se levanta la sesión. Salgan en silencio por favor, empezando por
las primeras filas.»
DE CAMINO HACIA CASA
El que pisa una fisura, a su madre rompe la cintura. Da un paso por
cada cuadrado del pavimento. El que pisa una grieta, a su madre
rompe una teta. Da dos pasos por cada cuadrado del pavimento. Haz
uno sí y otro no. Arranca hojas de los setos. Dale una patada a una
piedra de pasada. Evita las arenas movedizas. Sé tu propio caballo:
lanza un relincho y date una palmada en la nalga. Pega un salto; agarra
la rama de un árbol. Corre: te persiguen hormigas rojas. Toca el timbre,
dale al llamador, aporrea la puerta, grita: «Hola mamá, soy yo» y vete
corriendo al baño.
―¿Qué tal en el cole?
―Bien.
―¿Algo nuevo?
―Nada.
―¿Qué hiciste hoy?
―No sé... Lo de siempre.
Luego añade: «¡Tengo un hambre!», y, camino de la cocina, dile a tu
mamá la adivinanza: «¿Por qué aquel imbécil se llevó una escalera a la
fiesta? Porque le dijeron que las bebidas estaban por las nubes.»
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45
EN EL COMEDOR DEL COLE:
PLATO COMBINADO
Mantequilla: Disponte a lanzar la mantequilla al techo con el tenedor,
en un sitio donde quede pegada hasta que llegue a comer el próximo
grupo. Entonces le caerá a alguien en la cabeza. Fracasa en tu tentativa.
Paja: Lanza el envoltorio de la paja apuntando al encargado.
Leche: Coloca la punta de la abertura del bote de cartón en el labio y
deja que entre en la boca una parte de la leche y que la otra te caiga por
la barbilla. Después de consumir la mitad de este modo, líbrate del
resto derramándola.
Pan: Quítale la miga al pan. Espachúrrala y moldéala entre las palmas
como si fuera barro, hasta formar una bola. Tírasela a alguien. Pasa el
resto de la comida sentada con los pequeños.
Carne: Aparta la salsa para localizar la carne que hay debajo. Pincha la
carne en el fuerte el tenedor, revuelve la carne por el plato, como un
acorazado, chocando con el puré de patatas y con los guisantes. Al
mismo tiempo, emite un ruido sordo y ronroneante imitando el sonido
de un barco navegando.
Salsa: Salpica a los amigos con el dedo.
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Gelatina en cubitos: Pon un cubito de gelatina en la cuchara y
colócala como si fuera un tirachinas; apunta y dispara.
Método alternativo: Métete el cubito en la boca, disuélvelo y trágalo
o escúpeselo a alguien.
Servilleta: No la uses. Límpiate la cara con el dorso de la mano;
límpiate la mano en la camisa.
47
COMIDA PREPARADA EN BOLSA
Pastelito: Mordisquea y lame el escarchado de por encima, procurando
embadurnarte bien la boca y la barbilla. No comas el papel.
Desmenúzalo.
Plátano: Quítale la etiqueta al plátano. Da una palmada en la espalda a
tu amigo y di «jo, jo, jo» y déjale la etiqueta pegada en la camisa.
Bolsa de papel: Hínchala, ciérrala bien y haz que explote de un
manotazo. Pasa el resto de la comida sentado con los pequeños.
Patatas fritas: Ignorando a dos de los que se sientan a la mesa, da una
patata a los que te sean simpáticos. Guárdate las menos rancias.
Leche: Después de derramarla, tira el envase al cubo de la basura como
si encestaras. Luego, desplázate hacia un lado en el banco, empujando
al que está allí sentado, hasta que se caiga el del extremo.
Paja: Lánzale el papel al encargado.
Huevo duro: No lo comas, deja los restos de la cáscara y el huevo con
muchas huellas sucias de los dedos por la mesa.
Muslo: Presume de pollo frito. Cuenta lo que cenaste anoche. Di que
en tu casa se come pollo frito al menos tres veces por semana. Di qué
trozo prefieres. Blande el muslo mientras canturreas: «Pollo asado,
buuu; pollo frito, yaaaa.» Quítale la piel con los dedos; cómetela luego.
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Cómo hablar por teléfono
Oiga. ¿Se ha fijado si corre el contador? Pues será mejor que corran
detrás para que no se pierda.
Oiga, ¿Es la tienda? ¿Tienen sardinas en lata? Déjenlas salir un poco
que deben estar muy apretadas las pobres.
Oiga. ¿La farmacia? ¿Tienen aspirinas? Pues tápenlas, que no se
acatarren.
Oiga. Estamos haciendo una encuesta. Si ha comido usted alguna
vez manteca de cacahuete ¿qué le pasa? ¿Qué le pasa? No sé. ¿Qué le
pasa a usted?
Oiga. Hay una llamada de Washington para usted. No se retire, por
favor. Le llamaremos en seguida.
Oiga. ¿Están esperando una llamada de Washington? Pues deben
estar locos, porque se murió hace mil años.
Oiga. ¿Está Ralph Peterson?
Oiga. ¿Está Ralph Peterson?
Oiga. ¿Está Ralph Peterson?
Oiga. ¿Está Ralph Peterson?
Oiga. ¿Está Ralph Peterson?
Oiga. Aquí Ralph Peterson. ¿Hay algún recado para mí?
Oiga. ¿Es la tienda? ¿Tiene pies de cerdo? ¿Y cómo se las arregla
para calzarse por la mañana?
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Cómo esperar
POR UNA HAMBURGUESA
Agárrate a la barra y colúmpiate en el taburete. Suéltate y da una
vuelta completa. Repite la operación hasta que tu padre te tenga que
parar. Apoya los codos en la barra, con la barbilla entre las manos, y
mira fijamente la máquina de los batidos. Piensa que ojalá tuvieras una
en casa. A cada hamburguesa que aparezca sobre la plancha, pregúntate
si será la tuya. Mueve varias veces la tapita metálica del azucarero.
Tantea en el borde inferior del mostrador para ver si hay algún chicle
pegado.
EN EL APARCAMIENTO DEL SUPERMERCADO
Estás solo en el coche. Colócate detrás del volante. Comprueba el
equipo: pon en marcha los limpiaparabrisas, acciona el líquido
limpiador, para los limpiaparabrisas; prueba los intermitentes.
Conduce: Coge el volante con las dos manos y hazlo girar de un lado a
otro, de un lado a otro, de un lado a otro. Pon la radio. Con el codo en
la ventanilla, y una mano al volante, relájate y mira a tu alrededor.
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CUANDO VAN A BUSCARTE A LA SALIDA DEL COLE
«Llegará dentro de un minuto.» Piensa esto y cuenta los segundos:
un hipopótamo, dos hipopótamos, tres hipopótamos, cuatro
hipopótamos. Cuando llegues a sesenta, piensa que llegará en cuanto
pase el quinto coche. Cuenta cinco. Convéncete de que llegará en
cuanto cambie el semáforo dos veces. Obsérvalo. Fíjate en los chicos
que pasan en moto. Fíjate en los chicos a los que recogen. ¿Es ese
coche el suyo? Corre hasta el bordillo. No es. Tienes vergüenza. Piensa
que estás llamando la atención. Corre otra vez hacia la valla para que
cualquiera que te esté observando piense que corrías por practicar.
Silba y apóyate en la barra. Decide que tienes mucha sed. Piensa que te
mueres de sed. Imagina que tu madre tarda en llegar siete días y que
apenas puedes llegar al coche, arrastrándote. Preocúpate pensando en la
posibilidad de que tu madre no llegue nunca.
Deja el cuaderno en el césped y observa a los niños que juegan en el
patio. Aprieta la cara contra la alambrada e imagina que estás en la
cárcel y que miras a los que están en libertad, jugando al sol.
Tienes que ir al retrete. Cruza las piernas.
Ves que tu profesora sale del colegio. Quieres que te vea. Quieres
que no te vea.
Oyes una bocina, corres hacia el bordillo, entras en el
coche y dices: «Ya era hora.»
EN UNA REVISIÓN MÉDICA
Después de mirar el acuario, túmbate en el suelo y con rotuladores
colorea el papel que trajo tu madre para que te entretuvieras. Mientras
estás dibujando un sol naciente, deja deslizarse el rotulador sobre la
alfombra y aprieta con la punta en la pelusa para ver si absorbe la tinta.
En cuanto la alfombra se ponga amarilla, coloca encima el papel para
ocultar la mancha y sigue dibujando.
53
AL SALIR DEL RESTAURANTE
Ráscate la espalda que te pica contra la pared mientras oyes hablar a
tus padres. Considera lo increíblemente aburrida que es su
conversación. Tápate la cara con las manos y estira la piel hacia abajo,
de modo que parezcas un perro basset, y mira a tu alrededor. Desea que
se calle ese bebé que llora en la mesa de al lado. Si el niño fuera tuyo,
le meterías una servilleta en la boca. Di que quieres ir al retrete.
Coge el camino más largo, cruzando por delante de la máquina
tocadiscos y ve probando los platos de la gente. En cuanto llegues al
lavabo, reúne quince paquetes de jabón y guárdatelos en los bolsillos.
Abre todos los grifos. Ciérralos. Mírate al espejo y sonríe. En el retrete
huele raro: para no oler, respira por la boca. Observa la máquina de
toallitas, pero no la toques. Entra en todos los retretes cierra la puerta y
sal a gatas por debajo. Sal corriendo de los lavabos.
PARA QUE TU MADRE DEJE YA DE HABLAR
Tírale de la manga. Cuando diga «Un momento, cariño», colócate
entre ella y su amiga, de modo que para verse mientras hablan tengan
que mirar por encima de tu cabeza o por los lados. Tu mamá acabará
diciendo: «¿Quieres una pasta, cariño?» Y sacará del bolso un paquete
de pastas. Siéntate en el sofá y cómela: arranca a mordisquitos la parte
de abajo, pela luego el chocolate, trocito a trocito, y luego juega con el
dulce de malvavisco del centro, sacándolo cómo si fuera arrope. Juega
con la pasta hasta que tengas los dedos pringosos y la pasta tenga ya un
color blanquecino por el contacto con tus manos. Métetela luego entera
en la boca. No te laves las manos pringosas, mira a ver si se te queda
pegada la pelusilla del sofá. Proclama que te aburres. Pregunta si ya es
hora de irse, si tendréis que seguir mucho rato allí, qué hay para cenar y
si puedes esperar en el coche, por favor. No digas adiós. Sal corriendo,
métete en el asiento delantero, abre la guantera y mira a ver si dentro
hay algo nuevo.
54
PARA QUE TE DEJEN LEVANTARTE DE LA MESA
Di que no puedes más. Échate hacia atrás hasta que la silla quede
balanceándose sobre las dos patas traseras. Si tus padres intentan
hacerte comer un bocado más, amenaza con vomitar. Coloca bien la
silla antes de que te lo pidan. Agáchate hasta que la nariz quede al nivel
de la mesa. Desaparece por completo y empieza a robar las servilletas
de los demás.
Exhala un suspiro aparatoso. Pregunta por qué debes esperar
mientras los mayores toman café.
Estírate.
Examina el salero y el azucarero.
Juega con el tenedor y el cuchillo como si fueran personas y ponlos
a caminar por la mesa.
Apoya la barbilla en la mesa. Mete la barbilla en el vaso de la leche.
Balancea una pierna hasta que tu madre te mande parar porque
mueves la mesa.
Échate hacia atrás, hasta que la silla quede precariamente apoyada
en las dos patas traseras. Cáete.
55
Qué hacer si te mandan a tu habitación
Da un portazo.
―¡Les odio!
―¡Les odio, les odio, les odio, les odio y les odio! ¡Sería capaz de
matarles! ¡Ojalá se murieran ahora mismo! ¡Cuánto les odio! ¡Ojalá se
rompieran la cabeza! ¡Ojalá les pillara un camión y les aplastara! ¡Vaya
padres que tengo!
Coge la muñeca, tuércele la cabeza, aplástala contra el suelo. Dale
una patada.
―Ya verán. Ya me las pagarán. Lo lamentarán.
Tírate en la cama, atravesada, con las piernas colgando y la cabeza
hundida en la almohada.
―¡Me echan a mí la culpa de todo! ¡Todo lo que pasa en esta
cochina casa es culpa mía! ¡Es una injusticia! ¡Yo! ¡Siempre yo! ¿Qué
hice para merecer esto? ¡Nada! ¿Acaso pedí yo que me trajeran a este
mundo? ¿Les pedí yo que me tuvieran? ¿Se lo pedí? ¡Es insoportable
ser la mayor! ¡No hay quien lo aguante! La mayor es quien tiene que
apechugar con todo... ¡Es la historia de mi vida!
«En fin, qué más da. Yo quería venirme a mi habitación. Me alegro
de estar aquí. Era donde quería estar.»
Coge el gato y póntelo en el regazo. Abrázalo. Acarícialo.
―Te quiero. Te quiero tanto... Te quiero muchísimo, gatito tonto,
gatito lindo, gatito precioso. Te quiero sólo a ti. Te quiero a ti, te quiero,
te quiero, te quiero. Eres el único de la familia al que quiero, eres el
único que me entiende.
Abrázalo más fuerte.
56
―Nadie más que tú me entiende. Nadie. Todos los demás están
contra mí. Todos menos tú. Mi madre no se preocupa por mí. No le
importo nada. Lo sé. No me quiere. No me escucha. Intenté contárselo.
Intenté explicarle, pero a ella qué más le da... Nunca quiere
escucharme. ¡Nunca! Siempre tiene que ser lo que ella dice. Ella
siempre tiene la razón; lo que ella dice y se acabó. ¿Escuchar a los
demás? ¡Eso nunca! Se cree que lo sabe todo. ¡Pues se equivoca! ¡La
odio! ES UNA VIEJA FEA SABELOTODO. CABEZOTA. IMBÉCIL.
¡Siempre tengo yo la culpa! ¡Siempre me las cargo yo! ¡No es justo!
«Ya verán. Ya verán, ya... ¡lo lamentarán! Nunca jamás jamás jamás
volveré a hablar con ellos, en toda mi vida... aunque me hablen ellos
primero, aunque me lo supliquen: que lo intenten. Ya verán. Ya estoy
harta. ¡Seré una hija muda durante el resto de su vida!»
«Si me muero, ya llorarán, ya.»
Abre la puerta, plántate en 1o alto de la escalera y grita:
«¿Puedo bajar ya?»
57
Cómo celebrar la Navidad
LA COMPRA DE LOS REGALOS
Vacía la hucha. Haz una pila con las monedas, según su tamaño.
Cuenta el dinero que tienes. Comprueba hasta qué altura puedes apilar
las monedas sin que se caigan.
Después de haber pensado detenidamente lo que les gustaría a tus
padres que les regalaras, ve a una tienda de saldos y cómprale a tu
madre un alfiler con un pajarito. A tu padre, cómprale un modelo a
pequeña escala del módulo lunar.
Esa noche. a la hora de cenar, di:
―Oye, papi, ¿a que no adivinas lo que te compré? ¿Quieres que te
lo diga?
Él no querrá saberlo (prefiere una sorpresa), así que cuchichea lo
que le has comprado al oído a tu madre bastante alto. Si no te entiende,
llévala a la cocina y vuelve a decírselo. Vuelve al comedor y siéntate.
Apoya los codos en la mesa, apoya la cabeza en la mano, y bríndale a
tu papá una gran sonrisa. Dile que le encantará, que es una cosa
preciosa, y, ¿no le gustaría que le dieses una pequeña pista?
Después de cenar, arrastra a tu hermano a tu habitación, cierra la
puerta y enséñale los regalos, desenvolviéndolos de modo que puedas
envolverlos de nuevo en el mismo papel: quita la cinta sin desatarla;
procura separarla del celo sin que se rompa ni se arrugue el papel, no lo
conseguirás; abre sólo un extremo y saca el regalo. El papel de
envolver aún tendrá forma de caja. Cuando tu hermano admire el
regalo, vuelve a guardarlo, impaciéntate al hacerlo, espachurra el
paquete por una esquina y rasga el papel.
Tírate boca arriba en el suelo, con los brazos cruzados detrás de la
cabeza, y piensa en la Navidad. Intenta imaginar los regalos que te
harán. Piensa que ojalá mañana fuera Navidad.
58
EN EL ARMARIO
Mira a derecha e izquierda, luego arriba y abajo, para leer las
etiquetas. Descubres que ese regalo grande que hay al fondo es para tu
hermano. Intenta encontrar un regalo del mismo tamaño para ti.
Remueve los paquetes. Intenta ver lo que tienen a través del papel.
Alguien viene. Cierra rápidamente la puerta y tírate en el sofá.
Escucha. Comprendes que fue imaginación tuya; abre el armario y
sigue.
Más tarde: Cuando tu madre pregunte si has estado fisgando en el
armario, estarás muy ocupada haciendo diez hileras perfectamente
simétricas de palomitas de maíz en la alfombra. No levantes la vista. Di
«No, mamá. ¿Por qué?» Ella dirá que alguien ha estado revolviendo los
regalos. Coloca una palomita mientras comentas que probablemente
haya sido tu hermano. Si insiste en sus preguntas, alza la vista y mírala
fijamente e insiste en que tú nunca harías una cosa así... eso sería
estropear las Navidades. En realidad, ahora que lo piensas, estás segura
de que fue tu hermano: le viste salir de allí por la mañana.
AL HACER LAS GUIRNALDAS
Cómete las palomitas de maíz. Espachurra los arándanos hasta que
tengas los dedos rojos. Llénate la cara de lunares rojos como granos de
sarampión. Dile a tu mamá que venga enseguida, que estás enferma. En
cuanto aparezca, échate a reír.
REPRESENTACIONES
Vístete de Virgen María con una toalla azul de baño por velo. Viste
a tu hermano de José con el albornoz de tu papá. El perro hará de niño
Jesús. Abandona la representación porque el perro se niega a quedarse
quieto boca arriba tapado con una manta en una caja de cartón.
59
LA DECORACIÓN DEL ÁRBOL
Una vez que tu papá sierre la punta del árbol para que quepa en el
salón, ayuda a extender los cables de las luces por el suelo para
desenredarlos. Tu padre empezará a dar órdenes, intentando dirigir la
operación. Cuando se sienta contrariado y empiece a renegar, explícale
que tú sabes desenredarlo. Se pondrá furioso y te dirá que te calles.
Llora... eso le hará sentirse mal, así que se disculpará y te dirá que
perdones, que ha perdido el control, pero que tienes que callarte y no
creerte que lo sabes todo. Cuando llegue el momento de probar las
bombillas, grita: «Que nadie se mueva, lo haré yo.» Y enchufa el
cordón. Luego grita: «No dejéis que el perro pise las luces», corres para
impedírselo, tropiezas en los cables y te caes.
Discute quién va a colgar el angelito de las alas de plata. Insiste en
que tu hermano es muy pequeño para que le confíen esa
responsabilidad.
Echa las tiras plateadas al árbol después de haber colgado las
bombillas de colores y abúrrete colgando las normales. En cuanto tu
madre te vea echando las tiras plateadas, dirá que hay que colocarlas,
no tirarlas, y te hará una demostración y te explicará que deben quedar
colgando separadas unas de otras, nunca amontonadas. Finge prestar
atención, pero mira furtivamente a tu hermano y hazle muecas.
Cuélgalas hasta que ella vaya a buscar la aspiradora. Entonces,
inmediatamente, empieza a tirarlas hacia las ramas superiores del árbol.
Si al volver se da cuenta, di que tenías que tirarlas porque no
alcanzabas, o bien niégalo.
LA NOCHE ANTES
Metete en la cama con toda tu colección de animales de peluche,
porque es una noche especial. Piensa que cuanto antes te duermas,
antes será Navidad. Échate de lado. Encógete formando un ovillo. Da
la vuelta y ponte del otro lado. Espera a que llegue el sueño. Ponte boca
arriba. Mantén el cuerpo absolutamente quieto, mueve los dedos de los
pies. Mira al techo. Pásate las manos por la cara y piensa: «No puedo
soportarlo, no podré esperar.» Sonríe. Tápate la boca para ocultar la
sonrisa, aunque nadie pueda verte porque la habitación está a oscuras,
salvo por la lamparita de noche de tu hermano.
60
Pregúntale a tu hermano si está despierto y dile que no puedes
dormir. Para que no se duerma, enséñale algo que lleva mucho tiempo
queriendo aprender, por ejemplo a silbar o a eructar a voluntad.
Infórmale luego de que Papá Noel no existe y dile que si sale
silenciosamente al pasillo y mira, verá quién pone realmente los
juguetes.
Ponte boca abajo. Ponte de costado. Encógete. Piensa: «Quiero
dormirme, por favor. Por favor, por favor, por favor, quiero dormirme,
no me dormiré nunca.» Date la vuelta. Suspira. Despierta: Es Navidad
y tus padres te dijeron que podías despertarles a las siete. Son las cinco.
Si te dijeron a las ocho, son las seis.
PARAABRIR LOS REGALOS
Ignora todas las instrucciones de conservar la cinta intacta, y,
asegurándote de que todos los regalos queden separados de las tarjetas,
desenvuélvelos de uno de estos modos:
· Deja el mejor para el último: vete abriéndolos por orden de menor
a mayor tamaño.
· Espacia los regalos buenos: alterna unos cuantos pequeños con uno
grande. Termina con el mayor.
· Coge el primero que veas. Sigue sin parar.
· Abre inmediatamente los regalos mayores; luego, siente envidia de
tu hermano, que aún tiene los grandes por abrir.
Cuando desenvuelvas algo que te guste muchísimo, di: «Mamá,
mamá, mamá, mamá, mamá, mamá» para llamar su atención. En
cuanto ella diga «Muy bonito, cariño», déjalo a un lado y empieza con
el siguiente.
Cuando desenvuelvas algo que no te guste, deshazte de ello
rápidamente. Tu mamá inevitablemente se dará cuenta y dirá: «¿Qué
era eso, cariño, no pude verlo» y tendrás que enseñárselo.
Cuando tu padre quiera sacar la foto y no pueda disponer la máquina
a tiempo para cogerte en el momento en que abres la caja, mete otra
vez el regalo en la caja, vuelve a sacarlo como si nunca lo hubieras
visto, levanta la cara y sonríe.
61
CÓMO DISFRUTAR DE LOS REGALOS
Cuando hayas terminado de desenvolver los regalos, mira a tu
alrededor. Te darás cuenta de que tu hermano aún sigue
desenvolviendo. Examina sus regalos. Luego los tuyos: ¿Los
desenvuelve más despacio o le han hecho más regalos? Tus padres
advertirán tu preocupación y dirán: «Sí, tu hermano ha tenido dos
regalos más que tú, pero a ti te compramos la guitarra y eso cuesta
mucho dinero, así que viene a ser lo mismo.»
Llama a tu mejor amigo y dile todo lo que te regalaron y escucha
mientras él te cuenta lo que le regalaron a él. Calcula más o menos el
número de regalos que recibiste, incluyendo las chucherías, y si él dice
que ha tenido más, revisa tu cálculo para que sea superior al suyo. Dile
que tus regalos costaron dos mil pesetas por lo menos. Cuando te
conteste que los suyos tuvieron que costar más de cuatro mil pesetas,
dile: «Bueno, las guitarras cuestan muchísimo, así que lo mío por lo
menos les costó diez mil pesetas». Cuando tu hermano pequeño que
está espiándote diga «Le diré a mamá que estás presumiendo de
dinero», le mandas callar.
62
63
Cómo torturar a tu hermana
Ella se comió ya el pastelito relleno del almuerzo. Tú guardaste el
tuyo. Han pasado dos horas:
Siéntate en el sofá junto a tu hermana. Pon el pastelillo sobre una
servilleta en tu regazo. Déjalo allí, sin tocarlo, hasta que ella te
pregunte si aún lo quieres. Entonces empieza a comerlo:
«Mmmmmmmm. Qué bueno está.» Da un gran bocado y mastica con
la boca abierta para que ella pueda verlo bien. Traga y relámete los
labios.
«Mmmmmmmm.» Mete la punta de la lengua en la mermelada del
centro y muévela en el aire antes de meterla en la boca. «¿No te
gustaría comer un poco?» Ahora, cómelo a pequeños bocaditos.
Chúpate los dedos de vez en cuando. «Ay... ¡no hay nada como un
pastelillo de estos a media tarde!» Échate a la boca el último trozo y
palméate el estómago.
Entras en la habitación cuando ella va a hablar con una amiga por
teléfono. Coge un libro y siéntate en el sofá. Finge leer. Luego, en
cuanto inicie su conversación telefónica, imítala.
Hola, ¿qué tal? Hola qué tal. ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué has hecho
hoy? ¿Qué? Espera un momento que mi hermana me está fastidiando.
¿Qué? Espera un momento que mi hermana me está fastidiando.
¿Quieres callarte? ¿Quieres callarte? Cerda asquerosa. Cerda
asquerosa. ¡Quieres dejar de repetir! ¡Quieres dejar de repetir! ¡Si no
te callas te mato! ¡Si no te callas te mato! ¡Te he dicho que te calles!
¡Te he dicho que te calles! ¡¡¡YA ESTÁ BIEN!!! ¡¡¡YA ESTÁ BIEN!!!
Deja el libro y echa a correr.
Tu hermana está comiendo cacahuetes. Cuchichéale al oído: «Si
comes demasiados cacahuetes te convertirás en un elefante. Lo leí en
un libro.»
64
Haz como si te estuvieras comiendo la crema de afeitar:
―Mmmmmmm. Este helado está tan bueno. ¿Quieres probar un
poco?
Síguela a todas partes.
Imita la forma de hablar de su mejor amiga. Dile que su mejor
amiga está gorda como una vaca.
Habla con tu madre cuando tu hermana esté escuchando.
―¿Te acuerdas de aquellas navidades, cuando yo tenía tres años, y
me regalásteis aquel osito? ¡Qué bien lo pasé!
Luego, vuélvete a tu hermana y dile:
―Tu no existías.
Estás en la cama con gripe, viendo la tele. A ella le han dicho que no
entre en tu habitación para que no se contagie. Cuando pase junto a la
puerta, mira fríamente la tele y di:
―¡Oh, Dios mío! ¡Es increíble! ¡En mi vida he visto una cosa igual!
¡No puedo creerlo! No sé lo que van a decir en el cole cuando lo
cuente.
No apartes la vista del aparato y sigue mirando con cara de
asombro:
―¡No me lo perdería por nada del mundo! Es algo absolutamente
increíble.
Mira a tu hermana.
―¿Qué? ―córrete en la cama―. Claro que hay sitio para ti.
Mira el pasillo, para cerciorarte de que no hay moros en la costa.
Métela en tu cuarto, cierra la puerta, llévate los dedos a los labios para
indicar silencio y dile en tono conspiratorio:
―Tengo que decirte una cosa. ¡Tú eres una niña adoptada! ¡De
verdad! En serio. Papá me enseñó los papeles.
Haz una pausa y mira la cara que pone.
65
―Sabes, ahora que te miro bien, se nota. Eres distinta a nosotros. En
fin, ¿nunca lo sospechaste? Papá sabe incluso quiénes son tus
verdaderos padres. Viven en Nueva Jersey, pero dijo que no te diría
nada hasta que fueras mayor. Me hizo jurar que guardaría el secreto. Te
lo digo sólo porque creo que debes saberlo. Pero si le cuentas que te lo
dije, te mato.
Tu hermana está viendo la televisión. Tú la miras a ella:
―Es horroroso lo de tu labio. Supongo que te habrás dado cuenta...
¿De veras que no? Ven aquí, ven que te lo enseñe.
Llévala al baño y colócala frente al espejo.
―¿Lo ves? Es asombroso, desde luego... Tu labio inferior es
exactamente igual que una salchicha. No puedo creer que no te hayas
fijado. Es tan evidente...
Mueve la cabeza, pesarosa.
―Por lo demás, eres casi perfecta. Mira fíjate. Ponle un dedo en
cada una de las comisuras de los labios, y tira hacia abajo.
―¿Ves? ¡Ahora ya eres normal!
Las luces están apagadas. Estáis en la cama.
―Hay un hombre invisible que vive debajo de tu cama. Si hiciste
hoy algo malo, saldrá a cogerte por la noche. ¡Ahora que me acuerdo,
hiciste una cosa! ¿No recuerdas aquello que hiciste que mamá se
enfadó tanto contigo? Buenas noches.
66
67
Cómo ir en coche
Insiste en que no tienes que ir al baño. Si tu madre comenta que a
veces crees que no tienes que ir y luego resulta que tienes que ir, que
recuerdes la última vez, di que estás segura. Si propone que lo intentes
de todos modos, alega que acabas de hacerlo. Luego, mantén esta
conversación con tu hermana:
―Yo voy delante.
―Iré yo. Siempre vas tú delante.
―Tú fuiste la última vez.
―La última vez fuiste tú.
―No fui yo.
―Sí que fuiste.
―No.
―Sí fuiste.
―No.
―Sí fuiste.
―No. Qué mentirosa.
―Es verdad ¡Mamá, me ha llamado mentirosa! ¡Mamá!
―No fui.
―Fuiste; Mamá, quiero ir delante; ella fue la última vez. Ahora me
toca a mí, ¿a que sí?
Tu madre dirá que no puede soportarlo un minuto más... que iréis las
dos atrás. Luego, terminará de hacer los bocadillos de jamón y los
bocadillos de queso. Espera el momento de la salida sentada en el capó
del coche, encima de los faros.
Cuando tu hermana se siente al lado, llámala copiona. Repítelo:
«Copiona, copiona, eres una copiona, eres una copiona.» Luego,
proclama que te propones sentarte tú junto a la ventanilla. Eso no es
problema, dirá tu madre, porque hay dos ventanillas. Podéis ir las dos
en la ventanilla. Discute con tu hermana por la ventanilla:
68
―Yo voy en esa ventanilla.
―No, en ésa voy yo.
―Tú fuiste ahí la última vez.
―Fuiste tú.
―Fuiste tú.
―No fui yo.
―¡Fuiste tú! Me das ganas de vomitar. Apuesto a que comes
gusanos.
―¡Mamá! Ha dicho que como gusanos.
Ahora tu madre comentará que puesto que tu hermana sabe que no
come gusanos, no tiene por qué preocuparte. Y añadirá que si oye una
palabra más, ninguna de las dos irá a ningún sitio. Al entrar en el coche,
murmura: «Bueno, si yo no quería ir». Luego dile a tu hermana que se
esté en su sitio. Muéstrale dónde empieza su sitio: traza una raya
imaginaria que recorra el asiento y el suelo. Dile que no pase de esa
raya. Dile que no se salga de su sitio. Di: «Tú estate en tu sitio... no
quiero que me pegues los piojos.»
Poco después de que el coche enfile la carretera, comunica que
tienes que ir al baño y niega haberle pegado una patada a tu hermana.
Acepta aguantarte un poco, y cuando ella te responda con otra patada,
pégale tu otra. Mientras la ves llorar, piensa: «Llorona, llorona.» Piensa
que ojalá se cayera por la ventanilla. Piensa en que la han raptado y tus
padres no pueden reunir dinero suficiente para pagar el rescate y no hay
absolutamente nada que hacer. Explícale a tu madre que tú no le
habrías pegado una patada a tu hermana si ella no te la hubiera pegado
a ti primero. Tu madre dirá: «Basta ya. Estaos las dos quietas o paro el
coche aquí.» Luego, parará el coche y preguntará si es eso lo que
queréis. Después dirá que debéis estaros cada una en vuestro sitio, que
hay sitio suficiente para las dos.
Ponte a leer un tebeo. Cuando tu madre indique que hay una cosa
que merece la pena verse por donde pasáis, no prestes atención.
Pregunta si falta mucho para llegar.
Propón jugar a veo-veo, y mientras discutís quién empieza, grita que
ya no puedes aguantar más las ganas de ir al baño. En cuanto pare el
coche en la gasolinera, sal corriendo con las manos en el vientre.
Pídele a tu madre que pare a comprar un helado.
69
Dios santo... ahora tu hermana dice que se marea. Pon cara de asco.
Di: «Puaf, jo, otra vez.», Tápate la nariz para que suene como si
estuvieras debajo del agua, di que el coche olerá a peste. Di: «Jo»,
«Quiero salir de aquí» y «No me vomites encima». Dile a tu madre
que, francamente, te parece una estupidez sacar a esa asquerosa a
ningún sitio, porque vomita prácticamente nada más entrar en el coche.
A la asquerosa dile: «¿Quieres un bocadillo?»
Saca los pies por la ventanilla de modo que los de los otros coches
puedan verlo. Dile a tu madre que pare para comprar un helado.
Pregunta si puedes pasar la noche en un hotel que tenga televisión
en color y piscina.
Dile a tu mamá que está pasándose del límite de velocidad. Dile que
no lleva abrochado el cinturón. Dile que hay que conducir con las dos
manos en el volante. Dile que no debería fumar. Que es malo para la
salud.
Pregunta si falta mucho para llegar.
«Hay noventa y nueve botellas de cerveza en la pared. Noventa y
nueve botellas de cerveza. Si se cayese una botella, quedarían noventa
y ocho botellas. Noventa y ocho botellas. Si se cayese una de las
noventa y ocho botellas de cerveza, quedarían noventa y siete botellas.
Noventa y siete botellas de cerveza. Si se cayese una botella, quedarían
noventa y seis botellas. Noventa y seis botellas de cerveza. Noventa y
seis botellas. Si se cayese una botella, quedarían noventa y cinco
botellas. Noventa y cinco botellas de cerveza. Noventa y cinco botellas.
Si se cayese una botella, quedarían noventa y cuatro botellas. Noventa
y cuatro botellas de cerveza. Noventa y cuatro botellas. Si se cayese
una botella, quedarían noventa y tres botellas de cerveza...»
―¡Esto no hay quien lo aguante! ¡Cállate ya! ¡No lo soporto ni un
minuto más!
Niega que seas tú quien está dando patadas al asiento.
Distráete mirando por la ventanilla mientras mueves como quien no
quiere la cosa la mano en el asiento, irrumpiendo en el territorio de tu
hermana. Si ella no se da cuenta, apriétale con el dedo meñique en la
pierna. Entonces, seguro que dice: «Te has metido en mi sitio. Salte.
70
Mamá, está en mi sitio.» Retira la mano y déjala allí hasta que tu
hermana te pegue. Vuélvete. Pégale otra vez. Dale patadas además de
puñetazos. Procura tirarle del pelo. Mientras ella llora y grita «Deja de
pegarme», y empieza también a pegarte, grita: "Me pegaste tú primero»
y pégale otra vez. Cuando no puedas alcanzarle con una patada, pega
en el asiento. Date con la cabeza contra la puerta y grita.
En ese momento, empieza a escuchar a tu madre que está acabando
lo que empezó a decir después del primer golpe: «Estaos quietas las
dos. Ya estoy harta. ¿Me oís? Si una de las dos toca a otra, si oigo otra
voz, se acabó. ¿Entendido? No os vuelvo a llevar a ningún sitio. ¿Es
eso lo que queréis? ¿Es eso? Os juro que... como oiga la menor cosa,
doy la vuelta ahora mismo.»
Lloriquea. Límpiate la nariz con el dorso de la mano. Lloriquea un
poco más. Échate contra el respaldo del asiento. Sigue lloriqueando.
Cierra los ojos. Vas en el asiento de atrás de un coche grande, con
chófer y con televisión... completamente sola. Piensa en tu hermana.
Abre los ojos y mírala. Qué asquerosa es. Cuánto la odias. Promete que
no volverás a hablar con ella en la vida, jamás, ni aunque se esté
muriendo. Piensa que ojalá fueras hija única. Lloriquea un poco más.
Límpiate la nariz con la manga. Mira al suelo. Allí están las migas de
pan del bocadillo, en el suelo, donde las dejaste caer. Mira por la
ventanilla. Piensa si faltará mucho todavía.
71
Cómo dormir
¿Ya mamá? No quiero. Pero si no estoy cansada. ¿Por qué no puedo
quedarme un poquito más...? sólo un poquito, un poquito más... Anda,
mami, ¿qué más te da un poquito más? ¿Sólo hasta que acabe este
capítulo? ¿Hasta que termine la página?
Termina de leer la página y empieza la siguiente. Luego, empieza la
siguiente. Lee hasta que tu madre se dé cuenta de que aún sigues
leyendo. En cuanto se dé cuenta, volverá a informarte de que es hora de
irse a la cama. Di:
―Bueno, pero déjame terminar de leer esta frase.
Termina la frase. Termina la página, sigue leyendo. Cuando tu
madre vuelva a entrar en la habitación para ver qué haces, cierra el
libro rápidamente, y hazte la ofendida: «Bueno, bueno, qué prisas. Dije
que ya iba.» Coloca el libro cuidadosamente en el centro de la mesita.
Empieza a alejarte de la mesa, y, de pronto, vuélvete supersticiosa: si
no colocas el libro exactamente en el centro de la mesa, te pasará algo
malo. Vuelve a la mesa y colócalo bien. Luego otra vez. Fíjate en el
gato.
Cógelo y acarícialo. Ráscale detrás de las orejas. Tu mamá te gritará
que te des prisa. Contéstale gritando:
―¡Tengo que decir buenas noches al gato! ¿Quieres que me vaya a
la cama sin darle las buenas noches al gato? ¡Qué barbaridad!
Sal de la habitación andando muy despacio. Párate en una mesa.
Juguetea con los dedos sobre la mesa. Dale vueltas a un huevo de
cerámica. Examina un cenicero. Contesta a tu mamá.
―¿Qué? ¿Qué? Sí, un momento, estoy mirando esto.
Alza el cenicero a la luz y mira a través del cristal. Dale la vuelta.
Comprueba si el gato puede andar con un cenicero en la espalda.
Intenta poner en equilibrio el cenicero sobre el huevo.
72
Grita:
―¡¡¡¡¡¡¡BUENOOOOOO!!!!!! ¡Ya voy! ¿Es que no puede una mirar
las cosas?
Dale a tu madre el beso de buenas noches.
―Pero mamá, ¿es que no te das cuenta de que soy la única persona
de toda la clase que tiene que irse a dormir a las ocho y media? ¡La
única!
Tu mamá preguntará:
―¿Si todos los de tu clase se tiraran por el balcón, ¿tú también te
tirarías?
Luego, añadirá que ya ha oído bastantes tonterías por hoy y que
sabes muy bien lo que quiere decir. Mientras estés viviendo en su casa,
tendrás que hacer lo que ella mande. Cuando tengas tu casa, podrás irte
a la cama cuando quieras.
No digas nada, pero haz una mueca espantosa cuando tu madre
vuelva la espalda y bórrala en el mismo instante en que ella se vuelva
otra vez. Espera hasta el último momento mismo para que pueda ver un
poquito. Piensa que ojalá tus padres hubieran salido esta noche. Si
hubieran salido, podrías haber engañado al canguro diciéndole que
siempre te ibas a la cama más tarde.
Cuando subas las escaleras hacia tu cuarto, anda de costado y sáltate
un escalón de cada tres. Ponte el pijama, abrochando mal los botones,
en los ojales equivocados. Olvídate de lavarte los dientes.
Cruza la habitación corriendo y salta a la cama para que no te coja
nadie que pudiera estar debajo de la cama. Quédate un rato entre las
sábanas, sólo mirando. Húrgate la nariz. Examina lo extraído y pégalo
en la parte inferior de la mesita, junto a la cama. Luego, inclínate de
modo que cuelguen la cabeza y medio cuerpo de la cama, saca el tebeo
de terror que tienes escondido debajo. Cuando oigas entrar a tu mamá
para ver si te has acostado, esconde el tebeo entre las sábanas, coge un
libro de la mesita y finge leerlo. Dile a tu mamá que te dormirás en
cuanto termines de leer esta página. Ella te preguntará si te lavaste los
dientes. Di que sí. En cuanto se vaya, saca el tebeo y sigue leyéndolo.
Cuando te grite desde abajo, asegúrale que la luz está apagada, y sigue
leyendo. Termina el tebeo; mételo debajo de la almohada.
Apaga la luz.
73
Túmbate en la cama. Deja que la vista se acostumbre a la oscuridad.
Sigue las luces de los faros de los coches que pasan por la calle y se
reflejan en la pared de la habitación y desaparecen luego. Escucha las
voces de tus padres y sus amigos, que charlan en la sala. Piensa que
ojalá estuvieras con ellos. Levántate, y baja hasta la mitad de la
escalera, siéntate en un peldaño y obsérvalos por la barandilla. Puede
que tu madre o tu padre se den cuenta de que estás allí. Entonces
podrás aparecer en pijama y saludar a todo el mundo. Vuelve a la cama.
Acuéstate con la linterna.
Enciéndela y tapa la luz con la palma de la mano. Observa cómo se
ilumina la mano y se vuelve rosa. Levántate. Vete al baño y mírate bien
la boca. Mete el extremo encendido de la linterna en la boca y observa
cómo se te iluminan las mejillas. Apaga la linterna y enciéndela unas
cuantas veces como si fuera un anuncio de neón. Envía un mensaje
luminoso en morse.
Vuelve corriendo a la cama... Te pareció oír que venía alguien. Te
equivocabas. Después de esperar unos minutos para asegurarte
(contando las figuras del empapelado), tápate la cabeza con la colcha y
ponte a leer un libro con la linterna. Al acabar la página te estarás
asando de calor. Echa la colcha hacia abajo, abre la boca, jadea varias
veces y abanícate la cara.
Grita para que te oigan los de abajo:
―Mamá, no puedo dormir. Esta manta pica.
Intenta hacerte invisible quedándote absolutamente horizontal por si
entra un ladrón en la habitación. Reconsidera la situación: Quizá sea
mejor encogerte como una bola. Prueba. Piensa con preocupación que
de veras hay una criatura del centro de la Tierra escondida en el
armario ropero como te dijo tu hermana mayor. Observa la lámpara del
techo e imagina que es una tarántula gigante. Pide a gritos un vaso de
agua. Cuando tu mamá te lo traiga, pregunta, como quien no quiere la
cosa, si alguna vez ha visto una tarántula. Si te dice que sí, que una vez
que estaba cavando en el jardín, decide mantenerte en guardia toda la
noche y no dormirte de ninguna manera. Luego, quédate dormida
mientras vigilas. Si dice que no, o que sólo cuando estuvo en el Gran
Cañón del Colorado, duérmete, sin más.
Cáete de la cama y no te despiertes.
74
75
Cómo
rezar
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nos el Tu reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el
cielo. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy y perdónanos nuestras
deudas así como nosotros perdónanos a nuestros deudores. Y no nos
lleves a la cárcel ni nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del
mal, amén.
Quiero que no haya guerras en ningún sitio.
Quiero que la abuela se cure.
Quiero un millón de pesetas.
Amén.
76

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MANUAL PARA COMER COMO UN NIÑO (1977-1978) Delia Ephron

  • 1. MANUAL PARA COMER COMO UN NIÑO (y otras lecciones para no convertirse en adulto) (1977-1978) Nora y Delia Delia Ephron Traducción: Ángela Pérez y J. M. Álvarez Flórez Edición: Julio Tamayo
  • 2. 2
  • 3. 3 Para Nora, Hallie, Amy y Lorrie AGRADECIMIENTOS Mi agradecimiento y estima por su ayuda y consejos a Glenn Collins, Ann Banks, Phyllis Henrici, Nancy Evans, Edward Koren, Charles Kaufman, Darrell Brock, y a mi padre Henry Ephron. Mi agente Betty Anne Clarke fue tan maravillosa como siempre. También quiero expresar mi agradecimiento a mi «editor» Rebecca Singleton.
  • 4. 4
  • 5. 5 Índice Manual para comer como un niño…………………………………......7 Cómo ver la televisión……………………………………………......11 Cómo ver más televisión……………………………………………...13 Cómo colgar el teléfono…………………………………………...….15 Cómo jugar……………………………………………….………..….17 Cómo reírte histéricamente……………………………………….…..21 Cómo cuidar un animalito………………………………………...…..23 Cómo dar una opinión………………………………………………...27 Cómo actuar en una fiesta de cumpleaños…………………………....29 Cómo contar un chiste……………………………………………......35 Cómo portarse en el colegio………………………………………….37 Cómo hablar por teléfono…………………………………………….49 Cómo esperar………………………………………………………....51 Qué hacer si te mandan a tu habitación……………………………....55 Cómo celebrar la Navidad…………………………………………....57 Cómo torturar a tu hermana…………………………………………..63 Cómo ir en coche……………………………………………………..67 Cómo dormir………………………………………………………….71 Cómo rezar…………………………………………………………....75
  • 6. 6
  • 7. 7 Manual para comer como un niño Guisantes: Machácalos y extiéndelos bien en el plato. Coloca sobre ellos el tenedor, casi horizontal, y aprieta bien. Álzalo en vertical con las púas hacia arriba y sorbe los guisantes. Puré de patatas: Aplasta el puré con suavidad y aplánalo por arriba. Haz varios hoyos. Imagina que son charcas o estanques. Llénalos de salsa. Haz ríos con el tenedor entre los estanques y observa correr la salsa entre ellos. Decóralo con guisantes. No lo comas. Método alternativo: Haz un agujero grande en el centro del puré, y llénalo de salsa de tomate. Revuelve bien, hasta que el puré quede de color rosa. Cómelo siguiendo el mismo procedimiento que con los guisantes. Animal Crackers (galletitas en forma de animales): Cómelas siguiendo el orden siguiente: patas, cabeza, cuerpo. Emparedado: Quita la corteza del pan. Si tu madre dice que tienes que comerlas porque son lo mejor, guárdalas en el bolsillo del pantalón o escóndelas entre los cojines del sofá. Spaghetti: Haz una gran bola enrollándolos en el tenedor, procurando que cuelguen por lo menos dos. Abre bien la boca, engulle la bola y sorbe ruidosamente los que cuelgan. Rebaña el plato. Pide más y come sólo la mitad de los que te sirvan. Al llevar el plato a la cocina, procura inclinarlo de modo que los spaghetti resbalen y caigan al suelo.
  • 8. 8 Helado de cucurucho: Pídelo doble. Procura que caiga una de las bolas cuando te diriges hacia la puerta de la heladería. Grita. Lame la bola que queda tan despacio que se derrita y te caiga por la mano. Deja de chupar cuando el helado quede a ras del cucurucho. Cerciórate de que queda bien plano. Muerde el cucurucho por abajo y sorbe el helado restante por el agujerito. Cuando quede sólo el cucurucho pringoso, déjalo en el guardabarros de un coche. Helado de vasito: Coge la cuchara vertical con el puño cerrado. Revuélvelo bien hasta que se ablande y quede como caldo. Coge entonces una buena porción con la cuchara. Métetela en la boca y ve sacándola despacio, chupando sólo la parte de arriba. Blande la cuchara en el aire. Lame la parte inferior. Vuelve a meterla en la boca y chupa un poco más. Repite hasta que la cuchara esté vacía y empieza de nuevo. Zanahorias cocidas: Déjalas caer en el regazo al llevártelas a la boca. Camúflalas en la servilleta y tíralas a la basura. Espinacas: Haz montoncitos. Luego montoncitos más pequeños. Después de unas cuantas maniobras, recuéstate en la silla y di que no puedes más. Pastelitos de chocolate: Acomódate bien en la cama, recostada en la almohada, medio echada y medio sentada. Lee un libro. Coloca los pastelillos sobre la sábana de forma que las migas caigan en la cama. Para comerlos, quítales el baño de chocolate y coloca los trocitos en el regazo. Cuando acabes los pastelillos, come los trocitos de chocolate, de uno en uno, dos por cada página.
  • 9. 9 Leche malteada: Muerde la punta del envoltorio de la pajita por un extremo y sopla, lanzándolo al otro lado de la mesa. Mete la pajita en la leche y sorbe. Cuando te llegue el líquido a la boca, tapa la pajita con el dedo (la presión impedirá que la leche caiga). Saca la pajita del batido y métetela en la boca por el otro extremo. Quita el dedo y bebe. Repite varias veces la operación, hasta que la pajita esté tan blanda que ya no puedas utilizarla. Pide otra. Ábrela igual que la primera, pero esta vez lanzándole el papel a la camarera cuando no mire. Sorbe el batido con aire indiferente (estás pensando en tus cosas) hasta que queden en el vaso unos dos centímetros de líquido. Sopla entonces por la pajita hasta que las burbujas lleguen al borde del vaso. Cuando tu padre diga que su paciencia está llegando al límite, demuestra lo mucho que te duele el estómago. Chicle: Sácalo de la boca y estíralo hasta que parezca un fideo. Hazlo balancear como un lazo. Vuélvetelo a meter en la boca. Saca una punta y sujeta el resto con los dientes, de modo que puedas pegarlo al chicle de tu amigo. Piensa que estás haciendo algo realmente asqueroso. Manzana asada: Pela la manzana asada con los dedos. Dile a tu madre que has cambiado de idea, que no la quieres. Luego, cuando esté ocupadísima y no se fije mucho en lo que hace, coge la manzana asada pelada y dásela. Patatas fritas: Blande una patata frita en el aire mientras hablas como si fuera la batuta de un director de orquesta. Métete luego cuatro de una vez en la boca y mastica. Vuélvete hacia tu hermana, abre la boca y saca la lengua cubierta de patatas. Cierra la boca y traga. Sonríe.
  • 10. 10
  • 11. 11 Cómo ver la televisión Colocación: Túmbate con una sola pierna colgando por un brazo del sillón y balancéala arriba y abajo, arriba y abajo. Cuando consigas estar realmente cómodo, sopla varias veces hacia arriba a ver si con la brisa consigues mover el flequillo. Muérdete el labio superior. Métete el dedo en la oreja a ver lo qué encuentras. Quita al perro de en medio de un puntapié cuando no te deje ver bien. Mira al televisor (ojos muy abiertos, boca abierta). Tu madre te llama: no la oigas, no la oigas, no la oigas. QUÉ HACER SI EL PROGRAMA TE DA MIEDO · Vete al cuarto de baño. · Tápate la cabeza con un cojín. · Tápate los oídos con los dedos, cierra los ojos y canturrea. QUÉ HACER SI EL TELEVISOR SE ESTROPEA Cambia el canal a toda prisa. Apaga y enciende el televisor. Mueve la antena, norte, sur, este y oeste; dale un manotazo al aparato. Golpea la pantalla, dejando huellas de grasa por toda su superficie. Di «Mierda» como tu papi.
  • 12. 12
  • 13. 13 Cómo ver más televisión Por favor, mami, sólo esta vez. No lo pediré más. Si me dejas ver este programa, te prometo que me iré a dormir en cuanto termine. No molestaré. No pediré un vaso de agua. No pediré nada de nada. Por favor, si me dejas verlo, no te pediré nada más. Nunca. Por favor, mami, por favor. Eres la mamá más buena del mundo. La más dulce, la más linda de todas las mamás. Te prometo ser buena mañana. Te prometo que me levantaré a las nueve. Porfavorporfavorporfavor. ¿Por qué? ¡Al menos dime por qué, dame una razón! Te prometo ser buena, te prometo irme en seguida a dormir, ¿es que no me crees? ¿No te fías de mí? Vaya una madre... no se fía ni de su propia hija. ¡Mira! Cierro los ojos y sólo escucho. ¡Ni siquiera lo veo! ¡Oh, mami! ¿Por qué no?
  • 14. 14
  • 15. 15 Cómo colgar el teléfono ―Adiós. ―Adiós. ―¿Todavía estás ahí? ―Si. ¿Por qué no has colgado? ―¿Por que no has colgado tú? ―Estaba esperando que lo hicieras tú. ―Yo esperaba que lo hicieras tú. Cuelga tú primero. ―No. Cuelga tú primero. ―No. Primero tú. ―No. Tú primero. ―Mira, ya sé lo que haremos. Contaré hasta tres y colgamos a un tiempo. ¿Listo? Una, dos, tres. Adiós. ―Adiós... ―¿Todavía estás ahí? ―Sí. ―¿Por qué no has colgado? ―¿Por qué no has colgado tú? ―Bueno. Hagámoslo otra vez. Ahora en serio. Una, dos, dos y media, dos y tres cuartos, tres. Adiós. ―Adiós. ―Hola. ―Hola. ―¿Todavía estas ahí? ―Sí.
  • 16. 16
  • 17. 17 Cómo jugar Recorre la casa probando distintos asientos. Di «Me aburro, me aburro, nunca me he aburrido tanto, me voy a morir de aburrimiento, no tengo nada que hacer». Tu madre te sugerirá todo tipo de juegos a los que podría apetecerte jugar. Contesta a todos: «No, no me apetece.» Abre la nevera, mira dentro, ciérrala. Pregunta si puedes bañar al perro. Pregunta si puedes soltar una cometa desde la ventana de tu dormitorio. Pide las llaves del coche, di que quieres sentarte dentro a escuchar la radio. Decide hacer un budín de chocolate. Abre el paquete rompiéndolo de forma que sólo caigan dentro de la cacerola dos tercios del contenido y el resto caiga encima de la mesa. Contempla lo que ha caído. Mientras piensas qué hacer, comprueba con la lengua si todavía se te mueve el diente. Limpia luego la mesa, tirando al suelo lo que se te había caído en ella y esparciéndolo con el pie de modo que coincida con el dibujo del linóleo. Nadie lo notará. Ahora ya puedes cocinar. Lee las instrucciones mientras lames la mezcla del budín que se te ha quedado pegada a los dedos. Cuando llegues a las dos tazas de leche, saca del armario una taza y echa una taza de leche y otra de agua a ver qué pasa. Remuévelo bien. Enciende el fuego y pon la cacerola a hervir sin dejar de revolver. Si no espesa rápido, abúrrete de tanto revolver y decide que, aunque no haya espesado, de todos modos ya está hecho. Apaga el fuego y hazte un forro de papel de aluminio para los dientes. Al salir de la cocina, echa una carrera y procura resbalar en la mezcla de budín del suelo. Pon la tele. Apágala, pero no salgas a jugar fuera de casa, tal como te mandaron.
  • 18. 18 Hazte la ciega y recorre la casa con los ojos cerrados y un paraguas como bastón de ciego. Revisa los cajones de la cómoda de tu madre. Abre la nevera. Mira dentro. Ciérrala. Siéntate luego a la mesa del desayuno y haz una lista de tus amistades por orden de preferencia. Repítela. Vuelve a hacerla, haz una bola con el papel de las listas anteriores y dale empujoncitos con un dedo hasta que caiga al suelo. Si tu madre pregunta qué haces, dile que un juguete para el gato. Decide fundar un club. Llama a tu mejor amiga por teléfono e invítala a discutir contigo los detalles. Resuelve hacer las tarjetas de socio y fijar las cuotas. Nómbrate presidenta del club. Decide los chicos y chicas de tu clase que no quieres que entren en el club porque carecen por completo de personalidad. Llámalos por teléfono y diles que estás fundando un club al que no podrán pertenecer. Guárdate una caja de cerillas en el bolsillo. Grita: «Mamá, mamá, mírame, mírame, mírame, mírame» y ponte cabeza abajo. Repítelo seis veces. En cuanto llegue tu amiga, podéis jugar a las adivinanzas. Discute quién es «prime». Jugad al Monopoly. Discute quién empieza. Discute si salió un cinco o un siete. Discute si vale cuando el dado cae fuera del tablero. Discute si contaste desde los Jardines Marvin o desde la Compañía de Aguas. Discute sobre si te saltaste algo al contar. Discute si contaste bien cuando caíste en Aparcamiento Libre. Discute si ya habías reunido doscientos dólares cuando pasaste Salida. No acabéis la partida. Jugad a las cartas. Mira las cartas de tu amiga cuando esté distraída. Jugad otra partida. Esconde un as. Pregúntale si quiere jugar a las damas y tira las cartas al aire. Jugad a las damas. Di «Quiero las negras». Di «Quiero salir yo». Di «Un segundo, no hagas nada hasta que vuelva», y corre a la cocina, abre la nevera, bebe un trago de leche directamente del envase y vuelve. Di «No vale la jugada hasta que no suelte la ficha». Tamborilea una melodía en la mesa, a ver si tu amiga adivina cuál es. Pregúntale si quiere quedarse a cenar, dile que hay spaghetti.
  • 19. 19 Tira uvas pasas al aire e intenta cogerlas con la boca. Falla. Tírale uvas pasas a la boca de tu amiga y que ella te las tire a ti. Falla. Dale pasas al perro. Échate en el suelo, cúbrete la cara con pasas y deja que el perro las vaya lamiendo, al tiempo que tu madre llega y dice: «No dejes que el perro te lama, puede pegarte una enfermedad.» Acércate a tu amiga y, como quien no quiere la cosa, dale unas palmaditas en la espalda y dile «¿Qué estás haciendo?», mientras le echas unas cuantas pasas por el cuello, entre la camisa y la piel. Jugad al colegio. Sortearos el turno para hacer de profesor y poder castigar a la otra de cara a la pared. Después de utilizar la cama como trampolín, convierte tu cuarto en una gigantesca tela de araña, colocando metros y metros de cuerda de cometa desde las patas de la cama a las lámparas, de la mesa y las patas del escritorio a los tiradores del buró y al pomo de la puerta. Piensa que la red es realmente muy bonita mientras sales del cuarto a gatas por debajo de ella, pero no se la enseñes a tu madre. Di que tienes articulaciones dobles. Demuéstralo doblando el pulgar hasta tocar la muñeca. Si tu amiga dice «yo también» y dobla hacia atrás todos los dedos de una mano, pasa a las piernas: siéntate en el suelo doblándolas por la rodilla de modo que formen un ángulo en horquilla. Deja que tu amiga te contemple en esta posición. Luego, probad por turnos a reír con media cara y llorar con la otra media. Túmbate luego en el suelo y sostén una moneda en la nariz. Probad a ver quién puede aguantar más sin respirar. Para ganar, haz trampas, hincha los carrillos para demostrar que estás conteniendo la respiración y respira disimuladamente por la nariz. Si tu amiga te acusa de hacer trampas, niégalo. Luego di: «Mira lo que sé hacer» y demuéstralo: Dóblate como un recogedor de béisbol, pon la cabeza entre las rodillas, inspira y espira deprisa seis veces seguidas. Luego ponte de pie y desmáyate. Suena el timbre de la puerta... llega el padre de tu amiga a buscarla. Le oyes preguntar a tu madre: «¿Se ha portado bien?» Siéntate a la mesa y bebe el zumo. Pon el vaso delante de la boca como un micrófono y empieza la emisión: «Bueno, amigos, hoy es sábado en casa y no pasa nada de particular. Estoy sentada a la mesa, tomando zumo. Como noticia importante diré que parece ser que mi papaíto irá mañana a Columbus si el tiempo lo permite, seguiremos informando al respecto. El equipo de casa, luchando denodadamente,
  • 20. 20 ganó a las adivinanzas, a las cartas, a las damas. No tenemos aún los resultados del Monopoly. Ya les iremos informando. Y ahora unas palabras de un invitado que está entre el público aquí en el estudio.» Coloca entonces el micrófono en la boca del perro, en el momento justo en que aparece tu madre. Te preguntará si has estado hurgando en los cajones de su cómoda. Dile que no. Si te dice: «No me importa que revolvieras los cajones, lo que me importa es que me mientas», dile muy seria «De verdad que no, mamá, de veras». Decide desmantelar inmediatamente la tela de araña que has montado en tu cuarto y cuando ella te diga que el budín de chocolate no cuaja, dile que a ti te gusta más así, di por el vaso: «Sin novedad. Corto.» Bájate de la silla deslizándote como una culebra y sal luego por debajo de la mesa.
  • 21. 21 Cómo reírte histéricamente Llama a un restaurante chino y diles que manden una cena a la casa de tu profesora. Llama a una pizzería y diles que manden siete pizzas a tu profesora. Llama al servicio de pañales y haz un pedido a nombre de la señora de la casa de al lado. Llama a la pollería. Cuando se ponga la señora, di: «Oiga, ¿tiene usted patas de gallo?» Llama a un desconocido. Dile que eres un empleado de la compañía telefónica que estás trabajando en la1ínea y que no descuelgue el teléfono en los diez minutos siguientes, porque, de hacerlo, te electrocutará. Vuelve a marcar y deja sonar y sonar el teléfono hasta que el tipo se harte y conteste. Da un aullido y cuelga. Llama a un compañero de clase y, cuando se ponga, no digas nada.
  • 22. 22
  • 23. 23 Cómo cuidar a un animalito Tortugas: Ponles dos nombres que combinen bien. Sugerencias: Bollo y Salchicha, Luz de Sol y Rayo de Luna. Tocino y Huevo Frito. Échate en el suelo y deja que las tortugas se te suban encima. Preséntalas entre sí para que se conozcan. Examínalas por abajo para ver por dónde mean. Pon una boca arriba, para ver si puede dar la vuelta. Si desaparece una de las dos debajo de la cama, no lo digas. Ahora te queda una tortuga que vive en el recipiente de plástico para tortugas, con una rampa en espiral para hacer ejercicio. Píntale el caparazón con esmalte de uñas y después olvídate de darle de comer. Pájaro herido: Llévatelo a casa. Ponlo en una caja de zapatos con trocitos de periódico y algodón, y aliméntalo con cuentagotas. Llama a la Sociedad Protectora de Animales. Incórdiales preguntando si los otros pájaros le aceptarán cuando vuelva a su mundo. Pájaro muerto: Entiérralo en una caja de zapatos. Reza una oración. Marca su tumba con una piedra. Método alternativo: Mételo en el cajón del escritorio y olvídate de él hasta que apeste. Carpa dorada: Dale una sobredosis de comida. Tírala luego por el retrete. Saltamontes: Arráncales las patas y observa cómo se mueven sin ellas.
  • 24. 24 Culebra: Sabes que está en algún sitio de la casa, pero sabes exactamente dónde. Lagarto: Primer día: Llévatelo a casa y déjalo jugar en la bañera. Enséñaselo a tu madre. Por la noche, mételo en un bote. Segundo día: Al volver del colegio, te encuentras el bote vacío. Dile a tu madre que el lagarto ha desaparecido. Dirá que no tiene ni idea de lo que ha podido pasarle. Rana: Métela en un tarro de mayonesa vacío y hazle en la tapa agujeros para que entre aire. Mete unas cuantas hojas para que la rana tenga un medio ambiente natural. Lleva contigo el bote a todas partes. Ponlo al lado de tu plato en la mesa mientras comes. Observa como salta la rana y se pega cabezazos en el cristal. Échale un trozo de salchicha. Pregúntale a mamá cuándo llegará papá a casa. Pon la televisión y grita a cada anuncio: «Mamá, mamá, ¿falta mucho para que llegue?» Tan pronto como oigas a papá en la puerta, grita: «Mamá, mamá, ha llegado papá.» Enséñale la rana, deja que la mire y verás como dice lo mismo que cuando le enseñaste la mariquita y la oruga: «Si fueras una rana, ¿te gustaría vivir en un tarro?» Hámster: Pide en la tienda de animales que te den dos machos. Luego despertarás una mañana y descubrirás que hay seis hámsters. Al volver del colegio descubrirás que sólo hay uno. Grita y llora. Conejo: Cógelo. Déjalo. Cógelo. Déjalo. Cógelo. Déjalo. Cógelo. Déjalo. Cógelo. «¿Quieres dejar en paz de una vez al pobre conejo?» Déjalo.
  • 25. 25 Perro: Diles a tus padres que tener un perro es lo que más deseas en este mundo. Promételes que le cuidarás tú. Jura y perjura que lo harás. Ellos no tendrán que hacer nada. Lo sacarás tú, le darás de comer tú. Por favor. Por favor. Por favor, lo prometo, lo prometo. Mami, por favor. Ya eres bastante mayor. Cuando digan que tienes que esperar un año, patalea. Grita: «Nunca confiáis en mí. Nunca me creéis. ¿Por qué no podéis confiar en mí?» Vete corriendo a tu habitación. Da un portazo. Abre luego la puerta y grita: «¡No hay derecho!» Da otro portazo. Cuando aparezca tu madre, sostén con ella la conversación siguiente: ―Ya está bien ―dice ella. ―Bueno ―contestas tú, poniendo mala cara. ―He dicho que ya está bien. ―Sólo dije «bueno». ―No es lo que dices, sino cómo lo dices. ―Bueno, mami, pero... Y entonces repites toda la escena desde «Lo que más deseo en este mundo es tener un perro» hasta «¿Por qué no podéis confiar en mí?» Convéncela. Cuando tu madre diga que es hora de dar de comer al perro, di «Un momento». Cuando diga que es hora de ir a pasear al perro, di «En seguida». Cuando vuelva a recordártelo, dile que quieres ver el final del programa de la tele. Luego, coge al perro, quejándote de lo aburrido que es llevarle a pasear y de que, además, no encuentras la correa. Utiliza en su lugar tu cinturón. Protesta y retrásate todos los días, hasta que tu madre llegue a la conclusión de que es mejor que le dé de comer y lo pasee ella. Gatito: Levántalo por el rabo. Levántalo cogiéndole del cogote. Cuando tu padre diga: «¿No crees que deberías dejar el gato un ratito en paz?», déjale en el suelo. Cuando llegue tu hermano pequeño y lo coja por detrás, cógelo tú por delante e intenta quitárselo. Grita: «Ya sabes que tienes que dejar en paz al gato.» Sigue tirando hasta que papá se vuelva y diga: «¿Es que no me oís? ¡Dejad en paz al gato!» Mira con furia a tu hermano. Cuchichea: «Mira. Ya ves lo que has conseguido.» Pégale y alega que no querías pegarle, que se te escapó la mano. En cuanto tu padre y tu hermano salgan de la habitación, di: «Gatito, ven gatito, gatito.» Mímale y abrázale. Luego, asegúrate de que no hay moros en la costa y tíralo por la baranda al primer piso, sólo para comprobar si los gatos caen siempre de pie.
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  • 27. 27 Cómo dar una opinión Jo, jo Grosero Repugnante Aaajjj Asqueroso Deprimente Nauseabundo Hediondo Oh, puaf Qué chorrada Repulsivo Detestable Qué estupidez Apestoso Fétido Vomitivo
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  • 29. 29 Cómo actuar en una fiesta de cumpleaños INSTRUCCIONES PARA LA NIÑA QUE DA LA FIESTA Cambia de sitio las tarjetas. En cuanto estés vestida y lista (dos horas antes de que empiece la fiesta), vuelve a comprobarlas para asegurarte: tú te sientas a la cabecera de la mesa, tu mejor amiga a tu lado, tu hermano pequeño lo más lejos posible. Piensa que ojalá no existiera semejante peste. Mira el reloj. Ve a la ventana. Mira si llega alguien. Ve a la cocina. Mira la caja de la pastelería que hay encima de la nevera e imagina cómo es el pastel de cumpleaños. Abre la nevera. Ciérrala. Corre al dormitorio. Corre a la sala de estar. Pregunta cuánto falta. Explícale a tu mamá lo nerviosa que estás. Da vueltas. Pregunta si podéis jugar a las adivinanzas primero, a las sillas vacías después y luego a la gallina ciega. Mira los premios. Pregunta si te dejarán ganar uno, aunque sea tu fiesta. Pregunta cuánto falta. Ve a la ventana y mira si llega alguien. Pon la televisión. Quítala. Vuelve a la mesa de la fiesta. Cambia de sitio las sorpresas de los invitados. Vuelve a cambiarlas. Corre a la ventana. Grita: «Viene alguien, viene alguien, viene alguien. Mamá, papá, ya vienen.» Corre a la puerta y ábrela antes de que salgan del coche. Cuando lleguen los invitados, recíbeles con «¿Qué me habéis traído?» y arráncales el paquete de las manos.
  • 30. 30 INSTRUCCIONES PARA EL INVITADO Di «Feliz cumpleaños». Entrega el regalo. Ponte de pie en la silla y grita: «¿A que no sabéis quién se va a sentar a mi lado?» Grita el nombre de tu mejor amiga. Anuncia que el pastel es de chocolate. Cuchichea en un rincón con tu mejor amiga y echa a voces a los invitados que intentan oíros. Dile lo que son los premios. Discute si uno de los otros invitados es odioso o no. Pasearos abrazadas por la habitación. Si dos invitados prefieren hablar entre sí en vez de mirar cómo abres los régalos, diles que se callen. Lee las tarjetas de los regalos en voz alta para que te presten atención. Pasa las tarjetas para que las vean. Fíjate en que cada vez que desenvuelves un regalo, aquellos dos chicos te ignoran. Por último, cuando uno de los otros invitados salga correteando de la habitación, di que quieres hablar con tu madre... en privado. Dile que los invitados no se están portando como debieran. Dile que no quieren estarse callados y mirar. Pídele que les obligue a hacerlo. Piensa que ojalá te murieras cuando la niña que da la fiesta lea en voz alta tu tarjeta y mira alrededor para ver si los demás escuchan. Diles que todos deben estar callados mientras desenvuelven los regalos. Cuando la anfitriona quite lo cinta, di: «No te gustará nada mi regalo. Ya lo sé. No te gustará nada.» No apartes la vista del regalo. Estate quieta. En el instante en que aparezca el regalo, grita lo que es. Dile que es muy caro: mil pesetas. Dile que había otro más barato, pero que tu mamá dijo que no duraría nada. Dile que también lo había en verde, pero pensaste que era mejor rojo. Dile el nombre de la tienda donde lo compraste y pregunta «¿Quieres ver como funciona? Mira cómo funciona». Cógelo y haz una demostración. En cuanto la niña que da la fiesta empiece a desenvolver el regalo siguiente, deja de prestar atención. Corretea por la habitación y examina las sorpresas que hay para los invitados.
  • 31. 31 Si ya tienes uno de los regalos, dilo. Cuando un regalo esté repetido, procura ser educada. Di «¡Oh, no!» y date una palmada en la frente. Cuando el regalo sea un libro, piensa «¡Jo!» Cambia tu tarjeta de sitio. Cambia las sorpresas de los invitados. Siéntate a la mesa y alza la mano como si fueses una persona que prefiere leche a Ponche Hawaiano. Apaga las velas de la tarta mientras tus padres te ayudan soplando por encima de tu hombro. Desea tener un caballo. Olvida que si hablas antes de partir una porción, tu deseo no se hará realidad y grita «El que quiera una rosa en su trozo que levante la mano». Si alguien te recuerda lo de no hablar y lo del deseo, piensa que lo que dijiste no tiene importancia porque sólo fue una frase. Chupa las velas después de quitarlas de la tarta. Después de cantar lo de «Cumpleaños feliz» canta «Deberías estar en el zoo, porque pareces un mono, pareces un mono». Grita «Quiero una rosa» una y otra vez y alza la mano. Cuando llegue la leche, di que prefieres zumo. Vacía en la mesa la bolsa de caramelos de la fiesta. Cambia tu piruleta granate por una roja, cuatro bolitas de caramelos por un chupa-chups y un anillo de plástico con una piedra verde por otro con la piedra dorada. Di que no puedes conseguir una piruleta verde. No comas el regaliz. Ignora que tu hermano pequeño te está llamando desde el otro extremo de la mesa. Piensa que ojalá desapareciera para siempre.
  • 32. 32 Levántate. Toca la corneta que te tocó en la fiesta. Tira tres sillas para conseguir coger otro sombrero. Peléate por él. Tira un vaso de papel lleno de Ponche Hawaiano. Siéntate. Sopla el matasuegras metiéndoselo en la oreja a la niña de al lado. Vuelve a hacerlo. Grita. Levántate. Hurga en la bolsa de los caramelos, mantenla abierta con una mano y pégala con la otra para vaciarla. Mira alrededor rápidamente, de forma que los demás invitados sepan que fuiste tú. Siéntate a toda prisa para que los mayores no vean que fuiste tú. Levántate. Toca la corneta que te tocó en la fiesta. Siéntate. Sopla el matasuegras metiéndoselo en la oreja a la niña de al lado. Grita. Vuelve a hacerlo. Levántate. Toca la corneta. Siéntate. Fracasas en tu intento de llamar la atención de los invitados pegando con la cuchara en la mesa y gritando: «Orden en la sala, orden en la sala.» Toma dos bocados de tarta y deja el resto. Machuca el helado mientras proclamas que los regalos de los invitados eran mucho mejores en la última fiesta. Cuando pase a tu lado un adulto, pídele otra bolsa para los caramelos. La tuya se te rompió. Toma dos bocados de la tarta y deja el resto. No quieras jugar a los juegos de la fiesta. Di que quieres dirigirlos. Pide a voces que se pongan todos en fila. Diles que se callen y, si siguen hablando, diles que hay buenos premios y que será mejor que se callen si quieren conseguir alguno. Busca alguna razón para que todos los invitados alcen la mano. Dile a una chica que se niega a jugar a la gallinita ciega que tiene que hacerlo. Razona con ella. Explícale: «Tienen que jugar todos.» Luego, cuando siga negándose, no sabrás qué hacer. Díselo a tu madre. Tu madre le sugerirá: «¿Por qué no pruebas a jugar, a ver si te gusta?», y cuando la niña conteste que no, tu madre te explicará que puesto que tu invitada no quiere jugar, no tiene por qué hacerlo. No sabes qué hacer. ¡Te está estropeando la fiesta!
  • 33. 33 ¡Todos están estropeándote la fiesta! Échate a llorar. Vete corriendo a tu habitación. En cuanto llegue tu madre detrás, cuéntaselo todo entre lágrimas y suspiros. ¡Mis fiestas nunca salen bien, nunca! ¿Por qué los invitados no se portan bien, por qué? ¿Es que no comprenden que la fiesta no resultará si no hacen lo que tú les mandas? «Nunca más en la vida volveré a invitar a esa niña a una fiesta de cumpleaños, nunca!» Déjate convencer por tu madre y vuelve a la fiesta. Después de perder al juego de las sillas vacías y a las adivinanzas, niégate a jugar a la gallina ciega. Cuando la niña que da la fiesta te diga que juegues, dile que no quieres. Cuando te coja del brazo, suéltate. Dile que nadie puede obligarte a jugar si tú no quieres. Cede sólo cuando se eche a llorar y su madre le ruegue que juegues. Luego, cuando un adulto te coloque el pañuelo para jugar a la gallina ciega y te pregunte si ves, miente. Echa la cabeza hacia atrás, mira por debajo del pañuelo y avanza tropezando y dando tumbos. Coge a alguien que te caiga mal y disimula un rato antes de decir el nombre. Quítate el pañuelo y pon cara de sorpresa. Súbete a una silla para nombrar a los que han ganado. Entrega los premios con mucha ceremonia. Cuando te entreguen el premio, piensa que el segundo premio de las adivinanzas es mejor que el primero de la gallina ciega. Estarás tan ocupada jugando a corre que te pillo, que no podrás despedirte de los invitados. Andas corriendo tan deprisa de una habitación a otra, que cuando llega tu padre no te enteras. Se te ha soltado el lazo, se te ha caído la diadema. No quieres irte. Pregunta si tienes que hacerlo. Di que ahora empezabas a pasarlo bien. Suplica que te dejen quedarte un poco más. Quéjate de que tu padre es siempre el primero en llegar. Di: «Oh, papi.
  • 34. 34 ¿Ya tengo que irme?» En cuanto tu padre se distraiga hablando, ponte a correr de nuevo. Cuando te repita lo que ya te dijo (que dejes de correr y recojas tus cosas), explícale que tenías que correr porque te habían pillado. No consigues encontrar tu bolsa de caramelos. La mamá de la niña que te invitó te buscará una. Insiste en que esa no es la tuya (la tuya tenía una piruleta roja). Hecha un mar de lágrimas, coge la bolsa (quejándote de que no es la tuya), una pelota y tu premio. Si te lo recuerdan, da las gracias. Vuelve a casa. Vomita.
  • 35. 35 Cómo contar un chiste «¿Quieres que te cuente un chiste sucio? Un cerdo se cayó en el barro. ¿Lo has entendido?» Luego repítelo diez veces.
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  • 37. 37 Cómo portarse en el colegio Mamá, no me encuentro bien. Quizás no debiera levantarme hoy. Me dan mareos. No sé... tengo muchas molestias. Mami. Mami. Tócame la frente. ¿No te parece que tengo fiebre? ¿Estás segura? ¿Estás completamente segura? Me levantaré. Me levantaré pero ya verás... ya verás como cuando llegue al cole tendré que volverme a casa. Llega tarde al colegio. Explica que llegas tarde porque no encontrabas un zapato. En cuanto la profesora se vuelva a escribir en la pizarra, abre el cajón del pupitre, saca un tebeo y mételo dentro del libro de gramática. Lee el tebeo haciendo ver que estás leyendo el libro de gramática. Mordisquea un lápiz, arranca un trozo de hoja del cuaderno y escribe: «Eres un pajarraco. Pásalo.» Ponte el lápiz en la boca como los piratas se ponen el cuchillo, dobla la nota por la mitad, en cuartos, en octavos. Colócate el lápiz en la oreja y tira la nota al suelo y pásasela con el pie a tu compañero del otro lado del pasillo. Luego, finge que tocas la batería, tamborilea en la mesa con el lápiz y cuando llegue el momento de tocar los platillos, le das al de delante con el lápiz en la cabeza. Si se vuelve y dice «Ya está bien», dile «¿Ya está bien qué?». En cuanto vuelva la cabeza otra vez, atízale una patada y dile «Perdona, ha sido sin querer». Golpea la mesa con el lápiz. Niega que estés mascando chicle y pégatelo en el paladar. Ronronea. Deja de hacerlo cuando la profesora pregunte si prefieres pasar la clase en el pasillo. Pregúntale si puedes cambiar de sitio. Haz con tus lápices como si fueran barcos. Muévelos por la mesa y hazlos chocar. Mira el reloj. Cuando la profesora pida un voluntario para vigilar mientras está fuera de clase, levanta la mano, muévela frenéticamente, estírate hasta quedar casi horizontal entre la mesa y la profesora y grita: «Yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo.» No te elegirá.
  • 38. 38 Lo que hay qué hacer cuando la profesora no está en clase: Apriétate la nariz con los dedos y di con voz aguda: «Niños, silencio.» Corre hasta el sitio de la profesora y pasa las uñas por la pizarra hasta que chirríe fuerte. Vuelve a tu sitio agachado como Groucho Marx, mirando a los lados, moviendo las cejas y con un lápiz en la boca como si fuera un puro. Procura que te apunten por portarte mal. Consigue que te borren amenazando con pegar en el recreo al que te ha apuntado. Lanza un avión de papel y, cuando aterrice, alza las manos juntas a un lado, luego al otro: eres el campeón. Consigue que te apunten. Tira el borrador. Si un chico lanza una bola de papel pero no le apuntan, di: «¿Por qué me has apuntado a mí y a él no?» Consigue que le apunten mientras él te dice que cierres el pico, te llama sólo por el apellido y dice: «No te metas en lo que no te importa.» Eructa. Haz como si olieses algo raro. Grita: «Alguien se ha tirado un pedo, por aquí se han tirado un pedo, un pedo silencioso pero mortífero, cómo huele. Alerta, Alerta. Pedo de gran calibre. Pedo de gran calibre.» Haz aspavientos con la mano delante de la cara. Ríete estrepitosamente. Aporrea el pupitre. Tápate la nariz mientras todos los demás de la clase se la tapan, e insiste en que fue otro. Grita: «¡Que ya viene!» y cáete de la silla justo en el momento en que entra la profesora. Di que tienes que coger algo del abrigo que está en la percha. Di que tienes que sacar punta al lápiz. Dile a la profesora, por segunda vez esta semana, que no has hecho los deberes porque se los comió el perro. Ella te dirá que si sigues portándote así tendrá que poner una mala nota en tu ficha. Di que tienes mucha sed y que quieres ir a beber agua.
  • 39. 39 QUÉ HAS DE HACER SI NO QUIERES QUE TE PREGUNTEN · Hazte invisible. Alinea cabeza y hombros con los del alumno que queda entre la profesora y tú. Si la profesora se mueve, ajusta la alineación. · Procura pasar desapercibido. Para lograrlo, adopta una actitud despreocupada. Concéntrate en meter el capuchón de la pluma en la parte de atrás de la misma. Puedes incluso tararear en voz baja. O juguetear imperturbable con un lápiz: sostenlo vertical, la punta contra el papel, y desliza los dedos desde la goma a la punta. Dale la vuelta al lápiz. Desliza los dedos desde la punta a la goma. Dale la vuelta y repite. Dale la vuelta y repite la operación. Si de todos modos la profesora te pregunta, no contestes inmediatamente, porque es posible que conteste antes otro. Si no te salva nadie y la pregunta es de las que hay que contestar sí o no, elige una de las cosas. Si no es así, da una respuesta chistosa. Toda la clase se reirá. La profesora dirá que no te hará tanta gracia cuando veas las notas. EN EL PASILLO Mira en todas las clases por las que pases, parándote en una o dos lo suficiente para llamar la atención y distraer a los alumnos. Métete los pulgares en las osas y mueve los otros dedos, o ráscate las axilas como un mono, dando saltos. Si una clase tiene la puerta cerrada, da un salto para mirar por el cristal de encima de la puerta. Pégate a la pared y avanza muy despacio: estás en una película de espías. Cuando llegues a la esquina, atisba con cuidado. Dale máxima presión al agua de la fuente para ver lo alto que llega, y luego carga la pistola de agua. Vuelve a la clase con la punta se la pistola en la boca. Mantenla apretando el gatillo. Nada más sentarte, mira el reloj para ver cuánto tiempo has perdido.
  • 40. 40 EN EL RECREO Retira el chicle del paladar con la lengua y sigue masticando. Da un par de vueltas. Habla de la hora a la que te acostaste. Di que estuviste levantado hasta medianoche para acabar los deberes. Tus amigos dirán que eso no es nada, que ellos se quedaron hasta las dos de la madrugada, y tú entonces puedes contestarles; «Vaya cosa, la semana pasada, yo estuve levantado hasta las cuatro.» Y di que los fines de semana puedes quedarte levantado hasta la hora que quieras. Que una vez no te acostaste en toda la noche. Y ¿han ido ellos alguna vez a un autocine? Tu papá una vez te llevó a uno. Enseña los empastes de dientes. Di que eres demócrata o republicano y torna posiciones respecto a las próximas elecciones, basándote en lo que hablaron anoche tus padres. Compara la mantequilla de cacahuete con la crema de cacahuete. Discute sobre cuál es la verdura más repugnante. Compara el número de habitaciones de tu casa con el de las casas de los otros, contando en la tuya los armarios empotrados. Compara la semanada que te dan en casa con la que les dan a los otros. Decide si preferirías morir congelado o quemado. Palpa los músculos de los otros. Di que habéis conseguido una rebaja en el coche nuevo porque tu papá conoce al vendedor. Di que tu papá cree que son mejores los coches extranjeros. Discute sobre marcas de zapatos. Intentad pisaros los zapatos unos a otros. Demuestra cómo se hace el ruido de un pedo poniendo la mano en el sobaco y apretando. Di que conoces la palabra más larga del idioma: antidesestabilización. Apuesta a que nadie es capaz de pronunciarla. Paséate con bigotes postizos y con los labios pintados de rojo. Comprueba si se te deshace una chocolatina en la mano. Come caramelos rojos y enseña la lengua enrojecida. Prométele a ese chico que serás su mejor amigo si te da un caramelo. Date prisa en llegar al centro-blando del caramelo mientras escuchas una adivinanza: «¿Por qué aquel imbécil se llevó una escalera a la fiesta? Porque le dijeron que las bebidas estaban por las nubes». Di: «¿Sabes qué?" Cuando el chico diga: «¿Que si sé qué?» Di: «Eso, qué». Hazlo una y otra vez, hasta que llegues a uno que cuando tú digas «¿Sabes qué?» conteste: «Sí, qué».
  • 41. 41 Hay un chico que tiene la cabeza muy grande. Dedícate a correr por el patio gritando: «Cabezón, cabezón, cabezón.» Pon el dedo en la canilla de la fuente para dirigir el chorro de forma que moje a todos. Cuando el agua empape los pantalones de un chico, grita que todo el mundo creerá que se ha meado. Ten abierto el grifo de la fuente para que beba un amigo, y cuando se incline a beber, suéltalo, de modo que el agua deje de salir. Luego di: «Bueno, bueno, ahora lo haré bien. De veras. Palabra de honor. Confía en mí, no te preocupes, hombre.» Y cuando acerque la boca para beber, abre el grifo al máximo. Bebe un trago, retén el agua en la boca y persigue a otro muchacho y escúpele el agua. Hazlo otra vez, pero esta vez soltarás antes una carcajada y no podrás acertarle. Repite, entre gritos, todas estas actividades acuáticas, hasta que el profesor te amenace con castigarte. Ponte en el lugar adecuado para poder mirar a las chicas por debajo de las faldas. Dile a una chica que le darás una peseta si sube hasta arriba. Túmbate en el suelo por si alguna chica pasa por tu lado. Dile a una chica que lleva faldas que haga la vertical. Escucha al muchacho que cuenta un chiste. Ríe histéricamente, aunque no tengas ni idea de por qué te ríes. Ten envidia del chico que se ha roto una pierna. Pídele que te deje las muletas un rato. Di «carajo» y observa la reacción de los demás. Finge que no conoces a tu hermana pequeña. Haz que te persigan las chicas. Si se cae un chico en el gimnasio y se rompe los dientes, grita: «Yo me ocupo, yo me ocupo, yo me ocupo.» Recoge los pedazos y llévalos a la enfermería. Aunque la enfermería huela tan raro, quédate allí a ver si puedes dar un vistazo al chico. Juega con los otros a corre que te pillo. Discute sobre si te tocaron o no. Juega a la guerra. Discute si te mataron o no. Juega al fútbol. Discute si fue mano o no. Cuando veas discutir a alguien, mete baza. En caso necesario, grita pidiendo justicia e insulta a los del otro bando, llámales miserables, mentirosos, sucios y cerdos.
  • 42. 42 Consigue que te manden al banco de los castigados. Mientras vas hacia allí, piensa que no es justo. Piensa en aquel chico al que pegaste, que te pegó luego a ti y luego le volviste a pegar tú, lo lamentará. Piensa que ya le cogerás, que no volverás a hablarle en la vida, que no irás nunca más al colegio con él, que nunca le invitarás a tu casa a jugar, ni a tu cumpleaños; piensa: «la próxima vez que se me acerque...» Después de estar sentado un minuto en el banco de los castigados, comprueba lo que puedes separarte del banco sin que te llamen la atención. Pega el chicle debajo del banco. EN EL LAVABO DE CHICOS Apunta al borde de la taza. No tires la cadena. EN LA SALA DE ACTOS «Juro fidelidad a la bandera de la patria. Y a la república, porque sea una sola nación, protegida por Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos». Siéntate. Estira el cuello y mira dónde se sienta la profesora. Cuando empiece la película sobre prevención de incendios (cuya estrella es Otto, el coche que habla), saca una canica del bolsillo y hazla rodar entre las palmas. Llévate la mano a la boca como si fueras a ocultar un bostezo y métete la canica en la boca. Desplázala con la lengua hacia un lado, de modo que sobresalga, haciendo un bulto. Pásala con la lengua al otro lado. Comprueba la rapidez con que puedes cambiarla de lado. Sácala. Póntela en un ojo a modo de monóculo. Métetela en la nariz. Déjala allí, mitad dentro y mitad fuera y dale luego un codazo a tu mejor amigo. Tiene que darse cuenta de lo de la canica. Escucha cómo hace sonar los nudillos el muchacho del extremo de la fila. Oye cómo el que está a su lado hace lo mismo. Ahora le imita el tercero. Y ahora el cuarto. Hazlo tú ahora. Escucha cómo lo hace el que va después de ti.
  • 43. 43 Peléate por el brazo del asiento. Mira al proyector para ver cuánto queda de la película. Deja caer la canica. En cuanto se estropee el proyector, empieza a rezongar. Deja de hacerlo cuando la profesora chasquee los dedos, pero no la mires. Podría señalarte y luego indicar con el pulgar: «¡Fuera!» Procura llamar la atención de tu amiga haciendo algo aparatoso como alzar las manos unidas y levantarte y estirarte. Observa al muchacho que está arreglando el proyector. Piensa que ojalá fueras miembro del grupo de reparaciones. En cuanto se reanude la proyección, quédate dormido. «Se levanta la sesión. Salgan en silencio por favor, empezando por las primeras filas.» DE CAMINO HACIA CASA El que pisa una fisura, a su madre rompe la cintura. Da un paso por cada cuadrado del pavimento. El que pisa una grieta, a su madre rompe una teta. Da dos pasos por cada cuadrado del pavimento. Haz uno sí y otro no. Arranca hojas de los setos. Dale una patada a una piedra de pasada. Evita las arenas movedizas. Sé tu propio caballo: lanza un relincho y date una palmada en la nalga. Pega un salto; agarra la rama de un árbol. Corre: te persiguen hormigas rojas. Toca el timbre, dale al llamador, aporrea la puerta, grita: «Hola mamá, soy yo» y vete corriendo al baño. ―¿Qué tal en el cole? ―Bien. ―¿Algo nuevo? ―Nada. ―¿Qué hiciste hoy? ―No sé... Lo de siempre. Luego añade: «¡Tengo un hambre!», y, camino de la cocina, dile a tu mamá la adivinanza: «¿Por qué aquel imbécil se llevó una escalera a la fiesta? Porque le dijeron que las bebidas estaban por las nubes.»
  • 44. 44
  • 45. 45 EN EL COMEDOR DEL COLE: PLATO COMBINADO Mantequilla: Disponte a lanzar la mantequilla al techo con el tenedor, en un sitio donde quede pegada hasta que llegue a comer el próximo grupo. Entonces le caerá a alguien en la cabeza. Fracasa en tu tentativa. Paja: Lanza el envoltorio de la paja apuntando al encargado. Leche: Coloca la punta de la abertura del bote de cartón en el labio y deja que entre en la boca una parte de la leche y que la otra te caiga por la barbilla. Después de consumir la mitad de este modo, líbrate del resto derramándola. Pan: Quítale la miga al pan. Espachúrrala y moldéala entre las palmas como si fuera barro, hasta formar una bola. Tírasela a alguien. Pasa el resto de la comida sentada con los pequeños. Carne: Aparta la salsa para localizar la carne que hay debajo. Pincha la carne en el fuerte el tenedor, revuelve la carne por el plato, como un acorazado, chocando con el puré de patatas y con los guisantes. Al mismo tiempo, emite un ruido sordo y ronroneante imitando el sonido de un barco navegando. Salsa: Salpica a los amigos con el dedo.
  • 46. 46 Gelatina en cubitos: Pon un cubito de gelatina en la cuchara y colócala como si fuera un tirachinas; apunta y dispara. Método alternativo: Métete el cubito en la boca, disuélvelo y trágalo o escúpeselo a alguien. Servilleta: No la uses. Límpiate la cara con el dorso de la mano; límpiate la mano en la camisa.
  • 47. 47 COMIDA PREPARADA EN BOLSA Pastelito: Mordisquea y lame el escarchado de por encima, procurando embadurnarte bien la boca y la barbilla. No comas el papel. Desmenúzalo. Plátano: Quítale la etiqueta al plátano. Da una palmada en la espalda a tu amigo y di «jo, jo, jo» y déjale la etiqueta pegada en la camisa. Bolsa de papel: Hínchala, ciérrala bien y haz que explote de un manotazo. Pasa el resto de la comida sentado con los pequeños. Patatas fritas: Ignorando a dos de los que se sientan a la mesa, da una patata a los que te sean simpáticos. Guárdate las menos rancias. Leche: Después de derramarla, tira el envase al cubo de la basura como si encestaras. Luego, desplázate hacia un lado en el banco, empujando al que está allí sentado, hasta que se caiga el del extremo. Paja: Lánzale el papel al encargado. Huevo duro: No lo comas, deja los restos de la cáscara y el huevo con muchas huellas sucias de los dedos por la mesa. Muslo: Presume de pollo frito. Cuenta lo que cenaste anoche. Di que en tu casa se come pollo frito al menos tres veces por semana. Di qué trozo prefieres. Blande el muslo mientras canturreas: «Pollo asado, buuu; pollo frito, yaaaa.» Quítale la piel con los dedos; cómetela luego.
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  • 49. 49 Cómo hablar por teléfono Oiga. ¿Se ha fijado si corre el contador? Pues será mejor que corran detrás para que no se pierda. Oiga, ¿Es la tienda? ¿Tienen sardinas en lata? Déjenlas salir un poco que deben estar muy apretadas las pobres. Oiga. ¿La farmacia? ¿Tienen aspirinas? Pues tápenlas, que no se acatarren. Oiga. Estamos haciendo una encuesta. Si ha comido usted alguna vez manteca de cacahuete ¿qué le pasa? ¿Qué le pasa? No sé. ¿Qué le pasa a usted? Oiga. Hay una llamada de Washington para usted. No se retire, por favor. Le llamaremos en seguida. Oiga. ¿Están esperando una llamada de Washington? Pues deben estar locos, porque se murió hace mil años. Oiga. ¿Está Ralph Peterson? Oiga. ¿Está Ralph Peterson? Oiga. ¿Está Ralph Peterson? Oiga. ¿Está Ralph Peterson? Oiga. ¿Está Ralph Peterson? Oiga. Aquí Ralph Peterson. ¿Hay algún recado para mí? Oiga. ¿Es la tienda? ¿Tiene pies de cerdo? ¿Y cómo se las arregla para calzarse por la mañana?
  • 50. 50
  • 51. 51 Cómo esperar POR UNA HAMBURGUESA Agárrate a la barra y colúmpiate en el taburete. Suéltate y da una vuelta completa. Repite la operación hasta que tu padre te tenga que parar. Apoya los codos en la barra, con la barbilla entre las manos, y mira fijamente la máquina de los batidos. Piensa que ojalá tuvieras una en casa. A cada hamburguesa que aparezca sobre la plancha, pregúntate si será la tuya. Mueve varias veces la tapita metálica del azucarero. Tantea en el borde inferior del mostrador para ver si hay algún chicle pegado. EN EL APARCAMIENTO DEL SUPERMERCADO Estás solo en el coche. Colócate detrás del volante. Comprueba el equipo: pon en marcha los limpiaparabrisas, acciona el líquido limpiador, para los limpiaparabrisas; prueba los intermitentes. Conduce: Coge el volante con las dos manos y hazlo girar de un lado a otro, de un lado a otro, de un lado a otro. Pon la radio. Con el codo en la ventanilla, y una mano al volante, relájate y mira a tu alrededor.
  • 52. 52 CUANDO VAN A BUSCARTE A LA SALIDA DEL COLE «Llegará dentro de un minuto.» Piensa esto y cuenta los segundos: un hipopótamo, dos hipopótamos, tres hipopótamos, cuatro hipopótamos. Cuando llegues a sesenta, piensa que llegará en cuanto pase el quinto coche. Cuenta cinco. Convéncete de que llegará en cuanto cambie el semáforo dos veces. Obsérvalo. Fíjate en los chicos que pasan en moto. Fíjate en los chicos a los que recogen. ¿Es ese coche el suyo? Corre hasta el bordillo. No es. Tienes vergüenza. Piensa que estás llamando la atención. Corre otra vez hacia la valla para que cualquiera que te esté observando piense que corrías por practicar. Silba y apóyate en la barra. Decide que tienes mucha sed. Piensa que te mueres de sed. Imagina que tu madre tarda en llegar siete días y que apenas puedes llegar al coche, arrastrándote. Preocúpate pensando en la posibilidad de que tu madre no llegue nunca. Deja el cuaderno en el césped y observa a los niños que juegan en el patio. Aprieta la cara contra la alambrada e imagina que estás en la cárcel y que miras a los que están en libertad, jugando al sol. Tienes que ir al retrete. Cruza las piernas. Ves que tu profesora sale del colegio. Quieres que te vea. Quieres que no te vea. Oyes una bocina, corres hacia el bordillo, entras en el coche y dices: «Ya era hora.» EN UNA REVISIÓN MÉDICA Después de mirar el acuario, túmbate en el suelo y con rotuladores colorea el papel que trajo tu madre para que te entretuvieras. Mientras estás dibujando un sol naciente, deja deslizarse el rotulador sobre la alfombra y aprieta con la punta en la pelusa para ver si absorbe la tinta. En cuanto la alfombra se ponga amarilla, coloca encima el papel para ocultar la mancha y sigue dibujando.
  • 53. 53 AL SALIR DEL RESTAURANTE Ráscate la espalda que te pica contra la pared mientras oyes hablar a tus padres. Considera lo increíblemente aburrida que es su conversación. Tápate la cara con las manos y estira la piel hacia abajo, de modo que parezcas un perro basset, y mira a tu alrededor. Desea que se calle ese bebé que llora en la mesa de al lado. Si el niño fuera tuyo, le meterías una servilleta en la boca. Di que quieres ir al retrete. Coge el camino más largo, cruzando por delante de la máquina tocadiscos y ve probando los platos de la gente. En cuanto llegues al lavabo, reúne quince paquetes de jabón y guárdatelos en los bolsillos. Abre todos los grifos. Ciérralos. Mírate al espejo y sonríe. En el retrete huele raro: para no oler, respira por la boca. Observa la máquina de toallitas, pero no la toques. Entra en todos los retretes cierra la puerta y sal a gatas por debajo. Sal corriendo de los lavabos. PARA QUE TU MADRE DEJE YA DE HABLAR Tírale de la manga. Cuando diga «Un momento, cariño», colócate entre ella y su amiga, de modo que para verse mientras hablan tengan que mirar por encima de tu cabeza o por los lados. Tu mamá acabará diciendo: «¿Quieres una pasta, cariño?» Y sacará del bolso un paquete de pastas. Siéntate en el sofá y cómela: arranca a mordisquitos la parte de abajo, pela luego el chocolate, trocito a trocito, y luego juega con el dulce de malvavisco del centro, sacándolo cómo si fuera arrope. Juega con la pasta hasta que tengas los dedos pringosos y la pasta tenga ya un color blanquecino por el contacto con tus manos. Métetela luego entera en la boca. No te laves las manos pringosas, mira a ver si se te queda pegada la pelusilla del sofá. Proclama que te aburres. Pregunta si ya es hora de irse, si tendréis que seguir mucho rato allí, qué hay para cenar y si puedes esperar en el coche, por favor. No digas adiós. Sal corriendo, métete en el asiento delantero, abre la guantera y mira a ver si dentro hay algo nuevo.
  • 54. 54 PARA QUE TE DEJEN LEVANTARTE DE LA MESA Di que no puedes más. Échate hacia atrás hasta que la silla quede balanceándose sobre las dos patas traseras. Si tus padres intentan hacerte comer un bocado más, amenaza con vomitar. Coloca bien la silla antes de que te lo pidan. Agáchate hasta que la nariz quede al nivel de la mesa. Desaparece por completo y empieza a robar las servilletas de los demás. Exhala un suspiro aparatoso. Pregunta por qué debes esperar mientras los mayores toman café. Estírate. Examina el salero y el azucarero. Juega con el tenedor y el cuchillo como si fueran personas y ponlos a caminar por la mesa. Apoya la barbilla en la mesa. Mete la barbilla en el vaso de la leche. Balancea una pierna hasta que tu madre te mande parar porque mueves la mesa. Échate hacia atrás, hasta que la silla quede precariamente apoyada en las dos patas traseras. Cáete.
  • 55. 55 Qué hacer si te mandan a tu habitación Da un portazo. ―¡Les odio! ―¡Les odio, les odio, les odio, les odio y les odio! ¡Sería capaz de matarles! ¡Ojalá se murieran ahora mismo! ¡Cuánto les odio! ¡Ojalá se rompieran la cabeza! ¡Ojalá les pillara un camión y les aplastara! ¡Vaya padres que tengo! Coge la muñeca, tuércele la cabeza, aplástala contra el suelo. Dale una patada. ―Ya verán. Ya me las pagarán. Lo lamentarán. Tírate en la cama, atravesada, con las piernas colgando y la cabeza hundida en la almohada. ―¡Me echan a mí la culpa de todo! ¡Todo lo que pasa en esta cochina casa es culpa mía! ¡Es una injusticia! ¡Yo! ¡Siempre yo! ¿Qué hice para merecer esto? ¡Nada! ¿Acaso pedí yo que me trajeran a este mundo? ¿Les pedí yo que me tuvieran? ¿Se lo pedí? ¡Es insoportable ser la mayor! ¡No hay quien lo aguante! La mayor es quien tiene que apechugar con todo... ¡Es la historia de mi vida! «En fin, qué más da. Yo quería venirme a mi habitación. Me alegro de estar aquí. Era donde quería estar.» Coge el gato y póntelo en el regazo. Abrázalo. Acarícialo. ―Te quiero. Te quiero tanto... Te quiero muchísimo, gatito tonto, gatito lindo, gatito precioso. Te quiero sólo a ti. Te quiero a ti, te quiero, te quiero, te quiero. Eres el único de la familia al que quiero, eres el único que me entiende. Abrázalo más fuerte.
  • 56. 56 ―Nadie más que tú me entiende. Nadie. Todos los demás están contra mí. Todos menos tú. Mi madre no se preocupa por mí. No le importo nada. Lo sé. No me quiere. No me escucha. Intenté contárselo. Intenté explicarle, pero a ella qué más le da... Nunca quiere escucharme. ¡Nunca! Siempre tiene que ser lo que ella dice. Ella siempre tiene la razón; lo que ella dice y se acabó. ¿Escuchar a los demás? ¡Eso nunca! Se cree que lo sabe todo. ¡Pues se equivoca! ¡La odio! ES UNA VIEJA FEA SABELOTODO. CABEZOTA. IMBÉCIL. ¡Siempre tengo yo la culpa! ¡Siempre me las cargo yo! ¡No es justo! «Ya verán. Ya verán, ya... ¡lo lamentarán! Nunca jamás jamás jamás volveré a hablar con ellos, en toda mi vida... aunque me hablen ellos primero, aunque me lo supliquen: que lo intenten. Ya verán. Ya estoy harta. ¡Seré una hija muda durante el resto de su vida!» «Si me muero, ya llorarán, ya.» Abre la puerta, plántate en 1o alto de la escalera y grita: «¿Puedo bajar ya?»
  • 57. 57 Cómo celebrar la Navidad LA COMPRA DE LOS REGALOS Vacía la hucha. Haz una pila con las monedas, según su tamaño. Cuenta el dinero que tienes. Comprueba hasta qué altura puedes apilar las monedas sin que se caigan. Después de haber pensado detenidamente lo que les gustaría a tus padres que les regalaras, ve a una tienda de saldos y cómprale a tu madre un alfiler con un pajarito. A tu padre, cómprale un modelo a pequeña escala del módulo lunar. Esa noche. a la hora de cenar, di: ―Oye, papi, ¿a que no adivinas lo que te compré? ¿Quieres que te lo diga? Él no querrá saberlo (prefiere una sorpresa), así que cuchichea lo que le has comprado al oído a tu madre bastante alto. Si no te entiende, llévala a la cocina y vuelve a decírselo. Vuelve al comedor y siéntate. Apoya los codos en la mesa, apoya la cabeza en la mano, y bríndale a tu papá una gran sonrisa. Dile que le encantará, que es una cosa preciosa, y, ¿no le gustaría que le dieses una pequeña pista? Después de cenar, arrastra a tu hermano a tu habitación, cierra la puerta y enséñale los regalos, desenvolviéndolos de modo que puedas envolverlos de nuevo en el mismo papel: quita la cinta sin desatarla; procura separarla del celo sin que se rompa ni se arrugue el papel, no lo conseguirás; abre sólo un extremo y saca el regalo. El papel de envolver aún tendrá forma de caja. Cuando tu hermano admire el regalo, vuelve a guardarlo, impaciéntate al hacerlo, espachurra el paquete por una esquina y rasga el papel. Tírate boca arriba en el suelo, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, y piensa en la Navidad. Intenta imaginar los regalos que te harán. Piensa que ojalá mañana fuera Navidad.
  • 58. 58 EN EL ARMARIO Mira a derecha e izquierda, luego arriba y abajo, para leer las etiquetas. Descubres que ese regalo grande que hay al fondo es para tu hermano. Intenta encontrar un regalo del mismo tamaño para ti. Remueve los paquetes. Intenta ver lo que tienen a través del papel. Alguien viene. Cierra rápidamente la puerta y tírate en el sofá. Escucha. Comprendes que fue imaginación tuya; abre el armario y sigue. Más tarde: Cuando tu madre pregunte si has estado fisgando en el armario, estarás muy ocupada haciendo diez hileras perfectamente simétricas de palomitas de maíz en la alfombra. No levantes la vista. Di «No, mamá. ¿Por qué?» Ella dirá que alguien ha estado revolviendo los regalos. Coloca una palomita mientras comentas que probablemente haya sido tu hermano. Si insiste en sus preguntas, alza la vista y mírala fijamente e insiste en que tú nunca harías una cosa así... eso sería estropear las Navidades. En realidad, ahora que lo piensas, estás segura de que fue tu hermano: le viste salir de allí por la mañana. AL HACER LAS GUIRNALDAS Cómete las palomitas de maíz. Espachurra los arándanos hasta que tengas los dedos rojos. Llénate la cara de lunares rojos como granos de sarampión. Dile a tu mamá que venga enseguida, que estás enferma. En cuanto aparezca, échate a reír. REPRESENTACIONES Vístete de Virgen María con una toalla azul de baño por velo. Viste a tu hermano de José con el albornoz de tu papá. El perro hará de niño Jesús. Abandona la representación porque el perro se niega a quedarse quieto boca arriba tapado con una manta en una caja de cartón.
  • 59. 59 LA DECORACIÓN DEL ÁRBOL Una vez que tu papá sierre la punta del árbol para que quepa en el salón, ayuda a extender los cables de las luces por el suelo para desenredarlos. Tu padre empezará a dar órdenes, intentando dirigir la operación. Cuando se sienta contrariado y empiece a renegar, explícale que tú sabes desenredarlo. Se pondrá furioso y te dirá que te calles. Llora... eso le hará sentirse mal, así que se disculpará y te dirá que perdones, que ha perdido el control, pero que tienes que callarte y no creerte que lo sabes todo. Cuando llegue el momento de probar las bombillas, grita: «Que nadie se mueva, lo haré yo.» Y enchufa el cordón. Luego grita: «No dejéis que el perro pise las luces», corres para impedírselo, tropiezas en los cables y te caes. Discute quién va a colgar el angelito de las alas de plata. Insiste en que tu hermano es muy pequeño para que le confíen esa responsabilidad. Echa las tiras plateadas al árbol después de haber colgado las bombillas de colores y abúrrete colgando las normales. En cuanto tu madre te vea echando las tiras plateadas, dirá que hay que colocarlas, no tirarlas, y te hará una demostración y te explicará que deben quedar colgando separadas unas de otras, nunca amontonadas. Finge prestar atención, pero mira furtivamente a tu hermano y hazle muecas. Cuélgalas hasta que ella vaya a buscar la aspiradora. Entonces, inmediatamente, empieza a tirarlas hacia las ramas superiores del árbol. Si al volver se da cuenta, di que tenías que tirarlas porque no alcanzabas, o bien niégalo. LA NOCHE ANTES Metete en la cama con toda tu colección de animales de peluche, porque es una noche especial. Piensa que cuanto antes te duermas, antes será Navidad. Échate de lado. Encógete formando un ovillo. Da la vuelta y ponte del otro lado. Espera a que llegue el sueño. Ponte boca arriba. Mantén el cuerpo absolutamente quieto, mueve los dedos de los pies. Mira al techo. Pásate las manos por la cara y piensa: «No puedo soportarlo, no podré esperar.» Sonríe. Tápate la boca para ocultar la sonrisa, aunque nadie pueda verte porque la habitación está a oscuras, salvo por la lamparita de noche de tu hermano.
  • 60. 60 Pregúntale a tu hermano si está despierto y dile que no puedes dormir. Para que no se duerma, enséñale algo que lleva mucho tiempo queriendo aprender, por ejemplo a silbar o a eructar a voluntad. Infórmale luego de que Papá Noel no existe y dile que si sale silenciosamente al pasillo y mira, verá quién pone realmente los juguetes. Ponte boca abajo. Ponte de costado. Encógete. Piensa: «Quiero dormirme, por favor. Por favor, por favor, por favor, quiero dormirme, no me dormiré nunca.» Date la vuelta. Suspira. Despierta: Es Navidad y tus padres te dijeron que podías despertarles a las siete. Son las cinco. Si te dijeron a las ocho, son las seis. PARAABRIR LOS REGALOS Ignora todas las instrucciones de conservar la cinta intacta, y, asegurándote de que todos los regalos queden separados de las tarjetas, desenvuélvelos de uno de estos modos: · Deja el mejor para el último: vete abriéndolos por orden de menor a mayor tamaño. · Espacia los regalos buenos: alterna unos cuantos pequeños con uno grande. Termina con el mayor. · Coge el primero que veas. Sigue sin parar. · Abre inmediatamente los regalos mayores; luego, siente envidia de tu hermano, que aún tiene los grandes por abrir. Cuando desenvuelvas algo que te guste muchísimo, di: «Mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá» para llamar su atención. En cuanto ella diga «Muy bonito, cariño», déjalo a un lado y empieza con el siguiente. Cuando desenvuelvas algo que no te guste, deshazte de ello rápidamente. Tu mamá inevitablemente se dará cuenta y dirá: «¿Qué era eso, cariño, no pude verlo» y tendrás que enseñárselo. Cuando tu padre quiera sacar la foto y no pueda disponer la máquina a tiempo para cogerte en el momento en que abres la caja, mete otra vez el regalo en la caja, vuelve a sacarlo como si nunca lo hubieras visto, levanta la cara y sonríe.
  • 61. 61 CÓMO DISFRUTAR DE LOS REGALOS Cuando hayas terminado de desenvolver los regalos, mira a tu alrededor. Te darás cuenta de que tu hermano aún sigue desenvolviendo. Examina sus regalos. Luego los tuyos: ¿Los desenvuelve más despacio o le han hecho más regalos? Tus padres advertirán tu preocupación y dirán: «Sí, tu hermano ha tenido dos regalos más que tú, pero a ti te compramos la guitarra y eso cuesta mucho dinero, así que viene a ser lo mismo.» Llama a tu mejor amigo y dile todo lo que te regalaron y escucha mientras él te cuenta lo que le regalaron a él. Calcula más o menos el número de regalos que recibiste, incluyendo las chucherías, y si él dice que ha tenido más, revisa tu cálculo para que sea superior al suyo. Dile que tus regalos costaron dos mil pesetas por lo menos. Cuando te conteste que los suyos tuvieron que costar más de cuatro mil pesetas, dile: «Bueno, las guitarras cuestan muchísimo, así que lo mío por lo menos les costó diez mil pesetas». Cuando tu hermano pequeño que está espiándote diga «Le diré a mamá que estás presumiendo de dinero», le mandas callar.
  • 62. 62
  • 63. 63 Cómo torturar a tu hermana Ella se comió ya el pastelito relleno del almuerzo. Tú guardaste el tuyo. Han pasado dos horas: Siéntate en el sofá junto a tu hermana. Pon el pastelillo sobre una servilleta en tu regazo. Déjalo allí, sin tocarlo, hasta que ella te pregunte si aún lo quieres. Entonces empieza a comerlo: «Mmmmmmmm. Qué bueno está.» Da un gran bocado y mastica con la boca abierta para que ella pueda verlo bien. Traga y relámete los labios. «Mmmmmmmm.» Mete la punta de la lengua en la mermelada del centro y muévela en el aire antes de meterla en la boca. «¿No te gustaría comer un poco?» Ahora, cómelo a pequeños bocaditos. Chúpate los dedos de vez en cuando. «Ay... ¡no hay nada como un pastelillo de estos a media tarde!» Échate a la boca el último trozo y palméate el estómago. Entras en la habitación cuando ella va a hablar con una amiga por teléfono. Coge un libro y siéntate en el sofá. Finge leer. Luego, en cuanto inicie su conversación telefónica, imítala. Hola, ¿qué tal? Hola qué tal. ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué? Espera un momento que mi hermana me está fastidiando. ¿Qué? Espera un momento que mi hermana me está fastidiando. ¿Quieres callarte? ¿Quieres callarte? Cerda asquerosa. Cerda asquerosa. ¡Quieres dejar de repetir! ¡Quieres dejar de repetir! ¡Si no te callas te mato! ¡Si no te callas te mato! ¡Te he dicho que te calles! ¡Te he dicho que te calles! ¡¡¡YA ESTÁ BIEN!!! ¡¡¡YA ESTÁ BIEN!!! Deja el libro y echa a correr. Tu hermana está comiendo cacahuetes. Cuchichéale al oído: «Si comes demasiados cacahuetes te convertirás en un elefante. Lo leí en un libro.»
  • 64. 64 Haz como si te estuvieras comiendo la crema de afeitar: ―Mmmmmmm. Este helado está tan bueno. ¿Quieres probar un poco? Síguela a todas partes. Imita la forma de hablar de su mejor amiga. Dile que su mejor amiga está gorda como una vaca. Habla con tu madre cuando tu hermana esté escuchando. ―¿Te acuerdas de aquellas navidades, cuando yo tenía tres años, y me regalásteis aquel osito? ¡Qué bien lo pasé! Luego, vuélvete a tu hermana y dile: ―Tu no existías. Estás en la cama con gripe, viendo la tele. A ella le han dicho que no entre en tu habitación para que no se contagie. Cuando pase junto a la puerta, mira fríamente la tele y di: ―¡Oh, Dios mío! ¡Es increíble! ¡En mi vida he visto una cosa igual! ¡No puedo creerlo! No sé lo que van a decir en el cole cuando lo cuente. No apartes la vista del aparato y sigue mirando con cara de asombro: ―¡No me lo perdería por nada del mundo! Es algo absolutamente increíble. Mira a tu hermana. ―¿Qué? ―córrete en la cama―. Claro que hay sitio para ti. Mira el pasillo, para cerciorarte de que no hay moros en la costa. Métela en tu cuarto, cierra la puerta, llévate los dedos a los labios para indicar silencio y dile en tono conspiratorio: ―Tengo que decirte una cosa. ¡Tú eres una niña adoptada! ¡De verdad! En serio. Papá me enseñó los papeles. Haz una pausa y mira la cara que pone.
  • 65. 65 ―Sabes, ahora que te miro bien, se nota. Eres distinta a nosotros. En fin, ¿nunca lo sospechaste? Papá sabe incluso quiénes son tus verdaderos padres. Viven en Nueva Jersey, pero dijo que no te diría nada hasta que fueras mayor. Me hizo jurar que guardaría el secreto. Te lo digo sólo porque creo que debes saberlo. Pero si le cuentas que te lo dije, te mato. Tu hermana está viendo la televisión. Tú la miras a ella: ―Es horroroso lo de tu labio. Supongo que te habrás dado cuenta... ¿De veras que no? Ven aquí, ven que te lo enseñe. Llévala al baño y colócala frente al espejo. ―¿Lo ves? Es asombroso, desde luego... Tu labio inferior es exactamente igual que una salchicha. No puedo creer que no te hayas fijado. Es tan evidente... Mueve la cabeza, pesarosa. ―Por lo demás, eres casi perfecta. Mira fíjate. Ponle un dedo en cada una de las comisuras de los labios, y tira hacia abajo. ―¿Ves? ¡Ahora ya eres normal! Las luces están apagadas. Estáis en la cama. ―Hay un hombre invisible que vive debajo de tu cama. Si hiciste hoy algo malo, saldrá a cogerte por la noche. ¡Ahora que me acuerdo, hiciste una cosa! ¿No recuerdas aquello que hiciste que mamá se enfadó tanto contigo? Buenas noches.
  • 66. 66
  • 67. 67 Cómo ir en coche Insiste en que no tienes que ir al baño. Si tu madre comenta que a veces crees que no tienes que ir y luego resulta que tienes que ir, que recuerdes la última vez, di que estás segura. Si propone que lo intentes de todos modos, alega que acabas de hacerlo. Luego, mantén esta conversación con tu hermana: ―Yo voy delante. ―Iré yo. Siempre vas tú delante. ―Tú fuiste la última vez. ―La última vez fuiste tú. ―No fui yo. ―Sí que fuiste. ―No. ―Sí fuiste. ―No. ―Sí fuiste. ―No. Qué mentirosa. ―Es verdad ¡Mamá, me ha llamado mentirosa! ¡Mamá! ―No fui. ―Fuiste; Mamá, quiero ir delante; ella fue la última vez. Ahora me toca a mí, ¿a que sí? Tu madre dirá que no puede soportarlo un minuto más... que iréis las dos atrás. Luego, terminará de hacer los bocadillos de jamón y los bocadillos de queso. Espera el momento de la salida sentada en el capó del coche, encima de los faros. Cuando tu hermana se siente al lado, llámala copiona. Repítelo: «Copiona, copiona, eres una copiona, eres una copiona.» Luego, proclama que te propones sentarte tú junto a la ventanilla. Eso no es problema, dirá tu madre, porque hay dos ventanillas. Podéis ir las dos en la ventanilla. Discute con tu hermana por la ventanilla:
  • 68. 68 ―Yo voy en esa ventanilla. ―No, en ésa voy yo. ―Tú fuiste ahí la última vez. ―Fuiste tú. ―Fuiste tú. ―No fui yo. ―¡Fuiste tú! Me das ganas de vomitar. Apuesto a que comes gusanos. ―¡Mamá! Ha dicho que como gusanos. Ahora tu madre comentará que puesto que tu hermana sabe que no come gusanos, no tiene por qué preocuparte. Y añadirá que si oye una palabra más, ninguna de las dos irá a ningún sitio. Al entrar en el coche, murmura: «Bueno, si yo no quería ir». Luego dile a tu hermana que se esté en su sitio. Muéstrale dónde empieza su sitio: traza una raya imaginaria que recorra el asiento y el suelo. Dile que no pase de esa raya. Dile que no se salga de su sitio. Di: «Tú estate en tu sitio... no quiero que me pegues los piojos.» Poco después de que el coche enfile la carretera, comunica que tienes que ir al baño y niega haberle pegado una patada a tu hermana. Acepta aguantarte un poco, y cuando ella te responda con otra patada, pégale tu otra. Mientras la ves llorar, piensa: «Llorona, llorona.» Piensa que ojalá se cayera por la ventanilla. Piensa en que la han raptado y tus padres no pueden reunir dinero suficiente para pagar el rescate y no hay absolutamente nada que hacer. Explícale a tu madre que tú no le habrías pegado una patada a tu hermana si ella no te la hubiera pegado a ti primero. Tu madre dirá: «Basta ya. Estaos las dos quietas o paro el coche aquí.» Luego, parará el coche y preguntará si es eso lo que queréis. Después dirá que debéis estaros cada una en vuestro sitio, que hay sitio suficiente para las dos. Ponte a leer un tebeo. Cuando tu madre indique que hay una cosa que merece la pena verse por donde pasáis, no prestes atención. Pregunta si falta mucho para llegar. Propón jugar a veo-veo, y mientras discutís quién empieza, grita que ya no puedes aguantar más las ganas de ir al baño. En cuanto pare el coche en la gasolinera, sal corriendo con las manos en el vientre. Pídele a tu madre que pare a comprar un helado.
  • 69. 69 Dios santo... ahora tu hermana dice que se marea. Pon cara de asco. Di: «Puaf, jo, otra vez.», Tápate la nariz para que suene como si estuvieras debajo del agua, di que el coche olerá a peste. Di: «Jo», «Quiero salir de aquí» y «No me vomites encima». Dile a tu madre que, francamente, te parece una estupidez sacar a esa asquerosa a ningún sitio, porque vomita prácticamente nada más entrar en el coche. A la asquerosa dile: «¿Quieres un bocadillo?» Saca los pies por la ventanilla de modo que los de los otros coches puedan verlo. Dile a tu madre que pare para comprar un helado. Pregunta si puedes pasar la noche en un hotel que tenga televisión en color y piscina. Dile a tu mamá que está pasándose del límite de velocidad. Dile que no lleva abrochado el cinturón. Dile que hay que conducir con las dos manos en el volante. Dile que no debería fumar. Que es malo para la salud. Pregunta si falta mucho para llegar. «Hay noventa y nueve botellas de cerveza en la pared. Noventa y nueve botellas de cerveza. Si se cayese una botella, quedarían noventa y ocho botellas. Noventa y ocho botellas. Si se cayese una de las noventa y ocho botellas de cerveza, quedarían noventa y siete botellas. Noventa y siete botellas de cerveza. Si se cayese una botella, quedarían noventa y seis botellas. Noventa y seis botellas de cerveza. Noventa y seis botellas. Si se cayese una botella, quedarían noventa y cinco botellas. Noventa y cinco botellas de cerveza. Noventa y cinco botellas. Si se cayese una botella, quedarían noventa y cuatro botellas. Noventa y cuatro botellas de cerveza. Noventa y cuatro botellas. Si se cayese una botella, quedarían noventa y tres botellas de cerveza...» ―¡Esto no hay quien lo aguante! ¡Cállate ya! ¡No lo soporto ni un minuto más! Niega que seas tú quien está dando patadas al asiento. Distráete mirando por la ventanilla mientras mueves como quien no quiere la cosa la mano en el asiento, irrumpiendo en el territorio de tu hermana. Si ella no se da cuenta, apriétale con el dedo meñique en la pierna. Entonces, seguro que dice: «Te has metido en mi sitio. Salte.
  • 70. 70 Mamá, está en mi sitio.» Retira la mano y déjala allí hasta que tu hermana te pegue. Vuélvete. Pégale otra vez. Dale patadas además de puñetazos. Procura tirarle del pelo. Mientras ella llora y grita «Deja de pegarme», y empieza también a pegarte, grita: "Me pegaste tú primero» y pégale otra vez. Cuando no puedas alcanzarle con una patada, pega en el asiento. Date con la cabeza contra la puerta y grita. En ese momento, empieza a escuchar a tu madre que está acabando lo que empezó a decir después del primer golpe: «Estaos quietas las dos. Ya estoy harta. ¿Me oís? Si una de las dos toca a otra, si oigo otra voz, se acabó. ¿Entendido? No os vuelvo a llevar a ningún sitio. ¿Es eso lo que queréis? ¿Es eso? Os juro que... como oiga la menor cosa, doy la vuelta ahora mismo.» Lloriquea. Límpiate la nariz con el dorso de la mano. Lloriquea un poco más. Échate contra el respaldo del asiento. Sigue lloriqueando. Cierra los ojos. Vas en el asiento de atrás de un coche grande, con chófer y con televisión... completamente sola. Piensa en tu hermana. Abre los ojos y mírala. Qué asquerosa es. Cuánto la odias. Promete que no volverás a hablar con ella en la vida, jamás, ni aunque se esté muriendo. Piensa que ojalá fueras hija única. Lloriquea un poco más. Límpiate la nariz con la manga. Mira al suelo. Allí están las migas de pan del bocadillo, en el suelo, donde las dejaste caer. Mira por la ventanilla. Piensa si faltará mucho todavía.
  • 71. 71 Cómo dormir ¿Ya mamá? No quiero. Pero si no estoy cansada. ¿Por qué no puedo quedarme un poquito más...? sólo un poquito, un poquito más... Anda, mami, ¿qué más te da un poquito más? ¿Sólo hasta que acabe este capítulo? ¿Hasta que termine la página? Termina de leer la página y empieza la siguiente. Luego, empieza la siguiente. Lee hasta que tu madre se dé cuenta de que aún sigues leyendo. En cuanto se dé cuenta, volverá a informarte de que es hora de irse a la cama. Di: ―Bueno, pero déjame terminar de leer esta frase. Termina la frase. Termina la página, sigue leyendo. Cuando tu madre vuelva a entrar en la habitación para ver qué haces, cierra el libro rápidamente, y hazte la ofendida: «Bueno, bueno, qué prisas. Dije que ya iba.» Coloca el libro cuidadosamente en el centro de la mesita. Empieza a alejarte de la mesa, y, de pronto, vuélvete supersticiosa: si no colocas el libro exactamente en el centro de la mesa, te pasará algo malo. Vuelve a la mesa y colócalo bien. Luego otra vez. Fíjate en el gato. Cógelo y acarícialo. Ráscale detrás de las orejas. Tu mamá te gritará que te des prisa. Contéstale gritando: ―¡Tengo que decir buenas noches al gato! ¿Quieres que me vaya a la cama sin darle las buenas noches al gato? ¡Qué barbaridad! Sal de la habitación andando muy despacio. Párate en una mesa. Juguetea con los dedos sobre la mesa. Dale vueltas a un huevo de cerámica. Examina un cenicero. Contesta a tu mamá. ―¿Qué? ¿Qué? Sí, un momento, estoy mirando esto. Alza el cenicero a la luz y mira a través del cristal. Dale la vuelta. Comprueba si el gato puede andar con un cenicero en la espalda. Intenta poner en equilibrio el cenicero sobre el huevo.
  • 72. 72 Grita: ―¡¡¡¡¡¡¡BUENOOOOOO!!!!!! ¡Ya voy! ¿Es que no puede una mirar las cosas? Dale a tu madre el beso de buenas noches. ―Pero mamá, ¿es que no te das cuenta de que soy la única persona de toda la clase que tiene que irse a dormir a las ocho y media? ¡La única! Tu mamá preguntará: ―¿Si todos los de tu clase se tiraran por el balcón, ¿tú también te tirarías? Luego, añadirá que ya ha oído bastantes tonterías por hoy y que sabes muy bien lo que quiere decir. Mientras estés viviendo en su casa, tendrás que hacer lo que ella mande. Cuando tengas tu casa, podrás irte a la cama cuando quieras. No digas nada, pero haz una mueca espantosa cuando tu madre vuelva la espalda y bórrala en el mismo instante en que ella se vuelva otra vez. Espera hasta el último momento mismo para que pueda ver un poquito. Piensa que ojalá tus padres hubieran salido esta noche. Si hubieran salido, podrías haber engañado al canguro diciéndole que siempre te ibas a la cama más tarde. Cuando subas las escaleras hacia tu cuarto, anda de costado y sáltate un escalón de cada tres. Ponte el pijama, abrochando mal los botones, en los ojales equivocados. Olvídate de lavarte los dientes. Cruza la habitación corriendo y salta a la cama para que no te coja nadie que pudiera estar debajo de la cama. Quédate un rato entre las sábanas, sólo mirando. Húrgate la nariz. Examina lo extraído y pégalo en la parte inferior de la mesita, junto a la cama. Luego, inclínate de modo que cuelguen la cabeza y medio cuerpo de la cama, saca el tebeo de terror que tienes escondido debajo. Cuando oigas entrar a tu mamá para ver si te has acostado, esconde el tebeo entre las sábanas, coge un libro de la mesita y finge leerlo. Dile a tu mamá que te dormirás en cuanto termines de leer esta página. Ella te preguntará si te lavaste los dientes. Di que sí. En cuanto se vaya, saca el tebeo y sigue leyéndolo. Cuando te grite desde abajo, asegúrale que la luz está apagada, y sigue leyendo. Termina el tebeo; mételo debajo de la almohada. Apaga la luz.
  • 73. 73 Túmbate en la cama. Deja que la vista se acostumbre a la oscuridad. Sigue las luces de los faros de los coches que pasan por la calle y se reflejan en la pared de la habitación y desaparecen luego. Escucha las voces de tus padres y sus amigos, que charlan en la sala. Piensa que ojalá estuvieras con ellos. Levántate, y baja hasta la mitad de la escalera, siéntate en un peldaño y obsérvalos por la barandilla. Puede que tu madre o tu padre se den cuenta de que estás allí. Entonces podrás aparecer en pijama y saludar a todo el mundo. Vuelve a la cama. Acuéstate con la linterna. Enciéndela y tapa la luz con la palma de la mano. Observa cómo se ilumina la mano y se vuelve rosa. Levántate. Vete al baño y mírate bien la boca. Mete el extremo encendido de la linterna en la boca y observa cómo se te iluminan las mejillas. Apaga la linterna y enciéndela unas cuantas veces como si fuera un anuncio de neón. Envía un mensaje luminoso en morse. Vuelve corriendo a la cama... Te pareció oír que venía alguien. Te equivocabas. Después de esperar unos minutos para asegurarte (contando las figuras del empapelado), tápate la cabeza con la colcha y ponte a leer un libro con la linterna. Al acabar la página te estarás asando de calor. Echa la colcha hacia abajo, abre la boca, jadea varias veces y abanícate la cara. Grita para que te oigan los de abajo: ―Mamá, no puedo dormir. Esta manta pica. Intenta hacerte invisible quedándote absolutamente horizontal por si entra un ladrón en la habitación. Reconsidera la situación: Quizá sea mejor encogerte como una bola. Prueba. Piensa con preocupación que de veras hay una criatura del centro de la Tierra escondida en el armario ropero como te dijo tu hermana mayor. Observa la lámpara del techo e imagina que es una tarántula gigante. Pide a gritos un vaso de agua. Cuando tu mamá te lo traiga, pregunta, como quien no quiere la cosa, si alguna vez ha visto una tarántula. Si te dice que sí, que una vez que estaba cavando en el jardín, decide mantenerte en guardia toda la noche y no dormirte de ninguna manera. Luego, quédate dormida mientras vigilas. Si dice que no, o que sólo cuando estuvo en el Gran Cañón del Colorado, duérmete, sin más. Cáete de la cama y no te despiertes.
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  • 75. 75 Cómo rezar Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nos el Tu reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdónanos a nuestros deudores. Y no nos lleves a la cárcel ni nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal, amén. Quiero que no haya guerras en ningún sitio. Quiero que la abuela se cure. Quiero un millón de pesetas. Amén.
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